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Muerte en la Nieve

Cantar de la Gran Compañía 5: Las Ruinas de la Fe

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21/02/2020, 12:16
. Fian de Lorian

La reacción del paladín, ante las demandas de Luelar, fue más lenta de lo esperado. Fian de Lorian parecía agotado, y no tardó en llevarse una mano al hombro del brazo que sostenía su maza, un arma que bien podría haber colgado de nuevo en su cinturón, pero que tenía en su mano diestra firmemente sujeta. Miró fijamente a la mujer de cabello azabache durante unos instantes, pero no dijo nada. Sus ojos se desviaron hacia el caballero de Stumlad, al que miró de arriba a abajo enarcando una de sus cejas. Alzó la mirada hacia lo alto de la muralla, donde aún permanecía Dhorne, y entonces paseó su atención entre todos los presentes. Daba la sensación de estar evaluando algo, aunque sus ojos se posaron más tiempo de la cuenta en el extraño elfo Riohrd, como si con aquella mirada quisiera transmitir algo.

Creo que... no me he presentado. -Dijo finalmente, atusándose su curioso mostacho terminado en sendas puntas curvadas hacia arriba. Su expresión se dulcificó de pronto, adoptando una expresión mucho más cordial- Mi nombre es Fian de Lorian, paladín destructor del mal al servicio de la santa iglesia de Korth. Me temo, bella doncella, que no soy quién para conceder ni denegar aquello que reclama... -Indicó haciendo un gesto galante en dirección a Luelar- Soy, a causa de mi oficio, un peregrino, y por tanto nada más que un invitado entre estos muros. La congregación es quien custodia el saber que pueda haber entre estas murallas, y será por tanto al abad Garlon a quien debáis formular vuestra petición. Aunque os sugiero hacerlo en un tono menos... exigente. -Aconsejó con sutileza, volviéndose hacia el explorador- Ivar... ¿no es así? Ese nombre me resulta familiar. ¿Es acaso común por estas, para mí, desconocidas tierras? -Preguntó con extrañeza. No cabía duda de que, si alguna historia le había llegado a aquel hombre acerca de tal nombre, sin duda no supondría una nueva agradable. Por fortuna, o desgracia, pronto el nombre del explorador abandonó la atención del paladín, pues parecía más interesado en otro de los presentes- Lo que no es tan común, me temo, es ver a un caballero de la muy noble Orden de Stumlad en solitario, y sin un corcel sobre el que montar. Si no ando demasiado errado, los fuertes más cercanos de la orden quedan realmente lejos de aquí... Me pregunto cómo habéis terminado tan lejos de los vuestros, joven caballero. -Comentó volviendo a atusarse el mostacho, con aire suspicaz- Lo cierto es que, a pesar de no llevar demasiado tiempos por estos lares, sí que han llegado a mis oídos algunas habladurías... acerca de un caballero sobre el que pesa una orden de busca y captura por parte de la Orden. Un hombre joven, de rubio cabello, acusado de ciertos crímenes entre los que se encuentra la deserción... -Anunció estrechando sus ojos, al tiempo que, sutilmente, adoptaba una postura ligeramente defensiva, por lo que pudiera acontecer, situándose ligeramente de costado con la maza tras de él para estar listo en caso de tener que usarla- No soy quién para juzgar a los hombres, pero los monjes de este sagrado lugar se encuentran bajo mi protección. Debo pediros que me entreguéis vuestras armas, mi joven amigo, mientras permanezcáis entre estos muros. No consentiré que un delincuente armado campe a sus anchas sobre suelo sagrado.

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24/02/2020, 18:25
Ivar el Cuervo

El pasado de un hombre es como su sombra, por mucho que trate de alejarse de ella, siempre lo perseguirá. Así que mentir al caballero armado con una maza sobre mi nombre de poco iba a servir, aunque su atención se desvía rápidamente hacia Tyron. Nunca entenderé bien a los servidores de los dioses y sus extrañas costumbres, creen en dioses a los cuales jamás han visto, pero dudan siempre de la acciones y la moral de aquellos a los que llaman hermanos.

-Me temo, mi buen caballero, que mi nombre no es muy habitual y que hay quienes se han empeñado en asociarlo a un cruel maleante al cual espero, poder dar muerte algún día. Pero si de algo os sirve mi palabra, os juro en nombre de los grandes espíritus, que no traigo intención alguna de haceros daño ni a vos, ni a los buenos monjes que nos han acogido en nuestra hora más necesitada.

Si algo he aprendido en mis tiempos con los clanes, es que la mentira nunca es una buena aliada. Puede que no sea buena idea en ocasiones ser sincero, pero contar una mentira es siempre mil veces peor. Por no mencionar, que iniciar una gran bola de nieve de engaños, acaba provocando una avalancha de falsedades que hace que uno acabe perdiendo para siempre su honor.

-Debo admitir que apenas conozco al muchacho ni las tradiciones de su orden. Pero si de algo podéis acusarlo, es de lanzarse al peligro sin dudar con tal de salvar aunque sea, una sola vida. Las buenas gentes que han logrado llegar hasta aquí, lo han hecho gracias al esfuerzo y sacrificio de este buen muchacho. Sois un hombre de fe, decidme entonces ¿Realmente alguien que traiciona a su orden sería capaz de plantarse ahí fuera contra una horda sin fin de muertos? Podéis acusar al joven caballero de ser un insensato, quizás definitivamente, no tenéis que temer por su espada. Antes se dejaría matar mil veces que alzar su arma contra un inocente. Pero comprendo que las palabras pueden ser difíciles de creer, así que si lo creéis necesario, yo también entregaré mis armas. No deseo faltar al respeto a los monjes, ni a vos. Nos habéis salvado la vida y si es tiempo lo que necesitáis para conocernos y decidir que no somos un peligro para los aquí presentes, con gusto os lo concederé.

Nunca es buena idea quedarse desarmado, de hecho es una idea pésima. Pero con el ejército retirándose, el peligro no es inmediato. Además de nuestras acciones dependen muchas vidas, bien vale la pena quedar desarmado, que iniciar un conflicto que tan solo alimentará las huestes de nuestro enemigo. Así pues, tomando mi arco con una mano y mi hacha con otra, se las tiendo al paladín para que haga con ellas lo que mejor crea.

