Partida Rol por web

Algo extraño surgió del interior del cuerpo de Wendell. Un frio que en realidad no existía pero lo hacía temblar, asustado algo que no conseguía entender. Totalmente fuera de si exclamo - Noooooo! - mientras sin siquiera pensarlo le alejaba del combate.

Asustado como estaba observó el cuerpo de un orco y el arma de energía que amenazaba a Hikra y terminó moviéndose de forma de esquivar a todo lo que le sentía que podía hacerle daño. Casi sin darse cuenta apuntó hacia el lago y, en cuanto sintió el agua bajo sus pies comenzó a nadar lo más rápido que pudo para alejarse del peligro.

Desde mi posición dentro del agua, veo cómo el Legado se cae desplomado al suelo víctima del conjuro de Manfred toma yaaaa. Y yo que pensaba que eras un bueno para nada, Manfred digo girándome hacia el taciturno humano con el que había tenido tantos encontronazos durante el camino y que, su actitud me había llevado en muchos casos a dudar de él. Sin embargo, su magia había logrado el milagro y todo parecía más cerca.

Sin embargo, Hikra parecía fuera de sí, todavía con sus ansías de venganza, lo que podía desembocar en que atacara al Legado y, lo peor de todo, que no le matara y se despertara antes de estar preparados.

Hikraaaaa, nooooo. Mira aquíii. Aquíiii decía alzando la mano y haciéndole gestos todo ha acabado. Hemos ganado. Nos hemos vengado y hemos eliminado la amenaza. Puedes volver a descansar y seguir protegiendo estas cuevas, protegidas nuevamente de los ojos de la sombra.

A Jonad poco le importaba el desarrollo de la batalla en estos momentos, solo quería mantenerse a flote para no morir ahogado. Esa calma de la que siempre hacia gala le ayudo en esta ocasión también a relajarse y dejar de chapotear sin control. Con la relajación sus movimientos se volvieron más fluidos y casi sin quererlo estaba nadando de manera excepcional hacia la orilla donde continuaba el combate.

Wendell da un fuerte puñetazo en el cuello del orco, uno de los más fuertes que he visto, demostrando que sabe luchar muy bien sin ninguna necesidad de armas. Eso parece algo muy conveniente para quienes viven bajo el yugo de la Sombra. Me dice que me lo deja a mí, cosa que entiendo perfectamente. Habría sonreído pero estoy completamente concentrado cuando lanzo mi hachuela izquierda en un corte al abdomen, que se entierra con fuerza, derramando los intestinos del orco al suelo. En un fluido movimiento, mi hachuela derecha desciende con fuerza y cercena el brazo izquierdo del orco ya moribundo, causando que muera desangrado en segundos en el suelo.

Entonces el Legado utiliza su magia y Wendell cae presa de un miedo antinatural. Sé que tendré que batirme contra el Legado solo pues el resto aún tardarán unos instantes en llegar y no puedo permitir que el maldito humano huya pero de pronto, el hechizo de Manfred funciona y el Legado cae completamente dormido.

"¡Sí! ¡Esto se acabó por fin!"

Avanzo rápidamente por al lado de los orcos dormidos, cuidando de no tocar a ninguno hasta ponerme más allá del Legado. Así, en caso de que despierte por cualquier motivo, estaré cubriendo parcialmente su huida. Una vez llego al lado de él, suelto la hachuela de la mano izquierda y sujeto con ambas manos la derecha, preparando toda mi fuerza para cercenar su cabeza apenas llegue el momento.

El atolondrado ataque del dornita había fallado miserablemente en su intento de acabar con el último orco que permanecía en pie junto a la extraña criatura de agua. Sin embargo, y por fortuna para todos, tal parecía que su extraordinario aliado no necesitaba ninguna ayuda para cargarse por sí solo a todos los enemigos.

Pues con un tremendo golpe de una de sus extremidades (o lo que fueran aquellas protuberancias que le salían de la parte central del cuerpo), aplastó al fornido orco que tenia ante él como si de una simple mosca se tratara, convirtiéndolo en una pulpa sanguinolenta que enchastró todo a varios pies a la redonda. Incluido, por supuesto, el trastabillante norteño, que no pudo contener una mueca de asco en su curtido rostro al ver semejante horror.

