Partida Rol por web

Bien,bien, bien. -os habla Gudröd satisfecho con vuestras palabras. Pongo a vuestro servicio a esta...esta fulana-dice pateando a la muchacha hasta que llega a donde estáis vosotros.-Ella sabe como entrar, os guiará y servirá de intérprete. Os deseo la mejor de las suertes...por la cuenta que le trae a mi familia. Volved con mi hijo y habrá brazaletes para todos y tendréis un lugar en mi casa. No dijo lo que os haría si fracasábais, pero estaba claro que no podíais volver con las manos vacías, no estando vivos al menos. Se levantó, os abrazó a todos deseandoos suerte y os acompañó a la salida donde os quedásteis con la mujer.

-Así se hará Järl Gudrod. -Respondió con el entusiasmo propio de un chaval a las palabras del caudillo. El entusiasmo que le embargaba como a un chiquillo con su primer hacha se multiplicó al sentir los fuertes brazos del järl.

Una vez quedaron a solas centró su atención en la cristiana, la moza no era fea. Resultaba incluso exótica en comparación con los rasgos pálidos y definidos de las nórdicas.

-¿Sabéis nadar?- Preguntó haciendo aspavientos olvidando de alguna forma que era su intérprete y por tanto se le presuponían conocimientos de danés.

No podía negar un cierto orgullo juvenil al verse abrazado como un auténtico guerrero por el líder. Soñó en la gloria, por un momento se olvidó del peligro que iban a correr o en cualquier otra implicación.

Al igual que Olaf, Ásgeir contempló a la cristiana detenidamente. Parecía desvalida, pero aunque sentía cierta compasión era difícil fiarse de ella, cautiva a la que solo movía el miedo. Habría que ver cómo se desenvolvía lejos de las manos de Gúdrod, y ya dentro de la ciudad.

—Así que te llamas María —le digo con voz todavía ronca por la noche pasada—. Tal vez no haga falta nadar ¿eh? Tú dirás. Si nos guías bien, no te haremos daño.

Miró a los demás, a ver cómo reaccionaban a aquello. Por su parte, Ásgeir no veía nada honroso en maltratar a una mujer indefensa. Ya se vería.

—Tendremos que entrar al atardecer, camuflados como si fuéramos sombras. Y me encantaría hacerme con otro hacha, por Odín. Una para arrojar y otra para rematar, eso es lo que se me da bien.

Freyr habia escuchado en silencio las palabras del lider, mientras contemplaba a la esclava de nombre María, acontinuación recapituló en su mente todo lo que habia pasado y lo que tenian que hacer, intentó que la compasión no se reflejara en sus acciones al ver como era tratada aquella esclava, cuando salieron de la tienda, pese a su edad era bastante bajito, incluso más que Fenja, miraba a sus compañeros como si fuera un elfo de pie ante un  descomunal gigante de la escarcha, los miró toscos...sonrió, Freyr estaba seguro que su estatura le supondría un buen punto, al menos iba a ser dificil que apuntaran contra el.

La misión no le pareció tan dificil, hacer las cosas con sigilo y sin ser notado era una de sus especialidades, finalmente se habia dedicado gran parte de sus escasos años a ser un ladrón bastante hábil, nuevamente sonrió para si mismo, se imaginó a sus compañeros como una manada de torpes y gigantescas morsas, intentando pasar inadvertidas y escondiendose detrás de pequeños objetos que no alcanzarían a cubrir ni la cuarta parte de sus aletas.

Entonces escuchó una pregunta que le hizo volver a la realidad de sus fantasías infántiles, el joven de nombre Olaf preguntó algo que hizo estremecer a Freyr...el no sabia nadar...

-No...no se nadar...hay que hacerlo?...porque honestamente...como dijo Mirlo, tengo bastante aprecio por mi vida, y ningún interés en terminar sirviendo en el palacio de la diosa Ran-Aquella deidad marina que recogia los cadaveres de los hombres ahogados y que naufragaban, terrible.

