Partida Rol por web

Muerte en la Nieve

Cantar de la Gran Compañía 5: Las Ruinas de la Fe

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04/03/2020, 09:18
. Sacristán Baro

¿Qué alboroto es éste, en la casa de Korth? -Inquirió una voz desde el fondo del templo, junto al altar mayor.

Un hombre, más alto que Aughio y también más delgado, surgió de una puerta tras el altar y caminó apresuradamente hacia la entrada, sujetándose sus ropas adornadas con motivos de hilo dorado, que portaba sobre su túnica blanca. Su expresión severa indicaba un claro disgusto. Pocos serían quienes, solamente por su atuendo, pudieran apreciar las señales que le identificaban como sacristán del templo, como por ejemplo el cuello alto de sus ropajes.

¡Esto es una tropelía, hermano Aughio! -Se quejó- ¿Qué hacen estas gentes en el templo? Su lugar no está aquí, sino en las dependencias auxiliares. ¡Este es un lugar de culto y oración, señor mío, no una sala de reuniones donde charlar! -Reprendió a Aughio, quien le sostuvo la mirada con frialdad. No obstante, el sacristán se dirigió a los presentes, haciendo un esfuerzo de contención- Todos los hombres del norte que así lo deseen, pueden venir a orar cuando les plazca. Por supuesto, respetando las normas de la casa de Korth, de absoluto silencio y respetuosa contemplación.

Y por supuesto, únicamente los hombres del norte. Los ojos del sacristán evitaron dirigirse directamente a ninguno de los dos miembros de razas élficas presentes.

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04/03/2020, 09:19
. Padre Aughio

Cuando el sacristán culminó su ofrecimiento, el padre Aughio carraspeó ligeramente, retomando la palabra.

Hermano Aughio, vuelve usted a cometer la indiscreción de creer que sus funciones de servicio a este templo le convierten en dueño del mismo. -Le indicó con suma frialdad, provocando en el sacristán una enervada mirada- Nuestros invitados acaban de padecer un éxodo lleno de peligros, a imagen y semejanza de los liberados que rezan en las escrituras, y he decidido recibirles aquí antes de acompañarles a los comedores. Si le parece que he obrado de forma incorrecta, sabe ante quién debe formular sus quejas. Mientras tanto, le ruego que avise al hermano Marok y al hermano Pete, pues estas personas tienen hambre. Mientras tanto, yo les guiaré hasta el comedor y avivaré el fuego. -El padre Aughio dio un paso en dirección al sacristán, uniendo sus manos bajo las mangas de su túnica, y aguardó estoicamente, mientras éste pasaba de la ira a la consternación, y finalmente se giraba para alejarse a paso ligero. El ecónomo aguardó unos instantes, contemplando cómo su hermano de congregación se alejaba, y finalmente se volvió hacia nuestros héroes- El hermano Baro es, en ocasiones, en exceso celoso en sus labores como nuestro sacristán. -Disculpó a Baro, con una media sonrisa- Bien, si hacen el favor de seguirme...

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11/03/2020, 00:33
Ivar el Cuervo

Fian se muestra como un hombre digno y educado, aunque jamás he comprendido bien qué es eso del linaje noble. De donde yo provengo, los hombres se ganan su puesto mediante la fuerza de su brazo y la astucia de sus cabezas. ¿Qué honor existe en poseer un puesto que no te has ganado? Quizás sea lo más sensato y por ello la esperanza de vida sea mayor en los reinos civilizados, pero me pregunto cómo pueden los soldados seguir a un comandante que no se ha ganado su puesto por su habilidad, sino por su el linaje de su sangre. Yo no podría seguir a nadie así, supongo que por eso siempre me he mantenido alejado de los reinos más civilizados.

-Fian entonces, eres el primer paladín con el que me cruzo. Si la mitad de las historias que he escuchado sobre los tuyos son ciertas, entonces ese ejército puede darse por vencido.

Muchas son las leyendas que he escuchado sobre esos misteriosos guerreros fuertemente blindados y dotados de poderes divinos, que se abren paso entre hordas de enemigos sin tan siquiera perder la sonrisa en sus rostros. Por supuesto estoy casi seguro de que eran exageraciones, solo casi seguro.

Supongo que tardo más de lo debido en cerrar al boca al adentrarme en el templo y quedar fascinado por lo que veo. Acostumbrado a vivir en medio de la naturaleza y en pequeñas cabañas de madera, el estar ahora en el interior de una gran construcción de piedra como aquella, se me antoja como algo extraño e innatural.

No sé mucho sobre los dioses, pero por la forma en la que Baro acude para amonestarnos, aquel debe de ser el lugar donde su dios se detiene para escuchar las plegarias de sus siervos. No estoy seguro de querer ver el rostro de un dios, pero supongo que la curiosidad me vence y que por ello alzo la mirada hacia los altos techos en busca de alguna señal. ¿Por qué su dios disfruta de un lugar como aquel? Alejado de la lluvia, el sol o el viento, esta construcción de roca se me asemeja más a una tumba que a un lugar de adoración. Nunca he sido una persona sabia y que los grandes espíritus me lleven con ellos si alguna vez insinúo lo contrario, pero siempre imaginé que el lugar de adoración de un dios sería algo con más vida y color.

Puede que tengan razón y que solo sea un bárbaro ignorante y quizás hasta estúpido, pues este lugar me aterra. ¿Qué espera el dios de estos hombres de sus servidores postrados entre los gruesos muros de este lugar sagrado? ¿Quizás prepararlos para su paso al otro mundo? ¡Diablos! Será mejor que deje de pensar en estupideces o las pesadillas me asaltarán cuando logre cerrar los ojos. Si Tyron adora a este dios, debe de ser una deidad justa y bondadosa, por lo que realmente soy un bárbaro ignorante que no sabe apreciar este lugar sagrado dedicado a las plegarias.

Si no me aterrasen tanto los dioses, quizás me preocuparía por aprender más de la deidad que gobierna estas estancias. Pero prefiero no molestar a los sacerdotes con mis preguntas, no vaya a ofenderlos de alguna manera. A veces es mejor guardar silencio y observar, así que me limitaré a imitar sus acciones para no ofender a nadie.

Supongo que por eso me quedo al final de la cola, caminando sin darme cuenta con el elfo sanador. Hasta ahora no había estado jamás con un elfo y en menos de un día, es el tercero con el que me cruzo. Por su fiero aspecto, ni en un millar de años habría imaginado que se trataba de un sanador. ¿Será un enemigo natural de Luelar? Los hombres siempre hemos buscado cualquier excusa para matarnos los unos a los otros, me pregunto si los elfos harán lo propio entre ellos.

-Riohrd ¿No?   -No alzo mucho el tono de mi voz para no molestar a los sacerdotes si a eso le unimos el hecho de que permito que el resto de la comitiva vaya delante, espero gozar de la suficiente intimidad para conversar tranquilamente. Aunque no estoy seguro de que el elfo sea muy amigable.    -Te agradezco lo de antes, podrías habernos dejado fuera pero no lo hiciste. ¿También tuviste problemas con los renacidos?

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17/04/2020, 12:06
Tyron Stark

Aquel paladín resultó ser, tal como había sospechado, un hombre de noble linaje. La mayoría de los guerreros al servicio de la madre iglesia de Korth lo eran, en su mayor parte por idénticos motivos a los que el propio Fian esgrimió: hijos menores con escasos derechos sucesorios, en busca de una actividad digna a la que dedicar sus vidas. No obstante, algunas de sus palabras lograron turbarme, azorando mi expresión ligeramente mientras sentía el calor en mis mejillas. Fian asumía idéntico linaje por mi parte, un origen noble del que carecía.

Me temo, mi señor, que yo carezco de nobleza alguna en mi sangre. A pesar de contar hoy en día con una armadura y una espada como caballero de la nobilísima Orden de Stumlad, mis orígenes son en demasía humildes. -Expliqué agachando la mirada con algo de pudor, aún reconociendo que mi cuna no debía ser motivo de vergüenza. Lo que me avergonzaba era, en realidad, la confusión- Sólo Fian entonces, ya que gustáis así.

Accedimos finalmente al templo, uno que me resultó ciertamente familiar a la par que extraño. En la oscuridad reinante, algo que no era del todo desacostumbrado, faltaban las amplias bancadas en que habitualmente los fieles oraban en sepulcral silencio. Además, no terminaba de comprender la presencia de aquel árbol presidiendo el altar. Fuimos recibidos muy pomposa y amablemente por uno de los monjes del templo, que se presentó como ecónomo de la congregación, además de bibliotecario. Sin embargo, aquella presentación quedó abruptamente interrumpida ante la airada intervención del sacristán. Guardé silencio, pues no creí que me compitiera intervenir por el momento ni tan siquiera para apaciguar los ánimos. El padre Aughio se las apañó bastante bien, al parecer erigido de una cierta autoridad tras la que escudarse. En cualquier caso, cuando el sacristán se alejó y Aughio nos invitó a acompañarle hasta unas dependencias más adecuadas, me acerqué a él.

