Partida Rol por web

Parecía que el tipo iba en serio, beber sangre decía. Discretamente, Wilhem se palpó la yugular: no tenía pulso.

¡Joder, estoy muerto! ¿Pero cómo es posible?, maldita sea, este hombre decía la verdad, los vampiros existen y al parecer soy uno de ellos. Más me vale espabilar y adaptarme, los débiles siempre son los primeros en desaparecer.

pensó el abogado acallando su súbito ataque de pánico. Se recompuso y su sentido prágmatico de la vida se abrió paso para darle fuerzas: ahora estaba muerto y no podía hacer nada al respecto salvo intentar adaptarse y conocer la nueva realidad en la que tendría que moverse.

Y al parecer, tenía que alimentarse. De sangre humana.

- Le sigo... creo que va a tener varias cosas que explicarme. ¿Cómo se organizan, de dónde procede su naturaleza y qué hay que hacer para sobrevivir? Esas preguntas me parecen básicas.-

le inquirió Krauser mientras le  seguía.

Os subís al ascensor y mientras bajáis el hombre te va hablando.

- Bien, bien. Vas mejorando. Esas preguntas son importantes, aunque es difícil contestarlas en profundidad, pero te daré unas bases. Hay dos grupos principales entre los vampiros, nosotros los llamamos Sectas. La primera, la Camarrilla, defensora de los intereses de los vampiros, de nuestra supervivencia al vivir en la sociedad, bueno... Ellos son el grupo en el que estamos y cuyas reglas seguirás y harás seguir. Tenemos unas leyes, la Mascarada. Básicamente, pide permiso antes de meter la pata y no descubras nuestra existencia al mundo. - "A" hablaba de todas estas cosas, completamente nuevas para ti, con una seguridad y un aplomo aplastante, como si las dominara a la perfección en todas sus facetas. Mientras, el número de los pisos descendía. - La otra Secta, el Sabatt, son los desgraciados asesinos sin mente que están intentando conquistar esta ciudad. Has oído bien. Estamos en medio de una guerra, pero tranquilo, la ganaremos. Y tu serás parte de esa victoria. ¿Para sobrevivir? Obedece, sigue las leyes, busca poder pero no metas las narices en un asunto si no sabes que vas a tener éxito. Esto es como ser empresario, pero aquí te juegas la muerte... o algo peor...

El ascensor llega a la planta baja y salís. El hombre llama a su chofer y este os abre la puerta para que entréis. Una vez dentro le ordena ir al centro.

- En cuanto a lo de la procedencia... Menuda pregunta... Ha traído debates desde hace siglos. La idea más extendida es que somos descendientes de Caín, condenado por Dios, y que todos llevamos su maldición en la sangre...

Wilhem entró en el vehículo del señor "A" mientras reflexionaba sobre lo que le contaba. Al parecer existía una realidad oculta a los ojos de la masa que era mucho más compleja e interesante de lo que él había pensado. Y también más peligrosa, según suponía.

El abogado tomó asiento y se acomodó en el interior del confortable vehículo, aún seguía débil pero en su mente bullían las preguntas. La última respuesta, que eran los descendientes de Caín, le había dejado anonadado. Pero el origen de la "especie" era secundario ahora, tocaba aprender lo máximo posible para sobrevivir.

-¿Cómo se organizan dentro de la Camarilla?¿Quién es el líder y cuál es la jerarquía que siguen?-

le inquirió.

- También me gustaría saber algo más en relación con el conflicto que tienen con los Sabbat. Razones de la lucha, medios utilizados... Y una última cosa, en relación con nuestra naturaleza, querría saber cuánto hay de verdad en el mito del vampiro, qué nos daña, cuáles son los principales peligros a los que nos enfrentamos etcétera.-

El coche avanza por la carretera tranquila y despejada de vuelta al casco urbano de Munich. Tu notas que el hambre te pone cada vez más nervioso y el Señor A no deja de mirarte, expectante. Cuando le preguntas, te contesta con la misma solemnidad que antes.

