Partida Rol por web

Marek se fundió con las sombras con la misma naturalidad que otros caminan por la plaza a mediodía. La oscuridad era una vieja amiga para el mercenario. Empuñaba la pistola con silenciador para hacerlo discreto, emboscar, encañonar, preguntar, empaquetar y aquí no ha pasado nada. Anton se puso a buscarle sin éxito, luego se lanzó a atacar a los dos tipos, justo la distracción que necesitaba. Cuando esto sucedió, simplemente encañonó al que Anton no había acertado:

- Yo de vosotros dos no me movería demasiado, soltad las armas con delicadeza y al callejón, andando.

Los dos matones no tuvieron nada que hacer frente a la táctica empleada por Marek y Anton. El cabezazo del grandullón directamente dejó fuera de combate al pobre desprevenido que había tenido la mala suerte de ser su blanco. El rapado cayó al suelo ante el desconcierto de su compañero, que estaba llevando una mano al arma que llevaba escondida cuando Marek salió de entre las sombras, apuntándolo con la suya, bien lista para disparar.

Tras unos segundos de meditar sus posibilidades, el matón dejó su revólver en el suelo y alzó las manos en señal de rendición. El otro matón no estaba en condiciones de rendirse siquiera, simplemente estaba tirado en el suelo y de vez en cuando se removía un poco, pero había quedado completamente noqueado.

A pesar de la situación adversa, el que quedaba consciente se negó a cumplir con la órden de Marek, limitándose a escupir en el suelo y a mascullar un - Que te jodan.

De repente, por uno de los callejones apareció Svetlana, corriendo y muy agitada. Al ver al grupo y la situación en la que estaba, se detuvo en seco, totalmente sorprendida. Tras unos segundos de espera, quedó claro que Anna no estaba con ella.

Svetlana corrió en dirección hacia donde recordaba que estaba la galería de tiro, donde supuestamente debía encontrar a Marek y Anton. Aunque había pasado bastante tiempo y quién sabía si seguirían allí, tenía que intentarlo de todas maneras. Tenía que advertirles del peligro que les acechaba.

Corriendo por los callejónes de la Tretjakowskaja, la médico llegó a un cruce en el que se encontró de bruces con aquellos a los que buscaba. Y no estaban solos. Marek tenía encañonado con su pistola a un matón identicamente vestido a los que las habían perseguido a ella y a Anna, mientras que otro estaba tirado en el suelo, cerca de Anton, y solo se removía un poco de vez en cuando.

-Andrey, hay que largarse de aquí cagando leches.-dijo Gregori como quién habla del tiempo que hacia en el exterior- No te gires, pero acaban de entrar un par de tipos que no paran de lanzarnos miradas curiosas. 

Puede que llevado por una arrebato de atrevimiento o por querer demostrar que no temía a nadie, Andrey comenzó a girar la cabeza con la intención de encontrar a aquellos dos miembros de la mafia. Pero antes de que la cosa fuera a más, "Ratón" volvió a llamar la atención de su compañero.

-Que no te gires, joder- volvió a susurrar apretando los dientes- Esos dos tienen toda la pinta de pertenecer a la mafia. Y eso no es cosa buena. Haremos los siguiente: saldremos de aquí como si nada, ni se te ocurra cruzar la mirada hacia donde están sentados, ok? Al salir, irás en dirección izquierda y yo a la derecha. Nos encontraremos en el lugar de encuentro con el resto del grupo. Al salir, no pares, no mires atrás y camina lo más rápido que puedas. Pero no corras, eso despertaría más sospechas y será más fácil saber por donde vas.

Gregori apuró su bebida, respiró hondo y miró a Andrey.

-Listo? Allá vamos.

Se encontraba de pie a bastante distancia del tipo como para que un movimiento marrullero no le hiciese perder la ventaja. Ver al tipo de rodillas mientras él apuntaba a su cabeza le trajo recuerdos de tiempos pasados. 

