Partida Rol por web

Satisfecha Linna asintió con la cabeza, cerró la mochila tal y como la había encontrado y se sentó en la silla donde estaba sentada Tryss, con las piernecitas encima de la mochila defendiéndola. Miró a ver si localizaba el libro que leía Tryss para ojearlo mientras volvía. Por la forma en que lo leía, seguro que había algo interesante.

Lo que estaba claro era que Linna se sentía allí como en su casa.

Kait hizo una mueca escéptica, mientras mirada intrigada los objetos que la mediana sacaba de la mochila.

—¿Eso de que lo ha preparado para nosotros lo supones o lo dices porque has hablado con ella? 

Linna miró a Kait levantando levemente las cejas como si la respuesta fuera tan obvia que no mereciera la pena ser contestada y perder tiempo de curiosear el libro de Tryss.

La semiorca se encogió de hombros cuando la mujer insistíó y espero a que Tyrius hablase. Esto era cosa suya.

—Lo cierto es que yo solo le acompañaba, no necesito favores, puedes estar tranquila por mi parte.

El ritmo del martillo sobre el yunque atrapó su mirada y el intenso sonido golpeaba sus tímpanos haciendola dar algún que otro respingo nervioso. Logró apartar la vista del martillo y la dejó vagar por el lugar, curioseando las distintas piezas y herramientas que había por allí. La verdad es que es un lugar que siempre había querido visitar pero nunca había tenido una excusa para hacerlo, y ahora no se atrevía a decir gran cosa.

Mirry estudia los gestos de sus interlocutores, pero principalmente, escucha atentamente. Asiente conforme el Padre Strauss realiza su reflexión.

Grabar el nombre en la roca tras encontrarla y escalarla, parece un acto de reafirmación en la progresión de uno mismo, interpreta Mirry tratando de trasladar que comprende la explicación.

Después, insiste en sus preguntas, ahora ya mucho más concretas - a fin de cuentas, metáforas aparte, la roca hay que encontrarla y será alta, dura y... ¿peligrosa?

En su experiencia, qué fue lo que más les impactó de esa prueba?

No es que tuvieras mucha experiencia identificando pociones, pero sí recuerdas algunas características de ellas, como por ejemplo el color o si es más líquido o más espeso.

Por lo que ves, ambas son dos tipos de pociones curativas, solo que la que es de un color más rosado es más potente que las otras. 

También aprovechas para ojear el libro: historia de Taldor.

Por mucho que busques en tus recuerdos, no sabrías decir para qué eran aquellas pociones. 

Tras ojear el contenido de la bolsa, Triss apareció desde el interior de la casa. Llevaba una bandeja con varias tazas y una tetera que humeaba.

-Os he traído algunas tazas extras, por si os encontráis con alguno de vuestros otros compañeros por aquí. 

Dejo todo sobre la pequeña mesa que había en el jardincito y echó un vistazo a su alrededor.

-Creo que es un buen momento para retirarse -prosiguió mientras cogía el libro-. Creo que continuaré con mi lectura en el interior. Mucha suerte, chicas. Y tengo las tazas contadas -añadió mirando a la mediana.

Tras aquello se metió de nuevo en la casa, dejando allí la mochila.

La mujer miró a los dos jóvenes.

-Primero será mejor que salgáis de ese bosque con vida. Luego ya hablaremos del pago...

Dejó el martillo a un lado y se acercó al pequeño mostrador. Con un ligero movimiento se agachó y, como si lo tuviera ya preparado, sacó una mochila.

-Tened cuidado ahí dentro... No os desconcentréis en ningún momento... No es ningún juego...

Tal vez fuera el calor, tal vez no, pero juraríais que veis como los ojos se le ponen vidriosos.

-¡Ahora largáis de aquí! Tengo que seguir trabajando.

Sin añadir nada más, se aleja de vosotros y prosigue con sus golpes en el yunque.

Cogéis la mochila y salís de allí en dirección a la casa de Triss, donde habéis quedado con los demás.

Por el camino inspeccionáis el interior de la misma.

En el interior, casi ocupando todo el espacio, veis una brillante cota de escamas. 

También veis un garfio, aunque sin cuerda.

Y un pequeño martillo con un cincel. 

El padre sonrió.

-Querida, yo no soy de esta aldea, así que no fue necesario pasar la prueba. Mientras que mi acompañante, en su época, solo tuvo que cocinar un pastel y saber remendar un vestido.

Ambos se rieron con aquel comentario.

-Los tiempos han cambiado. La vida es más dura. Y nuestros jóvenes se tienen que enfrentar a ella de forma diferente a como lo hicieron sus padres o sus abuelos.

El padre, con un leve movimiento, coge una pequeña mochila que había detrás de su silla para entregárosla.

-Tened cuidado ahí dentro, hijos míos. El peligro puede acechar en cualquier lado.

Con un leve gesto de la cabeza se despidieron de ambos y volvieron a su conversación y al té.

Vosotros, mientras os alejáis, comprobáis el contenido de la bolsa.

Una cuerda.

Un pequeño farol con una vela en su interior.

Yesca y pedernal.

Y una pequeña antorcha.

Con aquel equipo, y dado el tiempo que os queda, decidís ir a casa de Tris, donde habéis quedado con el resto.