Padre Aughio, le agradezco en mi nombre y en el de mis acompañantes la hospitalidad que la congregación nos brinda. Permítame que me presente. Mi nombre es Tyron Stark, caballero de la Orden de Stumlad. -Indiqué apoyando uno de mis guanteletes sobre la coraza de mi pecho- Cierto es que las gentes que hemos escoltado hasta aquí precisan de calor y alimento, y aquellos que les hemos guardado tampoco lo desdeñamos, pero hay un peligro ahí fuera que acecha tras los muros, y contra el que habremos de combatir. Albergábamos la esperanza de que vuestra biblioteca albergase saberes que pudieran sernos de ayuda, si es que nos pudieran permitir acceder a sus lecturas. Con el máximo cuidado y respeto, por supuesto...

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23/04/2020, 19:05
Dhorne

Oír sin escuchar puede volverse una peligrosa práctica cuando los rostros, los lugares e incluso los vientos que juegan y entre mis cabellos escarchados se desconocen, y es por esto que esta conversación que en otro momento me habría parecido incluso superficial, toma mi atención mientras mi mirada pasea entre quienes ya no me son tan desconocidos, y entre quienes veo por primera vez. Nobleza y cultos, son dos de las cuestiones en las que me debo reconocer ignorante y sin embargo, aquí estoy intentando comprender lo que en mi mundo, no tiene sentido ni lugar pero que, probablemente, puedan salvarme el pellejo con la misma presteza que un arma lo haría. Después de todo, este mundo que se erige sobre la firme y nevada tierra, es ahora y no sé por cuanto tiempo, el que debo recorrer, en el que debo aprender a desenvolverme hasta que mi cuerpo vuelva a mecerse al suave e impredecible ritmo de la mar. 

Sigo desde una lejana cercanía a quien guía nuestros pasos hacia el interior, siendo mi pensar interrumpido únicamente por las palabras de Luelar, sobre quien, ya con aquel rostro que si soy capaz de reconocer, poso mi mirada. - No es de mis pasatiempos favoritos, pero si sé leer, así que te ayudaré a buscar la información necesaria, aunque no sé que podremos encontrar en este lugar tan alejado de absolutamente todo.Le respondo a la Elfa de oscura piel mientras nuestros pasos terminan por llevarnos al interior de lo que parece la cámara central del templo. Un lugar que si bien parece destinado a la contemplación y la oración, inquieta mi de por si, atribulado corazón. Y es que sin ser mujer de creencias, sin que el silencio y la oscuridad bajo el encierro puedan ofrecerme mayor confort que lo que una fría celda en los calabozos de un navío se encuentren, este lugar que si bien no carece de belleza en su peculiaridad, me parece demasiado lóbrego, demasiado inquietante, más aún ante la imagen de aquel árbol seco alzándose en un lugar que parece de honor. Una muestra de muerte ante mis ojos, de la carencia absoluta de vida, de regeneración. 

Pero antes de que mis pensamientos puedan volverse quizás, demasiado profundos e inquietantes, la presencia de un hombre de rasgos duros y avanzada edad aparece entre nosotros, solo para demostrar aquello que jamás me ha sido ajeno pero si, completamente absurdo. Y es que más allá de sus palabras la mirada que lanza hacia los elfos, hace que mi ceño se frunza y un bufido escape de mis labios. Pero aunque mis labios se mantienen sellados al saber que es quien custodia los libros y que, por descontado no le dará acceso a estos a Luelar, debido a su notable repudio hacia los de su raza, me obligo a morderme la lengua cuando es el tal Baro aparece para quejarse, y de la misma manera, intento esconder la pícara sonrisa que en mis labios aflora ante la réplica que Padre Aughio le ofrece. Sigue pareciéndome un idiota, pero al menos ahora, a dejado de ser el primero en mi lista mental de personas a las que ofrecer a los no muertos, si llegase a ser necesario... 

Más es el caballero quien se dirige directamente al guardián del saber dentro de este lugar, y su respuesta, ante la petición anterior de Luelar y la enorme verdad a la que los ojos del hombre religioso es ajena, me interesa quizás, en demasía. 

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24/04/2020, 16:44
Riohrd

Habiéndose tomado un tiempo escaso pero necesaria para recuperar las fuerzas perdidas, el Alei cubrió su rostro con la capucha que ya casi era una parte de él, dejando así las cicatrices de su rostro y sus propios rasgos al resguardo de unas sombras que al menos de momento. Ambas cosas no eran algo de lo que el elfo se avergonzase, pero sabía que su propia existencia así como su apariencia, podía despertar tanta incomodidad como miedo, y de aquellas ambas cuestiones, todos estaban ya más que servidos para entonces. Silente, como el espectador que era, Riohrd oyó todo aquello que entre ambos hombres de fe se discutía, ocultando su sonrisa bajo las sombras que su capucha le ofrecía. 

Más el frío, el cansancio y la necesidad de cobijo apremiaban tanto o más que el propio miedo, y por ello, dejando que Fian de Lorian fuese quien encabezase la marcha, el Alei comenzó su andar en solitario al final de aquella larga comitiva, perdido en sus pensamientos, y en las decisiones que de ahora en más, tendría que tomar con sumo cuidado. Él tenía sus razones para encontrarse en dicho lugar, y aunque sabía que su tarea lejana estaba de ser sencilla, la presencia de estas personas quizás, le ofrecerían la distracción necesaria para lo que por meta, tenía en este lugar, o quizás por el contrario, Rael tenía para él, planes distintos a los que en un principio le habían hecho vagar por valles, bosques y senderos hasta llegar hasta aquí. Esto era algo que solo el tiempo le sería capaz de descubrir, pero si bien negado se encontraba a dejar de lado sus razones, sus propias motivaciones, no podía negarse a sí mismo que lo que sus ojos habían contemplado en la lejanía, contaba con mayor relevancia que sus más profundo y personal de los anhelos. 

Una vez más los rostros y nombres de aquellos quienes tan queridos le eran volvieron hasta él, dejando en su pecho la presión que solo proviene del desasosiego, y entre sus labios, el amargo sabor del más profundo de los miedos. ¿Estarían bien? No lo sabía, más solo podía rogar a Rael que así fuese hasta que les volviese a ver. Más si bien no fue ajeno al andar y la dirección a la que fueron guiados, así como en cada uno de los presentes, fue uno de estos recién llegados quien se dirigió a él mientras ambos, a una distancia considerable de los demás, parecían gozar de una privacidad que si bien era sumamente endeble, también era de agradecer. - No hay nada que debáis agradecer, nadie merece un destino como el que aquella hueste puede ofrecer, y era imposible quedarme impasible ante el pesar y la desesperación ajena. - Le respondió en un tono que si bien no era susurrante, bien podría haberlo parecido, pero si lo suficientemente bajo como para que los demás, no les tuviesen en cuenta, o como para interrumpir la pronta discusión entre Padre Aughio y aquel otro hombre, al cual, no había tenido aún el curioso y dudoso placer de conocer. 

Pero no, mi estancia entre estos muros se debe ni más ni menos que a la necesidad de conocimiento para poder desempeñar mejor mi tarea como sanador, y aunque he recorrido desde las más áridas tierras hasta esté gélido y perdido lugar, jamás había visto hasta hoy, a criaturas como estas. - Confesó mientras que su ambarina mirada se posaba sobre aquel hombre antes presentado como Ivar, y mientras su rostro mostraba una extraña mezcla entre preocupación y confusión. No entendía como, después de un ir y venir para llegar a estas tierras, no se había encontrado antes con criaturas semejantes, y aunque agradecido se encontraba a Rael por ello, también sabía que su ignorancia en este tema, podía ser sin duda, una desventaja en una posible futura contienda. - ¿Vosotros... Os habíais encontrado con algo similar antes? - Le preguntó entonces, siendo consciente pero al mismo tiempo ignorando la mirada que Aughio lanzaba tanto sobre él, como sobre la elfa oscura. Para Riohrd, aquello no tenía ni la más mínima importancia, puesto que no era la primera vez que recibía una mirada como aquella, y entre Aughio y él había parecido quedar todo claro horas atrás, pero aún así, no podía evitar sentir cierto malestar producto de la empatía cuando aquella mirada de despreció, recorrió a la elfa a la cual, no conocía. 

Pero mientras esperaba la respuesta de Ivar, desde la paciencia que solo los años son capaces de ofrecer a quien aun joven parece, la mirada del Alei se posó sobre aquel árbol inerte, haciéndole sentir como su corazón se llenaba de una amarga tristeza. Y es que si bien este lugar ya era un insulto a la propia Rael, al haber sido erigido donde la naturaleza debía reinar, aquel árbol parecía ser una bofetada a sus creencias, razón por la cual, apartó la mirada, y volvió a centrarla en Ivar. 

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25/04/2020, 11:50
Ivar el Cuervo

¿Por qué será que me siento como un niño temeroso de que el techo se caiga sobre su cabeza? Desde aquí no puedo escuchar el sonido del viento, ni las pisadas sobre la nieve. No puedo saber la hora del día en la que nos encontramos o si se acerca una gran tormenta. Los muros otorgan protección, pero también nos dejan ciegos ante lo que acontece más allá de ellos. Siento que esto es más prisión que refugio o al menos, es lo que siento. Mi cabeza me dice otra cosa, claro, pero tras años vagando por bosques y montañas, tras tanto tiempo alejado de la civilización, no puedo sentirme como un pez fuera del agua.