-El sigilo es mi especialidad, asi que, no me preocupo, no es ofensa, pero no sé que tan sigilosos puedan ser ustedes para moverse tanto de noche o de día sin llamar demasiado la atención, o si más bien, tienen la sutileza de una cuadra de caballos desbocados y un mulo retozón.- esta vez, y por primera vez, un aire de inusitada arrogancia habia brotado de los labios de Freyr, se sentía bastante comodo con sus propias habilidades...porque no presumirlas?.

Se le amplió la sonrisa al escuchar que la propia mujer les guiaría y le miró de reojo. - Esto lo vuelve todo más interesante. - Aquella mujer era una bonita ayuda para aprender el idioma y las costumbres cristianas, solo tenía que lograr que confiara en él. Encima la recompensa era exactamente lo que buscaba: Reconocimiento, ya lo esperaba pero escucharlo de la boca del propio caudillo era gratificante.

Recibir el abrazo de Gudröd no pudo evitar emocionarse, ya se veía en el futuro como su intérprete, ¿y tal vez su consejero? si todo salía bien sería un paso más en sus sueños. - Le traeremos de vuelta. - le dijo solemne, al fin y al cabo estaba poniendo en sus manos, o mano, la vida de su hijo. Se sentía animado de empezar la nueva aventura pero en el fondo podía escuchar la voz de su conciencia: - No eres valiente, ni estas desesperado, eres de los estúpidos.

Al salir María recibió la atención de todos y no era para menos. - Bien, María, como dice mi compañero Ásgeir. - Dijo mientras le señalaba, resaltando el nombre para que lo memorizara. - Dependemos de ti nos guste o no, antes de planear nada será mejor que nos reunamos todos en un lugar apartado y nos comentes los secretos de la villa, lo más lógico sería entrar al atardecer así que tenemos tiempo de urdir un buen plan.

En cuanto al tema de nadar, se encogió de hombros. - Preferiría no nadar, con una mano es duro. - pero no pudo evitar mirar de reojo con cierto resquemor a Freyr. - ¿No sabe nadar? ¿de dónde ha salido este chico? - Encima pareció que había estado guardando todo su orgullo para sacarlo de golpe al hablar de sus dotes para el sigilo, pero como casi todo lo que hacía el chico le hizo gracia. - Al que pillen, si salimos vivos me aseguraré que lo recuerden como "El mulo" - Dijo riéndose. - ¡Sveinn ten cuidado!

Soltó una pequeña exclamación como si hubiera recordado algo importante y volvió a referirse a María. - Ya que vas a ayudarnos es mejor que nos conozcas, a mi me llaman "El Mirlo" y ellos son... - Fue señalando uno a uno, diciendo sus nombres, se detuvo en Olaf, no le conocía así que esperó que se presentara él mismo. - Recuerda, como hagas algo que nos haga sospechar lo más mínimo de que vas a traicionarnos. - Su tono de voz era jovial pero la amenaza era clara, con la mano extendida imitó el golpe de un hacha en el cuello de la joven sin llegar a tocarla - ¡CHAC! - Dejó unos segundos para que recalara la idea en la cabeza de la joven y le dedicó una sonrisa agradable. - ¡Pero estoy seguro de que colaborarás con nosotros y no tendremos ningún problema!

No se nadar, pero...pero no hará falta. -Dice respondiendo a Olaf, después se vuelve a Asgeir y se hace cargo de la situación. Sabe de sobra lo que la pasará si no os guía bien.-Necesitaréis....necesitaremos una cuerda para escalar, pero no tendremos que mojarnos. Después mira al pobre Freyr que parecía aterrado ante la idea de nadar y le ve enorgullecerse de sus habilidades para pasar desapercivido. Si no fuese por lo precario de la situación es posible que hubiese sonrreido. Pero María no podía permitirse eso, a la mínima la zurraríais o eso pensaba. Después se vuelve a Aslák, con la vista baja.-Non tenemos tiempo que perder, este juega en nuestra contra. Cuanto antes partamos mejor. Os explicaré lo de la entrada secreta por el camino. Se la ve ansiosa, no es de extrañar. Pues si algo le ha pasado o le ha de pasar a Ubbi pocos amigos va a tener en vuestro campamento.

Sveinn estaba de acuerdo con Maria en que no tenían tiempo que perder.