- La versión oficial es que hay un príncipe de la ciudad, que domina apoyado por los primogenitura, los vampiros representativos de cada clan. Ah, si, no te lo había dicho. Cada uno pertenecemos a un clan, a una "línea de sangre" aunque este nombre se suele usar para los clanes menores. Yo, y ahora tu, somos Ventrue. - Cuando lo dice se acaricia un anillo en la mano. - Luego hay Sheriffs, Harpías y toda clase de puestos "delegados". Ahora mismo esta ciudad es un caos y la mayoría de los sitios de poder han desaparecido. En cuanto al Príncipe, es tan manipulable como un presidente de España

- El conflicto del Sabbat te lo explicará mejor el Príncipe en persona. Esta noche, después de que bebas, iremos a verlo. Sobre lo otro. La mayoría de las cosas es mentira. Algunos vampiros determinados tienen cosas como lo del ajo o la plata, pero no es frecuente. El sol no te hará estallar al instante. Pero no aguantarás ni un minuto antes de empezar a quemarte. Salvo un clan, el resto nos reflejamos sin problemas en un espejo...

Wilhem hacía las preguntas adecuadas y aprendía deprisa: bajo la intachable fachada de un país "de orden" como Alemania, la sub-sociedad vampírica estaba en plena descomposición, por lo menos en lo que a su ciudad se refería. A río revuelto, ganancia para muchos pescadores, pensó el abogado.

- Entiendo-

dijo Krauser, que tampoco quería atosigar al señor "A" con sus preguntas. Lo fundamental ya lo sabía, según opinaba Wilhem, el resto lo aprendería sobre la marcha.

-¿Después de que beba?. Supongo que se referirá a sangre. Otra pregunta, ¿Si bebo sangre la víctima muere?-

le inquirió. Aquéllo sí que era básico, si tenía que nutrirse cada noche habría que procurar evitar dejar un reguero de cadáveres desangrados por la ciudad.

- Bueno, esa pregunta es abierta. Quiero decir, todos los humanos pueden perder hasta cierto límite de sangre sin morir, o incluso sin perder la consciencia. Pero voy a aprovechar y a tratar un tema importante.

Te mira a los ojos, y su solemnidad cambia a un tono más sombrío... detectarías... ¿miedo? Imposible...

- Hay una cosa en nuestro... "interior". Los vástagos la llamamos la Bestia. Es la parte que domina nuestros instintos. Nuestro lado más oscuro y fanático. Más irracional. En algunos casos puede ser muy útil. Los Brujah, unos brutos descerebrados, tienden a caer en ella para darse de palos con la gente. Pero TÚ, Wilhem, eres un Ventrue. Nosotros no mostramos debilidad ante nadie, ni nada. Si la Bestia te domina, solo te humillarás a ti mismo, y a mí. Y yo no querría eso... Una de las formas de que te domine es cuando tienes hambre. Intenta estar siempre alimentado y no te dejes llevar por la gula, o entrarás en lo que llamamos el frenesí. ¿Esto ha quedado claro?

- Cristalino.-

le dijo Wilhem al señor "A". El abogado tomaba nota, el lado oscuro de su nueva naturaleza podía perder el control y no quería conocer las consecuencias de esa eventualidad. Por lo que parecía, era algo terrible. Procuraría alimentarse, de hecho, que le mencionara la posibilidad de que "la Bestia" guiara sus instintos era un acicate más para saciar su creciente hambre.

-¿Quién será el afortunado?-

le preguntó al señor "A" en relación con el tema de beber sangre.

- Eso lo descubriremos pronto, Chiquillo.

El coche se detiene en un lugar cercano a la plaza de María. El chófer sale y os abre las puertas para que salgáis.

- Vamos.

"A" sale del vehículo y empieza a caminar, en dirección contraria a la plaza.

Wilhem abandonó el vehículo y siguió al señor "A", alejándose de la plaza. Al parecer, iban de caza, la primera vez del abogado recientemente fallecido. Esperaba estar a la altura.

Krauser apretó el paso y alcanzó a su ¿Mentor?¿Nuevo Padre?¿Asesino?...

-¿Dónde vamos?-

le preguntó. Las dudas lo corroían por dentro, muchas incógnitas aún por resolver, pero tenía que dar la talla y seguir adelante. Fuera lo que fuera a lo que tuviera que enfrentarse.
 

- Hay dos locales por aquí cerca. Uno se llama El Ojo, pero está hacia el otro lado. Allí irás mañana a reunirte con los nuevos. El otro está particularmente frecuentado por los de nuestro clan. Es el N74, un local de copas a simple vista. La sede donde se decide la mitad de los movimientos comerciales y políticos de Munich, si miras en profundidad.

