Partida Rol por web

Muerte en la Nieve

Cantar de la Gran Compañía 1: Posada en mitad de ninguna parte

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16/11/2017, 10:44
* Juglar *

¡¡BUENAS NOCHES, DAMAS Y CABALLEROS!!

Este humilde juglar, que gracias a la generosidad de algunas de las buenas gentes que hoy, afortunadamente, están presentes en este noble establecimiento, ha podido disfrutar de un merecido descanso y no mala compañía... No, no se rían, jaja, la compañía es importante, siempre lo es. Es algo que les quedará claro cuando oigan lo que vengo a relatarles esta noche. Pues, si bien anoche conocimos a nuestros héroes, hoy tengo intención de mostrarles su grandeza, o al menos parte de ella. Veo rostros nuevos presentes, esta noche. ¡Bien! Llegan a tiempo de disfrutar de la más gloriosa de las aventuras...

Una aventura que nos traslada a las colinas de Terasdur, al interior de lo que podríamos considerar un oasis de calor y sustento en medio de un desierto de nieve. La posada había conocido tiempos mejores, aunque tampoco demasiado mejores, no tenía nada que ver con este excelso establecimiento donde nos encontramos esta noche, disfrutando de manjares sin igual y la compañía de hermosas mujeres. No, aquello era un antro, pero era EL antro. ¿Había tenido nombre alguna vez? No le hacía falta, era sólo la posada porque era la única posada, el único lugar al que ir. Por eso  nadie le importaba que su fachada estuviera compuesta por troncos y tablas mal puestas, que diera desde el exterior el aspecto de estar a punto de desmoronarse. Se había mantenido allí desde mucho antes de que su actuar regente se hiciera cargo de ella, y seguiría mucho después.

El posadero se llamaba Irdon, era un hombre del norte bastante orondo pero con cara de bonachón, que dirigía su negocio con humildad y buenas maneras. Muchos lo creían un pusilánime, y tal vez no les faltase razón, pero nadie sobrevivía en aquellas tierras sin tener algo de coraje. Bebía los vientos por su esposa, Belona, una mujer que en sus tiempos debía haber sido realmente hermosa, y que nadie comprendía cómo había terminado con un hombre como Irdon. Tal vez por promesas de un gran futuro en el mundo de los negocios que no alcanzaron a cumplirse. Ella misma parecía hacerse esa pregunta, también, pues no dudaba en coquetear con todo hombre que estuviera a su alcance, lo que no hacía sino aumentar la impresión de que su esposo no era sino un alfeñique. Se rumoreaba que las infidelidades de Belona eran constantes, pero Irdon, fuera consciente o no de ello, seguía comportándose como un joven enamorado. 

A aquel matrimonio le ayudaba a sacar el negocio adelante un sólo empleado, Lascal, hombre del norte que ejercía de cocinero la mayor parte del tiempo, aunque también hacía labores de limpieza e intendencia. Era un tipo simpático la mayor parte del tiempo, aunque con bastante mal genio si la situación lo requería.

¿Cómo subsistía un negocio como aquel en una tierra tan inhóspita? Bueno, su clientela era variada, aunque no demasiado. Las colinas de Terasdur mantenían algunas comunidades de leñadores, hombres del norte que se dejaban la espalda obteniendo madera que más tarde transportar a las grandes ciudades de territorios más prósperos. La madera de Terasdur tenía una calidad bastante buena, quizás por efecto de tan duro y exigente clima, y la paga para quienes se iban a vivir durante largas temporadas a los campamentos de leñadores era suculenta. También había cazadores, dispuestos a ganarse la vida con las pieles de las bestias que habitaban aquellos parajes, subsistiendo con su carne y elaborando pequeñas obras de artesanía con sus huesos. No era una vida generosa, pero nunca faltaban quienes la preferían a otros menesteres. Por último, las colinas de Terasdur suponían una ruta alternativa a las grandes calzadas de comunicación entre los reinos. Había que cruzarlas en su parte sur para recorrer la distancia entre Eras-Har y Teshaner, y suponía una ruta de desvío discreta, a la par que peligrosa, si se querían evitar los controles. No obstante, las colinas de Terasdur también contaban con tímidas patrullas, desde luego no tan afianzadas como las que cabría esperar más al norte, a medida que se acercaban a las montañas Kehalas. Pero cruzarse con algunos caballeros de Stumlad era perfectamente posible.

La planta baja de la posada era una estancia cálida, en comparación con el exterior, pero realmente sencilla y oscura. Una gran barra de madera oscura y desgastada dominaba el lado izquierdo de la amplia sala. El resto de la estancia era un conjunto de mesas mal ordenadas, con una chimenea al fondo de la sala junto a unas escaleras descendentes. La planta inferior era más acogedora acogedora. Bien es cierto, como ustedes buenas gentes comprenderán, que al contraste con el gélido exterior cualquier lugar habría sido bien valorado. Pero aún así el lugar estaba bien caldeado por la chimenea que reposaba en un extremo de aquel salón rectangular, cerca de las escaleras de acceso, de forma que su calor se repartía por la estancia y además ascendía si la puerta se dejaba abierta hasta la planta superior. El lugar, subterráneo y por tanto sin ventanas, estaba iluminado mediante velas sobre las mesas bajas y con bancadas cubiertas por pieles de oveja, así como por lámparas de techo metálicas que sostenían cirios cuya cera colgaba como una suerte de estalactitas. Había sacas, ramas y hierbas de diferentes aromas colgando de las paredes, confiriendo al lugar un tenue olor a naturaleza que disimulaba otros efluvios menos agradables, y al fondo del salón numerosos toneles amontonados junto a un mueble que parecía hacer las veces de despensa, cerrado a buen seguro con llave.

Aquel día en concreto, en el que comienza el relato que voy a compartirles, el día estaba siendo especialmente duro. Flotaba en el ambiente una desagradable sensación de incomodidad y desasosiego. En la planta baja no había nadie salvo la posadera tras la barra, Belona, y el cocinero Lascal en su tarea en las cocinas. Irdon bajaba y subía de la planta inferior, atendiendo los pedidos de los clientes y asegurándose de que el fuego continuase caldeando la estancia. Sólo de cuando en cuando le pedía a su esposa, dándole una voz, que le bajase alguna comanda, para ahorrarse un ascenso que cada vez se le hacía más costoso.

