Partida Rol por web

Aylandris miró a Khazlian, sopesando la idea de meterse allí dentro a oscuras. No le hacía ni pizca de gracia penetrar en la oscuridad, más aún después de su encuentro con aquel ser en la posada y sabiendo que iban en su busca.

Abrazó al pequeño dragón cuando este volvió a sus manos y se volvió alrededor, buscando.

-Una rama, dos ramas, ... podemos hacer una antorcha con unos palos y el fuego del dragoncillo-le dijo a Khazlian, sin mirarlo, pero buscando alrededor de la entrada de la cueva.

No fue complicado encontrar un lugar con ramas suficientemente secas como para que ardieran con faclidad. Mientras algunos de ellos buscaban algo para prender, Aylandris observaba a su dragón, que estaba sobre su brazo. La criatura mágica resopló, se elevó levemente y soltó una bocanada de aire caliente, que rápidamente hizo arder las ramas. Pero, para sorpresa de la pequeña yan, parte de la cola del dragón perdió su color, quedándose grisácea, tras volver al brazo de Aylandris.

Khazlian acercó otras ramas a la que ya ardía de la yan, que tampoco tardaron en arden. Ya tenían luz.

La cueva se mostraba siniestra, como no podía ser de otra manera. Húmeda, cada paso parecía resonar por todas partes, dando la impresión de que seguían a los aventureros... Namib pudo ver cómo pasaban entre sus pies unas ratas que huían despavoridas, como si algo les hubiese asustado.

El trayecto se hizo eterno y, cuando ya empezaban a cansarse, el lugar cambió. La cueva dejó de ser una cueva. El suelo tenía baldosas, y las paredes eran de madera. Había focos de luz colgando del techo, que sólo iluminaban una parte del lugar, dejando lo demás a oscuras.

Tras otros pasos, las paredes de madera se conviertieron en frío metal. Y en el frio metal, unas jaulas separadas les daban la bienvenida. Pero no parecían estar sólos. Notaban la fría presencia de unos ojos fijos en ellos, que venían de las jaulas.

¿quienes son ustedes? -dijo a los ojos tras los barrotes.  

Me quedé detrás de Namib y de Ceya esperando que los ojos respondieran. Mirando a todos lados con cara de bobalicón sorprendido pero sin decir nada. No sabía lo que nos esperaba, el sitio era espeluznante y pensaba que podríamos acabar pudriéndonos en una de esas jaulas.

A Mereelu no le gustaba el sitio, era oscuro y le producía una sensación de encierro que la ahogaba. Acostumbrada a las anchas aguas donde nadaba la varu aquel sitio sin agua era agobiante, incluso los ecos de sus pasos sonaban siniestras en las paredes del túnel. Quien sabía qué podía reptar entre las sombras de sus fríos escondrijos. El único punto a favor era que al menos era húmedo y su piel no se secaba tanto.

Para desgracia, la caminata no parecía tener fin y Mereelu comenzaba a cansarse cuando, de pronto, la piedra natural de la cueva dio paso a unas baldosas y la oscuridad a la luz de unos focos. Con mirada impasible observó el lugar. No había mejorado mucho, pero al menos tenían algo más de luminosidad. Al ver las jaulas, la varu hizo un gesto de desagrado. 

Más que ver, sintió unos ojos tras los barrotes, y las palabras de Namib se lo confirmaron. 

- No tengáis miedo, no vamos a haceros daño - no sabía quienes eran, pero si estaban enjaulados tal vez pudieran conseguir información a cambio de cierta ayuda, siempre y cuando no resultaran ser bestias o gente peligrosa - Khazlian, acerca el fuego - le dijo al yan con la clara intención de que iluminara el interior de las jaulas con la antorcha.

No me agradaba ver como el pequeño dragón iba perdiendo el color, si estaba conectado con Shela de alguna forma, ¿significaba que ella también se estaba apagando como el color de la criatura? Malamente pintaba eso si era verdad. Aún así, avanzaba con la improvisada antorcha en la mano, acelerando el paso, instigando al resto a avanzar a mi ritmo.

El cambio en el suelo se hizo notable al dejar atrás la roca y sentir que el terreno se nivelaba, también influía que la zona se empezaba a alumbrar. Me daba mala espina, pero si nos estaban guiando por aquí sería por algo.

Con cierta desconfianza y en silencio, acerco la antorcha para ver mejor la zona oscura. Podía empezar una discusión sobre la absurda idea que tuvieron de querer entrar a oscuras, pero yo quería avanzar y eso nos retrasaría más. Tampoco estaba de acuerdo con la opinión de la Varu, no podíamos afirmar que no les haríamos daño si nos impedían seguir adelante.

Cuando el fuego se acercó, la imagen no dejaba de ser sorprendente. Quizá se esperaban rehenes, gente de diferentes razas apresadas por aquella criatura cruel que acababa de secuestrar a Shela. Pero aquello era demasiado.

