Partida Rol por web

Los formidables cuernos eran kunais lanzados por sus enemigos, sus enormes cuerpos eran guerreros dispuestos a aplastarle, Tetsu se esforzó al máximo para esquivar las bestias en estampida, como si fuera una misión real y su vida corriera peligro. Estaba tan satisfecho de sí mismo... hasta que aquellas mujeres hablaron. ¿Suerte? ¡Ni siquiera le habían rozado! Menos mal que la otra vecina - ¿no era la señora que vivía cerca de los terrenos del clan? - reconoció sus méritos, aunque le hubiera gustado más que hubiera sido su nuevo supervisor u otro ninja quien le viera en acción. Pero no se podía tener todo.

Sin embargo, aún estaba el problema de los animales en desbandada. No sabía si podrían poner a alguien en peligro, así que salió corriendo tras ellos dispuesto a intentar detenerlos.

Por suerte para Tetsu, su situación era óptima, si conseguia que los animales giraran en alguno de los siguientes cruces hacia la izquiera, conseguiria que salieran del pueblo sin causar más problemas. ¿Cómo hacer que los animales giraran?

Los animales parecían cansados y no en plenas facultades, este era un factor que definitivamente facilitaria la tarea. La clave era...

- ¡Mokuton, Jukai Heki!

De pronto una gran pared de madera se levantó en medio de la calle, formada por un sinnúmero de ramas que crecieron a gran velocidad desde el suelo. La madera se entrelazaba entre sí formando una pared de un ancho enorme, contra la que chocaron todos los toros a la vez. El impacto fue brutal. La madera no se movió, pero los toros se quedaraon en el suelo, caidos ante semejante golpe. Y tranquilos, por fin.

Tetsu no podía sino mirar con admiración semejante técnica.

Cuando se hubo retirado vió quién habia sido el culpable. Era un jóven de no más de 17-18 años. Estaba de pie y sonriente, mirando hacia el recién graduado.

- ¿Se te han escapado los animales, amigo? - le preguntó sin un ápice de reproche. - Deberías de tener más cuidado la próxima vez, alguien podría haber salido herido.

Tetsu estaba ahí parado, en medio de la calle, con la boca abierta y los ojos como dos enormes platos. Lo había visto, y había pronunciado la palabra Mokuton. No había ninguna duda de que lo que tenía ante él era un muro de madera. Madera. Como el legendario Primer Hokage.

- ¿A-acabas de usar el Mokuton? - se pasó la mano por el cabello - ¡Eso es increíble!

Corrió hacia el joven, con una sonrisa en los labios. ¿Cuántas veces se había visto a un usuario del elemento madera desde el Primero? ¡Él nunca había oído hablar de uno! Y ahora estaba delante suya, como si su proeza no fuera más importante que lanzar una piedra y hacerla rebotar sobre el agua.

- Me llamo Tetsu, y acabo de graduarme en la Academia, ¿cómo te llamas? ¿Eres un ninja de Konoha?

La observación de Tetsu había sido buena, más de lo que esperaba de cualquiera de sus dos compañeros. A lo mejor no estaba todo perdido con ellos.  Pero aún así consideró que aquel minuto de interacción con sus compañeros había sido suficiente, y más cuando esa misma tarde se encontrarían de nuevo. Con un suspiro y sin dedicarles ni una palabra de despedida se alejó dándoles la espalda y caminando en dirección a la puerta.

Ni siquiera tenía destino fijo. No le apetecía demasiado ir a su casa por el momento, y su mente estaba ocupada elucubrando sobre el futuro. Había sido fácil realizar su día a día hasta el momento: clases, entrenamiento, clases... Pero ahora se abría un mundo nuevo ante él, y el protector sobre su frente era sólo el principio.

Cuando de repente sintió a aquel tipo sobre él y cayó al suelo, Gekko le dedicó una mirada cargada de desdén. Pero escuchar cómo el hombre le echaba la culpa fue la gota que colmó el vaso.

