Partida Rol por web

Vio cómo Anna disparaba hacia el cielo y siguió gateando. Oyó de nuevo el rugido de esa bestia y siguió gateando, más rápido. Fue cuando oyó los disparos de Jorji tan cerca de ella cuando Svet se dio la vuelta para encontrarse, durante un sólo instante, con las fauces y garras abiertas de aquel monstruo, dispuesto a devorarla. Ni siquiera pudo cubrirse, paralizada como estaba por el terror, y contempló cómo las balas le obligaban a alejarse de allí, dejando un reguero de sangre caliente sobre sus piernas. 

Svet esperó a que se alejase, dejándoles en silencio y a ella con el pecho temblando por su respiración. Finalmente, se dio la vuelta de nuevo y comenzó a arañar el suelo con las manos mientras gateaba más rápido, hasta poder incorporarse y lanzarse contra Anna. Se abrazó a ella con fuerza, como si fuese un salvavidas, notando sus piernas temblando y su vista borrosa por las lágrimas tras el susto. 

- Lo siento, tendría que haber sido más rápida, lo siento, mucho... - le murmuró de forma rápida y nerviosa, diciéndoselo más a sí misma que a su amiga. 

Aún tenía en su mente grabada la imagen de aquellos colmillos que podrían haberla triturado en un instante, y todavía notaba los restos de sangre sobre su ropa, recordándole lo cerca que había estado de la muerte. Cuando por fin consiguió reunir la suficiente fuerza de voluntad para seguir adelante, pudo soltarse de Anna y se reunieron con los demás. 

- Gracias, Jorji y Anna. Y Marek. - añadió, recordando que le había visto disparar también antes de salir corriendo. Se rió levemente ante la broma de Jorji sobre esos demonios, de forma más nerviosa de lo que le gustaría - ¿De qué... "otro tipo de mutantes" estamos hablando? - preguntó temerosa. Si había algo aún peor que los demonios, necesitaba saberlo. Aunque confiaba en que Jorji sabría dónde poder dormir seguros, si es que ella conseguía pegar ojo.

La joven Anna había presenciado como aquel demonio había estado a punto de devorar a su compañera Svet y suspiró aliviada cuando la hermosa doctora llegó hasta su posición, a refugio. Instintivamente la abrazó y trató de tranquilizarla lo mejor que pudo, sabía que aquella visión que acababan de vivir las acompañaría el resto de sus vidas, en especial a Svet que cuando se giró vio un primer plano de la muerte.

- Tranquila Svet, ya está, ya está... Todo ha pasado, estás a salvo... Le susurró abrazándola contra su pecho mientras aún observaba los alrededores. Eso es, tranquila. Estás aquí conmigo... Anna se mantuvo entonces en silencio acariciando su pelo hasta que Svet se tranquilizó y pudieron reunirse con el resto. Aquello había sido mucho más de lo que podían soportar y necesitaban descansar.

- Jorji, has estado sublime. Sin ti no creo que siguiéramos con vida... Agradeció sinceramente tendiéndole la mano cuando se acercó a su posición. ¿Dónde encontraremos un lugar medianamente seguro aquí en la superficie? Ahora mismo no se si seremos capaces de pegar ojo, pero como bien sugieres, nos conviene descansar.

La joven entonces se cercioró que ninguno estuviese herido, comprobó el contador Geiger y el perfecto funcionamiento de su mascarilla y decidió ir en la avanzadilla junto a Jorji para facilitarle las cosas. Necesitaban estar más atentos y aprender a responder con mayor celeridad. Esta vez habían tenido muchísima suerte pero quizá no la tuviesen para la próxima. Y si había algo que caracterizaba a la joven es que era una superviviente nata,... aprendería a marchas forzadas, siempre había sido así.

- ¿Puedo hacer algo para ayudar, Jorji?

-Me cago en todo: habéis visto eso?- fue lo primero que dijo Gregori al reunirse de nuevo con el grupo. Realmente, aquella criatura lo había dejado impresionado. Como era posible que la radiación creara bichos como aquel? Y la información de Jorji sobre la presencia de otros mutantes, animó la imaginación de Ratón sobre otras criaturas posibles que aparecían de cualquier lugar y los devoraban en un abrir y cerrar de ojos. Casi como le había podido suceder a Svet.

-Doc, estás bien? -dijo mientras le apretaba el hombro amistosamente. 

El stalker tenía razón. Después que aquella experiencia, el grupo necesitaba un momento de descanso y poder calmar los nervios. Era momento de buscar un refugio y recuperar fuerzas.

