Upper East Side

23 de Octubre de 2013, 22:35

La noche ha caído en sobre la gran ciudad de New York, y las luces  se encendieron de par en par, hermosas como pocas maravillas del mundo en donde las estrellas del cielo han caído a la tierra. La ciudad sigue su cause natural, ya son 13 años desde que el velo cayó... 9 de que la  guerra contra los caínitas terminó he hizo a la Hermandad ganadora de una ciudad de tantos millones de almas, en donde sólo hay apenas 200 vampiros reconocidos de la hermandad e independiente pero ¿y la Orden? Era un peligro latente, Delancre había desaparecido junto a al espiritista, pero jamás habían encontrado su cuerpo, ni el de Mathilde.

el Edificio del príncipe se encontraba e la prestigiosa zona de Upper East Side que se encuentra ubicado entre el Central Park y el río East River. Es uno de los barrios de mayor prestigio de la ciudad de Nueva York. Situado en la mitad este de la isla de Manhattan, este barrio acoge a los neoyorquinos más adinerados. La Quinta Avenida es una de las principales calles comerciales de la ciudad, se concentran las mejores firmas de ropa, joyería y artículos de lujo.Era una de las antiguas casas patronales, centro de reunión de la hermandad, y con muchos pasadizos subterráneos que conducían a las antiguas líneas del metro y algunas cámaras que servían de guaridas para sus convocaciones.

Aquella noche en particular, el príncipe no estaría en la mansión pero Maxwell O'Connor estaría en aquel, era aliado y amigo del príncipe de la ciudad, de lo contrario ¿como podría ostentar tanto respeto en una ciudad como aquella?. Aquel hombre parecía tener una cercanía también con su vasalla, pero jamás le reveló a su discípulo las razones de aquella cercanía con aquella niña que su pupilo conoce desde que era una niña y que era de propiedad del príncipe.

Upper East Side

23 de Octubre de 2013, 20:43

La noche ha caído en sobre la gran ciudad de New York, y las luces  se encendieron de par en par, hermosas como pocas maravillas del mundo en donde las estrellas del cielo han caído a la tierra. La ciudad sigue su cause natural, ya son 13 años desde que el velo cayó... 9 de que la  guerra contra los caínitas terminó he hizo a la Hermandad ganadora de una ciudad de tantos millones de almas, en donde sólo hay apenas 200 vampiros reconocidos de la hermandad e independiente pero ¿y la Orden? Era un peligro latente, Delancre había desaparecido junto a al espiritista, pero jamás habían encontrado su cuerpo, ni el de Mathilde.

el Edificio del príncipe se encontraba e la prestigiosa zona de Upper East Side que se encuentra ubicado entre el Central Park y el río East River. Es uno de los barrios de mayor prestigio de la ciudad de Nueva York. Situado en la mitad este de la isla de Manhattan, este barrio acoge a los neoyorquinos más adinerados. La Quinta Avenida es una de las principales calles comerciales de la ciudad, se concentran las mejores firmas de ropa, joyería y artículos de lujo.Era una de las antiguas casas patronales, centro de reunión de la hermandad, y con muchos pasadizos subterráneos que conducían a las antiguas líneas del metro y algunas cámaras que servían de guaridas para sus convocaciones.

Ahí, en esas  puertas, en esas ventanas y rodeada por vampiros está ella, una flor, una dulce muchacha que aún parece mantener la inocencia de una infancia que parece no abandonar. Preciosa como pocas mujeres, pero consumida lentamente por su amo, el príncipe, que no al deja vivir, que no al deja morir, ahí está, esperándote, hace dos noches la has visto, su nombre es Temperance, hija de Mathilde, alguien al que proteger, su fragilidad es inspiradora, pero parece ahogarse en ese mundo de sombras.

-Miles de luciérnagas sobrevuelan el frío bosque de metal, pavimentado con las tristes almas que lo abitan. Tal colorido y lleno de vida, pero tan muerto al mismo tiempo... a veces puedo llegar a identificarme con aquella expresión-.

Alexander se agacha un momento y deja caer unas monedas dentro de la lata del mendigo, sin embargo sabe que no servirá de mucho. Todas aquellas personas adineradas que lo rodean en la quinta avenida ignoran completamente la pobre vago, como si solo fuera una roca en el camino. Ya han olvidado completamente el significado de la vida, aferrándose tristemente a chucherías sin valor. Elegantes mujeres bañadas en joyas y tapados de piel, como si eso mejorara en algo sus vidas. 

-A veces me compadezco de ellos, realmente se convencen de que pueden comprar la felicidad, pero jamás aprenden lo que esa palabra realmente significa.- 

Con pasos relajados, finalmente llega al edificio. De alguna forma su marchito corazón se entristece un poco más cuando se para frente a las puertas del príncipe. Temperance tenía mucho de su madre y trae con sigo la nostalgia de tiempos pasados. Muchos han caído en el transcurso de los años, tanto seres queridos como odiados, pero todos merecedores de un espacio en la historia y en sus recuerdos. Dos noches atrás Temperance lo había conmovido con su mera presencia, ya que en ella recaían sus pesares. Tan frágil, tan hermosa, marchitándose lentamente en la oscuridad como su propia alma. Debía protegerla a todo costo.