"Hice sólo lo que debía hacer. Lo único que podía hacer. Esta alimaña no es ni la mitad de inocente que aquel chico, debería dejar de empatizar en estas situaciones"

Esa era su reflexión interna mientras amartillaba la pistola con mano experta mientras el tipo escupía. Lo miró a los ojos y trató de ser claro:

- Eventualmente, pero de momento tú vas a hacer lo que te digo o te meto un trozo de plomo en la cabeza y me llevo a la Bella Durmiente de paseo. Tú eliges, me llevo a dos a charlar o me llevo a uno. No repetiré esta pregunta amigo.

Se acuclilló frente al hombre rapado —y noqueado—. que se encontraba tendido boca abajo en el suelo, pasó una mano por su rostro y tras asegurarse de que estaba vivo se acarició la frente tras el golpe que le había propinado con la misma. Si tiene suerte, le va a doler mañana.

Empezó a revisar en su atuendo, en búsqueda de cualquier cosa que pudiera resultar útil; un distintivo, algún objeto peculiar... tampoco le vendrían mal unas cuantas balas. Un sutil sentimiento de culpa se coló en su mente mientras lo hacía, pero logró disiparlo sin problema alguno.

Levantó la cabeza de golpe para observar a Marek y más allá de él logró observar una figura menuda, pero femenina. Era la doctora del grupo. ¿Qué hacía aquí? ¿La perseguían los mismos acosadores rapados? Alzó su zurda levemente y sin levantarse a modo de saludo y volvió a observar al somnoliento perseguidor con carácter pensativo.

—¿Ya lo has encontrado?

Por inercia iba a girarme cuando lo dice, pero él lo evita llamando mi atención de nuevo. Difícilmente consigo ocultar mi intranquilidad. -Joder, mierda... -escucho a Ratón y le digo nervioso pero susurrando: -¿Qué dices? Tú sabes moverte por las sombras, pero yo no, no me va eso de esconderme... y seguro que me cogen a mí solo entre los dos; estaría en inferioridad numérica y paso de que mi arma atraiga a más de esos. No, voy contigo. Te seguiré, disimularé como tú y si me siguen al menos entre tú y yo podremos dar buena cuenta de ellos rápidamente. Y me levanto a la vez que Ratón, intentando no parecer intranquilo. Comienzo a caminar con la cabeza gacha pero inevitablemente echo alguna rápida mirada de reojo a los mafiosos.

La sola pinta del par de mirones fue suficiente para que Andrey Gregori se pusieran en tensión y deicidieran abandonar el bar en el que habían estado esperando, no fuera que aquellos dos fueran solo una avanzadilla y estuvieran esperando refuerzos. Porque estaba claro que los estaban vigilando a ellos, en cuanto los dos aventureros se levantaron de su mesa los dos mafiosos se pusieron tensos de repente, aunque al segundo trataron de disimularlo con mucho éxito.

Andrey y Gregori sentían la mirada de aquellos dos en la nuca mientras avanzaban lentamente hacia la salida del bar. Los matones seguramente no harían nada hasta que los hubieran perdido de vista, y entonces saltarían de sus sillas y correrían a perseguirlos para saber hacia donde iban. Si tenían intenciones más allá de esas, no podía saberse. Pero trabar relación con la mafia nunca era buena idea, mucho menos cuando eran ellos los que venían a por tí.

Estaban a punto de alcanzar la puerta, cuando de repente por ella apareció Anna, corriendo como una exhalación, tanto que no tuvo tiempo de reaccionar y chocó con Andrey y Gregori, empujándolos unos pasos atrás. ¿Que era lo que la podía haber agitado tanto? ¿Y dónde estaba Svetlana?

