Partida Rol por web

Aquel golpe, aquel potente golpe, partió por la mitad a la vespoid dejando tan solo sus alas flotando en el aire, tu espada corto limpiamente su cuerpo y te sentiste algo mejor por ello, pero las demás no parecían molestarse si quiera de que la hubieras matado y podías entender que era porque eran insectoides y al contrario que las kelbin, tenían mente colmena, eran prescindibles.

De nuevo comenzaron a zumbar a tu alrededor era complicado el concentrarse en todas ellas porque el zumbido hacia que te marearas buscándolas, pero te las ingeniaste para esquivar a dos de ellas, simplemente agachándote para poder dejarlas pasar. El problema fue la tercera que esta vez te pincho en uno de tus brazos dejándolo un poco adolorido pero aquello como no, no era lo único que hizo.

El veneno empezaba a esparcirse por tu cuerpo, sentias calor, sudabas y tu miembro cada vez estaba mas duro al mismo tiempo que tu vagina chorreaba, pero era como extraño, sentías tu lubricacion como mas pesada al salir de tu cuerpo.

-Miel, miel, miel, miel.-

Alay seguía combatiendo con mayor confianza tras haber podido derribar a una de ellas de un golpe. Pero la confianza también parecía tener otro significado. Se estaba excitando más de lo que debería por lo pequeños cuerpos de aquellas criaturitas. No... Estaba segura de que se trataba de su veneno, no podía ser otra cosa. Además... ¿Por que demonios notaba su sexo diferente? Se notaba pesada y pegajosa pero se le ocurrió una idea.

Si lograba herirlas lo suficiente, tal vez podría capturar a alguna para luego interrogarla. Por lo que se dispuso a golpearlas a una por una, esta vez el turno le tocaba la que hasta ahora no le había dañado. Realizó un molinete con la espada y luego encajó un tajo de forma horizontal. - ¡Rindanse y tal vez podamos negociar! 

-Negociar???- Pregunto la herida, habían dos que estaban zumbando débilmente, podías notarlas en las ultimas pero había una de ellas que estaba mas fresca que una lechuga. El combate se estaba alargando y no sabias bien bien cuanto tiempo podías aguantar, pero aun así el combate debía seguir.

Se quedaron mirándose pero era como si no te entendieran y volvieron a atacar. Los zumbidos volvieron a revolotearte, era como si dos de ellas te distrajeran y la ultima acabara por picarte, nuevamente el aguijon atravesó tu piel y inyecto su afrodisíaco en tu interior y ahora si, sentías mas placer, estar mas ansiosa que antes.

Tus testículos se hincharon y tu miembro estaba tan duro que empezó a asomar por tu armadura, jadeabas inconscientemente por culpa del veneno y un liquido preseminal mas espeso de lo normal empezó a brotar de tu glande como si las atrayera.

-Miel! La humana tiene miel!

-Tomar miel!

-Hay que conseguir miel!

Del todo impacientes sin parar de estar ansiosas por derrotarte de una vez.

Alay dudó un instante cuando parecieron plantearse la pregunta de negociar, pero todo fue en vano, su miembro asomó de entre sus pantalones y las vespoids volvieron a alborotarse. Alay bajó la vista para notar con cierta confusión como del glande emanaba un liquido más espeso de lo común. 

Aquel instante de distracción bastó para llevarse otro pinchazo, aquella ya empezaba a dolerle. Tanto por los cortes como también por la presión a la que se veía sometida su polla. Tenía que acabar cuanto antes con aquello. Si no iban a rendirse entonces tendría que matarlas. Cuando una de ellas se acercó no dudó en lanzarle una estocada.

Luego se volvió hacia el resto y dió un grito de batalla con el que buscaba sacar lo que quedaba de sus energías para continuar el combate. - ¡¡Uooh!!

Gracias a esas energías renovadas que sacaste de vete tu a saber, conseguiste la fuerza necesaria para rematar a una de ellas que golpeaste con fuerza con tu espada, la tiraste contra una de los arboles y la dejaste ahi muerte, con la cabeza agachada mientras sus alas daban un lastimero zumbido, aun así lo habías conseguido, habías eliminado a dos de cuatro pero estas aun tenían energía para seguir golpeándote.