Observa las agujas del reloj, para asegurarse de que sea la hora adecuada. Bestia una negra camisa que dejaba descubierta una parte de su pecho, del cual colgaba una cadena. Sus movimientos son medidos y muy precisos al pararse elegantemente frente a la puerta y golpear. 

Tac tac tac... Su mirada espera paciente, realmente no tenía porqué estar ansioso, aún le quedaba una eternidad por delante.

La vasalla del príncipe desde que era una niña, Temperance había nacido ya en la edad madura de Mathilde Brunswick, su padre era un misterio que seguramente sólo el príncipe conocía su identidad, pero aquel vampiro de tanto poder tenía entre sus manos un ser con un poder aún mayor. Aquella criatura de ojos verdes, que no era tomada con mayor valor que una muñeca, era observada con recelo por muchos vampiros, que ansiaban su sangre o el control sobre ella, o simplemente no entendían el porque´de tantos esmeros de su amo.

La sala de estar era de cuatro por cinco metros, enorme, en donde dos de sus paredes estaban tapizadas de punta a cabo por caros libros, ahí de hecho, había conocido a la joven. Un juego de sillones victorianos de color granate estaban sobre una mullida alfombra color crema, algunas mesas de arrimo con flores, y dos cuadros costumbristas adornaban las paredes cubiertas por tela color verde musgo. En una esquina, un bar en donde se podían ver las botellas con diversos licores y sus copas. Mientras que en una de las altas ventanas había una mesa de ajedrez con dos sillas del mismo estilo y color que los sillones. Por último, una lámpara de araña pendía desde el techo, iluminando la habitación.

El vampiro había llegado al fin, y conducido hacia la estancia de descanso por el mayordomo, le informó que le príncipe no se encontraba, pero que podía quedarse, después de todo, era la mansión del príncipe. Y ahí el vampiro pudo escuchar sus pasos delicados, un caminar pausado como si el pidiera permiso al mismo silencio para irrumpir, y en el dintel de la puerta vería su figura, pequeña y de intensos ojos verdes apoyada en el marco de roble que ascendía hasta el alto cielo razo.

- señor Longinus...- murmuró la joven de piel blanca y mejillas casi sin color, no había que ser genio para saber que el príncipe se alimentaba de ella - el príncipe no está..¿en que puedo ayudarlo? - preguntó acercándose a él, vestía un vestido color violeta con camesú con un moño que adornaba su cuello. Su cabello estaba tomado detrás de su nuca por un rosón negro, era como si hubiera sido vestida por alguien que su concepto de moda había quedado hacia décadas atrás.

No se inmuta al entrar a la habitación, era un espacio relativamente enorme para los estándares modernos, pero distaba mucho del enorme hall del castillo de Beaumont donde pasaba aquellas frías tardes de enero jugando ajedrez con el Duque. Fue el primer recuerdo que le trajo ver aquel tablero. Sin embargo la antigua decoración le reconfortaba, ya de de alguna manera lograba sentirse como en su hogar natal, alejado del caos de la modernidad.

Asiente elegantemente con la cabeza luego de escuchar al mayordomo, la noticia no le sorprendió ni le inquietó. Ya estaba muy acostumbrado a la decepción, no podría esperar otra cosa. 

Si tal vez si no tuviera los agudos sentidos de un vampiro, jamás habría podido volver a escuchar los suaves pasos de la bella criatura. Un sonido tan delicioso como su delicada presencia. Una vez mas frente a él, la pálida joven de piel blanca, víctima del eterno forcejeo del poder. Todos aquellos defectos que encontraba en los humanos, se hacían muy presentes entre los de su propia estirpe. 

Sus ojos grises se fijaron en la mirada de aquella joven, su mirada siempre fija y atenta Señorita Temperance... baja levemente su cabeza sin perder su mirada penetrante. -un placer volver a verla- un pequeño esbozo de sonrisa se forma en su boca, pero cualquiera diría que es solo por cortesía- Pues mentiría si le dijera que vine a ver al Príncipe. 

Cada vez que veo sus ojos, no puedo evitar ver la mirada de su madre. Como un eco distante que se pierde en los pasillos del tiempo. 

Cayó el manto de la noche sobre la metrópolis más famosa del mundo. La luna se alzaba perezosa y las estrellas titilantes iluminaban el cielo, pero eran eclipsadas por la luz eléctrica que millones de hombres encendían en esta jungla de acero y cristal. Mi primer objetivo de la noche no era si no el Edificio del Príncipe y Gobernador de la ciudad, lugar que conocía bastante bien y que en realidad no estaba lejos de mi casa. Aquello me permitía acercarme dando un tranquilo paseo de apenas 10 minutos por calles amplias y bien iluminadas. 

