Partida Rol por web

Alder es una pequeña aldea que se encuentra dentro de la región denominada "los reinos brillantes". 

Es un lugar tranquilo y agradable, situado en una planicie y al borde de un inmenso bosque. 

La mayoría de los aldeanos son agradables y, en general, es un buen lugar para crecer. La única pega es que, tal vez, sea algo aburrido. Por eso, muchos jóvenes, dejan la aldea una vez superan la prueba que les convierte en hombres y mujeres adultos.

Y, esta vez, ha llegado tu momento.

Como todos los años, ha llegado la fecha en que se realiza la prueba de paso de madurez. Puede que te hayas cansado de que te sigan considerando un niño; puede que quieras un poco de valoración; tal vez quieras probarte a ti mismo; o, tal vez, solo quieras salir de allí y aventurarte fuera de este tranquilo lugar. 

El motivo poco importa.

Lo importante es que ha llegado el día y, como otros años, todos los interesados en realizar la prueba deben reunirse en el "centro" de la aldea: la pequeña plaza que hay alrededor de la posada, la taberna y la iglesia. De manera que coges lo poco que tienes y te encaminas hacia allí. 

Se despertó temprano, abrió los ojos manteniéndose un par de minutos acostado hasta que recordó la importancia de la jornada que tenía por delante. Había esperado este día por largo tiempo, tenía ante sí una prueba más en el camino hacia la confianza que muchos habían depositado en él. Se notaba presionado pues a su mente venían los recuerdos de cuando todo se había torcido. Le iban bien las cosas, era respetado y tenían fe en él mas un resbalón fue suficiente para que mermara la buena visión que sobre él tenían todos.

Con las semanas se había restablecido, un error lo tiene cualquiera, eso era lo que se decía y lo que quería creer. Las miradas de los demás ya no traían una suspicacia contra él, creía que se calmaron algunas cosas y hoy debía de ser cuando todo quedara ya atrás, cuando lograra el paso a la madurez pues sería como empezar de nuevo.

Levantándose fue a coger la tinaja para verter agua con la que asearse. Sería de los primeros en asistir al encuentro, estaría allí a la espera de la pequeña congregación junto a otros jóvenes. Creía que estaría Mirry, aquella simpática mediana.

Miró sus armas, había practicado con ellas durante tiempo. La espada larga era valiosa, no tanto el escudo pero era nuevo, libre de arañazos. Lo acarició notando la suavidad de la superficie. Vistió con un tabardo blanco que mostraba el símbolo de Iomedae, su aspecto era impecable, muy similar al de su abuelo cuando joven.

Notó un sentimiento fuerte al pensar que encontraría a sus mentores en la plaza. Ajustando el cinturón y la vaina de la espada se puso en marcha .

¡El día! ¡Hoy! Al fin pasaría mi prueba y podría marchar a ver nuevas tierras, algo que fuera más entretenido que… Alder.

Normalmente confiaba en el arco que me hizo mamá y las flechas que me solía reponer papá, pero sabía que necesitaba estar mejor preparada para un día tan especial como hoy y que necesitaría un compañero para la rodela que me había hecho papá especialmente para la ocasión, así que la noche anterior me había colado en el taller de Elisa en busca de algo que me pudiera resultar útil… Primero pensé en una espada ropera, pero nunca me había convencido tanto esa opción como una espada corta… por otro lado una espada, corta o no, era bastante grande y visible, difícil de ocultar, así que al final me decidí por un práctico cuchillo que era más fácil de ocultar. Confiaba en poder esconderlo el tiempo suficiente hasta estar lejos del pueblo en la prueba antes de que Elisa se diera cuenta de que le faltaba y viniera a buscarme sospechando de mí. Siempre sospechaba de mí cada vez que le faltaba algo y… ¡normalmente no era culpa mía! Vale, a veces no era culpa mía. Alguna vez… vaaaale, rara vez no era culpa mía, pero eso no significaba que solo tuviera prejuicios contra mí.

Llegué con tiempo al centro de la plaza. No quería llegar tarde, pero tampoco quería parecer ansiosa (que seguro que ya lo parecía) llegando la primera, así que busqué un buen sitio desde el que observar quienes llegaban mientras las sombras me cubrían a mí y me mantenían oculta a la vista.

