Partida Rol por web

- Mira, media lata, eso de perder partes del cuerpo para que unos degenerados estén contentos no me va nada.
>> O sea que vete pensado en otra solución o me hago unos pendientes con tus ojos.

Mientras continúo apuntando, intento ver si el grandullón tienen algún sistema de respiración que podamos aprovechar.

- Zzzi, Malta Dozz Ruedazz es nuezztra líder dezzzde hace zzzeizzz añozzz, no la llaméizzz dozzz ruedazzz a la cara, no le guzzzta. Zzzi no pazzzáizzz por la cuarentena y el pequeño zzzacrificio, me temo que no podréizzz entrar en la colonia, zzzolo podréizzz negociar con nozzzotrozzz mediante el torno, pero no ozzz obligamozzz ni a entrar ni a quedarozzz.- Comentó, sivertido a su peculiar manera, el androide.

- ¿Mázzz grupozzz en la luna? Lozzz únicozzz que zzze mueven libdemenete pod aquí zzzon Brekt y zzzuzzz rompedodezzz, trabajan con nuezzztra colonia, pedo como arriezzzgan zzzu vida ahí fueda pezzzcando y rapiñando todo lo que pueden, zzze conzzzidedan mejorezzz que nozzzotrozzz y tienen zzzuzzz pdopiozzz barraconezzz hazzzia el zzzudoezzzte, pod ahí.- 

Kalm señaló en la dirección de aquel otro posible asentamiento, pero desde allí los tripulantes de la Medellín solo podían creer en sus palabras ciegamente, ya que haber no había ni rastro del mismo. - Ezzztán a medio día de camino.- Maculló en una de sus frases con menos interferencias desde que había comenzado a hablar con ellos. - Ezzz un chatadedo genial, zzzi nezzzezzzitaizzz cualquied cozzza, con tiempo puede que la conzzziga.

Claudia observaba con inetrés el traje, parcheado hasta la saciedad, de Verger en busca de algún respirador artificial o algo similar, pero comprobó que el grandullón simplemente cargaba con una bombona de oxígeno que bien podría tener más años que ella. 

- No zzze qué otda zzzoluzzzión puede queded, zzzeñodita, zzzomozzz unozzz zzzimplezzz zzzupedvivientezzz ofdezziendolezzz a otdazzzz victimazzz como nozzzotdozzz una zzzimple ayuda.- Contestó Kalm a la amenaza de la marine.

Ewan empezaba a entender lo molesto que podía resultar su modulador de voz a sus compañeros, ahora mismo lo único que quería era llegar a esa colonia y escuchar a alguien que hablara con normalidad y no le taladrase los oídos como aquel puñetero androide.

—CLAUDIA, RA, SI OS PARECE BIEN DEBERIAMOS SEGUIRLES, NO PARECE QUE TENGAMOS MUCHAS MÁS OPCIONES, AL MENOS HASTA QUE VER PUEDEN OFRECERNOS, YA ARREGLAREMOS ESTA ESTUPIDEZ DEL SACRIFICIO CON LA TAL RUEDAS….

No estaba nada convencido de que fuera la mejor adopción, pero empezaba a tener cierta curiosidad por ver que habían preparado aquellos náufragos espaciales.

RA se aproxima a sus compañeros sin dejar de apuntar al extraño androide y su acompañante. Puede hacerlo, es un constructo humano al fin y al cabo, no tiene una noción de atención al uso. Moduló el volumen de su voz para que solo le oyeran los otros miembros del equipo.

- Mi base de datos sugiere que quizás sea buena idea intentar recabar más información -comenta monótono-. Quizá nos revelen algo más de este asteroide y del... "gancho". Luego decidiremos si la opción que propone Claudia -usar las balas- es la más apropiada.

- Estoy rodeada de circuitos fritos y neuronas muertas -les susurro a mis compañeros.
>> Si de verdad queréis hablar con los imbéciles corta dedos, vamos. Pero os aseguro una cosa, al primer idiota que haga un movimiento raro o se me acerque demasiado, le pego un tiro en la boca.

