Partida Rol por web

¡Espera!- Le dice a Erick - Dejame intentar algo antes.

Ian extiende su mano e intenta alcanzar aquella "piedra" brillante con su magnetismo. Mientras intenta desde lejos ver si tiene atributos de metal o saber si hay alguna trampa metalica alrededor de ella le dice a sus compañeros.

Puede que no sirva de mucho, pero intento ver si tiene propiedades metalicas. Quizás podamos atraerla hacia aquí sin tener que acercarnos.

El conrol del poder de Ian hace que la piedra ruede por el suelo unos metros, quitándose del lugar en el que estaba, pero bajo ella no hay nada aparte de unas cuantas lombrices de tierra, que ahora se retuercen al haber quedado al descubierto.

Eric, que se queda observando todo el proceso se da cuenta de que dentro del círculo ahora rojo, hay otro más pequeño, pero que parece estar grabado en la piedra sin ningún color.

Por otro lado, Dan intenta fundirse con el suelo. Todos podéis ver como se desmaterializa y se vuelve a materializar en el mismo sitio.

- No sé lo que hay aquí debajo pero no puedo entrar.. Si se ha puesto así cuando la habéis tocado con esa mano marcada quizás si lo intenta otro pase algo ¿ no?

Tuerce el gesto y se aparta al ver pasar la piedra por su lado, sonríe y se agacha para poner la mano con el símbolo al lugar donde indicó Dan, quién sabe, quizás resulte. Y también puede que alguien se le coma la mano... más vale estar preparada por si acaso.

Parece que no habrá problema.- Dije largando un aire relajador.

Al ver que la piedra rueda un par de metros saliendose de su lugar, me acerco lo más posible e intento tomar la piedra con mis manos.

 Observo atentamente como la piedra, ante el poder de Ian, comienza a rodar unos metros. En ese momento logro divisar con más claridad el círculo rojo, por el que se ve uno más pequeño en su interior, grabado en la piedra.

Frunzo el ceño ante el intento fallido de Dan para averiguar lo que hay bajo nuestros pies. El pulso se me acelera un poco, no estoy seguro de lo que hay que hacer. Veo como Alex y Ian se acercan a la piedra. Ian trata de tomarla entre sus manos. Yo, por mi parte, me acerco al extraño círculo para verlo mejor. –Puede que no haya ninguna trampa metálica, pero creo que en la época en la que se hizo esto tuvieran mucho metal por aquí…

Me miro la mano enguantada, algo pensativo. Y, casi instintivamente, la acerco al círculo grabado.

Eric coloca su mano en el centro del círculo ante la atenta mirada del resto, sobre todo de Alex que se encontraba inspeccionando la piedra en ese momento. Durante unos instantes, como si el tiempo se detuviera no sucede nada, pero al pasar unos instantes, otro círculo rojo aparce en el interior del que ya estaba y la piedra comienza a moverse sola, haciendo que tengáis que apartaros mientras comienza a rodar lentamente.

Vuelve a tomar la posición en la que la habéis encontrado y por unos instantes, las luces rojas comienzan a brillar con más fuerza, algo estaba cambiando, lo que parecía no saberse era el qué. El suelo tembló unos instantes bajo vuestros pies. No fue un movimiento demasiado brusco, pero lo suficiente como para que os esperaráis cualquier cosa de nuevo.

De al lado de la piedra, salieron cuatro enormes barras de metal, quedando como sujetándola para que no se moviera y no tardo en comenzar a cambiar todo de nuevo, siguiéndose los temblores durante unos minutos. La raco, ahora comenzaba a deslizar una especie de placas. No, ya quedaba claro que eso no era una piedra, sino alguna especie de mecanismo que no comprendíais, aunque poco a poco ese mecanismo se fundió con el suelo y un par de movimientos más se abrió una especie de agujero totalmente redondo y en su interior, unas escaleras que llevaban hacia el interior de la tierra. El recorrido estaba iluminado por una especie de luz azulada y las paredes que ahora quedaban al descubierto al lado de las escaleras, eran totalmente metálicas, como si hubiera un complejo debajo de vuestros pies.

Por lo demás en el exterior todo seguía en calma, y la lluvia, pues seguía sin cesar y el cielo estaba tan gris que no parecía que pudiera acabar de llover nunca.

Sonríe al ver las escaleras que descienden, da una palmadita a Eric a la espalda.

¡Buen trabajo! - sonríe tan feliz y mira a los demás - Será mejor que alguien baje antes, estoy loca, pero no tanto como para querer meterme en tanto peligro.