Seguís caminando durante un rato hasta que llegáis a una puerta con cortina de terciopelo rojo. A través de un par de pequeñas ventanas se puede ver un bar muy decorado con gente de alto nivel. Habías pasado un par de veces por aquí, incluso tomado una copa, pero siempre te había parecido un lugar más bien aburrido. El portero abre y en cuanto ve al Señor A asiente. Os movéis entre la gente hasta llegar a una puerta doble de madera pulida. Guardándola hay un gorila de unos 2 metros.

- Señor. - Le dice a tu acompañante, a la vez que hace una inclinación de cabeza. Abre la puerta ligeramente. - ¿Va con usted? - Pregunta mirándote.

Tras la confirmación del empresario, os deja pasar a los dos. Si el lugar anterior era lujoso, lo que ves a continuación no tiene comparación. Un montón de mesas privadas, prácticamente como pequeñas salas individuales. Todo lleno de arte. Incluso hay tapices y cuadros colgados de las paredes.

"A" entra en una de las salas, donde hay dos botellas de vino, y se sienta en uno de los confortables sofás que rodean una mesa de cristal.

¿Los nuevos?¿Están haciendo una campaña de reclutamiento o qué? Si es así, mala señal, eso es que tiene bajas en su "guerra".

pensó el abogado mientras seguía a su cliente. Así que la vida nocturna de Munich tenía otra lectura, además de las evidentes de fiesta y juerga. Una mucho más interesante, al parecer. El señor "A" le estaba mostrando la verdadera naturaleza de la ciudad más allá de su intachable fachada, eso le gustó.

Pero aún le gustó más la exclusividad en la que el señor "A" se movía, sitios de alto standing con portero que sólo dejaba pasar a los elegidos. Clase, ante todo.

Wilhem observó la sala donde habían entrado, elegancia y buen gusto reflejados en los cuadros de las paredes. Discreción y ambiente relajado. Fue a sentarse junto a su progenitor en la no-vida. Observó las botellas de vino, no le apetecían, lo cual era sumamente extraño, pues tenía buen gusto para las bebidas espirituosas.

El abogado sacó un arrugado paquete de Benson and Hedges junto con su encendedor y se encendió un cigarrillo. Realmente tampoco sentía la necesidad de fumar, si bien es cierto que el hábito adquirido a lo largo de los años le calmó un poco en aquéllas circunstancias.

Krauser exhaló el humo de la primera calada y preguntó:

- Un lugar realmente exquisito. No sabía de su existencia más allá de la puerta de roble. ¿Esperamos a alguien?-

- Y si te comportas como debes, conocerás aún más. No estamos esperando a nadie. Este es un buen lugar para cazar. Las chicas vienen en busca de "contactos" y generalmente un poco de seducción y labia basta para llevártelas a donde quieras.

- El abogado saca el móvil y empieza a teclear. - Haré que traigan a un par de chicas, espero que te gusten.

- Correcto.-

dijo Krauser. Si tenía que "beber" por primera vez, esperaba que fuera de manera controlada y sin víctimas. Procuraría contenerse, aunque el hambre lo embargaba.

Aspiró una nueva calada de su cigarrillo mientras observaba como el señor "A" llamaba por teléfono. Un tipo curioso, pensó el abogado, con múltiples contactos. Ahora era su mentor -o algo parecido- y tenía interés en que aprendiera y se supiera desenvolver en su nueva vida.

Lo cual ponía a Wilhem en una situación de dependencia muy peligrosa.

Aparecen en ese momento por el pasillo dos chicas despampanantes. Incluso con tus recursos, difícilmente venían chicas así a ti. Una de ellas es morena, la otra es pelirroja. Pero no es su llameante cabellera lo que te llama la atención, sino sus ojos, uno de cada color.

El señor A se levanta a recibir a la segunda chica, mientras que la morena se sienta a tu lado. Tras intercambiar unas palabras el empresario te da una palmada en el hombro y te susurra.

- Es mejor no dejar marcas. Con pasar la lengua bastará.

Tras eso se marcha con la pelirroja a otra sala. La chica que ha quedado te sonríe, algo nerviosa.

Im-presionante, pensó Krauser al ver entrar a las dos féminas. Se ajustó la corbata y apagó el cigarrillo en el cenicero. Acto seguido, se levantó y se presentó con un par de besos.

Quizá la no vida tenía su lado bueno, después de todo. Semi-inmortalidad y mujeres bellas; el abogado sonrió: el señor "A" tenía interesantes relaciones, pensó Wilhem.