De hecho, se encontraba a punto de salir de detrás de la barra para bajarle una bandeja con algunas jarras de cerveza y algo de comida, rezongando y quejándose de aquella mierda de vida que tenía, habiendo podido aspirar a lo más alto, cuando la puerta se abrió y un desconocido totalmente cubierto de ropas negras que le tapaban incluso el rostro accedió a la posada, abriendo la puerta de modo que la ventisca que se estaba levantando en el exterior accedió al interior con toda su fuerza. Tras aquella figura oscura, para consternación de la posadera, accedió teniendo que agacharse un inmenso gigante azul de fiero aspecto. Belona se quedó boquiabierta al verles, con la bandeja en las manos, e incluso Lascal se asomó desde la cocina para comprobar lo que acontecía.

IrenFeinEohonnEonissCrauganEn la planta inferior, la concurrencia era mucho mayor. De hecho, la sala estaba relativamente abarrotada, dadas sus dimensiones y el aforo que permitía. Destacaba, especialmente por lo escandaloso de su conversación, el grupo más numeroso de la sala. Eran cinco, y por su aspecto y conversación se evidenciaba que formaban parte de un campamento de leñadores cercano, gentes habituadas a pasar frío y trabajar duro, que habían decidido aprovechar un tiempo libre para disfrutar de calor y buena comida, además de algo de alcohol en el caso de los adultos. Llamaba la atención una niña entre ellos, que por los gestos debía de ser la hija del tipo rudo que tenía a su lado. Había también dos pelirrojos, uno robusto y de frondosa barba, y una mujer de piel blanca y rostro aparentemente delicado, en contraste con sus bruscas maneras. La mesa estaba encabezada por un hombre de aires arrogantes. Quienes hubieran atendido mínimamente a su charla, sabrían perfectamente que se trataba de su capataz.

Bosko Calein KlenNo muy lejos de ellos, en otra mesa, se reunían tres hombres también curtidos, aunque no parecía que fuese el hacha su herramienta de trabajo. No, aquellos tipos tenían todo el aspecto de ser cazadores y tramperos. Uno tenía cabellos rubios, quizás por algún antepasado procedente de los pueblos bárbaros, aunque era delgado y de mirada inquisitiva. A su lado reposaba un tipo aún más gordo que el propio posadero, que atusaba su cabello castaño hacia la espalda ignorando su prominente frente, y jugaba a las cartas con gesto serio contra el tercero de los componentes de aquel trío. Era un tipo también de cabello castaño, con una amplia sonrisa y mejor sentido del humor, aunque cierta acidez en su humor que sacaba de quicio a sus compañeros.

Cerca de la chimenea se apostaba una extraña pareja. Se trataba de una elfa de los bosques, ataviada con la vestimenta típica de los exploradores y montaraces de su pueblo. A su lado descansaba un joven con la vestimenta de los caballeros de Stumlad, y diversos vendajes a la vista en sus manos y, especialmente, en su cabeza. No hablaba, se le veía sumido en un mutismo absoluto mientras observaba el crepitar de las llamas, y por más intentos que la elfa había acometido por sonsacarle su historia, el caballero no había sido capaz, o querido, responderle más que con palabras sueltas, agradecido por sus atenciones, pero incapaz de  ofrecer más que eso y su nombre: Tyron Stark.

PerdestTambién había en la estancia algunas almas solitarias. En un rincón cerca de las escaleras, un hombre de mirada fría y un arco apoyado en la pared a su lado degustaba una botella de vino y un poco de queso, inclinado sobre la mesa como si buscase evitar que cualquiera pudiera molestarle.

En otra mesa, en el rincón más apartado de todos de aquella estancia, se mantenía con la mayor discreción una figura oscura a quien nadie en la sala deseaba mirar fijamente. Todas las mirada la evitaban, a excepción de los tres cazadores, que no tardaban demasiado en echar rápidos vistazos a su alrededor, y quizás alguno de ellos fuera precisamente hacia aquella elfa oscura, cuya raza no era bien recibida entre los hombres. No en vano, su presencia en aquellas tierras respondía habitualmente al saqueo y al salteo de caravanas, y por tanto los hombres los consideraban, al igual que a los orcos, el enemigo del que esconderse o al que repeler. Compartir la sala con un miembro de aquel pueblo oscuro y tenebroso no era plato de gusto para la concurrencia.

Ese era, señores, el panorama que presentaba el fatídico día en que todo comenzó...

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18/11/2017, 17:44
[Abandono] "Sombra" (Nayí)

No hablamos demasiado de camino a la posada. Lo cierto es que no sabía bien que decir a un gigante azul, salvo aquello por lo que me preguntó. - Es un apodo. Como me conocen los que necesitan de mis servicios. - Respondí a la criatura que caminaba a mi lado, con aquella planta tan intimidante. No pude evitar pensar en la suerte de aquel viejo loco en la nieve y en que de nada hubiese servido mi ayuda. - Quizás debí matarle y ahorrarle el sufrimiento de morir helado. - Pero claro... mi amado Mürwert no hubiese opinado lo mismo. Es dificil acertar con tus propias acciones con un hombre como él.

La ventisca aumentaba conforme nos acercábamos a la posada y la noche se nos echaba encima. La verdad es que no sabía bien como iban a reaccionar los lugareños cuando me viesen entrar con mi altivo y azulado acompañante, pero... no tardaría en descubrirlo. El humo del fuego se avistaba al final del camino y Thor apretó el paso, sabiendo que allí había refugio y comida. Tras dejar a mi montura en los establos y asegurarme de que pasaría una buena noche, entré en el local con el gigante Nrog detrás mía.

La ventisca acompañó nuestra entrada en la posada, haciéndola más llamativa si cabía. Sentí como las miradas de los presentes se clavaban en nosotros. Mi imagen era agresiva, eso sin duda, pero mi compañía era intimidante. No podía hacer otra cosa salvo que actuar como Nayí lo haría, no como Sombra. Retiré mi capucha y la tela que me cubría el rostro, dejando ver mi cara a todos los presentes, dejando caer mi larga cabellera negra por mi espalda - Es increible el frío que hace hoy ahí fuera. - Dije con una sonrisa, más bien generada por el mismo frío y quitándome los guantes frotando mis manos con fuerza.

Me giré hacia Nrog, sin duda sería divertido ver la cara que pondría al ver mi rostro por primera vez. - Busquemos un sitio tranquilo junto al fuego... No te molesta el fuego, ¿verdad?

