Partida Rol por web

Antes de que ninguno de los presentes pudiera responder a Baghi, un chirrido horrendo surgió de la palanca de apertura de emergencia, cuando el brazo mecánico de Smirnof la doblegó como una grúa industrial tirando de una cañería vieja. Como resultado la palanca quedó bastante maltrecha, como papel de aluminio estrujado con una llave inglesa, pero el mecanismo se accionó satisfactoriamente. Con un sonido sordo, el sello mecanico se deslizó y la compuerta quedó suelta para poder ser abierta manualmente.

Por la rendija que se había entreabierto entre las dos hojas de metal, se colaba el trémulo brillo de una proyección holográfica. Sin embargo, dadas las condiciones del pasillo principal y lo angosto del corto corredor de acceso, era imposible que mas de uno de los presentes echase un vistazo al mismo tiempo con la armadura de comando puesta.

La llamada a la oración va quedando atrás hasta casi desaparecer, y el camino se va tornando cada vez mas angosto y peor iluminado entre filas de tumbas cada vez mas angostas. El sonido de una fuente de agua termina por sustituir la llamada del muhacin, ignorada por los exploradores virtuales. De repente el sabueso se detiene.

Las tumbas finalizan abruptamente, sumergiéndose en las aguas de un lago de aguas lóbregas bajo las que se adivinan figuras fantasmales de tenue luminiscecia azulada. Al otro lado, entre la espesa vegetación y las suaves colinas, se adivina la cima de la pirámide. A ambos lados, la superficie del agua parece extenderse sin fin.

De repente, por encima del sonido del agua que se agita lamiendo las sepulturas, escucháis el lamento fúnebre de un saxofon, que desgrana notas tristes. Al mirar en la dirección de la que proviene el sonido, alcanzáis a ver una figura enjuta pero de gran estatura. Es un músico negro ataviado con un traje de luto barato, que tiene las rodillas y las coderas llenas de remiendos. Sobre la cabeza, lleva un sombrero de paja redondo tan ajustado a las sienes que no se le pueden ver los ojos. A su lado hay una pértiga y una barca que parece una lámina de datos brutos sin pulir, que destaca sobre el paisaje ficticio como un monolito de obsidiana en mitad de las montañas de la Luna.

Snow alza una mano y aprovechando que se ha librado del nanotraje, se adelanta hurtando el cuerpo hasta colocarse delante de la rendija, a través de la cual otea el panorama en busca de el origen de la luminosidad que se filtra por la puerta.

- Anubis, abre un canal con "Parches", hace tiempo que no sabemos de ella. Si puedes dame imagen y posición en la nave. - Comenta Snow mientras observa a través de la abertura.

¡Hikaru basta! - dijo el soldado con un tono que no había usado nunca hasta ahora. - Si sigues hackeando su código a tu antojo acabarás causando problemas. Podrías tocar algo fundamental para el manejo de la nave, eres una tecnóloga maldita sea, sabes como va esto. 

Y eso si los programas de seguridad de Anubis no se lanzan sobre ti. Usa la cabeza coño. - le pidió el soldado. - Ha sacado cosas de mi mente también pero tienes que ser fría o acabarás perdiéndote, poniendo en riesgo tu vida y al propia misión. - dijo el soldado. 

¿Anubis porqué haces esto? ¿Acaso tienes algo que ocultar y usas nuestros pasados para meter mierda?

- Anubis, abre un canal con "Parches", hace tiempo que no sabemos de ella. Si puedes dame imagen y posición en la nave

Resuena en los altavoces. 

Señorita, el capitán reclama comunicación, ¿está disponible? 

Llevaba todo el rato que los demás paseaban por la nave organizando como era debido el material de la enfermería. A su gusto, todo a mano y listo para tratar cualquier herida o problema que el nanotraje no fuese capaz de solucionar. Se le había ido el santo al cielo y el Capitán reclamaba su atención. - Estoy disponible Anubis, dile al capitán que estoy en la enfermería. Que se me ha ido el santo al cielo preparándolo todo y que le pido disculpas. - dijo la mujer mientras continuaba su labor. 

Estoy disponible Anubis, dile al capitán que estoy en la enfermería. Que se me ha ido el santo al cielo preparándolo todo y que le pido disculpas

Sonó una grabación de Parches por los altavoces. Señor, tiene línea con la medico si desea decirle algo. 

Lo lamento piloto, toda esta..interacción no es voluntaria, créame. Me da la impresión de que sencillamente sus mentes se sincronizan así con mi software, incluyendo cosas conocidas para ustedes.

No deberían estar mucho tiempo conectados. No sé qué ocurrirá.

No es eso lo que has dicho antes Anubis. Ponnos las cosas fáciles y permite que Hikaru acceda a los datos que quiere mirar. - dijo el soldado sin dejar de teclear. Se le había ocurrido una idea loca. Se concentró en el código que había detectado antes y buscó su origen o su destino. Había algo que le había llamado su atención. -  Una curiosidad Anubis, ¿En que parte de la nave está tu nucleo de procesamiento central?

Mi núcleo de procesamiento se encuentra en la cubierta inferior, en un cuarto de seguridad sellado anexo a la sala de maquinas. Sin embargo dispongo de conexiones físicas a la totalidad de la nave y puedo usar como almacenamiento secundario cualquiera de sus terminales.

La voz parece detenerse unos segundos. Es usted la segunda persona de esta tripulación que me pregunta por esa ubicación, piloto. No puedo decir que me guste, es la típica pregunta de saboteador.

