Partida Rol por web

No hacia mucho que la vida de Samantha habia cambiado, al menos en años de los cainitas para ella que aun tenia parte de su humanidad aun presente. Aunque eso probablemente no duraría mucho.

Recordando las enseñanzas fuiste al refugio comunal a buscar la compañía de los demás Sabbats y de paso tener un lugar seguro donde pensar que pasaría con tu futuro. La destrucción de la manada aun pesaba en la conciencia de la chica y la identidad de quien los asesinos era un misterio para ella.

Mientras pensabas en todo eso un vampiro con aspecto de motoquero se te acerco ofreciéndote la mano en un gesto amable. “Hola hermana. Nos enteramos de tu dilema y la arzobispa desea hablar contigo.” Dijo el hombre viejo con una voz calmada que no quedaba mucho con su aspecto o con los sabbats que habia conocido en la manada de su hermano. “Me llamo Tobias. Tobias Smith.”

Era tal el estrés al que Samantha estaba sometida desde el día en que presenció el cadáver de su hermano y el resto de su manada, que le dolía la cabeza casi de forma permanente desde entonces. No era mucho rato el que conseguía liberarse de la carga y pensar en otra cosa. La mayor parte de la noche la pasaba activa pensando la forma de encontrar a aquellos que habían cometido semejante acto. Y otra pequeña parte, en ver qué cojones iba a hacer ella ahora.

En esa segunda parte andaba en ese momento, tratando de saber como se suponía que debía actuar ahora. Aún era lo bastante neófita cuando le robaron a su hermano y maestro en aquel nuevo mundo para ella. Así que estaba realmente perdida. Sí, necesitaba ayuda por primera vez en su vida. Cosa que, tampoco le era plato de buen gusto. Ella siempre había sabido seguir adelante sola o acompañada. 

La chica observó al hombre que se le plantó delante. Miró su mano y después a él. En otra ocasión, habría rechazado tomar la mano del hombre y quizá, le habría saludado con un golpe en el hombro. Pero a estas alturas conocía lo justo el Sabbat como para saber que había que saber guardar las formas dependiendo de con quién, y desconocía quien era ese hombre. Por lo que, decidió darle la mano y mostrarse amable con él. Asintió con la cabeza ante sus palabras. — Un gusto Tobias. Soy Samantha Roy. Pero puedes llamarme Sam. — Con "puedes" estaba diciéndole más bien que, "debía" llamarle Sam. Pudo notarse en su voz, o no. — Estoy ansiosa por encontrarme con la arzobispa... — Murmuró casi más para sí, que para el otro.

El hombre devolvió la amabilidad con una pequeña sonrisa, que seguía contrastando con la pinta motoquera que tenia. Aunque por el apretón de mano sentiste que habia fuerza en su agarre aunque no se esforzaba.

“Sam.” Repitió entendiendo el mensaje y haciendo una señal para que lo siguiera. “Ella tambien contigo. Es una verdadera lastima que sea bajo estas circunstancias tan sombrías.” Comento el hombre con una voz tranquila.

“Como te encuentras hermana? Supongo que debes estar sin mucho animo ahora mismo pero la ciudad no se detiene por nadie. Me parecio verte algo perdida en la sala. La arzobispa pretende ayudarte con esta reunión y si le es posible con cualquier otro problema que tengas.” Empezó a hablar el hombre ofreciéndole con su voz algo de seguridad si es que ella pretendía aceptarlo.

Sam agradeció el gesto del tal Tobias a la hora de aceptar su apodo y lo siguió en la dirección que le señalaba. Sam no es que quisiera mostrar debilidades, pero no era tonta y sobretodo, siempre era sincera. Y en este caso de nada serviría mentir. — Lo cierto es que sí, me encuentro un poco perdida. Soy demasiado nueva... aquí, como para quedarme sola sin una guía. Es difícil sin mi hermano... — Su voz fue decreciendo conforme terminaba aquella frase y mencionaba a su hermano. — Lo único en lo que me gustaría tener ayuda es en saber quién fue el hijo de puta que mató a Aaron. — Musitó después apretando los puños.

Pronto recorrieron la sala mayor del refugio, nadie los detuvo aunque notabas como muchos te vigilaban o tal vez lo vigilaban al hombre que te guiaba. Este permanecia tranquilo mientras te escuchaba, aquellas miradas no eran solo curiosas sino que habían cierto odio en unas pocas pero rápido retrocedían ante la mirada del hombre.