Guardo silencio ante el aparente conflicto que se desata entre los hombre de Fe que conviven entre estas paredes. Somos invitados y nos han salvado la vida, no me corresponde a mi dictar lo que pueden o no hacer en su hogar. Así que me limito a mostrar agradecimiento y rezar para que no cambien de opinión y nos expulsen de nuevo a las fauces de la muerte. No temo por mis camaradas de armas, pues han demostrado gran valor y es probable que dejásemos atrás a los muertos, pero no así sería para el resto de campesinos que nos han acompañado. Así pues dejo que las palabras sean pronunciadas por aquellos más versados en ellas, como el buen Tyron.

Eso me permite centrarme más en la misteriosa y quizás, siniestra figura de Riohrd. Nunca he sido un hombre de prejuicios, pero tampoco un hombre sabio y las historias que me han llegado siempre de los elfos los han tachado como villanos. Claro que tras el inicio de esta nueva aventura, he tenido la opción de tratar con varios de ellos y he descubierto que los elfos son tan diferentes los unos a los otros como lo somos los humanos. Eso significa que los hay de buen corazón y por tanto, que existen también aquellos que abrazan un camino más despiadado.

Al prestar atención a las palabras del elfo, no puedo evitar voltear la cabeza sorprendido ante su revelación. ¿Un sanador? Por su aspecto endurecido, bien podría haber afirmado que se trata de un curtido soldado veterano de mil campañas. ¿Se estará burlando de mi? No, sus palabras suenan sinceras y tampoco existe motivo para mentirme. Supongo que debo de aprender mucho aún sobre los reinos civilizados y sobre los elfos, quién sabe, quizás si sobrevivimos lo suficiente logre comprender bien al pueblo elfico.

-¿Sanador? ¿De verdad aquí atesoran conocimientos que os puedan ayudar? Es decir, es un lugar apartado donde dudo al que acudan demasiadas personas. Puede que dispongan de conocimientos sobre algunas plantas que puedan nacer en la región y que ayuden a calmar algunos síntomas o ayudar a sanar con mayor rapidez, pero siempre he creído que los elfos erais expertos en el arte de la sanción y bueno, la brujería. ¿De verdad los hombres tienen algo que enseñar a tu pueblo?

Las historias que me han contado siempre sobre los elfos, los sitúan apenas un peldaño por debajo de los dioses. Son considerados rápidos y audaces, diestros en la guerra y conocedores de todos los secretos que atesora el mundo y si eso no fuese suficiente, son a su vez maestros de la brujería. Ante un pueblo tan formidable...¿Qué pueden hacer los hombres? Por ello me resulta extraño y fascinante que los hombres tengamos algo que ofrecer a los elfos, algo salvo nuevas y mejoradas formas de matarnos los unos a los otros. En eso creo que somos unos verdaderos expertos.

-La primera vez que nos cruzamos con los renacidos, bueno, así los llamo yo, fue hace apenas un par de días. Informaron de que un gran mal bajada desde las montañas. Tyron junto con Luelar acudieron en mi busca para ayudarles a llegar hasta un campamento de leñadores que se encuentra...se encontraba en la zona. Necesitaban un guía y me uní a ellos. Al llegar al campamento tan solo encontramos sangre en la nieve, pero el mayor horror estaba aún por llegar...

Las historias se deben de contar junto a un fuego y con una jarra de cerveza, con tiempo suficiente como para narrar cada hazaña y para qué negarlo, también alzando la voz para dar mayor énfasis a las escenas más emocionantes. Pero dada la situación y el ánimo, mucho me temo que pasará mucho tiempo antes de poder disfrutar de un momento de paz. Así pues trato de relatar de una forma no demasiado larga lo que hemos vivido hasta ahora.

-Dentro de algunas de las casas había niños, cuatro o cinco, no recuerdo bien el número. Para ser sincero, estaba demasiado aterrado como para fijarme en algo que no fuesen aquellos gélidos ojos de color innatural de frío azul. Los niños habían sido asesinados, algunos de ellos parcialmente devorados, pero se movían...¡Vaya si se movían! y lo hacían con apetito voraz, ansiosos de probar nuestra carne y beber nuestra sangre. La visión de los pequeños es algo que me atormentará y seguirá hasta el día de mi muerte. Los niños representan la primavera, un nuevo comienzo mientras que la muerte es el invierno. Unir ambas cosas en un solo ser es...aterrador. No solo arrebataron a esos niños el derecho de vivir una vida, sino que además usaron sus cuerpos para extender la muerte y el miedo.

Puedo ser muchas cosas, pero jamás he matado a un niño ni he puesto la mano encima a una mujer. He luchado, sí y desde luego que he matado, pero siempre contra hombres armados que no habrían dudado en darme muerte. Los niños siempre han sido el futuro y la esperanza...la esperanza de que ellos no comentan los mismos errores que nosotros y puedan hacer de los reinos, un lugar mejor y libre de guerras y saqueos.

-Los renacidos son lentos y torpes, eso nos otorga cierta ventaja si nos mantenemos en movimiento. Pero sus cuerpos no sienten dolor ni cansancio, por lo que la lucha contra ellos se tornó en desventaja...al menos al principio. No resulta fácil golpear a un niño pese a tener la apariencia de la muerte, pero sabíamos que sus almas habían partido y que lo único que quedaba de ellos eran sus cuerpos. Combativos lo mejor que pudimos, pero...¿cómo matas a alguien que ya está muerto? Para acabar con ellos es necesario causarles graves daños, al menos el doble de heridas que un hombre necesitaría para morir. Por suerte, son necios y se mueven únicamente por el deseo de saciar su hambre infinita. Logramos que nos siguiesen hasta una de las casas donde los encerramos y prendimos fuego.

No resulta fácil contar esta historia, pues no la siento como una victoria, más bien como un fracaso por no haber podido llegar a tiempo al campamento de leñadores. Aunque...dicha sea la verdad, dudo que habríamos podido cambiar algo. Quizás tan solo que ahora nosotros formaríamos también parte de las huestes de la muerte.

-Poco después de lograr vencer a los niños, apreció un gran ejército de renacidos. Cientos de ellos, puede que millares avanzaban incansables y al mando de ellos, había unos seres a los que Luelar creo que tachó como espectros. Estaban dotados de inteligencia y sin duda, comandaban aquella horda sin fin de renacidos. Logramos huir y llegar hasta la posada donde nos encontramos con los campesinos que hemos guiado hasta aquí. Descansamos y montamos guardia rezando para que los muertos pasasen de largo. Tuvimos suerte...más o menos. Un gigante, un verdadero gigante alzado por la magia de los muertos, atacó la posada tirando abajo la entrada principal y casi, parte de la pared. Luelar, Tyron y Dhorne lograron causarle suficiente daño como para destruirlo. Después, nos encaminamos hasta aquí donde nos aguardaba el ejército de los renacidos y a su cabeza, aquel que parece su rey. Tenemos la esperanza de encontrar entre estas paredes información que nos ayude a descubrir de donde viene ese ejército y cómo destruirlo. Sí, una idea ambiciosa, pero no tenemos muchas más ideas.

 

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27/04/2020, 03:32
Luelar Tyrundlin

No comprendí en un inicio por qué Tyron prácticamente negaba mis palabras, aunque en seguida caí en la cuenta. Aquella excesiva humildad suya no le permitían darse cuenta de que su experiencia y conocimiento sobre aquellos seres carentes de vida era muy grande en comparación con la de la mayoría de los presentes. Callé, limitándome a mostrarle una pequeña sonrisa al otorgarme el reconocimiento de conocer mejor aquel tema. Esperaba que aquello ayudara a que me escucharan en aquel lugar. Con que lo hicieran por la errónea relación de que por ser una elfa oscura debía saber mucho sobre muertos, me bastaba.

Mientras se desarrollaba una conversación con el paladín aproveché para hablar con Dhorne, queriendo contar con su ayuda si finalmente me posibilitaban el acceso a la biblioteca. La mujer de cabello claro no sólo sabía leer, sino que se mostró dispuesta a ayudarme, aunque no parecía tener mucha fe en que pudiéramos encontrar algo. Consciente del poder que tenía la motivación, quise compartir con ella por qué pensaba que alguien de aquel lugar podría saber algo o que en sus escrituras pudiera hallarse alguna información.

- Muchas veces, los espectros son seres que han conseguido librarse de las ataduras que les retenían en un lugar concreto. - comencé a decirle en voz baja, callando un instante tras ello para dejarle reflexionar. - Puede que pertenezcan a algún lugar en los alrededores, y que no sea la primera vez que hayan sido vistos, o que haya registros de algún suceso en el que estén implicados tres individuos con motivos para vengarse... - conjeturé, preguntándome qué pensaría la mujer de aquello. - O simplemente que algún erudito haya estudiado a los muertos vivientes o los espectros y encontremos algo de utilidad.

