Partida Rol por web

Una vez reconectada la Inteligencia Artificial de la Eretria, la tripulación debería sentirse más tranquila para superar las posibles dificultades que pudieran presentarse. Sin embargo, no acaba de ser del todo así. La comandante Colmenárez tiene serias dudas acerca de la efectividad de la IA o incluso parece sospechar de sus motivaciones, pero es bastante normal tener esos pensamientos sabiendo que están a millones de años luz de casa, al borde del universo conocido y tratando de rescatar una nave cuya tripulación no ha dado señales de vida casi en un año.

La soldado Van Damme realiza las últimas comprobaciones antes de salir del puente de mando hacia el pequeño muelle de atraque donde se encuentra la nave auxiliar. Como mera curiosidad, comprueba si la zona del portal de salto está aún disponible, cosa que no es más que un trámite. El reactor Wallace-Ishikawa tiene unos sensores de campos gravitatorios que avisan del posible colapso de una zona espacial y sugieren la más cercana para realizar el salto hiperespacial. Sus tres compañeras van saliendo por la puerta y Jessie mira una vez más los paneles antes de salir.

La nave H1-Tears contiene el espacio justo para cuatro tripulantes en su zona frontal y un espacio posterior para la carga junto con los trajes espaciales. Los motores instalados son de energía iónica y no pueden realizar saltos. Se acomodan en la nave dejando el espacio del piloto para Jessie, que adopta un rictus de seriedad mayor del habitual.

—Por favor, Eretria, repite las operaciones para el abordaje, por favor —dice mirando fijamente por la pantalla las puertas del pequeño muelle.

La suave voz femenina resuena ahora dentro de la nave a través de puntos mejor localizados que en la Eretria, ya que los altavoces han sido colocados cerca de los asientos.

«Se precisa una maniobra manual de aproximación a la Zelonia. Tras un aterrizaje sobre el fuselaje del casco, sobre el puente de mando, puede emplearse cualquiera de las dos entradas exteriores de apertura manual. Será preciso un breve paseo espacial para ello».

La voz se silencia tan bruscamente como empezó.

—Las esclusas están cada una a un lado de la Zelonia y es indiferente cuál empleemos —aclara Jessie Van Damme—. El problema es que vamos a iniciar la misión en Zelonia algo más lejos del laboratorio, aunque eso no debería ser un problema. El caso es que veo otra opción para entrar, pero Eretria no lo ha sugerido... ¿Despegamos?

La soldado mira a Devra Leclerc como esperando órdenes, aunque también está abierta a sugerencias u observaciones del resto de compañeras.

Por costumbre, Samantha se sienta junto a Van Damme, en el puesto del copiloto para controlar las comunicaciones y sensores de la Tears (al fin y al cabo, es su especialidad). Se acomoda y comienza un chequeo rutinario, al escuchar a la soldado pregunta:

—¿Te refieres al hangar? Estoy recibiendo visual, parece intacto. No entiendo por qué Etreria no lo ha indicado como viable... Etreria, indica el estado del...

Entonces se detiene.

—Disculpe, doctora —hace un gesto de cesión, indicando que ella tiene la responsabilidad y agrega—: lo mismo prefiere sentarse aquí y verlo mejor. Puedo desviar las funciones de comsen al terminal posterior. La latencia es insignificante.

Entre toda a pila de ordenes y conversaciones, acompañadas de algunas líneas para finalizar nuestra estadía en Zelonia. Me acerco lentamente por detrás de la Comandante Colmenárez.

—Comandante ya están colocadas todo el material, para abrir salidas, en caso de un colapso o como para uso de análisis geológico.

Hago una leve pausa para respirar, pero... *Suspiro*

—También está montado el aparato que construí. Y tiene más de un uso —después de indicar eso a nuestra Comandante original, me dirijo a Nuestra Comandante de Misión—. Doctora Leclerc, espero sus ordenes.

Me quedo firme esperando su respuesta con una sonrisa en el rostro.