Anna corrió en dirección hacia donde recordaba que estaba el bar, donde supuestamente debía encontrar a Andrey y Gregori. Aunque había pasado bastante tiempo y quién sabía si seguirían allí, tenía que intentarlo de todas maneras. Tenía que advertirles del peligro que les acechaba.

Corriendo por los callejónes de la Tretjakowskaja, la aventuera llegó hasta el bar, y entró en el sin detenerse un segundo, chocando con una pareja que salía del mismo nada más poner un pie dentro. Tras el momento de confusión producido por el golpe, vió que aquellos con los que había topado eran sus compañeros de aventura, que salían del local. Una mirada rápida por el salón le reveló el porqué. En una de las mesas, observándolos detenidamente, había otro par de matones, igualmente vestidos como los que las habían perseguido a Svetlana y a ella.

Corrí. Estaba ansiosa por llegar al bar. No sabía si aún seguirían allí pero no me quedaba más opción que comprobarlo por mi misma y advertirles de lo que estaba ocurriendo. Nuestras vidas podían estar en juego. De hecho lo estaban.
¡Odio este lugar! Todas las calles parecen iguales. Sucias y llenas de gente atemorizada que solo piensa en si misma. No ha sido buena idea haber intentado recabar información tan descaradamente. Esto no me gusta nada. ¡Joder! ¿Dónde estaba ese jodido bar?

Tras girar una nueva esquina y cerciorarme de que no habían más matones por los alrededores alcancé a ver el bar. Corrí y al cruzar la puerta me di de bruces con un par de... ¡Sois vosotros! Bendita casualidad
Justo me disponía a abrir la boca cuando observé en una mesa del fondo a dos matones con chaqueta marrón y cruz negra. ¿Me miraban a mí? ¡No! Los miraban fijamente a ellos. Svet sería fácilmente identificable con su atractivo rostro y pelo pelirrojo chillón. En cambio yo era más discreta y ya no íbamos juntas.

Improvisé sobre la marcha:
¡Disculpad caballeros! Andaba distraída buscando a mi hermanita y no les he visto venir. No era mi intención. - Dije simulando serles desconocida.
¡Nos hemos separado en el mercado y debe de estar muy asustada! ¿No la habréis visto por aquí,verdad? - continué esperando que me siguieran el juego.
Aprovechando la corpulencia de Andrey me desplacé unos pocos centímetros a mi derecha quedando fuera de la vista de los matones y le susurré en voz baja a Gregory:
Os siguen, dos, chaqueta marrón, cruz negra,... En 20 minutos, punto de reunión

Seguidamente respondí en voz alta:
¿Seguro? ¿No la habéis visto entrar aquí? ¡Gracias, voy a seguir buscando!

Salí del bar en dirección opuesta a mis compañeros y avancé mezclándome entre la multitud.

-No, no...no hemos visto a ninguna niña. Lo siento.- dijo Gregori siguiendo el juego de Anna.

Algo le decía que aquel comportamiento alterado y nervioso tenía relación con las miradas curiosas e incisivas de aquellos dos hombres. Y las palabras susurradas por la muchacha solo corroboraron sus sospechas. Y en el interior de "Ratón", algo le decía que se habían metido en un jodido problema de los grandes. Que Anna llegara al bar en su búsqueda, reconociera a aquellos mafiosos y que disimulara de aquella forma, solo quería decir que ella también se había topado con algún otro miembro de la mafia. "Joder, joder, joder!", pensó Gregori.

20 minutos, punto de reunión. Por un momento deseó estar solo. En solitario sabría como despistar a aquella pareja de matones y escapar de su persecución. Pero con Andrey a su lado, la cosa sería más difícil.

-Andrey, hay que salir de aquí.-susurró a su compañero.- Una vez fuera, muévete tan rápido como puedas sin llamar demasiado la atención. Si vemos que la cosa se complica... En 20 minutos en el punto de encuentro, ok? Vamos.