La verdad es que no sabía nada sobre los gigantes azules. Quizás prefiriesen el frío al calor de una buena chimenea... así que esperé a que me dijese algo antes de avanzar un poco más. Me giré hacia la posadera, la cual nos miraba aún con la boca abierta y pude ver como alguien más se asomaba por la cocina. - No recuerdo si abajo el techo era más alto... - Añadí al final, recordando aquella planta inferior, donde quizás el gigante se sintiese más cómodo.

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01/12/2017, 02:31
[Abandono] Shiral de Litdanast

El silencio de Tyron es frustrante. Entiendo que aun no se ha recuperado del todo, o tal se torture por lo que quiera que lo dejó en aquel estado, si es que lo recuerda. Puede que simplemente no confíe en mí, pero en cualquier caso, nada en lo que pueda pensar sacia mi curiosidad ni mi preocupación. Después de todas las molestias por las que he pasado y hecho pasar para ayudarle esperaba algo más, y ahora me siento algo estúpida por ello, pues en ningún momento he tenido esa garantía. 

Pensativa, dirijo mi mirada hacia él y paso la vista por sus vendajes. No conozco de él más que su nombre y su orden, y aun así su recuperación me importa mucho, demasiado. Por el propio Tyron, por Rael, por quienes han ayudado a hacerla posible, pero sobre todo por mí misma, por evitar que el dolor de una pérdida, que aun no me ha abandonado del todo, vuelva a golpear. 

Lo verdaderamente importante no es su silencio, si no su recuperación. 

De momento su actitud parece firme, así que no insisto en tratar de tirarle de la lengua. Como él, pierdo la mirada en las llamas con una actitud aparentemente despreocupada, mientras que mis oídos permanecen atentos a las conversaciones que discurren en la sala. Estas no son lo que me inquieta, ni el hecho de ser la única elfa en una posada regentada y ocupada por humanos, ni siquiera el silencio de Tyron, no. Lo que más me incomoda es la presencia de esa figura en el rincón. Mis prejuicios y recelos sobre su gente son más fuertes que yo. Este no es su sitio, ella lo sabe tan bien como yo, y es eso, su búsqueda de un escondite apartado, controlable, y lejos de Tyron y de mí, lo único que me aporta algo de alivio frente a su asistencia. 

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01/12/2017, 21:33
[Abandono] Nrog

La travesía con aquella criatura desconocida fue de lo más silenciosa, salvo por unas escuetas palabras que sirvieron de contestación para la pregunta que había hecho con anterioridad.- ¿Apodo? Ser un ser extraño, Sombra. –No dije nada más durante toda la travesía. No hacía falta. Solo quería salir de aquella montaña y perder de vista a aquellos que un tiempo atrás había considerado iguales.

La llegada a aquella edificación no fue lo que se dice cálida, tampoco lo esperaba. Las pocas criaturas presentes me miraron con estupor. En sus miradas casi podía ver el deseo de que diera media vuelta y abandonara aquel lugar. No me importaba. Solo era un lugar de paso y si alguien osaba plantarme cara acabaría aplastado bajo el peso de mi martillo. No dudaría en eliminar a cualquiera de aquellas pequeñas criaturas.

Sin embargo, si hubo algo que llamó mi atención especialmente, el rostro de aquella criatura que me había acompañado durante el trayecto. Entrecerré los ojos y observé, viendo como su largo cabello se desplegaba por su espalda. Fue entonces cuando me percaté de algo de lo que no me había dado cuenta hasta ahora. - ¿Sombra hembra? –No dejé que la sorpresa inicial me afectara demasiado, al fin y al cabo, apenas había visto otras criaturas en mi larga vida.¿Por qué debería haberme dado cuenta de aquello antes? – Fuego no molestar Nrog.

Lo cierto es que el fuego no era una molestia, lo había usado antes, aunque no para calentarme, eso no me era necesario. Pero lo que si me molestaba era el escueto espacio que proporcionaba aquella edificación. Pero tal vez aquello tuviera solución, al menos si las palabras de Sombra podían ser verdad. – Criaturas pequeñas vivir en sitios pequeños. ¿Abajo más grande? – Necesitaba comprobarlo, buscar el sitio más cómodo. Así pues, dirigí mis largas zancadas a las escaleras, las cuales comencé a bajar de tres en tres.

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15/12/2017, 00:44
Luelar Tyrundlin

Tener que entrar al lugar por las cocinas me molestó, pero no tenía alternativa. No me convenía llevarme mal con aquel hombre, y después de todo daba igual por donde entrara, la cuestión era hacerlo.

El posadero me guió hasta un apartado rincón, en el que me acomodé sin quitarme siquiera la capucha, pensando en qué podría tomar en aquel sitio. No era mucho lo que sabía sobre las costumbres de la superficie, pero seguramente el hombre sí supiera qué era del agrado de los míos.

Me tomé unos minutos antes de llamar su atención y pedirle que me tomara la comanda, observando a unos y otros. El lugar estaba realmente concurrido, mucho más de lo que me esperaba, y todas aquellas personas parecían tener algo en común: mi presencia les incomodaba. Al menos así sería para la gran mayoría, pues no descartaba que algunos ni hubieran reparado en que me encontraba allí. Se hacía evidente cómo muchos intentaban evitar mirar en mi dirección, o cómo algunos, como aquellos cazadores, me miraban precisamente por ser quien era.

No sabía si sentirme alagada o insultada. Por un lado no me desagradaba que me temieran, pues algunos de ellos tenían motivos para hacerlo, como aquella sucia elfa que había visto cerca de la chimenea junto a un herido; pero aquel temor se debía a la injusticia que los elfos oscuros habíamos tenido que sufrir, obligados a vivir bajo tierra.

Finalmente sonreí de medio lado, haciendo un discreto gesto al posadero para que se acercara cuando pudiera, justo antes de que mis rosados ojos se abrieran de forma inconmensurable al ver a un tipo gigante de color azul bajando por las escaleras; seguido de alguien vestido de negro a quien apenas conseguía ver tras aquel mastodonte.

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15/12/2017, 12:16
Tyron Stark

Observaba el crepitar de aquellas llamas, intentando pensar. Pero, por más vueltas que le daba, me era imposible alcanzar alguna conclusión satisfactoria. Yo, que siempre había sentido estar en el camino correcto, que nunca había perdido de vista mis objetivos e ideales, me sentía completamente extraviado. ¿Cómo podía ser? Me había alistado en la orden para defender unos firmes valores, para proteger a aquellos que no podían defenderse por sí mismos. Me negaba a creer que la orden al completo se había corrompido tanto... No, no podía ser eso. Eran unos pocos, una manzana podrida. Pero esa manzana había intentado matarme, y era mi superior. No, no había sido él, no directamente. Había sido un caballero raso como yo quien había cargado contra mí. Por orden suya, a buen seguro. ¿En quién podía confiar?