Desde el lugar donde se encontraban, Gregori comenzó a observar los alrededores buscando un posible lugar seguro y resguardado de peligros. Los edificios en ruinas mostraban un aspecto dudoso, pero tampoco era momento para ser delicados. Solo necesitaban cuatro paredes, un techo y buenos puntos de vigilancia para poder estar más tranquilos.

No puedo evitar gritar de terror cuando el monstruo alado se abalanza sobre mí. Ya me tenía yo por muerto cuando los disparos de Marek lo ahuyentan. Reacciono rápido y vuelvo a correr, más motivado aún que antes, gracias a Marek. Nuevos disparos llaman mi atención estando ya a salvo, y puedo ver cómo la ráfaga de Jorji unida a los disparos de Anna salvan a nuestra buena médico, de lo que me alegro profundamente pues para mí la médico del grupo es muy valiosa por sus conocimientos...

Cuando ya puedo respirar un poco más tranquilo, aún con el corazón latiéndome fuerte en el pecho, me dirijo hacia Marek y estando frente a él cara a cara le digo con voz clara y sin prisa ninguna: -Gracias. -y nada más, me quedo frente a él sin decir ni una sola palabra más esperando que él entienda la magnitud de mi agradecimiento. No tengo costumbre de deberle mi vida a otro hombre, si no fuera por él estaría muerto, y ahora mismo no sé bien cómo agradecérselo... además de seguir juntos y prestarme a salvarle yo la vida a él en cuanto surja la oportunidad.

-Me alegro de que sigamos todos aquí. -digo sonriendo hacia Svet, y me giro a Jorji y le digo: -Gracias, sin duda te estás ganando tu parte del botín... -...y más. Acabo la frase en mi mente sin pronunciar las últimas palabras, y me quedo pensando que no me parecería mal si él se llevara un poco más de botín que el resto... pero tampoco voy a poner a nadie en compromiso, lanzando la propuesta enfrente suya.

Marek contempló al soldado un segundo y asintió con lentitud:

- Somos un equipo, luchamos juntos o morimos solos. 

Tras esto se acercó a los demás y se sentó sobre una pequeña escombrera que una vez fue un pilar. No era un sitio muy alto para sentarse, pero le permitiría reposar su maltrecho culo unos minutos. Dejó la bastarda sobre su regazo y miró a todos uno a uno, incluyendo a la doctora cuando le agradeció su ayuda:

- Un placer, Doc. Hasta ahora hemos tenido suerte, que Jorji me corrija si me equivoco. Pero tenemos que mejorar, y mucho, si queremos sobrevivir a esta excursión. La mejor manera de organizarnos es que Ratón sea el explorador, Anna y yo los cazadores, Andrey nuestro hombre para disparar cuando la cosa ya no requiera sigilo y Svet con Jorji como nuestro núcleo, ya que ambos son irremplazables. Sin guía y sin médico estaríamos jodidos. Sin entrar en que somos todos un grupo.

El enfrentamiento con el Demonio, como Jorji lo había llamado, había supuesto una fuerte tensión en los aventureros, a pesar de su brevedad, y es que un par de ellos se habían salvado de la muerte por meros segundos gracias a la rápida acción de sus compañeros. Pero por suerte y habilidad, todos habían acabado ilesos.

Jorji estrechó la mano de Anna, sonriente, mientras respondía a Svetlana sobre otros peligros - Vigilantes serr lo más prrobable, prrincipal prresa de los demonios. Si hubierra agua serca, también dirría gambas, pero pantanos estárr todos lejos - aclaró el stalker. Les dejó un momento de respiro para que sus corazones volvieran a latir a un ritmo normal, que algunos lo necesitaban. Tal y como Marek decía, estaban teniendo suerte, y aunque habían esquivado el peligro por muy poco, también tenía sus cosas buenas: los mejores lazos de camaradería se formaban cuando se superaba una adversidad juntos, y aquello luego se convertiría en una buena historia que contar en el futuro. Incluso la rivalidad entre Marek y Andrey parecía haber quedado relegada a un segundo plano.

Unos minutos después, Jorji los volvió a poner en marcha. Siguieron avanzando a través de las ruinas, dando algún rodeo en cuanto alguno de los contadores Geiger empezaba a pitar demasiado seguido, y evitando los espacios abiertos, aunque, por alguna razón, el guía tambíen los forzaba a evitar el acercarse demasiado a los edificios. Continuaron así hasta que llegaron hasta una gran explanada alargada que llevaba hacia una especie de hangar, otra carretera cubierta completamente de nieve, y sobre la que, extrañamente, no había vehículo alguno. Se acercaron hasta allí, donde vieron había un buen desnivel hasta la parte de abajo. Y, libres por un momento de la amenazadora y opresiva presencia de los altos edificos a su alrededor, también pudieron ver otra cosa.