Mirry canturrea para sí misma mientras se mira en un ajado espejo, atando con minuciosidad el broche de su verde y limpia capa. Llegó el día! "Pequeña", "niña", "muchacha"... hoy se pondrá fin oficialmente a lo de parecer una niña, piensa obstinadamente.

Ella entiende que su aspecto, herencia de sus ancestros, hace que mucha gente se confunda; los medianos son minoría en la zona de los Reinos Brillantes, y los humanos, de constitución más grandota, a menudo no se fijan en el fondo de los ojos de las personas, y en su juicio rápido e incorrecto, asumen que una mediana como Mirry no es más que una chica humana entrada en la pubertad. Ja! Normal que luego no les encaje en sus cuadriculadas cabezas, que la joven barda utilice poderes misteriosos -eso dicen- para influir en animales y personas, llegando a hacer huir a borrachos pasados de vuelta en la taberna. Su magia oculta les escandaliza. No a todos, claro; Madame Ravonge, Brando, y sobretodo, Brandon, quien se olvida de perjuicios y le hace encargos "de mayores", tienen la mente más abierta. Y Tyrius, claro! El bueno e idealista de Tyrius... mira que caer en la trampa de Astraea...

Mirry termina con una sonrisa, negando levemente con la cabeza, dando por buena su apariencia.

Recogiendo su laúd con presteza, da unos saltitos hasta la puerta y, cogida del pomo, respira hondo y abre para salir andando con toda dignidad. Sus pasos la llevan hacia la plaza, y de camino va saludando a conocidos, y encontrándose con otros compañeros de fatigas, que van a compartir ceremonia.

Sí, llegó el día.

Lizz pateó el suelo frente a la entrada de la cabaña, asegurándose de que las botas estaban bien ajustadas. Las hachas al cinto estaban recién engrasada, como los cintos y había remendado su camisa para que ciñese bien el acolchado. No podía estar mejor preparada para lo que fuese que la esperaba.

Sentada en el porche, reparando las redes de sus trampas de pájaros mientras se relajaba con una taza de té su madre la observaba con una media sonrisa. 

—Sabes que no necesitas hacer esto, ya sé que eres adulta, eso es lo que importa. 

—No para el resto, madre. No me tomarán en serio si no lo hago. —replicó aunque sabía lo que vendría a continuación. 

—¿Y a quien le importa lo que piensen? Prácticamente no los vemos nunca. 

Pero yo quiero verlos, madre, yo tengo que verlos, conocerlos y tener una vida fuera de esta casa, pensaba Lizz aunque calló. No tenía sentido intentar explicárselo. Sus padres habían dado un paso atrás y alejado sus vidas de las del pueblo pero ella no podía pasar su vida entera sin conocer otra cosa que el aislamiento y a sus padres.

Su madre dejó la trampa y se acercó hasta su lado, palmeandole el hombro. 

—Lo harás bien.

—¿Qué podría salir mal? —dijo Lizz besando a su madre en la mejilla para encaminarse al pueblo. 

—¿Kait?

Desde la entrada, la mujer de mediana edad recorrió la habitación con la mirada.

Entró y se agachó para mirar debajo de la cama.

—¿Qué haces allí? —preguntó sorprendida.

La niña rubia se deslizó desde abajo.

—La cama es demasiado blanda —se quejó y cogió un báculo que descansaba en un rincón, mientras se incorporaba con una mano en la cadera—. No sé cómo podéis dormir en esas cosas. ¿Acaso no sobra suelo en este mundo?

La mujer abrió la boca, pero no supo qué decir.

—Ehhhmm... el desayuno ya está listo —dijo finalmente, esbozando una sonrisa nerviosa—. Debes alimentarte bien. Hoy es la prueba. ¿Recuerdas?

Kait la miró con gesto de desagrado, encorvada sobre su largo báculo.

—Sí, sí, me acuerdo de esa tontería.

Cogió una túnica desgastada y llena de agujeros de una silla cercana y se la puso sobre los hombros.

—Terminemos con esto, así podré volver al bosque. En este pueblo hay demasiada gente.

La madre de Kait pareció dudar un momento.

—De hecho, somos un pueblo muy pequeño.

Kait la miró de reojo con una ceja levantada.

—Sois más de tres. Eso es demasiada gente.