-Tan solo os pido que permitáis que estas pobres gentes sean llevadas a un lugar donde puedan descansar. Han viajado durante varias horas a gran ritmo y algunos de ellos se encuentran muy fatigados, quizás, de ser posible, un lugar cálido sería apropiado si puede ser. También sería oportuno que alguien permanezca atento por si los renacidos cambian de opinión y regresan. Me ofrezco voluntario para hacer la primera guardia aunque si preferís que sea otro, acataré vuestra palabra.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Edit: tirada de diplomacia

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24/02/2020, 20:44
Dhorne

Oigo las voces a mi espalda, las conversaciones, exigencias y replicares pero aunque en algún que otro momento volteo mi mirada hacia ellos, todo lo dicho, o al menos su inmensa mayoría carece de interés cuando lo que se muestra frente a mi, capta casi por completo tanto mi atención como es la razón de mi más grande frustración. Cierto es que he perdido toda esperanza de intentar siquiera comprender el hacer de éstas criaturas, pero aunque consigo divisar a quien parecía ser la vanguardia de entre estos, el seguir su retirada con la mirada me permite atestiguar lo que está muy lejos de ser una buena señal para cualquiera de nosotros. Me mantengo entonces durante unos minutos más sobre el muro, con la mirada expectante y el corazón atribulado, pero de nada sirve por ahora mantenerme aquí y por ello, y al divisar la escalera por la cual poder descender, es que suelto el gancho del muro, y tras enrollar entorno a mi hombro la cuerda, bajo para así, no solo recuperar mi cimitarra, sino para también ser una espectadora mas de cómo el tal Fian de Lorian, increpa a Tyron de cuestiones que supongo que a ninguno de los presentes o al menos a quienes le acompañan en su travesía, les son completamente ajenas. 

Claro está, aquello no era lo único que dicho por aquel hombre de tan peculiar bigote había sido dicho, pero sin duda era lo más significativo cuando en tan evidencia se ponía la más completa ineptitud y sobre todo, falta de criterio. A diferencia de Ivar, no tengo ni la más mínima intención de ofrecer mi arma como afirmación de mis buenas intenciones, y aunque me acerco al explorador para entregarle la cuerda que tan útil me fue en su momento, tampoco me molesto en presentarme, no cuando la posibilidad de terminar siendo conocida como futuro cadáver andante aún no había desaparecido. - Pues para no juzgar... - Es lo que incapaz me veo de retener de entre mis labios, cuando tacha al rubio caballero de delincuente, y es que más contradictorio no podían llegar a ser sus comentarios. 

- El grueso de la horda a seguido con su retirada, y aunque no encuentro rastro de quien los lideraba, algunos se han quedado inmóviles a unos cuantos metros de estos muros. Supongo que para vigilar qué hacemos y cuando. Así pues, aunque no tenemos a una horda de seres sacados de a saber donde agolpados en la puerta, tampoco es que el riesgo haya desaparecido por completo ni muchísimo menos. - Informo a los presentes, y por el contrario, una sola certeza comienza a establecerse en mi cabeza. - Además... - Me propongo el continuar, más aquello que para mi es una certeza, para los demás posiblemente pueda parecer una completa insensatez. Y justo por esto es que muerdo mi lengua y mis labios para no continuar con mis palabras, más aún cuando sé que de poco servirá para aliviar las apesadumbradas almas de quienes se han visto arrastrados a toda esta locura. - Es igual. - termino por decir, a sabiendas de que diga lo que diga no haré cambiar de opinión al hombre del bigote, después de todo ¿Desde cuando ha servido discutir con alguien que no ve mas allá de su propias y arraigadas creencias? 

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24/02/2020, 22:38
Riohrd

Apegado a sus antiguas costumbres, a las mismas que le habían permitido vagabundear por el continente sin tener mayores percances de lo que podía ser habitual, el alto elfo, aún sentado sobre el frío suelo, alzo su mirada cuando los avisos y demandas, cuando las gratitudes y expresiones de alivio comenzaron a enturbiar el silencio, más su rostro y todo lo que este era capaz de expresar, se mantuvo oculto en su capucha, mientras que de sus labios, no salió palabra alguna para refutar o apoyar lo que llegaba hasta sus oídos. Y es que sin importar cuanta razón pudiese encontrarle a unos u a otros, aquel no era su problema, ninguno de los presentes siquiera un mero conocido, y por lo mismo, dejó que fuesen ellos mismos quienes arreglasen temas que eran por completo ajenos a él, y a la razón por la que se encontraba en dicho lugar. 

Más aunque sus labios se curvaron en alguna que otra distendida sonrisa, siempre oculta de cualquier ojo curioso, fueron las palabras de la rubia mujer las que llamaron su atención, haciendo que al menos tuviese que decantarse por darle la razón a aquel tal Ivar en uno de los puntos expuestos por este. - Si lo que dice esta mujer es cierto. - Comenzó a decir al tiempo que se ponía de pie. - Montar guardia será algo más que necesario durante el tiempo que esas aberraciones sigan apostados ahí fuera. - Apuntó, dirigiendo su mirada a Fian. - Así como también intentar resolver el cómo nos mantendremos a salvo dentro de estas paredes. - Y fue solo entonces que hecho su capucha ligeramente hacia atrás para poder posar sin impedimento alguno su ambarina mirada en el hombre de fe. Ambos sabían el estado en que aquel templo se encontraba, ya no solo en la escasez de sus provisiones sino que también en su propia estructura, y es que por mucho que parte del lugar se encontrase en perfectas condiciones, habían muchas otras cuya integridad se vería sumamente comprometida en caso de un ataque como el anterior. 

Pero así como su voz, grave y incluso ligeramente rasgada había resonado en su momento, esta volvió a silenciarse en pos de mantener para sí todo lo que en sus pensamientos se encontraba. El no sería quien juzgase a los presentes ni por sus formas ni por sus actos pasados, puesto que no se encontraba exento de pecados, pero aquello muy lejos estuvo de hacerle siquiera empatizar con los dos hombres que eran puestos de alguna u otra manera, en exposición. 