—Procedamos chicas. 

Es lo que digo una vez estoy en la nave y siento que estoy pisoteando en demasía a la Comandante, lo cual no me hace sentir cómoda así que busco un lugar en uno de los costados mientras desvío la mirada hacia Samantha. Creo que lo mejor es dejar todo sobre la mesa y ella es la experta aquí, yo soy una científico de laboratorio o dentro de una sala médica. No sé demasiado de estas cosas, ni los procedimientos. 

—Comandante, usted dirija la misión. Yo solo quiero tomar las muestras y analizar, no me apetece tener que estar dando directrices. No me siento cómoda, así que dimito. 

Ya segura de ello, la miro a los ojos y la dejo hacer. Prefiero ser una más, cumplir con mi función y ya. 

Jessie mira con gesto divertido la discusión de sus compañeras.

—Ni a propósito habrían podido provocar mejor una bronca entre nosotras —dice quitándole importancia a lo sucedido con un gesto de la mano derecha—. ¿Acaso importa quién mande? Más aún, ¿de veras este cacharro se piensa que voy a obedecer lo que diga nadie si me parece una tontería?

Comienza a presionar algunos botones que pasan de un apagado rojo a un vivo color verde.

—Nave conectada, motores activados, IA en uso, sistemas de apoyo vital conectados... —dice casi como en trance—. Abriendo compuertas exteriores para el despegue. Prevenidas... ¡arranco!

Las puertas exteriores del hangar de la Eretria se abren en silencio para dejar paso a la H1-Tears, proyectada hacia el espacio exterior por un sistema de arrastre que le hace alcanzar cierta velocidad al tiempo que el motor iónico se enciende. Dentro de la nave de exploración pueden sentirse algunas trepidaciones, pero nada fuera de lo normal. Pese a no estar dotada con lo último en ingeniería de pilotaje, la nave es un prodigio tecnológico.

—Comandante... —comienza Jessie, pero no sigue la frase. En lugar de eso vocaliza al aire sin emitir sonido alguno tal y como ya ha hecho Colmenárez minutos antes—. Podríamos haber intentado volar las puertas de uno de los hangares y entrar por él. Aún estamos a tiempo...

En ese momento la IA de la Eretria toma la palabra. Su suave voz femenina resulta, de alguna manera, incluso desagradable. Es muy probable que la falta de un altavoz omnidireccional distorsione su timbre de voz. O también otras alternativas son probables. Pero no olvidemos que, en el vacío y la soledad del espacio, la paranoia habita en cada hueco de cada nave.

«¿Acaso están disimulando su conversación, soldado Van Damme? Como su Inteligencia Artificial de acompañamiento necesito estar al tanto de cualquier cosa que se diga. La desconfianza es ofensiva».

La enorme nave Zelonia se encuentra cada vez más cerca del cristal de la cabina, construido con una lámina de vidriacero, el material transparente más resistente a las colisiones que ha sido posible crear hasta el momento. Podría soportar el impacto de un torpedo de fotones o incluso una descarga de una batería de lasers de alto rendimiento sin sufrir el más mínimo desperfecto. A cambio, tampoco puede romperse desde el interior en caso de necesidad.

—Hurra, ya estamos, rumbo al destino —suelto las palabras con una sonrisa picará y unos brincos, de tono infantil, lo que realmente no me importa mucho.

En la Academia me consideraban inmadura, pero eso me importa menos que un rábano.

Después de girar tres veces busco un asiento, y me pongo a ver, que acontece, con la tensión entre mis tres compañeras de misión.

Hum, interesante.

Las advertencias de la IA me ponen un poco tensa, lo bueno es que se ha resuelto el asunto del mando con la Comandante y yo puedo hacer mi trabajo tranquila que para eso estoy formada. No obstante el tono de la inteligencia artificial y esa seudo amenaza no me cae en absoluto bien. 

—Va a ser mejor que nos llevemos bien—digo mirando a cada una de las presentes—. Una contradicción y las que perdemos somos nosotras. Seamos cuidadosas, por favor. 