Las nubes bajas seguían ocultando el Sol, que ahora brillaba con una intensa luz anaranjada, volviéndose cada vez más roja y menos brillante conforme se iba ocultando tras el horizonte. Iluminada por el crepúsculo, incluso la ciudad muerta parecía menos aterradora y amenazante. De la misma manera que Jorji les había permitido unos minutos disfrutar del paisaje cuando habían emergido del Metro, ahora también se quedaron unos momentos a observar la puesta de sol.

En cuanto volvieron a ponerse en marcha, Jorji se acercó hacia el borde de la plataforma, que hacía rampa, y en vez de saltar, se sentó en él y se lanzó hacia abajo, desliznándose por la nieve como un niño con su trineo. Los de más edad, como Andrey, Marek y Svetlana, seguramente recordaban hacer algo similar cuando llegaba el invierno a Moscú, antes de que cayeran las bombas. Para Gregori y Anna, nacidos poco antes o después de la guerra, todo en aquél viaje suponía su primera vez.

Reunidos de nuevo en la parte baja, se pusieron en marcha hacia el hangar, atravesando aquella carretera desprovista de coches abandonados. Sintiendo que iban a preguntarle al respecto, Jorji dio una patada a un montón de nieve, revelando lo que había debajo: unas gruesas líneas de hierro, unidas por tablones de madera que el frío había conservado. Aquello si pudieron reconocerlo todos. Raíles de metro, o, más bien, de tren.

Llegaron hasta el "hangar", una de las estaciones de tren del ferroviario de Moscú, que por dentro estaba tan ruinosa y abandonada como todo lo que habían visto anteriormente. Jorji se movía por allí como si conociera la zona, lo cual no era extraño. Los llevó hasta las taquillas donde antiguamente se compraban los billetes, y tras rebuscar en uno de sus bolsillos, sacó una pequeña llave y abrió la puerta que separaba la zona pública de la de los empleados.

El interior era bastante sorprendente. Las paredes y la puerta por la parte trasera estaban cubiertas de planchas metálicas atornilladas, en el suelo había un par de anchos colchones raídos y algo desastrados, pero todavía esponjosos. En medio de la salita, había una estufa de gas a modo de hoguera, y algunas taquillas cerradas pegadas a las paredes.

Con todos dentro, Jorji cerró la puerta, encendió la estufilla de campaña y, para sorpresa del resto, se quitó la mácara. Soltó una carcajada, y dio un par de golpes a las planchas con los nudillos - Plomo - explicó - No elimina radiasión, perro redusirr lo sufisiente parra poderr irr sin máscarra. Pasarremos aquí la noche.

El escondite estaba bien pensado. Con la puerta cerrada, solo quedaba una pequeña rendija por la que antaño se intercambiaban billetes y dinero, y que permitía disparar desde el interior sin tener que arriesgarse. Jorji se acercó a una de las taquillas, la abrió, y metió la mano en ella - ¡Jojojo! - rio, mientras sacaba de dentro una botella de vodka entera, o casi, pues el que la había encontrado no había podido evitar darle un trago. Jorji quitó el tapón con un plop y bebió de ella antes de pasársela a otro mientras soltaba una exhalación al sentir el alcohol ardiente recorrer su garganta. Luego sacó de su mochila un botiquín y un cargador de su AK, y los dejó en la taquilla, cerrándola luego - Regla número dos de stalkers - dijo, apoyándose en la pared y dejándose caer hasta el suelo - Si tomas algo de un refugio, dejarr algo a cambio. Nunca saberr a quién poderr joderr o salvarr vida.

La respuesta de Marek me hace reflexionar. Cuánta razón, aquí arriba los egoísmos sobran... simplemente porque ningún hombre solo puede durar aquí ni un día, ni de coña.

Ahora entiendo por qué Jorji nos guía evitando espacios abiertos, después del demonio no queda duda. Y también puedo imaginarme fácilmente por qué nos guía manteniendo distancias con los edificios, puedo imaginarme sin mucho esfuerzo cantidad de sombras fantasmagóricas y monstruos variopintos raptándonos y devorándonos en los oscuros rincones de estas ruinas.

Las vistas de la puesta de sol me parecen maravillosas, y me entretengo disfrutando como cualquier otro. Ver a Jorji dejarse resbalar por la nieve me parece la mar de simpático y me permito una risotada mientras lo veo deslizarse. Doy un paso al frente dispuesto a lanzarme pero me detengo en el borde de la bajada, me giro hacia el resto y digo con humor: -Venga va, no tardéis que yo también quiero. -y me quedo arriba para cubrirlos a todos mientras bajan, dispuesto a bajar el último. Y mientras espero me quedo pensando: Oye... ¿y si se nos hace de noche caminando? Buf, mejor encontramos algún refugio pronto...