Escuché de refilón lo que Fian de Lorian contaba sobre Rihord. Un elfo del bosque sanador, menuda novedad... Al menos el tipo era bastante discreto, con lo que esperaba no tener que escucharle en exceso. Cómo agradecía a la Dama de la Oscuridad habernos librado de aquella otra elfa.

Mientras el noble terminaba de hablarnos de él y el caballero de Stumlad hacía las aclaraciones que creyó necesarias, llegamos al templo, que nos recibió con las puertas abiertas. En seguida me di cuenta de que aquel lugar era mucho mejor por dentro que por fuera. Si ignorabas los retablos resultaba acogedor, pues no sólo resultaba un tanto siniestro, sino que se encontraba en penumbra. No pude evitar preguntarme qué significaría aquel árbol de ramas retorcidas que parecía presidir el lugar, y que contribuía a aquel aspecto lúgubre del lugar.

No tardó en aparecer quien parecía ser un monje, dejando claro en seguida lo que opinaba de mi presencia en su lugar sagrado. Lejos de molestarme, me resultó divertida la situación, aunque me cuidé de mostrarlo. Por muy inferior que consideraran a mi pueblo, la realidad era que había llegado a entrar en un Templo de Korth, mientras que alguien como él no sería ni siquiera capaz de acceder a la Infraoscuridad, a menos que lo hiciera en calidad de ofrenda a Izz.

Eso sí, maldije para mis adentros al descubrir que precisamente él era el bibliotecario de la congregación. Era muy probable que acceder a aquel lugar me fuera a resultar imposible, al menos el acceder con permiso.

El padre Aughio parecía querer que saliéramos de allí cuanto antes, y trataba de lograrlo cuando alguien más irrumpió en el lugar notablemente molesto. Se desarrolló entonces un pequeño intercambio de opiniones entre ambos hombres de fe que concluyó con Aughio dando instrucciones a quien resultó ser el hermano Baro, tras lo que trató de disculparle y nos ofreció seguirle al comedor.

Antes de que ninguno emprendiéramos la marcha tras el padre Aughio, Tyron tuvo el buen tino de impedirlo tomando la palabra. Sin duda era el más adecuado para hablar en nombre de todos, y tras escuchar su intervención no vi la necesidad de hacer apunte alguno, pues además de que rizos dorados se había explicado con total amabilidad y acierto; que yo continuara en silencio por el momento parecía ser lo más beneficioso para todos.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Hago una tirada de Saber Religión por si puede ayudarme a saber algo más sobre lo que veo dentro del templo.

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27/04/2020, 10:41
* Juglar *

Pronto se hizo evidente para la dama Luelar que, excepción hecha del árbol que presidía el altar, el resto del templo cumplía las directrices habituales de un lugar de veneración a Korth. Si bien no todos los clérigos de Izz recibían instrucción acerca de otras deidades, la formación de Luelar como aspirante a Señora Negra era algo más extensa. Korth no era considerado por los seguidores de Izz como su enemigo, no como tal. Era una fuerza opuesta, sí, mas a los elfos oscuros les era imposible conceder tal título a nadie que no fuera Rael, la diosa hermana de Izz, señora de los elfos del bosque. Aún así, no desatendían la instrucción y conocimiento acerca del dios de los hombres del norte. Y aquel templo, a ojos de Luelar, no se alejaba de la imagen que en los libros y lecciones le habían ofrecido de los lugares sagrados de tal dios, un lugar de recogimiento y silencio, de aislamiento y meditación.

Sin embargo, ¿qué sentido albergaba para ellos aquel árbol? No le encontraba sentido alguno, salvo que hubiera una razón de corte arquitectónico, mundano, físico. ¿Estaría acaso el templo construido sobre un antiguo baluarte élfico? ¿De veras habrían respetado, si era ese el caso, aquel elemento propio de una deidad dedicada a la naturaleza?

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27/04/2020, 10:49
. Padre Aughio

El ecónomo de la congregación detuvo sus primeros pasos con un breve aspaviento, al verse interpelado por uno de los invitados. Sin embargo, al girarse hacia él y comprobar que se trataba del caballero de Stumlad, su gesto se tornó paciente y ligeramente amable, o más bien teñido de una pose diplomática. Unió sus manos bajo las mangas de su hábito, y atendió a la presentación de Tyron, aunque pronto se hizo evidente que no perdía ojo de los cuchicheos que se desarrollaban detrás de éste. Aún así, mostró su conformidad ante las palabras que el caballero, llegando a asentir con gravedad hasta en un par de ocasiones.

Sin embargo, su gesto se tornó contrariado, casi llegando a la indignación, ante la petición que el caballero le formulaba. Como responsable de la biblioteca de aquel santo lugar, parecía que aquella petición le contrariaba sobremanera, aunque tardó unos instantes de más en expresar con palabras lo que su rostro ya mostraba. Quizás estaba eligiendo cuidadosamente sus palabras.

Caballero, vuestro agradecimiento no es necesario. Como bien sabrá, pues asumo que es conocedor de la Palabra, es nuestro deber alimentar al prójimo hambriento y sanar al enfermo, así como velar por todo necesitado. -Indicó con gesto serio, aunque sus ojos brillaron de un modo especial al desviarse brevemente, posándose apenas durante un parpadeo en los dos miembros de diferentes razas élficas presentes en aquel lugar. ¿Incluía, en la mente de aquel clérigo, a miembros de otras razas en el concepto de "necesitados"? ¿Acaso dejaban de ser "prójimos" para él? Generaciones de guerra y disputas habían creado un cisma entre las distintas razas, y eran muchos los que lo mantenían- Acerca de su necesidad de saber, nuestra biblioteca es modesta pero contiene cierto saber, mas debe saber también que es conocimiento propiedad de la Santa Iglesia de Korth, y es mi responsabilidad que siga siendo así. Eso significa que tan sólo los miembros de la congregación... y por supuesto Sir Fian de Lorian... -Añadió con un gesto que denotaba que lo hacía prácticamente a regañadientes, incluyendo al paladín, a quien se refería como "Sir" a pesar de que éste parecía renegar de tales tratamientos- ...estamos autorizados a realizar tales búsquedas sobre los santos compendios de saber que poseemos. Lo lamento, pero me veo en la obligación de rechazar su...

Las voces a la espalda del caballero atrajeron la atención del clérigo hasta el punto de hacerle perder el hilo de sus propias palabras, frunciendo el ceño con aire meditabundo mientras trataba de alcanzar a oír las explicaciones que aquel explorador le ofrecía al sanador del pueblo élfico. Enarcó una ceja, devolviendo su mirada al caballero, a quien escrutó de arriba a abajo con parsimonia.

No obstante... parece que nos hallamos ante circunstancias... excepcionales. -Reculó lentamente, carraspeando con incomodidad- Dado ese mal que parece campar a sus anchas por las tierras que nos rodean, podría considerarse prudente consentir que quienes conocen tal mal de primera mano puedan buscar una forma de contrarrestarlo. Sin embargo, caballero Stark, os hago personalmente responsable de la conducta y cuidado que sus acompañantes deben ser capaces de ofrecer hacia nuestras sacras escrituras. Muy especialmente en el caso de aquellos cuya raza es... ajena a El Salvador. -Expuso sin ocultar una mueca de desagrado en dirección a Riohrd y Luelar, en ese orden, antes de dirigirse a Fian de Lorian- Sir Fian, hago extensiva tal responsabilidad a su persona, en el caso de que decidiera acompañar a nuestros huéspedes en su labor de investigación.

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27/04/2020, 10:49
* Juglar *

El paladín no tardó en dar por buenas las exigencias del ecónomo, efectuando una reverencia marcial que parecía dar a entender que, en efecto, sí que se sumaría a la labor de búsqueda de información que requerían nuestros héroes. Al fin y al cabo, suya era la sagrada tarea de combatir al mal en todas sus formas, más aún tratándose de un auténtico Destructor del Mal, aquellos de entre el brazo armado de la Iglesia de Korth que con mayor ahínco buscan y combaten las aberraciones de este mundo.

Satisfecho, hasta el punto de mostrar en su rostro una muestra de orgullo rayana en la arrogancia, el clérigo guió a los invitados encabezando la marcha con paso ligero. El camino que tomó les llevó a alejarse de la sección central del templo, con sus altas bóvedas y su zona de oración y homilía. Les guió por corredores y estancias auxiliares, hasta salir a un amplio patio de planta cuadrada en cuyo firme se había amontonado una fina capa de nieve.

Tras cruzar el patio y adentrarse en varios corredores, salieron a un segundo patio exterior desde el que se accedía a una edificación unida a la parte trasera del templo, pero evidentemente ajena a él. Se trataba de una edificación de piedras desgastadas y burdamente apiladas en muros, con accesos y escaleras de madera.