Al salir del local, no miró cuales eran sus mejores opciones: no había tiempo para ello. Comenzó a caminar a paso rápido cruzándose entre la gente para perderse en la multitud. Se encogió un poco para no sobresalir entre ellos y poder ganar unos segundos de incertidumbre de aquellos mafiosos. Si no los veían, sería una gran ventaja para ellos.

El matón que quedaba en pie valoró su situación durante unos momentos. El ver a Anton rebuscando tan tranquilamente por los bolsillos de su compañero, y sobretodo la mirada y la voz llena de determinación de Marek acabaron por vencer su resistencia - Joder tío, vale, lo que tu digas, pero aparta el cañón, solo estabamos cumpliendo órdenes, ¿vale? - ¿cuantas veces se habría pronunciado aquella excusa a lo largo de la historia? Con toda seguridad, aquella no sería la última.

Mientras Anton rebuscaba palpó algo húmedo en los pantalones del mafioso. Era un charco de orina que se estaba extendiendo con rápidez. El tipo al que había tumabado balbuceaba en abundancia y tiritaba sin parar. Le salía sangre por la nariz, pero cualquiera habría pensado que era porque se la había roto con el cabezazo. Y sí que estaba rota, pero la fuerza había sido tanta que el hueso se había partido en pequeños trozos y las esquirlas habían acabado en el cerebro y los ojos oculares. Aquél hombre era ya un cadáver, no debían de quedarle más de unos momentos de vida, o lo que fuera aquello.

El rapado restante también se dió cuenta de que su compañero estaba ya más allá de toda salvación - Joder, ahora si que la habéis hecho buena... Puede que yo esté jodido ahora, pero a vosotros os van a joder mucho más dentro de poco. No sabéis con quién os estáis metiendo...

-¡Anda! A... -me sorprendo chocando de frente con una chica, poco tardo en reconocerla y me interrumpe antes de pronunciar su nombre. Y menos mal, porque por algún motivo se hace pasar por otra. ¿Pero qué carajo...? Entonces escucho lo que nos susurra, entendiendo que se ha percatado de los que nos vigilan. -De acuerdo. -es lo que contesto susurrando. Entonces oigo lo que me dice Ratón. Asiento en silencio y le sigo, obediente, intentando pasar desapercibido. ¿Pero qué carajo está pasando? Seguro que nada bueno, nunca pasa nada bueno... ¿por qué nunca pasa nada bueno? Mira que ponernos a hacer preguntas a diestro y siniestro por la estación dominada por la mafia... pensándolo ahora, quizá no haya sido una gran idea; supongo que a estos malditos mafiosos no les hace ninguna gracia que la gente se ponga a investigar en su terreno... carajo. Bueno, si conseguimos reunirnos con el resto del grupo, al menos podremos aprovechar la compañía de los otros para freír a tiros a estos mamones si hace falta.

Svetlana se había quedado sin habla, todo había sucedido demasiado rápido para ella. Primero, el alivio de toparse por puro milagro con Marek y Anton cuando más los necesitaba; segundo, el terror al descubrir que sus compañeros habían ido todavía más lejos que Anna. Su ojo clínico se posó en el hombre que yacía en el suelo: estaba muerto. Sus ojos no respondían a ningún estímulo y sus brazos y piernas habían quedado dispuestas en una posición un tanto antinatural. La orina y el charco de sangre despejaban cualquier otra duda. La única solución era una huida hacia delante.

Cuando recobró la voz tuvo el valor suficiente para acercarse al otro tipo, el que estaba encañonado por Marek. -Supongo que si no está dispuesto a hablar, un cadáver más no supondrá ninguna diferencia, ¿verdad, Marek?

Esperaba que el farol colase, por nada del mundo querría verse envuelta en otro asesinato.