“Algo sabemos de tu poco tiempo en esta vida, pero haz probado que a pesar de ello puedes sobrevivir.  Aunque imagino lo difícil que ha sido perder a alguien tan querido de esa forma.” expreso pareciendo genuinamente expresando esas palabras de apoyo. Aunque eso no le quitaba su porte de duro.

Asintio un par de veces. “Podemos investigarlo o ayudarte a hacerlo por tu misma.” Comento a lo ultimo mientras escalaban una escalera de caracol que los llevaba al segundo piso del lugar.

En el segundo piso les espero una pequeña habitación bien arreglada con un piso alfombrado y varias puerta. Pasaron por la puerta del medio para ingresar en una habitación mucho más grande.

En esta habían varios motoqueros vestidos de una forma parecida a Tobias, con chaquetas que dejaban ver el nombre de su banda. Los Angeles Perdidos. Aquellos cainitas contrastaban mucho con la habitación que habitaban que en verdad parecía pertenecer a alguien con un estilo totalmente opuesto. Habian muebles hermosos tapizados de una forma que mostraban su gran valor aunque los motoqueros no tenían problema en tirarlos o apoyar sus botas sucias en ellos. Habia una gran biblioteca y una mesa ambas usadas para depositar frascos que imaginaban como cerveza con sangre. Una mesa de villar parecio ser traída hace poco y los cainitas se divertían, mientras eran vigilados por el cuadro de un cainita que parecía no estar muy feliz de lo que pasaba ahí.

Sin detenerte siguieron hasta un estudio cruzando una nueva puerta hasta estar frente a una mujer detrás de un escritorio que se levanto y sonrio complacida cuando vio a Sam ingresar por la puerta. Tobias no tardo en presentarla como Sam.

“Mucho gusto Sam, me presento soy Carolina Valez. Espero que sepas disculpar que esta reunión sea asi de rápida y que el objetivo de esta sea buscarte otra manada rápidamente. Pero quiero asegurarme que ninguno de nuestros hermanos pase peligro en estas noches impredecibles.” Comento rápidamente pasando al tema de la reunion, haciéndole una señal para que se sentara.

La mujer frente a ti parecía de nuevo una motoquera mas pero habia algo mas en su porte y en sus palabras que le conferían una gran autoridad. Tobias casi parecio desaparecer a un segundo plano cuando ella empezó a hablar agachando su cabeza en sumison voluntaria a su líder. En sus palabras habia un acento mexicano, algo que no era muy raro ya que habia conocido a muchos hermanos de la secta de ahí que habían venido a Mont real por su importancia. "Por suerte creo que ya he encontrado a un grupo que puede aceptarte. Solo necesitaria que aceptaras ello."

Sam asintió a las palabras del tal Tobias, agradecía su ofrecimiento de ayuda, le vendría bien un poco. Siguió al hombre a través de algunas salas, las cuales observó pero no con demasiado detenimiento, a Sam le importaba bastante poco quiénes estuvieran allí o como estuviera decorado el sitio. Sintió las miradas y en primer momento se sintió molesta pero después pensó que no la estaban mirando a ella. Y siguió la mirada hacia Tobias. No encontró nada extraño para entender por qué lo miraban tanto, por lo que supuso, sería porque fuera conocido.

Cuando estuvo ante la Arzobispa, Sam mostró su respeto hacia ésta en cada gesto. No la había visto antes físicamente. Y le sorprendió gratamente. Sonrió e hizo un gesto con la mano que decía algo así como "nada que disculpar". Ante la noticia de una nueva manada, Sam tragó saliva. No es que le pareciera lo mejor que podría pasarle, pero mejor eso que no tener ninguna. Tendría que aceptar tarde o temprano que su antigua manada ya no estaba y pasar página. A pesar de que pareció quedarse unos segundos pensativa, rápidamente intentó enmendarlo asintiendo enérgicamente con la cabeza. — Sí, sí. Claro, por supuesto que acepto. — Dijo de manera ligeramente atropellada tras su pausa. — Quiero decir, muchas gracias por la rapidez. — Y su sonrisa hacia la mujer era sincera.

La Arzobispa se vio complacida con la respuesta de Sam, su rápida aceptación de su pedido parecía lo ejemplar que esperaba de ella. “Bien, dicho.”