Todo aquel recorrido era ya conocido por Riohrd, quien lo había recorrido no hacía tanto tiempo con el mismo guía ante él, aunque en su primera visita había sido para terminar ascendiendo en solitario unas escaleras hasta alcanzar el despacho del Abad. En aquella ocasión, en cambio, el padre Aughio sí que acompañó a la comitiva a través de aquel patio, hasta una de las puertas de la planta baja, la cual abrió sin necesidad alguna de llave. Al caminar por el patio, nuestros héroes pudieron comprobar que no muy lejos de allí había un pequeño huerto, en el que trabajaba un monje que se los quedó mirando detenidamente, al menos hasta que el sacristán apareció por las inmediaciones y se le acercó para decirle algo.

Cruzar aquella puerta no llevó a nuestros héroes a sentir verdadero calor, pero al menos en el interior se sentía con menor dureza los rigores del viento frío de las montañas Durenses. Accedieron a un amplio comedor con varias mesas, una de las cuales se encontraba en alto sobre una tarima de madera y poseía asientos de mayor lujo y comodidad, acolchados mediante pieles y cuero. El resto de mesas, al nivel del suelo, apenas tenían bancadas corridas sin respaldo. El lugar estaba salpicado de grandes candelabros con innumerables cirios, aunque tan sólo las velas de las lámparas que colgaban del techo estaban prendidas. La sala también poseía una gran chimenea, apagada por el momento. Había tapices en los muros, y algunas decoraciones en madera con motivos florales en un deplorable estado de conservación, y el suelo de piedra mostraba restos de paja diseminada.

El padre Aughio conminó a todos a tomar asiento mientras echaba algunos leños a la chimenea y prendía el fuego, y pidió paciencia hasta que otros miembros de la congregación trajeran algo para que comieran. Finalmente, se despidió para acudir a informar al abad, desapareciendo por una puerta diferente a aquella por la que habían entrado.

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27/04/2020, 10:49
. Fian de Lorian

Fian de Lorian se había mantenido particularmente callado durante todo aquel trayecto, caminando relativamente cerca de Tyron en todo momento sin que se notase en exceso. Sus ojos se posaban de cuando en cuando en aquellos héroes que acompañaban al caballero, como si tratase de evaluarles. Aquellos hombres y mujeres habían enfrentado a una auténtica horda de muertos vivientes, mostrándose lo bastante valerosos y compasivos como para unir su camino al de otros inocentes a los que se habían arriesgado a proteger. Fian no era ningún idealista, sino un hombre de fe que había recorrido el mundo y visto demasiadas cosas. Por eso era consciente de que actos así no abundaban en absoluto.

Quizás, precisamente por ello, en su cabeza comenzaba a plantearse ciertas cosas. Y quizás, precisamente por eso, aguardó a que el padre Aughio desapareciera para, con suma discreción, acercarse a Tyron y quienes se encontraban cerca de él.

Caballero, ¿me haríais el favor, tú y tus... amigos, de concederme unos minutos para charlar... en privado? -Solicitó el paladín, acompañando aquella petición de un gesto hacia una de las mesas, más apartada, mientras acompañaba aquellas palabras de una mirada que recorrió a nuestros héroes, incluido el propio Riohrd. Quedaba claro que el paladín quería conversar con todos ellos en privado, dejando al resto de personas presentes acomodarse en otra mesa a la espera de la comida. ¿Qué asuntos necesitaba tratar aquel noble con tanta discreción?

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07/05/2020, 12:23
Tyron Stark

Ante las primeras palabras del padre Aughio, tan sólo pude asentir, confirmando que, en efecto, era conocedor de la Palabra. Vamos, no en profundidad, ni al pie de la letra. Tan sólo lo más básico, claro, lo que todo seguidor de Korth sacado del pueblo llano. Pero lo que explicaba el monje tenía todo el sentido, aunque no siempre los fieles seguían los dictados de El Salvador como debían. Me alegraba que en aquel caso estuvieran dispuestos a respetar las enseñanzas de nuestro dios, a pesar de que no me pasó desapercibida las mirada que el religioso dedicaba a los dos miembros de distintas razas élficas, algo que, especialmente en el caso de Luelar, me causó un gran malestar. Poco o nada me importaban los prejuicios que los demás albergasen, tratándose de una dama que había compartido peligros conmigo en pos de una buena causa. Aquella mujer había arriesgado su vida por proteger a otros, y para mí eso la hacía merecedora del máximo de los respetos. Y el tal Riohrd había ayudado a Fian de Lorian a permitirnos el acceso a la fortaleza...

Sin embargo, enemistarnos con aquel hombre no nos era conveniente en aquellos momentos. Por ello decidí dejar pasar todo aquello, mientras tomaba una decisión acerca de la biblioteca. En un principio pareció poco proclive a consentir que nadie ajeno a la Iglesia de Korth tuviera acceso  a la sabiduría de su biblioteca, pero para mi alivio pronto pareció pensárselo mejor, depositando sobre mis hombros como caballero, así como en los de Fian por su posición de paladín, la responsabilidad acerca de los demás.

No os preocupéis, padre Aughio. -Indiqué posando un puño sobre la coraza de mi armadura- Por mi honor de caballero que velaré por la salvaguarda de las escrituras, como no podría ser de otra manera. Respondo por todos y cada uno de ellos.

Sin embargo, en cuanto el religioso comenzó a caminar y me dejó un par de pasos atrás, me giré para dedicar una mirada resignada a mis compañeros, encogiéndome de hombros. No me gustaban sus formas, ni lo que era consciente que ocultaban, pero no nos quedaba más remedio que jugar según sus reglas, así que era preciso seguirle el juego. Al menos, mientras el ecónomo se obligase a sí mismo a guardar las formas mínimamente.

Retomamos el camino, que nos llevó por un laberíntico camino lleno de corredores silenciosos y oscuros, hasta salir a un patio que parecía corresponderse con una construcción diferente a la del propio templo, tal vez un anexo posterior. Desde allí se accedía a un pequeño huerto, que supuse formaba parte del necesario sustento de la congregación, y dado que no parecía que por allí pudiera haber demasiado ganado, tal vez consistiera en casi el único.

Sin embargo, en cuanto el padre Aughio nos acomodó en un amplio comedor, prendiendo la chimenea y abandonándonos para atender otras cuestiones, percibí extraños movimientos entre los presentes. Fian de Lorian se comportaba de manera extraña, acomodando a las gentes que habíamos escoltado desde la posada en una de las mesas, mientras nos invitaba a los demás a compartir otra mesa distinta con él. Y no ocultaba sus intenciones, pues no tardó en solicitar unos minutos en privado para conversar. Era evidente que deseaba compartir algo importante, con total discreción.

Ehm... En efecto, quiero pensar que son lazos de amistad lo que ahora nos unen, con todo lo que hemos pasado juntos... -Comenté cruzando mi mirada con Dhorne, Ivar y Luelar, mostrando una tenue sonrisa antes de volverme hacia el paladín- ...mas no puedo hablar en su nombre, sino tan sólo en el mío. Y yo, por supuesto, estaré encantado de oír lo que tengas que compartir, Fian de Lorian. -Admití palmeando su hombro antes de acercarme a la mesa, aguardando en pie a que las damas tomasen asiento antes de hacerlo yo mismo. Mientras tanto, sin embargo, me liberé de los guanteletes y los deposité sobre la mesa.

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10/05/2020, 08:21
Dhorne

Si bien es imposible obviar del todo las palabras del padre Aughio, su tono y aquellas miradas que sin excesivo disimulo lanza sobre los demás, mi atención casi por completo, se centra en lo que Luelar me comenta con respecto a lo que podemos encontrar en este lugar, saberes que quizás, resguardados de los ojos de los demás, y escritos en tiempos pasados, nos den una nueva perspectiva sobre lo que sucede en este tan incierto presente. Mantengo el silencio, pues escaso es mi conocimiento sobre lo que hay más allá de lo mundano, y aunque mi mirada se pierde durante unos instantes en la nada, contemplando aquello que no está, que simplemente no existe, termino por posar mis ojos en Luelar una vez más. - Es más que probable que hayan aparecido en tiempos pasados, eso es verdad... - Asiento a sus palabras, más la duda asoma cuando noto el completo desconocimiento de estos seres en los labios del padre Aughio. Y es que si bien no espero que tenga un conocimiento que raye en la completud ¿Acaso el encargado de albergar el saber del templo no debería saber si algo así a sucedido antaño? Me cuesta creer que sea un mero ignorante de lo que en sus sacros libros se encuentra, no cuando incluso en la gente de mar, todo lo pasado en tiempos remotos se transmite aun así sea de manera oral. ¿En tierra será diferente entonces? 

De todas maneras, si algún tipo de información que nos pueda ser útil entre estos muros, la encontraremos. - Agrego, dejando para un próximo después el expresar de los pensamientos que ahora circundan mi mente, plagada de preguntas que dudo mucho, puedan encontrar explicación. Más aunque deseosa me encuentro de dejar de escuchar las palabras escupidas por el santo hombre de Korth, no puedo evitar dibujar una más que notoria mueca de sorpresa al oír como accede a que Luelar y el otro elfo accedan a la biblioteca, claro está, bajo estrictas condiciones que ponen a Tyron, como principal que no único responsable de lo que pueda entonces suceder. Segura estoy de que no será la última vez que las afiladas palabras y miradas de aquel hombre se posarán sobre nosotros, pero también como ahora, estoy segura de que a mi, no podría darme más igual. 