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26/02/2020, 00:35
Luelar Tyrundlin

Resultaba increíble lo que le gustaba a algunas personas perder el tiempo en aquel lugar, como si no hubiera una horda de muertos acechándonos. Quizás alguno de los inútiles humanos que escoltábamos tendría que haberse quedado al otro lado de la puerta. Quizás el crujir de algunos huesos, el desgañite de algunas cuerdas vocales, y en definitiva, el sonido de una cruenta muerte; hubiera permitido a parte de los presentes ser conscientes del verdadero peligro que corríamos.

No solo se trataba de aquellos que se dedicaron a darse abrazos como si todo hubiera acabado, sino de aquel paladín que tras permitirse un largo silencio que dedicó a observar a unos y otros, su mayor interés parecía ser el de hacer una presentación formal. Estaba más que impaciente, y tuve que contenerme por no poner los ojos en blanco, poniendo buena cara mientras se pronunciaba. Al menos respondió a lo que me interesaba saber, si bien aquella no era una buena noticia. No iba a tener tiempo de dar con información valiosa antes de que fuera demasiado tarde.

A lo que no respondió Fian de Lorian fue a lo que le preguntó Tyron, interesándose tras responderme por quién era Ivar y avasallando después al caballero por aquellos delitos que le habían colgado de manera injusta. Mas no se limitó a eso, terminando por pedirle sus armas.

Antes de que este pudiera siquiera entregarlas, algo que estaba convencida de que haría, Ivar tomó la palabra, tratando de defenderle tras haber dado explicaciones sobre su persona. Estaba claro que el viejo tenía buena intención, pero la que hizo no me pareció la mejor de las defensas, y lo de entregar sus armas era una completa necedad.

El explorador continuó hablando, terminando de hablar de la necesidad de hacer guardias, siendo la mujer de cabello claro quien se pronunció poco después, poniéndonos al día sobre cómo estaban las cosas fueras. No me había girado hacia ella hasta entonces, pero al dejar algo en el aire la miré.

- Además... ¿qué? - le dije de inmediato, preguntándome si acaso estaba dejando a un lado algo de lo que había visto, quizás algo que pudiera terminar siendo fundamental.

Fue entonces cuando el elfo del bosque comenzó a ponerse en pie, apoyando la idea de hacer guardias y lanzando la cuestión de cómo íbamos a resistir dentro de aquella fortaleza. ¿Es que era la única que pensaba en cómo acabar con esas cosas? No podíamos aguantar eternamente en aquel sitio. O acabábamos con ellas, o había que dar con el modo de mantenerlas lejos el tiempo suficiente como para que pudiéramos salir de allí, y no imaginaba cómo podríamos hacer algo así.

Volví a mirar al paladín, decantándome por una vía bastante arriesgada, pero la que me pareció mejor llegados a aquella situación.

- Disculpe mi tono, no es más que el tono nacido de la necesidad. - me disculpé con una suerte de reverencia. - Como protector de este lugar, espero que pueda comprenderme. Algunos de nosotros también somos protectores, protectores de estas gentes que hemos traído hasta aquí para impedir que les alcance una muerte segura. Este es también el caso de Tyron Stark, quien comparecerá ante las altas instancias de la Orden de Stumlad para abordar su caso cuando todo ese despropósito de abordajes de muertos vivientes termine. - miré discreta y brevemente a Tyron y le guiñé un ojo antes de proseguir. - Pero por muy injustas que me parezcan sus palabras hacia él, hablar de las virtudes del caballero no es lo primordial ahora. Tengo cierta información sobre lo que puede estar sucediendo con esos muertos, y es urgente que pueda hablar con el abad Garlon, pero en vista de su suspicacia; no quiero que haya lugar a equívocos. - cogí aire antes de continuar hablando. - Mi nombre es Luelar, y soy una elfa oscura. - informé antes de proseguir. - Por muy seguro que pueda ser este lugar, los víveres no pueden durar eternamente. Hemos de hallar la manera de detener a la horda de muertos, y puede que juntos sea la única manera de lograrlo.

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26/02/2020, 09:10
Tyron Stark

No pude evitar ponerme algo tenso al percatarme de que el paladín, que se presentase como Fian de Lorian, creía reconocer el nombre de Ivar. Por fortuna, no daba la impresión de saber exactamente dónde o en qué circunstancias lo había oído antes, de modo que aquello tan sólo supuso un amago, el anticipo de lo que habría de venir.

Y es que, si bien el nombre de nuestro veterano explorador, cuya inestimable ayuda había resultado, a la postre, crucial para alcanzar a salvo aquellas latitudes, era algo que no estaba claro en su mente, no era así en mi caso. Desde luego, un miembro de la Orden de Stumlad caminando sólo y sin corcel llamaba soberanamente la atención, y dado que los traidores de mi destacamento habían hecho correr la voz acerca de mí con sus mentiras, relacionarme con aquel a quien buscaban resultaba realmente inevitable, a poco que hubieran llegado nuevas propagadas por ellos.

No tardaron algunas voces en alzarse en mi, por otra parte, difícil defensa. Al fin y al cabo, eran hombres presuntamente honorables y dignos de total confianza quienes me acusaban, y desconocidos de muy dispar origen quien trataba de defender mi honorabilidad. Fue Ivar quien más se extendió a tales efectos, llegando incluso a ofrecerse a entregar él también sus armas como gesto de buena voluntad. Me pareció oír las amargas quejas de la mujer de mar, Dhorne, desde lo alto de la muralla, y tan sólo pude desear para mis adentros que no dijera nada más para no empeorar la situación. Había conocido a unos cuantos servidores marciales de la iglesia de Korth, y no destacaban por su apertura de miras ni ausencia de orgullo. Encararse con ellos acostumbraba a resultar... contraproducente. Por suerte, la marinera desvió sus palabras a otros derroteros, exponiendo la situación tras las murallas. Incluso Luelar salió en mi defensa, antes de centrarse en aquello que parecía obsesionarla desde que había pisado aquella fortaleza, que no era sino encontrar el modo de detener a aquel ejército. Aunque para ello, aumentando mi inquietud, confesase ante el paladín su verdadera raza. Quizás, precisamente por ello, aceleré mi respuesta a aquel hombre, tratando de centrar su atención en mí y no en los prejuicios que el pueblo de Luelar arrastraba entre los hombres del norte.

