Partida Rol por web

Versión Española:

Como cualquier día, los siete enanitos regresaban a su hogar después de estar cavando en la mina. Esa era toda su preocupación, eran felices y la única otra persona que le importaba en este mundo también lo era.

Blancanieves era feliz junto al Príncipe Azul y parecía que nada ni nadie les impediría alcanzar su sueño. 

"Ser felices y comer perdices"

En las minas continuaban trabajando, día tras día, no había nada que les importase más que la extracción de diamantes. 

Pero aquel día era algo más especial que otros, Blancanieves iba a venir a su cabaña junto a su marido a comer como cada mes. Aquella rutina siempre la habían repetido y nunca se la habían saltado.

Los gritos de los enanitos eran más felices que nunca y hasta Gruñón parecía sonreír. Aquella muchacha sacaba lo mejor de cada uno de ellos.

Pero cuando llegaron a la cabaña algo había cambiado. El rostro de Blancanieves no era el mismo de siempre y no había rastro por ningún lado de su marido, El Príncipe Azul.

Blancanieves estaba llorando, su rostro estaba completamente lleno de ojeras, sin duda algo triste le había pasado a aquella mujer. Blancanieves era una chica alegre y sonriente, jamás la habían visto así.

- ¡Algo terrible ha pasado! ¡La Reina Malvada ha matado al Príncipe! ¡A mi amor! ¡Se lo ha llevado!

¡Estoy harta de quedarme con los brazos cruzados! ¡Vengo en busca de vuestra ayuda! ¡Quiero que me ayudéis! Pero esta vez será algo distinto a lo que todos estamos acostumbrados. Esta vez la cosa ha cambiado, ya no tengo nada a lo que temer, me han robado lo que más quería en este mundo. 

¡Quiero venganza! ¡La Reina será muy poderosa, pero con vuestra ayuda y algún que otro aliado que hagamos por el camino lograremos acabar con ella!

¡Quiero su cabeza!

¡Su cabeza!

El rostro de Blancanieves había cambiado, entre lágrimas de tristeza brotaban lagrimones de ira y odio. Decía la verdad, quería su venganza y vosotros la ayudaríais en su cometido, al fin y al cabo apreciabais más a Blancanieves que los propios diamantes que extraíais cada mañana.

-¡Excursión! ¡Qué bien!-Grito pegando un salto.-¿Y dices que podemos partir Craneos? Es una lástima que... bueno, nada, ya no tiene arreglo, pero miradlo por el lado bueno, ¡Nos vamos a divertir! ¡Me pido la primera arma mágica que encontremos!

Pese a la tristeza del momento, nada consigue borrar la sonrisa de mi cara, aunque me esfuerzo por que Blancanieves no la vea. Al darme cuenta de lo tenso del momento, corro a abrazarla.

-No te preocupes.-Digo tratando de consolarla.-Se lo haremos pagar. Piensa en como lo vas a pasar despellejandola.

Segundos después, salgo corriendo hacia mi cama en busca de mi armadura.

- mmph## hh##! (sonidos guturales)... cláramente daba a entender que estaba sorprendido por lo que había pasado... toda su feliciday y arte de cavar en las minas mientras cantaba se había ido al traste... ahora sólo habría aburrida venganza...

Empecé a rascarme la barba y hacer gestos pensativos sobre qué podríamos hacer a continuación...

Ay...(suspiro), puede que lo más sensato sea no ir a lo loco amigos, sentémonos a la mesa y tratemos de trazar un plan, hacia donde ir, qué es lo que la Reina realmente puede querer con todo ésto...

¿Ustedes qué opinan? - dije mirando al resto.

Llegué arrastrando el pico hasta casa. Con lo que me había costado llegar hasta la mina, ahora había que volver. La cosa era moverse siempre, no podíamos parar un ratito a descansar. No, claro que no, porque eso era de enanitos vagos. Y nosotros no lo éramos...

A veces pensaba que hubiera estado mejor con otro grupo de enanitos, pero en fin...

La visita de Blancanieves me hacía un poco de ilusión, pero no mucha. ¿Para qué? Si después se volvía a ir. Eran ganas de ilusionarse para ponerse triste en seguida. Vaya pérdida de tiempo.

Entramos en casa y ella ya estaba allí. Por educación, fui a desearle unos maravillosos días, aunque también era una pérdida de tiempo; luego había que despedirse, así que ¿para qué saludar? Pero esta vez no hizo falta. Escuché sus palabras... Bueno, la mayoría. Las mujeres suelen hablar demasiado. Y los otros enanitos también. En realidad, todos hablan mucho.

Qué pérdida de tiempo.

Pero... ¿Para qué vamos a ir? Seguramente venga ella a por ti. Esperemosla en casa mejor. Tu haznos algo rico de comer mientras yo me tumbo un rato

Mientras conversabais una pequeña y blanca criatura se subió al poyete de la ventana de la cabaña de los siete enanitos. Su mirada os resultaba extrañamente familiar, cuando todos vosotros reparasteis en él, cuando todas vuestras miradas se clavaron en sus ojos el conejo sacó un reloj y se marchó corriendo hacia el bosque.

A Mocoso le alegró ver por allí a Blanca, hacía tiempo que no les visitaba y era como un soplo de aire fresco en sus monótonas vidas.

Era de las pocas, junto a sus hermanos, que no la juzgaban por su aspecto. A Mocoso le gustaba pasar los poco ratos libres que le dejaba la mina perdiéndose en el bosque, disfrutar de la naturaleza y hablar con los animales.