"Genial, un muerto y antes de haberle sacado información... Espero que este sea de más utilidad"

Suspiró y puso cara de perder la paciencia :

- No tengo tiempo para gilipolleces, y ya que crees saber mejor que yo a quién he jodido, empieza a hablar. Tienes unos segundos antes de que te haga abono si no me gusta la respuesta. Yo pregunto y tu respondes: Quien te envía, qué órdenes os dió y cómo nos habéis localizado. Y no me vendas la moto, ya me ha quedado claro que no sois muy avispados, por lo que alguien dio el soplo.

Dió un rápido vistazo a sus compañeros:

- Grandullón, esconde el cuerpo de ese infeliz tras registrarle en un bidón de basura. Pelirroja, vigila que no se acerque nadie.

Los tres aventureros deambularon por la Tretjakowskaja durante un tiempo, cada uno por su lado, tratando de pasar desapercibidos y de no llamar la atención de ninguno de los cabezas rapadas que encontraban por las callejuelas y locales de la estación. Casi parecía que habían estado escondidos todo el tiempo y de repente habían salido en tropel una vez se había dado la alarma. Al llegar el día anterior apenas se había visto un par de aquellos poco amigables guardias, pero ahora debía de haber uno en cada esquina, todos con cara de pocos amigos y la mano bien cerca del arma.

Aún así, a pesar de tener que dar algún que otro rodeo, Anna,  Gregori y Andrey llegaron al punto de encuentro, el pequeño hostal en el que habían alquilado su cubículo. Habían tardado más de viente minutos, pero por suerte ninguno de los tres había tenido otro encontronazo con los mafiosos. Aunque, si de verdad los estaban buscando a todos, no sería raro que acabaran averiguando que la noche anterior se habían alojado allí. ¿Y que había sido de Svetlana, Anton y Marek?

Avancé entre la multitud unos metros y me giré unos instantes a observar que ocurría en el bar. Gregory y Andrey salieron andando apresuradamente en dirección opuesta a la mía y a los pocos segundos salieron el par de mafiosos.

Confirmado, parece que nos siguen a todos...hay que salir de esta estación cagando leches

Con la capucha bajada y mi baja estatura podía pasar desapercibida al cruzar el mercadillo pero me percaté de que cada vez había más enemigos uniformados en cada esquina. Al llegar a una esquina y separarme de la multitud rápidamente recorrí una calle paralela en dirección al cubículo de reunión.

Justo en ese instante una pareja de matones aparecieron en la esquina a la que me dirigía y los vi mirar hacia todas partes. A duras penas evite que me viesen apretándome contra una puerta. Nos buscaban. Estaban sobre alerta sin discusión alguna.

Bien Annita, usa tu sesera...¿cómo llego allí?

A mi izquierda había una escalera metálica que subía a la azotea del edificio. No lo dudé y ascendí. Me encontré en una terraza con ropa tendida y avancé cubriéndome entre las distintas piezas que aún estaban húmedas. Pese a estar recién lavadas olían a agua putrefacta. Este sitio apestaba.

Avanzando por los tejados con sumo cuidado de no ser vista y tratando de anticipar posibles peligros, no sé aún como llegué hasta nuestro cubículo. Al llegar llamé a la puerta tres veces y esperé alguna respuesta sin llamar la atención. Quizá mis amigos hubieran llegado antes. Comprobé por la ventana si había movimiento en el interior y me cercioré de que no nos estuvieran esperando dentro para emboscarnos. Finalmente abrí con las llaves y me precipité al interior. Tras comprobar que no había nadie y correr las cortinas, aguardé con mi reluciente arma pneumatica cargada y apuntando a la puerta.

Vale...toca esperar. Espero que lo consigan. Quiero largarme de aquí

Minutos después Gregory y Andrey llegaron hasta la puerta y escuché sonido de llaves. No sabía si eran ellos y desde la ventana no alcanzaba a verlos así que me mantuve apuntando. Una vez cruzaron logré distinguírlos y les dije sin alterarlos:

¡No dispareis, estoy aquí agazapada. He llegado antes que vosotros y no hay nadie más!