Fian de Lorian, comprendo vuestras reticencias hacia mi persona, de modo que permítame apaciguar su ánimo de la mejor manera que sea capaz. -Afirmé con toda la solemnidad de que fui capaz, clavando mi bastarda en el suelo- Mi nombre es Tyron Stark, caballero de Stumlad y, en efecto, aquel de quien habéis oído hablar. -Declaré, comenzando a desabrochar la hebilla del cinturón del que pendía mi espada de caballero- Mi nombre, todo lo bueno que pudiera ser a pesar de mi corta experiencia dentro de la orden y de mis humildes orígenes, ha sido pisoteado con mentiras acerca de crímenes y deserción no cometidos. He sido víctima de un intento de asesinato por parte de miembros de mi destacamento, liderados por mi propio sargento, y todo por haber sido testigo de actividades ilícitas y deplorables por su parte, así como mi disposición a destaparlas ante las altas instancias en Eras-Har. -Tras desabrocharme el cinturón, lo enrollé alrededor de la vaina de la espada, uniendo ésta a la hoja de la bastarda y tomando ambas hojas entre mis manos- No obstante, comprendo que mi palabra no sea suficiente para vos, del mismo modo en que admiro el celo con el que deseáis cumplir con vuestro deber hacia la congregación que mora entre estos muros. Aquí tenéis mis armas, aunque espero que, si se diera la fatídica necesidad, tengáis a bien restituírmelas para poder ayudar en la defensa de este santo lugar.

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26/02/2020, 09:45
Eohonn

Tampoco buena parte de los presentes pudo permanecer en silencio, ante lo que estaba aconteciendo. Después de todo, cuánto habían cambiado las tornas con tan sólo cruzar aquella muralla. De ser perseguidos y asediados por los muertos, a ser acusados por los vivos, una injusticia que hizo saltar a más de uno. Y el primero de ellos fue el leñador pelirrojo, Eohonn, quien se adelantó visiblemente malhumorado, pese a que su hija trataba de sujetarle calmando su ánimo en voz baja, como si temiera que su padre pudiera excederse. Y no era para menos.

¡Maldita sea! ¡No estaríamos vivos si no fuera por esta gente! -Exclamó el leñador, deteniendo su caminar por la voluntad de su hija que le sujetaba del brazo- Del explorador al caballero, pasando por la marinera e incluso la elfa oscura, todos ellos han obrado milagros para mantenernos con vida. ¡No me quedaré de brazos cruzados viendo cómo ni uno sólo de ellos es tratado como un vulgar delincuente!

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26/02/2020, 09:52
Eoniss

Tras el bruto leñador, su hija de cabellos igualmente rojizos trataba de contenerle. Después de todo, nada tenía que hacer un vulgar leñador ante un miembro del brazo armado de la iglesia de Korth, un guerrero, a buen seguro, investido de gran poder, tanto físico como divino. Sin embargo, tampoco pudo permanecer muda.

Mi señor, perdonad a mi padre. Es hombre sencillo y de escasa educación, pero sólo habla con la verdad. Todas estas personas han luchado por nosotros, por mantenernos con vida, cuando no tenían por qué hacerlo. Habrían tenido más oportunidades dejándonos atrás, pero no lo hicieron...

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26/02/2020, 09:55
Fein

Son motivos más que fundados para dudar de la veracidad de tales acusaciones, mi señor.

Quien así habló fue el adusto leñador, que portaba a su nieta entre sus brazos. Fein se adelantó, situando una mano sobre el hombro de su compañero, pues ya conocía de su fuerte carácter.

Desconozco de qué otros crímenes se acusa al joven caballero, pero la deserción es propia de hombres cobardes, y puedo dar fe en el nombre del mismo Korth que ese hombre no conoce la cobardía. Ninguno de ellos, se les acuse de lo que se les acuse. -Su dura mirada se desvió brevemente hacia el rostro del explorador, de cuyas peripecias pasadas había oído hablar en incontables ocasiones, y que sin embargo se había ganado su respeto, convencido de que ya no era aquel hombre del que había oído hablar- Pondría la mano en el fuego por cualquiera de ellos, incluso por la elfa.

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26/02/2020, 10:00
Irdon

M-mi señor, s-si me lo permitís...

Acuciado por su esposa, que le daba tirones en la manga y hacía gestos instándole a tomar la palabra, el posadero alzó una mano para solicitar atención por parte del paladín, de forma dubitativa y con la voz entrecortada.

Tan sólo puedo atestiguar lo que mis ojos han visto, lamentablemente. Pero el caballero fue traído a mi... n-nuestra posada, por un grupo de elfos del bosque, uno de los cuales permaneció a su cuidado durante días. Se encontraba medio muerto cuando llegó, de modo que... todo eso del intento de asesinato... podría ser verdad. Además, como bien han dicho, la deserción es de cobardes, y yo soy un hombre sencillo y de pocas entendederas, pero ¿de verdad puede ser cobarde alguien que se enfrenta al cadáver animado de un gigante azul? Ellos lo hicieron, después de regresar a buscarnos, cuando les habría resultado más sencillo y seguro no hacerlo...

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26/02/2020, 10:08
. Fian de Lorian

El paladín pareció sentirse ciertamente abrumado, en cuanto las palabras de los presentes comenzaron a brotar a su alrededor. No era así como esperaba que aquello aconteciera, sin duda. ¿Tal vez un enfrentamiento con el caballero, si se negaba a entregar sus armas? No estaba en su mejor momento, pero Korth mediante, se veía capaz de afrontarlo. Lo que no esperaba era tal defensa de aquel hombre por parte de los presentes, aunque quizás debiera haberlo anticipado al fin y al cabo.

Pero incluso en aquella defensa se vio sorprendido. El veterano explorador, tras aclarar la habitual confusión con un afamado delincuente local que acostumbraba a padecer, se ofreció incluso a entregar sus propias armas. El paladín le observó detenidamente, como evaluándolo de arriba a abajo. ¿Era acaso algún tipo de estratagema, o realmente aquel hombre actuaba de buena fe? ¿Se había precipitado, acaso? Las quejas de la mujer que estaba en lo alto de la muralla parecían dar a entender algo así, pero ¿qué sabía él? Era un guerrero, el brazo armado de Korth, pero carecía de la sabiduría de aquellos más dedicados a los libros que a la maza. También la mujer de azabache cabello le defendía, pero más aún le sorprendió, dando incluso un paso atrás, conocer de su auténtico aspecto.

