Partida Rol por web

La situación era peliaguda pero Andrey había tomado el control, y si seguían sus instrucciones nadie tendría por qué salir herido. Svet guardó el revolver en su cinto y cargó la bastarda. Con la mano izquierda, en la que quedaba apoyado el extremo del arma, sujetaba también la linterna. Con el corazón a punto de explotar por la tensión fue peinando la zona del techo con la luz. 

Anna tenía razón, esas arañas tenían un aguijón parecido al de un escorpión, probablemente tóxico. Repasó mentalmente las ampollas que le quedaban que pudiesen neutralizar una amplia gama de veneno, y cuál sería la dosis apropiada para cada uno de ellos. Se pegó a Marek y Anna, cerrando el círculo en el que Jorji y Ratón avanzaban a base de fuego.

-Gracias Anna - dijo Gregori ante el material que le ofreció su compañera de grupo para poder ser más efectivo en la acción de quemar telarañas.

Rápidamente, y gracias a unas manos hábiles, Ratón pudo manofacturar una antorcha. No es que fuera una obra de arte, pero sería suficiente para realizar su cometido: quemar con más rapidez aquel muro de seda.

Prendió fuego el trozo de ropa que le había pasado Anna y comenzó a establecer puntos de fuego en diferentes zona, intentando formar un boquete por donde poder ir avanzando.

-Marek, ten!- y ofreció la granada de fragmentación que había conseguido en el burdel. En aquel momento, alguien con más experiencia militar, la utilizaría mejor que Ratón.

Las telarañas empezaron a arder, pero muy poco a poco, después de todo aquellos viejos mecheros de gas habían tenido mucho uso y su llama era pequeña. Pero era menos que nada, lo bueno era que las telarañas eran tan pegadizas que el fuego se iba propagando con facilidad de unas a otras. Se oyeron quejidos lastimeros a medida que las crías de arácnidos que moraban en ellas salían de sus escondites y huían de despavoridas de las llamas. No tardarían en hacer un agujero lo suficientemente grande como para pasar por él, pero el resto de bichos no pensaba concederles un respiro durante ese tiempo.

Salieron en tropel por el túnel, las paredes y hasta el techo. Monstruosas figuras insectoides de seis patas y afiladas mandíbulas, atraídas por el ruido de los aventureros, se lanzaron sobre estos en busca de añadirlos a las reservas de alimento de la colonia. Pero no contaban con las linternas.

Anna fue la primera en verlos, atenta tras las instrucciones que había repartido Andrey. Svetlana y Marek también cubrían el perímetro con su luz, un muro impenetrable que detuvo a las criaturas. Una de ellas trató de seguir avanzando, pero al entrar en contacto con los haces, empezó a chillar de manera frenética y retrocedió rápidamente. En su coraza quitinosa y verdecina podían apreciarse manchas rojas y brillantes. Tal y como había dicho Jorji, la luz resultaba mortal para aquellos mosntruos. Mientras tuvieran carga y repartieran bien hacia donde enfocaban sus luces, no deberían tener problema en mantener a raya a los arácnidos.

Pero había muchos de ellos, y cada vez se unían más, abarrotando el túnel. Se movían muy rápido y les valía cualqueir superfície, tanto suelo como paredes y techo. Muchos hacían intentos de atacar pero de inmediato retrocedían al ser alumbrados. De momento aguantaban, pero ¿Cuanto más podrían durar así?

La situación se iba tornando peliaguda y necesitaban urgentemente salir de allí antes de que se arremolinara un grupo grande de arácnidos. Mientras fuesen viniendo de uno a uno, para Anna no suponía ningún problema. Ella era atenta y perceptiva, acostumbrada a vivir y esconderse en la oscuridad de las bocas del metro, siempre tratando de pasar desapercibida. No sabía que tal lo estaban llevando sus compañeros a su lado, pero la joven, de momento, tenía la situación bajo control e incluso le echaba un ojo a ratón para facilitarle las cosas indicándole donde quemar para acelerar el proceso.

Anna se mantuvo atenta en todo momento en este primer lance, Shambler entre sus manos, mano derecha sosteniendo empuñadura y gatillo, mano izquierda aguantando la linterna y dispuesta a recargar si disparaba. La granada la tenía realmente cerca en su bolsillo delantero de la chaqueta. En un movimiento sería capaz de quitar la anilla y lanzarla si se diera el caso...de momento no, aún no.

