Partida Rol por web

Náhoda či Dopuštění

Chemnitz

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03/07/2008, 16:13
Director

Ya se empezaba a notar la entrada del invierno, porque, aunque bien es cierto que hace apenas una semana cayó la primera nevada de la temporada, el frío aquí es menor que en tu ciudad natal, pero aún así es considerable. El sonido del despertador es que te ha sumido en estos pensamientos mientras miras el techo de tu habitación en silencio, no hay ni rastro de tu gato, debe haber salido, últimamente lo hace mucho, a lo mejor no debiste colocar ese sistema en la ventana para que fuera y viniera a su antojo.

No apetecía demasiado escapar de aquellas confortables plumas que formaban el edredón que calentaba tu cama, pues aunque la calefacción estaba en marcha, no era el posible frío lo que te mantenía reacia a moverte. El trabajo se había vuelto monótono en los últimos dos meses, únicamente te daban casos de segundo orden, en los cuales ni siquiera eras la primera en llegar, tu compañero, Mikael Friedech, era un hombre agradable en su último año antes de jubilarse, simpático y charlatán, pero con ninguna ganas de arriesgarse lo más mínimo, por lo que te pasabas el noventa por ciento del tiempo en la comisaría, la cosa empezaba a ser frustrante.

Tampoco mejoraban las cosas al salir de allí, cuando terminabas los turnos, pues no habías conseguido congeniar con nadie en especial, un par de salidas con Sandra, la joven que se encargaba de la centralita, un par de copas con algún compañero, pero ninguno parecía especialmente interesado en indagar debajo de la máscara de frialdad que recubría tu rostro, así que todo terminaba con rapidez. A veces es imposible no preguntarse para que diablos nos levantamos un día más, pero siempre encontrábamos un motivo, o por lo menos eso querías creer, no pensar que nos dejamos atrapar por una rutina en la que estamos atrapados sin posibilidad de elegir.

Nada se oye, tu apartamento está en una bonita zona residencial, en la parte antigua de la ciudad, rodeado de una gran zona ajardinada, no es un alquiler barato, pero tampoco tienes mucho más en lo que gastar el dinero, a pesar de todo eso, dos enormes árboles bloquean casi por completo los tímidos rayos de sol que intenta llegar hasta él, la sensación de vivir aislada en tu mundo se hace muchos más intensa en estos momentos.

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03/07/2008, 16:51
Madeleine Strindberg

Aquello no estaba nada bien, estaba más reacia que nunca a salir de la cama, pero poco tiempo me quedaba ya si quería llegar a tiempo, no quería molestar a Friedrech; aquella historia de ser su último año en servicio, a mí me ponía por demás de mal humor pero pasaría. Suponía que en algún momento tenía que pasar. Levanté el pesado edredón luego de estirar los brazos y me senté en la cama, mirando en todas direcciones.

-¡åskvigg!-llamé a mi gato que no parecía estar por ningún lado para darme los buenos días.-¿Dónde te has metido pequeña bola de pelos?

Deshice el nudo en mi cabello, me quité la camisetilla y los interiores y me dirigí a la ducha, fue algo breve, lo normal de todas las mañanas pero es que necesitaba despertar y si volver al trabajo. Me metí en el albornoz colgado en el baño y salí directo al guardarropa, pequeño pero no me quejaba. Tomé un vaquero, una camiseta, el abrigo lo tenía en el living, y me vestí.

Caminé hasta la cocina buscando a mi pequeño gato pero no apareció, me preparé un café, bien cargado y con mucha leche, encendí un cigarrillo y cuando estaba por encender la televisión de la cocina, sentí un roce ligero, suave y confortable entre las piernas.

-¡Ahí estás!-dije levantándolo en mis brazos, dejando el cigarrillo en el cenicero.-Me obligarás a deshacerme de ese sistema, åskvigg...