Animales. Pero animales que se alzaban sobre sus patas traseras, animales cuyos ojos demostraban una inteligencia superior a las criaturas que se guiaban por sus insintos

¿Quién sois? ¿Qué hacéis aquí? ¡Huid antes de que él os encuentre, no podréis escapar!

La voz era femenina. La mujer tigre de colores blancos se acercó a los barrotes de la jaula y se agarró a ellos, avisando a los aventureros de su fortuna si continuaban por aquel lugar.

Me sobresalté al oir las palabras de las criaturas, pero quizás lo que dijeron me infló de falso valor. Al menos lo aparenté.-¿Huir? Precisamente vámos a por el.-Luego saqué una ganzua de mis ropajes y empezé a intentar liberar a las criaturas. Era uno de mis multiples talentos, no es que estuviese muy orgulloso de como, por, y para que lo había aprendido pero ahora resultaba de gran utilidad y con un poco de suerte serviría para poner a esas criaturas a salvo.

Seres gatunos, ¿ustedes de que región son?  ¿Le conocen alguna debilidad a la bestia que mató al unicornio? 

Extrañas criaturas las que allí se encontraban, enjauladas, algo habrían hecho para estar en esa situación... o alguien no quería que vieran la luz del sol. En cualquiera de los dos casos, poco me importaban aquellos seres en comparación con Shela. Lo único que quería era información.

-Me importa un bledo quien sea él, yo lo que quiero es saber dónde estamos y cómo salir de aquí por el otro lado, no por donde hemos venido -señalo hacia atrás con mi pulgar-. Hablad y os ayudaremos en la medida de lo posible.

Ya estaba el pequeño entrometido toqueteando la cerradura, ojalá le devoren en cuanto abra la celda, sería una visión agradable en cierto modo.

Iba con cuidado, andando detrás de Khazlian, llevando abrazado al pequeño dragón y muy preocupado por él. Se había dado cuenta de que había cambiado de color, y de cuando y porqué lo había hecho. No le iba a pedir más que lo que ya había hecho encendiendo las antorchas. Era pequeño y aun no tenía la fuerza de un dragón adulto, ahora tenía que descansar.

Asomó su cabeza tras el cuerpo del yan cuando escuchó voces que no conocía. Y fue cuando los vio. Nunca había visto nada igual.

Se acercó, curiosa, a los barrotes que la separaban de aquel ser de color blanco que hablaba, mirándola sin ningún tipo de verguenza, como suelen mirar los niños cuando algo les interesa.

-¿Por qué estáis encerrados ahí dentro?-preguntó, deteniéndose donde ella calculaba que las garras del ser blanco no podrían alcanzarla aunque lo intentaran. Ni a ella ni al pequeño dragón que portaba en sus brazos.

Aunque a primera vista podían causar temor, en el fondo de sus profundos ojos, los aventureros pudieron ver que la agresividad sólo era producto de su aspecto felino, nada más.

¿Región? Procedemos de todas las regiones de Idhún, salvo de Nanhai. Y, aunque nos hubierais visto en el pasado, ahora no nos reconoceríais. Somos humanos, celestes y varus. Yo soy una Yan... enmudeció y sus ojos gatunos se llenaron de lágrimas Lo era...

Con voz quebrada, consiguió retomar sus palabras

Ese hombre nos raptó a todos. Sólo sobrevivimos los que mayor energía mágica teníamos, otros fallecían. Ha hecho experimentos con muchos. Gente mágica, gente no mágica, y gente que sólo canalizaba la magia. Nos extrajo gran parte de nuestra magia, jugó con nosotros... Hasta que descubrió la manera de fusionar nuestros cuerpos con criaturas del mundo animal. ¿No lo veis? La furia se apoderó de ella y se abalanzó contra los barrotes, agarrándolos con fuerza y mirándoos a todos con intensidad ¡Ahora somos monstruso! ¡Y él también se transformó al ver que físicamente éramos más poderosos que antes! Ya no somos humanos... ¡Somos bestias híbridas e inmundas!

Estamos bajo la cordillera de Nandlet. Ha encontrado un punto mágico y divino poderoso. Hay una interconexión mística entre las torres y los oráculos en estos lugares, y ese monstruo se vale de ellas.

Lleva un tiempo diciendo que la maga más poderosa llegará, y él se haría con su magia. ¿Por eso estáis aquí? ¿La ha encontrado?

Meerelu miró con ojos fijos a los allí encerrados. Aunque su expresión era indiferente, casi fría, a sus asomó cierta calidez cuando los observó. La asombraba lo que contemplaba, nunca había visto aquellas criaturas y su situación era deplorable. Tenerlos allí encerrados era un desprecio a su existencia.

La mención de las criaturas por ''él'' captó su interés y rápidamente se acercó para escucharlos. La mención de su verdadera naturaleza hizo que Meerelu abriera los ojos como platos. Estaba claro que la criatura a la que perseguían no sólo era poderosa, sino también muy inteligente. Tomo buena nota de lo que contaban.