Tenía que limpiar el honor de la orden...

Pero aún no. Estaba casi restablecido de mis heridas, pero debía meditar mis pasos, descansar. Todo se lo debía a aquella mujer, aquella montaraz del reino de los elfos. Mi estado me había impedido mostrarle toda la gratitud que merecía, pues no sólo me había rescatado de la nieve y traído a un lugar seguro, sino que había permanecido conmigo mientras me recuperaba. Según me había contado, sus compañeros de viaje nos habían costeado la estancia, un comerciante a quien también debía mucho, aunque era improbable que llegase a poder conocerle para pagar mi deuda.

Suspiré. Mi mundo estaba del revés. Le debía mi vida a desconocidos de otros pueblos, y mis propios hermanos me querían muerto.

¿Qué iba a hacer...?

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15/12/2017, 12:30
* Juglar *

¡Que variopinta mezcla de personajes! Ya les dije, buenas gentes, que esta historia estaba plagada de toda la belleza de Valsorth, personajes peculiares destinados a la grandeza de las mayores hazañas. ¡Héroes! Aunque, por aquella época, nadie en su sano juicio habría creído de ellos tal cosa. Pero toda gran historia tiene un humilde comienzo...

Irdon, el posadero, se encontró a Nayí y al gigante azul Nrog en el medio de aquellas espaleras, por las que el gigante tuvo algunas dificultades para descender. Los escalones eran demasiado estrechos para sus grandes pies, y el techo inclinado excavado en la roca era bastante bajo. Por suerte, no era así el de la estancia inferior, lo bastante alto para evitar que tuviera que caminar agachado, aunque se vio forzado a esquivar las lámparas que colgaban del techo. Irdon, sorprendido al principio de la presencia de un miembro de una raza que normalmente evitaba su local, tardó unos instantes en recomponerse. La mujer que le acompañaba le era más conocida, puesto que había pasado en la posada algunas temporadas, de vez en cuando, aunque nunca le habría augurado compañías como aquella. Les acompañó para acomodarles en una mesa al fondo del local, relativamente cerca de la chimenea, y tomó nota de lo que quisieran tomar.

Mientras tanto, el numeroso grupo de leñadores comenzaba a elevar la voz cada vez más. Los efectos del alcohol se notaban en sus voces, al menos en las de los adultos, puesto que la infante que les acompañaba parecía tomar únicamente sopa caliente y un vaso de agua. Quien más levantaba la voz era el que fardaba de ser capataz del resto, su jefe, a quien se le llenaba la boca de los muchos negocios que podría afrontar en la gran ciudad con el dinero que pensaba sacar durante la larga temporada que llevaba trabajando en aquel lugar que definía como "el culo helado del mundo". La mujer pelirroja parecía la más proclive a hacerle callar, rechazando muchas de sus afirmaciones, aunque el otro pelirrojo del grupo intentaba hacer que se moderase. Posiblemente, podría tratarse de su padre, al menos a ojos de nuestros protagonistas. Aunque sus miradas se desviaron hacia las escaleras al ver llegar a los nuevos clientes, si tenían alguna opinión acerca de la presencia de un gigante azul en la posada se guardaron de expresarla.

Sí que se hizo el silencio entre los jugadores de cartas, aquellos cazadores. Pero tampoco se detectaba gesto alguno de molestia hacia el gigante, ni siquiera cuando pasó a su lado...

Notas de juego

Tiradas de Averiguar Intenciones (Dificultad 10; 15 para Shiral y Tyron)

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07/01/2018, 21:40
Luelar Tyrundlin

Mis ojos se quedaron clavados unos instantes en el gigante azul, pues era la primera vez que veía criatura igual. En realidad, también era la primera vez que veía hombres y otros elfos, pero había escuchado y leído tantas cosas sobre ellos que ya me resultaban incluso algo familiares. Aquella bestia, sin embargo… Despertó mi curiosidad. Seguramente sentiría dolor, como toda criatura viva sobre la tierra o bajo ella, ¿pero cuál sería su umbral? ¿Aguantaría más el sufrimiento que otros de los seres presentes?

Divagaba en torno a aquellas ideas hasta que vi al posadero acercarse a la extraña pareja, dándome cuenta de que tendría que esperar un poco, así que me centré en cavilar acerca de mis siguientes pasos. En ello me encontraba cuando el barullo que protagonizaban el grupo de leñadores se vio disminuido. Estos sólo habían echado una mirada al gigante, mientras que los cazadores habían guardado un repentino silencio.

Enarqué una ceja, escrutando la escena, más me valía anticiparme a lo que fuera que pudiera fraguarse allí.

- Tiradas (1)
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07/01/2018, 22:32
[Abandono] Nrog

Una de aquellas pequeñas criaturas nos guió hacia una pequeña mesa al fondo del local, cerca de la chimenea. Si bien el calor de la chimenea no era una molestia para mí, si que lo era el pequeño tamaño de todo lo que allí había, incluidas las sillas. Incapaz de aposentarme en una de ellas, decidí sentarme en el suelo con las piernas cruzadas, siendo esta también la única forma de que las mesas me quedaran a una altura más o menos adecuada.

No me pasaron desapercibidas las miradas de todos los presentes mientras aquel hombrecillo nos guiaba hasta la chimenea. No conocía de nada a aquellas criaturas y además, la mayoría de aquellas razas las veía por primera vez en mi vida. Los años de aislamiento en la montaña habían pasado factura en esto. Era incapaz de percibir las intenciones de los presentes, pero lo que tenía muy claro es que no iba a bajar la guardia bajo ningún concepto y si alguno de aquellos seres declaraba cualquier tipo de hostilidad hacia mí, se lo haría pagar.

El mismo hombre que nos había guiado se quedo esperando ante nosotros. Al principio no entendí muy bien sus intenciones, pero después recordé que en nuestra tribu teníamos un sitio parecido a este donde gigantes de paso se alojaban, comían y bebían. Le hice una señal al hombre para indicar que no tomaría nada, había derretido algo de nieve para beber durante el camino, por lo que no tenía ningún tipo de urgencia por beber de nuevo. Si a eso le sumaba la desconfianza de beber algo que me entregaran aquellos seres, el resultado no podía ser otro que la abstinencia.