-Miel!

-La miel gotea!

Una nueva picadura y ahora en un gemido forzado de placer sentiste como te corrías un poco y tu semen era mucho mas espeso de lo normal, molestaba un poco de hecho que saliera de tu uretra pero tenia el mismo olor y color, era simplemente que el veneno lo había espesado mucho, por aquel aroma una de las vespoid se había distraído por fortuna así que solo sentiste una nueva picadura que te dejo de lo mas caliente.

Solo quedaban dos de ellas, pero Alay comenzaba a notar el agotamiento y la excitación. Sentía la necesidad den enterrar su polla en algo o alguien. Jadeaba y soltaba algún gemido de placer inesperado de tanto en tanto. ¿Acaso iba a sucumbir ante aquella necesidad tan básica? No, no podía dejarse derrotar por ello como una cualquiera. Tenía que vencer. Iba a vencer. 

La determinación aun no le flaqueaba y eso ya era algo. A pesar de la incomodidad y la sensación libidinosa que la embargaba procuró apartar los pensamientos en los que se veía hundiendo la polla entre las pequeñas tetas de las vespoids y en lugar de eso corrió hacia la que estaba más herida. 

Sabía que no debería ser capaz de resistir el ataque, con lo herida que estaba, por lo que la golpeo con su espada para quedarse a solas con la última de ellas. A pesar de haber analizado todos los movimientos de las criaturas hasta ahora, no terminaba de hacerse una idea de cuan resistente eran y hasta ahora a lo único que podía optar era a golpearlas con todas sus fuerzas.

Una vez mas, tu espada acabo con una de las vespoid la cual se retorció un poco en el suelo antes de encogerse y claramente no servir para el combate, el combate estaba llegando a su fin, lo que parecía un desafió imposible se estaba convirtiendo en una realidad, estabas venciendo.

-Miel....miel...miel!- Grito desesperada la vespoid queriendo clavar esta vez el aguijón justo en tu miembro, pero era tan claras sus intenciones que tan solo con mover tu miembro como si fuera un resorte hacia un lado fue suficiente para que la vespoid se quedara a un lado.

Solo le quedaba un ultimo paso, un par de últimos golpes y todo se acabaría y así podría quitarse aquella sensación de encima. Observó a la vespoid siguiendo sus movimientos y no le resultó difícil esquivar al ataque. La idea del aguijón en su miembro era de lo más dolorosa y por fortuna llegó a esquivarla moviendo la cadera hacia atrás.

Aquel movimiento arriesgado había dejado a la chica avispa en una mala posición y Alayne no dudó en atacar. Pero mientras descendía la espada sobre ella, una idea cruzó su mente y en lugar de golpearla con el filo intentó girar la espada de lado para darle un duro golpe pero con el canto del arma, de forma que la vespoid quedara aturdida. Tenía planes para ella y una urgencia que satisfacer por culpa de la misma criatura. 

- Si te quedas quieta tal vez te deje probar un poco de esta miel - Comentó con el rostro ruborizando y sudoroso mientras que jadeaba y gemía por el efecto del afrodisíaco. 

Le diste directamente en la nuca, un golpe lo suficientemente potente como para tirarla al suelo, pero al no haberlo hecho con la parte filosa de tu espada la vespoid estaba medio noqueada en el suelo sin poderse apenas mover. El cuerpo quitinoso de la vespoid es tal como habías podido ver, las criaturas por lo general estaban desnudas salvo que su anatomía las tapase, sus alas ahora permanecían quietas y tenían un brillo especial, seguramente alguna protección para poder volar pero no sabias bien bien lo que era.

Sus pechos se podían ver, bien formados y pequeños al igual que su pequeña vagina que en ese momento estaba tranquila sin excitar, ella respiraba un poco inquieta y agotada totalmente con los ojos medio brillosos entre la consciencia y la inconsciencia. El tamaño de la vespoid era la mitad que el tuyo pero para lo que tenias en mente, era mas que suficiente.