Ewan deseó tener algún modo susurro en su modulador pero cualquier cosa que tecleara resonaría en aquel paraje inhóspito como un trueno, así que se limitó a asentir con la cabeza y bajar el arma… de momento.

Kalm afirmó al comprobar la disposición de los supervivientes de la Medellín, parecía que habían saltado del fuego para caer en las brasas, pero hay momentos en los que ninguna otra salida es posible. El defectuoso androide dio un par de palmadas sobre su grupa y pareció dale instrucciones mediante una serie de golpes y siseos distorsionados por su vocoder. Como respuesta, Verger, el grandullón, giró sobre sus talones y comenzó a  avanzar lentamente, parándose cinco metros más adelante para que su jinete increpase a sus acompañantes.

- VAMOZZZ PUEZZZ, VALIENTEZZZ ECZZZPLODADODEZZZ.- Estas palabras se vieron continuadas por un crujido de estática que acompañó a aquellos peculiares peregrinos durante un par de minutos, mientras Ewan, Claudia y Ra se acostumbraban al ritmo rápido de sus guías. Se notaba que Verger no había tenido que hacer frente a una dura caminata durante las últimas cuatro horas.

El grupo continuó avanzando por aquel inhóspito desierto lunar unos diez cinco minutos, antes de que la morralla y la chatarra comenzase a levarse a su alrededor, antes de llegar a un peculiar edificio de hormigón, estrecho, que mostraba un sólido portalón blindado en su frontal.

Kalm se asomó por encima del hombro de Verger y procedió a golpear la superficie metálica con una mano más firme que la que su quebrado aspecto habría permitido imaginar. En unos pocos segundos, la puerta se abrió, dejando ver en su interior a dos trajes de protección, como los que llevaban los propios tripulantes de la Medellín, pero con mil capas de parches que impredían reconocer los colores y materiales de los uniformes originales. Aquellos guardianes lucían un cañón de arpones y una escopeta sobredimensionada de cañones recortados.

Kalm razonó con ellos e hizo un gesto a aquellos que le seguían, indicando que podían bajar. La tropa comenzó a descender por unas hechas con rejas metálicas que se adaptaban torpemente al relieve del propio planeta, descendiendo hacia otro portón de aspecto oxidado, iluminado por neones de un azul lechoso que parpadeaban a intervalos irregulares, amenazando con dejarlos a oscuras.

Una vez que terminaron de descender las escaleras, Kalm abrió otra puerta lateral, a mano derecha, que en un principio todos habían pasado por alto. En su superficie se leían, talladas, las letras que conformaban la palabra CUADRA.

En la cima de las escaleras, los dos vigilantes miraban a los recién llegados, cerrando posiciones ante la puerta por la que habían entrado.

Al entrar en aquellos cuarteles, los recién llegados vieron cuatro literas dispuestas en un par de esquinas enjauladas, con sus puertas abiertas, como si del calabozo de un western antiguo de tratase. Sobre cada somier descansaba un famélico colchón cubierto por una bajera gris, de tela desgastada, casi transparente, y un cobertor de color caqui doblado a sus pies. Las almohadas parecían ser fundas de tela rellenas con ropa que les daban una apariencia amorfa y no muy blanda.

Tras una mampara parecía haber una zona de duchas en la que destacaba una manguera a presión y un par de contenedores, uno relleno de un líquido rojo, el otro relleno de algo verde.

Verger depositó a Kalm sobre una mesilla que descansaba entre dos camillas cubiertas por una tela que en tiempos había sido verde, pero ahora lucía en un gris pálido.

Dos hombres estrenaron por otra puerta, ocultos tras máscaras de gas, pero aparentemente por meras cuestiones estéticas o para indicar su jerarquía militar en la organización de la colonia, iban armados pero mantenían sus metralletas bajas, hicieron un gesto a Kalm y este habló a sus protegidos, mientras Verger marchaba por la puerta por la que estos acababan de entrar.