Otros comentarios entonces fueron hechos, comentarios a los que no presto más atención mientras mi cabeza sigue divagando entre dudas, afirmaciones y saberes que, propios de cuentos y leyendas de la mar, pudiesen haber hablado en su momento de algo semejante a lo visto pocos minutos atrás. Seguramente Murgriel sabría de estos seres, incluso capaz lo veo de haberlos visto alguna vez en sus innumerables incursiones en tierras lejanas, más no está aquí para preguntarle... No está quizás, en ninguna parte. Aquel funesto pensamiento llego con la misma virulencia con la que el frío cala en mis huesos al retomar el andar hacia el exterior, y aunque consigue mantenerlos quieto en un lugar relegado de mi mente, de mis emociones mientras mis ojos pasean por ahí donde vamos, no puedo evitar lanzar alguna que otra mirada a los tres hombres que, siendo aún más desconocidos que los demás, aun no sé si son o no de fiar. 

Nada tengo contra los elfos puesto que sus guerras pasados, presentes o futuras no me pertenecen, más aun recuerdo las marcas de su rostro, algo poco habitual entre los suyos. Fian y su bigote, un hombre de Korth... ¿Alguna vez la ferviente devoción religiosa a traído algo bueno? No que yo recuerde, más aquí está y parece decidido a ayudar, lo cual, es más de lo que se puede decir del tercero en cuestión, el padre Aughio... Sin darme cuenta casi llegamos a lo que es un comedor que sin dejar afuera el frío que congela incluso hasta al mas entusiasta de los ánimos, al menos ofrece un refugio menos austero de lo que habría esperado, uno que sin duda, lleva años sin tener tanta concurrencia de personas como ahora. 

Es entonces, y tras la marcha del sacerdote, que Fian habla solo para ser respondido con una educación que incluso puede ser envidiable por parte del rubio caballero. ¿Que querrá comentarnos? Me pregunto a sabiendas de que solo existe una manera de saberlo del todo. Y por ello, y tras cruzar una mirada con Ivar, Luelar y Tyron, asiento a las palabras del paladín al posar durante unos segundos mis ojos en él, y tomo asiento en la mesa que alejada se encuentra de los hombres y mujeres, que han llegado con nosotros, y en donde se nos ha pedido congregarnos. 

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10/05/2020, 22:07
Luelar Tyrundlin

Mi inspección de aquel lugar me dejó claras dos cosas. Por un lado, que aquel árbol que presidía el altar era lo único que no encajaba en aquel escenario, siguiendo cuanto lo conformaba las directrices que eran de esperar en un templo de Korth. Nunca había terminado de entender la necesidad de estudiar con tanta minuciosidad las deidades a las que adoraban los hombres, pues siempre había imaginado mi futuro en la Infraoscuridad, sirviendo en la Iglesia; pero ahora todos aquellos conocimientos adquiridos con sangre, sudor y lágrimas - de manera literal - adquirían un mayor sentido.

Por otra parte, veía claro que el que aquel extraño árbol estuviera allí no era únicamente por una cuestión estética. Más bien parecía que aquel árbol llevara allí desde antes de que ese templo fuera construido, y obviamente no sería lo único que había en ese terreno antes. No era descabellado pensar que aquellos hombres del norte se hubieran apostado sobre un antiguo asentamiento élfico, pero de ser así, ¿por qué no acabar también con aquel árbol? ¿Es que no habían sido capaces de removerlo? ¿O acaso eran capaces de extraer algún beneficio de él?

Porque quedaba descartado que fuera por alguna cuestión relacionada con el respeto a aquel pueblo amante de los árboles, pues había quedado claro lo poco populares que eran los elfos entre aquellos muros, ni tan siquiera parecía agradar el elfo del bosque; y eso que eran seres mucho más inofensivos y que habían logrado extender una falsa verdad sobre ellos mismos que en poco o nada se correspondía con la realidad, además de que este en particular era bastante silencioso.

Silencioso en cuanto a pronunciarse en voz alta al menos, y es que entre los murmullos que se escuchaban de fondo se encontraban los suyos; los cuales no parecieron agradar nada al Padre Aughio, quien al menos pareció contener su carácter al darse cuenta de que quien le había interpelado no era otro sino Tyron.

El hombre de fe negó su petición al caballero de Stumlad con buenas palabras, algo que no me sorprendió dado el rostro que había mostrado desde que escuchara lo que este le solicitaba. Sin embargo, todo cambió de manera repentina cuando el Padre Aughio se percató de lo que se hablaba en un segundo plano. No logré escuchar con claridad qué era lo que decían, pero el explorador y el elfo del bosque parecían estar hablando sobre los muertos vivientes.

Entonces Izz obró el milagro, y seguramente por primera vez en la historia de aquel asentamiento, se autorizó entre otros a que un elfo oscuro empleara aquel material de uso tan exclusivo. Sentí tal satisfacción que me costó evitar sonreír de manera triunfal, incluso el que aquel hombre demostrara sin tapujos cuánto nos despreciaba a aquel otro ser que se hacía llamar elfo y a mí me agradó. No tardé en mirar a los presentes en busca de sus reacciones, entre ellos Dhorne, quien con sus anteriores palabras había demostrado un verdadero interés por participar en la búsqueda de información.

Darnos acceso tenía una condición: Tyron y Fian de Lorian debían responsabilizarse de lo que sucediera en la biblioteca, algo que no suponía obstáculo alguno para hallar lo que allí quería encontrar. Aquel hombre podía pensar lo que quisiera, pero dudaba que cualquiera de los presentes pudiera tratar un libro, legajo, o cualesquiera documentos que hubiera allí, con mayor delicadeza de lo que era yo capaz.

El paladín no tardó en aceptar el encargo del clérigo, como también lo hizo el caballero, pero este con unas maneras que me desarmaron por un instante; pues además de expresarse de manera regia, volvía a demostrar que confiaba en mi por completo. Aquello hacía que me sintiera de manera extraña, pues no estaba acostumbrada a aquellas muestras de confianza, y además, a pesar de poder resultar aquel un gesto que denotaba debilidad; encontré en él algo de atrayente, tanto por su dura actitud como por la sensación de que iba por buen camino.

Antes de que comenzáramos a seguir al Padre Aughio, pude ver cómo el caballero se giraba para demostrar que tan sólo seguía el juego al responsable de la biblioteca. No pude evitar pasar por su lado al emprender la marcha, dedicándole unas pocas palabras en un susurro antes de proseguir con mi camino.

- Ya lo sabes, has de vigilarme de cerca... - le dije con un tono que trataba de ser sugerente, más no en demasía, lo justo para que se cuestionara la intencionalidad de mis palabras y despertara sus sentidos.

Recorrimos varias estancias siguiendo al clérigo, atravesando un patio en el que se acentuaba el frío de la zona, pero no detuvimos ahí el paso; siendo al llegar a otro patio cuando dimos con el lugar al que debíamos acceder. Pocas gentes rondaban ese sitio, y nuestra presencia sin duda llamó su atención. Durante el recorrido me mantuve en silencio, con gesto reflexivo, meditando acerca de cuanto sabíamos y necesitábamos saber. Una idea comenzó a formarse entonces en mi mente, aunque a priori parecía demasiado descabellada.

Terminamos adentrándonos en aquella edificación contigua que poco tenía que ver en lo que a estado de conservación se refería a otros lugares de aquella especie de fuerte. No estaba mal por dentro, aunque igualmente le hacía falta mantenimiento, pero al menos el espacio impedía que el frío continuara calándonos los huesos; y el clérigo parecía tener intención de encender la chimenea.

Tras dar varias instrucciones, el Padre Aughio acabó retirándose, algo que era de agradecer. Había concebido aquel momento de descanso como un mero trámite, pues lo realmente importante se encontraba en aquella biblioteca, pero la actitud del paladín terminó sorprendiéndome; quizás aquel hombre pudiera aportarnos algo más de lo esperado. Ya fuera por ver a Tyron como el líder del grupo que formábamos, o porque era al único que veía como un igual, fue a este a quien se dirigió para convocarnos a todos; algo ante lo que el caballero tan sólo respondió en su nombre. Dudaba que alguno de los presentes fuera a rechazar la invitación de conversar con el noble en una mesa distinta a la del resto, ni siquiera Rihord. ¿Qué otra cosa iba a hacer? Allí no había zonas verdes que adorar.

Tras mirar a aquellos que habían calificado como mis amigos, una palabra cuyo significado me resultaba difícil entender y que prácticamente resultaba extranjera, terminé tomando asiento en la mesa indicada por el paladín; en silencio, como también había hecho la mujer de cabello claro.

Mientras aguardaba a que el resto tomara asiento y Fian de Lorian se pronunciara, me percaté de cómo Tyron se quitaba los guanteletes, y tras retirar mi capucha le hice un gesto para que me tendiera la mano que le habían dañado con anterioridad y comprobar así que todo seguía en perfecto estado.