Se encaminó lentamente hacia la sala, con una mano en la cadera y apoyándose en el báculo.

—¿Te duele la cintura? —preguntó su madre.

Kait se volvió a mirarla con gesto de extrañeza.

—No. ¿Por qué lo preguntas?

La mujer pareció algo confundida.

—Por nada, por nada. 

Me levanto temprano por la mañana y alisto mis cosas, ya tenia la espada afilada, el arco tenso y las flechas revisadas, desgraciadamente aun no tenia lo necesario para una armadura, mientras pueda eliminar enemigos a distancia y golpearlos antes de que ellos me ataquen a mi, debería estar bien sin la armadura.

Ya con todo listo, paso a desayunar algo ante de ir al punto de reunion, no quería ser el primero en llegar pero tampoco el ultimo, así que me propongo salir temprano pero tomarme mi tiempo en el camino

Una vez has preparado lo necesario, te encaminas hacia lo que se considera el centro de la aldea. Aquellos ciudadanos que viven cerca del bosque o en zonas de cultivos, tenían que recorrer una distancia de un kilómetro; mientras que el resto de aldeanos, se encontraban algo más cerca del lugar.

El centro de la aldea se trataba de una pequeña zona empedrada, rodeada por un pequeño templo, la taberna y la posada, en cuyo centro habían eregido una pequeña plataforma de madera, elevada del nivel del suelo un metro*. 

Alrededor del lugar se encontraban algunos aldeanos, expectantes y observando a los "niños" que se acercaban al lugar. Aunque, sobre todos estos espectadores, destacan dos figuras.

Por un lado estaba Brando Peters, el responsable oficial de la aldea. Se encontraba de pie sobre aquella pequeña estructura de madera del centro de la plaza. Su rostro estaba cruzado por infinitas arrugas, pudiendo contar alguna extra debido tal vez a la preocupación, al cansancio o al enfado. Se encontraba con las piernas abiertas, una mano en la cintura y la otra, como era habitual en él, sujetando una jarra de cerveza.

La otra figura destacable era Brandon Peters.

Se encontraba en el borde de dicha plataforma, aunque en el suelo de piedra. Su rostro era sonriente, había aparecido bien peinado y con una indumentaria limpia y casi perfecta. Un estoque descansaba en su cadera y esperaba, con los pies juntos y expresión divertida, a los aspirantes de aquel año.

La posada tenía un pequeño porche y, en él, en unas sencillas sillas y tomando una taza de té, se encontraban Madame Ravonge y el padre Strauss. Ambos parecían charlar, de forma animada, sobre algo.

El primero en llegar a la plaza fue el joven Tyrius Thell, con una pose seria y recia.

A los pocos segundos aparecieron las dos medianas, Linna y Mirry, ambas mucho más risueñas y alegres que su compañero.

Lizz, la semiorca, apareció en cuarto lugar. 

Los últimos en llegar fueron la particular Kait -la cual, a pesar de su juventud, caminaba encorvada y sujetándose la cintura como si se tratara de una anciana-, y el misterioso elfo, Pino, el cual, como siempre, se tomaba las cosas con calma, como el resto de los de su raza.

-Bien, estoy cansado de esperar más... -empezó a decir Brando-. Bienvenidos todos y todo eso que se suele decir en estos casos... Se me está calentando la cerveza, así que iré rápido. Todos estáis aquí porque queréis convertiros en adultos. Para conseguirlo debéis entrar en el bosque. Allí encontraréis una gigantesca roca en un pequeño claro. Tendréis que escalarla y, en lo más alto, gravar vuestros nombres. Luego tendréis que volver a la plaza. Tenéis hasta mañana al medio día para completar esta tarea. ¿Alguna duda?

Sin embargo, sin dejar tiempo a que nadie reaccionase, prosiguió.

-Bien, así me gusta. Que lo tengáis claro. Estaré en la taberna.

Tras aquello se bajó de la pequeña plataforma y se encaminó hacia su negocio con cierta premura. 

Cuando él desapareció dentro del edificio, el joven Brandon Peters, bordeó la estructura de madera y se colocó ahí, a la espera. Tal vez estuviera esperando que os pusierais en marcha... Tal vez esperase a algo más... 