Descorrí las pesadas cortinas de mi dormitorio, que me protegían fuertemente del sol matutino, dejando la sala en una oscuridad total. La luz artificial del exterior se coló rápidamente, iluminando el cuarto como si de un amanecer eléctrico se tratase. Encendí las luces de mi habitación y me dirigí al vestidor, abriéndolo cuidadosamente y me introduje en él. Rebusqué cuidadosamente, no iba a ir de etiqueta pues no era ninguna recepción formal pero quería ir bien vestido. Elegí una camisa gris perla combinada con una chaqueta y pantalones azul marino, por encima de ello un abrigo largo de color gris oscuro de tres cuartos, y terminando el conjunto con mi bufanda azul y unos zapatos negros. La ropa era elegante pero no demasiado formal; quedé satisfecho con el reflejo que el espejo me devolvía de modo que salí del vestidor.

Realmente la ropa de abrigo no era necesaria, no es que tuviera frío, simplemente me gustaba el estilo y cómo me quedaba. Abandoné mi habitación y me dirigí al salón-comedor, realmente la sala más espaciosa de mi ático, sin duda debía de tener por si solo unos 100 metros cuadrados aproximadamente, era bastante amplio y tenía grandes cristaleras en tres de sus cuatro paredes que me brindaban una gran panorámica de la ciudad. No quería acudir a tal encuentro con apetito, de modo que abrí una pequeña nevera con clave de seguridad que tenía en la zona del comedor y saqué una bolsa de sangre de buena calidad, la bebí despacio. Desde luego no era lo mismo que beberla de un contenedor vivo y caliente, pero no estaba tan mal como aperitivo. 

Regresé un momento al baño, dejando correr un poco el agua del lavamanos y refrescándome la cara, para después peinarme y terminar así con el conjunto. Estaba listo, de modo que apagué las luces de mi morada y me dirigí a la calle, atravesando el umbral y bajando por el ascensor. Al llegar al portal el portero me saludó y yo le devolví un agradable saludo. Antes de bajar no había olvidado coger mis elegantes guantes de cabritilla negros ¿Quién podría resistirse a su encanto? El tacto era realmente agradable. 

Con las manos en los bolsillos del pantalón y tarareando suavemente una Nocturnia me dirigí calle abajo hasta la morada del Príncipe. Disfruté del paseo con la brisa nocturna y las luces de los escaparates encendidas. Desde la caída del velo y el dominio de los vampiros cada vez teníamos más ventajas, la ciudad parecía volverse más nocturna, y si antes en ocasiones teníamos que buscar una tienda concreta que abriera tras el anochecer o disponer de los servicios de un mortal, ahora más de una permanecía abierta para nosotros, amos y señores de la ciudad de Nueva York. 

Entré en el edificio del príncipe saludando con una radiante sonrisa a la recepcionista. A continuación le pregunte. - ¿Se encuentra aquí el Príncipe esta noche, querida? - Traté de ser lo más amable con ella, me apoyé suavemente sobre la recepción y esperé una respuesta por su parte.

La mujer se encoge de hombros, como una niña pequeña, una sonrisa distante asomó en sus labios aterciopalo, pocas veces un vampiro se interesaba en el juguete del príncipe.- poco recuerdo de ella, aunque no era tan pequeña - comenta, colocando su mano en el sillón, deslizándola por el labrado de su sillón. Temperance levantó la vista, y sus ojos verdes reflejaron el rostro del vampiro.

- pensé que buscaba al príncipe,.. las cosas se han vuelto peligrosas por lo que escuché - le comenta con un dejo de impaciencia, hacia sólo dos días  una atentado en Time Square había salido en todos los medios, una bomba de poca potencia se había detonado en la zona, no causó daños a personas porque fue cerca de las 2 de la mañana, pero reventó muchas vitrinas y causó mucha conmoción recordando los años de la guerra contra los cainitas tras el año nuevo del 2000

- se reunirá el cónclave, pero en unas horas más - se mordió el labio inferior nerviosa, sentirse importante para alguien parecía hacerla sentirse mejor  y se acercó un poco más al vampiro, era una de las pocas personas que no sentía miedo ante la presencia de un hijo de la noche, ¿cómo sentirlo? si sólo conocía a vampiros en su vida, casi no sabía como comportarse como una humana.

El vampiro entró en la gran recepción del edificio de príncipe. Las murallas estaban tapizadas de nogal, y en la entrada una alfombra roja redonda recibía a los recién llegados. Dos escaleras curvas  ascendían  a los pisos superiores. Al lado derecho, un ascensor antiguo de reja, y en cada ventana, jarrones con flores frescas que llenaban el lugar con su perfume que comenzaba a tonarse mortuorio, cual aroma de cementerio. 

El mesón de la recepción era semicurvo, de roble con encimera de mármol, negro, cuando se acerco, vería a una rubia sonriente, su piel anacarada y la inexistencia de los latidos de corazón  revelarían su esencia. La mujer tenía el teléfono pegado a la oreja, comentaba unas vanalidades, y cuando el vampiro habló, la mujer levantó su mano  mostrándole la palma, signo de que la esperara.

En el mesón  estaba el New York Times del día, y en primera plana estaba el atentado a Time Square, una bomba de poca potencia se había detonado en la zona, no causó daños a personas porque fue cerca de las 2 de la mañana, pero reventó muchas vitrinas y causó mucha conmoción recordando los años de la guerra contra los cainitas tras el año nuevo del 2000, y no se hablaba de otra cosa. La mujer por fin cuelga y apoya sus codos, entrelazando sus dedos largos, se podían ver sus uñas bien cuidadas,  y ladeo su cabeza, cada gesto en ella era de suma indolencia, liviandad, pero era imposible saber cuantos años tenía, podía tener 20 o podría tener 120, la edad entre los vampiros era relativo.

