Partida Rol por web

- Oigan, he encontrado una pala! Jejejej... A quién se le ocurre traer una pala al espacio? Bueno, ya no se le ocurre más porque ahora es mía.

Soy el silencio incomprensible... Y no lo voy a negar, no lo entiendo. Ahora sea lo que sea que sabías te lo has llevado a la tumba.

- Hey, escuchen: dice que es el silencio incomprensible este papel... Ocurrencias

La punta del arpón de Sam penetró en uno de los cientos de agujeros de la reja metálica que cubría el suelo, en el punto aproximado en el que el escáner delataba la otra presencia viva. 

- NGAAAAAAK... Unh!

Se escuchó un distorsionado berrido, cuyo origen no se podía precisar con el alumbrado de emergencia y los monitores de la sala, pero Sam enfocó su linterna en aquel punto y pudo reconocer algo tratando de moverse bajo sus pies. Hizo palanca, sin pensarlo, con el arpón y logró levantar la rejilla, descubriendo que las fijaciones de esta estaban sueltas. Pudo ver un sucio uniforme tratando de escabullirse, así como varios objetos amorfos, estáticos, en el suelo de aquel lugar. Pero lo más importante era tratar de capturar a aquella persona... Porque esperaban que fuese tal cosa.

Sam consiguió abrir la trampilla del todo y enfocar al habitante del subsuelo dejándolo paralizado, confuso, al enfocarlo con su linterna. Se trataba de un sujeto de cabellos largos y grasientos, con una barba a juego, uniformado con le traje de corporación que solo habíais visto lucir a cadáveres hasta ahora. Cerro los ojos con fuerza, apretando los dientes y emitiendo un gorjeo lastimoso.

- NNNNGGGG ugh.

En su pechera lucía el identificador E. McDonald, así que Pander debía de estar en lo cierto. El bulto tembloroso se revolvía tratando de girarse, en su cobijo para huir, pero al estar desconcertado y débil, los otros tendrían fácil echar mano del tipo, siempre que mantuviesen los dedos alejados de su boca.

Todo pasó en apenas segundos, entre las luces estridentes y los sonidos de alerta de la nave, el zumbido de los sintéticos averiados y los sonidos metálicos de la trampilla, pero cuando el haz de luz de la linterna pasó por el rostro del tipo, Sam entendió el pánico de aquel pobre desgraciado e intentó calmarle, soltó el fusil de arpones e intentó alcanzar su hombro con la mano para que sintiera un contacto humano.

—Ey, tranquilo tío, tranquilo, vamos a sacarte de ahí, joder tienes que estarte quieto, solo queremos ayudarte. Ayudadme a sacarlo, rápido

Sam sabía que en ese estado las palabras no serían suficiente y alguien tendría que echarle mano o se escaparía como una lagartija asustada.

El hombre parece, nunca mejor dicho, un vagabundo espacial. Es evidente que sufrió una experiencia traumática, hace algún tiempo.

Mientras Sam trata de tranquilizarle, le agarro para que no huya. Le sujeto sin hacerle daño, pero con mano firme.

- Venimos a ayudarte. Puedes estar tranquilo.

Espero que no se asuste si Ron hace algún movimiento brusco, o incluso ante su propia presencia. Sería algo que terminaría en más sangre derramada.

En su mente vio una película de los hechos en cámara lenta. Su arma llenando de plomo al incauto y también a sus amigos como parte del daño colateral.

Por suerte eso paso en su imaginación. Aunque el recuerdo de algo similar aún estaba fresco.

Soltó la pala que cayó al suelo metálico con estruendo. Los nervios le jugaban otra mala pasada. Y alcanzó a balbucear algo mientras volvía en sí.

- Y este de dónde ha salido? Casi le cuelo todo el plomo que me quedaba. 

El marine tomó nuevamente posición defensiva (apuntando su metralleta a todo lo que estaba a su alrededor). La paranoia estaba haciendo estragos en su debilitada mente. Si había algo más ahí esta vez sí que dispararía primero y preguntaría después...

Aprovechando que Sam había levantado la reja dejándole suficiente espacio como para maniobrar empleando unos reflejos imposibles en un ser humano (Algo que siempre ponía nerviosos a sus compañeros de tripulación), Amy echó mano de aquel mugriento uniforme, que notó resbaladizo bajo sus dedos. Aun así consiguió aferrarlo con firmeza, haciendo salir a aquel sombra de un sujeto del escondrijo en que se encontraba.