Antes de nada miraste a las vespoid caídas intentando tranquilizarte un poco pero por tu excitación, dos de tres vespoid las desgraciaste y no pudiste sacar nada, a excepción de la ultima. Con mucho cuidado conseguiste extraer sus alas, a tus manos notabas un tejido muy muy delicado, si apretabas demasiado se romperían pero seguramente seria un articulo por el cual la encargada pagaría dinero.

No habías conseguido nada, tu mente seguía nublada y tu excitación no había arremetido, te llevarías a la vespoid contigo? La usarías ahí mismo?

Alay aun jadeaba excitada por el combate y el veneno. Tenía el cabello hecho un desastre, pegado a su rostro por el sudor. Al observar alrededor trató de comprobar que todas las vespoids hubiesen quedado derrotadas y se acercó a cada una de ellas para ver si tenían algo de utilidad. 

Solo pudo conseguir un par de alas, porque aunque intentaba serenarse su entrepierna aun estaba que ardía. Finalmente se resignó y desajustó el cinturón de sus pantalones. Se acercó la vespoid inconsciente y la movió suavemente de forma que quedara boca arriba. Volvió a observar a los alrededores con el rostro enardecido por el rubor. Pero no había quien pudiese observarles allí. No había testigos y necesitaba desahogarse ¿Que podía temer?. 

Poco a poco fue bajando su pantalón liberando por completo sus sexos aun humedecidos de manera exagerada. Se mordió el labio inferior y pasó un pierna a cada lado de la vespoid, arrodillandose sobre ella pero sin recargar demasiado su peso. ya que se la veía frágil y pequeña, y, ahora que estaba dormida, le despertaba cierta simpatía. No había dudas de que eran monas y sería una mascota muy cuqui, pensó, pero por aquel momento sus necesidades eran otras.

Le dió unos golpecitos en las mejillas para intentar reanimarla y acercó su polla goteante al rostro de la criatura. Se inclinó hacia adelante y empezó a friccionar sus sexos contra el cuerpo desnudo que yacía debajo. Mientras que su coñito bajaba por el vientre de la chica avispa hasta el coñito de ella, la polla de Alay se movía, quedando atrapadita entre sus tetas, y el glande presionaba contra la boca de la chica avispa, buscando penetrarla por vía oral.

- Puedes... lamer la miel si quieres... mmh... ahora... - Susurró extasiada, entre gemidos de placer que se iban acrecentando. Pero sin importarle si despertase o no la vespoid, Alay continuó moviendo las caderas de adelante hacia atrás y viceversa hasta que finalmente se corrió encima de la chica avispa.

- Mmmm... Nghhh.. si - Susurró cuando sus dos sexos explotaron de placer a la vez, empapando todo a su alrededor con la miel que tanto deseaban sus atacantes. Las piernas de Alay temblaban de forma descontrolada mientras que la embargaban sendas contracciones en su vagina y su pene. El alivió recorrió su cuerpo a medida que recuperaba el aliento y jadeaba. 

-Mhn...mhn...mhn...- El cuerpo de la vespoid era ciertamente algo suave, pero no era suave en plan carne, notabas que estaba cubierta por una película quitinosa que aunque no era dura del todo, prueba era los tajos que habías podido hacer con tu espada, tampoco era blanda del todo. Aun así la sensación de sus pechos era agradable, lo suficiente como para que te pudieras satisfacer y sentías la membrana especialmente frágil en el vientre, cerca de su vagina.

Los ojos de la vespoid empezaron a abrirse, confundida antes de buscar con su mirada algo que no entendía, sentía algo golpeando su rostro y en cuanto quiso saber que era, abrió la boca y por el mismo movimiento, metiste el glande entre sus labios. -Mmmmmmm! Mmm...m.....m.........m...mmmm.- Lo primero que intento fue gritar eso lo sentiste, pero después de someterla un poco y que tu semen impregnara su boca la vespoid empezó como a chupar, no a darte una felacion si no a absorber de forma bastante eficiente y dulce, el semen que se estaba liberando por culpa del afrodisíaco.

El interior de la boca si que era mas agradable, carnoso y húmedo, todo tu glande ocupaba casi toda su boca por el tamaño pero si llegabas a forzarla podías obligarla a aceptar mas miembro dentro de ella. Sus piernas intentaro soltarse de tu peso pero le fue imposible y el zumbido de sus alas te daba a entender que intentaba volar, pero sus alas rozaban con el suelo y dejo de intentarlo. De momento tenias a la avispa a tu merced.