Lo dejé estar en mis rodillas mientras ronroneaba gustoso y apuré el café que hervía, pero me había acostumbrado a beberlo así. Luego volví a la habitación, busqué el arma, la revisé religiosamente como cada mañana, tomé mi cargador -deseando que por una vez Friedech me llevara a donde hubiera acción-, el móvil, la billetera y un gorro para el frío pues no me había secado el cabello.

Salí luego de darle un beso a mi mascota y coger mi sobretodo que permanecía siempre colgado en el perchero junto a la puerta de salida. Eché una mirada al departamento, se parecía en mucho a mí, serio, sobrio, solo.

No es momento de autocompadecerte, Madeleine.

Nunca lo era, siempre otras cosas estaban primero y era lo mejor que podía hacer.

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03/07/2008, 20:17
Director

La señora Thön estaba en la puerta de su casa, era viuda, tenía dos hijos que iban a visitarla los fines de semana, uno el sábado y otro el domingo, ya que entre ellos no se hablaban. Siempre te miraba de forma reprobatoria a pesar de que nunca habías hecho nada para que esto sucediera, su forma de vestir era anticuada, tanto como ella, una vestigio de la República Democrática Alemana, podía ser peor.

Un gruñido es toda la respuesta a tu saludo, nada fuera de lo común, así que sin darle mucha más importancia sales fuera, bien preparada para las inclemencias de la jornada , por lo menos para las climáticas. El autobús no está demasiado concurrido, es temprano, y aunque te lleva más tiempo usar este medio de transporte para llegar a la comisaría, es mucho más relajado que conducir. Casi todo el mundo va sólo y mirando a ningún lugar, los ojos se pierden a través de la ventanillas, buscando el paisaje nevado, todos menos los de dos jóvenes con pinta de estudiantes, no llegarán a los dieciocho, los cuales prefieren admirarte antes que al exterior, con ese descaro y desparpajo que sólo es posible cuando aún eres un adolescente, intercambian un par de sonrisas entre ellos cuando pasas a su lado.

Una medio hora es la duración de aquel conocido trayecto hasta la parada que es tu destino, una vez allí, sin ningún sobresalto destacable, unos cinco minutos más de paseo hasta el lugar donde trabajas, donde pasas casi todo tu tiempo, donde vives.

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03/07/2008, 20:20
Madeleine Strindberg

Al bajar del autobús me giro y miro a los dos jóvenes, al fin en esa edad inmadura, si pudiera les sonreiría pero no da el día para tanto. En la esquina justamente hay una cafetería, entro, la dependienta ya me conoce, casi tengo un año allí y me sirve de inmediato, le pago y salgo para avanzar la calle con pasos largos. Los edificios no son nuevos pero ese estilo me gusta, el barrio a pesar de todo, es lo bastante tranquilo para que desde ahí podamos partir todos a nuestros asuntos.

Por fin llego a la comisaría, subo los tres escalones que me separan de la puerta y entro, con el café en un mano; saludo a la chica de la centralita poniendo mi vaso de café sobre el mostrador, me quito el gorro y le pregunto por Mikael.

-¿Llegó Mik?-pregunto mientras echo una mirada alrededor.

A pesar de ser temprano hay bastante concurrencia en la comisaría, veo algunas caras conocidas, incluso a aquel que no volvió a llamar para salir y me saluda con la mano desde lejos.

Idiota.

El jefe seguramente que no ha llegado y mejor, porque no quiero oírle más preguntarme sobre mis hermanos, si hablamos o no. Los teléfonos suenan, algunos son atendidos, otros no. En general todo el salón huele a café y un poco a humo de cigarrillo, aunque se supone no se debería fumar allí. Espero que esta semana sea menos larga que la anterior, levanto la vista para ver a Sandra que hasta ahora había estado con el teléfono.

-Parece que todo es lo mismo de siempre, ¿no? ¿Salimos este fin de semana?

No es que tenga tantas ganas pero realmente la rutina me está agobiando de tal manera que temo hacer una locura. A veces siento que me hace falta un simple abrazo masculino para tener ganas de seguir y otras, recuerdo lo mal que me ha ido y simplemente se aplacan mis instintos.