Me sorprendo cuando encontramos este refugio tan bien montado, tan bien pensado. El plomo en las paredes, la botella en la taquilla... Soy el primero en coger el testigo y dar un buen trago, tosiendo un poco después y ofreciendo la botella al siguiente. Cuando veo que deja el botiquín y el cargador digo: -¡Guau! ¿Todo eso por la botella? Se agradece un buen trago y eso, pero... ¿no es demasiado? -mi mente militar ha saltado por sí sola. Varias han sido las pruebas de supervivencia que he superado en el pasado como para valorar más un botiquín y un cargador que una botella de cualquier alcohol destilado.

Svet agradeció el gesto de Ratón con una sonrisa, a pesar de que no podía verla por la mascarilla, y asintió. No se sentía capaz de decir que estaba "bien" del todo, pero por lo menos seguía con vida. Aunque Marek tenía razón en que deberían organizarse de alguna forma, había algo que no terminaba de gustarle en sus palabras. "Es cierto que puedo ser importante en el grupo, pero ser irremplazables significaría que vosotros sois reemplazables..." Svet negó con la cabeza, mientras se planteaba si podría haber llevado hasta allí con otros que no fueran sus compañeros.

Una vez entendieron que los demonios eran casi el mayor peligro que podrían encontrar, volvieron a ponerse en marcha. Cuando llegaron a la explanada, Svet se quedó absorta mirando la nieve. Tanto tiempo había pasado que la había olvidado por completo. Tan blanca comparada con la oscuridad del metro que si no fuese por la poca luz que quedaba, le habrían dolido los ojos de mirarla. Entre eso y la imagen del ocaso, Svet pensó que incluso ese mundo podía ser bonito, a pesar de lo que habían pasado... Pero volvía a recordar enseguida las fauces del demonio sobre ella. Con un sobresalto, sacudió la cabeza para quitarse esa imagen de la mente y observó cómo Jorji bajaba deslizándose por la pendiente.

- Tú te lo pierdes. - respondió con mejor humor a Andrey, que parecía querer quedarse esperando.

Mentiría si la pelirroja dijera que no había sido divertido. "No, Svet, tenemos que seguir la marcha, no te puedes tirar otra vez..." se recordó avanzando algo apenada. En cuanto llegaron al refugio de Jorji, la doctora casi sufre un infarto al ver que se quitaba la máscara tan tranquilo. Era cierto que el plomo podría "protegerles" de alguna forma, y que la frecuencia de los pitidos de los contadores había bajado en picado, pero... "Tampoco es que vayamos a encontrar nada mejor." suspiró quitándose por fin la máscara.

- Tal vez el siguiente que venga la necesitara para alguna herida o como arma. Creo que hemos tenido suerte para poder aprovecharla de forma más convencional... - responde Svet, tomando el relevo de la botella y dando un trago más largo de lo que le gustaría. Había pasado por demasiado en un solo día y sólo quería olvidarse un rato de ello y descansar tranquila.

No había duda de que Jorji era un excelente guía y que siempre velaba por encontrar la mejor ruta segura hacia el objetivo. A medida que iban avanzando se iba aproximando el atardecer y la luz reinante era menor. Anna imaginó que no tardarían mucho en acampar y se disponía a preguntar qué harían al respecto, cuando una hermosa visión hizo que se olvidara por completo de lo que iba a decir.

El sol estaba por esconderse en el horizonte, y aquella imagen era la más hermosa que hubiese imaginado en su vida. El firmamento había cobrado unas cálidas tonalidades anaranjadas y el astro sol se escondía tras las montañas.

- ¡Que pasada! Nunca había visto nada igual... Susurró bajo la máscara la joven Stalker sin poder evitarlo. Creo que pese a todo... Me gusta la superfície más que el metro ¿Tiene sentido lo que digo?

También disfrutó de la blanca nieve y formó una bola en la mano que no tardó en hacer estallar en la espalda de ratón, sonriendo en el proceso, y haciendo el gesto de la victoria con los dedos para después esquivar un bolazo en su dirección. No era la primera vez que veía nieve, alguna vez había estado en la estación sin techo y se había colado un poco, pero aquella cantidad desorbitada era totalmente desconocida para ella.

Entonces Jorji, tras aquellos minutos de relax, se deslizó por la ladera sin previo aviso y Anna fue la siguiente en intentarlo,... pero al verse perder el equilibrio y resbalar, tomó de la pierna a Marek arrastrándolo en el proceso cuesta abajo y acabando los dos hechos un ovillo.