- Tiradas (1)
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19/01/2018, 14:20
[Abandono] Shiral de Litdanast

El tiempo pasa lento, y mis únicas distracciones son el fuego y el escándalo de esos leñadores, que se alza y comienza a hacerme dudar de si es entretenido o molesto, pero pronto algo más capta mi atención, y la de todos, y es que a la posada llega un nuevo cliente, uno más inusual si cabe que esa elfa oscura de la esquina. 

Se trata de un gigante azul, acompañado de lo que a su lado parece una enana, y, tras el primer impacto, su presencia y relación me suscitan múltiples dudas. Su gente, su cultura, su idioma, su aguante. ¿Tendrán posadas gigantes para su gente y para él esta será una diminuta? Tiene lógica. Pero aunque realmente no encuentro respuesta a ninguna de ellas, lo que sí tengo claro es que estos días hacen bien en buscar un refugio seguro por aquí.

El gigante parece no querer tomar nada. Tal vez él mismo no necesite descansar ni reponerse, si no su compañera, pero de nuevo no tengo forma de saberlo. Sin duda, son una extraña pareja. 

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29/01/2018, 09:52
Tyron Stark

Completamente perdido, sumido en mis más oscuros pensamientos y lamentaciones, aparté la mirada del fuego brevemente, para mirar a aquella elfa. Le debía la vida, a ella y, por lo que me había contado, a otros dos miembros de su raza que habían tenido que continuar su camino hacia Eras-Har. Le había pedido sus nombres, Bildari y Eriel, por si El Salvador tenía a bien guiar mis pasos hasta ellos en algún momento de mi vida, de forma que pudiera agradecerles debidamente tal favor. Dudaba que aquello fuera a ser posible, dadas las circunstancias. Temía que Korth me hubiera retirado su mirada, abandonando a quien, en el fondo, tampoco había sido el más beato de sus fieles. Siempre me había guiado más un ideal que el fervor religioso, y aquel ideal se había diluido en oscuras aguas fanagosas.

Además, bien mirado, tampoco había agradecido a la propia Shiral su acto de bondad como debía.

Con aquella idea en mente, carcomido por a culpa y ensombrecido por mi falta de esperanzas, me giré levemente para contemplar el resto del salón subterráneo de la posada. A la concurrencia se habían unido dos nuevos comensales, a cual más pintoresco. Uno de ellos parecía una mujer, completamente vestida de negro. En la ciudad, los soldados con los que hice la instrucción desconfiaban de aquellos que vestían así. Decían que eran gentes que se camuflaban con demasiada facilidad en la noche, y eso les ponía nerviosos. En aquella situación, incluso a plena luz, tampoco llamaba tanto la atención, pero no por camuflaje, sino porque su acompañante atraía todas las miradas. Nunca había visto un gigante azul, y desde luego su aspecto era más impresionante aún de lo que esperaba, a tenor de las historias sobre esa raza que había escuchado.

Sin embargo, no fue nada que hicieran aquellos dos desconocidos lo que atrajo mi atención, lo que hizo que entrecerrase los ojos y tragase saliva, volviendo a mirar el fuego mientras intentaba determinar exactamente lo que estaba pasando...

- Tiradas (1)
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29/01/2018, 10:15
* Juglar *

Ya se lo que estarán pensando. Por supuesto, tal vez les parezca que la historia está en un punto demasiado tranquilo, aburrido, incluso ¿por qué no? ¡Predecible! Sin embargo, les ruego que mantengan la atención, pues incluso en los lugares más tranquilos y aparentemente seguros puede sobrevenir la tragedia, el heroísmo, y la más increíble de las historia. Incluso en un lugar como en el que nos encontramos, señores.

Nayi y Nrog tomaron asiento, acomodándose como buenamente les fue posible, especialmente el gigante azul, que ponía en riesgo incluso la resistencia del banco de madera en que aposentó todo su peso. Irdon hizo una mueca de desagrado al comprobar que Nrog rechazaba consumir. ¿Acaso les extraña? A fin de cuentas, era su negocio. Todo el mundo era bienvenido, mientras pagase una buena cuenta. Por suerte, la mujer que acompañaba al enorme salvaje azulado sí que pidió una comanda, algo frugal para empezar, pero suficiente para justificar su estancia en la posada. Además, Nayí ya había estado allí hospedada en otras ocasiones, y contaba con cierto... crédito. Tomó nota del pedido de la mujer, y se dirigió hacia la mesa apartada del fondo, desde donde la elfa oscura, Luelar, le había hecho gestos para que se acercase.

En la mesa de los leñadores, quienes habían ignorado casi completamente a los recién llegados, el ambiente se estaba comenzando a poner tenso. El que parecía el capataz había dicho algo que no había sentado demasiado bien, a tenor de las malas miradas que se habían cruzado entre los presentes. Tal vez no se tratase de lo que había dicho, sino del modo en que lo había hecho, las intenciones que parecía haber detrás, y el gesto con que lo había acompañado. Una de sus manos había terminado sobre la mano que la joven pelirroja mantenía sobre la mesa, y allí había permanecido hasta que ésta la había retirado de la mesa con un brusco gesto. Se diría que el jefe albergaba pretensiones que ni la mujer ni su padre, con expresión malhumorada, compartían. Sin embargo, el capataz no parecía rendirse, sino que con aires llenos de prepotencia se mostraba dispuesto a insistir. El otro hombre de la mesa, quizás temiendo los derroteros que podía seguir aquella situación, le hizo un gesto a la niña que se sentaba con ellos, quien se levantó y comenzó a caminar sin rumbo fijo por entre las mesas, alejándose de ellos para, tal vez, mantener la distancia ante una posible disputa.

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29/01/2018, 10:30
* Juglar *

Sin embargo, escúchenme bien y mantengan la atención... Puesto que, mientras todo aquello acontecía, dos de los presentes se percataron de algo que se movía en silencio, reptando como las serpientes en la arena oscura de la noche. Los tres tipos con aspecto de cazadores se encontraban sumidos en un tenso silencio, cruzando miradas entre ellos. Luelar pudo observarles bien desde la distancia, fijando en ellos su mirada bajo las sombras de su capucha. Había algo en su comportamiento que le resultaba tremendamente familiar, como todo experto reconoce su propio oficio. Y había un oficio que era común a todos los miembros de su raza. Por diferentes motivos, también el caballero de Stumlad se había percatado cuando se había girado a observar el salón, aunque en su caso se había debido más a la pura casualidad.