- Si el camino de los adultos es borrachos a través de los balcones se merecen algo peor que eso. - Enunció mientras se ponía en pie. Su tono era hosco y serio. Sabía que se suponía que debía guardar respeto por los mayores, pero no era capaz de sentirlo por alguien así. - Vigile por dónde cae, viejo. - Comentó mientras se disponía a marcharse. Sabía que aquellas últimas palabras eran totalmente innecesarias, pero sentía la necesidad de señalar a ese tipo que el sitio del Aburame no estaba por debajo de él.

- Eh... si - el hombre parecía ahora algo irritado. Quizás no esperaba una respuesta como esa de un chico tan jóven. - Me llamo Kinoe. - Realmente así le conocian aunque no era su nombre real - Y si, soy ninja de Konoha. ¿Eres de los nuevos ninjas? Enhorabuena - añadió.

Se quedó de pie, no parecía un chico muy hablador. Su mirada, con el ceño algo fruncido, denotaba cierta incomodidad.

- ¿Por dón- POR DONDE CAE? - el tipo se puso de pie como pudo. Tenia la cabeza y la nariz roja por el alcohol. El cuerpo lleno de barro y polvo mojado - ¡Serás niñato consentido! ¿Acaso no te han enseñado que tienes que guardarle- HIP- un respeto a tus mayores - HIP?

El tipo apenas podía mantenerse de pie, agarrado a un poste de luz como si su vida fuera en ello. Aun asi, eso no le impedia gritar a Gekko sin ningun tipo de tapujos.

- Idiota. Caido, dice. Y es él que me ha empujado a proposito. ¡Verás como llame a la guardia!

El chico recibió la bola de barro con cierta ira.

- ¡Meh! Eres un perdedor. Nunca me cogerás - El niño salió corriendo a toda velocidad, en un primer momento trataste de ir tras él, pero un poco después se metió por un agujero por el que no podias pasar. - ¡Idiota! - fue lo que oiste en la lejanía antes de que desapareciera por fin de tu vista.

- ¡Y eres de Konoha! - tenía ganas de salir corriendo y contárselo a su familia, a sus padres y hermanos. ¡No se lo creerían! ¡Un ninja de Konoha con las habilidades del Primero!

Entonces cayó en la cuenta de que quizás estaba hablando demasiado alto. Si no habían tenido noticias de que un ninja de la aldea era capaz de usar el Mokuton, era porque no deberían saberlo.

- Ah... claro - se acercó, con expresión pícara y le dio un golpecito con el codo - Todo es un secreto, ¿verdad? Quizás formas parte de un escuadrón súper-mega especial que sigue las órdenes directamente del Hokage. No te preocupes, sé guardar un secreto como ese.

Se alejó unos pasos y le guió un ojo, señalándole con ambos dedos.

- GRACIAS, AMABLE ALDEANO - dijo, alzando la voz deliberadamente y mirando a todos lados. Testu no era especialmente sutil en lo que se refería a interpretación - PERO VUELVA A CASA ANTES DE QUE PUEDA SALIR HERIDO.

Al muchacho le entró la risa tonta, y se tuvo que tapar la boca para no romper a carcajearse en medio de la calle.

- Encantado de conocerte, Kinoe - ahora que los animales estaban tranquilos, podía regresar a sus propios asuntos - Nos veremos en otra ocasión, ¿si?

Tch- mascullé en cuanto vi como Naruto se escapaba pasando por un pequeño agujero demasiado estrecho como para poder pasar, tras lo cual centré mi vista en mis propias ropas, y en la cantidad de barro que las cubría.

En fin… será mejor que vaya a cambiarme antes de volver a la Academia- me dije, tras lo cual me dirigí hacia mi casa a la carrera para que así me diese tiempo a cambiarme y volver antes para preparar mi bienvenida… aunque eso sí, más lento de lo que había ido al salir de la Academia, no me apetecía volver a caer.

