Partida Rol por web

recorriendo la pared, para no pisar a ninguno de los monjes me aproximo cautelosamente a abrir la puerta situada a nuestra izqueirda

Así que el médico no había oído hablar de Dominique... lo cual significaba que el suceso había permanecido en secreto, o al menos los monjes se habían preocupado de que su muerte no se airease, hasta que Eric nos lo dio a conocer.

-Nos alojamos en el monasterio de Montserrat -contesté al médico-. ¿Nunca lo habéis visitado? ¿No han solicitado vuestra ayuda alguna vez los monjes?

No conocía muy bien la vida monacal, y por tanto desconocía que a menudo en los monasterios tuvieran un hermano enfermero con conocimientos de plantas y medicina.

 Era probable, en el mejor de los casos, que los monjes tuvieran su propio médico entre los suyos, al menos que dejasen la curación en manos de oraciones y rezos, así que era poco probable que llamasen a alguien de fuera para atender a sus enfermos y heridos...

El benedictino se agachó junto al primero de sus hermanos, acercando sobre él la antorcha para procurarse más luz. No había sangre a su alrededor, ni fresca ni seca, y parecía no tener heridas evidentes...

Ah si... el monasterio... -dijo como acordándose-. Ya veo; si, claro que lo he visitado, ya que los monjes suelen ponerse enfermos muy a menudo... Ya saben: los votos de pobreza, entre otros, "azongan" las tripas, que el "comer bien" es como dice mi santo Padre que en paz descanse, "tener salud", y éstos hombres poseen mala y poca alimentación... Claro que... desde hace uno meses, ahora que lo pienso... no parecen haberme llamado ni pedido socorro de medicina. Han dejado de enfermar, como quien dice... Supongo que tendrán algún nuevo hermano dedicado a la medicina, o que alguno de ellos ha comenzado a destacar en este campo y les trata... ¿Habéis visto en vuestra estancia alguno de ellos enfermos? Por curiosidad...

 Medite antes de responder:

 - No que yo recuerde, claro que no estuve mucho tiempo por ahí... - Observé a Gonzalbo. - ... ¿Y vos?.

-Acabamos de llegar -expliqué- et todavía hemos visto muy poco del monasterio. Mas decís que los monjes suelen enfermar et sin embargo llevan meses sin llamarvos... estraño me paresce. Creo que debiéramos buscar al hermano enfermero si lo hubiere -le dije a Gabriel-, et si non, indagar sobre las razones por las quales non lo hay nin se llama al médico.

Después volví a dirigirme al médico.

-Gracias por vuestra ayuda. ¿Cómo os llamáis, por cierto?

  Esperé pacientemente la respuesta de médico. Necesitaba preguntarle una cosa más, pero era mejor, si era posible, que mi compañero no me oyese...

No, ya le digo yo que no, señor, pues yo me encargo -le respondió a Gabriel-. Mi nombre es Faustán. Es un placer. Ahora he de irme al siguiente pueblo. Con Dios...

El médico caminó pueblo abajo y se fue alejando lentamene.

En esos momentos, justo detrás de vosotros, oís un leve portazo, como si alguien (algún vecino), cerrara de inmediato su puerta. Lo más probable es que estuvieran fisgando vuestro encuentro con el médico.

Bernardo, finalmente, optó por no tocar a aquellos que andábanse tumbados en el suelo de mil formas, y se espetó rápidamente con Bertrán. Ambos dos entraron en lo que parecía una salita pequeña (16), contigua a donde estaban. El lugar era lóbrego, muy pequeño y sobre todo oscuro. Tan sólo una velita posada en un hueco de la roca de la pared hacía visible (y de muy mala forma) algunas figuras en su interior. Allí había... ¡gente! Claro que estaban como tumbados/sentados, con sus brazos extendidos pero su cabeza agachada... ¡Estaban encadenados a la pared! Tras fijaros bien contásteis a tres tipos, más bien, cadáveres, por cómo olían aquestos... y los grilletes aún hacíanlos apresar.

Aquellos tipos tenían hábitos, y los malogrados parecían muy jóvenes...

 Miré curioso a mi compañero:

 - Parece que alguien estaba interesado en nuestra conversación, tratad de averiguar quien es y lo que sabe, por favor, podría ser útil. Yo voy a consultar una cosa al doctor...

 A continuación me dispuse a alcanzar al médico...

Faustán se dio la vuelta en cuanto oyó pasos venir tras él.

¿Qué ocurre? -te dijo-.

 Le dediqué al hombre un saludo:

 - Disculpadme, quería saber si habéis oído rumores de algún tema misterioso asociado al ocultismo... He escuchado opiniones de que la muerte de nuestro amigo podría ser debido a fuerzas ocultas y, como comprenderéis, nadie quiere hablar del tema. ¿sabéis de alguien del lugar que esté familiarizado con el tema, por favor?. No deseo meter a nadie en apuros, solo quiero resolver este enigma y espero que vos podáis ayudarme. Os doy mi palabra de lo que hablemos quedará entre nosotros y no hablaré a nadie de ello...

Maldita sea Bernardo, aqui no percibo la presencia de Dios, sino del maligno ¿¡Qué clase de monasterio cristiano es este!? Cómo me falta el peso de mi acero agora mismo...

Con ojos como platos observo tan atroz escena, un monasterio que esconde prisioneros, monjes inconscientes en unas catacumbas, aquí apesta a herejía...

Debemos parar este mal ahora mismo, confío en que apoyéis mi juicio

Continúo con Bernardo trás de mí hacia la siguiente habitación a mano izqueirda, esta habitación no esconde más que muerte y corrupción.