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03/07/2008, 21:33
Sandra Femerling

La mujer te sonríe, mientras te hace un gesto para que esperes un segundo, pues el teléfono suena por un momento, contesta con voz monótona, y enseguida pasa la llamada a otro departamento, sin perder detalle del frío y forzado intercambio de saludos con tu “amigo” Walter.

Bah, ni caso, es un capullo dice en voz alta sin importarle demasiado ser escuchada, este fin de semana, piensa por unos momentos, por mi estupendo, no tengo problema, me han dicho que han abierto un sitio nuevo en el centro, junto al río, y ha venido una amiga mía de Berlín, una chica muy maja, te caerá bien siempre suele hablar bastante, lo cual en cierta manera de libra muchas veces de intervenir en las conversaciones no demasiado amenas que surgen cuando salís por ahí.

Ahora su rostro se vuelve más serio, Por cierto, el jefe ha madrugado y quiere verte en su despacho, me ha dicho que subieras en cuanto llegarás, pero no tenía muy buena cara, debe haber perdido la costumbre de levantarse temprano termina de nuevo sonriendo.

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03/07/2008, 21:37
Madeleine Strindberg

Escucho a Sandra como si me hubieran puesto una cinta pero atendiendo los detalles, seguro, me haría bien tener más amigas; sólo espero que hable la mitad de lo que habla ella o simplemente me dedicaré a intentar seguirlas. Asiento, es un hecho, saldremos.

-Siempre lo ha sido, pero el pobre no se da cuenta-respondo cuando menciona a Walter pero enseguida me olvido de él.-Será un placer conocer a tu amiga, en serio, Sandra.

Cuando estoy por preguntarle por Mikael de nuevo, me borra la media sonrisa del rostro. Adolf Köhler había llegado temprano y no creo que hubiera una buena razón para ello. Hice una mueca.

-Te veré más tarde...-dije poniendo cara de resignación.

Agarré mi café y bebí otro sorbo mientras me encaminé por el pasillo para encontrarme con Adolf. No es que tuviera ansias de verlo pero entre más rápido mejor.

¿Ahora qué querría? ¿Qué nueva cosa se le habría ocurrido?

Su puerta azulada o gris, nunca estaba muy segura de su color, estaba entreabierta y podía ver un poco hacia adentro pero no podía verlo a él. Levanté los ojos al cielo y respiré profundo para luego llamar a la puerta.

-Buen día, señor-dije abriéndola del todo sin esperar a que me diera entrada, así tendría algo por lo cual regañarme.-Me ha dicho Sandra que deseaba verme...

Tenía un rostro bonachón y sin embargo lo era sólo cuando quería, aparentaba estar siempre apacible pero por dentro podía estar tramando una guerra; a veces a mí me daban escalofríos de ver la manera en que se comportaba. Esperé ansiosa a que me dijera para qué me había hecho llamar.

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03/07/2008, 22:38
Adolf Khöler

En el penúltimo piso del edificio que consta de cuatro plantas, allí es donde está ubicado el despacho de Khöler, es el único de la planta, para eso es el que manda, esa era la respuesta que solía dar cuando alguien osaba reprochárselo, cosa que no sucedía demasiado a menudo, así que te llevó unos cinco minutos el llegar a la puerta que acabas de traspasar.

Adolf no esta solo en su despacho, hay un hombre de pie frente a él, pero se vuelve al oír tu voz con una expresión de rabia y fastidio en su rostro, ¿Qué pintaba Steffan Schwarz aquí?, era un policía conocido entre los demás, siempre trabajaba solo y había resuelto algunos casos importantes, pero su carácter era insufrible para la mayoría, aunque lo habías visto un par de veces por la comisaría, nunca te habías encontrado cara a cara con él. Te echa una mirada llena furibunda, la misma que al jefe, antes de apartarte de la puerta y salir por ella sin mediar palabra.