- el príncipe no se encuentra ahora, pero la reunión de la hermandad será en media hora más, si gusta puede ir hacia la sala de estar, y esperar ahí - su voz era cantarina y le indicó una de las puertas que estaban al lado contrario del ascensor, en donde un hombre ya anciano estaba parado ahí, vestido de traje negro y de un porte inglés.

Cuando la mujer le indicó hacia donde ir,  el ascensor llegó al piso y la reja fue corrida, emitiendo ese sonido metálico tan carácteristico, Tarmes ahí vería a su mentor, con su porte característico, elegante y altivo, que al verlo sonrió de oreja a oreja  marcando sus arrugas, y avanzó hacia él, estaba vestido de etiqueta, siempre vestía del mismo modo, pero hoy parecía haberse esmerado un poco más.

- joven Blackwood, dichosos son los ojos que lo ven - a largas zancadas llegó hasta él, y le colocó el brazo en el hombro y la apartó de la recepcionista - yo me encargo de él, señorta Louise - tomó el diario y se llevó al vampiro hacia la sala de estar, el anciano les dejó entrar, sólo moviéndose a un costado, y abriendo la puerta para que entraran, una vez dentro el vampiro caminó directamente hacia el bar que estaba al otro lado de la habitación.

La sala de estar era de cuatro por cinco metros, enorme, en donde dos de sus paredes estaban tapizadas de punta a cabo por caros libros, ahí de hecho, había conocido a la joven. Un juego de sillones victorianos de color granate estaban sobre una mullida alfombra color crema, algunas mesas de arrimo con flores, y dos cuadros costumbristas adornaban las paredes cubiertas por tela color verde musgo. En una esquina, un bar en donde se podían ver las botellas con diversos licores y sus copas. Mientras que en una de las altas ventanas había una mesa de ajedrez con dos sillas del mismo estilo y color que los sillones. Por último, una lámpara de araña pendía desde el techo, iluminando la habitación.

- imagino que ya te has enterado de los atentados, aparecieron en todos la prensa.- se servia un trago, y al tomarlo, le mostró la primera plana del diario - los humanos están asustados, piensan que perdemos el control, por eso Alexander nos ha citado {el príncipe} - se recargó el bar y siguió bebiendo - tengo la idea que esto es de los rebeldes, es claro, pero no me extrañaría que la orden haya despertado, esas ratas no las imagino tanto tiempo calladas, jamás pudimos conocer a su líder... jamás pudimos atraparlo- olio el whisky,  no podía embriagarse, pero era exquisito  - Alexander no baja la guardia en gustos... ¿deseas un trago joven? -esa indolencia aristócrata característica hacía pensar que nada le importaba, pero su pupilo sabía que aquello estaba lejos de la realidad.

Temperance se acerca cada vez más y ya puede escuchar el sutil latido de su corazón, empujando su dulce sangre que corre por todo su cuerpo y se desliza tentadora a través de su largo y delicado cuello. Muy pronto siente como el calor de su piel acaricia cada uno de sus sentidos, como si estuviera pegado a ella. Pero nada de eso podría inquietarlo a esta altura, ya hace muchos años atrás había aprendido a controlar su sed. Tal vez en aquella época habría saltado como un perro hambriento sobre un trozo de carne, pero como todo en su vida, eso solo era un recuerdo distante.

-Con el cónclave...- Alexander tiene sus sospechas acerca del atentado, una bomba no detona a esa hora sin herir a nadie por mera casualidad. El error humano era un mal común, o un bien en muchos casos, pero en este no había sido solo un error. Tenía sus sospechas pero prefería guardarlas tras un manto de cautela.

Sin embargo Alexander dista de ver solo a una humana cuando ve esos enormes ojos, siente que un trozo de su pasado esta parado frente a él, frágil como una delicada muñeca de porcelana. Siempre fue respetuoso de las tradiciones y las cadenas de mando, jamás podría interponerse al príncipe a no ser que valla contra sus propios principios el no hacerlo. Pero ella era solo una víctima de las circunstancias, no tiene la culpa de ser quien es o de que la usen como solo un juguete a quien mordisquear, jamás tuvo elección de tener una vida normal, feliz. O al menos una ilusión de felicidad. 

Sentía la imperiosa necesidad de protegerla.

¿Se refiere al atentado? Las cosas siempre han sido peligrosas.- con un paso lento pero preciso, se arrima aún mas a ella -Pero no debe preocuparte por ello, nada le pasará mientras yo este cerca. Sus ojos encuentran los de ella para transmitir el sentimiento, mientras posa su mano donde alguna vez había latido su corazón -Lo juro.

Al parecer el Príncipe no se encontraba esta noche en su residencia. Era una lástima pues me hubiera gustado tratar con él este tipo de asuntos. Mientras esperaba a la respuesta de la recepcionista había ojeado la portada del New York Times. Sin duda un suceso escandaloso que mantendría ocupado a la prensa durante días, a pesar de no haber causado daños personales. Era terrorismo, puro y duro, en nuestra propia plaza fuerte. Inaceptable. 

