Partida Rol por web

Miro desconcertado a Constance, la mujer silenciosa que se había mantenido apartada de las conversaciones hasta ahora.
Me ha dado una respuesta.
Sin pedir nada a cambio. Extraño, extraño y afortunado.

Muchas gracias señorita Constance. Es un placer conocerla - miro hacia el señor Dumont con una clara sensación de haberle dado información para nada. Pero bueno, parece un hombre de negocios, y seguro que el hecho de que se le haya adelantado la Tremere no significa que no fuese a darme esa información.

Que no haya venido siendo uno de los hombres al servicio de Marcel solo me hace pensar que las relaciones entre ambos quizá no anden muy bien. Solo quería saber donde encontrarle... para hablar.

Miro a la señorita bicolor salir hacia las escaleras anunciando la celebración de los entretenimientos que han preparado. Una especie de juegos para divertirnos. ¿porqué no?

Me levanto cuando Parker se levanta asintiendo con la cabeza, ya que me gustaría acompañarla.

Un placer y gracias por su colaboración, señor Dumont y señorita Constance. Espero verles más tarde y poder seguir hablando con ustedes.- Saludo con la cabeza a Laura y Louie mientras me abrocho la chaqueta para salir al exterior.

Salimos al exterior, esquivando personas y cainitas que van y vienen en la vorágine de los juegos organizados por la criada del príncipe, subiendo al pequeño casino alojado en el Sky Lounge del cuarto piso.

Es usted una criatura muy inquieta, señorita Parker "antes conocida como Agnieszka". ¿No se detiene nunca?
Me encanta ver como una vampira puede ser tan curiosa y entretenida, a pesar de tener un nombre que bien denota una larga vida entra los habitantes de la noche.

¿Sois una hija de otros tiempo realmente o es el nombre que os dio vuestro sire? ¿cuando nacisteis?

Pregunto curioso mientras señalo la que creo que será la puerta del casino.
 

Entro en el Sky Lounge del cuarto piso, mirando con curiosidad a ambos lados antes de entrar en la sala. Supongo que la paranoia después de pasar por una ciudad Sabbat hace que uno tome precauciones incluso en el más seguro de los lugares.

La curiosa y hermosa mujer llamad Parker camina a mi lado, hablando con cierta familiaridad sobre su no vida. Su actitud es  extraña y  adorable a la vez. Si fuese de otro clan sospecharía mucho de su actitud tan amistosa.

Al llegar a la mesa me encuentro con la borde pero divertida señorita Morgan  a la cual saludo con una leve inclinación de la cabeza sin dejar de mirarla (no desde que sé que disfrutaría viéndome tragar agua del Mississippi) abrazada a su inseparable maletín. También están la amable Constance, un caballero refinado que no se digna ni a mirarnos, y otra hermosa dama. La dama de rojo, la amante de Marcel.

La verdad que sólo sabiendo el poder que tenía su protector y pareja, uno no se atrevía mucho a mirarla por miedo a atraer celos injustificados del poderoso antiguo. Sin duda era algo a lo que la dama debía estar muy acostumbrada, a que todo el mundo sea amable con ella pero desde la distancia. 
Era una situación que había visto antes, la veía en Lavonne y la veía en Rosalie. Sólo ellas podían saber si esa forma de esclavitud les compensaba.

Nos acercamos a las mesas y la misteriosa y atrevida esclava del príncipe nos invita a explicar en que consiste el juego. Cojo una pequeña copa que nos sirve un criado. Es un chupito de sangre con anticoagulante. Ha sido atemperada y y no está mal, pero carece de la chispa de arrebatarla a un ser vivo.

Buenas noches a todos. Es un placer competir con ustedes.

Una prueba de destreza manual. Curioso. Esperaba algo más, la verdad. Parece bastante... insulso, hasta que habla del premio. Al nombrar la baraja mi ojos se clavan en la mulata de piel enferma. ¿que ha dicho, mademoiselle? 

Mi interés se centra de repente en lo que cuenta la criada de Marcel. Me quedo perplejo cuando la señorita Morgan pregunta por el nombre de Marie Laveau. ¿qué? ¿en serio? debe estar haciéndose la tonta.

Miro a Constance y a Rosalie mientras me pongo en tensión. - ¿puede ser eso cierto? ¿es realmente de Marie Laveau? ¿No nos toma usted el pelo? - mi rostro no denota un tono de burla o mofa.
Hay al menos una Tremere en la mesa. Sólo una miembro de ese clan puede realmente saber el valor que puede tener un artículo como ese.
Saco las manos de los bolsillos y comienzo a bajar la cremallera de la cazadora.