Ya de pie, Gekko observó de medio lado al tipo mientras le insultaba. Ninguno de aquellos insultos le afectó lo más mínimo. Además, probablemente aquel hombre ni siquiera recordase nada al día siguiente.

- Chst. - Chistó con disgusto antes de darle la espalda y dejarle hablando solo. Sus gritos desde atrás le hicieron formular unas nuevas palabras. - Verás, como la llames. - Enunció sin que llegase a ser una amenaza, imaginando la situación en que llegasen y se encontrasen a aquel hombre en ese estado y queriendo explicar que un recién graduado y de prestigioso clan se había puesto en su camino.

Con un nuevo suspiro siguió caminando por la ciudad, tentado de alejarse de la zona urbana para entrenar un poco con sus insectos. Al menos así estaría entretenido y sintiendo que hacía algo hasta que llegase la hora.

Siempre pasaban cosas en Konoha. En una ciudad con gente tan dispar y diferente, era lo más normal. Las calles no eran precisamente tranquilas y los problemas estaban a la órden del día. Era por ello que la labor de los ninjas era realmente importante, desde las complicadas misiones de rango S, hasta las fáciles (pero no por ello menos importantes) misiones de rango D. Estas eran las que seguramente harian los miembros de los equipos recién licenciados como los miembros del grupo 5.

Impacientes y puntuales se presentaron los alumnos en la academia. Muchos estaban nerviosos y todo ello se notaba en el aire. Asimismo, todos estaban impacientes por conocer el que sería su nuevo mentor. No obstante, cuando la puerta de la clase se abrió, tan solo el profesor Daikoku entró en la misma.

- Queridos alumnos. Aún tardareis un poco más en conocer a vuestros nuevos maestros y mentores. Por favor, pasad por esta mesa donde se os dará el numero de un aula de la academia. Por favor, id alli y esperad a que os demos más instrucciones. Os vamos a separar por grupos por que tenemos algo que comentaros a cada uno de vosotros.

El equipo 5 tuvo que ir al aula B-15, que por suerte estaba en la misma planta. Pasaron unos minutos antes de que Daikoku-sensei entrara por la puerta.

- Chicos... - dejó un momento de silencio para generar algo de suspense y levantó la mano negando con la cabeza cuando alguno de los alumnos fue a hablar. - No vais a conocer aún a vuestro mentor, por que aún no lo teneis.

- ¡¡¿QUEEEE?!!

- Hemos decidido que vuestro conocimiento en las aulas es correcto, pero que no habeis demostrado absolutamente nada para que os llamemos ninjas. Asi que vamos a poneros una última prueba, y es muy importante. Es vuestra primera misión, pero será una misión crucial para vosotros.

En el caso de que no seais capaces de completarla, os suspenderemos y nunca podreis ser ninjas. Eso en el caso de que no murais en el intento, os advierto, el peligro es real. Para superar la prueba debereis de trabajar los tres en equipo, dejando vuestras diferencias a un lado y demostrando que podeis trabajar como un equipo ninja.

Un importante pergamino ha desaparecido. Es un pergamino prohibido de los que guardamos en Konoha, y ha sido robado por un grupo de bandidos. Hemos conseguido localizarlos en una cueva en lo profundo del bosque cercano. Vuestra misión es ir a esa cueva, aseguraos de que os haceis con el pergamino secreto y traerlo de vuelta a la aldea SIN leer su contenido. Si lo abris, estareis inmediatamente suspendidos.

Hemos asegurado la zona para que los bandidos no huyan, creemos que no suponen un gran reto como para enviar Jounins o Chuunins y que un grupo de Genins deberian de ser capaces de solventarlo. No obstante, no os fieis, esto no es un examen con profesores. En el caso de que falleis en el intento de conseguir el pergamino, nos ocupariamos nosotros, y rescatariamos a los supervivientes en el caso de haberlos. Pero creemos que si no os enfrentais al peligro vosotros solos, nunca podreis encargaros de misiones peligrosas. Y en toda misión hay riesgo.