Cainitas, su firma estaba estampada en semejantes actos de violencia sin sentido. Estúpidos chupasangre descerebrados, no merecían otro apelativo. Pero antes de poder agradecer las indicaciones a la señorita, alguien muy querido apareció. Su porte elegante y su pelo cano le delataban, pues no muchos de los nuestros aparentaban tal edad. Su sonrisa alegre nunca había dejado de arrancarle una a mi rostro, cosa que no ocurría demasiado a menudo. Sonreí al ver acercarse a mi Maestro y le devolví el saludo formal. - No esperaba esta noche tamaña compañía, Conde O'Connor, siempre es grato encontrarle. - Contesté aceptando gustoso que me pasara el brazo por encima del hombro. Algo que solo le permitiría a él.

Caminamos, siguiendo sus largas zancadas, hacia la sala de estar. Saludé cordialmente con una inclinación de cabeza al caballero de porte ingles que guardaba la puerta, siempre era aquí todo tan elegante que daba gusto venir aunque fuera solo a pasar el rato. Maxwell me condujo al interior de la sala, y al entrar me soltó y se encaminó al bar. Contemplé la sala, cuya elegancia y buen gusto siempre me asombraba. Como no, el Príncipe pensaba en todo, y en todos. Unos sillones cómodos sobre una alfombra formaban un círculo en el centro de la sala. En el rincón se encontraba el bar, al cual el conde se fue directo nada más entrar, periódico en mano. Una costumbre muy suya.

Pero mi vista se desvió a la mesa de ajedrez de estilo victoriano que se encontraba al otro lado. Muy considerado por parte del Príncipe. Sonreí, y me acerqué hacia el bar donde mi maestro tomaba su usual copa de Whisky, habría elegido uno escoces, sin duda. Observé la página y escuché sus comentarios atentamente, pero de momento me esperé a contestar. Acepté el vaso que me ofrecía y el buen Whisky. - Exquisita elección, como siempre mi buen Conde. Cómo podría rechazar tal oferta por su parte - Después, despacio a largas zancadas me dirigí a la mesa de ajedrez y tomé asiento de espaldas a la ventana, mirando en dirección al bar. Dirigí una mirada al Conde, y pasando la mano sobre el tablero le indiqué que se sentara frente a mi y habláramos frente al tablero como solíamos hacer. - Desde luego, semejante acción no puede si no recordarnos los incidentes con los cainitas a comienzos de siglo... Pero bien podría ser que la ausencia de bajas humanas dirigiera nuestras sospechas más hacia los rebeldes humanos, que no quieran en sí dañar a los suyos, si no dañar nuestra reputación al frente del control de la ciudad. ¿Cómo cree usted que deberíamos responder a esto, Conde? - Pregunté educadamente mientras, con dos dedos, cogía el peón del Rey y lo avanzaba dos casillas. Era las blancas, yo empezaba a mover, una salida tradicional.

¿que es lo que saben?

Rebeldes: insurgentes humanos, se les conoce como un grupo organizado desde hace muy poco, unos seis meses, han intentado atraparlos, pero se escabullen en las cloacas, su rastro es perdido siempre en los sectores del Bronx pero no logran encontrarlos. Se cree que tienen contacto con el gobierno de Washington, pero no se ha podido comprobar. 

Han sido los culpables de atentados terroristas de poca monta, como el de la noche anterior, en el Time Square, pero aún no se reportan atentados contra vampiros, que parecen ser su objetivo principal.

Orden de Caín: Enemigos desde hace siglos de la hermandad, vampiros sedientos de sangre y con deseos del control total. Tras la muerte de Delacren y el intento fallido de lograr la liberación de Mammon, siguieron luchando por cuatro años por el control de la ciudad, pero eran batallas entre vampiros, en donde ambos bandos quedaron diezmados. La hermandad jamas logró determinar quién era el líder, este siempre se mantuvo en las sombras tras la desapareción de Delacren. últimamente han aparecido cuerpos mutilados de vagabundos, y el control sobre los vampiros mismos, impuesto por el príncipe se ha tornado más exhaustivo, caza de sangre a cualquiera que mate a un humano.

Garras rojas: Desertores luego de que los Fenrir se aliaran a los vampiros, se les cree criaturas fuera de control, bajo el placer máximo de la caza y la matanza de vampiros, pero los Fenrir han logrado el control sobre estos, incluso asesinando a su líder, aunque este murio en realidad en manos del nuevo líder James Creed.

Mathilde Brunswich: Miembro de una antigua familia de espiritistas y aliados de los vampiros, quizás los humanos más cercanos. Mathilde se le reconoció por su inteligencia y poder espiritual que se equiparaba al poder de un vampiro. Murio en el año nuevo del 2000, luego de ser traicionada por un miembro de la hermandad, la mano derecha del príncipe, Ruseell Endigth. SU cuerpo no fue encontrado tras la muerte, sólo el fuego azul que quedó tras que ella sellara la fuerza de Mammon.