¿U-una elf...? -Murmuró entre dientes, retrocediendo de forma instintiva, aunque pronto se detuvo, observando a la mujer de arriba a abajo con consternación. Si sus palabras eran la verdad, el disfraz era verdaderamente perfecto. Fruto de la magia, obviamente. Y aún así, todos parecían defenderla tanto como ella misma defendía al caballero. Como todos lo hacían.

Y es que, uno tras otro, los presentes salían en defensa de aquellos hombres y mujeres que se habían enfrentado a los muertos vivientes. Si lo que decían era cierto, si realmente habían regresado de donde quiera que hubieran estado para salvaguardarlos y velar por ellos, aquellas gentes habían hecho algo que parecía más propio de su propia orden que de aquello que aparentaban ser. El paladín bufó, agachó la mirada, pensativo, y la alzó mirando en dirección al templo, en busca de sabiduría en su fe. Fue una figura dibujada en la puerta lo que encontró, uno de los monjes de la congregación, al que conocía bien aunque no era especialmente de su agrado. También Riohrd le conocía, más brevemente eso sí. Se trataba del Padre Aughio, el ecónomo y bibliotecario de la congregación, que les observaba en la distancia con la vestimenta de abrigo negra con que cubría sus finos hábitos blancos.

Bien... guardad vuestras armas, os lo ruego, y disculpad si os es posible mi desconfianza. Son tiempos aciagos, con esa sombra acechando... -Evidentemente, el paladín hacía referencia a la sombra del pasado que se rumoreaba comenzaba a alzarse de nuevo, el Reino de la Sombra, el antiguo poder que desatase en otro tiempo el Rey Dios sobre todo Valsorth, y que muchos aseguraban estaba regresando de alguna forma- No puedo cargar con todo ese acero por todas partes, para entregároslo de nuevo en caso de necesidad, y los testimonios que he escuchado me parecen más que suficiente como para, como mínimo, poner en duda tanto las acusaciones contra vos, Tyron Stark, como lo que se afirma sobre toda vuestra raza, dama Luelar. -El paladín se colgó del cinturón su maza y apoyó un puño sobre su pecho, realizando una leve reverencia a modo de formal disculpa- Por lo que he podido comprobar, la muralla se encuentra en buen estado a lo largo de todo el perímetro, siendo ésta la única entrada al recinto. Considero que el lugar es seguro, pero en efecto montar guardia no estaría de más. -Aceptó, momento en que Eohonn alzó una mano presentándose voluntario, junto a su hija como confirmó asintiendo con la cabeza, disponiéndose ambos a ascender por aquellas escaleras para relevar a Dhorne a lo alto de la muralla- Los demás, podemos ir dentro en busca de calor, alimento, y para que conozcáis al abad. Espero que él pueda concederos aquello que buscáis.

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26/02/2020, 10:32
* Juglar *

Y así, queridos amigos, fue como nuestros héroes, acompañados de aquellos por cuya seguridad habían estado velando, se encaminaron hacia el templo de Korth, de imponente y angulosa arquitectura muy propia de los hombres del norte, destinada a elevar a los altares el culto a El Salvador, y empequeñecer a los hombres ante su presencia. Aquel edificio seguramente le resultase tan frío como el ambiente gélido de las Durenses en que se erguía, pero tal vez entre sus salas auxiliares, así como en el anexo que se veía elevado a un lateral del mismo, habría salas más sencillas de caldear con un buen fuego. Y desde luego, algo de comida caliente, si los monjes disponían de ella.

El poder místico que permitía a Luelar mantener aquella apariencia humana se estaba extinguiendo ya, pero igualmente había confesado su procedencia, de modo que no tardaría en tener que mostrarse como realmente era. Tan sólo quedaba en el aire la pregunta que la elfa oscura había formulado a Dhorne. ¿Qué era lo que la mujer de mar se había callado?

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01/03/2020, 19:31
Dhorne

Contemplo y escucho todo desde cierta distancia, como una espectadora más que completamente ajena, prefiere no interferir más no por carencia de argumentos, o falta de importancia ante lo que sucede, sino por la más pura de las prudencias, al saber que todo lo que yo pueda decir, estará muy lejos de servir como ayuda cuando mis formas, no son las de alguien que sepa tratar con un hombre adorador de un dios que en estas tierras, bien parecen haberles dado al espalda. Aun con todo, no puedo negar el sentir un profundo alivio cuando el hombre del bigote ridículo, ante el apabullante apoyo que tanto Luelar como Tyron recibe, se ve en la obligación de dar marcha atrás en su decisión, y por el contrario, termina por incluso, disculparse. 

Más aunque no era mi idea terminar aquella frase que una locura incluso a mi misma me parece, la apremiante voz de Luelar es la que me insta, y tras tomarme unos segundos, a continuar. - Vuestra experiencia con estos seres es mucho más amplia que la mía. - Comienzo a decir mirando tanto a la elfa como a los dos hombres que había conocido horas atrás junto a ella. - Pero creo, aunque imposible me es tener la certeza, de que sean lo que sean, no estamos hablando de meros monstruos, de aberraciones que persiguen a los vivos cuales animales hambrientos. La mayoría si, por supuesto es lo que parecen, pero de alguna manera... Parece que alguno de ellos parecen ser seres inteligentes y sumamente estrategas y además, también parecen tener una forma extraña de impartir sus órdenes. - Explico tan claro como posible me es, y es que si bien hablar de estas cuestiones me habría sido muchísimo más fácil con gente de mar, que tantas aberraciones ya hemos visto, con la gente de tierra, siempre era mucho más difícil. 

- Los que se quedaron atrás, quietos y de manera vigilante, no parecieron hacerlo al azar, no parece ser una decisión propia, sino una impuesta de alguna manera. Quizás, por quien vimos en lo alto a lomos de su espectral caballo. Si eso es así, acabar con el grueso de la horda servirá más bien de poco.- Me tomo un segundo para ordenar mis ideas, y así, de alguna manera, poder continuar.  - La muerte siempre ha acechado con más rapidez en estas tierras o incluso más, que con la que florece la misma vida, y si realmente son capaces de comunicarse, de organizarse por alguien superior, intentar acabar con quienes no son más que peones, esto se volverá el cuento de nunca acabar. - Termino por decir dejando tras mis palabras, un pesado suspiro. 