Pero había acudido a aquél lugar a una cosa concreta, saciar su apetito sanguinolento, que ya le corroía en su interior.

Cuando su mentor se marchó, Wilhem se esforzó en mantener la sonrisa y parecer amable, tenía que refinar su comportamiento y mantener oculto el depredador en potencia que llevaba dentro. Inició una charla intrascendete: cómo te llamas, dónde vives, en qué trabajas...

Luego le guiñó un ojo: - Te contaré un secreto. Al oído.-

Krauser se inclinó sobre la joven, como si fuera a susurrarle algo con discreción. Sintió su cuello ahí mismo, con una arteria palpitante y repleta de alimento. Contó hasta cinco para calmar su hambre y luego, mordió a su presa. No se excedería, solo saciaría su apetito voraz con moderación.

La sangre fluyó por la garganta del abogado; jamás había probado nada igual.

Llegado un momento, se detuvo. Pasó la lengua por la herida y se separó de su presa.

Ya estaba, lo había hecho, era uno de ellos.

La chica, medio mareada, se aparta a un lado, cayendo dormida en el sofá. Tu, satisfecho, empiezas a levantarte, pero en ese momento el hambre vuelve y notas cómo la sangre regurgita desde tu estómago y la vomitas.

El Señor "A" aparece por la cortina de la sala y te observa.

- Vaya, parece que nos hemos equivocado.

Se acerca y te pasa un paño, a la vez que avisa al servicio para que limpien.

- Será mejor que salgamos a la calle.

Wilhem echó todo el fluído vital entre arcadas y una sensación extraña. ¿Estaría corrompida la sangre de su víctima?¿Habría pasado algo equivocado en su transformación a la no-vida?...

El abogado se limpió con el trapo que le pasó el señor "A" y ahogó un gesto de repulsa ante su situación. En vez de dejar traslucir su incomodidad y malestar, se limitó a acompañar a su mentor al exterior, donde se encendió un cigarrillo.

- ¿Qué ha sucedido?¿Es normal vomitar la sangre la primera vez que uno se alimenta?-

le inquirió.

- No, no es normal. Pero digamos que se me ha pasado algo por alto. - El Señor A te pide otro cigarro y espera a que se lo enciendas antes de dar la primera calada. - Nuestro Clan, el Ventrue, tiene una especie de "peculiaridad" en la sangre. Sólo podemos alimentarnos de un tipo de persona específico.

El hombre empieza a caminar alejándose del bar.

- La mujer que te he traído era bastante peculiar. Atractiva, ojos claros, huérfana y viuda. Son características posibles. Pero se ve que no era tu caso, así que tendremos que probar en la Zona. Espero que no te gusten los niños desnudos o los hombres con barba... Son gustos muy desagradables. - Dice mirándote con total seriedad.
 

Wilhem comenzaba a comprender, la inmortalidad tenía sus puntos débiles, había que pagar un peaje por vivir eternamente y, al parecer, uno de ellos iba a ser tener que encontrar a las víctimas adecuadas. El abogado solo esperaba que las cosas no se torcieran demasiado y pudiera saciar con rapidez el hambre que lo corroía.

Entregó un cigarrillo al señor "A" y siguió fumando el suyo.

- Dios nos libre.-

dijo ante la mención de dos grupos de posibles "alimentos" que no le atraían para nada. Esperaba que la sangre de algún tipo de persona "normal" le sirviera. Si alimentarse iba a ser fundamental quería poder contar con las máximas posibilidades de calmar su voracidad.

- Vamos entonces, tengo que alimentarme cuanto antes.-

le dijo a su mentor.

El Señor A te empieza a llevar por callejones más... "oscuros". Munich no es una ciudad donde la pobreza prolifere, pero si hay que buscar un "barrio pobre" es claramente este.

Las prostitutas y los vagabundos se juntan en la noche para intentar paliar el frío alemán con el poco calor humano que deshechos como ellos pueden dar. Puedes encontrar de todo. Un joven pasa junto a un señor mayor cojo. Una mujer sin un ojo se escabulle entre las sombras. Un par de prostitutas, rubia y morena, os miran con desconfianza y miedo.

En este lugar lo normal sería que os atacaran y os robaran todo, pero la gente parece evitar la figura de tu acompañante. Él simplemente te mira y dice.

- ¿Hay algo que te atraiga especialmente?