Asi que si no teneis preguntas, creo que todo esta claro. Preparaos y partir inmediatamente a la cueva. Traed ese maldito pergamino prohibido de vuelta.

La noticia pilló a Tetsu por sorpresa, golpeándole con la fuerza de un mazazo en todo el pecho. Durante apenas unos segundos, sólo se quedó con la boca abierta y los ojos como platos, pero lentamente, una ira adolescente cobró fuerza en su garganta. Apretó los puños, se encorvó ligeramente como si fuera un animal y liberó toda la furia que llevaba dentro.

- ¿QUÉ? ¿AÚN A PRUEBA? - vociferó, y luego bajó un poco el tono - Asistimos a la ceremonia, nos conceden el protector que es el símbolo de los ninjas, nos dicen que vamos a formar un grupo, ¿y ahora nos dice que aún estamos A PRUEBA?

Una mirada severa de su tutor le recordó a Tetsu cuál era su lugar, y el joven sólo pudo ir hasta el final de la clase y golpear la pared para liberar la frustración.

-Esto no es justo, ¿qué les voy a decir a mis padres? Estaban tan ilusionados... su hijo se había graduado en la academia... - se volvió, con la mirada seria y cargada de determinación - Vamos a recuperar ese pergamino. Vamos a aplastar a esos bandidos antes siquiera de que se den cuenta de qué les golpeó y vamos a demostrarles a todos de qué estamos hechos.

Gekko se presentó diez minutos antes de la hora señalada delante de la puerta de la academia. Había aprovechado el tiempo para entrenar primero y comer después, y al terminar había decidido dirigirse allí con tiempo.

Desde el primer momento intentó quedarse apartado, atento y pensativo. Aunque quería fingir que no le daba importancia la presencia del protector en la frente le hacía sentir bien, como si hubiera dado un paso más hacia adelante.

Cuando llegó la hora ya se encontraba dentro de la clase, aprovechando que sus gafas no dejaban que los demás vieran sus ojos para observar a Tetsu y a Ryuuji. En el momento en que el profesor entró, sin embargo, se enderezó un poco y le prestó toda su atención. Acudió al aula B-15 tal y como le pidieron y, una vez allí, escuchó lo que Daikoku tenía que decir...

Sus palabras no le gustaron nada. Aquel asunto de decir que no habían demostrado nada... ¿Qué había sido el examen entonces? Gekko negó con la cabeza ligeramente, en silencio, con los labios ligeramente apretados y el ceño un poco fruncido. Observó cómo Tetsu se enfadaba, gritando primero y golpeando una pared después, como si fuera un niño pequeño. Él, en cambio, se mantuvo estoico. La frustración no merecía la pena.

Los ojos de Gekko se mantuvieron sobre el profesor algunos segundos después de que terminase de hablar. A punto estuvo de responder algo como que el protector de su frente decía que ya eran ninjas, aún sin un jounin que los acompañase, pero calló. Eso tampoco merecía la pena. De modo que tras detestar en silencio durante un tiempo a Daikoku, al hablar lo hizo hacia sus compañeros, con un tono serio y directo.

- Cuanto antes vayamos, antes terminaremos. - Enunció, echando a caminar hacia la puerta.

Ya de vuelta en la academia una vez me hube duchado y puesto ropa limpia, apenas si podía contener mi impaciencia por conocer a nuestro nuevo mentor, por lo que cuando apenas habían pasado unos minutos desde que habíamos llegado al aula que nos habían asignado, empecé a incorporarme para ir hacia la puerta y prepararle una “bienvenida” cuando, justo en ese momento, esta se abrió, entrando por ella Daikoku-sensei.