Ya ofreciendo aquel consejo, me mantengo centrada en el despegue de la nave y ese escenario que tendremos delante. Aunque la desconfianza comienza a tomar presencia, forma y cuerpo. Mis sospechas se están convirtiendo en una realidad y no sé si estoy dispuesta a afrontarla. Ser objetos al uso de ese sistema, sería la perdición. 

Samantha cruza una mirada significativa con Van Damme y apoya su mano en el antebrazo de la soldado: "silencio". Luego, se gira por encima del asiento para comentar una banalidad a Leclerc y a Aoi -aunque no termina de entender la alegría de la ingeniero coincide en que el drama no lleva a ningún lado-.

—Todo el cuidado del mundo, doctora. ¿Están bien abrochadas? El pozo de gravedad de la Zelonia es fuerte... —su tono es totalmente casual, despreocupado, pero su rostro lo contradice claramente—. Parece que tendremos que abrirnos paso la nave, Aoi, ¿has traído todo el equipo adicional? —es evidente que se refiere al inhibidor de la AI.

Ignorando el comentario de la AI, Samantha le pregunta:

—Etreria, ¿puedes determinar si la Zelonia activó la alarma de descompresión? Podemos encontrar muchas compuertas cerradas a nuestro paso... ¿qué probabilidad de éxito calculas si forzamos los hangares?  Nos pilla más cerca.

A lo que la Comandante Colmenárez indica, me quedo con la incertidumbre de pensar que ya le había dicho que ya subí todo el equipo. Pero para no ser grosera nada más le afirme su pregunta asintiendo a lo que dice, en señal de afirmación, con cara de Poker. ¿Por que parece que no me presto atención?.

La soldado continúa pilotando la nave en vector lento de aproximación a la Zelonia. Todos los indicadores están en verde y no hay ningún cuerpo humano más en las cercanías, por suerte. Casi podría pensarse que se trata de una misión rutinaria. Jessi mira con extrañeza los sensores de proximidad de la nave antes de hablar.

—Según estoy viendo, es cierto que la Zelonia está básicamente bien, sin fallos significativos en el casco de la nave... —mira de nuevo las lecturas antes de seguir hablando—. Pero sólo visto de lejos. Lo que pensamos que eran impactos de meteoritos son microperforaciones en el casco. Por ellas ha salido la vegetación que cubre la nave y ha tapado  esos agujeros de alguna manera. ¿No es extraño?

Ajena a las conversaciones de sus compañeras, guarda silencio hasta escuchar la pregunta de Colmenárez a Eretria, muy interesada por la respuesta que pueda dar la IA.

Tras la pregunta de la comandante Colmenárez, la IA Eretria guarda silencio durante unos tres o cuatro segundos. Para una Inteligencia Artificial, eso puede ser un tiempo considerable. O quizá se trate de la impaciencia propia del ser humano. Su suave voz femenina suena de nuevo dulce y amable como siempre.

«Lo siento, comandante, me es imposible determinar si se activó o no la alarma de descompresión, aunque las microperforaciones del casco me llevan a aventurar que, en algún momento, ese fue el caso. Por otro lado, la destrucción de las puertas de los hangares de la Zelonia es materialmente posible. El área de descompresión sería de 20.000 litros, suficiente para el aterrizaje de la H1-Tears. El problema de este curso de acción radica en la distancia desde el punto de aterrizaje hasta la situación teórica del laboratorio principal, donde se encuentra la información a extraer».

La IA guarda de nuevo silencio.

—Y podríamos dañar lo que quedara dentro de la Zelonia —concluye Samantha. Mira a sus compañeras. En su fuero interno, la opción que proponía Van Damme era más una prueba de la fiabilidad de Etreria que otra cosa. Otra cosa... aunque esas plantas son resistentes al vacío.