Dijo refiriéndose a sus heridas, si le daban una vez más, no quería morir.

Miré atónita lo que teníamos ahora delante, aquel agujero frente a nosotros.

Ya me había fastidiado bastante el hecho de tener que estar en mitad de ninguna parte mientras llovía a mares, pero lo de meterme bajo tierra después de haber visto a aquellas criaturas, me hacía mucha menos ilusión aún.

Hice un gesto a mi compañero para que se acercara a mí, quien no tardó en complacerme como la hacía siempre, mostrándose sumiso en todo momento.

- Yo bajaré la última, no vaya a ser que nos aparezca otra cosa de esas horribles como la de antes y nos pille desprevenidos.

Tras mis palabras, volví a sacar la katana, no me hiciera falta de nuevo.

Dan que se hallaba casi hasta con la boca abierta miró a la muchacha que acababa de sacar la katana y que no pensaba meterse ahí la primera y luego miró a Ian y a Eric.

- ¿ Alguno de vosotros se anima? - Preguntó asomando la cabeza para mirar hacia abajo, pero más bien con pocas ganas de probar a ver qué es lo que pasaba si entraba.

Como acto reflejo Dan también volvió a sacar su arma, aunque como todos habías podido comprobar, no era la persona con mayor puntería del mundo.

Ian en un intento por adelantarse, trata de convertirse en el hombre invisible pero este falla al intentarlo.

Mediante su frustrado intento, mira a los demás con un gesto de negación paulatino.

Yo podría, pero aún sigo aturdido por la pelea de hace rato. Y ha afectado a mis poderes. Por lo cual sugiero que no seré escudo humano de nadie.-Ian sostenía la pequeña piedra con su mano, olvidandose que la sujetaba.

Doy un paso hacia atrás cuando el suelo se “abre” ante nosotros. Nunca había visto nada parecido, y esto ya se asemeja más a una novela de ciencia ficción que a una de aventuras por el Amazonas. –Esto no fue hecho por tribus indígenas de por aquí.

Uno a uno, mis compañeros van cediendo su puesto para entrar. Parece que me va a tocar a mí. Aún sin tenerlas todas conmigo me acerco al agujero que hay en la tierra. –Bueno, supongo que tendré que ser yo…

En un intento por aumentar mi seguridad trato de activar de nuevo mi armadura. El frío comienza a rodearme, y el hielo comienza a extenderse por mi piel. No tardo en tomar un tono azulado, como si mi piel se hubiese congelado. Un poco más tranquilo, me quito los guantes y desenfundo mi espada. Y, ante la mirada de mis compañeros, comienzo a adentrarme por las escaleras que bajan y bajan.

Al final, tras el ofrecimiento de Eric, más que nada por resignación, uno tras otro comenzáis a bajar por aquellas escaleras metálicas, sobre las que prácticamente es imposible no hacer algo de ruido ya que chirrían levemente a cada peldaño que bajais.

Uno tras otro comenzáis a entrar hasta terminar de bajar las escaleras que hacen un quibro a la izquierda para dar paso a otra tanta de escaleras más. Ahora, frente a vosotros hay una puerta metálica, junto a la que hay una especie de aparato con una mano, dando muchas pistas de cómo habría que abrirla.

A vuestras espaldas, en la parte de arriba de las escaleras, podéis escuchar como se acaba de cerrar el lugar por el que habéis entrado, aunque suponéis que también se podría abrir desde dentro.

No se escucha nada y la cantodad de polvo que tiene el suelo es digno de mención, ya que ahora se ha adherido también al barro que ya acumulaba vuestras botas, en el caso de Dan, a sus pies ya que hacía rato que estaba caminado sin ellas.

Por las paredes no se veía ninguna rendija de ventilación ni nada parecido, así que aquella puerta parecía el único lugar por el que poder continuar vuestro camino.

Parece que esto no fué construido por un simple excursionista.-Toca las paredes suavemente mientras mira todos los alrededores-El que lo haya construido, claramente tenía en mente que estas instalaciones volverían a usarse... Al menos eso es lo que pienso.

Mira la puerta, intentando reconocer si puede hacer algo con ello. Mmm-Piensa en voz alta-Creo que podría hacer algo si lograse saber con exactitud que clase de mecanismo es.

Saca de su mochila el Kit Electronico mientras pregunta antes de accionarse hacia el modulo de control:

¿Alguien tiene alguna idea mejor?