- ¿Y cómo sabéis todo eso? ¿Os ha contado él todo eso? ¿Dónde está ese punto divino? - la varu evitó contestar la pregunta de la híbrida antes de conseguir todas las respuestas.

¡Maldita cerradura! nada, no hay forma de abrirla.-Digo en voz alta más para mi mismo que para los demás. Esperaba poder rescatar a las criaturas, ser el héroe del día, pero eso no iba a pasar.-Entónces respondo a la pregunta de la yan-felino mirando hacia abajo y negando con la cabeza y sin esperar a que le den respuesta a Meerelu-La ha encontrado y la ha traido aquí. -miro un momento a mis compañeros-Sólo nosotros podémos parar lo que quiera que vaya a hacer,¡vámos! Y salí corriendo buscando al villano que había perpetrado todo esto. Tal vez no fuésemos rivales para el, pero si estába ocupado haciendo otra cosa quizás...quizás podríamos acabar con el.

Pues este ser maldito mató a un unicornio, y se ha llevado a una de las magas más poderosas de Idhun.  ¿Y ahora que querrá hacer con ella?  -sólo atinaba a imaginar lo peor.  

Pero, ¿pasó por aquí? ¿hacia adonde?  Lo veníamos siguiendo... 

¿Creen que puedan unir todos su poder mágico y con ayuda de nuestra varu abrir la cerradura?   Si escapan de regreso seguro podrán advertir al mundo de lo que viene.  Nosotros hemos de continuar en la persecución, doquiera que eso nos lleve.   Algo de destino parecía estar entretejido con sus palabras.

Esa criatura está sola, y termina hablando con nosotros como si fueramos sus amigos sus afilados colmillos aparecieron en su morro al terminar esa frase. Estaba claro lo que pensaba. No somos rivales para él aquí encerrados, no podemos hacer nada, ni avisar a nadie. ¡Poco le importa lo que nos cuente!

Esta zona ya tiene esa influencia, pero ese punto parece que está en su laboratorio, sólo hay que seguir el pasillo... Pero es casi seguro que ya sepa que estáis aquí. En ese punto, sus ojos mostraron terror. Y lo peor de todo, es que parecía que ese miedo os había llegado a vuestro interior, calando en vuestros corazones.

Con ella hará lo que ha hecho con nosotros. Robarle toda su energía mágica. Mientras nosotros estamos aquí, a causa de su hechizo, no podemos renovar nuestras energías. No tenemos magia que podamos usar. Sin embargo, ella... Es posible que muera en sus manos. Corred lo que queráis, no tenéis ninguna...

El dragón de Aylandris, que había estado pausado, alzó el vuelo, aunque con bastante lentitud. El conjuro anterior le había agotado, y no había recuperado todo su color. Se acercó hasta los barrotes y empezó a girar, a entrar y salir de la jaula, rodeando a cada uno de los barrotes con un fuego azulado, mientras el pequeño dragón perdía más y más color.

Volvió a las manos de la joven yan, y sólo su cabeza conservaba su color original. Los barrotes desaparecieron, y las criaturas allí encerradas salieron como fieras hacia el exterior, menos la tigresa blanca. Ella se acercó hasta vosotros

No se cómo habéis conseguido liberarme, pero os lo agradezco. Ellos saben lo que tienen que hacer. Yo lucharé a vuestro lado, tenéis que liberar a la maga para que se enfrenten.

Todo cuanto aquellos híbridos -así se habían denominado- nos contaban sobre su captor era información que podríamos usar en su contra. ¿La forma de hacerlo? Ni la más remota idea, los asuntos mágicos quedaban fuera de mi alcance. Pero ya había quedado claro que a quién buscábamos era otro anihombre de estos, con habilidades mágicas y que estábamos en un lugar en el que su poder aumentaba.

Lo único que no termino de entender es lo de la maga más poderosa. En un gesto de puro egoísmo deseaba con todas mis fuerzas que no se estuviera refiriendo a Shela. Si estaba tan malherida por el combate apenas podría hacerle frente a un mago fresco, con todas sus energías y plenos poderes.

-Pues no perdamos más tiempo entonces. Guíanos hasta su laboratorio, Aldun estará de nuestro lado -quería hacerle entender que si ella había sido una yan, para mí lo seguiría siendo en un momento como este- una de los nuestros está en peligro ahora mismo y vamos en su rescate.

Namib comenzó a correr hacia el punto del laboratorio.  Sabía que en cualquier momento podría venir un ataque, pero era gnoma y estaba preparada.  Al percibir que viniera el golpe se sumergiría en la tierra protectora, para volver a botar más adelante, terruños saltando por todos lados.  La bendición de los seres de tierra sería un problema para este ser de oscuridad. 

Seguí corriendo en busca del ¿laboratorio? lo cierto es que no sabía lo que buscaba, y antes de quedarme a escuchar ya había salido corriendo. Volví la vista atrás y ví que los seres salían de sus jaulas. Bien por ellos. Yo seguí metiendome cada vez más en la boca del lobo.