Partida Rol por web

El marine no podía dar crédito a lo que veía. Espero con ansiedad infinita tener un buen tiro apoyado en el tabique.

- ¡MUERAN ALIMAÑAS ... MUERAN! ... BRAKABRAKABRAKA ... KAKAKAKAKaaa ... 

La metralleta vomitaba plomo sobre eso tan feoooooo

Si sangran es porque mueren y porque pueden destruirse

Mientras el fuego del arma iluminaba a los polizones, Sam vió en la mano de Ron una de las granadas. Eso nunca es bueno...

Amy se había acercado osadamente a una de aquellas criaturas, dispuesta a asestarle un buen zurriagazo con su palanca, pero la criatura resultó ser más rápida de lo que esperaba. Expulsó un líquido violáceo desde su aguijón trasero pero no alcanzó a su blanco, aun así aprovechó el líquido expulsado para deslizarse lejos de la androide, avanzando dos metros hacia la puerta.

Sam, aún queriendo salir de aquella pesadilla cuanto antes, trató de actuar, descargando toda la valentía que logró acumular disparando su arpón contra un panel desde el que se alejó otra de las criaturas, rodando para descubrir su desagradable panza, llena de zarcillos brillantes con los que había permanecido fijada al cadáver del que se había alimentado. La criatura trató de alcanzarlo con una mandíbula retráctil, pero él consiguió poner su lanza arpones de por medio haciendo que la criatura se enredase con el filamento de su proyectil, evitando así que se le aproximase lo suficiente como para morderle.

La tercera aberración lanzó un chorro de líquido por encima del hombro de Ron, sin llegar a darle, lo que hizo que el hombretón se lanzase a disparar con su ametralladora al bicho con mayor celeridad y furia. La ráfaga que iluminó el oscurecido cuarto de máquinas cortó por la mitad al asqueroso engendro, el que se deshizo en un amasijo de órganos reventados y humores rosas de apariencia tóxica.

De repente la nave ya no era tan silenciosa, peor los tripulantes de la Medellín no estaban seguros de si eso era una mejora en aquel catafalco espacial.
 

Las malditas criaturas se mueven demasiado rápido.

- ¡Debemos acabar con ellas! -les grito a mis compañeros - sino será imposible moverse por la nave con tranquilidad.

Levanto mi palanqueta y trato de atinar un golpe a una de esas criaturas, con la intención de terminar con su vida. Esos malditos monstruitos se mueven demasiado rápido y soy incapaz de golpearles.

- ¡Joder! ¡Jodidos bichos!

Aquellos pequeños bastardos se movían demasiado rápido, ni siquiera le dieron tiempo a Sam a cargar de nuevo el arpón y casi los tenía encima.

Cogíó como pudo el sedal del arpón, e intento enredar en el al bicho que más cerca tenía, aunque no consiguió mucho más que mantenerlo apartado por un momento.

—Joder Ron, quítame esta mierda de encima

El marine abrió la visera en el casco de su traje de vacío y con una frialdad casi robótica llevo la granada a su boca...

Le dio un beso y ese... segundo... pareció una eternidad...

El mechero, una replica exacta de una granada, encendió el cigarro. Y fuego y plomo calló sobre las incautas criaturas.

En ese momento Ron había abandonado la nave y su mente vagaba flotando perdida en el espacio sideral. El silencio a su alrededor era total.
Solo interrumpido por el grave sonido de la voz de Ron...

- Madre, ¿estás ahí? ¿MADREEE?

En la Alexis el infierno se desató al completo; mientras el humo del cigarro flotaba a su alrededor. Una lagrima corría por la mejilla del marine.    

Amy trató de dar hierro al bicho que se le había escabullido en su primer ataque, pero la lubricación extra que se había proporcionado aquel invertebrado gigante hizo que una vez se deslizase ante sus narices sin llegar a alcanzarlo.

Sam pensó que tal vez podría hacer algo con el filamento de su arpón, pero aquella criatura era como una puñetera babosa cubierta en vaselina, aceite y baba alien, lo que hizo que, a pesar de tomar una forma anillada al ser presionada entre vueltas del filamento, se deslizase limpiamente entre ellas, impulsándose de frente hacia el mecánico.