- Manteneos pegados y cubriendo a Jorji y ratón. Recordad no gastar la luz si no se nos echan encima...si esto se alarga y se van apagando estaremos en graves problemas. Anna hablaba más para ella misma que para el resto, pero siempre venía bien mantenerles atentos. Sabía que alguno de ellos podía flaquear y llevarse una buena herida. Esperaba que no fuese el caso. 

-Venga, venga, venga!

Los nervios traicionaban a Gregori. Sentía como cada vez, aquellas asquerosas criaturas estaban más y más cerca, provocando que sus temblorosas manos no fueran tan efectivas como para hacer algo tan simple como una "mal-di-ta antorcha".

Ratón dudó unos segundos en dejar su intento de crear una buena fuente de fuego, para ponerse en guardia frente a las arañas. Pero dejar solo a Jorji en el cometido de abrir camino, tampoco era una buena idea.

Agarró de nuevo el mechero y continuó quemando la telaraña.

¡¿Aguijones mortíferos también?! ¡Sí hombre, y qué más! Joder... Me pone muy nervioso esta situación, por mi mente cruzan imágenes horribles siendo desmembrado por sus fauces, atravesado por su venenoso aguijón, envuelto en pegajosa y fuerte telaraña... Parpadeo rápidamente y me concentro en el momento, entrecerrando los ojos para afinar la vista, lo que se me acentúa como consecuencia del estrés de la situación... el instinto de supervivencia es muy útil.

Entonces caigo en la cuenta. Soy capaz de desmontar y volver a montar rifles de asalto con los ojos vendados sin equivocarme, gracias a toda la práctica en el ejército nazi; no se me da mal manipular objetos pequeños... como un mechero. Y por otro lado no soy el mejor amigo de las sombras, lo que seguramente se le da mucho mejor al camarada. -¡Ratón, cámbiame la posición, rápido! Mi puntería no va a servir de mucho aquí me temo, creo que mis dedos pueden hacer ahora algo más útil que apretar un gatillo. -y al ver cómo se amontonan estos terribles arácnidos, grito a mis compañeros alterado por la situación: -¡Éste es el momento de una granada, se están amontonando! ¡Dejemos la otra para cuando esté quemada la telaraña, para salir de aquí!

El cambio no le gustó para nada a Gregori. Hablando sinceramente, tener una pequeña muralla humana que le protegía de las arañas no le desagradaba lo más mínimo. Pero Andrey tenía razón: si querían salir de allí de una pieza, era momento de saber jugar las cartas y aprovechar las habilidades de cada uno de ellos.

-De acuerdo! Cámbiame el sitio!- gritó Ratón pasándole el mechero y el material para poder hacer una antorcha. Y esperaba que tuviera más suerte que la suya.

Acto seguido, pilló su linterna y su lolife, y comenzó a mirar a un lado y otro para poner a distancia a aquellas criaturas asquerosas. Y se alegró al comprobar que no se le daba tan mal estar en aquella posición. Sabía que tenía la vista muy fina y aquello le sería útil en aquel momento.

-Venga chicos, mantengamos a esas malditas arañas a raya!

Cada vez era más difícil mantener la calma. En medio de la oscuridad, rodeada de aquellos monstruos, sin espacio a penas para moverse, intentando no caer hacia atrás, no pisar a los demás, y teniendo una débil fuente de luz como una salida. Les dedos de Svetlana temblaban a escasos milímetros de activar el gatillo de su bastarda. Intentó concentrarse, ahora todo dependía de sus reflejos... y de su sangre fría. 

Los arácnidos no dejaban de aumentar, aunque por el momento la luz los iba manteniendo a raya. Poco a poco, a pesar de las pequeñas llamas de los mecheros el fuego se fue expandiendo por las telarañas, extendiéndose y haciendo un hueco cada vez más profundo. Quizás porque los bichos peludos con muchas patas lo ponían realmente nervioso, las manos de Gregori no consiguieron fabricar una precaria antorcha con lo que había tirado por el suelo, por lo que decidió cambiar su lugar con Andrey, de carácter más templado en situaciones peliagudas. La buena vista de Ratón, de todas maneras, sería mejor aprovechada conteniendo a las arañas mutadas.