Aquellos tipos no solamente cruzaban miradas entre sí. También, cada cierto tiempo, miraban en dirección a la chimenea con cierto tosco disimulo. No eran especialmente buenos en tales lides, y por eso bastaba posar en ellos un poco de atención para darse cuenta. Observaban a Tyron.

Y mantenían sus armas cerca de sus manos.

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04/02/2018, 21:33
Luelar Tyrundlin

Mis rosados ojos danzaban de un lado a otro, atenta a cuanto me rodeaba, mientras Irdon atendía a la extraña pareja. No tardó mucho en acercarse a mi apartada mesa, momento en que eché mi capucha hacía atrás, tan sólo lo justo para poder mirarle a los ojos desde el banco que ocupaba.

- Tengo entendido que bebéis algo hecho con lo que llamáis cebada, ¿me traerías una jarra? Y algo de carne estaría bien. Poco hecha. Muy poco hecha. – solicité con una maliciosa sonrisa, cuyo único propósito era inquietar al posadero.

Cuando se retiró, continué con el pasatiempo que llevaba ya un rato desempeñando. Mi mirada terminó deteniéndose en el grupo de leñadores, entre los que parecía estar a punto de generarse una disputa, al menos si el capataz no cesaba en sus pretensiones con aquella mujer. Ni esta ni el que debía ser su padre parecían cómodos, e incluso el otro hombre que se sentaba en la mesa había terminado indicando a la niña humana que se retirara.

Con un codo sobre la mesa, apoyé mi rostro en una mano, atenta a lo que pudiera acontecer entre el gremio de la leña; sin embargo, por el rabillo del ojo advertí algo que desvió mi atención. Retiré mi brazo de la mesa, y con mi capucha nuevamente acomodada, observé discretamente lo que otro grupo de hombres hacía. No me resultó difícil adivinar las pretensiones de aquellos tres tipos. El grupo de sanguijuelas parecía tener un claro objetivo, y quizás pudiera sacar provecho de aquella situación, pues no parecían verdaderos expertos.

Ni corta ni perezosa, me puse en pie y me dirigí hacia su mesa, deteniéndome frente a ellos; de tal modo que impedía que vieran al caballero de Stumlad desde donde se encontraban.

- No me gusta comer sola, ¿les importa si tomo asiento? – les pregunté junto a aquella burda excusa. – Y me ha parecido que podríamos compartir intereses… Quizás podríamos hablar de eso. – añadí en un susurro.

- Tiradas (1)
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09/02/2018, 01:05
[Abandono] Shiral de Litdanast

El escándalo que antes formaba el alto volumen de las conversaciones de los leñadores pasa a un segundo plano cuando se sobrepone la tensión de un conflicto entre estos, a punto de estallar. La retirada de la pequeña humana no hace más que confirmarlo, pero lo que me extraña entonces de todo esto entre tanta tirantez, es el movimiento de la elfa oscura, que queda entre nosotros y el otro grupo de hombres. 

Aunque en un principio no debería tener motivos para desconfiar de ella, mis emociones no reflejan lo mismo y es algo que no puedo evitar, no sólo con ella, si no también con aquellos a quienes se ha acercado, como si su compañía o su interés ensombreciera a quienes le rodean a mi vista. ¿Recibirán los hombres a la elfa oscura de buena gana? ¿La rechazarán? 

Miro de lado a Tyron, curiosa por su reacción ante la situación, si es que por fin se despertaba algo en él, esta vez en su interior. Un gigante azul, una elfa oscura, y una disputa humana. Aunque esto último no parezca tan extraño en realidad, lo cierto es que esperaba menos emociones de una posada en mitad de ninguna parte. 

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10/02/2018, 00:12
[Abandono] Nrog

Ante mi negativa a tomar nada aquel hombre desplegó una mueca de desagrado que hasta alguien como yo, totalmente aislado del mundo, podía detectar. Dicha mueca se relajó cuando mi acompañante sí que pidió algo a aquel humano. No obstante, lo que más llamó mi atención no fue aquella mueca, sino lo que acontecía en una mesa cercana.

No comprendía muy bien la forma de ser ni el comportamiento de aquellas criaturas, pero todo parecía indicar que se avecinaba una disputa entre ellos. El hecho de que aquella humana canija se alejara de la mesa no hizo más que confirmar las sospechas. Pero si algo así ocurría, no iba a cogerme con la guardia baja.

Seguí observando a mi alrededor, viendo como otra hembra de color azulado se cambiaba de mesa. No sé si era mi instinto de supervivencia, o el hecho de que consideraba un enemigo a todos y cada una de las criaturas que se encontraban allí, pero no me parecía que aquel cambio de mesa fuera a traer nada bueno, por lo que permanecí alerta, dispuesto a llevar mi mano al mango de mi mazo al mas mínimo movimiento sospechoso.

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13/02/2018, 16:52
[Abandono] "Sombra" (Nayí)

Normalmente aquel lugar era muy tranquilo. Por eso me gustaba ir allí después de mis trabajos en la zona. Allí no hacían preguntas, no te juzgaban por tu aspecto. Era un negocio y les movía el dinero. Les daba igual todo mientras no les llevases problemas ni generases peleas.

- Disculpa a mi amigo, Irdon. Está un tanto cansado del viaje. Espero que tengas un lugar donde pueda descansar esta noche a corde con su tamaño. - Le dije al posadero. - Yo si tomaré un poco de ese caldo casero vuestro y algo de asado. Quizás cuando vea delante suya la comida tan deliciosa que preparáis aquí, se le habra el apetito. - Había que mantener contento a aquel hombre, pues en este tiempo había logrado un cierto grado de confianza con él y su mujer y no quería perderlo todo por aquel incidente sin importancia.

Pero las cosas no apuntaban bien aquella noche. Curiosamente, ni la elfa oscura ni mi acompañante eran las causas de la tensión en el ambiente. Cazadores, tensos silencios... y aquel hombre que parecía tener ganas de poseer a una mujer aun en contra de la voluntad de ella. Observé como uno de los hombres le decía a la niña que les acompañaba algo y esta comenzó a moverse por la sala. Por el rabillo del ojo vi como la elfa oscura se levantaba y caminaba hacia algún sitio... pero mis ojos se cernían sobre aquel hombre y sus pretensiones.

- Ven cariño. - Dije a la pequeña cuando pasó a mi lado, retirándome por completo la capucha y permitiéndola ver mi rostro con calma, en él se dibujaba una sonrisa. Desde que había conocido y ahora convivido con mi amado Mürwert, había nacido en mí una extraña sensación y necesidad de protección sobre los niños pequeños. Algo que afloró nuevamente cuando el ambiente se tensó un poco más. - Sube arriba y dila a Belona, la mujer de la barra, que te enseñe la despensa. Dila que te envio yo, la mujer de negro con la cicatriz en la cara.