Uff, menos mal que aún no había puesto nada…- me dije, consciente de que nuestro profesor sabría quien habría sido el culpable de ello. Entonces empezó a hablar, y la preocupación por ello se esfumo de mis pensamientos.

¡Tetsu tiene razón, no es justo!- le dije -¿Qué culpa tenemos nosotros de que guardaban el pergamino no sepan hacer su trabajo? ¿Y qué hay del resto de equipos, ellos sí que están preparados?- añadí, aunque viendo el rostro de Daikoku-sensei, estaba claro que por mucho que le dijésemos, tampoco íbamos a conseguir nada, así que me ahorré mis intentos de intentar convencerlo de que aquello no era justo -En fin, si no hay más remedio…- dije -¿Hay al menos algún mapa de la cueva, o tampoco?- añadí.

Tras recibir el mapa que os llevaría a la cueva os disteis cuenta de que tardariais aproximadamente dos o tres dias en llegar hasta ella. Un tiempo que bien podriais aprovechar para hacer mejores migas. Sin embargo, no habia un mapa del interior de la cueva y eso podria ser un problema.

El viaje transcurrió sin contratiempos. Corriais por el suelo, ya que saltar de arbol en arbol podría significar una caida que os causara más problemas que ventajas. Y, finalmente, llegasteis a vuestro destino. 

La entrada de la cueva era fácilmente visible, mediria unos 20 pies de ancho y casi 30 de alto. En su interior parecia haber suficiente luz como para que no hubiera problemas.

Durante el viaje, Tetsu dejó claro su fuerte carácter lleno por delante con la mirada fija en el siguiente árbol. No le había gustado nada tener que pasar una nueva prueba para demostrar que eran aptos para ser Ninjas, pero el malhumor se disipó tras las primeras horas, dando paso a renovadas energías. El muchacho había traído el equipo justo para alimentarse durante el viaje y el regreso - les habían recomendado no ir demasiado pertrechados porque eso les restaría velocidad - así que tendría que confiar en sus compañeros y en sus propias habilidades llegado el momento.

De cara a aquella cueva que ahora se tornaba tenebrosa, el joven tragó saliva pero intentó que sus compañeros no le vieran dubitativo. Tenían una misión. Y no sólo la cumplirían, sino que serían rápidos y brutales como una manada de toros en estampida. Ese recuerdo le arrancó una sonrisa y se giró a los otros dos.

- Vamos a por ellos. Os propongo que vayamos en silencio y pegados a la pared, para saber cuántos son y dónde están situados, ¿vale?

Poco antes de salir Gekko había echado un vistazo al mapa que el profesor les había dado. No demasiado tiempo, sólo lo suficiente para no tener que pedírselo a sus compañeros más adelante si dudaba. Durante aquellos tres días permaneció prácticamente silencioso, haciendo sólo algún comentario ocasional. No era borde, simplemente callado. Si sus compañeros llegaron a hacer bromas él no entró al juego. Se mantuvo concentrado en el objetivo, que era llegar cuanto antes a la cueva. Quién sabía si los bandidos seguirían allí en caso de tardar demasiado.

Las raciones que el Aburame llevaba eran algo parecido a galletas secas. Entre eso y una cantimplora de agua que llenaba cuando se encontraban algún riachuelo de agua potable tenía suficiente.

En cuanto llegaron a la entrada de la cueva atisbó en el interior, sin llegar a quitarse las gafas oscuras. Ojalá tuviera el dominio suficiente sobre sus insectos como para utilizarlos en aquel momento. En lugar de eso recibió las palabras de Tetsu y asintió, agradeciendo la seriedad de su compañero en los momentos importantes. En el fondo había temido que se tomaran esto a coña hasta ese momento.

Sin decir nada Gekko se acercó a una de las paredes de la cueva y la rozó con los dedos. Caminaría así, tocándola, por si luego la luz escaseaba lo suficiente como para tener problemas para orientarse.