Un día se presentó con un lobo en casa, para él era un simple perro, grande eso sí, pero un perro al fin y al cabo. Y por mucho que Sabio y los demás insistieran en que no era la mejor de las compañías y si no que se lo preguntaran a Caperucita, Mocoso se obcecó en disfrutar de su nuevo compañero.

Después de sentarse y escuchar el relato de Blanca se llevó la manga a la nariz y con un gesto retiró las dos grandes velas que habían comenzado a deslizarse. 

Snifff, por supuesto que te ayudaremos Blanca y le preguntaré a Lobo si quiere venir con nosotros

Príncipes príncipes, ya te dije yo que no te convenía, desde que llego solo ha traído problemas. - ​protesto gruñón.- Ahora tendremos que ir a vengarnos y matar a la bruja. ¿Pero sabes que te digo? La sangre manchara nuestras ropas, y hay que frotar mucho para que salga. -termino diciendo mientras miraba sus ropitas.

El conejo blanco apareció ante nosotros y se desvaneció pasados unos segundos, salió corriendo muy rápido...

¡Este conejo no es muy listo que digamos!, ¿cómo vamos a correr tras él si somos enanos?.

Me quedé pensativo con una mano bajo la barbilla y con la mirada lejana, como perdida en mi mundo, y tras un breve espacio de tiempo hablé:

No me gusta el cáliz que está tomando ésto...¡no creo que nos lleve a un agujero y nos pida entrar en él!...Aunque mucho tiempo no hemos de tener, pues en el reloj que nos ha enseñado, la cuenta atrás ha debido empezar a correr...Tenemos que indagar y averiguar, pues nuestro objetivo vengar a Blancanieves es...

Mudito se quedó embobado con la llegada del conejo... - un conejo con chaqueta...qué divertido!... cuando el conejo salió corriendo, Mudito se asomó a la puerta para ver hacia donde se dirigía, ... esperó unos segundos con los ojos intensos de ganas de atraparle ... y por instinto salió corriendo tras él...

Me senté en una silla y me espatarré tranquilamente. Me estiré y comencé a bostezar. Echarme la siesta es lo que me apetecía, pero después tendría que despertarme, y eso me daba demasiada pereza, así que me quedé allí tranquilamente.

Bueno, tranquilamente hasta que apareció ese dichoso conejo. Sabía lo que teníamos que hacer, pero no me apetecía hacerlo.

Dichoso conejo, ¿qué pretende? Bueno, si quiere algo que vuelva y lo pida, que yo no me voy a mover de aquí

Limpié mis lagrimas, pues ya tendría tiempo de llorar a mi amado, estaba cansada de llorar y sufrir por las cosas que hacía la Reina Malvada, era hora de vengarse

- Gracias amigos, no me sentía con fuerzas de hacerlo sola.

Al ver aparecer al conejo, pense en Alicia, ¿sería ella quien lo habría mandado? ¿o vendría por otra cosa? El conejo no era muy hablador, solo salío corriendo

- Yo sí lo seguire, quizás nos quiera decir algo importante

Esperaba que los enanos me siguieran, pero no podía quedarme parada y esperar si se decidían, pues el conejo se alejaba por momentos

¡Ahora correr! - exclamo con dolor Gruñón. - Que sera lo siguiente...- dijo mientras salía detrás de ella.

¡No por correr más llegaremos antes! - le dije a Gruñón.

Hay que seguir al conejo la pista, para no perdernos con Blancanieves en el bosque, y no pensar que ella es la más lista. Seguidnos amigos y tratemos de ayudarla, pues de este modo todos conseguiremos vengarla.

Yendo no muy rápido fui tras ellos dos...

Apenas me he puesto mi brillante armadura y he cogido el resto de mis cosas cuando aparece el conejo de Alicia.

-¡Bien!-Digo.-Cuantos más seamos mejor nos lo pasaremos. ¡Vamos, compañeros, sigamos al conejo! ¡Los conejos siempre llevan a sitios interesantes! Son garantía de diversión.

Eso dices siempre solté a Feliz, que poco le faltaba dar saltos alrededor de una silla para animarla a que fuera con ellos también.

Me acerqué a uno de los pequeños armarios que teníamos en la casa. Lo abrí para coger mi armadura. Que pereza me daba. Me la tenía que poner. Luego que quitar. Al menos, espero que Blancanieves la limpie bien después.

Una vez puesta, me acerqué a otro armario. Cogí la ballesta y mi lira. Era lo único que realmente me gustaba. Toqué un par de cuerdas y sonreí

Bueno, pues sigamos a ese maldito conejo

Mudito iba el primero del grupo, había salido corriendo a por el conejo nada más verlo.
Tras un rato de carrera... comenzó a sentirse cansado, miró atrás y vió cómo Blancanieves le seguía de cerca y después otros cuantos compañeros enanos. Al volver la vista hacia delante había perdido al conejo blanco. Mudito se paró en seco.. ¿dónde estaba aquel animalito con chaqueta y gafas? Qué extraño... ¿?

El conejo se adentró por el bosque hasta meterse en una estrecha y pequeña madriguera. No os quedaba más remedio seguirle si de verdad queríais saber hacia dónde os conducía.

Después de mucho arrastraros y de revolcaros por el barro que había en el túnel llegásteis dentro de una pequeña cueva.

En cuyo interior estaba el Conejo Blanco y un pequeño Grillo. 

Sin duda aquel hasta el que os había llevado el conejo de Alicia era el fiel amigo de Pinocho: Pepito- Grillo.

Cuando estabáis todos allí, el conejo volvió a mirar el reloj y dijo:

¡Llegáis tarde!