ESPERA EN LA PUERTA Y NO ME TOQUES LOS COJONES SCHWARZ le grita Khöler antes de brindarte una rápida sonrisa e indicarte que tomes asiento, Buenos días Madeleine, tengo una mañana complicada, así que iré directo al grano, coge un montón de papeles, y los golpea contra la mesa en un inútil intento de equilibrarlos, al final los suelta con cierta desesperación. Estoy cansado de que pierdas el tiempo con el viejo Mikael, ha habido algo gordo, un maníaco ha matado a tres personas en un estudio de modelos aquí en la ciudad, pero los detalles te los dará tu nuevo compañero en el caso, Schwarz te mira a los ojos, es listo, con esta decisión, intenta dar utilidad a una agente aparentemente desaprovechada, y de paso, controla un poco a un incontrolable, arriesgado, pero sus decisiones a veces suelen serlo.

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04/07/2008, 05:26
Madeleine Strindberg

Sentí la mirada de furia de Schwarz al salir, no entendía por qué tanta mala onda; bueno, supongo que yo tampoco era la amabilidad ambulante, antes que pudiera preguntarle a Adolf qué le pasaba a Schwarz, me ordenó sentarme y al poco ya estaba hablando. Por un momento pensé que estaba bromeando, aunque bien sabía que Adolf no solía hacerlo. Me reacomodé en la silla con un poco de nerviosismo, bebí un poco de café. Sin duda era la oportunidad que yo estaba esperando, pero ¿de esa manera? ¿Con la mala leche que Scwarz parecía tener contra el mundo? ¿Contra mí?

Crucé la pierna sin esfuerzo, volví a beber café mirándolo a los ojos; sí, quería hacer algo más y ahora tenía la oportunidad, no dejaría que un hombre y menos uno como el que parecía ser mi nuevo compañero, me quitara ese placer; aún así echaría de menos al buen Mikael y casi estaba segura que él a mí también, era la persona con la que más tiempo pasaba desde mi llegada a Alemania.

-Le agradezco la oportunidad, jefe-dije bastante seria y formal.-No se preocupe, haré un excelente trabajo, a pesar de él...

Con el pulgar levantado señalé hacia la puerta.

-Supongo que él es el que manda-dije más bien como para mí.-Me iré de inmediato si es que no necesita nada más, ya sabe eso que dicen: Al mal paso, darle prisa.

Me puse de pie cuán larga era, tendría que buscar a Mikael antes de irme con Schwarz para despedirme de él, si es que acaso el orangután de allá afuera me lo permitía. Respiré profundo, no debía decepcionar a Adolf; no debía decepcionar a nadie nunca más en la vida.

-¿Señor...?

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04/07/2008, 11:48
Adolf Khöler

Él está al mando si, tiene más experiencia y más rango que tú, no te dejes avasallar ni engañar por su aspecto o sus modales, es un excelente policía, el mejor de toda la comisaría añade también seriamente, tengo la esperanza de que sea capaz de enseñarte algo de lo que sabe parece brusco con esas palabras, puede que considere que aún tienes mucho por aprender, lo cual tampoco es demasiado desencaminado, pues todavía eres joven.

Nada más por mi parte, sólo que tengas cuidado, y que intentéis ser discretos con el asunto, la prensa se va a cebar en el suceso, el lugar es propicio para ello, y las historias sobre fanáticos de todo tipo ya están empezando a circular… el sonido del teléfono interrumpe sus palabras.

Lo siento, quiero informe diarios en mi mesa dice mientras atiende la llamada y señala con el dedo la mesa para reforzar su petición.

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04/07/2008, 11:48
Steffan Schwarz

Abandonas el pomposo despacho enmoquetado y sales de nuevo al pasillo, a un par de pasos de la puerta se encuentra con la misma cara anterior, o incluso peor, Schwarz, el cual empieza a andar por el pasillo hasta alejarse del lugar donde el comisario continúa con su charla telefónica. Lleva en la mano una carpeta de color marrón claro, probablemente el expediente del caso.