No tengo pruebas de lo dicho, más si la férrea certeza de lo vivido, y sobre todo de lo visto. La seguridad que ahora se plantea como una lúgubre realidad porque ¿Qué hay más allá de lo que hasta ahora hemos visto? No lo sé, y tampoco quiero imaginarlo, más tengo claro que sea lo que sea, quizás, no quede demasiado grande, pero tampoco es una opción dar un paso atrás. 

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01/03/2020, 23:22
Ivar el Cuervo

El apoyo mostrado por todas estas buenas gentes va hacer que al final, se me escapen las lágrimas. Puede que no sean guerreros y que desde luego, disten mucho de los viejos camaradas que me acompañaban en el pasado. Pero las palabras que dedican en nuestra defensa, logran hacerme recordar mis tiempos de juventud. Como una manada de caballos salvajes, todos esos recuerdos me arrollan con fuerzan y me hacen darme cuenta, de lo importante que fueron siempre para mí, mis compañeros.

¡Maldita sea! Nunca fui el más valiente de los hombres, pero aun así me lanzaba a la batalla por ellos. Eran mis amigos, mis camaradas, eran mi familia y ahora que yacen bajo tierra, lo único que hago es ocultarme en medio de la nada. ¿Qué clase de hombre soy si en lugar de vengar sus muertes me he dedicado todo este tiempo a ocultarme?

Ahora comprendo bien el miedo que he sentido al contemplar a los muertos, no es esa horda interminable de enemigos lo que me aterra. Sino el hecho de poder encontrarme los rostros de mis camaradas caídos contemplándome con ojos acusadores por mi cobardía. Siempre me he dicho que me vengaría de esa serpiente venenosa que acabó con mis amigos, pero ya es hora de cumplir con ello. Por lo que juro por mi nombre, que Sigurd el negro morirá para dar así por fin, paz a mis amigos asesinados.

Supongo que ha sido necesario que la propia muerte llame a las muertas de mi hogar para darme cuenta del tiempo que he desperdiciado y de lo cobarde que he sido. Pero para poder cumplir con mi juramento, primero debemos sobrevivir al ejército de la propia muerte.

Supongo que mi aspecto debe de ser, para variar, un tanto lamentable al permanecer con las armas ofrecidas durante más tiempo del necesario. Pero el calor proveniente del apoyo que nos han ofrecido, es abrumador. Por lo que volviendo por fin a la realidad, agito la cabeza y vuelvo a guardar mis armas.

-Gracias paladín, eh, paladín destructor...del mal.   -¡Mierda! ¿cómo narices hay que dirigirse a estos tipos? He oído hablar cosas sobre los paladines, orgullosos pero dotados de grandes habilidades marciales y de poderes únicos. No es bueno tener a uno como enemigo.   -Me disculpo, pero no sé bien de que manera tengo que dirigirme a uno de los vuestros. Sois el primero que conozco en persona, pero no así por vuestra reputación.

Las palabras de Dhorne dan forma a los pensamientos que cruzan por la mente de todos nosotros o al menos, de aquellos que ya hemos visto a esos espectrales seres de hielo y muerte. No hay mucho más que añadir, la magia que ha sacado a los muertos de las tumbas es un misterio para mi. Tampoco sé de donde han podido salir tantos cadáveres, por ello nuestra mejor oportunidad es encontrar algo en el templo que pueda aclarar un poco todo lo que sucede.

La única buena noticia, es que al menos por el momento, los muertos se han retirado. Eso nos otorga algo de tiempo para descansar y si los espíritus así lo desean, poder encontrar algo que usar contra los muertos entre la sabiduría atesorada en el interior del templo, eso en el caso de que exista tal sabiduría.

Antes de adentrarme al interior de la fortaleza, me vuelvo en primer lugar, para agradecer el apoyo de todas aquellas buenas gentes. Uno a uno, según pasan, se lo agradezco con pequeños gestos o posando mi mano sobre sus hombros o brazos. Finalmente, me uno con nuestros dos vigías, pues deseo ver con mis propios ojos qué es lo que sucede en el exterior y , para recuperar la cuerda y el garfio. Finalmente me despido de los vigías con un gesto y regreso junto al grupo moviéndome a buen ritmo.

 

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02/03/2020, 00:54
Luelar Tyrundlin

Como era de esperar, Tyron terminó ofreciendo sus armas al paladín, aunque no sin dar las explicaciones oportunas, explicaciones que no me cabía la menor duda que eran la verdad. El caballero pecaba de inocente en ocasiones, pero había mucha valentía en hacer uso de la verdad, algo en lo que nunca había reparado antes de salir a la superficie.

Fian de Lorian pareció sorprendido ante la confesión de mi verdadera raza, cosa que no era de extrañar, pero aún me sorprendí yo más ante las voces que comenzaron a alzarse en nuestra defensa; pues lejos de limitarse a apoyar a Tyron, también hablaron de los demás, incluyéndome entre ellos e incluso haciendo referencia expresa a mi persona.

Quizás no debí sorprenderme tanto, pues aquellas gentes ya habían demostrado lo que opinaban de mi anteriormente, pero seguramente, siendo conocedora del odio existente hacia mi raza y debido a vivencias pasadas, mi interior no acababa de asumir que me hubieran aceptado como a una más.

El paladín terminó rectificando, permitiendo al caballero y al explorador conservar sus armas, y hasta disculpándose por su comportamiento. Parecía algo abrumado. Sin duda tal cantidad de testimonios habían convencido al paladín de que se había equivocado. Cuando el hombre acabó de hablar, terminando por ofrecerse a ayudarnos, decidí volver a pronunciarme; pero no para dirigirme a él.

Aún pendiente de la información que Dhorne podía ofrecer, y girándome hacia las personas que habían hablado en nuestro favor, hice que aquel poder mágico que me permitía permanecer oculta y que había comenzado a perder fuerza se disipara del todo. Mi rostro ya era nuevamente oscuro y mi cabello como la blanca nieve de aquellos lares cuando me dirigí a los humanos.

- Gracias... Muchas gracias. - dije con voz queda, dirigiendo pronto mi rosada mirada nuevamente hacia la mujer de cabello claro, quien por fin tenía la ocasión de pronunciarse.