- Lo siento, no sabía que resbalaba tanto la nieve, es la primera vez que veo tanta junta... Pero ¿ha sido divertido, no? comentó sonriendo mientras se apoyaba en el hombre para levantarse.

Al rato llegaron al hangar y encontraron un lugar donde descansar, al parecer Jorji ya había estado más veces y conocía bien la zona. Incluso se alegró de poder retirarse la máscara tras lo vivido aquel día y poder descansar. Cuando el guía mencionó la segunda norma, Anna recordó de inmediato la primera, nunca retirarse la máscara si quería sobrevivir. Sin embargo, aquel lugar era un paréntesis, la excepción a la regla, por lo que cuando la botella de vodka llegó hasta su posición...también dió un largo trago.

- ¡Joder! Es asqueroso... Enuncio con una mueca desagradable en la cara y limpiándose los morros con el antebrazo. No obstante, la joven no derramó ni una sola gota de aquel líquido. Sabía que era algo muy preciado pese a su desagradable sabor. ¿Entonces dormiremos aquí? Me parece buena idea, estoy rendida... Y casi sin darse cuenta, quedó dormida a los pocos minutos apoyada en el hombro de Marek. En su cara angelical se dibujaba una sonrisa, probablemente estaría soñando con lo vivido aquel día...

Gregori tuvo la sensación que aquel paisaje blanquecino era, en cierto modo, un regalo después del encuentro con aquel peligroso demonio. Si bien aquel encuentro había puesto en serio aprieto a los miembros del grupo, encontrarse con aquellas vistas era algo que nunca olvidarían.

Ratón se quedó por unos segundos memorizando aquel lugar. Nunca antes había visto nada igual y no sabía si aquella imagen volvería a repetirse. Salió de su ensimismamiento al ver como algunos de sus compañeros se lanzaban pendiente abajo, deslizándose sobre la nieve. Bajo la máscara, Gregori mostró una sonrisa.

Pocos segundos después, la sonrisa desapareció mostrando un rostro de cierta tristeza. "Por qué el mundo ha acabado así? Por qué, con estas maravillas, la humanidad jodió todo lo que existía?". Llegó a la conclusión que los hombres tenían cierta "facilidad" de estropear todo aquello que tocaban.

Un golpe en la espalda lo sacó de sus reflexiones. Anna le había lanzado un bolazo de nieve que animó de nuevo el semblante de Ratón.

-Eeeeeyyy! -gritó divertido- Ahora verás! -y también se dispuso a iniciar una guerra de nieve con la muchacha.

Tras unos minutos de juego, Jorji dirigió al grupo hacia un refugio donde pasar la noche. Situado en una antigua estación de tren, Jorji les indicó que se acercaran a una puerta que daba acceso a un pequeña sala resguardaba tras una puerta de plomo.

Al ver que el stalker se quitaba la máscara, Gregori se quedó algo asustado. Seguro que era seguro aquel lugar? Y si la radiación se colaba por algún lugar? Tras ver como sus compañeros también se quitaban la incómoda máscara, él también se liberó de aquella tortura.

Tomaron asiento y llegó el momento de relajarse con el regalo de Jorji. Un buen trago a aquella botella era la mejor recompensa a lo que habían vivido hasta el momento.

-Jorji, como es la vida de un stalker? Eso de vivir siempre al límite de la muerte no debe ser fácil. Como llegaste hasta aquí?

Por algún motivo, Gregori quería saber más sobre la vida de aquellos hombres que se arriesgaban a salir al exterior. Puede que la visión del paisaje nevado hubiera calado demasiado hondo en el interior de Ratón.

Mientras el grupo respiraba con cierta tranquilidad por primera vez en todo el día y se iban poniendo cómodos en el refugio, la botella de vodka iba pasando de uno en uno, a pesar de que algunos no bebieron, hasta que volvió a las manos de Jorji, que dio un último trago y la cerró por el momento.

Ante la sorpresa de Andrey y el comentario de Svetlana sobre la ofrenda dejada, Jorji se encogió de hombros mientras estiraba los brazos hacia el calor del pequeño hornillo - Mundo serr ahorra muy egoísta porr sí solo. Humanos no nesesitan joderrse más entrre ellos. Jorji sabe que poco contarrá lo que pueda haser él solo... perro no porr eso se debe dejarr de intentarr - respondió sonriente.

El grupo fue cenando de las provisiones que llevaban en las mochilas, que debían de durarles para unos días más, mientras una charla intrascendente se extendía por el refugio. La tensión acumulada iba desapareciendo para ser sustituidas por historietas y bromas de cada uno. Entonces Gregori le hizo la pregunta a Jorji sobre su vida.