No hacía falta la luz de la linterna de Sam sobre su cuerpo para descubrir algo que ya habían detectado sus narices, incluso la de la androide, pero servía para alumbrar las oscuras manchas parduzcas que cubrían el uniforme desde la mitad de su torso hasta sus rodillas. Aquel tipo se había estado haciendo de vientre encima y su cuerpo ya parecía sufrir las consecuencias de esa falta de higiene. Aun así, Amy consiguió ponerlo en pie y tras unos instantes de duda, el hombre consiguió afianzarse, consiguiendo que su mínimo peso se equilibrase sobre el par de palos de escoba en los que se habían convertido sus piernas.

Eowin (Si era él) medía poco menos de dos metros, era delgado, macilento y peludo, con un par de detalles adicionales que hicieron que los tripulantes de la Medellín se preguntasen si realmente les podría ser de alguna utilidad o más bien sería una desconcertante molestia: Sus ojos desorbitados mostraban unas pupilas mínimas mientras forzaban los límites de la ranura que eran sus párpados, como si sus globos oculares tratasen de saltar de aquella prisión a la que otros llamarían cabeza, y su lengua... Su lengua... No estaba allí. Al abrir la boca mientras gesticulaba, tratando de librarse de la presa de Amy, todos pudieron ver la sucia cicatrización que pugnaba por cerrarse sobre la base desde la que una vez había arrancado su lengua.

- Uuuuun WA aaaaah.- Se expresó el antropólogo, sin conseguir que nadie pudiese darle la razón en tan osado comentario.

El cautivo aflojó su fuerza y dejó de pelear entre los brazos de Amy mientras trataba de recuperar la compostura que alguna vez debió de mostrar, pero ahora poco más parecía que una pobre parodia de una humanidad herida, casi muerta, tratando de simular una normalidad que posiblemente nunca recuperaría, como si de un retornado del más allá se tratase.

- Ese... Ese no puede ser Eowin. Pesa como veinte kilos menos de lo que debería y luce como... Como un enfermo que llevase demasiado tiempo convaleciente, abandonado. Sin alimento ni ningún tipo de higiene o socorro.- El androide despellejado parecía confuso, como si estuviese comparando el espectro que tenía delante con el antropólogo al que recordaba de... Puede que hace de escasos minutos. Parecía que para Pander y Kranot no hubiese pasado el tiempo desde que llegasen a aquel lugar, y no eran capaces de asimilar la realidad de sus circunstancias. Puede que fuesen sintéticos, pero eso no hacía que no pudiesen estar completamente desconcertados y confusos.

Me giro al oír las palabras del sintético.
Algo debe haber machacado el sistema de razonamiento lógico de estos dos. Puede que su origen sea el mismo que el de las criaturas.

Observo el maltrecho cuerpo del tripulante y trato de comprender si le han cortado la lengua o si se la arrancó el mismo.

Sam se acercó al cacharro parlante (Pander), y de pasó se alejó del hedor que desprendía aquel desgraciado.

—¡EY tú!, supongo que tendrás un reloj interno o algo así, un puto calendario a algo, y la nave tendrá su propio registro temporal, ¿puedes cotejarlos?... Creo que tu nave y tu tripulación llevan mucho más tiempo aquí de lo que creen tus circuitos.

La opción de que el sintético se terminara de joder por alguna incoherencia de sistemas y se callara de una vez no parecía mala cosa, desde luego no estaban para ayudar mucho más.

Pero igual tenían suerte y el cacharro se situaba un poco con lo que hubiera ocurrido y se enteraban de algo.

Después se dirigió a sus compañeros.

—Este tío va tener que hidratarse al menos si queremos que nos cuente algo, parece totalmente ido. Puede que lleve semanas así escondido. Necesitamos un teclado para que escriba si es que es capaz. 

- Atrápalo! Creo que aún queda un trago de ese café tan dulce que preparo. Déjalo que lo beba todo, verás como de súbito el alma vuelve a su cuerpo. O bien se termina de ir del todo.

- De una u otra manera no nos enteramos.

Concluyó el marine que siempre hacia esas bromas sobre la trascendencia. Decididamente le importaba un bledo. Sabía que terminaría en el infierno, a la par de todos los malditos que lo acompañaron en su carrera militar.

Ron lanza el pequeño termo con la sustancia. Sabía que iba a extrañar su preciado elixir. 

Mejor que escribas con el teclado o haré que lo pintes con tu sangre en las paredes de este cacharro. El arte nunca se me dió bien, soy un pintor de brocha gorda XDXDXD

El marine estalló en una carcajada, nadie sabía de qué diablos se reía el maldito bastardo. De lo que si estaban seguros es que no era un buen chiste.

Nada bueno podía salir de esa risotada...