La mayoría de lo que había concluido encajaba con lo que habíamos podido descubrir y teorizar hasta el momento, sin duda aquella había sido una interesante intervención. ¿Había llegado a aquellas conclusiones de forma tan rápida y con mera observación? Parecía ser una mujer sumamente observadora e inteligente.

- Creo que estás bastante acertada. Tyron e Ivar estarán de acuerdo conmigo. - dije mirando a estos brevemente, habiendo terminado ya el explorador de dirigirse al paladín. - Quienes comandan a los muertos vivientes son seres distintos. Creemos que son espectros, pero hablaremos de eso después con mayor detenimiento. - dije antes de poner rumbo al templo de Korth.

De camino a aquel templo, el cual encontré bello a pesar de ser tan distinto a los que podía encontrarse en la Infraoscuridad, me acerqué a Dhorne.

- ¿Sabes leer? - le pregunté, esperando que así fuera. - No sé si me darán acceso a la biblioteca que seguramente tengan, pero si fuera así, me gustaría que me ayudaras a buscar alguna información que pueda sernos de utilidad. - le pedí sin dejar de caminar en dirección al extraño edificio.

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03/03/2020, 10:12
Tyron Stark

Finalmente, la defensa que algunos de los presentes hicieron de mi persona, así como de la de Luelar, fue suficiente para hacer recapacitar al paladín y que renegase de sus pretensiones iniciales. Nos permitió conservar nuestras armas, de modo que, tras agradecer su cortesía con una reverencia marcial, volví a abrocharme el cinturón dejando la espada larga a mi siniestra, y portando mi bastarda a la espalda. Agradecía conservar mis espadas, ya que no terminaba de confiar en nuestra seguridad de forma absoluta, y además era de lo poco que conservaba, junto con mi armadura. El resto de mi equipo había quedado atrás, por pura necesidad.

Al menos, por lo que confirmó el paladín, la muralla se conservaba convenientemente por todo su perímetro, lo que unido a la información suministrada por Dhorne acerca de la marcha del grueso del ejército de los muertos, excepción hecha de algunos aparentes vigías que habían quedado para custodiarnos, nos concedía un pequeño respiro.

Dhorne no tardó en exponer sus impresiones acerca de aquel ejército, el modo en que parecía ser organizado y dirigido por otros seres que en nada parecían ser meros muertos vivientes. Fue Luelar quien confirmó la sospecha de la marinera, confiando en que tanto Ivar como yo lo corroboraríamos, aunque al menos en mi caso resultaba harto difícil, de modo que tuve que encogerme de hombros.

No son temas en que posea gran conocimiento ni experiencia, me temo. -Tuve que admitir, con algo de pudor- Lo que mis ojos han visto es que hay seres dentro de ese ejército que son distintos al resto de cadáveres andantes, y parecen tenerlos atados a sus designios. Los vimos en el campamento maderero de Malere, y antes en el desfiladero. Si son espectros o no... tengo que confiar en quienes albergan mayor sabiduría que yo, y hasta el momento Luelar ha demostrado saber de lo que habla.

Las dudas que el explorador mostraba acerca de cómo dirigirse al paladín resultaban fundadas, y a buen seguro sería el propio Fian de Lorian quien respondería a tales cuestiones, pero decidí descubrir algo más acerca de él aprovechando las palabras de Ivar. Y es que, si bien no era un experto en esas cuestiones, sí que sabía que había distintos tipos de hombres que se adentraban en la rama armada de la iglesia de Korth. Y se podía saber mucho de uno, conociendo su origen.

Disculpadme el atrevimiento, Fian de Lorian, pero ¿sois de origen noble? -Le pregunté abiertamente, mientras avanzábamos. Era muy común que los hijos menores de los nobles de los hombres del norte acabasen en el clero de Korth, de forma tan habitual como lo era en la Orden de Stumlad. De hecho, lo excepcional era que alguien de orígenes humildes lograse acceder en ambos casos- ¿Debemos tratarle de Sir?

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03/03/2020, 19:40
Riohrd

Ante los ojos del Alei, los humanos siempre habían sido criaturas fascinantes, seres que jóvenes incluso en su aparición en estas tierras y efímeros en su longevidad, mostraban facetas y cualidades tan complejas como dignas de ser en ocasiones incluso admiradas, así como también amplia y justificadamente aborrecidas. Riohrd, durante sus años de vagabundear por tan amplio continente, había sido un espectador silente, cautivo de la naturaleza humana, y en aquellos instantes donde con fervor la masa defendía al rubio caballero, los labios del Alto elfo se curvaron en una sonrisa que nimia en su tiempo, denotaba aquello que de alguna u otra manera, alentaba a su corazón a no perder la esperanza sobre tan compleja y joven raza. 

No dijo nada, tal y como era de esperar. Y por el contrario, expectante de una explicación que para él era completamente ajena, las palabras de la mujer de rubio cabello, fueron las que al fin y al cabo hicieron que su efímera sonrisa desapareciese por completo, dejando a su paso, una expresión que difícil sería explicar cuando no expresaba absolutamente nada, y todo a la vez. Claro está, nadie pudo contemplar la expresión del Alei, y aunque un leve suspiró escapó de entre sus labios, se limitó a caminar tras los demás, cerrando la fila de aquel tan curioso grupo de recién llegados, mientras en su mente, comenzaban a vislumbrarse ideas, de qué hacer y el cómo. 

Continuando en su caminar, el fugaz recuerdo del Padre Aughio, y su pensar sobre los elfos en otro momento habría hecho que de los labios del curandero, saliese una estruendosa carcajada, al saber que una de las presentes era en efecto, una elfa oscura. Más tras las advertencias del Abad, lejos de poder causarle la más mínima de las gracias, pudo suponer que esto sería un enorme problema, uno del que más temprano que tarde, habría que encargarse. Si un elfo entre aquellas paredes ya parecía ser un problema de desmedidas proporciones, no llegaba a imaginar lo que podría significar para aquel hombre, dos. Más confiaba en que la tan latente y compleja amenaza que tenían en las puertas de su hogar, fuese suficiente como para hacerle entrar en razón, y de aquella manera, dejarle a él espacio para cumplir con su propio cometido. 

Más sin nada que ofrecer a los desconocidos, mas que su ayuda en caso de ser necesaria para estos, Riohrd continuó su camino sin interrumpir conversación alguna entre los presentes, y por el contrario, sumergido en sus propios pensamientos, en sus propias ideas y más aún, en sus preocupaciones más latentes, siguió a los demás hasta la parte más interna del aquel lugar, uno que aunque solo fuese por horas, un día como mucho de diferencia, no le era del todo, desconocido. 