La verdad es que iba a dejarla junto al gigante. Dudaba que se la comiese y estaba segura de que nadie se metería con ella con él a su lado. Pero si se desataba una pelea, vería a quien parecía su padre en peligro... mejor alejarla de todo. Tras ver a la niña alejarse miré a mi acompañante. - Aprovecha y prueba la comida. - Le dije acercándole mi plato. - Yo no tardaré. No puedo permitir peleas aquí. Este es un lugar de paz y ese tipo se está pasando. - Señalé con la cabeza al jefe de los leñadores.

Me levanté y caminé hacia la mesa, procurando que mi objetivo no se diese cuenta de mi llegada hasta que le hablase. Eso impresionaba mucho. Cogí un taburete y me senté a su lado. Sin mediar palabra, saqué una de mis dagas y la clavé sobre la carne que tenía aquel hombre en el plato. - ¿Ves como brilla la hoja? - Le pregunté mirando mi daga, la cual había alzado con el pedazo de carne en ella. - ¿Cómo chorrea la salsa por ella? - Miré al hombre y le sonreí con crueldad. -  Te confesaré algo. - Me acerqué a él un poco. - Me gusta más ver como se desliza la sangre de los cerdos como tú por ella. - Le susurré lo suficientemente alto como para que me escuchasen todos los de la mesa, pero procurando no llamar la atención de nadie más. Había malicia en mis palabras. - Si no quieres comprobarlo, deja las manitas quietas o acabarás perdiendo ambas... y a tu mejor amigo. - Guardé silencio esperando respuesta de aquel sujeto, mientras permanecía atenta a sus movimientos.

- Quizás sea el mejor momento para irte a dormir... Estaba bebido, delante de sus subornidados y era una mujer quien le amenazaba. Todo apuntaba a que tendría que trincharle como a un pavo, pero al menos tenía la oportunidad de serenarse e irse a dormir.

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26/02/2018, 09:49
Tyron Stark

Por pura casualidad, o quizás recibiendo una inmerecida bendición por parte de El Salvador, me di cuenta de las miradas que aquellos tres tipos disimulaban en nuestra dirección. En la mía, de hecho, algo de lo que sólo estuve seguro tras un segundo vistazo. Tratando también yo de disimular, evité sus miradas mirando indirectamente hacia el fuego de la chimenea, no tardando en atar cabos. Mis hermanos, todos cuantos estuvieran implicados directamente en las tropelías que se cometían en nombre de nuestra orden en aquellas inhóspitas tierras, habrían buscado mi cuerpo para asegurarse de haberse librado de mí. No podía asumir que fueran menos que todos los caballeros de Stumlad acuartelados en la región, pero aún así era muy posible que tuvieran que guardar su imagen. De lo contrario, ¿por qué molestarse en aprovechar el fragor de una escaramuza para atacarme a traición? Del mismo modo, tal vez no pudieran permitirse acudir en persona a terminar el trabajo. O tal vez necesitasen ayuda para cubrir más terreno. El caso era, tuve que admitir maldiciendo para mis adentros, que habían encargado mi muerte a alguien más. Y esos tipos tenían, o eso parecía, toda la intención de cobrarse la jugosa recompensa.

Lamentando no disponer de mi armadura, de la cual me habían desprendido los elfos para mi recuperación, acerqué mi mano a la empuñadura de mi bastarda. Si la piel de un caballero de Stumlad querían, caro pensaba venderla.

Señorita Shiral de Lidtanast... -Comenté en voz baja, cruzando una significativa mirada con la elfa a quien tanto debía. Al parecer, el movimiento de otro de los comensales de la taberna había distraído su atención, alguien oscuro y cubierto por una capucha. ¿Un elfo oscuro? Había visto pocos en mi juventud, y en aquellas montañas se hablaba de sus incursiones y saqueos, pero todo lo que sabía de ellos era que se decía que no eran de fiar. Los caballeros de Stumlad, en cambio, debían ser adalides del bien y del orden, y por las malas había descubierto que no siempre era de tal modo. ¿Podía ya fiarme de lo que se dijera?- ...suceda lo que suceda, le ruego que se mantenga al margen. -Solicité a la mujer, estrechando el cerco de mis dedos en torno a la empuñadura de mi gran espada- Bastante le debo ya, no deseo que se arriesgue en una disputa que sólo a mí me compete. -Expuse, desviando mi mirada hacia las mesas, aún más turbado.

La mujer que había llegado junto al gigante azul se había desplazado hasta la mesa de los leñadores, hablando con el malencarado capataz, no tenía muy claro el motivo. Sin embargo, fue el movimiento del elfo oscuro lo que me hizo entrecerrar los ojos, puesto que al moverse por el comedor se había acercado precisamente a la mesa de aquellos tres que presumía asesinos. Korth sabría con que intenciones, aunque no pude pasar por alto que aquella raza arrastraba una dura leyenda de asesinos sin igual...

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26/02/2018, 10:13
* Juglar *

La tensión iba en aumento en el interior ya de por sí caldeado de aquella taberna. ¡Imagínenlo! Nadie había desenfundado un arma, pero el peligro acechaba en cada recodo de aquel lugar, entre las mesas, en los rincones. Las piezas se habían dispuesto sobre el tablero, y los primeros movimientos se estaban realizando ya. No así los primeros ataques, aunque algo flotaba en el ambiente indicando que, una vez llegase el primero, todo se precipitaría sin remedio.

Irdon tomó nota de la comanda de Luelar con disimulada incomodidad. ¿Acaso podría alguien sentirse cómodo frente a una sacerdotisa de Izz, incluso sin saber que es tal? La aspirante a Señora Negra sabía cómo inquietar a los hombres, y su maliciosa voz se incrustó en la columna del posadero como un escalofrío. También había tomado nota del pedido de Nayí, con mucha mayor calma y paciencia, especialmente al tratarse de una mujer que había frecuentado el local anteriormente, siempre pagando con puntualidad sus estancias. Quien pagaba siempre sin problemas contaba con cierto crédito, a ojos de cualquier negociante sensato. El posadero se alejó escaleras arriba, en busca de los pedidos, ignorando los serios problemas en que amenazaba con verse envuelto su negocio.