Sus caras y suspiros denotaron alivio. Bajé el arma y cerraron la puerta. Al fin nos habíamos reunido los tres.

Nos busca toda la mafia de este lugar. Este lugar tampoco es seguro y deberíamos salir de aquí cuanto antes. ¿Sabéis algo del resto? Si no es el caso propongo que salgamos de esta estación cuanto antes. ¿Alguna idea de cómo hacerlo? - traté de ser convincente. El avión con balas me interesaba mucho pero más conservar la vida.

Con un rápido movimiento, Gregori desenfudó su arma y apuntó hacia la esquina donde había percibido un ligero movimiento. A punto estuvo de disparar hacia las sombras, pero por suerte no llegó a hacerlo. En caso contrario, habría esparcido las entrañas de Anna por todo el cubículo. 

-Joder Anna, un poco más y te reviento a balazos!

Tras respirar profundamente y relajarse un poco, se acercó a la mujer y poniéndole una mano en el hombro y mostrando una tranquilizadora sonrisa, le dijo.

-Mucho jaleo para llegar hasta aquí? Nosotros hemos tenido que esquivar unos cuantos de esos malnacidos. La cosa se ha puesto muy fea...demasiado fea. Estoy de acuerdo en salir cagando leches de aquí. De nada sirve tener un cargamento de material militar si tienes el cuerpo como un colador. Y sobre el resto... No tenemos ni idea. Propongo esperar un par de horas. Si no aparecen, nos largamos.

Tras sentarse sobre una caja, que realizaba las funciones de silla, le preguntó.

-Has sacado algo de información sobre el tal Semenovich?

Anna oteó a través de la ventana buscando posibles enemigos que se pudieran estar acercando y respondió:

Al parecer la mafia tiene un "invitado especial" entre ellos y por eso están tratando de silenciar a todo aquel que hace preguntas. Apuesto a que ese "invitado especial" es Semenovich, pero no logramos escuchar ningún nombre. Nos atraparon y querían llevarnos frente a su jefe pero logramos escapar. No ha sido fácil llegar hasta aquí, no.- dije omitiendo que le había disparado en la pierna a uno de los matones.

También vimos a un par de críos que tenían un buen puñado de balas en el mercadillo y en la armería no quisieron revelarnos ninguna información. Creo que tienen a la gente de este lugar cogida por los huevos, con perdón. Me parece bien esperar un par de horas por si vienen el resto pero no mucho más, aquí no tardarán en averiguar que estuvimos ayer. ¿Y vosotros? ¿Alguna novedad? - pregunté buscando reciprocidad. Había contado todo lo que había descubierto, la situación lo merecía.

Anton dejó de palpar el cuerpo del hombre inconsciente cuando la humedad llegó a su tacto, con una expresión invadida por la incomodidad. Apartó las manos del hombre y observó, todavía acuclillado a la doctora, juraba que se acordaba de su nombre unas horas antes. Alzó la mano levemente en una ironía de saludo y se dispuso a arrastrar al hombre a una sección más oscura del callejón.

Tras esto, empezó a buscar todo tipo de basura, para ocultarlo debajo de esta y evitar sospechas. En otras circunstancias, no se preocuparía tanto por un hombre muerto en medio de un callejón oscuro, pero si era verdad lo que había escuchado del otro sujeto, les estarían siguiendo la pista, y no le gustaría nada al empleador de estos dos sujetos darse cuenta de sus funestos destinos.

Dejó de cubrir al futuro cadáver —o al menos lo que pudo cubrir de él—, y eventualmente habría vuelto con el dúo limpiándose las manos con los pantalones.

—No me esperaba que fuese tan... bueno... tan frágil, lo siento. Al menos es un problema menos. —Dijo con un conveniente encogimiento de hombros—. ¿Qué te ha dicho este? ¿Todavía confía más en su jefe que en su vida?