Quería buscar algún disfraz de cristiano pero ninguno de ellos pasaría por tal, aunque se vistiese con sus mismas ropas. El único que podía dar el pego era Freyr si lo vestían y ensuciaban adecuadamente. Al fin y al cabo todos los niños sucios se parecen y los adultos tienden a ignorarlos. Así que se apresuró a acercarse donde estaban los prisioneros y tomar las ropas de algún jóven cristiano que pudiesen quedar bien a Freyr.

Acto seguido pasó a su tienda para coger herramientas básicas de herrero por si había que hacer algún "arreglo" como romper alguna cadena, agrandar alguna abertura.

También intentó hacerse con tantas capas oscuras con capucha como pudo y se reunió con el resto tan pronto como le fué posible.

-Tenéis razón, debemos ponernos en camino cuanto antes... -Apoyó las palabras de la premura mientras se preguntaba por qué una cristiana con intereses ajenos tenía prisa por hacerlo, ¿tanto temía al järl? O realmente su hijo estaba en problemas -En lo que mis compañeros se van avituallando. Podríais contarnos cuál es el plan, para saber a qué atenernos.

Fenja observaba el cielo, aparentemente ausente de mente mientras los demás conversaban y planeaban.

-Dejad de insistir en lo que le pasará si nos traiciona. -dijo de repente sin dejar de mirar hacia arriba- No es imbécil. -finalmente se giró hacia el grupo- Y si se equivoca en algo, no es de nuestra propiedad, no nos corresponde el ocuparnos de ello personalmente.

Miró a María.

-Como ella dice, no podemos esperar al atardecer... por mucho que necesitaría tiempo para preparar mi magia, debemos apresurarnos antes de que Ubbi cause algún daño irreparable a los planes del caudillo... -dijo, aunque deseaba que todo aquello desembocara en combate directo contra sus enemigos- Id a buscar vuestro equipo y no perdamos más el tiempo. Yo intentaré que nos sea más fácil entrar sin ser vistos.

Sin más, mientras Sveinn se marchaba a recoger objetos, Fenja sacó de entre sus pertenencias una vara fina de madera, de la que colgaban distintos abalorios, y comenzó a agitarla en el aire. Los abalorios perforados comenzaron a silbar con el movimiento en el aire. Mientras, Fenja entonó un cántico a Odín, al que imploraba que liberase la fuerza del poderoso caballo Sleipnir, para que este cargase con los vientos en su ayuda.

Continuó de este modo un largo rato, bailando mientras agitaba la vara y sin dejar de pronunciar oraciones y cánticos. Mientras la seidkona realizaba el ritual, la tierra se fue cubriendo lentamente de una fina bruma que pronto fue haciéndose más y más espesa.

Cuando acabó, estaba claro que resultaría mucho más difícil que os avistasen los guardias de la ciudad.

Fenja sonrió orgullosa y satisfecha. Acarició el valknut tatuado en su hombro izquierdo.

-Gracias Gran Padre, por acudir en nuestra ayuda. Gracias Sleipnir, poderoso hijo de Loki, por prestarnos tus servicios. -murmuró.

Luego se volvió a mirar al grupo de nuevo con una gran sonrisa traviesa en el rostro.

-Adoro éste hechizo. Estoy deseando el poder usarlo algún día para desatar una terrible tempestad contra una flota enemiga en pleno océano. -miró alrededor- Pero por hoy bastará este uso más discreto...

María mira a Fenja agradecida por defenderla, después ve que Fenja empieza a danzar y se queda muda. No cree en tales supercherías paganas, o no debería creer. Pero lo cierto es que mientras la seidkona danza una niebla surgida de la nada os cubre. Todos estáis sorprendidos ante el poder de Fenja, sabíais que era extraña, que decía estar en contacto con los dioses. Pero una cosa son las habladurías y otra presenciarlo en el momento. Todavía con la boca abierta váis a buscar vuestro equipo. Cuando ya estáis todos reunidos y al amparo de la niebla y guiados por María os ponéis en camino.