Pero en ese cambio de guardia, se formó un hueco. Fue un pequeño instante, pero uno de los arácnidos aprovechó para colarse a través de la barrera creada por las linternas y atacar a Marek en la pierna con sus afiladas patas, aunque por suerte no se trataba de una herida grave, aunque sin duda molesta. La bestia retrocedió de nuevo cuando la luz de Gregori la enfocó, retirándose por donde había venido.

Tras un rato, corto pero que se hizo eterno, por fin se oyó la voz de Jorji exclamar - ¡Ya estarr! ¡Todos crusarr ahorra! - los aventureros no perdieron tiempo, y vigilando de no dejar que los arácnidos se acercaran demasiado, fueron pasando uno a uno por el agujero abierto. Todabía se notaba el calor residual y los restos de humo dificultaban la respiración, pero solo fueron un par de metros, aunque el avance no era fácil debido a las telarañas de los lados, que se pegaban a la ropa. Jorji fue el último en cruzar, antes de meterse por el agujero vació los dos cañones de su Dobleta para ganar algo de tiempo.

Al otro lado de la pegajosa pared, consiguieron por fin un pequeño respiro, ya que una única linterna bastaba para cubrir el agujero hecho y mantener alejados a los arácnidos. Pero no pasaría mucho tiempo antes de que volvieran a colarse por sus agujeros y túneles en las paredes para sorprenderlos por otro lado. Aquello estaba lejos de acabar, y al alzar la vista e iluminar el lugar en el que estaban, descubrieron que su situación apenas había mejorado respecto al momento anterior.

El lugar estaba plagado de huevos palpitantes y cubiertos de una sustancia viscosa y que emitía un olor desagradable. Entre las telarañas podían verse restos humanos atrapados, esqueletos y huesos a los que les quedaban apenas unos jirores de ropa. Se habían metido en mitad del nido de los arácnidos, pero por suerte aún no habían alertado a ninguno. Jorji soltó una maldición por lo bajo en su idioma natal y se llevó un dedo a los labios para indicar silencio, luego hizo un gesto de que fueran avanzando mientras él se quedaba atrás y cubría la retaguardia. Aunque tenían que ir con cuidado, no podían entretenerse mucho ya que los que habían puesto aquellos huevos sin duda estarían buscando la manera de llegar hasta ellos para convertirlos en alimento para sus crías.

Anna fue de las primeras en cruzar la pared de telaraña y entrar al enorme nido de arácnidos. Era evidente que allí se estaban gestando pequeñas criaturas letales y sintió el deseo de aplastar con sus pies o hacer volar la mayor cantidad de esos huevos. Sin embargo, la situación requería máximo sigilo para salir de allí antes de que llamasen la atención y viniesen las padres a proteger a las crías. Era posible que se volviesen mucho más agresivas si se ponía en peligro la colonia...

Con un susurro casi inaudible, Anna le habló a Andrey.

- Termina de hacer la antorcha, se que será útil...

Solo bastó un momento en el que no mantuvo la atención delante suya para aplastar y hacer crujir un huevo de aquellos. Se quedó un momento paralizada para saber si había llamado la atención pero lo que era evidente es que la cría de ese huevo no volvería a contarlo. Olía a putrefacto, había salido una especie de líquido verde-pardusco y había dejado de moverse.

Una menos. Las crías todavía no han desarrollado un fuerte armazón quitinoso que las proteja...es bueno saberlo, aunque ese crujido a resonado por todas partes...

Pasar por aquel túnel de telarañas improvisado, no fue tarea fácil. Las ropas y el equipo se quedaban enganchados a los filamentos y provocaban que el avance del grupo fuera lento y costoso. Parecía que no acabaría nunca... Pero Gregori pensó que la fortuna volvía a decantarse de su lado al ver que los compañeros que caminaban delante de él llegaban a una zona algo más abierta.

-Menos mal que hemos escap... Jo-der!- exclamó el escurridizo Ratón al observar donde habían llegado. Sin lugar a dudas era una de las madrigueras, y seguro que no la única, de aquellas malditas arañas. Capullos repletos de reservas de comida, huevos pendiente de eclosionar, restos de cuerpos que habían alimentado a los asquerosos "pequeñines" arácnidos, etc.

Jorji ordenó extremo silencio para evitar que los cuidadores de aquella descendencia fueran alertados. Un mínimo ruido y todo podría acabar.