Justo antes de llegar al ascensor se detiene para mirarte de arriba abajo, sin cortarse lo más mínimo, alza un dedo en tu dirección de manera acusadora, Me importa una mierda lo que diga el comisario, me da igual hija de quien seas, lo buena que estés, o a quien se la has chupado para que te hayan dado este caso, yo trabajo solo, siempre ha sido así y no pienso cambiar

Al alzar la mano la chaqueta se desplaza quedando al descubierto su pistola, plateada, que brilla ligeramente, tiene mucho mejor aspecto que el resto de su ropa, que ha visto tiempos mejores, sus vaqueros están desgastados y la camiseta que luce ha sido lavada en demasiadas ocasiones y el azul marino ya se ha transformado en un azul mucho más confuso. Así que vete a casa, y tómatelo como unas vacaciones dice mirándote con cierto grado despreciativo.

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04/07/2008, 16:37
Madeleine Strindberg

Me retiro de la oficina casi a paso lento, sé que no será fácil pero hay que ponerle el frente a la vida, siempre lo he hecho... Al menos desde que llegué a Alemania, respiro profundo y sigo a Schwarz a paso vivo, soy casi tan alta como él, así que no me cuesta caminar a su ritmo. Espero paciente a que termine la serie de improperios que me ha lanzado, lo miro fijo a los ojos, excepto cuando he mirado su arma. No me importa que me haya mirado de arriba a abajo, lo hacen todos. Pongo una media sonrisa irónica, si pudiera lo mataría con sólo la mirada pero en lugar de nada, aprieto el botón para llamar al elevador.

-Al menos admites que estoy buena-digo con aire desenfadado y me vuelvo a parar frente a él.-Escucha, Schwarz, no te daré cuenta de mis actos, si a quien se la chupé tuvo el tino de ponerme a tu lado, no lo habré hecho bien. No me voy a ir de vacaciones, en todo caso hazlo tú.

Tenía ganas de darle un buen golpe y mandarlo a la mierda con palabras más altisonantes que esas.

-Te guste o no, ahora soy tu compañero y no me pienso despegar de ti a menos que me maten y dudo que eso suceda, soy rápida de reflejos-le guiño un ojo sin un atisbo de amabilidad en mi rostro y paso por enfrente de él para entrar en el ascensor.-Creo que no tenemos toda la mañana y el jefe quiere un informe diario, a ese sí que no me gustaría poner de mal humor. Y una cosa más-me pongo justo tras de él para hablarle al oído.-No me das miedo, Schwarz...

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04/07/2008, 22:24
Steffan Schwarz

El policía te mantiene la mirada con frialdad, luego se vuelve hacia el ascensor y pulsa el botón de llamada con tranquilidad, para regresar al cada vez más eléctrico azul de tus ojos, sorbe por la nariz, y resopla despectivo, nena, solo me interesa tenerte cerca para una cosa que ya te puedes imaginar dice socarronamente.

Se encoge de hombros y da un paso hacia ti, acercándose, desprende un olor a loción de afeitar y whiskey bastante peculiar, No te doy miedo porque no pretendo asustarte, procura que ese día no llegue, porque entonces lo lamentarás de verdad chica valiente su voz había adquirido un tono ligeramente escalofriante, a pesar de estar en un pasillo ampliamente iluminado, quizás fuera por la naturalidad con la que parecía hablar, no quieres imaginarlo en cualquier callejón apuntándote con un arma.

El timbre que indicaba que las puertas del ascensor se abrirían en breve hace que nuevamente se gire y entre en el elevador dándote la espalda, pulsa el botón que conduce a la planta la baja y las puertas comienzan a cerrarse.

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04/07/2008, 22:26
Madeleine Strindberg

Este es un idiota con todas las letras, de esos que van de chulos por la vida.

¡Puaf, qué asco! Whisky, nunca me gustó.