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18/05/2020, 21:25
Riohrd

Guardando un silencio que poco tenía que ver con el respeto al lugar donde se encontraban, sino más bien a lo que aquel hombre de cabellos plateados tenía que contar, Riohrd mantuvo sus ambarinos ojos sobre el rostro de Ivar, mientras que su atención se dividía aunque no por igual, entre todo lo que allí sucedía. Más aunque su lúgubre y maltratado rostro contaba silente aquella historia que jamás saldría de sus labios, estos se curvaron en una ligera y corta sonrisa ante la pregunta que pronto salió de la boca de Ivar, una pregunta que si bien era capaz de comprender, resultaba no tan sencilla de responder en aquel idioma que no le pertenecía. - Abandoné mi hogar, me atrevo a asegurar que incluso antes de que vos nacieseis,  para recorrer estas tierras que tan lejanas están de mi patria, y si algo he llegado a comprender en este largo caminar, es que los Alei tenemos tanto que aprender de los humanos, como vosotros tenéis que aprender de nosotros. - Respondió, y aunque su voz se expresaba entre no más que susurros, aquellas palabras salieron con la seguridad de alguien que ha tenido mas de una vida humana para reflexionar al respecto. 

Los conflictos entre hombres y elfos era algo que simplemente no iban con el sanador, que no le interesaban puesto que siendo tan longeva su existencia, peligroso e incluso mortífero para su ser inmortal sería el guardar el rencor durante toda su vida. Por ello Riohrd había abandonado toda senda ligada a una historia pasada en el tiempo pero no en la memoria, dispuesto a encontrar su propio camino, a seguir su propio destino ahí donde este se pudiese encontrar. Pero si bien aquel tema habría sido algo largo de contar, incluso para quien quisiese escucharle, había otro tema que reclamaba con urgencia la atención de todos los presentes, y por ello es que sus palabras se silenciaron y aquella efímera sonrisa de sus labios se desvaneció para dar paso nuevamente a una seriedad que por momentos, parecía inescrutable. 

No hubo expresión alguna que delatase lo que el relato de Ivar le generaba, no hubo palabras que interrumpiesen su contar mientras que en su interior, diversas emociones se agolpaban, pocos pero significativos nombres afloraban acompañados de un intenso temor, y de una preocupación que bien sabía, jamas sería capaz de quitársela de dentro. Solo un pesado más corto suspiro escapó de sus labios mientras su entera atención seguía puesta en aquel hombre, mientras intentaba recordar si en algún momento de su larga existencia, había oído o leído algo que pudiese asemejarse siquiera a lo que Ivar y el resto de los presentes, habían tenido que enfrenta, pero aunque en aquel momento fue incapaz de recordar con la certeza o con la calma que le habría gustado y que propicia habría de ser, bien sabía que durante la noche más cercana, ahí donde encontrase silencio y soledad quizás, sería capaz de recordar con mayor exactitud si es que realmente, había algo que recordar. - Suerte habéis tenido de haber conservado la vida en aquel terrible escenario, y aunque alejado de todo y todos se encuentra este lugar, no dudo que algo de información podremos recabar al respecto. - Aseguró, dando sin que nadie se lo pidiese un pie adelante para ayudarles en aquello que fuese necesario para frenar lo que a fin de cuentas, podía terminar por ser una amenaza más allá de aquellas gélidas e inhóspitas tierras. - Además, pocas son las opciones que ahora mismo cualquiera de nosotros tiene. Quienes conozco que podrían tener información se encuentran demasiado lejos de aquí, aunque no dudo en que quizás, deba regresar a ellos en busca de un conocimiento útil para todos. - Meditó más para sí que para el mismo Ivar. 

Su hermana, longeva en años y en experiencias vividas quizás albergase un conocimiento más preciso de lo sucedido, más aunque en lo más profundo de su ser deseaba el volver a verla, el alto elfo bien sabía que era hacia la tierra de los hombres salvajes hacia donde posiblemente le llevase su caminar, ya que si alguien podía saber sobre aquello, era aquella chaman a quien tanto le debía. Sus pensamientos entonces se dispararon hacia aquellas amistades que con el paso de los años había granjeado en esas tierras, relaciones complejas y estrechas que ahora, se mostraban no como meros encuentros en su andar, sino como quizás, las necesarias para que el andar en este incierto y lóbrego presente, no fuese tan complejo de sortear. Pero aunque sus palabras se silenciaron en pos de un intenso meditar, sus pasos retomaron la marcha cuando así lo hizo el de los demás, y aunque ajeno se encontró a las palabras que el padre antes había dirigido hacia los dos hombres de Korth, no lo fue a las que, y tras ser llevados al comedor, Fian de Lorian le dedicó tanto al joven de rubio cabello como a quienes iban con él, así como también a él. 

Más aunque no sabía que podía necesitar tanto secretismo como urgencia, el alto elfo se limitó a asentir cuando la mirada del paladín se posó sobre él, y sin decir nada puesto que nada tenía de momento que aportar, tomó asiento tan alejado de los demás convocados como le fue capaz, manteniendo su rostro oculto, manteniendo sus cicatrices a buen reguardo al menos, por ahora. 

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26/05/2020, 23:22
Ivar el Cuervo

¡Diantres! No sé que puedo responder al elfo, ante sus ojos debo de parecer tan solo un niño que comienza a dar sus primeros pasos. Toda mi vida, toda mi experiencia, no es más que un suspiro en su existencia eterna. Cuando mis huesos no sean más que polvo, él seguirá con vida, cuando los huesos de los hijos de mis hijos, si es que tengo alguno o alguna vez llego a tenerlo, sean también polvo, él continuará con su existencia inmortal...al menos si nadie se la arrebata de forma violenta. Eso da mucho que pensar...¿Qué haría yo ante la posibilidad de vivir para siempre?

¡Bah! Tendrás suerte si logras llegar con vida a la primavera, así que deja de pensar en cosas estúpidas. Asiente al elfo y guarda silencio, será lo mejor. De esa forma no podrás decir nada más que le haga descubrir que está ante un necio que poco o nada sabe de la magia, los dioses o los reinos.

Así que eso es lo que hago, caminar en silencio observando la gran construcción que por alguna razón, los servidores de Koth decidieron alzar hace ya tanto tiempo atrás. ¿Sería como una especie de refugio por si los muertos se alzaban? ¿Un lugar para vigilar su regreso? Puedo entender que levanten grandes construcciones así en ciudades importantes, un lugar como este puede albergar a decenas de fieles con los que deleitar a Koth con sus rezos. Pero aquí, las tierras son vírgenes, con apenas unas pocas casas salpicando el horizonte y por lo que he visto, ninguno de ellos ha acudido aquí a rezar. Así que...¿Para qué fue construido este templo?

La cabeza me empieza a dar vueltas, tal vez esté pensando demasiado o lo más seguro, es que el cansancio y el hambre estén haciendo mella en este viejo explorador. Puede que sea el único del grupo que no se siente entusiasmado por estar rodeado de libros y mucho menos, por leerlos. De hecho y tras las advertencias del hombrecillo ese, lo mejor será que no toque ni uno solo de esos libros.

El lugar al que nos llevan está rodeado de lujo, el mayor que recuerdo haber visto en...bueno, puede que en toda mi vida. Al entrar no puedo evitar sentirme incómodo, mis botas, llenas de barro y mis viejos y raídos ropajes no parecen apropiados para un lugar así. Así que procuro no tocar nada y caminar lo menos posible para no ensuciar el suelo. El lujo y los gruesos muros me hacen sentir fuera de mi elemento, no sé donde estamos y mucho menos, sabría cómo guiar al grupo hacia una salida en caso de un ataque. Supongo que por el momento estamos a salvo...¿Pero por qué? Los muertos han perdido a muchos de los suyos en su intento por apresarnos, pero han desistido nada más llegar al templo. ¿Serán enemigos naturales de Koth o será que el lugar está protegido mediante algún tipo de magia?

¡Arrgg! El maldito dolor de cabeza, será mejor tomar un descanso o al menos eso es lo que me gustaría, pues el paladín parece querer compartir algo con nosotros. Tras ayudarnos a ponernos a salvo y confiar en nosotros, sería descortés no acceder a su petición. Así que asiento y tomo asiento junto a mis compañeros.

 

Notas de juego

Mil perdones por el retraso, con todo esto del Covid tengo mil cosas en la cabeza y no me había dado cuenta de que me tocaba postear.

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27/05/2020, 11:16
. Fian de Lorian

Mientras nuestros héroes se arremolinaban alrededor de aquella mesa, no tardaron en percatarse del cambio que la actitud del paladín había sufrido desde el mismo instante en que se había atrevido a solicitar aquella pequeña reunión. Los ojos de Fian de Lorian escrutaban los alrededores, y si bien de cuándo en cuándo comprobaba que los ocupantes de la otra mesa no pusieran demasiada atención a lo que sucedía, bien daba la impresión de que eran las puertas de aquella amplia estancia lo que más preocupaba al guerrero de la iglesia de Korth.

Tan sólo cuando todos estuvieron sentados y atentos, y él se sintió seguro para hablar, tomó la palabra, mas no sin cierto rubor en sus mejillas. Parecía encontrarse ciertamente fuera de lugar ante lo que se avecinaba, como si se tratase de algo desacostumbrado para él.