Mira a Ian y alza una ceja al escucharlo, pasa una mano por su hombro para apartarlo con suavidad y se dirige a la puerta.

Pues yo creía que solo teníamos que poner aquí la mano.

Y coloca la mano donde está su símbolo encima del aparato donde está gravada la mano.

 Mientras me adentro en el interior de la tierra trato de hacer el mínimo ruido, pero mis pies hacen chirriar la escalera por la que bajamos. Respiro hondo, y trato de serenarme. Me apoyo en el hecho de que mi armadura me protege, en cierta medida. Finalmente llegamos a una puerta.

Enfundo mi espada pero dejo activada mi armadura, por si las moscas. Frunciendo el ceño observo analíticamente el lugar en el que nos encontramos. Asiento ante el primer comentario de Ian, esto no está hecho por nadie “normal”. La transición entre la antigüedad de las rocas de fuera y la modernidad de la puerta metálica con un extraño aparato me desconcierta.

Ian nos ofrece su ayuda, pero Alex se adelanta y pone su mano sobre el aparato. Parece que últimamente tocar cosas con nuestras manos es lo único que consigue mostrarnos el camino. Me acerco a Alex y me quedo tras ella, observando la puerta. –A saber qué habrá ahí dentro… Ten cuidado, Alex.

Abby y Dan permanecieron en la retaguardia, vigilando vuestras espaldas, aunque escuchasteis unas palabras muy groseras saliendo de la boca de la muchacha cuando vio que el lugar por el que habíais entrado volvía a cerrarse.

Alex, antes de que Ian pudiera ni siquiera concentrarse en la máquina, llevó la mano a lo que claramente estaba pididendo que le pusieran la mano encima, y la puerta, tras un sonido de metal que no se mueve en muchísimo tiempo, comenzó a abrirse delante vuesto.

Ahora frente a vosotros se abría una sala con el suelo lleno hasta arriba de polvo, pero sobre el que no se ve ninguna huella, como si llevara esperándoos muchos siglos. En el interior no parece verse nada a parte de una especie de máquina en la que hay unas luces que aún permanecen encendidas, en color azul. Es como una especie de mesa, o algo así, pero extraña.

Desde la puerta no se puede ver nada más, no es que haya demasiada luz...

Vaya que eres impulsiva.-Dice Ian a la mujer.

Tras abrirse la puerta y ver todo aquel salón. El niño se queda espectante mirando todos los detalles posibles.

Guau... Lo sigo reiterando, parece que alguien sabia muy bien como recibir a sus visitas.-Repetia en su boca unas dos veces.

Se adentró un poco, comenzando a dejar sus huellas en aquella sala polvorienta. ¿Y ahora que hacemos? Por lo que veo habrá que revisar el lugar y hacer limpieza, pues entre la luz escasea el polvo abunda.

Se encoge de hombros ante la respuesta de Ian, y sonríe a Eric aliviada al ver que no ha pasado nada. Entra detrás del rubio, observa alrededor entrecerrando los ojos a causa de la poca luz del lugar.

¿Alguien trae un mechero o algo de fuego? - pregunta buscando una antorcha.

Abigail desde detrás vuestro dio un par de saltitos en el aire tratando de ver algo por detrás vuestra, aunque por su respuesta tan sólo se debió quedar con el olor a cerrado.

- Madre mía, esto da pena sólo con verlo.. - Dijo mientras su lobo pasaba entre vuestras piernas para entrar a inspeccionar la sala, eso sí, soltando un par de estornudos debido a la cantidad de polvo que se metía en sus fosas nasales.

Ante nosotros se abre la puerta con un leve chirrido que delata su antigüedad. Cuando dejo escapar el aire que había contenido, en un suspiro, éste se condensa y se convierte en vapor. La pequeña nubecilla me nubla el rostro hasta que se disuelve. Alex me sonríe aliviada, menos mal que no había ninguna trampa rara ahí dentro, o eso parece…

Con pasos no muy decididos me adentro en el interior de la sala tras mis compañeros. El polvo se adhiere a mis botas a medida que camino por el lugar. La poca luz me impide ver la mayoría de la sala, mi mirada se centra en las extrañas lucecitas azules que hay en el centro.

Me encojo de hombros ante la pregunta de Alex y me acerco a Ian por detrás. –Podrías arrojar un poco de luz al asunto con tu poder, ¿no?- señalo a la máquina que emite la luz azul. –Esa cosa me tiene extrañado. Este lugar sigue sin inspirarme confianza.