Ruseell Endigth: Antiguo miembro de la hermandad y traidor. Entregó a Delacren la llave para abrir el portal al infierno, Mathilde Brunswick.

Temperance Brunswick: Hija de Mathilde y vasalla del príncipe, la tiene desde la  muerte de su madre, cuando Temperance tenía sólo seis años. Tiene un aspecto enferizo y alicaido, pero ningún vampiro se atreve a tocarla, ella es de pertenencia del príncipe.

Dante Stahlhamdske: Lider de los Fenrir.

Alexander Hartfield: príncipe de la hermandad en la ciudad, desde hace 20 años. Fue uno de los más acérrimos  defensores de las tradiciones, las ha resguardado durante toda su existencia inmortal e incluso después de que el velo cayera.

La mujer ladeo su rostro, se podían apreciar sus ojeas bajo sus ojos, siempre había tenido ese aspecto de cansada, de enfermiza, incluso siendo muy niña. Temperance levantó su mentón para ver al vampiro, ella era pequeña, no más allá del sesenta y cinco.

- sí... hablaba del atentado, ya es el tercero del mes, Alex..- se vio así misma llamando al príncipe por su nombre - el... el príncipe está preocupado, y eso me preocupa a mí - suspiró y bajó la mirada,había auténtica preocupación por su amo, algo que no siempre se daba entre los vasallos con tanto sentimiento, tan sinceramente - cree que son los rebeldes, pero... igual los comprendo, muchos no crecieron en un mundo como este, mejor dicho no lo conocían...- lo volvió  a mirar - ¿que tanto conocía a mi madre? - le preguntó recobrando algo de brillo en su bello rostro.

Su chiquillo se fue a sentar ante el tablero de ajedrez, as piezas eran de jade y de marfil, antiguo quizás como el propio príncipe, el vampiro deslizó sus dedos por la pieza helada, e hizo el primer movimiento de apertura. Su sire  con una sonrisa  que hacía levantar solo sus comisuras, fue a la silla y la movió para sentarse, y mueve el peón del rey dos casillas hacia delante para cerrarle el paso a su peón.

- tu mente trabaja despierta, es sagaz como pocas - lo alaba, interiormente estaba orgulloso de su pupilo - si yo fuera Alexander ordenaría una caza de sangre a todos los vampiros que no son de la hermandad, y la los de la hermandad los haría vínculo...  nadie quiere que se repita lo de Endigth, pero sabes como es Alexander, es tan respetuoso de las reglas que él mismo ha creado, un mero contemplador de su propia creación - bebió otro trago, su pupilo había movido el peón del rey dos espacio, y el había repetido el mismo movimiento, ahora los peones temblaban ¿cual caería? antes de que fuesen movidas las piezas. Oh apertura, tan inesperada, tan excitante, el preludio perfecto para el desarrollo del juego.

- en fin... el Desfile de Halloween en el Village viene pronto, en algunos días, imagino que a medida de que nos acerquemos a la celebración los atentados irán en aumento, creo que deberíamos convencer al príncipe de suspenda eso,generará más revuelo... pero... prefiero eso a tener que limpiar los destrozos de los cainitas, porque los rebeldes aún no tiene el suficiente poder como para aquello - levantó las cejas y esperó el siguiente  movimiento de su pupilo.

Observo atentamente a mi mentor mientras, con parsimonia, se acerca Whisky en mano y toma asiento tranquilamente, moviendo el peón frente al mío para cortarme el paso, un contramovimiento tradicional también. Escucho mientras tranquilamente la disertación de mi maestro, exponiendo sus ideas y recomendaciones. Ah, desde luego podría haber sido el el Príncipe de esta ciudad, desde luego si no lo es debía ser por tradicionalismos o algo similar, pero gozaba sin duda de gran respeto, quizá el pudiera hablar en cercanía con el Príncipe, sus ideas me gustaban sin duda, pero a veces aún era demasiado conservador y arriesgaba poco. Quizá le faltaba ser un poco más incisivo. Pero para eso estábamos los jóvenes.

Di un ligero sorbo al Whisky, saboreándolo suavemente. Paladee el líquido ambarino y lo tragué, después empecé a hablar. Asintiendo suavemente. - Realmente, vincular a todos los leales a la Hermandad sería un buen movimiento. Declarar la caza de sangre contra todo el que no pertenezca a la misma es necesario, por supuesto. La cuestión es cómo afrontarla. Una simple caza de brujas no es lo propio, agarrar y destruir al primer cainita que veamos no es el mejor movimiento. No les importan los humanos, si necesitan tropas de choque pueden crearlas y lo sabemos. Necesitamos derrotarlos. - Hice una pausa aquí, contemplando el tablero. Entonces cogí el caballo del lado izquierdo, moviéndolo tres casillas adelante y una a la derecha, con ese movimiento en L tan típico de esta magnífica pieza, que a primera vista parece no muy relevante, pero que se convierte en una herramienta realmente valiosa y práctica.