Respiro profundo, estoy a punto de responderle que había que ver si para lo que me quiere cerca aún sirve pero ya lo he enfurecido bastante por hoy y antes que la puerta se cierre pongo la mano para que el sensor me detecte y se detenga, entro justo frente a él y me quedo parada frente a él, lo miro a los ojos con odio. No sería la primera vez que me topara con un hombre así en mi vida, me doy cuenta que si en él estuviera salvarme o algo, no lo haría. Tendré que cuidarme bien las espaldas si quiero permanecer con vida.

Me doy vuelta lentamente, tengo los puños apretados aunque no me había dado cuenta; el vaso de mi café está casi doblado, así que lo echo en el tacho de basura que hay en una esquina. Siento sus ojos clavados en mí, quizás no sea más que mi imaginación pero aquel viaje en ese ascensor se me está haciendo el más eterno de toda mi vida. Voy a extrañar a Mikael, las cosas no serán sencillas pero en el fondo era lo que quería. Me reacomódo el arma, sin levantar mucho la vista, no lo quiero mirar a través de la puerta de acero del ascensor.

El aparato hizo su movimiento habitual antes de detenerse y las puertas se abrieron lentamente, me volví a Schwarz.

-No te atrevas a irte sin mí...-una amenaza tonta quizás, pero real.

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05/07/2008, 03:07
Steffan Schwarz

El hombre pareció divertirse por unos breves instantes antes de ajustarse la chaqueta y apartarte de su camino con un ligero empujón, ni siquiera se digna a mirar hacia atrás, sino que sigue el pasillo que conduce a la puerta de salida de la comisaría.

Su paso es firme y decidido, se cruza con dos agentes que deciden apartarse de su posición, ya has visto la cara que lleva, supones que ninguno tiene ganas de bronca a estas horas de la mañana, y Schwarz siempre anda buscando una excusa para tenerla. Le sigues de cerca, y justo antes de llegar a la puerta se detiene volviéndose hacia ti con expresión irritada, señalándote nuevamente con el dedo.

Mira nena, vete a tu casa con tu maridito, tu novio o con quien diablos vivas, pero deja de seguir detrás de mí como un puto perro, tengo mucho trabajo para que vengas a joderme, no te preocupes por Khöler, dile que te has puesto enferma al estar cerca de mí, suele suceder, así que te creerá baja el brazo y en un gesto que parece casi automático introduce la mano en el mismo, paro al poco suelta una maldición y apoya la mano en el pomo para abrir la puerta abriéndola y saliendo al exterior.

¿Qué vas a hacer para evitar que me vaya?, ¿pegarme? dice girándose una vez más, mirándote de nuevo despectivamente.

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05/07/2008, 03:16
Madeleine Strindberg

-¿Tienes que ser tan desagradable? ¿Te sientes más hombre? ¡Ya sé, te intimida que pueda ver tus falencias!-grito más que enfadada.

No me despego de él, ni en sueños voy a irme y seguramente a estas alturas, ya media comisaría tiene la vista puesta sobre nosotros. Lo miro con aire displicente, me importa nada todo lo que me grite o diga, no me va a herir con palabras, ahí equivoca el camino el estupido de Schwarz el procedimiento. Sostengo la puerta antes que se cierre.

-Voy a seguirte como un maldito perro si eso es lo que quieres-dije parándome nuevamente junto a él.

No me iba a dar por vencida el primer día y en el primer momento, mucho menos con un tipo como él. Tendría que matarme si me quería alejar de él, nada de enfermedades, nada de descuidos esta vez. Nada que entorpeciera mi trabajo como detective, ni siquiera su maldita arrogancia. Mi corazón palpitaba a mil y sin dejar de mirarle, metí la mano en el bolsito y saqué mis cigarrillos, encendí uno.

-¿Nos vamos o seguimos jugando al teniente enojado y la novata?