De todos modos, la desagradable visión también le permitió a DURGHALL comprender de inmediato que ya no tenía sentido permanecer en aquella posición. Y no solo porque HIKRA había acabado con todos los enemigos del lugar. Sino también, y principalmente, porque no había manera de predecir la conducta de su inesperado aliado.

Lo más prudente era sencillamente apartarse cuanto antes de la brutal criatura, para no terminar enredado en la furia asesina que parecía invadirlo. Y por ello, el norteño se apresuró a alejarse en busca de nuevos objetivos, aunque sin olvidarse de elevar una muda plegaria a los Viejos Dioses en el preciso momento en que le daba la espalda a HIKRA...

Madrugada del 3° de Halail del año 101 de la edad oscura (Turno 30)

La batalla había llegado a su fin, el silencio reinaba de nuevo en las cavernas de la lagrima caída, y sin embargo el rugir de los corazones de los héroes hervía en euforia como un volcán en erupción. Habían vencido a un legado, el primero de muchos que habrían de venir. Habían derrotado a la sombra, a más de una veintena de orcos. Una hazaña que moraria en su recuerdos hasta el día en que Aryth reclamará sus vidas, lo cual no sería pronto, y preferiblemente sería de una forma aún más gloriosa de la que ahora habían vivido.

Pero la victoria aún no estaba completa, el legado seguía vivo, solo que dormido y completamente indefenso, todos le miraban con atención al tiempo que se acercaban para darle el golpe final, temiendo que, si alguno fallaba, el temible siervo de Izrador pudiese levantarse y matarles a todos, o a casi todos, por que era poco probable que pudiese matar el solo a Hikra o ya lo habría intentado antes.

El elemental avanzaba a con decisión hacia el legado con su mirada fija en el vacío. – La sombra deber ser destruida – exclamó con determinación el elemental, – Hdikrajsh ha esperado mucho. Mucho. Ya no hay más. Sombra deber ser destruida. Corrupción grande. Aryth muriendo –. Tras aquellas palabras el elemental siguió hablando, pero en una extraña lengua que nadie conocía y que nunca habían oído, la cual asemejaba aún más al fluir torrencial y musical de las aguas de un río.

El pecho subía y bajaba a un ritmo frenético. Nunca habia estado tan nervioso. Habíamos acabado con la vida de una veintena de orcos y de un legado. HEMOS ACABADO CON UN PUTO LEGADO digo a Jonad ayudándole a salir del agua para ir hacia donde estaba el Legado espera, hay que rematar a todos estos orcos, no vayan a levantarse. Si ya son temibles vivos, imagínate muertos jajajajajaja digo sacando un cuchillo justo en el momento que veo como la masa de agua sigue moviéndose espera, vete haciéndolo tú, toma digo tendiendo el cuchillo sin mirar a Jonad para ir a por Hikra

Espera, esperaaaaa, jodeeeer. hablo mientras me encamino hacia el elemental si no fueras de agua parecería que estás babeando. ¿No ves que hemos ganado? ¿no ves que están todos tumbados? esta vez la sombra ha sido derrotada y la caverna seguirá siendo segura. Descansa, sea lo que sea por lo que estás luchando, esta batalla la hemos ganado no tenía claro cómo el elemental sabía que el legado no estaba muerto y solo dormido, pero no quería que estropeara las cosas ahora has matado a una decena tú solito, joder. ¿Qué más quieres? seguía hablando con él, siguiéndole de cerca, dando un par de pasitos por cada uno de él

"Algo" empujaba a Wendell a seguir corriendo, o en su caso nadando, para alejarse del legado, aunque el mismo intentaba convencerse de que no resultaba necesario. Estaba claro que el servidor de la sombra había caído, pero ¿estaba muerto? El defensor no estaba seguro y, para su propia vergüenza, no quería ni siquiera averiguarlo.

Probablemente fue por eso, por su propia vergüenza, que sus brazos y piernas no consiguieron coordinar los movimientos necesarios para seguir alejándose del lugar. De alguna manera, su temor irracional no le permitía siquiera nadar correctamente y sintió que su cuerpo se hundía en las aguas que, poco a poco, le cubrieron la cabeza. Por suerte, incluso en medio de su malsano miedo, fue capaz de mantener su boca cerrada, evitando perder el aire que todavía albergaba en sus pulmones.