Dejáis el campamento y os internáis en un bosquecillo cercano por el que avanzáis hasta la parte oriental de la empalizada. Los árboles no están lo suficiente cerca de la empalizada como para saltar de ellos a esta, pero si lo suficiente como para protegeros de los vigías cristianos mientras os aproximáis.

Aquí, y no antes María os explica la naturaleza de como entrar en Santiago- ¿Véis esa parte de la empalizada?Esa de ahí, la que tiene unos maderos de refuerzo. Pues bien, sobre esa parte hay una pasarela para que se instale un vigía, pero como podéis ver no hay ninguno. Eso no es todo. Desde esa pasarela se puede saltar sin el menor riesgo al tejado de una casa cercana. Una vez en el tejado es sencillo descolgarse hasta las calles de la ciudad, justo en un callejón poco transitado.

Después de decir esto se os queda mirandoos esperando que decidáis.

Ásgeir trata de conseguir un hacha extra, la cual consigue sin demasiados problemas. Es pequeña y herrumbrosa, pero le será útil como arma arrojadiza. También procura hacerse con alguna cuerda, a ser posible con un gancho de hierro, de las que se usan para escalar muros o empalizadas. Luego se reúne con los demás.

—¿Tienes capas de esas para todos? —le pregunta a Sveinn—. Serán buenas para ocultarse en las sombras. Lo que quede de piel al descubierto, tal vez podríamos cubrirlo de tizne, o barro, no sé…cualquier cosa. Y podríamos llevar con nosotros alguna cuerda con un gancho, nunca se sabe por dónde tendremos que intentar regresar.

La excitación del momento hace que Ásgeir se sienta bien, casi en trance. Cuando la muchacha cristiana informa del medio de cruzar, da un paso al frente. Es entonces cuando tiene lugar el prodigio. ¿Casualidad? Ásgeir no cree en las casualidades, así que contempla a Fenja con temor y respeto. A duras penas consigue recuperar la compostura y aclararse la garganta.

—¿Cómo es que no hay vigía en ese punto? ¿Sabes la razón? —le pregunta a María.

Sveinn era bastante esceptico y no terminaba de creerse que Fenja hubiese convocado la niebla. Sin embargo era tan oportuna y su aparición coincidía con el apogeo de la danza ritual de la Seidkona de una manera tan precisa que era difícil de refutar. Sveinn pasó la mitad del camino tratando de decidir si era más dificil de creer o más dificil de refutar. Finalmente rompió el silencio para decir.

-Buen trababababajo Fenja.

Al llegar al linde del bosque y ante las indicaciones de María, Sveinn trató de localizar guardias en la empalizada que les pudieran ver aproximarse a pesar de la niebla.

Fenja miró a Sveinn cuando éste se dirigió a ella. En ningún momento mostró impaciencia ante el tartamudeo del joven, y le sonrió cálidamente cuando éste terminó de felicitarla.

-¡Muchísimas gracias, Sveinn! -exclamó contenta- Al menos alguién lo apreció. -añadió en el mismo tono pero lanzando una clara puya al resto de compañeros que habían obviado su esfuerzo.

Durante el corto viaje hacia la empalizada, la seidkona aprovechó para hacer un par de preguntas a María.

-¿Cuánto tiempo hace que eres una thrall? ¿Dónde vivías antes?

Al llegar frnete al muro escucha las explicaciones de la cristiana y frunce el ceño, pensativa.

-¿Cómo sabes todo eso con tanta seguridad, María? -dijo mirando a la esclava con suspicacia.

María se encogió de hombros ante la pregunta de Ásgeir -No lo se....imagino que no esperan que nadie ataque por aquí-fué todo lo que atinó a decir la joven.

Mientras tanto Svein reparte las capas de color pardo para todos, o para el que quiera cogerlas. Este intenta otear en el horizonte, pero con la niebla es dificil ver nada. Tenéis que tomar una decisión, o lanzaros a la valla haciendo caso a la cristiana María, quedaros donde estáis o buscar otro sitio para entrar. El tiempo corre en vuestra contra.Fenja, tal vez por desconfianza o recelo pregunta a María. Esta sonríe y aunque parece dubitativa por la reacción que pueda suscitar habla con orgullo-No soy una Thraell...mi marido era un lordemano, como vosotros. Murió hace cosa de un año, y al morir el me quedé indefensa entre los vuestros....yo... hice lo que pude para sobrevivir.-Aquí tuerce el gesto y baja la mirida. Quizás recuerde a su marido muerto o se apene por lo que ha tenido que hacer, quien sabe.-Antes vivía en la Villa, se que aquí no ponían guardia. No se por qué.- Responde a la pregunta de Fenja. 