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05/07/2008, 20:44
Steffan Schwarz

Efectivamente, muchos de los policías empezaron a mirar con una mezcla de curiosidad y preocupación la discusión que se estaba produciendo entre los dos agentes, incluso algunos parecen divertidos, pero eso no es lo que realmente llama tu atención…

Al salir por la puerta, al fijarte en los ojos de aquel hombre cuando encendiste el cigarrillo, una sensación de temor te sobreviene, tiene la mirada ligeramente perdida, brumosa cuando se acerca con un movimiento endiabladamente veloz dándote un fuerte empujón que hace que tu espalda golpee contra la pared del edificio, su fuerza y su peso son mayores que el tuyo a pesar de la escasa diferencia de estatura, el gesto vacío de su rostro mientras te acorrala apoyando sus brazos por encima de tus hombros, movimientos casi animales, ni siquiera has tenido tiempo de reaccionar. Su respiración se acelera y de nuevo ese mismo olor que sentiste anteriormente, pero todo pasa tan veloz como empezó, Schwarz baja la cabeza, negando un par de veces como despertando de un sueño, ampliando de nuevo la distancia entre vosotros.

En ese momento la puerta por la que habéis salido se abre y la cabeza de un hombre, al que reconoces como el agente Gómez, mira al teniente interrogante, este levanta los ojos hacia él, ! Que te jodan Gómez, aquí no hay nada que ver, vete a tomar por culo! le grita Steffan y este, tras echarte un vistazo, vuelve a cerrar la puerta. Schwarz pasa las manos por su cabello un par de veces antes de volverse de nuevo hacia ti.

Mira rubia, sube a ese puto coche, mantén tu bonita boca cerrada y todo irá bien, maldita sea mi puta suerte, ¡ME CAGO EN EL PUTO KHÖLER!, QUE HIJO DE PERRA dice apretando la mandíbula y señalando un viejo BMW de color blanco que hay a apenas veinte de metros aparcado con una rueda sobre la acera Y no me toques más las cojones o no sabré si podré contenerme de nuevo termina finalmente.

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06/07/2008, 02:50
Madeleine Strindberg

Todo pasó tan de prisa que cuando sentí el golpe de mi espalda contra la pared, apenas podía entender lo que estaba sucediendo, luego su cuerpo, echado sobre el mío como parte de un instinto, por primera vez supe que Schwarz me podía hacer temblar. A pesar de que seguía mirándolo a los ojos, en ese momento estaba deseando estar muy lejos de allí, estaba concentrada controlando mi respiración para no llorar. Cuando Gómez se acercó, pensé que eso lo detendría pero era obvio que a él no le importaba nada de nada en la vida, mucho menos joder a los demás.

Por fin se alejó de mí, habría puesto mis manos sobre mis rodillas y habría intentado respirar con normalidad; hubiera querido echar a llorar pero recordé una vez que mi padre me había maltratado a más no poder, para ver si soportaría la vida en la academia. Había sido lo más despiadado y cruel que yo hubiera conocido, mucho más en papá y al final del día, cuando me pateó la boca del estómago uno de mis hermanos y estuve a punto de echar a llorar, él se acercó y grito que sus hijos no lloraban, no delante de sus enemigos, mucho menos de sus amigos. Schwarz no me vería llorar.

Me encaminé al maldito auto, resoplando, esperando que nadie nos hubiera visto. Recordando su maldito olor a whisky y sus ojos mirándome con ese odio, me sacudí algo imaginario de la chaqueta, creo que me sacudía las malditas malas vibras de Steffan. Me subí en el auto, maldiciendo mi vida una y otra vez mentalmente.

-No me llamo rubia-dije secamente mirando al frente.-Soy Strindberg.

Pensaba en Khöler, sólo a él podía habérsele ocurrido mandarme con un tipo como Steffan Schwarz pero si lo había hecho, era porque sabía que yo podía hacerlo; de lo contrario jamás me habría puesto junto a aquel demonio. No podía fallarle como había hecho a los Strindberg, no, debía seguir adelante y no echar por la borda los detalles. Schwarz lograba ponerme nerviosa como nadie. Callé el resto del camino porque no quería otra jodida escenita como la de la comisaría y porque no quería darle oportunidades al imbécil para patearme el culo.

