Partida Rol por web

Al momento en que salió el sol todos comenzaron a despertar. Algunos en sus habitaciones y otros en el salon principal de la taberna. El alcohol no ayudaba a que se sintieran en la mejor forma, pero tampoco había sido tanto, y se lo habían ganado.

Mientras se volvían a juntar, esta vez con animo de desayunar encontraron que el salón estaba en bastante buen estado. Evidentemente los taberneros habían trabajado luego que los venciera el sueño y el lugar no parecía en tan mal estado como recordaban haberlo dejado.

Una mesa, con algunos cuencos de leche y bastante pan los esperaba. Había terminado la fiesta, era hora de comenzar a prepararse para la nueva aventura.

El primero en despertar fue el Gnomo, que tenía un fuerte dolor de cabeza.
Estaba todo despeinado, y con los ojos apenas abiertos. Caminaba lentamente hacia la mesa. Al ver la comida, hizo un gesto de asco que intentó disimular.

No.. Gracias. No tengo hambre...

Una vez se sentó en una silla tumbó la cara en la mesa, y cerró los ojos, esperando la llegada de sus compañeros.

Reconoció aquel ligero dolor de cabeza, mientras con una ligera sonrisa se levantaba del catre, buscó algo de agua fresca con la que despejarse pero no parecía que hubiera en la habitación, de modo que el grandullón sin pensarlo salió al comedor unicamente con el taparrabos, aun no se había levantado nadie, bueno y si lo había hecho, Gliriel parecía haber decidido volver a dormir. SOnriendo buscó el agua, encontrando un barreño lleno de esta donde sumergió todo su tronco y cabeza. El agua fría le despejaba a cualquiera y le parecía haber visto algo para desayunar, de modo que se sentó junto a su compañero y alcanzó uno de los cuancos con leche y una hogaza. - Una pena que no tengamos algo de panceta o tocino, pero bueno tampoco podemos abusar de la hosptalidad, ¿verdad Gliriel?

A Rakas le resultaba realmente divertido ver el estado en que se encontraba el pequeño pues era algo extraño ver un gnomo resacoso. - Será mejor que tomes algo, aunque sea un gran cubo de agua, eso suele ayudar.- Mientras el joven sacudió su melena sin contemplaciones haciendo que multitud de gotas de agua salieran despedidas en todas direcciones. - Si señor nada mejor que una buena cena y descanso para reponer fuerzas.

Al darse cuenta de dónde se encontraba y ver su estado, comienza a sacudirse como si se tratase de su perro Kuznak.
¡Pero qué...!

Miró hacia atrás y vió al robusto cuerpo de Rakas, que le ofrece el desayuno.

Supongo que tienes razón. Posiblemente esta misión sea más dificil que la anterior, así que debemos ir bien preparados...-luego gira la cabeza hacia los padres de Noreen-¡Disculpad que haya mojado todo! voy a comer afuera, y de paso le doy un poco al pobre de Kuznak.-diciendo esto toma la jarra y el pan y se va hacia afuera.

Levantando la vista del plato vió al tabernero limpiando algunas cosas, no sé había percatado de su presencia hasta que el gnomo lo mencionó, sonriendo se encogió de hombros. - Un poco de agua no creo que sea problema pequeño.- Vió como Gliriel salía con algo de leche y pan, seguramente su perro agradeciera mucho más la comida que el estómago del druida.

Esperando que sus compañeros se levantaran Rakas dió buena cuenta de la hogaza antes de volver a su habitación, ponerse un pantalón de cuero vasto y salir fuera a desentumecer los músculos un poco con algo de ejercicio.

Menzo vio como los piececitos del gnomo pasaban delante de sus ojos entrecerrados. Se había caído de la cama y su visión a ras de suelo era algo desconcertante. Poco a poco fue asimilando dónde estaba, aunque le costó un buen rato, pues la última imagen suya despierto fue la tabla de la mesa moviendose y dando vueltas y ahora tenía la nariz pegada al enpolvado suelo de la habitación. Se puso en pie y como un zombi arrastrando los pies, bajó al primer piso donde Gliriel ya había tomado asiento. La cara de Menzo era como una especie de magdalena recien hecha e hinchada. Su garganta tenía el reseco típico de la resaca. Menzo lanzó un incomprensible -bfuenoss iaaaaahhh sss -en un interminable bostezo y se dirigió directo a la puerta de la calle. Al poco se oyó el sonido de un chapuzón. El explorador había usado el abrevadero de las cuadras como baño. El agua fría le hizo estremecerse, pero se despejó al insntante.

Buff, que sueño más raro. - Gliadel se despierta con el ruido de sus compañeros haciendo ¡que demonios! ahí abajo, y con el dulce (pero odioso cuando te levantas con resaca) canto de los pajaritos. - No vuelvo a beber en mi vida ¡Jamás! - Después del brindis inicial el clérigo empezó a beber sin medida como el resto de sus compañeros, pese a su odio hacia los borrachos. Un día essh un día, decía. Cantos y bailes regionales, piruetas imposibles, monólogos supertrascendentes y un sin fin de chistes estúpidos se sucedieron a lo largo de la noche. Ahora tocaba cumplir con la obligación. – Y no vuelvo a beber en mi vida, joder que mal estoy. - El clérigo comienza ha hacer marcha, se viste torpemente y baja las escaleras como un muerto en vida. Si es que estoy que doy penita. - Hola Gliriel, buenos días Rakas. ¿Que tal, habéis dormido? Yo he tenido otro sueño rarísimo. Iba con una maza enorme y el avatar de Pelor estaba conmigo. Peleábamos contra todo tipo de cosas y al final subíamos una gran montaña.-

Rakas se había vuelto a refrescar tras un poco de ejercicio, al regresar Gliadel parecía haber terminado de levantarse y estaba sentándose a la mesa para tomar algo.- Lo mejor para la resaca es algo de ejercicio, un buen desayuno y un buen cubo de agua fria.- Sentándose de nuevo junto con su amigo golpeo amistosamente la espalda. - Parece un sueño épico, aunque no lo cambio por el mio.- Una sonrisa pícara apareció en el rostro del bárbaro mientras cogía un nuevo tazón de leche y algo de pan. - ¡Qué mujeres!, ummm.... eran diosas de la fertilidad de senos rebosantes de leche tan dulce...