“Veamos tu nueva manada se llama los Ratz de Montreal. Son una manada que por lo que intuyo se formo hace poco y si bien tienen los miembros necesarios para operar, prefiero darles mas ayuda en sus investigaciones.” Le empezó a explicar dándole una imagen rápida de su nueva manada.

“No se si estas enterada pero están pasando incidentes en estas noches que no podemos obviar. El primero es la división política que realiza Ezekiel proclamándose a si mismo como sucedor de Sangris y como autentico Arzobispo de esa ciudad. Algo que podes imaginarte porque es una tontería, yo llegue a este puesto por elección del cardenal de esta región. De paso no se porque deberíamos darle importancia a alguien relacionado con Sangris.” Comento dándote razones políticas para ciertos problemas que tenia el Sabbat.

Esto no era algo desconocido para tu persona, tu hermano te habia contado de esta puja entre carolina y Ezekiel por el titulo de Arzobispo. Tambien te habia contado de que el anterior Arzobispo, sangris Sire de Ezekiel habia sido un infernalita juzgado y aniquilado. Tambien se pretendía hacer lo mismo con Ezekiel pero este probo no tener relación alguna con los poderes infernales.

“Nuestro otro problema es algo que entre los demás cainitas se denomina como lo desconocido. Un grupo de individuos que según los informes de tu nueva manada parecen ghoul modificados. Su numero parece ser elevado como si alguien tratara de amasar un ejercito. El problema es que no sabemos quien y hay sospecha que un infernalista esta metido en ello.” Le siguió explicando no teniendo problema en narrarle un poco de lo que sufria la ciudad. Sam tambien había escuchado de lo desconocido, aunque solo fue en una advertencia de su hermano para no meterse dentro de las alcantarillas.

La Brujah neófita atendió a todo lo que la Arzobispa le contó. Desde su nueva manada, pasando por las disputas políticas que acontecían y terminando por sucesos extraños de los que ya había oído hablar. Su expresión apenas cambió, se mostraba seria, escuchando sin interrumpir. De vez en cuando asentía levemente con la cabeza, más para si que otra cosa. En ocasiones también bajaba la mirada y se dedicaba a mirar al suelo, a sus pies o a sus manos que reposaban sobre su regazo un poco inquietas.

Una vez terminó de hablar, alzó la vista a los ojos de la vistosa mujer que tenía delante. Esta vez si asintió hacia ella, mostrándole que había comprendido bien todo. — Tanto del tema... politiqueo, como de eso último... Estaba enterada. No mucho, no, pero mi hermano me contó algo. — Se encogió de hombros. Su tono de voz era el de alguien tranquilo, pausado y su forma de hablar la de alguien que no tenía demasiada formación, su forma de expresarse era limitada y su vocabulario pobre. Le decía aquello a la Arzobispa no por nada, sólo para que lo supiera. Frunció el ceño un momento y después alzó las manos, como queriendo disculparse. 

— Que... ¡Eh! Ningún problema en que me lo cuentes. — Aquella fue su forma de dejar claro que no estaba queriendo decirle que no le interesaba. Al contrario. La actuación de Sam hacia la Arzobispo mostraba respeto, sin duda, pero no era la mejor sabiendo como tratar con superiores o en cosas "serias". La etiqueta estaba de más. 

Bajó la mirada al suelo, se mordió el labio un momento pensando que igual la estaba cagando demasiado. Así que optó por preguntar algo. Sí, podía sonar super absurdo, pero no estaba del todo segura de saber como funcionaba aquello. Miró a la mujer con el índice alzado. — Ahmm... El vinculum... — Reformulaba lo que quería decir en su mente. — Quiero decir... — Pausa. — O sea... ¿Cómo es exactamente? Ahora tengo que... bueno, tenerlo con la nueva manada... ¿no? — Ni siquiera ella parecía estar muy segura de qué era lo que no entendía. Su anterior manada había muerto. No hacía mucho. ¿Ya podría tener el vínculo con otra? ¿Le tocaría especial? Era algo que la hacía sentir ligeramente incómoda.

La mujer negó con la cabeza. “Me alegra que tu hermano te haya contado cosas. No te preocupes que entiendo que me quisiste decir y yo no tengo problema en responder cualquier pregunta que tu hermano no pudo responderte.” Respondio con igual o mas educación que Sam apurándose a saldar cualquier inconveniente entre ellas.