Gregori escuchó un pequeño chasquido y, averiguando quién había tenido la mala suerte de pisar uno de aquellos huevos, observó a Anna con un gesto en el rostro como diciendo "tierra, trágame". Y ese fue el error que cometió Ratón: mientras estaba pendiente del movimiento de su compañera, él mismo cayó en el mismo error. Otro "CRECK!" se escuchó en aquella sala, fruto de la pisada de Gregori a otro de los huevos de araña. Ahora fue él mismo quién cerró los ojos con fuerza y deseó estar en otro lugar, cualquier otro, pero allí dentro seguro que no.

Marek no fue lo bastante rápido para evitar que una de las bestias le cortase. Fue un golpe más hacia su ego que hacia su cuerpo. Una vez en el nido, la cosa cambiaba radicalmente: Anna y Ratón se esforzaban en competir por atraer a más arácnidos hacia el nido. Mientras, él tanteaba la granada con mano izquierda.

- ¿Debería lanzar esto aquí y joder el nido de estos hijos de araña o no?

Marek parece estar desconcentrado, no hay lanzamiento de granada y además recibe una buena herida de parte de una de esas horribles arañas. Bueno, no voy a hincar el dedo en la yaga presionándole para que reaccione, ya ha tenido bastante con ese precio a pagar. Pienso para mí. Sobretodo porque tengo parte de culpa, al proponer el cambio.

Jorji hace casi todo el trabajo al fin y al cabo, no me da casi ocasión a participar en la quema de telaraña antes de que podamos pasar. Al ver que Jorji se queda el último pienso: En esta loca aventura él es nuestro mejor recurso, el único con conocimientos de la superficie... muchos conocimientos que hemos necesitado y sobretodo que necesitaremos. No podemos permitirnos perderle, y es el que más se juega el pellejo por el resto. No me parece buena idea.

Una vez al otro lado lo que vemos no me gusta un pelo. Logro no hacer ruido porque no me muevo mucho, presa del terror en los primeros momentos al entrar en este cubil pesadillesco. Tardo un momento en reaccionar y lo hago gracias a las palabras de Anna, la cual no solo no lanzó la granada al ver que las arañas se amontonaban sino que además nos lo pone un poco difícil para pasar desapercibidos. Pero lo que más me sorprende es que un tipo supuestamente fundido con las sombras por naturaleza, Ratón, parece ser tan sigiloso como una vagoneta en movimiento.

Oigo la pregunta de Marek, que parece esforzarse en resultar útil. Lo valoro, pero hay que saber escoger la manera. No sé el efecto que tendrá, pero lo que sí sé es lo que tú también sabes... la onda expansiva rebotará de las paredes y nos dañará a nosotros también. No digo que vayamos a morir, pero no es momento para quedar aturdidos creo yo... Guárdatela para cuando vengan, para huir corriendo.

Me esfuerzo en concentrarme y asegurar bien la antorcha, a la cual finalmente le prendo fuego exitosamente. Me guardo la linterna y voy con el revólver en la diestra y la antorcha en la zurda y me digo a mí mismo: Vamos Andrey no te pares, céntrate, busca una salida. Y con esta idea en la cabeza intento encontrarnos un modo de seguir nuestro camino, antorcha en mano. Quemaría todo esto, las telarañas y los huevos, incluso quemaría telarañas de uno de los accesos para que vinieran menos de ellas... pero creo que las telarañas prenden rápido y con poco fuego, no creo que sirvieran para cegar un túnel ni siquiera por un rato. Espero que si temen a la luz de las linternas teman también la luz de esta antorcha...

Entonces veo que Jorji se queda atrás una vez más. Esta vez no. Me digo a mí mismo. Me acerco a él, lo miro, niego con la cabeza y le hago un gesto para que avance, mientras me toco el pecho y levanto un poco la antorcha intentando decir que yo cubriré la retaguardia. Voy caminando con cuidado, mirando a todas partes. Espero que la antorcha sirva... por favor que la antorcha sirva...

Svet se guardó su linterna. Mejor ahorrar energía por ahora, que no era imprescindible. Habían logrado mantener a raya a los arácnidos, pero se habían metido en la boca del lobo. La única salida era una huida hacia delante. Anna pisó algo, que sonó con un crack hueco, pero completamente audible. Ratón parece que también pisó algo parecido. ¿Qué estaba pasando?