Sam y Amy no sabían en qué peculiar psicodrama se había aventurado Ron tras encenderse el puro, pero algo había hecho click, y no hablamos solo del gatillo al ser presionado a fondo, sino a su severo entrenamiento, sobrepasando las nieblas del Stim para guiar su brazo armado mientras abría al medio a la criatura que se dirigía hacia Sam, para después desplazarse en silencio hasta apuntar a la criatura que trataba de escabullirse de la fastidiada Amy, soltando una segunda ráfaga de metralla que también terminó con aquel segundo gusano en esteroides.

- Gracias-le digo a Ron, tratando de no prestar demasiada atención a su estado mental- menos mal que estás aquí. Esos bichos se nos hubiesen comido por dentro.

Me acerco con precaución a los cadáveres, con intención de examinarlos.

- ¿Habrá más cosas de esas? Espero que no. ¿Alguien sabe que demonios son?

Alzando una de sus largas extremidades simiescas y con el cigarro entre los dedos Ron le responde a Amy (es alguna clase de saludo mudo). 
Mientras tanto, revisa que todo este bien muerto tanteando con el extremo de su arma.
- No es nada, me ha entrado un poco de humo en los ojos, a ellos les ha ido peor. Voy a vigilar que no vengan más de éstas cosas mientras trabajas. Jefe ¿necesita algo; puedo ayudarlo?
Tiene que haber algo bonito para llevarme de souvenir de este lugar...
Ron Johner es un acumulador compulsivo (y un rapiñero), buscará cualquier porquería para recordar la Alexis cuando esto haya pasado.

—No tengo ni idea Amy, no tengo ni idea, y no estoy seguro de querer saberlo.

El rostro pálido como la cera y la mirada catatónica, si no fuese por el sudor que le empapaba la frente se diría que el sintético era Sam, que aun tardó en volver al mundo real y quitarse de las retinas la imagen de aquella jodida cosa casi rozándole la cara.

Fueron las palabras de Ron las que le devolvieron al presente,

—Bien, bien, —no sabía muy bien que le había dicho, algo de trabajar, sí. Tenía que revisar los motores

—Ayudadme a apartar los cuerpos para poder pasar y después me conformo con que no os vayáis muy lejos, — lo de quedarse solo no parecía lo mismo ahora.

Amy revisó los dos cadáveres que atrancaban la puerta de acceso a uno de los motores de salto. En uno de los bolsillos del primero encontró 9 créditos ligeramente manchados de sangre, pero no hasta un punto en el que fuesen a perder su valor en manos de cualquier comerciante.

Mientras Ron se acercaba a observar qué encontraba, Amy tomó un peculiar tríptico de un bolsillo interior del segundo cuerpo, perdiendo algo de interés antes de alargárselo a su compañero gigantón. En su portadilla se leía el título EL DESPRENDIMIENTO DE LA CARNE, sobre una gráfica imagen en la que un sujeto desnudo, rodeado por compañeros de uniformes naranjas, se arrancaba los músculos del antebrazo izquierdo con los dedos desnudos de su mano derecha, con una apacible expresión de paz en su rostro, de ojos cerrados. Aparentemente era un folleto de reclutamiento para alguna secta que veía con buenos ojos la automutilación ritual. Posiblemente no era el tipo de recuerdo que Ron buscaba, pero cuando menos podía ser una buena lectura para el cuarto de baño o un recurso de primera necesidad si se acababa el papel higiénico reciclado de la Medellín.

Una vez que los cuerpos fueron apartados a un lado por la sintética, Samuel procedió a revisar la antecámara del motor de salto para encontrarse con la misma singularidad que ya había presenciado en los mecanismos análogos de la Medellín: algo había anulado, absorbido o inutilizado la carga energética del motor impidiendo su puesta en funcionamiento. Como en la otra nave, los motores de propulsión podían ser arreglados con relativa facilidad, pero dedicándoles un buen rato, peor con ellos no podrían retornar a su punto de origen o a zonas habitadas sin invertir décadas.

Aparte de eso, el mecánico contabilizó que habría unos 8 depósitos de combustible que podrían llevar a la Medellín, pero descargarlos a mano les llevarían unas cuantas horas.

- El que lo encuentra, se lo queda -digo con total naturalidad mientras me guardo los créditos.

Le echo otra mirada a los cuerpos, sin tocarlos.