Pero sin duda viste su sorpresa ante la pregunta que le hiciste respecto al Vinculum. “Tu hermano no te lo enseño o el sacerdote de este?” pregunto mirándola entera sin creerlo o dándose en cuenta finalmente de lo joven que era. “El vinculum es el vinculo mas importante que se puede crear en una manada, esto ocurre luego del Vaulderie una ceremonia trasmitida entre nosotros por muchos años. Esta ceremonia permitió a los primeros sabbats a escaparse de las ataduras creadas por los antiguos que reinaban sin oposición en la edad media y a crear una camaderia que aun en la muerte persiste en parte.” Le fue explicando con paciencia.

“Los sacerdotes son los encargados de conocer este ritual junto a otro y realizarlo cuando sea conveniente en la manada. Tu unión a la manada puede significar que lo tengan que realizar pronto para terminar de integrarte al grupo.”

— Sí, sí, mi hermano me enseñó. Sólo quería saber... bueno, eso. Si tras morir mi manada ya terminó... Si tendré que esperar a llevar a cabo el ritual con mi nueva manada... O si será inmediato. — Se encogió de hombros y sacudió la cabeza. — Bah, en realidad no tiene importancia. — Sacudió la mano apartando aquella connversación que en realidad había sacado prácticamente, por hablar. Se fijó en la mujer unos segundos y sonrió. — Gracias por haberme atendido y prestado ayuda tan pronto. Aquí tiene alguien en quien confiar. — Dijo siendo totalmente honesta. Quien la ayudaba, tenía su ayuda a cambio, siempre. Por lo que, mostró su fidelidad a la arzobispa. Estaría para ella si le hacía falta.

La arzobispa parecio ahora si entender la pregunta de Sam y asintió con algo de pesadez. “Eso es algo que decidirá el sacerdote de tu nueva manada.” Aclaro rápidamente.

“La muerte de tu anterior manada no termina el vinculum como algunos comentan, hay parte del Sabbat que sabe que este dura un largo tiempo en los supervivientes. Seguramente ahora sientas un peso en tu interior eso es el vinculum haciéndote extrañar a tu anterior manada. No puedo contestarte cuanto durara eso o si se ira con el nuevo ritual pero por el momento…deberas tenerlo presente.” Le explico dándole un especie de nombre a la melancolía que sentía, que bien podria ser porque aun era joven ella y algo de humanidad tenia aunque el Sabbat habia encontrado otra forma de traducir ese sentimiento.

Finalmente la mujer sonrio con mayor confianza. “Me alegra escuchar eso. Ten cuidado estas peligrosas noches hermana.” Le dijo en tono de despedida dejándola que se marchara si no habia mas que decir.

Sam estaba a punto de pedirle algún tipo de explicaciones con respecto al asesino de su hermano, pero dudó. Ella probablemente supiera lo mismo o menos de lo que ella sabía. O sea, nada. El asesino era un auténtico misterio. Así que, simplemente asintió lentamente con la cabeza en una pequeña reverencia. — Siempre lo tengo. — Contestó a su último consejo y se giró en posición para marcharse. 

La mujer le dejo irse pero en ese momento viste a Tobias decirle algo al oído. “Espera…” dijo teniéndola mientras le hacia repetir sus palabras a Tobias, tras ello fue con ella. “Me disculpo hermana, habia escuchado otra cosa. Ahora afuera se encuentra uno de los miembros de tu nueva manada, es un originario de nuestros territorios al sur y tiene el puesto de sacerdote. Un gangrel que según escuche estudia la misma senda que hacia tu anterior manada.” Le informo rápidamente antes de nuevo darle un gesto de despedida permitiéndole salir.

Afuera se encontró con la misma habitación elegante lleno de motoqueros aunque ahora estaba un hombre con un rostro extraño. El hombre estaba tapado con un sobretodo con capucha pero cuando se dio vuelta pudiste ver su cara, una cara con una piel que parecía agrietada como si fuera de tierra y unos cabellos tan duro que parecían de paja. Su nariz era grande y te parecía que se asemejaba a una nariz de un animal a pesar que no tuvieras claro cual.

Pronto se acerco a ella con un rostro serio. “Soy Kupuka, Sacerdote de la manada Le Ratz de Montreal.” Se presento inclinándose levemente. “Vamonos de aquí, me gusta el movimiento.” Le dijo con cierta frialdad o tal vez solo incomodo con el lugar en el que estaban ahora.