- Vida de stalkerr... - repitió Jorji, bajando la cabeza y con algo de tristeza en la voz - Vida de stalkerr serr muy peligrrosa. Hoy haberr tenido mucha suerrte, pero cualquier errorr poderr costarr todo. Solo conoserr a uno que conseguirr llegarr a viejo. Y aun así... - se detuvo, se lo pensó durante uno segundos, y volvió a destaponar la botella para dar otro trago. Aquél era vodka del bueno, y no el destilado de setas que se bebía en el Metro - no cambiarr por nada del mundo. Serr stalkerr significa vivirr todavía como hombrre. Metrro serr más segurro, perro hombrre no haberr nasido parra vivir bajo tierra entrre su prropia inmundisia. Puede que humanidad sobrreviva parra verr desaparrecer la radiasión, perro... ¿Qué quedarrá de ella entonses? Stalkerrs nos aferramos capasidad de perrsonas parra nunca rendirrse, parra ayudarr a otrros a sobrevivirr.

Entonces pasó la botella de nuevo, debía de quedar lo justo para que cada uno pudiera dar un último trago - Aquí arriba, la muerrte poderr encontrrarrte en cualquierr momento, sí. Perro en ningún otrro lugarr te sentirrás jamás más vivo.

Marek contemplaba ese horizonte recordando los pocos días previos al metro que podía recordar:

- Es lógico, era un mundo lleno de posibilidades y sueños, que ardió hasta los cimientos... Es totalmente lógico echarlo de menos.

Luego, Anna lo tiró a la nieve sin previo aviso. Acabó con más nieve que un camión de helados, era un hecho, pero por primera vez en mucho tiempo se tuvo que echar a reír y tirar algunas bolas de nieve:

- Lo consideraremos un accidente, pero solo por esta vez. Vamos con los demás, a la vuelta podremos jugar más, lo prometo.

Se sentaron con los demás a beber y compartir un momento de paz que a Anna le duró poco antes de dormirse en el hombro de Marek, lo que le ganó un viaje suave al saco de dormir que estaba al lado de éste. Era una joven con mucha dulzura que dar al mundo, de verdad le preocupaba que alguien como ella estuviese aquí jugándose la vida en lugar de en una buena zona del metro viviendo una vida plena. Aunque pleno y el metro no siempre fuesen parejos. Dio un trago al vodka ofrecido por el buen Jorji y pasó la botella al siguiente asintiendo solemnemente a Jorji:

- Al menos esto es una vida digna de ser contada. Y como dice Jorji, la muerte puede encontrarte en cualquier momento. A algunos de nosotros siempre nos ha seguido de la mano, como una sombra. No os equivoquéis, este no es un viaje al corazón de las tinieblas, sino a la luz. Los monstruos contra los que luchamos son nuestro obstáculo hacia ella. Y ya hemos pateado demasiados obstáculos como para detenernos.

Aquellas palabras calaron hondo en el ánimo de Gregori. Todo el discurso del stalker estaba basado en una realidad que aplastaba cualquier argumento sobre la escurridiza prosperidad bajo tierra.

-La vida es jodidamente complicado, compañero. Tienes toda la razón en haber tomado las riendas de tu destino y saber dirigirlas hacia una vida llena de peligros pero a la vez, repleta de emociones difíciles de explicar. Abajo, todo está podrido, hecho trizas. Y aunque creamos que todo puede ir a mejor, la porqueria nos tiene pillados por los huevos y no nos dejará ir tan fácilmente. Puede que se gracias a vosotros, aún queda el recuerdo de que existe un mundo aquí fuera. Un mundo que en un futuro pueda volver a ser nuestro. En cierto modo te envidio...

Gregori dio otro trago a la botella de licor y se dirigió a Marek:

-Amén, Marek. Has hablado como un verdadero pastor con todo eso del corazón de las tinieblas y la luz! HA HA HA HA!

Svet asintió lentamente a las palabras de Jorji, asimilándolas poco a poco. "Es cierto que el mundo está muy jodido... Lo mínimo que podemos hacer es evitar joderlo más."

- No estás solo, Jorji. - comentó la pelirroja, ahora más tranquila. Se sorprendió a sí misma esbozándole una sonrisa más cálida de lo que pensaba que sería capaz tras lo ocurrido, y posó la mano sobre la de él, en gesto de confianza - Ahora ya no...

Mientras cenaban, Svet sonrió en algún momento al ver la cara inocente de Anna dormida, y le dirigió una mirada divertida a Marek, quien había tenido que ofrecer involuntariamente su hombro como almohada. Verla así, casi le hacía sentir que allí estaban a salvo... Mientras comían y charlaban alegremente, la joven podía notar cómo la tensión en sus hombros desaparecía poco a poco y empezaba a reírse más a menudo, en parte por los efectos del vodka, en parte por haber recuperado el humor. 