- Tengo la sensación de que no nos va a gustar lo que encontremos aquí. ¿Habrán sufrido todos la misma suerte? Quizás deberíamos arrojarlos al vacío, por si tienen más parásitos.

Me doy la vuelta para mirar el pasillo que dejamos atrás y compruebo si el sensor de movimiento da alguna señal, aunque no sea fiable.

Ron rasco compulsivamente la barba incipiente que ya había crecido en su mentón.
Interesante tríptico, nunca había escuchado ni de cerca algo parecido. Hay muchos locos ahí afuera, por suerte la doctora me dijo que yo estoy mucho mejor. Solo tengo que beber menos... café. 
- O podemos dejarlos aquí Amy y volar la nave en caso de una epidemia mas grave. Ya sabes en el espacio ocurren accidentes todo el tiempo.
El gigantón comenzó a relatar una anécdota; susurrando de manera ininteligible, el cigarro y la velocidad con la que tiraba toda esa retorica militar era sorprendente.
- En resumen... al final todo voló por los aires en una muda explosión. 
- Todavía queda mucho por ver y recorrer, tal vez deberíamos apresurarnos. Siento unos ojos implacables a mis espaldas o es sencillamente el Stim. 
El marine rió socarronamente de nuevo (está vez la risa fue bastante forzada y antinatural). Los nervios comenzaban a presionar. 
Bebió otro sorbo de café. 

Observo a Ron y me planteo cuanto tardará en volverse inestable. Prefiero no hacer públicos mis pensamientos, no quiero ser la responsable de que la mecha se encienda y se vaya todo al carajo.

Sam asintió partidario de dejar allí los cuerpos y después volar la nave si era necesario o simplemente dejarla allí y largarse. En realidad lo que no quería era tener que tocarlos ni mirarlos siquiera otra vez.

La tentación de volver a la Medellín y cerrar todo, no le permitían a Sam pensar con claridad. Pero esa era una estupidez, se quedarían allí sin solución alguna.

La idea de que algo pudiera estar entrando ahora mismo en su propia nave, algo que los esperase a su regreso, también le preocupaba, pero no dijo nada, no quería parecer tan muerto de miedo como estaba.

—Vamos animal, salgamos de aquí, creo que te vendrá bien cambiar de aires, revisemos aquí abajo y subamos, quizás en la sala de control encontremos alguna explicación de lo que ha pasado aquí y podamos largarnos.

Sam había recogido el arpón, pero a la hora de moverse, con el tarje, le resultaba demasiado pesado, así que lo cargo a su espalda y cogió el vibromachete con la idea de defenderse si cualquier cosa le saltaba encima.

Tras aquel encuentro con... lo extraño... Los exploradores de la Medellín parecían un poco más desanimados y alerta que al entrar en este catafalco volante. Todavía no habían encontrado una solución al grave problema de tener a su nave varada y la Alexis se presentaba como un enigma del que parecían obtener una respuesta (Muerte) pero desconocían por completo las preguntas que llevaban a aquello.

Hablando entre ellos, siendo muy escuetos en sus exposiciones, dudas, miedos y sospechas, decidieron echar un vistazo a la primera cubierta de la nave antes de continuar con una expñoración más profunda en otros niveles, peor al cruzar el umbral que unía la sala de máquinas con el pasillo por el que habían llegado, algo pareció agitar toda la nave, ocasionando el apagado de todos los pilotos naranjas que bañaban el interior de la nave, el sonido de apagado de cualquier posible máquina que pudiese seguir funcionando coronó la preocupante anomalía.

EL pasillo quedó a oscuras por unos segundos, con sus ocupantes tratando de acostumbrar la vista a un nivel aún más precario de iluminación, pero pasados unos pocos segundos, los pilotos volvieron a encenderse. Puede que Sam y Ron soltasen alguna interjección o palabra malsonante durante aquel lapso de tiempo, peor estaba claro que Amy no había podido unirse a su quejido, ya que cuando el escaso halo anaranjado que bañaba las paredes de la Alexis volvió, los dos hombres vieron con toda claridad a la sintética en su inquietante estado de desconexión, en pie, pero doblada hacia delante en una postura casi imposible para un cuerpo humano, como un maniquí al que hubiesen roto la espalda. No era una visión agradable, pero duró solo unos pocos segundos más, ya que la androide recuperó su consciencia y con ella tomó otra vez su postura erguida, mirando con inquietud a sus compañeros, ya que no sabía qué abía pasado ni donde estaban, hasta que con los rápidos comentarios de sus compañeros consiguió reubicarse y recordar el reciente encuentro con aquellos bichos.