Notas el aire cargarse a tu alrededor, hacerse más denso. No es necesario decirlo pero soy una propiedad del Dominio y cualquier intento de sabotaje se consideraría un acto claro de rebeldía, y me permitiría defenderme por la fuerza.

En cuanto a la interacción, me veo obligado a dar explicaciones, lo que en un principio fue una mirada de curiosidad, se está desarrollando de modo automático, tal vez a partir de que Hikaru está programando sobre mi código, como está viendo.

La tecnólogo busca la razón por la que regreso a casa solo. Es una mujer curiosa y fascinante.

Ese es el motivo principal de este experimento. No puedo darle esa información porque no lo sé. Ya estuve hablando con ella del asunto, la conversación desembocó en este viaje suyo.

Cuando esa frase termina veis aparecer un par de figuras de dos metros de alto ataviadas con armaduras, parecen observaros con curiosidad.

No realicen acciones agresivas, déjenles curiosear un poco y se irán. Dice Anubis. Están marcados como autorizados, creo que les ha llamado la atención el Oni.

- ¿Qué hay dentro, Snow? - Digo con evidente curiosidad. - ¿Podemos abrirla más?

Mensaje de vuestra IA Cortical/avanzada:Detecto un aumento de energía en la sala de máquinas. Donde está el núcleo físico de Anubis.

Te inclinas hacia delante, abriendote paso sin problemas entre las voluminosas figuras de tus compañeros. Haces una consulta casual a Anubis mientras te asomas a la rendija, y la luz azulada del interior se refleja en las pupilas de tus ojos.

El camarotes es un pequeño cubículo de diseño estandar del dominio, como el que tienen todas las naves de línea para sus tripulaciones. Apenas tiene un camastro, una mesa retractil multiuso y una silla articulada. Todos los paneles de las paredes se corresponden con compartimentos retráctiles de todo lo necesario para vivir cada día, desde un pequeño retrete a un lavabo e incluso una pequeña máquina de café. Claustrofobico pero funcional, esa es la descripción que un cínico como Snow tendría en la punta de la lengua.

Este camarote en concreto parece haber sufrido un serio deterioro debido al abandono. Aparentemente, no se ha usado en mucho tiempo. Hay polvo e incluso algunas señales de corrosión y deterioro en la pintura. El olor que te llega es de ambiente cargado, como si los recicladores de aire no funcionaran como debieran. Las luces, amarillentas, tampoco parecen estar acordes al ciclo diurno de la nave. Parpadean continuamente a intervalos irregulares, emitiendo un sonido electrico poco tranquilizador, igual que las que hay justo en el acceso, sobre vuestras cabezas.

Pero sin duda, lo que mas llama tu atención, es un haz holografico que estalla con interferencias continuadas, inundando la sala con la radiación azulada que ya habías visto sin asomarte. Parece proyectar imágenes viejas al azar, tan corrompidas que resultan irreconocibles. Por un momento te parece ver una tripulación en la cocina de la nave, riendo y bromeando. Luego una escena borrosa, dos figuras haciendo el amor en el interior de una ducha química. Una batalla, con raáfagas trazadoras cruzando el cielo de un planeta desconocido. Todo ello en intervalos cruzados, superponiendose.

Y de repente se detiene.

Un rostro aceitunado, de nariz aguileña, se vuelve hacia ti dentro de la proyección. Lleva un uniforme del dominio. Es todo lo que alcanzas a distinguir antes de que, de una manera imposible, intente alargar la mano hacia la puerta, hacia ti. Su rostro se desencaja en una expresión de autentica agonía.

Y desaparece.

El holoproyector sigue chasqueando unos segundos mas, antes de quedar inerte. No estás seguro de si solo es una impresión tuya. Pero de repente sientes frío. Como si el interior de esa sala fuera el congelador de una morgue. O como si tus instintos de veterano te estuvieran enviando un claro mensaje.

Hablo a través del comunicador.

- Chicos, ¿puede ir alguien a mirar qué ocurre en la sala de máquinas? Parece que hay una sobrecarga.

Tic Tac, dijo Hikaru intentando mantener la calma, no estoy haciéndole nada – aun – a Anubis, es la maldita IA que se mete en nuestras mentes, está más que claro que lo hace adrede, oculta algo, la pregunta es ¿Por qué?, busca por tu lado e infórmame indico.

Entonces llegaron aquellas bestias creadas por la IA y el aviso subsiguiente.

Para la fría mente de aquella criatura de datos abstractos el “déjenlos curiosear un poco” debía sonar como una genial idea pero para la pequeña nipona la cercanía de las bestias suponía todo un reto a su tesón.

Sin embargo, intento ignorarles por el momento y sin dejar de caminar hacia el barquero pues era quien podía llevarle al otro lado sin alterar el código.

Y por supuesto, como todo lo demás, la elección que Anubis había decidido presentar y por ende, casi seguramente sería un nuevo camino sin salida.

El RUSO quería entrar. ¡Joder si no se moría de las ganas!. Pero el CAMARADA CAPITAN SNOW se había internado primero y allí no entraba ni una sombra mas dado lo angosto del pasillo.

Sin embargo, como buen chusma que el RUSO era, ahora estiraba el cogote hacia adentro intentando otear cuanto pudiera con los ojos saltones como huevos duros.

SMIRNOFF NO VE NI ZORRA, decía todo ofendido por no poder ver nada, SMIRNOFF QUIERE VER lloriqueaba como OSO al que le han quitado el panal de abejas repletito de miel.