- ¿Tendrían a bien entdegad zzzuzzz armazzz y equipo? Lezzz pdometo que zzziguen zzziendo zzzuyazzz y lezzz zzzerán devuedtazzz zzzi dezzziden dejadnozzz, pedo no podemozzz dejadlezzz pazzzead pod aquí con ellazzz zzzin pedmizzzo de ruedazzz, a la que vedán en bdevezzz momentozzz.- No había amenaza ni ningún otro tipo de tono en la petición de Kalm, su cháchara indicaba más el tono que le quería dar por su uso de las palabras que por el poder emplear una entonación real.

Como demonios habré sido tan tonta para dejarme atrapar de esta manera.

-¿Nos darás un recibo para recoger las armas luego? - le pregunto al cacho de lata mientras me doy cuenta de que no llevo ningún arma pequeña que pueda esconder.

- Creo que ezzztamozzz lo zzzufizzzientemente ezzzcazzzozzz en otrozzz pretendientezzz a zzziudadanozzz de la codonia como pada zzzabed cuálezzz zzzon vuezzztrazzz pedtnnzzziazzz. Lazzz tendremozzz todazzz en la mizzzma taquilla, palabda.-  Contestó el androide a la belicosa marine.

RA es un androide. Lamentablemente, una persona común hubiera intentando colar un arma por si acaso en un recoveco. Al tratarse de un ente cibernético, se limita a obedecer el protocolo eventual que surge entre ambas parte. Sin embargo, coincide en que debería haber un documento que reflejara la entrega del equipo y las armas.

- Esta unidad RA no continuará avanzando hasta que no se formalice un documento de entrega temporal de equipo B-364 como medida para apaciguar nativos de lugares no colonizados. Por favor, hagamos las cosas de forma correcta. 

Se queda esperando a que le entreguen un comprobante que valga, pero nota que así su compañera Claudia estará más tranquila.

Si Claudia estaba conforme en entregar sus armas, a las que sabía que amaba más que a ninguno de ellos, él no pondría oposición, aunque dejar sus instrumentos científicos en manos de aquellos salvajes le resultaba enfermizo. Intentaría solucionarlo con la tal Ruedas.

Justo entonces pensó en el escalpelo, y sencillamente se le olvidó entregarlo, pensaba para sus adentros que siempre podía decir que no recordaba que lo llevaba.

A veces podía ser difícil discernir si el pobre Ewan estaba realmente tan tocado como parecía o si había aprendido a sacarle partido al efecto que provocaba en los demás.

- Buenoooooo... Zzzeguro que Malta puede darozzz un recibo de adgún tipo zzziempde que ozzz zzzirva manuzzzcrito.- Contestó el androide mientras Ewan iba depositando sus artefatos y armas sobre la mesa, tras retirarse el traje por indicación de los sujetos enmascarados. Al menos era un alivio el comprobar que ciertamente podían respirar allí abajo, aun siendo un aire viciado y oloroso. - Y habdando de la deina de Doma....- Continuó al escuchar cómo se abría la puerta del fondo.

El umbral fue rebasado por una figura arrugada, sentada en una silla de ruedas empujada por Verger. Sobre su regazo dormitaba una gata calicó que aparentaba haber vivido ya la mayoría de su existencia.

- Bienvenidos a Tyrant Beggar, desconocidos. Soy Malta, la jefa de todo esto.- Sonrió perdiendo la muesca que era su boca entre los pliegues entrecruzados que conformaban su cara, mientras trazaba un irregular círculo por encima de su cabeza, con el que parecía querer hacer referencia a las instalaciones en que estaban. - ¿Quieren un caramelo?

De debajo de la gata, que se movió lo mínimo para dejar operar a su portadora, extrajo un bolso cuadrado, de aspecto antediluviano y color incierto cuya asa estaba conformada por gruesas perlas de imitación. De su interior extrajo varias bolas que parecían ser algún tipo de remedo casero de dulces que amenazaban con dejarte los dientes tan oscuros y despedazados como los de la propia Malta.

sin ningún tipo de disimulo miro con asco a lo que ella llama caramelo.

- Bien, eres la jefa ¿Cómo funciona todo esto?