El mecánico y Amy tenían claro que aquello era un efecto a corta escala similar a un pulso electromagnético que había reseteado y reiniciado todos los mecanismos de la nave.

El escáner de Amy comenzó a emitir unos histéricos pitidos que indicaban claramente la presencia completamente inesperada de varias formas de vida en esta cubierta y posiblemente también en el resto de ellas. Parecían converger hacia un habitáculo de aquella misma planta, el cuarto que quedaba a mano derecha de los tres exploradores (estando ellos de espaldas al cuerto de máquinas), pero el aparato volvió a quedar en completo silencio tan pronto como Amy fue capaz de ver aquel registro.

-¡¿Qué demonios pasa aquí?!

Mi expresión de sorpresa inicial cambia a un marcada por la preocupación, incluso por el miedo. Maldigo por lo bajo, quizás debería haberme traído el traje de vacío, aunque tan sólo fuese para obtener mayor protección contra la posible amenaza de otras criaturas.

- No podemos quedarnos aquí -les muestro la que marca el escáner y pego mi espalda contra la pared contraria a la sala que no tardará en llenarse de algún tipo de seres- me parece que el saqueo tendrá que esperar, lo mejor sería ver como salimos de aquí con las respuestas necesarias para arreglar nuestra nave.

Esto no me gusta y aferró la palanqueta con más fuerza hasta que mis nudillos sintéticos comienzan a ponerse blancos.

Ron se para junto a la puerta a su derecha, el compartimento mas grande. El cigarro debe estar colgando de sus labios porque su casco parece una chimenea. Apunta su metralleta hacia la entrada sellada, a la espera de ordenes. Tanto Amy como Sam saben que Ron a entrado en modo asalto. En cuanto tenga paso buscará nuevos objetivos contra los que abrir fuego. Fuego y plomo.
- ¡Abracadabraaa! Aquí está papiii... 

—Le he estado dando vueltas, y no creo que haya nada aquí que nos permita reparar la nave, ni siquiera creo que tengamos que repararla. Lo que haya provocado el pulso electromagnético que te ha reseteado a ti y a la nave, sigue activo, tenemos que encontrarlo y desactivarlo, entonces creo que todo volverá a funcionar con normalidad.

Sam había pasado mucho tiempo en su vida pensando en como serían otras civilizaciones y si algún día se encontrarían con los restos de alguna, todas esas ideas habían creado un gran espacio de imaginación en el que no todo era siempre inofensivo, la naturaleza que si conocíamos nos enseñaba que lo que estuviera por conocerse podía ser realmente peligroso.

—Algo ha dejado varadas aquí, en torno a este planeta todas estas naves, no creo que sea una casualidad. Si no ocurriese nada más podría pensarse que es un fenómeno extraño astrofísico, relacionado con el núcleo de ese planeta o alguna cosa así, pero… esos jodidos bichos, si hay alguna relación, entonces … estamos atrapados en una tela de araña, somos como moscas, y en alguna parte, en alguna jodida parte, la araña reina espera su momento para…

De repente cerró la boca, empezaba a asustarse de sus propios pensamientos, tenían demasiado lógica.

—Ron, no estoy seguro de que debamos meternos en la boca del lobo, sabes que te apoyaremos, pero, ¿qué te parece si subimos primero a la sala de control y echamos un vistazo?

- Tú eres el jefe Sam, saltemos directo a la sala de control: estoy de acuerdo! Ademas, seguro podemos volver luego y revisar mejor en todo caso.

- ¿Qué piensas sobre esto Amy, tenemos unanimidad? ¿qué te dice tu instinto femenino?
Ron bajó el arma, todos se dieron cuenta que la granada aun permanecía en su mano izquierda. ¿Sería el mechero o una de verdad? Se adelantó a encabezar la marcha por el pasillo y deshacer los pasos hasta el acceso a las otras cubiertas. Comenzaba a tener calor.

- Soy yo o ¿hace calor? esta iluminación no me agrada para nada. Indícame por donde querida si estás de acuerdo...