Alay siguió empujando su polla contra la boca dulce y cálida de la criatura. No esperaba que pudiera experimentar esa sensación tan agradable cuando ella empezó a succionar todo su semen, por lo que en un momento se vió tentada a forzarla aun más, hundiendo su glande en la boca de la chica mientras que gemía de placer. - ¿Te gusta... mghnnn... mi miel? -Todo acabó demasiado rápido debido a su excitación, pero poco a poco fue relajandose a la par que su miembro regresaba a su tamaño normal. 

Los pensamientos sexuales poco a poco iban quedando atrás y en lugar de ellos comenzaban a aparecer otros. Tenía una misión que cumplir. El deber debía ir antes que el placer, en aquella ocasión había tenido que hacer un excepción, pero no seguiría demorándose. 

Miró a la Vespoid con desconfianza y se estiró hacia un lado para recoger su espada. La colocó sobre el cuello de la chica avispa y se fue incorporando lentamente. - No te muevas o lo lamentarás.

- Creo que me debes un favor, al final tuviste la miel que tanto querías y además no quiero matarte. Te voy a proponer algo... - Tragó saliva antes de hablar sin quitarle los ojos de encima para que no intentara nada extraño. Si sus sospechas eran ciertas, tal vez aquella criatura podría ayudarla a hallar las plantas. Después de todo, la vespoid vivía en aquel bosque.

- Estoy buscando unas hierbas aromáticas. Si me señalas la dirección correcta entonces te dejaré ir sin represalias por haberme atacado ¿Tenemos un trato? - Espero su respuesta subiéndose los pantalones con la mano libre y ajustando el cinto. Su ropa estaba desalineada y su cuerpo se percibía pegajoso, pero era algo a lo que se había ido acostumbrando.

El semen empezó a escurrir por tu glande bañando la boca de la vespoid que puso una cara de lo mas pervertida mientras sacabas tu miembro, se quedo medio bañada en tu espeso semen mientras efectivamente, una vez te corriste todo volvía a la normalidad, aunque te preguntabas si eso hubiera sido así si hubieran acabado de intoxicarte.

Se te quedo mirando e intento por un momento el moverse mientras cargaba su aguijón pero entre que su cuerpo estaba débil, estaba mareada y tenia la espada en su cuello, la vespoid se te quedo mirando inmóvil mientras hablabas con ella.

-Miel...- Iba diciendo mientras miraba el miembro que te guardabas y luego volvió a mirarte a la cara. -Tu...hierba...oler bien....- Fue diciendo antes de señalar hacia un lugar. -Ahí....- Acabo por contestar. Tonta de ti te giraste como para ver donde señalaba y antes de que te dieras cuenta el zumbido parecía alejarse, la vespoid había aprovechado para escapar mientras te distraía. Podías maldecirte si, pero al mirar viste, que no te mentía. Habías pasado por delante de las plantas y ni siquiera te habías dado cuenta, suerte que la vespoid había señalado donde estaba.

Encontraste las tres que necesitabas, pero estabas en las ultimas, quedaba la opción de hacer un breve descanso en el bosque y seguir con tu búsqueda o volver al campamento, por el momento el día era tuyo.

Alay fue lo suficientemente descuidada como para dejar que la vespoid escapase antes de comprobar si lo que decía era cierto. Por un momento se quedó embobada viendo como la criatura desaparecía a la distancia escondiéndose en la espesura y su rostro se tornó de un carmesí aun más fuerte que cuando estaba encima de ella. Suspiró resignada y se giró hacia el sitio señalado. Una sonríe cruzó su rostro cuando se encontró con la agradable sorpresa de las plantas que tanto le había costado encontrar. 

Recogió con cuidado las plantas, aun sintiéndose mal por haber dudado de la vepoid. Pero no tenía tiempo para quedarse allí lamentando. Estaba herida y completamente agotada por el viaje, el combate y la actividad previa. Si seguía vagando por allí seguramente se quedaría sin energías para regresar al poblado y correría el riesgo de encontrarse con algún otro monstruo.