Mientras la diplomacia de Claudia estallaba en la cara de su anfitriona, Ewan se mantenía en un segundo plano observando todo lo que le rodeaba, quería ganar algún tipo de ventaja entendiendo el orden social que mantenía unida aquella colonia, seguro que el uso de la fuerza tenía que ver, pero siempre había algo más que hacía que eso se mantuviese en el tiempo, y según parecía esta colonia tenía suficiente tiempo como para haber desarrollado su propia escala de valores.

RA no era un robot diplomático, así que se limitó a dejar que los humanos hicieran ese trabajo. Intentó analizar la zona a ver qué descubría. Al ser un androide de reparaciones, su programación se centraba en intentar encontrar los fallos en las estructuras y en la maquinaria de la zona. Activó sus sensores y se paseó por la sala caminando de forma despreocupada, como si nada fuera con él en ese momento.

Malta dejó caer dos de los caramelos en su bolso, pero se metió el tercero en la boca, con un sonido de succión que sonaba casi como si hubiese proferido un insulto, mirando a Claudia.

- ¿Has oído a la señora, Lindi?- Preguntó la jefaza a su gata, mientras le frotaba con un huesudo dedo entre los ojos. La gata se despertó y desperezó, pasando a mirar a la marine, como si entendiese que esa era la persona que había molestado a su dueña. - Pues verás, esto funciona gracias a que 70 humanos y Kalm, la sintética aquí presente, arriman el hombro y llevan sacrificándose por el bien común desde que caímos aquí, hace 10 años. Al principio, antes de que consiguiésemos establecer las infraestructuras básicas y lográsemos clonar ganado, las cosas fueron duras, MUY DURAS, y tuvimos que hacer lo que tuvimos que hacer.- Mientras decía esto último, Malta hico un gesto con ambas manos hacia el lugar donde deberían estar sus piernas, con unas manos en las que también falta algún dedo. - Pero si no hubiese sido así, no estaríamos aquí a día de hoy para salvaros el culo, ¿Verdad? Así que, si queréis uniros a nuestra comunidad, solo os pedimos un pequeño gesto, el que paséis por la cuarentena y nos deis un poco de carne para el estofado. No me parece mucho pedir a cambio de compartir las pocas comodidades que aquí tenemos por el resto de nuestras miseras vidas. Pero no os obligamos a nada y sois libres de volver por donde habéis venido. O incluso... Se me ocurre que tal vez me podríais hacer un favor ahí fuera, a cambio de lo que podáis necesitar, pero... Lo primero, por humanidad es ofreceros refugio.

Malta siguió acariciando a su gato mientras observaba a sus nuevos amigos, antes de continuar explicando la situación.

- Imagino que habréis sido víctimas de Bret y sus Breakers, unos carroñeros del lugar. Tienen un cañón de arpones más grandes que el pito de tu abuelo y se suelen divertir disparando a las naves que orbitales que se acercan demasiado a la atmósfera de la luna. Debéis de haber salido por pies de vuestra nave antes de que él y su panda asaltasen vuestra nave. Posiblemente vendrán más tarde, o mañana, a tratar de arrancarnos unos cuantos tranquilizantes y estimulantes.- Dijo esto último chupeteando su caramelo, como si imitase al tal Bret dando rienda suelta a su apetito por las pirulas.

Rex se había quedado en la nave, vigilándola mientras partíais a revisar el lugar. A saber cómo se resolverá su encuentro con esos carroñeros.

- Mira, no dudo de que lo habéis pasado mal y que tenéis muchos huevos - comento mientras señalo la mano sin dedos de la mujer -pero no me apetece perder partes como si fuese equipo obsoleto ¿sabes?.

Observo la cara de los presentes y sobre todo a la gata, a la que sin duda deberían comerse antes de pedirme un pedazo de mi cuerpo.

- Seguro que podemos llegar a algún otro tipo de acuerdo. Siempre hay alguna tarea que hacer en la que no queráis veros envueltos.

RA sigue escuchando la conversación en segundo plano, pero sus sensores se disparan cuando hay algo que arreglar detrás de una cobertura deplorable, así que opta por echarle un vistazo más de cerca. Aprovecha que detecta que los humanos están distraídos con la conversación para intentar levantar el trozo de plástico.