Hasta que Ratón se atrevió a preguntar lo que seguro que habían pensado todos durante el viaje. Un escalofrío recorrió de nuevo su espalda al recordar por un instante esas fauces de nuevo, pero lo demás le hizo pensar. Ella había nacido fuera, había visto parte del mundo del exterior antes del desastre, y ahora que podía volver a verlo... "Pero la gente de abajo te necesita, Svet. Tal vez algún día..." Aunque no le sorprendió que sus compañeros estuviesen de acuerdo con Jorji. Ella había tenido suerte, mucha suerte comparada con algunos de los habitantes del metro. El símbolo que llevaba la hacía casi invulnerable en cualquier estación habitada a la que fuese. Pero para otros, los humanos eran los peores monstruos que se podían encontrar en los túneles.

- Creo que iré a descansar yo también... - murmuró tras un momento de silencio, tomando su último sorbo de la botella y dejando todavía para Andrey - Avisadme cuando me toque vigilar. - dijo, asumiendo que se turnarían para mantener seguro su refugio.

Tras terminar las raciones y ultimar la botella de vodka, el grupo se preparó para pasar la noche, sintiéndose a salvo en aquél refugio, donde al menos estarían seguros una noche de las criaturas que aprovechaban la falta de luz para salir de sus escondites y acechar por la ciudad muerta.

Los turnos de guardia se fueron sucediendo sin que algo hiciera saltar la alarma, por lo que los aventureros pudieron conseguir una noche de sueño tan completa como lo que sintieran dentro de ellos les permitiera. Y es que aún les quedaba mucho camino por recorrer antes de llegar a su destino, incluso para llegar de nuevo a una entrada segura al Metro. De modo que, para aprovechar todo el tiempo de marcha posible, en cuanto la luz del sol volvió a asomar por entre las eternas nubes que cubrían las ruinas de Moscú, Jorji les hizo levantarse y prepararse para ponerse en marcha. Tras un precario desayuno para coger fuerzas, y una vez estuvieron todos listos, el stalker inspiró profundamente antes de ponerse de nuevo la máscara, y abrir la puerta al exterior de nuevo.

Salieron de la abandonada estación de tren y se internaron de nuevo entre las calles llenas de escombros y restos de lo que una vez había sido una de las ciudades más pobladas de la Tierra. Los altos edificios se erguían a su alrededor, tan amenazantes como el día anterior, o más si cabe, ahora que estaban al tanto de la amenaza de los demonios. El color rojizo y sanguinolento que le daba la luz del Sol a todo a aquellas horas de la mañana tampoco ayudaba.

Caminaron unas horas sin ser molestados, en ese tiempo en el que los animales diurnos despertaban y empezaba a sustituir a los de vida nocturna, que volvían a sus madrigueras. Se fueron alejando del centro de la ciudad, con Jorji siempre a la cabeza, indicándoles por dónde girar y moverse para no llamar la tención. Aquellos momentos de tranquilidad no tardarían en acabarse, y pronto los mutantes volverían al acecho de cualquier presa que pudieran atisbar. La única posibilidad que tenían era estar siempre alerta, para detectar las amenanzas con tiempo y poder contrarestarlas... o huir por patas.

Por raro que pudiese parecer tras aquel día intenso y lleno de emociones fuertes, Anna durmió como una bendita como hacía tiempo que no lo hacía. No recordaba ni el momento en que se había quedado dormida en el hombro de Marek o cuando esté la había llevado a su sacó de dormir. Solo cuando la despertaron para hacer su turno de guardia bostezó con energía y sonrió medio dormida, levantando el pulgar para que Svet descansara tras su turno.

Anna estuvo vigilando con tranquilidad hasta que Jorji despertó al resto y desayunaron frugazmente de las reservas que les quedaban, y al rato, emprendieron el camino con el sol empezando a amanecer en el horizonte. Si bien era cierto que el día había salido bastante más tristón, el ánimo y semblante de la joven Stalker no había decaído para nada y en ocasiones se permitió el lujo de bromear y mantener una sonrisa bajo la máscara, pese a estar alerta en todo momento.

Nuevamente Jorji los guiaba con la experiencia que muy pocos podían alardear tener en la superficie, y poco a poco fueron avanzando.

- Jorji, creo que nunca te pregunté al respecto... ¿Cuántos stalkers ibais juntos en el grupo la primera vez que tú y Semenovich llegasteis al avión militar? ¿Murió mucha gente en aquel entonces? Preguntó con la habitual curiosidad innata que la muchacha solía manifestar. ¿Solo tú y Semenovich sabíais de este descubrimiento antes de que soltara la lengua?