No, se dijo. Debía regresar al campamento y entregarle a Felicity todo lo que había encontrado. Si bien no era la cantidad completa de plantas que precisaba, al menos cubriría una parte. Además deseaba consultarle por aquella ala que logró extraer de la vespoid, no le cabía duda de la utilidad de la misma.

Como no podía arriesgarse a perder todo su botín, Alay dio media vuelta y comenzó a deshacer el camino que había trazado, buscando la senda principal que la llevaría de vuelta al campamento.

Victoria agridulce, pero victoria después de todo, habías vencido y habías eliminado a nada menos que cuatro vespoids, una tarea de lo mas peligrosa a decir vedad. No tenias todas las hierbas pero el saco estaba bastante lleno y seguramente con otra visita al bosque seria suficiente para llenarla.

El sol estaba en lo mas alto cuando no solo viste una luz en tu campamento, habían dos, aunque una mas pequeña que la anterior. Conforme mas te acercabas mas escuchabas un sonido característico, maullidos, muchos maullidos. Una especie de caravana tirada por dos enormes bueyes se había estacionado al lado del edificio del gremio, como si fuera lo mas normal del mundo podías ver a una felyne, una chica gata, encima del carromato durmiendo al amparo del sol mientras movía sus orejas contenta de estar donde estaba. Seguidamente una segunda salio del carro, se te quedo mirando, te saludo y fue corriendo hacia dentro del gremio con una bandeja con una taza humeante mientras escuchabas dentro.

-Me estoy cansando de esperar...segura que tienes a una cazadora?- La voz de una mujer, un poco rasposa.

-Si Baba, te lo prometo, vino hace nada pero parece que sabe lo que hace.- La voz de la encargada.

-Me fio de ti niña...pero es que no a venido nadie...Mantequilla! Y mi te!- Grito la mujer antes de que la gata que llevaba el brebaje soltara un maullido y corriera hacia dentro.

Por fin llegó al campamento, agotada y sudorosa. Pensaba dirigirse directamente hacia el edificio del gremio, pero los maullidos que provenían desde aquel carromato en las cercanías le llamaron la atención. Se acercó a la bueyes y sonrió, pero antes de que pudiera acariciarles las orejas como tenía en mente vió que una chica gato salía del carromato.

Alay replicó su saludo a la chica agitando los dedos, entre confundida y divertida. Cuando la vio alejarse se dispuso a seguirla y fue entonces que oyó las voces en el interior ¿Acaso hablaban de ella? claro que lo hacían ¿Que otra cazadora estaría por aquella zona?. Conmovida por la forma en la que Felicity la defendía, pensó que sería mejor arreglarse antes de entrar.

Deshizo la coleta de la que se habían escapado varios mechones de cabello y la rehizo de manera meticulosa. También se arregló la armadura, que hasta entonces la tenía colocada de cualquier manera, enseñando más piel de la necesario. Se quitó el polvo del camino lo más posible y esperó que el olor a sexo que llevaba encima no fuera tan evidente.

Entró en la sala con el mentón alzado y el pecho henchido. Debía aparentar que era una cazadora hecha y derecha. Observó a su alrededor y exclamó forzando su voz para hacerla sutilmente más gruesa de lo que era. - ¡He vuelto! ¡La gran cazadora Alayne está aquí!

Al entrar lo primero que viste es que no solo habían dos gatas, habían varias mas. Una de ellas estaba como semi tumbada en los pies de una anciana que estaba sentada en una mesa, delante se encontraba la encargada también sentada como hablando con ella y enseñándole algunos papeles, entre medias de esa conversación habías pescado que hablaban de ti. En el local habían varias felynes que estaban trabajando, sobretodo limpiando y ese tipo de cosas, te miraban, movían las orejas, maullaban y seguían a lo suyo, eran una raza de lo mas curiosa la verdad, bastante obedientes si sabias tratarlas pero por encima de todo eran leales, las cazadoras usaban casi siempre una felyne para sus misiones, lo único que tu nunca habías tenido una compañera.