- El desfile... el desfile es un punto clave. No solo debemos pensar en el desfile en sí, pensemos en la imagen. Si lo cancelase, es como si aceptásemos que las cosas han escapado a nuestro control. Perderíamos entonces la confianza de los humanos. No mi maestro, debemos emplear sus propios actos contra ellos. Un Rey no debe dar muestras de debilidad, o todos sus enemigos reclamarán su cuello. Si se muestra fuerte, sin embargo, esta fuerza será una medida disuasoria.- Bebi otro trago suavemente, haciendo aquí otra pausa, quería intrigar en parte a mi maestro. "Ah, la teatralidad, a veces creo que será mi perdición" pensé antes de continuar con mis ideas. - No, estos actos deben ser aprovechados... Los humanos observan, debemos presentarle al enemigo... nuestro enemigo debe ser su enemigo... Y por supuesto podemos asociar a los rebeldes con los cainitas... Un grupo de desalmados, vampiros y humanos, asediando a los buenos ciudadanos de Nueva York con su ola de terror y de atrocidades. Un selecto grupo de inmortales poniendo todo su empeño y su fuerza junto con los humanos que deseen ayudar en contener y erradicar esta maldad ¿No suena poético? ¿Quién no desea saber que está en el bando del bien? - Me removí en la silla, el propio hecho de dar rienda suelta a mis ideas me ponía tan alerta como la propia partida de ajedrez, al fin y al cabo era lo mismo llevado a una escala diferente. Apoyé el brazo con la copa suavemente sobre el reposabrazos del sillón, y a continuación observé atento a mi maestro.

- No mi buen conde, debemos celebrar ese desfile. Aprovechemos este ataque para presentar nuestra postura y esperemos el próximo, anticipémoslo. Capturemos un par de rebeldes o cainitas en el proceso y ajusticiémoslos entonces con la aprobación del pueblo. Debemos ganarnos al pueblo y entonces no seremos solo nosotros contra rebeldes y cainitas, toda la ciudad de Nueva York se alzará en su contra. Redoblemos la seguridad y esperemos el siguiente movimiento. Usemos el ataque reciente para involucrar cainitas y rebeldes ante la prensa. Después, en el desfile, redoblaremos la seguridad, empleando los medios a nuestro alcance. Aunque como bien dice, Conde, ya habrán vuelto a atacar para entonces seguramente. Posiblemente la opinión pública ya esté en su contra si jugamos bien nuestras bazas... - Terminé, de momento, mi exposición, dejando el vaso descansar sobre mi rodilla, esperando con una pierna cruzada sobre la otra en una postura de descanso y reposo, observando con la otra mano bajo el mentón el futuro movimiento de mi Mentor y Maestro.

Puso su mano en su barbilla  en donde el vello estaba crecido, era obvio que no estaba pensado en la jugada, sino en lo que decía su pupilo, sus parpados quedaron a media hasta, de pronto reveló un cansancio, algo extraña en un vampiro, para los que consideran que los vampiros no sienten cansancio, pero los vampiros si se pueden agotar, no físicamente, pero sí de espíritu. Bajó su mano y la colocó a un costado del tablero, sus chiquillos eran maduros y fuertes. Tomó el peón de la reina y lo movió un espacio para defender el peón amenazado por el caballo.

- cuanta elocuencia y claridad mental joven Arthur, cuanta claridad, más de muchos de tus congéneres, y me sorprende porque piensas igual que tu hermano - sonrió de medio lado, ese gesto maldito que hacía cuando disfrutaba en algo casi perverso,  al tratar de hermanos a Arthur y el príncipe Alexander, ambos convertidos educados por el mismo, sólo que Alexander era mayor algunos años, y él era más para ocupar cargos idílicos, en cambio Arthur y su pragmatismo estaba para estar manejando los hilos del poder.

- pero muchachos olvidas algo, de noche todos los gatos son pardos, vampiros de un lado o del otro, son indistintos para los humanos, pero Alexander me respondió igual que tu, tiene la misma visión, jugar a los héroes, y por mí está bien, - ambos escucharon unos pasos, y el vampiro bajó por unos segundos su rostro - Temperance...- murmuró aquel nombre y volvió a enfocarse en su pupilo.- ya los medios están  siendo manejados, se está culpando a los rebeldes, mencionar que es la orden podría despertar la histeria, la guerra de hace años aún no se olvida en la mente de los humanos, no aún por lo menos...

-Es muy posible que sean ellos, pero tengo mis dudas.- Mira con cierta tranquilidad a los ojos de Temperance, en el fondo estaba preocupado pero jamás lo demostraría con una expresión de su rostro. Era demasiado reservado para expresar ese tipo de sentimientos. Ademas no quería preocuparla más de lo que ya estaba. 

-Todo resulta muy sospechoso... como si hubiera algo más detrás de todo esto.- Sus ojos se oscurecen bajo la sombra de su rostro.

Alexander se siente conmovido por las palabras de la triste joven frente a él, ella parecía comprender demasiado bien a los humanos, a pesar de no haber tenido contacto con ellos. Ellos son como pequeños niños, que un día encuentran un cuchillo y se lastiman. Demasiado inmaduros para controlar el poder que tienen a su disposición, solo destruyen lo que no comprenden y continúan sus tristes existencias. Pero es su madurez lo que lo eleva sobre ellos, y por eso siente la necesidad de resguardarlos de ellos mismos. Protegerlos, pues realmente no saben lo que hacen. 