Se echó hacia atrás, asqueada al comprobar que el origen de aquellos desagradables sonidos era el nido de huevos de aquellos monstruos de las profundidades. Con la impresión, no pudo evitar caer ella también en la trampa. Se había apoyado con la rodilla en una de esas protuberancias, que había explotado, derramando un líquido parduzco, espeso, del que salieron unos pequeños vertebrados. Svetlana los sintió trepando por su pierna. Sintió sus patitas tiernas pero afiladas y no pudo aguantar más. 

-Joder, ¡que asco! -se sacudió la pierna, aterrada. Lo que provocó un agitamiento al nivel del suelo; las crías huían despavoridas. 

Fue consciente de que si ellos habían podido oír los crujidos de los huevos al romperse, para las arañas madre, el sonido habría sido un alarido de alarma en la oscuridad. No les quedaba mucho segundos de margen. Svet se puso la bastarda contra el hombro, preparada para descargarla en cualquier bicho que se acercase a ella. 

El grupo trató de mantener la calma y moverse en silencio, pero aquello era más fácil de decir que de hacer: había huevos y restos humanos por todas partes, que crujían casi con solo rozarlos. Así que al final pasó lo que tuvo que pasar. Varias de aquellas protuberancias carnosas y viscosas fueron aplastadas, no dando siquiera tiempo a soltar un chillido a las diminutas crías que en ellas se gestaban, aunque el huevo sí que hizo un sonido tan asqueroso como su aspecto al reventar bajo el peso de las botas, dejando la suela de estas pegajosa a causa del contacto más que directo con aquél maloliente fluido.

Pero aquello no era lo peor. Los huevos más grandes, detectando movimiento a su alrededor, empezaron a palpitar con más fuerza, y a abrirse como si de una flor se tratara: dentro había arácnidos ya de buen tamaño, que salían de su letargo, desperezándose aún de manera lenta, pero apenas tenían unos segundos antes de que estuvieran listas para atacar. Y con una buena cantidad de hambre acumulada.

Uno de aquellos huevos se abrió justo a la espalda de Gregori, y el arácnido no perdió tiempo en lanzar un aguijonazo que le dió en el hombro, aunque no fue una herida profunda. Por suerte, en ese msimo momento Andrey consiguió fabricar una precaria antorcha y prenderle fuego. Las llamas se extendieron rápidamente por la tela y el lugar quedó iluminado por el fuego además de las linternas que seguían encendidas. Los arácnidos corrieron de nuevo a esconderse mientras empezaban a quemarse, por suerte cualquier tipo de luz valía a la hora de hacerlos arder.

Pero aquello solo les daría un respiro momentáneo. Tenían que salir de allí antes de que toda la colonia se les echara encima, ni el fuego ni las baterías durarían para siempre. Jorji asintió a Andrey en señal de agradecimiento por quedarse el último, avanzó unos pasos y gritó para que lo oyeran todos - ¡Tenerr que salirr de aquí! ¡Darr igual sigilo ahorra, correr lo más deprrisa que poderr! - no hacía falta que lo repitiera dos veces.

Los aventueros salieron del nido sin perder un segundo, siguiendo avanzando por el túnel. Poco a poco el volumen de telarañas fue disminuyendo y el recorrido se hizo más fácil. Pero seguían oyendo a sus espaldas el ruido que hacían los arácnidos al perseguirlos, esta vez el número de patas que repicaban contra el suelo era mucho mayor que el que habían oído antes. Y les iban ganando terreno, a pesar de que la luz de la antorcha que Andrey mantenía en retaguardia los obligaba a detenerse de vez en cuando y a sisear de manera furiosa hasta que la llama volvía a estar lo suficientemente lejos como para que reanudaran la persecución.

Y entonces, descubrieron que el suelo se abría de repente bajo sus pies.

Un trozo de las vías se había derrumbado, dejando un amplio boquete en el suelo que no había forma de superar más que saltando. Era una distancia larga, pero factible. Y no tenían otra opción. La antorcha empezaba a emitir menos luz y podían escuchar como el volumen que emitían los arácnidos se incrementaba por momentos.

Marek sabía que se encontraba aún en otro lugar, pero la situación no dejaba puerta a otra opción, asi que decidió centrarse y luchar contra sus demonios. Agradeció el entrenamiento exhaustivo de Setsev ya que pese a la herida provocada por una de esas arañas, pudo llegar de manera increible al otro lado.