No fue así para el tipo que, con seriedad manifiesta, se apostaba junto a las escaleras. Vio alejarse a Irdon con una mirada de soslayo, pero sus ojos recorrían el comedor de un lado a otro, vivaces, como si se percatase de todo cuanto acontecía. Dio un trago al vino y, al apoyar de nuevo el vaso sobre la mesa, cambió de posición el arco que había apoyado en la pared a su espalda, ajustándolo al banco en que se sentaba, más a mano. Alzó del suelo el carcaj y lo situó también en el propio banco, a su lado, al fácil y corto alcance de sus dedos.

Nayí abandonó su asiento, otro movimiento más en el complejo tablero, y ase acercó a la mesa de los leñadores, no dudando en hablar un instante con la pequeña que se había separado de ellos, invitándola a abandonar la sala con una excusa. La niña buscó la mirada de aquel hombre que le había indicado que se apartase de ellos, quien no le quitaba ojo de encima. Parecía haber comprendido las intenciones de la mujer, y asintió accediendo a que la niña hiciera caso. De ese modo, la infante salió corriendo con cara de preocupación escaleras arriba, atrayendo también la mirada del tipo del arco durante un instante, antes de llevarse un trozo de queso a la boca.

Entonces, y sólo entonces, nuestra heroína... Sí, señores, heroína. Hay muchas clases de héroes en las tierras que llamamos Valsorth, y más allá de ellas. El heroísmo toma muchas y variadas formas, en ocasiones algunas que sorprenderían incluso a sus propios protagonistas. Pues nuestra heroína no dudó en amenazar directamente a aquel capataz, advirtiéndole de forma quizás demasiado explícita lo que sucedería si no accedía a reconsiderar sus opciones. Se hizo el silencio en aquella mesa, de hecho se hizo en todo el comedor en cuanto aquel puñal se clavó en el trozo de carne que descansaba aún en el plato frente a él, y el tipo la miró con ojos vidriosos por el alcohol y el temor. Era una mujer quien le amenazaba, sí, pero una especialmente directa y segura, armada, y que había llegado al local en compañía de ¡un maldito gigante azul! No se ustedes, valerosos hombres de bien, pero este humilde juglar debe admitir que se habría hecho sus necesidades encima de haber estado en tal tesitura. De hecho, no tuvo valor siquiera para responder. Sencillamente asintió con la cabeza con gesto sumiso, tragando saliva con evidentes dificultades. Mientras tanto, tanto la mujer de cabellos rojos como el tipo de la barba que aparentaba ser su padre, miraron a Nayí con gesto serio pero agradecido.

Mientras tanto, Luelar solicitaba permiso para tomar asiento a la mesa de aquellos tres cazadores, si es que era eso precisamente lo que eran. Los tres hombres se miraron entre sí, aunque finalmente la decisión pareció recaer en el rubio de inquisitiva mirada, quien asintió señalando un espacio libre en uno de los bancos, junto a su orondo compañero. Sin embargo, no parecía hacerle especial gracia aquella interrupción en sus asuntos, sino más bien expectante ante la naturaleza de aquel acercamiento. De hecho, las siguientes palabras de la elfa oscura le llevaron a entrecerrar los ojos, como un depredador a punto de saltar sobre su presa. Ni siquiera desvió su clara mirada para comprobar la reacción de sus compañeros, inquietos. Tan sólo apoyó los brazos sobre la mesa y se inclinó sobre ella para hablar a la clériga más de cerca.

Y dígame, señora... ¿Qué intereses son esos?

- Tiradas (1)

Notas de juego

Luelar: Si la conversación va a ser en susurros, puedes postearla en privado sólo para el director si quieres, a tu elección. Recuerda hacer doble post para mostrar a los demás cualquier movimiento evidente de tu pj.

Los demás: Si queréis poner la oreja a la conversación de Luelar con esos tipos, podéis hacer tirada (oculta) de Atención. Por distancia, Nayí sufriría un penalizador de -1, Nrog de -2, y Shiral y Tyron de -4. La Clase de Dificultad es 15, que son susurros en una habitación llena de gente. Si Luelar decide postear en público, haced la tirada igualmente para valorar cuánto de lo que podáis leer realmente llega a oídos de vuestros personajes (ante la duda, consultadme).

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02/03/2018, 22:14
[Abandono] "Sombra" (Nayí)

Mi sonrisa no cambió en absoluto ante la reacción del cerdo con forma de hombre que permanecía aterrado a mi lado, pero miré un instante a la mujer acosada y su supuesto padre. No era necesario que dijesen nada, podía leerlo en sus ojos. Tras un pequeño guiño me centré de nuevo en aquel tipejo que apestaba a alcohol y sudor rancio. 

- Tu vida no vale para mí, mucho más que un par de monedas... Menos incluso si me entero de que tocas a una mujer sin su permiso. -Le indiqué con tono amenazante, dándole mi precio a los presentes en la mesa en caso de que quisieran hacerme algún encargo especial.

Tras mis palabras, dejé nuevamente la carne mordida en el plato y fue en el momento en el cual iba a levantarme e irme, cuando me percaté del grupo de hombres mirando al herido y que elfa oscura se había movido a su lado. Estaba lo suficientemente cerca como para intentar escuchar la conversación que mantenían en aquella mesa. Miré un instante al gigante que me acompañaba  y en cuanto este me miró, le hice un leve gesto con la cabeza para que estuviese pendiente también de aquellos hombres.

Después de escuchar (o no) lo suficiente e interpretar sus gestos, me levanté de la mesa y caminé hacia el hombre herido y la mujer que le acompañaba quien, para mi sorpresa, era una elfa de los bosques. Era difícil ver a una de su raza en una taberna, pero más complicado era ver una elfa oscura fuera de sus cavernas y tenía una cerca. 

- Espero no molestar. -Dije con una sonrisa mientras me sentaba sin esperar invitación junto a tan peculiar pareja- ¿Amigos tuyos? -Pregunté al herido refiriéndome a los cazadores y la elfa oscura.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Narrador: la palabra "drow" no existe en El Reino de la Sombra. Se les llama elfos oscuros. Del mismo modo, no se generaliza como raza a una raza élfica solamente como "elfo", sino que se trata de aclarar si es de una raza u otra. De tal modo que para hablar de Shiral se diría siempre "elfa de los bosques". Te lo he editado.

Sombra: Oooohhh! Con lo bien que suena Drow (que por cierto es un elfo oscuro XD). En cuanto a la otra elfa... ¿no puse "de los bosques"? Juer, que fallo... eso de que me interrumpan mientras escribo no mola nada.