Muy pronto la palabra madre irrumpe en sus pensamientos, y la imagen de Mathilde se hace presente. Aún recuerda aquellas infernales llamaradas azules en un océano de caos. Mathilde... su boca deja fluir las sufridas palabras con resignación y nostalgia -ella más que una amiga, llegue a quererla como una hermana.- 

-A pesar de ser humana, siempre fue una mujer muy fuerte. No siempre valoré su valentía, sino su modo de ver la vida y su auto sacrificio. El mundo es un lugar un poco mas oscuro desde que ella partió. Tienes que estar muy orgullosa de ella.-

Le encantaba que le hablaran de su madre, porque a pesar de haberla perdido a los seis años, sus recuerdos eran vagos de ella, Temperance, sonrió y levantó su mano para rozar la mejilla del vampiro, ella no veía en él a un ser al cual temer, pocas veces había visto a un vampiro así.

- la extraño...- murmuró la joven y bajó su mano. Escuchó en eso unos movimientos fuera de la habitación y se separó de él, como si de pronto se hubiera asustado. - oh... señor Longinus, ¿asistirá al Desfile de Halloween en el Village, el príncipe está muy nervioso, creo que por eso ha citado a los vampiros a la reunión, incluso creo que vendrán los licanos, no puedo dejar de sentir miedo...- se encoge de hombros.

"La extraño" escuchó Alexander luego de que ella rozara su rostro con su mano, un sentimiento muy compartido con él.

-Te entiendo, Yo tamb...- de pronto la importuna aparición de terceros irrumpen con el momento. -...ién la extraño.- completa la frase en su mente. 

Pues no me podría perder por nada señorita Temperance- Nota su distanciamiento por los nervios, era una situación muy inapropiada. Él se mantiene tranquilo, pues se distancia con respeto. Ademas, su corazón ya hace dos siglos que no late, ¿como podría ponerse nervioso?. 

No hay que temer, pues deben respetar la alianza, así que sería muy torpe de su parte hacer algo fuera de lugar. sus pupilas se clavan como estacas en los ojos de Temperance, intentando transmitirle seguridad. Y en todo caso, yo mismo no permitiré que le pase algo. Le susurra.

Alexander respetaba la política del príncipe, pero fuera de eso desconfiaba mucho en sus decisiones, ya que creía que muchas veces se equivocaba, y esta podría ser una de esas. -será mejor que este atento- 

Upper East Side

23 de Octubre de 2013, 23:10

La noche ha caído en sobre la gran ciudad de New York, y las luces  se encendieron de par en par, hermosas como pocas maravillas del mundo en donde las estrellas del cielo han caído a la tierra. La ciudad sigue su cause natural, ya son 13 años desde que el velo cayó... 9 de que la  guerra contra los caínitas terminó he hizo a la Hermandad ganadora de una ciudad de tantos millones de almas, en donde sólo hay apenas 200 vampiros reconocidos de la hermandad e independiente pero ¿y la Orden? Era un peligro latente, Delancre había desaparecido junto a al espiritista, pero jamás habían encontrado su cuerpo, ni el de Mathilde.

el Edificio del príncipe se encontraba e la prestigiosa zona de Upper East Side que se encuentra ubicado entre el Central Park y el río East River. Es uno de los barrios de mayor prestigio de la ciudad de Nueva York. Situado en la mitad este de la isla de Manhattan, este barrio acoge a los neoyorquinos más adinerados. La Quinta Avenida es una de las principales calles comerciales de la ciudad, se concentran las mejores firmas de ropa, joyería y artículos de lujo.Era una de las antiguas casas patronales, centro de reunión de la hermandad, y con muchos pasadizos subterráneos que conducían a las antiguas líneas del metro y algunas cámaras que servían de guaridas para sus convocaciones.

EL mismísimo príncipe te había encomendado la misión de investigar la desaparición de cinco vampiros, dos de la hermandad, y tres independientes que habían desaparecido en los últimos meses. No habían datos de que salieran de l ciudad, o que hubiera perecido de otra manera, simplemente habían desaparecido, y los licanos habían informado que  la orden estaría detrás de estas desapariciones.  En tu investigación encontraste el rastro de los vampiros, pero este se perdía en las alcantarillas, no había logrado dar con los vampiros, pero tampoco podías asegurar que hubieran  terminado con ellos. 

El miedo de que estuvieran creando berserkers  e hacía más y más presente más con el desfile de fines de mes que congregaría a tanta gente y que un atentado podía acabar con el ya alicaído control "democrático" de los vampiros en la ciudad, puesto que han habido atentados menores en la ciudad, es mas, la noche anterior habia habido un atentado a Time Square, una bomba de poca potencia se había detonado en la zona, no causó daños a personas porque fue cerca de las 2 de la mañana, pero reventó muchas vitrinas y causó mucha conmoción recordando los años de la guerra contra los cainitas tras el año nuevo del 2000, y no se hablaba de otra cosa.

EL príncipe te había citado a su despacho, en una hora más, se llevaría acabo un reunión de la hermandad, en donde se tratarían cosas importantes para la ciudad completa.