Bueno el objetivo fue dado, así que solo es cosa de llega a la piedra y escribir nuestros nombres, eso sera fácil, bueno al menos llega a dicha piedra, escalarlo puede ser algo mas complicado, no tengo un equipo de escalar o algo similar. Tomo mis cosas y me alisto para salir.

Bueno, en ese caso sera necesario empezar, el camino, no es corto y hay que acampar, sera imposible ir y regresar el mismo dia mmm supongo que podemos pedir algunos recursos antes de salir, bueno, ¿todo mundo listo para salir o es a modo carrera?

Kai miró al hombre de cabello blanco con gesto displicente. 

—Las ardillas pueden trepar y no por eso se convierten en adultos.

Meneó la cabeza con escepticismo.

—Supongo que un niño inválido jamás llega a la adultez en este pueblo.

golpeó el suelo con su báculo, con impaciencia.

—Bueno, vamos a buscar la dichosa roca y a terminar con esta tontería.

Miró de reojo a un jovencito elfo que dijo que habría que acampar por el camino a la roca.

—¿Cómo sabes que hay que acampar? ¿Has visto la roca?

La apacible plaza del pueblo les esperaba, Tyrius fue el primero en llegar, se quedó allí con el escudo al hombro, era de lo poco que tenía además de su espada. Recorrió con la mirada a los adultos, era curioso que no formaran un pequeño corro, Brando parecía apartado.

Tyrius levantó en brazo en cuando aparecieron los medianos.

- Hola a ambos, ¡al fin llegó el día! Esto dará para una buena historia, Mirry.

Mostró una amplia sonrisa. Esta prueba tardó mucho en llegar a su entender, los últimos meses se le hicieron eternos, rezó más que nunca y practicó para estar a la altura de las circunstancias. Todos los jóvenes estarían deseando participar.

El clérigo había saludado con efusividad a Mirry, con el resto fue educado mostrando buen ánimo y no tardó en dar su nombre si alguno no lo conocía.

- No lo veo como una carrera, habrá que peinar el bosque y aprovechar tanto árboles como colinas para atisvar. El claro no debe ser tan complicado de encontrar, a vosotros además parece que se os dará bien.

Decía en referencia a los dos que hablaron primero, se les veía habituados a moverse por la naturaleza. El chico también tenía experiencia en eso mas su ropa consistía en un tabardo blanco con el símbolo de Iomedae, identificándole al instante como un hombre de fé. 

Miró hacia los viejos sentados en el porche, con una mirada y una suave sonrisa bastaba para comunicarse con ellos. La misión estaba a punto para empezar.

Cuando llegó ya estaba casi todo el mundo presente, hizo un gesto de saludo vago con la mano y se quedó a un lado de la plaza, esperando a que todo diese inicio. La verdad es que no sabía que esperar pero tras haber dispuesto una plataforma para el "discurso" desde luego no esperaba que fuera una charla rápida con una jarra en la mano. Aunque, no podía quejarse al respecto, cuanto antes acabaran con esa tontería mucho mejor.

Cuando algunos comenzaron a debatir Lizz se acercó unos pasos para dar su opinión, carraspeando un poco al principio.

—No tiene sentido convertir esto en una competición, es un mero trámite... —su voz titubeo un poco al ver que captaba algo de su atención—eh, ¿verdad? Será más sencillo si nos movemos en grupo. Encontremos la roca y acabamos con esto. No creo que esté tan lejos como para tener que pasar una noche al raso, la verdad.

Sonriente por naturaleza y por la particularidad del día, Mirry llega a la plaza y saluda graciosamente a Tyrius, con una pequeña reverencia acompañada de un arco de su mano. ¡Hola hola, Tyrius! Luego se gira al ver que Linna ha llegado también. Eh, ¡Linna! Aquí estamos, ¿eh?

Termina de saludar al resto, también conocidos aunque sea de vista en el pueblo, las enseñanzas de Madame Ravonge, la taberna, o de todo un poco.

Ya con aire más solemne, escucha el apresurado discurso de Brando. A su partida, ve como Brandon se sitúa cerca, como esperando. Se acerca a él con sus pequeños pasos, su laúd bamboleando en su costado, mientras asiente de forma ausente a las palabras de Lizz, con quien comparte opinión.

Hola, Brandon, empieza, llamando la atención de todo el grupo para que se acerquen. ¿Algún último consejo que puedas darnos? Todos los "mayores" ya habéis pasado por esto.