Confieso que... Lo lamento, no soy hombre que guste de irse por las ramas. Debo... pediros algo. -Confesó con evidente dificultad- Se trata de una tarea que debería acometer yo mismo, mas a pesar de mis numerosos intentos me está resultando imposible. Era algo que me estaba ya planteando solicitar a Riohrd, debo confesar, pero a vuestra llegada, viendo el modo en que habéis enfrentado el peligro de esos muertos vivientes, he sentido que era una señal de El Salvador. -El paladín alzó una mano, con aire conciliador- Soy consciente de que no todos aquí profesamos la misma fe en Korth, de modo que permitidme simplemente conservar esa creencia a título personal. Tampoco es mi deseo solicitar de vosotros ese servicio en Su nombre.

El paladín volvió a comprobar las puertas de la estancia con la mirada, inclinándose más sobre la mesa con sus brazos sobre la rústica madera.

Veréis... Mentiría si dijera, y no soy hombre dado a mentir más de lo estrictamente necesario, que fueron los rumores de oscuras abominaciones en estas tierras lo que trajo mi errante camino hasta este lugar. De hecho, la presencia de muertos vivientes fue la desagradable sorpresa que me encontré a mi llegada a las colinas de Terasdur, a donde mis pasos me traían con un encargo bajo el brazo. -Indicó con seriedad- Ni siquiera fue mi propia Orden o la Santa Iglesia quien me lo encargó, sino que se trata de una petición de índole personal, aunque estoy seguro de que honrosa causa la guía. Antes os nombré a mi hermano menor, también paladín como yo. Él me pidió, sabedor de que mi errar me traería cerca de estas tierras, que acudiera a este antiguo lugar. Lamentablemente, sus deberes para con la orden de paladines le obliga a permanecer en Eras-Har, mientras que yo gozo de mayor libertad. -Se encogió de hombros, permitiéndose incluso una breve sonrisa. No daba la impresión de que envidiase a su hermano, sino todo lo contrario. Parecía apreciar su libertad, esa vida sin ataduras- Mi hermano no entró en demasiados detalles, pues siempre ha sido demasiado misterioso para mi gusto, pero solicitó de mí que buscase bajo este templo algún tipo de reliquia u objeto mágico de gran poder. Según él, en antiguos escritos había podido descubrir que este bastión se empleó en el pasado para atesorar objetos de poder. Probablemente no se trataría más que de baratijas y algunas armas de otras eras, cosas que se habría tratado de apartar de la mano del hombre tras la caída del Reino de la Sombra y su corruptora magia. -En el tono de su voz, se percibía el siempre presente desprecio por la magia mística que la inmensa mayoría de la gente conservaba, rescoldos del recuerdo del poder que el mago nigromante Rey Dios había empleado para tratar de subyugar todo el mundo conocido- Él, sin embargo, temía que aquí hubiera algo más, algo capaz de desatar un gran mal. Por supuesto, no le hice demasiado caso en un principio, pero con todo lo que ha sucedido... temo que ese objeto exista. Y si es responsable del alzamiento de los muertos... mis temores llegan más allá. ¿Quién habría podido dar con tal reliquia? ¿Quién la habría empleado? -El paladín volvió a comprobar las puertas- Temo que algún miembro de esta congregación pueda estar implicado...

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31/05/2020, 17:28
Tyron Stark

Aún me sentía turbado por las palabras que, como empezaba a convertirse en una costumbre que me incomodaba, la dama élfica de piel de ébano me dedicase al hacerse patente la responsabilidad que había de aceptar a cambio de consentir el ecónomo que todos los presentes pudieran tener acceso al saber de la biblioteca. Luelar parecía disfrutar de provocarme con sus maneras sinuosas, tornándose sugerente ante quien no gozaba de experiencia ni libertad para responder a sus provocaciones. Aún así, cuando seleccioné un sitio donde tomar asiento, permaneciendo aún unos instantes en pie mientras me quitaba los guanteletes y aguardaba a que al menos las damas tomasen asiento, ella misma eligió el lugar a mi lado y solicitó que le mostrase mi mano herida, para inspeccionarla. Como no podía ser de otra manera, por supuesto, así lo hice, y cuando tanto ella como Dhorne estuvieron sentadas, tomé yo también asiento a la mesa, permitiendo que la elfa oscura comprobase el vendaje y que el paladín que nos había convocado expusiera sus motivos.

A pesar de que afirmó no ser hombre que se iba por las ramas, tuve la impresión de que le costaba comenzar, como si precisase de excusarse y ofrecer todas las explicaciones posibles antes de ir al grano. Eso me preocupó, puesto que tantas precauciones denotaban que lo que ansiaba compartir no sería algo baladí. Aún así, nada me preparaba para lo que habría de venir. Y es que el paladín había acudido a las colinas de Terasdur, no en busca de la verdad tras rumores de presencia del mal en ellas, sino bajo el encargo de otro por encontrar una reliquia que bien podía ser la responsable del mal que aquejaba a aquellas montañas.

¿Q-quieres decir que...? -Ante la posibilidad de que alguien en la otra mesa estuviera atendiendo a nuestra conversación, me apresuré a bajar la voz- ¿...que aquello que ha alzado al ejército de los muertos podría encontrarse aquí, entre estos muros? -Mis ojos buscaron las puertas de la estancia, como había hecho el propio paladín, pero mi mente discurría por otros senderos más tenebrosos. Había escoltado a aquellas gentes hasta los muros de la fortaleza sagrada, precisamente en busca de refugio. Pero, si el mal se encontraba precisamente allí, ¿les había acaso condenado por una mala elección?- ¿Sospechas de alguien, Fian de Lorian? ¿En qué podemos serte de ayuda, exactamente?

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01/06/2020, 13:27
Luelar Tyrundlin

Reunidos ya todos en aquella mesa para escuchar al paladín, que parecía muy preocupado porque alguien pudiera llegar o escucharle, este comenzó a hablar mientras yo echaba un vistazo a la mano de Tyron. A parte de en la inspección de la herida y el vendaje en sí mismos, mi cabeza estaba más centrada en la reacción que había tenido el caballero a las últimas palabras que le había dedicado antes de dirigirnos a aquel lugar, que en lo que decía el noble; pues lo que comenzó diciendo carecía de interés para mí.

Bla, bla, bla, que si no podía solo. Bla, bla, bla, que si no se esperaba esto. Bla, bla, bla, que si le había mandado el raro de su hermano a buscar una reliquia u objeto mágico de gran poder...

Espera.

Aquello ya me iba interesando más, así que tras haberme asegurado de que la herida de Tyron iba más que bien y tras cambiarle el vendaje, me giré para seguir prestando atención al paladín en lugar de continuar con la revisión de mis heridas.

Al parecer aquel templo había servido como almacén para diversos útiles mágicos, y por algún motivo el hermano de Fian de Lorian creía que alguno de aquellos objetos aún permaneciera allí y que podía desatar un gran mal. El paladín presente había comenzado a creer que podía ser ese objeto el que había desencadenado la aparición de las oleadas de muertos, un objeto que tendría que haber utilizado alguien de aquella congregación.

El caballero de Stumlad se mostró sorprendido de inmediato, bajando la voz para continuar hablado de aquella cuestión, mientras yo reflexionaba acerca de lo que acababa de sernos desvelado y lo que ya sabía o contemplaba como posibilidad; pronunciándome poco después.

- Los espectros, quienes sospechamos que comandan a los muertos vivientes, suelen ser espíritus unidos a un lugar concreto que al liberarse campan a sus anchas. Si el hermano de Fian de Lorian está en lo cierto, quizás ese objeto haya sido utilizado para liberar a los espectros, o quizás estuvieran unidos a él, desconozco si eso es posible. - me explicaba en voz baja, tratando de que lo que decía no llegara a quienes no se encontraban sentados a esa mesa. - Comenzaba a contemplar que ese tenebroso árbol que hemos visto en la iglesia pudiera tener algo que ver con todo esto. Coincidiréis conmigo en que su presencia es sumamente extraña. Puede que sea este el lugar de partida de esos espíritus, o después de lo que nos ha contado el paladín, que de él emane la magia que ha permitido o permite que los espectros se alcen. - miré entonces al noble. - ¿Sabe algo sobre él? ¿Ha preguntado a la congregación por su presencia?

Habiendo viajado hasta el templo con la idea de que en aquel lugar podía haber algo extraño, seguramente el paladín había preguntado por aquel árbol, aunque quizás el ser algo tan a la vista le había impedido sospechar que ocultaba algo.

- Soy capaz de percibir la magia. - retomé la palabra, meditabunda. - Saber si hay algo de mágico en ese árbol podría ser algo relativamente sencillo, pero inspeccionar todo este lugar en busca de otros objetos mágicos llevaría algo de tiempo aun si tuviéramos libertad de movernos por donde quisiéramos. Poder centrarnos en alguien y en las estancias que frecuenta sería algo realmente útil. - apunté mirando al paladín, a quien el caballero ya había preguntado por sus sospechas.