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04/03/2020, 09:14
. Fian de Lorian

El paladín se mostró en extremo preocupado, ante las palabras que la marinera compartió. Se mesó las puntas de su mostacho detenidamente, mostrándose pensativo a la par que cautelosamente silencioso. Observaba el rostro e quien hablaba como si creyera poder discernir la verdad o la mentira de sus palabras por el rostro, pues como siempre se ha dicho, es el espejo del alma. ¿Era posible que alguien como él gozase del favor divino para hacer de ese dicho una realidad plausible? Quién sabría decirlo, aunque en ocasiones resulta mucho más sencilla la explicación, pues hay en este mundo gente lo bastante perspicaz para advertir ese tipo de cosas sin precisar de milagro alguno.

Aún así, su expresión no cambió apenas cuando Luelar intervino, salvo el instante en que nombró a los espectros como posible fuente de aquel mal. Fian arrojó sobre la elfa oscura una mirada cargada de preocupación, que no menguó al buscar en el joven caballero su opinión acerca de la veracidad que podía otorgar a las pesquisas de la dama de piel tiznada.

Espectros... ya veo... -Comentó, haciendo descender su mirada preocupada al suelo, sobre la nieve.

Así se quedó unos instantes, hasta que se obligó a apartar tales pensamientos y reaccionó a las palabras de Ivar y de Tyron, acerca del proceder en lo que a dirigirse a él se refería. Lo hizo negando con la cabeza, permitiéndose mostrar una agradable y sincera sonrisa. Y es que, si bien Fian sabía comportarse de manera solemne cuando así se lo proponía, no dejaba de ser un paladín errante, habituado a moverse por muy diversos ambientes. Especialmente los más humildes.

Oh, por favor, llamadme sólo Fian. -Solicitó- Nada de Sir ni tratamientos similares, aunque os advierto que muchos miembros de mi Orden lo exigirían sin duda. Yo no, yo paso demasiado tiempo en los caminos, entre gentes humildes, como para detenerme en tales cosas. Y por cierto, temo haber abandonado mis modales con todo lo acontecido. El hombre que nos acompaña es Riohrd, un elfo sanador tan errante como yo, al parecer. Es invitado en esta fortaleza, debido a la misma necesidad que vosotros, aunque me temo que, por motivos evidentes, no goza de la misma hospitalidad que me dispensan a mí todos los miembros de esta congregación. -La naturaleza de tal diferencia se hacía evidente para cualquiera que conociera mínimamente la cultura y costumbres de aquellas gentes. Y es que Fian de Lorian no sólo era miembro de la iglesia de Korth, sino muy especialmente era un hombre del norte. Era sabido que los miembros de otras razas, especialmente las élficas, no eran bien recibidas en los templos de El Salvador. Se les cobraba un precio mucho mayor por los servicios de sanación, y no era habitual permitirles permanecer demasiado tiempo entre sus muros. A buen seguro, la presencia de Riohrd en aquella fortaleza no respondía más que a la obligación, que no el deseo, al menos por buena parte de los monjes. Y por mera lógica, no cabía esperar otra cosa en el caso de Luelar- Respecto a mi linaje, en efecto es noble. Soy el tercero de los cuatro hijos del muy noble Duque de Lorian. A no ser, claro está, que mi padre haya, Korth no lo quiera, fallecido en mi ausencia. Temo que llevo demasiado tiempo lejos de casa. Poco futuro suele haber para los hijos menores de los nobles, como bien sabrás, caballero. O dedicamos nuestra vida a las armas, o a la religión. Yo no valía para servir a mi hermano mayor, ni para la vida contemplativa de un clérigo. Podría haber ingresado en la Orden de Stumlad, pero preferí aunar mi espada y mi fe como paladín, un sendero que mi hermano pequeño decidió imitar.

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04/03/2020, 09:17
* Juglar *

Las puertas del templo recibieron a nuestros héroes y sus acompañantes convenientemente abiertas, dando paso a la contemplativa y silenciosa oscuridad de su interior. Y es que aquel templo de grandes dimensiones, altas columnas y techos abovedados, se encontraba en una absoluta penumbra, apenas iluminado por unas escasas velas sostenidas en las paredes, y diversos cirios en su altar, ante un retablo con diversas imágenes de la vida y obra de El Salvador, a quien estaba dedicado. Aún así, curiosamente, sobre aquel retablo se erigía lo que parecía ser un árbol seco de ramas retorcidas, cuyo significado resultó una incógnita para todos, en un principio. El templo carecía de las características bancadas tan habituales en aquel tipo de lugares de oración, aunque diversas marcas en el suelo daban a entender que en otro tiempo las habría habido.

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04/03/2020, 09:17
. Padre Aughio

Ante ellos, casi cubierto por la oscuridad reinante, se encontraba uno de los monjes del templo. No era un hombre de gran tamaño, ni tampoco robusto, y si bien su cabellera carecía del gris toque de la edad, su rostro demacrado sí anticipaba una cierta vejez prematura. No obstante, había fuerza en su voz, nacida de un fuerte carácter. Cubría sus blancos ropajes monacales con una prenda negra mucho más tosca y preparada para el frío ambiente local, pues escasa era la diferencia de temperatura de aquel templo respecto al exterior.

Buenos días. Les doy a todos la bienvenida a éste nuestro templo de Korth El Salvador. -Saludó aquel monje, con una amistosa sonrisa, que se torció sin embargo al dedicar una dura mirada tanto al ya por él conocido Riohrd como a la recién llegada Luelar, a quien recorrió de los pies a la cabeza, terminando por suspirar- Mi nombre es padre Aughio, ecónomo y bibliotecario de esta congregación. No preciso ser en demasía observador para comprobar que ha sido un duro periplo, el que les ha traído a nuestra puerta. Además, hay mujeres y niños entre ustedes, por lo que veo... Será mejor que les acompañe a los comedores. No es mucho lo que tenemos, pero por el momento el calor del fuego y un poco de sopa caliente les vendrá bien... Y no se preocupen por sus compañeros en la muralla, haré que un hermano les haga llegar también algo de comer.