En el momento señalado, todos los invitados a la fiesta somos abordados por miembros del personal de la organización, que nos acompañan al salón Paddlewheel y nos dividen en grupos. Echo un vistazo a aquellos que serán mis compañeros de equipo: mi encantadoramente desquiciada amiga Eris; el Vástago rubio que llegó a la mesa de la Primogénita Toreador junto a aquel otro, el tal Saunière; un elegante señor de edad difícil de determinar al que no tengo el placer de conocer; y una joven que parece casi intencionadamente anodina, a la que no había visto en mi vida. No tenemos que esperar demasiado antes de que la fantástica JoJo se aproxime a nuestro grupo y nos explique las normas de la que será nuestra prueba: deberemos competir entre nosotros para intentar seducir a una persona escogida al azar, que no resulta ser otra que la mismísima Angélica Blake. Mi expresión no cambia en absoluto al recibir esta noticia, a excepción de una ceja que se arquea ligeramente, pero en mi fuero interno no puedo sino preguntarme si acaso el destino no habrá decidido conspirar contra mí para hacerme la noche imposible.

Sonrío al escuchar la generalización de la mujer que no es Eris, pero no digo nada. La miro a los ojos cuando nos pregunta si la conocemos.

—La conozco, sí. Una mujer exquisita, mordaz, excepcional conversadora y de una oscuridad como jamás conocerán. Se lo aseguro. —Después de unos instantes de tenso silencio, vuelvo a sonreír para quitarle hierro a mi aseveración—. Espero que sepan lo que hacen. En cualquier caso les garantizo que tienen mejores motivos que el premio para que no descubra que sus atenciones son solo un juego. Buena suerte; es toda suya. Yo me retiro. —Tras despedirme con una ligera inclinación de cabeza, me alejo del grupo, dispuesto a continuar con lo que estaba haciendo antes del comienzo de la Gymkaín. No obstante, ya desde cierta distancia, añado—: Por cierto, les recomiendo la orquídea.

Escucho con atención las palabras de Jane; lo de las niñas como muñecas de adorno no le parecía novedad… había demasiadas esta noche. Era todo un cliché. Sin embargo los hombres eran desde luego más interesantes. Parecía prometedor ese tal Leonardo, y después de pasar tanto tiempo con Eris y Jasper, los juegos mentales no eran algo que la incomodase. También el “muchacho educado” podía ser una chance.

Despejo esas ideas para después, a fin de responder a Jane a la brevedad. En efecto, no tardarían en empezar el siguiente jueguito.

-Veamos… Los de las zodiacs son todos niños de la facción anarquista, los del lado más extremo o estúpido, como quiera verse. Aun me pregunto quién de ellos orquesto esta maniobra o para qué, pero veré si puedo averiguarlo cuando tenga tiempo de hacer una llamada. Ninguno de ellos tiene dos céntimos para gastar, así que tampoco es que importen demasiado.  

Era la verdad; Caroline no se molestaba en tratar con personas que no tenían para pagarle y casi todos los anarquistas eran solo vagos, viviendo el momento. Sin embargo aquel “abordaje” no tenía sentido, a menos que algo se les hubiera pasado en el escándalo. Prosiguió con la siguiente pregunta.

-El señor Sauniere es más interesante. Su familia tiene “plata vieja” en la ciudad, y una reputacion destacable, dentro y fuera de la estirpe. Pero sus maneras… De no ser el Eliseo, es probable que Marcel le hubiera dado un trato incluso menos agradable que a los anarquistas. No obstante, si aprende a controlarse y orientarse, será algo más que un mero musculo nuevo. Con un poco de guia... Quien sabe. Tal vez, solo sea cuestión de incentivarlo adecuadamente a invertir en Nueva Orleans.

Alzo una ceja ligeramente y no dijo nada más. Pronto vendrían a buscarlas.

Tras dejar a los que iban a ser mis rivales, empiezo a buscar con la vista por todo el salón. Espero que Lavonne también haya sido convocada a estas actividades. También me gustaría volver a encontrarme con Fowler para retomar nuestra conversación…

Fowler escuchó a las damas desenvolverse en la conversación mientras acariciaba el pin que llevaba en la solapa. Todas ellas daban por cierta la autenticidad de la estaca, pero él era escéptico. En realidad, no sabía que le ofendía más: que el Príncipe de Nueva Orleans les creyera lo suficientemente ingenuos como para aceptar dicha autenticidad sin más, o que fuera tan osado como para rifar semejante reliquia entre los pasajeros del Delta Night.

Claro que uno de esos pasajeros era él… ¿y qué perdía uno por participar?

—¿Jugaremos todos, pues? —dijo, mientras metía las manos a los bolsillos.  

Mi mirada se ilumina cuando, al otro lado del salón, diviso la radiante figura de Lavonne. El asombro me golpea una vez más; ¿acaso nunca lograré acostumbrarme a su radiante belleza? Siento un inmenso alivio al comprobar que está sana y salva, y sin embargo, me he quedado paralizado como el ciervo a punto de recibir el disparo mortal. No sé cuánto tiempo permanezco inmóvil, espiando inadvertidamente a la nínfula al tiempo que vuelvo a sentir esas sensaciones desacostumbradas creciendo en mi estómago. No soy libre de su embrujo hasta que, ejerciendo todo el poder de mi voluntad, consigo apartar la mirada por un instante. Tengo tanto de qué hablar con ella… Tantas cosas que necesito saber, que necesito comprender, antes de que la noche termine… Haciendo acopio de valor, vuelvo a posar mi vista sobre ella, disponiéndome a abordarla.