Sam nada más salir del lugar donde conversaba con la arzobispo, volvió al lugar con aquel ambiente tan... al que ella estaba acostumbrada. Nada nuevo. Se sentía como en casa. Ahí, justo ante ella había un extraño.. ¿hombre? Dudó por unos segundos de su naturaleza. En el tiempo que llevaba en aquella nueva no-vida había conocido vampiros con aspecto animal, Gangrel, los llamaban. Pero aquel, que claramente debía ser uno, era exageradamente la madre naturaleza personificada. Le gustó. — Hey. Sam. — Se presentó ella rápidamente. Aceptó el salir de allí vista su incomodidad. Era normal, pensó. Le molaría disfrutar del aire fresco y de las zonas abiertas, ¿no? Así que le siguió a fuera.

“Sam.” Repitió mientras bajaban de la escalera. “Dime Sam. Porque perteneces ahora mismo a nuestra manada?” pregunto con seriedad probándola. “Carolina me explico poco de esta ayuda como lo describió ella interviniendo en nuestra manada de esta manera.” Le explico sin terminar de esconder cierto rechazo ante la intervención de la Lasombra.

De cualquier forma siguieron avanzando con el gangrel caminado a una velocidad que ella podria seguir sin problema. “El resto de la manada esta ocupada ahora mismo asi que podríamos gastar este tiempo para conocernos.” Dijo sin sonreir como podria hacer otro que quisiera sonar esas palabras como una proposición indecente sino que parecía estar genuinamente curiosa por ella, aunque si era estudiante de la misma senda era mas seguro que la estaba probando.

Mientras mas hablas con èl mas notabas que de lejos el frances no era su primera lengua, aunque se defendia un poco porque el español era una lengua hermana pero de vez en cuando las palabras le salian con un acento raro.

— Ahmm... Seh, Sam. ¿Y tú? ¿Kapuka? ¿Te llamas así? Nadie puede tener ese nombre. — Podía sonar demasiado impertinente y mal educada y, bueno, ciertamente no tenía demasiada educación, pero no es que lo hiciera por incomodar, solo era sincera. La sinceridad que un niño que no entiende de maldad puede tener. Aunque, obviamente, Sam conocía la maldad y bien de cerca.

Caminaba junto al hombre mientras le mostraba de manera abierta su desagrado porque la arzobispo hubiera decidido meterla en su matada así como así. Cosa que Sam, sospechaba que pasaría ya que era un poco de la nada y precipitado.

No respondió a la primera pregunta, sino que se mantuvo callada, siguiendo al Gangrel y escuchándolo. Finalmente, con respecto a la segunda frase, hiló ambas respuestas, ya que contestando a una, también estaría conociéndola. En un primer momento, antes de hablar, lo miró como analizandolo. Iba a ser su nueva manada, sí... Pero, se fiaba más bien poco de nadie después de lo último acontecido. Finalmente, decidió que aquel hombre le parecía de fiar. Y no temió en contarle.

— Alguien asesinó a mi antigua manada. Sí, a todos. Incluido mi hermano. Mi hermano... De sangre, quiero decir. — Conforme terminaba de hablar la voz se iba perdiendo y su mirada se perdía en alguna parte detrás del hombre que tenía delante.

“Kupuka. Asi me llamo. Es un nombre de los nativos del sur de este continente. No me acuerdo el significado de mi nombre, hace mucho que lo tengo.” Le explico no pareciéndose molestarse con la pregunta, suponías que no eras la primera con esa complicación con su extraño nombre. “Algunos me llaman el cabra.” Le ofrecio serio sin parecer una broma.

La respuesta tardia recibió una algo atrasada tambien. “Todos somos hermanos aquí. Aunque te entiendo, hablas de tu hermano mortal. Lo lamento mucho que lo hayas perdido y a tu manada.” Comento con un tono mas suave pareciendo sincero en su sentimiento final aun cuando la alecciono antes.

“Lamentablemente eso esta pasando muy seguido estas noches. Nosotros perdimos a uno de nuestro miembros, aun no volvió a nuestro refugio y sospechamos que puede que no vuelva…” comento guardando unos segundos de silencio por su camarada. “Sospechas de alguien que pueda haber hecho eso a tu antigua manada?” pregunto.