Fenja parecía molesta. Ásgeir se encogió de hombros para quitarle hierro al asunto.

—Me da escalofríos eso que has hecho, mujer, nunca antes vi tal portento —le dijo con tono conciliador—. Cualquier cosa que nos ayude yo te lo agradezco, pero temo esas habilidades tuyas, pues no las comprendo y no sé de dónde provienen.

Tras ese alarde de sinceridad (para bien o para mal), aceptó una de las capas de Sveinn y se la puso por encima. Luego escuchó detenidamente a María, ese nuevo retazo de su historia. La traspasó con sus fríos ojos azules.

La niebla le había dejado sin habla, silencioso mientras miraba alrededor intentando entender el fenómeno, éste distaba de ser natural lo que hizo que mirase a Fenja con una mezcla de admiración, respeto y temor... 

Aquí tuerce el gesto y baja la mirada.

Fue en ese momento cuando el nórdico Haraldson la levantó la mirada tomándola de la barbilla. Desconfiaba de ella, por un lado tenía un plan certero, por el otro no parecía haber vigías. Ninguna héroe de las sagas tenían tantas facilidades ni siquiera cuando Sigfrido fue bañado por la sangre del dragón o tampoco cuando Ragnar se enfrento a Aelle, y aún así todos tarde o temprano acababan entrando en el Valhalla. Olía a una trampa de las que translucía una muerte al menos se aseguraría de que lo haría arma en mano...

-Gracias por tu guía. -Agradeció al tiempo que dedicaba una mirada a sus compañeros, primero tomó una de las capas que le ofreció Svein. A quien le agradeció con un gesto silencioso. Durante su infancia le habían dejado claro que los ruidos lo más conveniente era hacer los menores posibles, a no ser que se buscase atraer a los enemigos a una emboscada.

-¿Quién va primero?- Intentó preguntar con gestos no teniendo claro si le habían entendido.

Áslák aprovecho el tiempo que les dieron para cambiarse de ropa, por algo que al menos no estuviera manchado de vino, y en coger su hacha de mano, un cuchillo y una cuerda. Entrar a plena luz del día le parecía una locura, no entendía como el resto estaban de acuerdo, pero al volver sus dudas se despejaron de inmediato, encontró a Fenja danzando y cantando de un modo que le resultó hipnótico, embobado vio como la niebla se arremolinaba alrededor de la chica y acabó por cubrir todos los alrededores. - ¡Los dioses están con nosotros! - Nunca antes había contemplado una demostración de poder como aquella, al menos no en alguien tan joven y, porque no decirlo, atractiva.

Quedó tan sorprendido que no acertó a decirle nada a Fenja, cualquier cosa se quedaría corta, estuvo dándole vueltas hasta que Sveinn le tendió una capa y al agradecérsela, acabó olvidando decirle nada a la chica. Pero una vez en el bosque ella misma se lo recordó demostrando su descontento, tenía razón, habían sido unos desagradecidos. 
- Lo siento Fenja, solo, cualquier cosa que hubiera dicho me hubiera quedado corto. - Con la respuesta de Asgeir no pudo evitar indignarse, comenzó a hablarle haciendo grandes aspavientos para mostrar su enfado sin tener que levantar la voz  - ¿Como que no sabes de donde provienen? ¡Odin nos acompaña y nos ayuda! ¡Gracias a Fenja ha puesto sus ojos en nosotros! ¡Tenemos su bendición! - Sonaba un poco exagerado, pero él lo veía así.

En cuanto la explicación de María, no le resultó muy convincente, sus compañeros ya le iban preguntando lo mismo que se le pasaba a él por la cabeza. Le observó pensativo, buscando un vacilar en su voz o algún gesto extraño que descubriera si mentía.