Linna saludó a los que fue viendo. Su intención inicial era haberse quedado en las sombras hasta que todo diera comienzo, pero Mirry la interceptó antes de llegar y se acabó el sigilo. Bueno, tampoco era tan grave; de momento no se veía a Elisa por allí...

Aún no habíamos comenzado y ya salían los ánimos de competición, que por suerte no se propagaron. Mucho mejor ir juntos. Le sorprendió la simpleza de la chica que pensaba que el reto en sí mismo era trepar la roca cuando en verdad sería caminar por el bosque hasta ella cuando tuvieran que salir del kilometro de seguridad más allá del que nadie se aventuraba… y como suponía Pino ella también se olía que tendrían que acampar ya que de lo contrario quizás sería demasiado fácil para que se les considerara adultos…

Lo que más le extrañaba era que todos estuvieran ya presurosos de salir en busca de la roca a recorrer el bosque sin tener ni la más mínima idea de en que dirección tenían que caminar. ¡Cómo si el bosque fuera pequeño! ¿Y si se ponían a caminar en dirección sur cuando la roca estaba en dirección oeste? Suspiró. Al menos Mirry pareció tener la sensatez de hacer el movimiento obvio: ¡preguntar!

Linna se colocó al otro lado de Brandon, flanqueándolo, aunque lo hizo con tal sigilo que para cuando habló parecía que simplemente había aparecido allí sin más.

- Hooooolaaaa, Brandon. – le saludo dulcísima con una encantadora sonrisa – Como dice Mirry tu ya has pasado por esto. ¿Nos podrías dar alguna indicación para buscar la piedra? ¿Al menos en que dirección debemos comenzar a andar? – añadió un par de parpadeos con ojitos de gatito encantador.

Tras terminar aquel "conciso" discurso, Pino, Kait, Lizz y Tyrius estaban deseando comenzar. Los cuatro empezaron a hablar sobre internarse en el bosque para buscar aquella roca. 

Mientras que las dos medianas decidieron acercarse a Brandon:

-Buenos días, chicas. Una mañana maravillosa para internaros en el bosque, ¿no os parece?

El joven las miró con una sonrisa llena de misterio.

-¿Queréis que os dé indicaciones? ¿Yo? Parece que, en vuestro improvisado grupo, ya hay gente que parece tener todas las respuestas... Como por ejemplo la distancia de dicha roca, su altura, la forma más directa de entrar en el bosque para llegar antes, o incluso los posibles peligros que hay al otro lado del kilómetro de seguridad... 

El hombre observó a Pino, Kait, Lizz y Tyrius.

-Sí, parecen saber todo eso. Al igual que, todos vosotros, incluidas vosotras dos, mis adoradas medianas, contáis con el equipo necesario para esta aventura... ¿Verdad? 

Linna asentía vigorosamente a las palabras de Brandon.

- Sí, sí que lo parece… pero parecer no es lo mismo que ser… o tener… - le replicó divertida con una sonrisa de oreja a oreja probando más fuerte su truquito de los ojos grandes de gato – Y te agradecería mucho muchísimo super fuerte cualquier indicación que nos puedas dar… o consejo… - parpadeó un par de veces a ver si eso ayudaba al efecto encantador que trataba de crear – y no… no creo que tengamos el equipo necesario… - se lamentó - No tengo ni una triste cuerda que me ayude a escalar… ni una manta por si nos alcanza la noche… ni siquiera un poco de yesca y pedernal para encender un fuego… - se lamentó más tristemente poniendo morritos de perrito apaleado - ¿Podemos coger equipo prestado? ¿Podemos? ¿Podemos? – preguntó con un brillo de esperanza en sus ojos. Tampoco es que tener permiso le fuese a preocupar mucho para buscar el equipo que necesitasen y tomarlo prestado. De hecho, ya había comenzado a hacer eso mismo la noche anterior…

Claro que ignoraba muchas cosas, pero también esta claro que Brandon y Brandon no estan de humor para darnos mas información que esa, no obstante aun quedan mas personas en el pueblo que pueden darnos alguna pista, solo es cosa e conocer a la gene y hablar un poco con ella, la parte del quipo puede ser un poco mas difícil pero tampoco es necesario cargar un montón de cosas que no usaran.