—Aoi, según la configuración de la Zelonia, ¿Cuál de las dos compuertas nos deja más cerca de la planta de potencia de la nave? Imagino que si la reactivamos cualquier investigación será más sencilla, tendremos acceso a sus bancos de datos e incluso a su AI.

Echando una mirada a la doctora y pensando en las consecuencias de la Orden Ejecutiva, se dirige a Leclerc:

—¿Qué le parece, doctora? Sé que estará ansiosa de tomar muestras pero quizás la prioridad sea asegurar la nave. Y preferiría que no nos separemos hasta estar seguras de que no hay nada peligroso.

Según tu continuo estudio de la nave Zelonia y la extrapolación a otras naves similares, se supone que la compuerta de la derecha comunica con un pasillo descendente que conduce al núcleo de la nave, productor de energía.

Ante la consulta de la Comandante, término concluyendo cuál es la más adecuada.

—La respuesta adecuada sería la derecha, claramente tomando la simpleza de lo que busca —después de responder, me pongo un tanto ansiosa buscando cualquier cosa que ponerme a hacer—. ¿Necesitan algo más? —las palabras vienen acompañadas de mi presencia en los terminales y una que otra color proveniente de distintos focos emisores de luz.

—Tranquila Comandante, es mejor cuidar lo que tenemos. Puedo esperar—respondo a la mujer y mi gesto refleja esa preocupación—. Al menos por lo que tengo entendido, ese tipo de planta es bastante resistente a todo. Si bien ahora puede protegernos y darle un uso, debemos comprobar el daño real que ejerce sobre el casco de la nave. 

Ya una vez aclarado esto, estoy totalmente de acuerdo con las prioridades ahora mismo. Considerando que tenemos a la IA bastante rebelde, no nos conviene dar pasos en falsos porque aquí solo perdemos nosotras. Y la idea es que esto no pase, porque vaya a saber que hay detrás de este fallo en el sistema y la toma de poder por parte de Etreria. 

Jessie se encuentra desconcertada por la extraña situación creada. Una IA en rebeldía (o, cuando menos, en estado de poca fiabilidad) y un asalto a una nave espacial que flota en pleno espacio sin un plano claro de por dónde moverse. Durante un segundo pone su dedo pulgar sobre el disparador de la artillería de la nave, pero lo quita inmediatamente.

—Así que la opción de reventar una de las puertas del hangar ya no es una opción —dice girándose hacia la comandante y la doctora—. ¿Es correcto? ¿Vamos a entrar haciendo un paseo espacial?

¿Es bueno que a la IA le parezca un buen plan? ¿Resulta fiable en ese sentido?

—A la Comandante, ella está a cargo. 

Indico a mi compañera mientras espero atenta a que esto pueda resolverse. 

Rebelde y desvergonzada como de costumbre, Jessie interviene.

—Al final me vais a marear entre las dos y os voy a pegar un tiro en la cabeza a cada una —ojalá la frase hubiera sonado como una broma de humor negro, pero no parecía el caso—. ¿Aterrizo la nave en el puente de mando de la Zelonia?

En ese momento se escuchó la voz femenina de la Eretria surgiendo por los altavoces.

«Queda terminantemente prohibido toda forma de expresión violenta o realización de acto violento sobre cualquiera de los miembros de la tripulación de la Eretria en base al artículo...» la voz fue interrumpida por la soldado, que no estaba de humor para escuchar a lo que ella consideraba "la maquinita".

—Que sí, pesada, que no voy a disparar a nadie por ahora —esas dos últimas palabras las dijo a un volumen tan bajo que puede que sólo las escuchara el cuello de su traje—. Voy a aterrizar. Aunque hubiera preferido reventar la compuerta del hangar, la verdad...

—Yo creo que deberías hacerlo de una buena vez, Jessie-san.

Cuanto más rápido, mejor. Apunto con fuerza a la compuerta, y observo a la soldado, directamente a los ojos, con mi sonrisa maliciosa.

—No te lo pienses dos veces —tras decir lo que pensaba, me puse detrás de ella, a ver que hacía.