- Hay un desfase de 15 días entre los dos relojes que puedo consultar. Es el de la nave el que supuestamente tiene una fecha más actual, pero aun así el ordenador de abordo está estropeado. SI aceptamos lo que dice, Kranot, Eowin y servidor llevamos aquí, varados, más de dos semanas.- Respondió el androide descarnado a Sam mientras volvía a mirar al antropólogo y a su compañero, siendo consciente de que no recordaba en qué momento les habían hecho aquello y que si Eowin estaba así, debía de estar casi deshidratado y sin comida real. A no ser que...

Al extraer al antropólogo de bajo el suelo  inmovilizarlo, el resto de los exploradores de la Medellín pudieron ver con más claridad aquello que ocupaba el cubículo con el desmarañado y babeante antropólogo: tres esculturillas que simulaban ser cráneos monstruosos, con ojos y bocas de más o donde no debían estar, cubiertos por cabello churretoso que habrían querido imaginar del propio antropólogo, pero... Diablos, las figuras tenían dientes y estos sí que no podían ser suyos, ¿No?
Aparte de que el material con que parecían estar hechos parecía una mezcla de EXCREMENTOS Y FRAGMENTOS DE HUESO, con dientes pulidos a modo de pupilas.

¿Cómo había terminado así aquel hombre? ¿Se suponía que esas figurillas debían de protegerle de algo?

Mientras estas preguntas pasaban por sus cabezas Amy se fijó en que aquel hombre parecía haberse cosido e introducido fragmentos de... Algo... Bajo la piel de los hombros e incluso en sus mofletes y frente. Estaba claro que se había hecho el mismo aquellos cortes y había introducido fragmentos de hueso tallados a modo de amuletos bajo su epidermis, que se transparentaban bajo la luz verdosa de la sala. También parecía evidente que él mismo se había seccionado la lengua.

Eowin tomó el termo de Ron mientras Sam y el marine admiraban sus dotes artísticas. Tras unos minutos en los que dio buena pinta del alquitrán con el que Johner enriquecía su riego sanguíneo, trataron de animarlo a que escribiese con un teclado que se comunicaba con un monitor de navegación sostenido sobre un brazo articulado unido a la pared de la habitación. 

El hombre dejaba que el café se perdiese vergonzosamente entre sus barbas, como si con ello esperase tener una nueva dosis de cafeína más tarde. Miró el cúmulo de letras y números plastificados que le ponían delante como un niño mira un juguete nuevo antes de lanzarse a escribir como un poseso 

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El sonido de su tecleo llenó la estancia, pero el resultado de sus esfuerzos no parecía mostrar nada excesivamente interesante e la pantalla, más allá de confirmar a sus espectadores que se trataba de un teclado extranjero con caracteres como la cosa esa que tiene una onda encima de las enes.

De golpe la luz abandonó la estancia y los visitantes de la Medellín escucharon caer al sintético que se encontraba de pie junto a los ordenadores, así como los restos de estática propios del apagado de todos los equipos.

En la oscuridad Eowin rompió a reír como un poseso, una risa que se transformó en llanto a los dos segundos. Unos zarcillos verdosos de energía comenzaron a brotar de los cuerpos bajo el androide Kranot, creciendo hasta convertirse en gruesos tentáculos que parecían dirigirse bajo la cubierta, puede que hacia el mismo punto en el que el escáner de Amy había notado extrañas fluctuaciones durante el último apagón. Este detectaba la presencia de dos personas más en la sala (¿Los cadáveres?) y más gente en la cubierta en la que estaban. De las esculturillas del entresuelo también brotaba la misma energía, pero de unos zarcillos que más parecían unas largas mechas que unos tentáculos.

Algo gritó en la planta inferior, algo que comenzó a trotar de un extremo al otro del pasillo, mientras el tañido de sus monstruosos pulmones recorría toda la nave.

Una onda de energía recorre mi cuerpo y caigo como una marioneta a la que han cortado sus hilos.
Estoy en el vacío más absoluto. Todas mis funciones lógicas se reducen a cero. Soy nula.

La visión de aquellas cosas como calaveras ya había dejado a Sam bastante tocado, pero el apagón y lo que ocurrió después, algo que Sam dificilmente sabría verbalizar, le hicieron entrar en pánico, por alguna razón solo tenía una obsesión ante su incomprensión.

—¡No dejéis que os toque esa cosa no dejeís que os toque!

Gritaba, gritaba de verdad como no recordaba haber gritado nunca, pero cuando se dió cuenta de que Amy estaba otra vez out la cogió e intentó moverla todo lo que podía hacía la zona de la cubeirta má alejada de aquella extraña miasma.