La denominada Mantequilla llevo la taza de te a la anciana, esta estaba muy entrada en edad, era pequeñita, bajita, llevaba un bastón con una extraña bola en su mango, seguramente para deleite de las gatas y te miraba con una sonrisa extraña y hablaba con su voz carrasposa.

-Esta?- Pregunto ella casi sin educación por encima.

-Así es, bienvenida. Porque no hablas con Baba os dare un poco de espacio.- Sonriendo contenta mientras iba a la barra dejándote el asiento libre.

-Pareces una cachorra, pero falta saber de que raza, soy Baba, comerciante y cuidadora de Felynes.- Se presento la anciana soltando una risa divertida antes de que la gata del suelo buscara con la mano en forma de zarpita el bastón de la vieja. -La niña me a dicho que vas progresando pero te cuesta.

Uhm - Alay avanzó por el lugar, descubriendo que todo el sonido que se oía en el interior era principalmente obra de aquellas criaturas. Al verlas trabajar se preguntó si Felicity las había comprado. Saludó a un par de forma nerviosa mientras que avanzaba, pero estaba claro de que no le prestaban demasiada atención a ella. De forma que Alay fue relajandose y se acercó a Baba.

Se quedó observando a la mujer por un momento y tan solo desvió la vista para girarse hacia Felicity al verla alejarse. ¿Que clase de negocios se suponía que debía tratar con ella? No es como si tuviera dinero para comprar una mascota, y menos aun una que sirviese de compañera.

- Soy Alayne cazadora... y aparentemente dueña de la aldea. - Respondió al saludo de la anciana y dibujó una sonrisa. - Soy una humana, eso esta claro. No tengo orejas, mire. - Se inclinó mucho para poder mostrarle la base de la cabeza. Estaba claro que las sutilezas no eran su fuerte.

Al oir lo segundo que menciona y vuelve a incorporarse hinchando el pecho, aunque sus senos se veían casi tan exiguos como siempre. - Voy progresando a pasos agigantados. Hoy derroté a cuatro vespoids yo sola y sin ayuda. No descansaré y dentro de poco el pueblo comenzará a prosperar nuevamente 

- ¿Esta buscando compañeros para sus Felynes? - Preguntó Alay con curiosidad.

-Jo jo jo.- Su voz era terriblemente carrasposa aunque de todas maneras, no era demasiado de extrañar dada la edad que seguramente tendría la vieja. -Eres una gran cazadora si crees que matando cuatro insectos es un gran avance, las cazadoras deben poder con monstruos grandes como montañas, así que aun sigues siendo una cachorra sin orejas de gata. -Se medio burlo, pero por alguna razón, sonaba que no lo hacia a mala fe.

-Mis gatas, no buscan ninguna compañera, pero el gremio me exige que las cazadoras tengan a un acompañante, sobretodo para que puedan volver vivas allá donde vayan. Acaso no estas interesada? Mis niñas pueden hacer muchas cosas, desde sanarte, cubrirte o hacer daño a las bestias, prefieres ir sola?

Uhm... - Alayne escuchó a la anciana entrecerrando los ojos con cierta suspicacia, pero finalmente asintió riendo - Es cierto, no tengo orejas, pero algún día me enfrentaré a cualquier tipo de monstruo. Ya verá, anciana Baba. 

- Entonces ¿Me dejará escoger a cualquiera de sus gatas? - La muchacha se giró para recorrer la sala con la vista, viendo a cada una de las Felynes que deambulaban por allí. ¿Deberían escoger a la que pareciera más fuerte? ¿O tal vez a la más veloz?. 

- No me vendría mal ir acompañada de alguien que pueda sanarme. La ultima vez descubrí lo duro que pueden golpear los Kelbins... - Le dió unas cuantas palmadas en la espalda a modo de agradecimiento. No mencionó los detalles finales tras aquel enfrentamiento, pero el recuerdo era igual de agotador. Alay fue deambulando por la sala viendo las reacciones de las gatas, riendo con algunas de ellas. 

Finalmente se decidió por una de cabello morado y se aproximó a tomarla como si ya fuera su mascota, levantandola en brazos y llevándola frente a la anciana. - ¡Quiero esta! ¿Es de las que sanan? tiene cara de que si... ¿En serio puedo quedarmela?