Avanzaron varias horas sin contratiempos y se alejaron de la ciudad, siempre buscando sitios a cubierto mientras avanzaban. Sin embargo, los últimos minutos se escuchaba un silencio sepulcral, solo roto por las pisadas de ella misma y sus compañeros. ¿Estaban en una zona peligrosa nuevamente? Algo le decía que si e inconscientemente se paró en seco y levantó la mano para solicitar que el grupo se detuviese, agazapándose de inmediato. ¿Qué intuía que podía estar ocurriendo? ¿Habría percibido algo?

había descansado tan bien como era posible tras poner a Anna en el saco contiguo al suyo. En cierto modo, pese a que era una joven capaz, inspiraba un sentimiento de hermandad y protección. Sus andanzas sin embargo habían avalado bastante bien las capacidades de la joven. El sueño se lo llevó por delante, dejándolo inmerso en una especie de review de cuanto había sucedido desde que abandonó su hogar hasta ese instante previo a la milla final. La mañana llegó y Jorji les guió por entre los restos de un mundo que se había ido para no volver. Con determinación, se preparó para ello. Llegarían al avión y volverían para contarlo

Después de lo ocurrido, Svet necesitaba un largo sueño reparador. A pesar de que había temido volver a encontrarse en su mente con otro de esos Demonios y volver a ver sus fauces, sus sueños fueron mucho más amables de lo que esperaba. Eran recuerdos, fragmentos de cuando era pequeña y vivía en el exterior. De cómo se había ilusionado al ver la nieve, los muñecos que había hecho con ella, las tiendas, la comida de colores, sus juguetes, sus padres... Había sido todo tan precioso que incluso se arrepintió de despertarse. "Eso son cosas que no todos han visto, Svet. Puedes ser feliz por recordarlas, pero no te puedes perder en ellas."

Así que sin rechistar, rápidamente tomó sus cosas cuando Jorji les despertó y se colocó de nuevo la máscara, haciendo todas sus comprobaciones. El exterior era mucho más aterrador de lo que recordaba del día anterior, y más comparado con su sueño colorido. La luz rojiza le hacía sentir que... Bueno, eso ya era el fin del mundo, lo mirase como lo mirase.

Las bromas de Anna hacían el camino más llevadero y ella también esperaba con curiosidad la historia de Jorji, aunque una parte de ella temía saber que fueron los dos únicos supervivientes de un grupo más numeroso que el suyo. Eso no les dejaría en muy buenos números para volver... Tan distraída estaba pensando en cómo se las apañarían para volver todos sanos y salvos, que se olvidó de que ya no estaban a cubierto para charlar tranquilamente.

Las palabras de Jorji me hicieron reflexionar profundamente, melancolía exagerada con el alcohol. Cuando Svet me pasa la botella me quedo mirando la boca de la botella pensando: Acaba de beber ella... al beber yo, será lo más cerca que vaya a estar de besarla. Y suelto una leve carcajada mirando a la botella, lo cual será excusado por mis compañeros por el mero hecho de estar borracho... y al pegar el último trago el sabor se me amarga un poco pensando: Bueno, también es como si estuviera besándolos a todos...

Una vez salimos del refugio mi humor vuelve a ensombrecerse notablemente, manteniéndome sin decir nada y con la mente centrada en una idea: Ayer casi muero, no debo distraerme lo más mínimo... 

Se habían organizado para realizar las guardias y poder descansar lo suficiente como para hacer un "reset" del encontronazo del día anterior con aquella monstruosa criatura. No fue de las mejores noches para Gregori ya que entre sueños se imaginó siendo un stalker viviendo en el exterior y poniendo en riesgo su vida día tras día. Lo que podía parecer una aventura típica de aquellas películas que le habían explicado en alguna ocasión, acababa siendo una carrera sin freno escapando de una muerte inminente. Puede que el vodka que habían bebido animaran aquellos sueños intranquilos, quién sabe...

Cuando despertaron, Gregori agradeció ponerse de nuevo en movimiento. No tanto el tener que ponerse aquella incómoda  máscara y salir al exterior, donde el peligro estaba presente en cada rincón.

Iniciaron la marcha con los primeros rayos de sol, que se colaban entre un cielo repleto de nubes anaranjadas. No era un mal escenario para comenzar el día, pero todos sabían que no era momento de relajarse y disfrutar de aquella postal. En cualquier momento todo podía cambiar.

De repente, algo llamó la atención de Gregori. Con un rápido gesto, avisó a sus compañeros para informarles de lo que fuera que había descubierto.