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06/07/2008, 15:29
Steffan Schwarz

El coche esta bastante bien en el interior para lo que te esperabas, no está excesivamente sucio, ni hay ningún trasto por encima de los asientos, Steffan abre la puerta trasera y deposita allí la carpeta que no ha soltado en ningún momento, luego abre la del conductor y sin mirarte siquiera arranca el motor y con un brusco acelerón baja del bordillo y se incorpora al tráfico propiciando un pequeño lio al no haber respetado a los que venían, aunque por pura suerte, no suceda nada malo.

Conduce sin demasiado cuidado, aunque más bien es con violencia más que con rapidez, por suerte, el trayecto no es demasiado largo, mejor que mejor, pues el silencio es tan intenso que asusta, la mirada del teniente está fija en la carretera, pero es preocupante su expresión, que desde luego no es de concentración, sino más bien de ausencia, finalmente detiene el coche en un lugar en el que está prohibido aparcar.

El edificio del Hospital General de la ciudad se alza ante vosotros, antes de bajarse del coche se gira hacia ti, Lo mejor será que esperes en el coche rubia, no se lo vaya a llevar la grúa dice bajando del mismo y dando un portazo al hacerlo, encaminándose en dirección a la puerta principal del mismo sin ni siquiera hacerte un gesto más.

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06/07/2008, 15:35
Madeleine Strindberg

Eso es, ignórame que me resulta menos molesto.

Apenas puedo creer, maneja como una bestia. Espero que sea mejor policia que conductor, cuando aparca me pregunto si no puede dejarlo en otro lado pero al parecer eso no le importa porque pretende dejarlo allí. Me pregunto qué demonios hacemos aquí, porque preguntarlo a él sería inútil; pero cuando me dice que no deje el auto, no pienso hacerle caso en absoluto. Abro la portezuela del auto y me bajo maldiciéndolo y sin perderlo de vista; voy hasta la parte de atrás y saco la carpeta para llevarla conmigo.

Si se llevan tu maldito auto que se lo lleven, dije que no me separaría de ti.

Echo a correr en la dirección que lo vi alejarse, luego de unos cuantos metros lo veo dando grandes zancadas para llegar al edificio y vuelvo a echar a correr para alcanzarlo antes de entrar. Una vez que lo logro, poco antes que abran la puerta, me paro frente a él.

-Escucha, si no quieres que se lleven tu auto, tendrás que moverlo. Dije que no me apartaría de ti y no lo haré.

Le hago notar que tengo la carpeta conmigo y que mi decisión es inapelable, tendrá que matarme si no me quiere allí. Recupero el aliento lentamente.

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06/07/2008, 18:55
Steffan Schwarz

Schwarz se detiene cuando te plantas delante de él, echándote una mirada realmente glacial, clavando sus ojos negros en tu azul amenazando con devorarlo, con absórbelo, su respiración vuelve a acelerarse, levanta nuevamente la mano derecha con el puño cerrado pero el dedo nuevamente señalándote, ¿QUÉ COJONES QUIERES?, ¿NO TE HE DICHO QUE TE ALEJES DE MÍ? la gente que hay alrededor vuelve a miraros con suspicacia y cierto resquemor.

¿Qué pretendes demostrar desafiándome constantemente?, dime gilipollas, DIME nuevamente un pequeño empujón en tu hombro, aunque más a modo de provocación, con la otra mano se frota el rostro, vaciando de nuevo sus ojos de cualquier expresión.

Notas un ligero temblor en sus labios, como si le estuviera costando un gran esfuerzo contenerse, parece a punto de estallar, la imagen de Adolf llega a tu mente, ¿por qué diablos te ha colocado con este tipo?, está claro que la línea que lo separa de la locura no es demasiado gruesa.