Anna observaba como los arácnidos se iban concentrando y como de los huevos más grandes salían individuos adultos. No tardarían en estar rodeados por todas partes si no se apresuraban y salían de allí. El instinto de supervivencia de la muchacha le indicaba que debía correr y dejarse de contenerlas, y casi antes de que Jorji hablase alarmado dando la señal de correr, Anna ya estaba en plena carrera. Durante un momento dudó si lanzar una granada hacia atrás y ayudar a que sus compañeros más rezagados pero valoró la situación, y siendo un espacio reducido, un lanzamiento mal ejecutado sería realmente desastroso y contraproducente.

Venga chicos, no os demoréis más de lo imprescindible...hay que reconocer que Jorji y Andrey los tienen bien puestos. Si las linternas o la antorcha se les apagasen...no se que opciones tendrían de salir de esta cueva...

Anna iba en cabeza y fue la primera en ver el salto. Aquello no le gustaba para nada pero no había más opciones...era saltar y escapar o quedarse y morir por la colonia de arácnidos enfurecidos. Estaba bastante aterrorizada pero había que saltar por lo que guardó sus armas, tomó carrerilla y saltó con energía sin percatarse que habia una malla de hierro justo al final del saliente...dudó si dar un paso más apoyándose en la malla o realizar el salto desde la roca y en ese lapso de duda frenó un poco su avance provocando que al saltar se quedase corta y terminase golpeando las rocas del otro extremo y quedando suspendida a punto de caer...desesperada pidió socorro de sus compañeros

- ¡Ayudadme, me estoy resbalando! Por favor, que alguien...

Las lágrimas empezaban a recorrer sus mejillas y se aferraba al borde como podía para no caer...

Justo tras saltar, Anna intentó saltar con nefasto resultado, así que se esforzó por cogerla mientras preparaba la cuerda por si fallaba. Pudo sentir su mano escurrirse de la suya, así que probó a arriesgarse lanzando la cuerda, uniendo ambas manos en un juego arriesgado que resultó exitoso.

- Ha faltado poco, no tenemos tiempo, empieza a subir.

Inevitablemente estoy tenso, nervioso, alterado... siento la muerte pisándome los talones, literalmente. La antorcha hace su trabajo, y yo que me alegro. Buena idea, Anna... pienso para mí sin detenerme. Una vez llegamos al abismo lo que hago es darme media vuelta y volver a sacar la linterna con la diestra mientras mantengo en alto la antorcha con la zurda, y con la linterna alumbro en dirección de donde vienen las arañas, decidido a que no asomen ni una de sus asquerosas patas.

-¡Vamos, venga! ¡Saltad ya, yo las frenaré! ¡Los otros dos, preparaos para ayudarles si fallan el salto! -grito mientras me pregunto qué será de mí en el último momento... Espero al menos acercarme lo suficiente al otro lado para que me agarren si me hace falta.

Gregori era ágil y rápido, fruto de haber vivido muchas situaciones donde era mejor salir por patas que enfrentarse a situaciones donde que acabaría con algún hueso roto. Le faltó solo un respiro para seguir las órdenes de Jorji y escapar de aquel enjambre de arañas sedientas de sangre.

El grupo corría por aquel túnel sin un rumbo fijo, alumbrados intermitentemente por el haz de las linternas que iban y veían en una carrera desesperada. Era fácil tropezar entre los escombros y caer de bruces al suelo. Aquello hubiera sido el fin... Por suerte, todos corrían con la precaución de no tropezar ni quedarse enganchados con algún cable, alambre u otro obstáculo.

De repente, un foso cortaba el camino en una caída no muy peligrosa pero que sí ofrecía una dificultad más a su huída. Ratón corría tras de Anna y Marek, y mientras que el hombretón consiguió llegar al otro lado sin relativa dificultad, observó como la mujer no conseguía llegar al otro lado y se quedaba colgando de una de las rocas.

-Aguanta Anna! Voy en tu ayuda!- gritó Gregori al saltar y llegar al otro lado. 

Llegó al otro lado y rodó por los suelos al frenar en su salto. Inmediatamente se levantó para dirigirse al precipicio y echar una mano a su compañera. Marek ya estaba en la tarea y poco pudo hacer Ratón, solo que calmar a Anna y prestar ayuda al resto de camaradas en caso de encontrarse en los mismo apuros de la muchacha.

-Rápido, saltad!