El mediano salio del agua triunfante con cara de absoluta satisfacción. Se lanza daga en mano al combate con la respiración contenida... Pero se detuvo. Bajo sus manos y expulsó todo el agua que cargaban en sus cachetes hinchados.

Jonad se arrodilla junto a uno de los orcos que dormía plácidamente. Lo miro bien de cerca. Cuando podría volver tener a uno a esa distancia. Alarga su mano, pero en el último momento se frena y se retira. Mira la escena... ¿habían ganado?

Alzo sus manos al aire y comenzó a moverse. Era el baile de la victoria. Haciendo lo con cuidado y en silencio para no despertar a los "angelitos"

Con el final de la batalla, los héroes fueron reagrupándose al tiempo que Hikra, atendiendo a medias a las palabras de Girolamo, iba dando cuenta de los orcos dormidos matando a otro más que se encontraba en su camino hacia el legado. Allí, junto a Drugam Deem, que era el nombre de aquel ereño que había aceptado a la sombra como Dios y señor, se encontraban Ulfrin y Durghall a la espera de darle golpe final y terminar con aquello. Y aunque querían esperar a Wendell, este se había perdido en la profundidad de las aguas victima del miedo provocado por un hechizo del propio legado. Por lo cual, quizá habrían de darse prisa e ir a rescatarlo.

Girolamo y Jonad por su parte habían ya salido del agua y se encontraban celebrando la inesperada y gloriosa victoria contra la sombra, sin percatarse en un inicio de que su compañero se ahogaba en la poza a pocos metros de ellos.

Veo con desprecio el rostro dormido del Legado, que yace adelante de mis pies. Aquel desgraciado no es capaz de dimensionar el odio que le tengo, ni siquiera por las fechorías que de seguro ha hecho a lo largo de su miserable vida, sino por ser un desgraciado servidor del mil veces maldito Izrador.

"Hijo de puta. Hoy morirás como todos tus degenerados hermanos deberían: Derrotados y humillados."

Escupo de solo pensar su nombre y esta vez mi escupitajo se dirige al rostro del Legado justo antes de que baje con fuerza mi hachuela contra su garganta. El filo se entierra con fuerza, aunque una extraña barrera mágica parece repeler en parte un golpe que no va con toda la fuerza y precisión que debería.

- Glup - glup - algunas burbujas surgen de la boca del asustado defensor mientras se debate en la profundidad, tratando de deducir hacia donde tiene que dirigirse para volver a la superficie. 

El miedo, no por mágico menos real, le impide siquiera intuir cual debe ser su dirección, por lo que mueve los brazos sin ton ni son, permaneciendo bajo el agua, cada vez más asustado.

El golpe de Ulfrin llegó mientras andaba girándome para ver dónde estaba Wendell ¿Dónde se ha metido ese botarate? le pregunto a nadie en particular, mirando a mi alrededor, justo para ver las burbujas que salían del agua pero este es tonto ¿o qué? no se va a ahogar ahora que ha acabado todo....digo volviendo hacia atrás y, recogiendo una jabalina del suelo, acercarme al agua coge el palo, coge el paloooooo estiro el brazo mientras golpeo el agua con él para llamar la atención del prospector.

Madrugada del 3° de Halail del año 101 de la edad oscura (Turno 31)

Un golpe certero del guerrero enano y el legado había muerto, nunca tuvo la oportunidad de reaccionar tras caer dormido, nunca tuvo la oportunidad de matar a alguno de los héroes antes de ser derrotado. Estos habían mostrado ser experimentados combatientes, pues no habían dado oportunidad a la derrota, y aunque está había estado muchas veces asomándose tras las sombras de la batalla, siempre habían conseguido mantenerla a raya, ya fuese por sus planes, por la ayuda de Hikra, por las acciones desesperadas de algunos de ellos, o bien, por la suerte.

Cierto era que sin Hikra y el nexo de poder aquella batalla no se habría ganado, pero igual de cierto era que, el plan había sido de los héroes y era lo que había condenado al legado; y que incluso había sido Hikra quien había puesto parcialmente las cosas en riesgo al aventurarse de forma desesperada tras el legado. Más aún, era importante reconocer que habían derrotado a todo un pequeño ejército, compuesto por veinticuatro oponentes, lo que incluía a un poderoso legado, a un jefe orco con su compañía de 20 soldados orcos, a su vez un par de traidores ereños, de los cuales al menos uno tenía la pinta de ser un duro guerrero; pero por suerte las aguas de la poza le jugaron una mala pasada, al igual que a muchos de los orcos.