El mago bajaba por las escaleras hacia la sala donde estaban sus compañeros, con ojos ojerosos mira alrededor intentando localizarlos a todos -vaya, parece que no soy el último en llegar-, toma asiento y se acerca un poco de leche y pan. -un poco mas y alguno se tiene que quedar aquí descansando un par de días mas, no se que es mas cansado si las fiestas o la lucha-

¡Qué suerte Rakas! Sigue contando por favor

Arza fue de los últimos en bajar; aunque no había sido el que más había bebido si le costó trabajo recuperarse.
Venga chicos, hay que desayunar pronto que habrá que ir a ver a Loren; hay que intentar sacarle bastante por la serpiente así que hay que tratar de que no sepa que tenemos cómo controlarla, así pagará más.
La última parte la dijo en voz más baja para que sólo la oyeran sus compañeros.
Después se sentó y se preparó para tomar un buen desayuno, aunque ya estaba pensando en el regateo por la serpiente.

¡Buena idea! Le venderemos la serpiente en dos partes jejjejeje...por un lado la serpiente y por el otro las instrucciones jejejeje. Al fin y al cabo, tanto una como las otras fueron conseguidas con su correspondiente dificultad...osea que se pueden considerar tesoros diferentes. Arza eres un fenomeno mercantil, un negociante nato. Vamos muchachos, terminemos este suculento desayuno y acudamos a la llamada del cuerno de oro. Dijo Menzo tomandose el cuenco de leche de un trago y dejando un reguero de motas blancas por todo su labio superior en un deslucido bigote blanco; por último lanzó un enorme mordisco al trozo de pan que masticó con la boca abierta, desmigajando el suelo. Sus ojos mostraban ese brillo extraño de nuevo. El oro y los objetos mágicos habían causado una sensación extraña en él. Aún no sabía que esa sensación tenía un nombre propio: codicia. Su mentor le enseñó muchas cosas, pero la mayoría relacionadas con la superviencia en la Naturaleza. También le enseñó a tener un buen corazón e intentar actuar siempre por el buen camino, pero el oro, las riquezas y los objetos mágicos habían sido inexistentes en su vida hasta ahora y aunque Umbaldar le había hablado de su poder, nunca se sabe demasiado hasta que se experimenta en sus propias carnes. Y ahora llevaba un saco lleno de monedas de oro, había tenido por primera vez perlas entre sus dedos y sobretodo la sensación al manejar esa honda que producía esa luz verde al ser lanzada habían dejado un pequeño punto oscuro en su corazón. Un punto oscuro que crecía lentamente.

Tras un agradable desayuno y conseguir terminar con los desagradables efectos de la resaca, el grupo optó volver a los negocios. Era el momento de negociar con el viejo Loren. No solo en lo referido a la serpiente, sino sobre los objetos que no habiais podido identificar.

Tras llegar a su tienda, entrasteis con cuidado y lo distinguisteis comodamente entado en uno de sus sillones. El sabio se paró apenas os vió entrar y una sonrisa se dibujó en su rostro - Bienvenidos y Felicitaciones! Ayer en la noche intenté felicitaros, pero la situación era un tanto caótica. No se si me habeis escuchado -

Como buen comerciante Loren sabe cuando hablar- Todo el pueblo habla de vuestra hazaña... y de la fiesta de anoche. Hacía mucho que no bebía tanto, jaja. Pero os lo habeis ganado. Es una suerte que Noreen esté nuevamente con nosotros. Bien hecho -

Tras una leve pausa el hombre os mira con atención y pregunta - Y la vibora de metal... la habeis conseguido? o desapareció con el resto de la torre. Contadme. Quizás algún otro objeto que me pueda interesar. Ya sabeis que me interesa comprar cualquier objeto. Y vender también, por supuesto. Ya me direis si además necesitais comprar algo -

Propongo vender todo lo que no sea mágico para empezar. Con el oro, podemos comprar los servicios de Loren para que terminemos de identificar lo que falta. Luego pasamos al tema objetos mágicos y...¡la serpiente mecánica! ¿Os parece buena idea?

El desayuno fue agradable, Rakas esperaba que la gente no cogiera la costumbre de invitarles a comer por realizar trabajos, al menos como se podía ver había sacado un buen botín de aquella torre.

Estoy deacuerdo con Menzo, pero lo primero creo que será sacar los objetos en los que estemos más interesados, yo necesito una de esas antorchas y el zurrón claramente debemos guardarlo, nos vendrá bien.- El bárbaro sostenía la guja entre sus manos y parecía no darse cuenta de que el objeto también estaba en el botín.

Tras unos instantes de duda dejó está entre el resto de objetos encogiendose de hombros. -Mejor conocer cuanto podemos sacar y a cuanto tocamos antes de encariñarse con los objetos valiosos.