Planeo ser un aventurero y un explorador, se que no siempre se me dirá todo lo que ocupo o quiero saber con los clientes, así que debere aprender a buscar la información, quiero darme prisa por que tenemos aun mucho que investiga, por ejemplo, la roca puede ser tan alta como uno de los arboles al borde del bosque por lo que no se le ve a simple vista a la lejanía, puede estar en una depresión o un valle, lo que dificulte verla a simple vista aun subiendo en algún árbol alto y puede que tras el kilometro de seguridad encontremos mas puntos como ese, también que la piedra sea corta, apenas la mitad de un árbol. Ocuparemos una herramienta para tallar los nombres, puede ser una roca muy dura y arruinar el filo de tu única espada no suena a una buena idea. Si les parece apropiado, podemos hacer un plan para reunir la información y materiales necesarios,  reunirnos a medio día, compartir lo obtenido y partir, si nos dan hasta el medio día de mañana, no me parece imposible que este a medio día de camino, entre 6 y 8 hrs de camino, sera ese tiempo de ida y de regreso mas lo que tome grabar los nombres. 

Espero de brazos cruzados a que lo demas se decidan, no quiero apurarlos y entiendo que sera un trabajo en equipo, los aventureros suelen formar equipos de trabajo, ya tenia una lista de las posibles formas de obtener pistas, no las nombro frente a brandon, puede que intente disuadirlos o les de una pista falsa o simplemente hacerles perder tiempo, es bien sabido que es lento y posiblemente entregue todo a ultima hora 

Asintió a Lizz cuando comentaba que la prueba era mejor hacerla en grupo, eso pensaba él, que yendo juntos sería fácil vencer las dificultades del bosque.

Al ver que Brandon se acercaba hacia las medianas el joven clérigo se fijó en él. No sabía si esto era parte de la prueba, debía de serlo porque las indicaciones de Brando fueron tan escuetas que no le inspiraban demasiada confianza.

- Es verdad que tenemos ganas de empezar pero como dices apenas tenemos nada. Te agradeceríamos si nos puedes decir más sobre la prueba, y si tienes cincel y martillo para darnos.

Al hablar Pino de "equipo para tallar" es lo que le vino a la mente. Si encontraban esas herramientas podrían escribir sus nombres con rapidez. Pasar una noche fría no le preocupaba mucho, aunque si les proporcionaban más cosas serían bienvenidas. Pensó si el hombre iba a pedirles algo a cambio o si estaba ahí porque sabía de la poca ayuda que les iba a dar el jefe de la aldea.

En eso notó que necesitaría una armadura pero no contaba con ella.

- Tu nombre está grabado también en la piedra, ¿cierto?

Le preguntó interesándose en lo que habría vivido en su día.

Sí, parecen saber todo eso. Al igual que, todos vosotros, incluidas vosotras dos, mis adoradas medianas, contáis con el equipo necesario para esta aventura... ¿Verdad? 

Adaptándose un poco al modo lisonjero de Linna, Mirry usa un tono de voz dulce, aunque con una media sonrisa en la cara, indicando que no es más que un gran juego.

Pueees no lo sé, ya sabes que las y los jóvenes somos un poco alocados y un punto ignorantes... ¿Por qué no nos lo dices tú, Brandon? ¿Qué podemos necesitar en esta excursión?

Tras una breve pausa, ladea la cabeza pensativa. Supongo que no nos puedes decir dónde está la piedra. Pero... ¿Qué podemos esperar de ella? ¿Hay que trepar? ¿Está oculta? ¿Sirve de guarida a algún animal salvaje? Suelta varias preguntas más, tratando de desatar la lengua del joven.

Lizz sacudió la cabeza. Se estaban complicando tanto... solo se trataba de buscar una piedra gigantesca, ¿cuantas cosas necesitaban para eso?

—Creo que estais pensando demasiado en todo esto. No puede ser tan complicado.

La joven prefería ir en grupo pero no iba esperar horas a que pusieran a buscar trastos innecesarios, de modo que salió caminando de la plaza en dirección al bosque mientras trataba de hacer memoria de sus andanzas por el bosque, pensando en si alguna vez había visto una roca gigantesca en un claro. Le parecía extraño no haberse dado nunca de bruces con algo así.