Finalmente, una vez que el extraño temor que lo había asustado de esa manera remitió, Wendell fue capaz de notar la punta de una jabalina que se movía en el agua, cerca de sus manos. Eso fue suficiente como para descubrir donde estaba el "arriba" y, con un par de movimientos de sus piernas emerger a la superficie

- El legado, donde está? - fue lo primero que preguntó al notar como sus compañeros parecían demasiado tranquilos como para estar en peligro - Consiguieron acabar con el? - insistió mientras trepaba a la orilla y agradecía al gnomo con un seco cabezazo - Era más poderoso que lo creí capaz - se explicó - No se como consiguió empujarme al agua de esa manera. Hubiera jurado que la orilla estaba bastante lejos - agregó, dejando claro que estaba bastante confundido respecto a lo que había pasado - Y de alguna manera impidió que pudiera nadar. No sabía que podían hacer eso -

Tras respirar profundamente sus ojos barrieron el lugar, tratando de entender que había pasado durante su chapuzón - Muertos o dormidos? - terminó preguntando tras escuchar algunos leves ronquidos en el lugar - Supongo que, aunque no me guste deberíamos acabar con los dormidos. No será muy agradable, pero no podemos dejar que se escapen y avisen a nadie más -

El legado había muerto, echando la vista a la cueva podía verse  a multitud de orcos caídos o flotando en la poza. Habían hecho una carnicería. Lo cierto es que Jonad no se sentía participe de aquella victoria una vez analizo su aporte, pero estaba vivo y sus compañeros también. Suponía que al menos debían de concederle que era un amuleto de la suerte.

Pronto los orcos dormidos serian pasados por la espada y terminaría aquella misión.

Mi hachazo, si bien no separa la cabeza del Legado de su cuerpo, cercena completamente su garganta hasta el hueso. El humano abre los ojos rápidamente por el dolor pero nada puede hacer mientras se asfixia con su propia sangre, con todos los conductos de su garganta cortados. Sus ojos se baten con desesperación mientras sus manos se agitan sobre la sangre en su cuello, intentando vanamente deshacer lo que mi urutuk causó. Finalmente, se fijan en mi rostro mientras le observo, sin emoción alguna pues a pesar de que tengo derecho de sentir placer con su sufrimiento, no es así. Simplemente no siento nada y la sensación de justicia se desvanece tan rápidamente como el brillo de sus ojos, que se quedan fijos tanto en mí como en un vacío que no soy capaz de mirar. Ahora, en él solo queda la muerte mientras que en mí no queda nada, pues todo lo que tenía ya ha sido arrebatado hace tiempo.

Sabiendo que el deber aún no termina, guardo la urutuk en mi mano, recojo la que dejé en el suelo y, con ella en mis manos, me dirijo donde el orco más cercano, que es el aparente líder de la partida. Sin emoción alguna pues ya estoy convencido que cumplir con mi deber no me aporta emocionalmente, corto la cabeza del orco sin ninguna dificultad, que rueda un par de metros más allá de su cuerpo.

Y luego el otro, y el otro, dejando para el final separar la cabeza de cualquiera de los traidores que pueda respirar aún, asegurándome de que ninguno de ellos viva ni por casualidad para ver un mañana pues simple y llanamente, no lo merecen.

Mientras realizo mi labor, me asalta una duda que quisiera responder. Miro al Guardián y le hablo:

 - "Hikra, sé tonto quizás preguntrar, pero.... ¿Por que tanto odio tú a Sombra? Sé todos motivos-tenemos prro tuyo prarece mucho muy intenso."

La verdad es que todos tenemos motivos, pero tal odio sin planes, sin medir consecuencias, solo puede significar una pérdida personal o un agravio particularmente grande. Si todos los seres de agua como él, poderosos para derrotar a una partida de orcos él solo, estuvieran de nuestro lado, vencer a Izrador no parece tan lejano. No me extraña que el Oscuro haya buscado el odio de todos mientras se asentaba en el poder y eso mismo puede ser lo que termine reventándole en la cara.