El tiempo corría raudo y veloz. 

Había transcurrido una hora desde que os comunicaron lo que había que hacer y todos os dirigisteis a la casa de Triss Merigold.

Allí, en un pequeño jardín delantero, tomando lo que parecía té, esperaban Kait y Linna, las cuales parecían llevar una pequeña mochila que antes no llevaban.

Desde una dirección se acercaron Lizz y Tyrus, también con una mochila, aunque bastante más grande.

Y, por otro lado, también se acercaban Mirry y Pino, ellos también con una mochila. 

Agradeció con efusividad el gesto de la herrera, la mochila que les había entregado pesaba y dentro podía ver muchos objetos. Sonrió a ambas mujeres antes de despedirse de forma cálida de Elisa.

Caminando raudos llegaron a la casa de Triss, donde se encontraron con los demás y portaban sus propias mochilas.

- ¡Buen trabajo! - Exclamó alegre porque irían a la aventura mucho mejor preparados.

- Hemos traído cincel y martillo, junto a un garfio de escalada para el que haría falta una cuerda.

Era posible que alguno de sus compañeros tuviera ahora una en su poder. Tyrius vestía ahora una cota de escamas bajo el tabardo, señal de que había algo más que herramientas, también un equipo de protección que echaba en falta, su primera verdadera armadura, suya durante el tiempo que durara aquella misión.

- Qué tal os ha ido a vosotros.

Se guardó por ahora la advertencia de la herrera, quien había presentado aquella misión como algo que tomarse muy en serio lo que hacía que el clérigo se propusiera estar completamente alerta.

La pequeña decepción de Mirry con la última explicación del Padre Strauss (mayormente con ella misma, por no haber sabido la respuesta de antemano, conociéndoles a ambos, ¡especialmente a Madame Ravonge!) se torna en excitación al recibir la mochila.

Con la boca abierta por la sorpresa, alterna miradas al contenedor de tela y hacia la pareja. Finalmente, sonriendo de par en par, da las gracias y, cogiendo el brazo de Pino, da un brinco para alejarse hacia la casa de Triss.

¡Hola, amigos! Mirry se acerca rauda a los demás, y una vez se juntan y Tyrius explica sus nuevas pertenencias, la mediana aplaude contenta. ¡Nosotros tenemos la cuerda! Además de... Pidiendo ayuda a Pino, sacan uno a uno los objetos, los enumeran, enseñan, y luego vuelven a guardar. Un pequeño farol con una vela en su interior, yesca y pedernal, y una pequeña antorcha.

Por un momento pensaba que no iban a ayudarnos, susurra, ¡pero al final han sido muy amables! ¡Madame Ravonge es la mejor! El comentario de Mirry no deja de ser injusto, pues fue el Padre quien llevó la voz cantante, por lo que al menos los dos han estado al mismo nivel. No puede evitar el favoritismo por su tutora.

- ¡Hola! – saludó Linna a todos levantando la mano – Sentaos y tomad un poco de té. Triss ha preparado para todos, pero las jarras hay que dejarlas. De hecho dijo algo de no se qué números que no sé porque lo diría pero bueno… Ella nos ha preparado equipo médico, con instrumental básico y algunos vendajes, que vendrá bien para heridas sencillas y cuatro pociones, tres de rojo intenso y una de color rosado, aunque no he sabido identificarlas… aún estoy poniéndome al día con las lecciones de pociones… - reconoció con una sonrisa y con absoluta falta de vergüenza por su propia ignorancia.

Mientras habláis, el tiempo sigue pasando... Tenéis hasta mañana para conseguir el objetivo.

Observando vuestra conversación, sobre una rama de uno de los árboles que pertenecen al bosque, veis a una pequeña bola de pelo blanca y suave. 

Gato, con aquellos increíbles ojos, os mira con toda su atención.

Incluso le veis bostezar en un momento dado y mirar hacia el interior del bosque. 

- Si nadie quiere intentar identificar las pociones y ya estamos todos, creo que podríamos marcharnos. El tiempo no nos sobra y no sabemos que nos encontraremos. ¿Vamos? – propuso animada poniéndose en pie y colgándose la mochila.

- ¿Te vienes? – le preguntó divertida a Gato de camino a la salida del jardín.

Se fijó en la cuerda que complementaría al garfio, buena señal que hubieran conseguido esa herramienta que podía facilitarles el ascenso. Tyrius se imaginó tratando de subir a la roca, podía llegar a ser divertido aunque con la nueva armadura se preguntó si tendría dificultades mas lo peor que podía pasarle es que tuviera que dejarla en la mochila.

- A ver esa poción rosa, yo entiendo de artes curativas.

Le daba igual que el brebaje lo hubiese hecho con plantas que mediante rezos a algún dios o diosa, el sacerdote estaba igual de versado en ambas formas de preparación.

- Las rojas han de ser curativas, porqué si no nos daría tres. Eso sí que ha sido generosidad por su parte.

Tomando el recipiente trató de oler el contenido, tocó el líquido con la yema del dedo índice y lo probó tratando de notar su efecto característico.

- Gato nos urge a ir al bosque, es curioso. Le podemos grabar el nombre si viene con nosotros.

Miró al animal preguntándose cuán inteligente era.