El primer paso es el más difícil.

Cruzo el salón Paddlewheel con paso decidido y la cabeza alta, encaminándome hacia el grupo en el que he visto varias caras familiares. Ya desde cierta distancia mis labios empiezan a curvarse en una sonrisa que enmascara cualquier cosa que pueda estar pasando por mi cabeza. En circunstancias como esta debo reconocer que es un alivio que nosotros, los Vástagos, no reaccionemos a los estímulos emocionales complejos del mismo modo que los mortales; sería incómodo palidecer o ruborizarme en estos momentos, o que mi respiración se volviese más rápida y superficial. Afortunadamente no debo preocuparme por nada de eso, y agradezco la extraña comodidad que se siente en este cuerpo muerto.

—Buenas noches de nuevo —saludo a mis tres conocidos con una sonrisa radiante. Inmediatamente me dirijo a la cuarta integrante de la pequeña congregación, una joven rubia de mirada felina a la que no había visto antes. Estrecho su mano cortésmente—. A usted no la conozco; soy Sebastian Crawford. Un placer. —Me posiciono en un lugar que me permita encarar a todos los reunidos, dedicándole una mirada de reconocimiento a cada uno de ellos—. Me alegro de ver que los desafortunados acontecimientos de antes no les han quitado las ganas de divertirse. ¿Lo están pasando bien?

Mientras aguardo su respuesta, me esfuerzo por que mi sonrisa permanezca en su sitio y por que mis ojos vayan únicamente a donde yo quiera.

-Supongo que lo veremos a lo largo de la noche, señor Fowler -comentó mirándole serenamente, despuntando una sonrisa velada en la comisura de los labios.

Fue entonces cuando atisbó en la esquina de sus ojos la figura de Sebastian acercarse con aquel andar esbelto y firme que no supo reconocer y que, por otro lado, le sentaba bien, dándole cierta viveza. Lo contempló con minuciosidad hasta que llegó junto a ellos, como si esperara que en el último momento fuese a decidir que aquel no era su destino, sino otro. Pero no ocurrió y al llegar los saludó esgrimiendo una sonrisa galante a la que ella respondió del mismo modo, encontrando cierto alivio inesperado en su presencia. Su mirada se iluminó brevemente antes de deslizarse con discreción hacia Angélica un instante y después, con un quedo suspiro, a sus propias manos, donde sus pulgares empezaron a moverse sobre la tapa del libro distraídamente. ¿Divertirse? A montones siempre que Morgiane se mantuviese a distancia, pensó, pero se ahorró el comentario cazando la irreverencia del mismo antes de abrir la boca. No merecía más atención de la que había tenido y no se la iba a dar. Había otras cosas más importantes en aquel mismo momento.

 Shane: ¿puede ser eso cierto? ¿es realmente de Marie Laveau? ¿No nos toma usted el pelo?

Asiento, sonriendo con placer.

-Ah oui -enfatizo mis palabras con un movimiento afirmativo de la cabeza- como he dicho: tiene el sello de garantía del Príncipe. Y pueden pedir una tasación extra a Jerome -viendo el número de extranjeros en esta prueba, le señalo vagamente con la mano- es aquel caballero de vejez aparente. Es un anticuario muy reconocido en la ciudad, seguro que puede atestiguar el valor de la baraja. Si es que consiguen ganarla. Aunque no esperaría mucho para realizar la prueba: el primero que la consiga, se la queda.

Fowler: —¿Jugaremos todos, pues? 

Sonrío, complacida al ver la fabulosa acogida en esta mesa.

-Magnifique -aplaudo, emocionada- mucha suerte a todos los participantes. Y... por favor, se trata de una reliquia: espero no verla clavada en el pecho de ningún otro invitado al finalizar la noche.

Mis palabras me provocan una carcajada, pero no están exentas de verdad; este barco seguirá siendo Elíseo por el resto de la noche. Mon Dieu que no me hagan arrepentirme de organizar este juego.

A medida que se acerca Sebastian... ve a una mujer que no conocia antes, su cara tiene este aspecto, es muy atractiva y efectivamente tiene unos ojos que recuerdan a los de un gato pero solo es imaginaciones tuyas:

Solamente desea encontrar lo que habia venido a buscar... y quizas marcharme o quizas detenerme a pensar... pero mientras estaba pensando en todo esto de repente una mujer morena empieza a dudar de la veracidad de que el objeto sea el que dicen ser y luego la otra comenta el atrevimiento y audacia de la morena por aquella discrepancia, acto seguido el hombre que esta en nuestro grupo pregunta si jugamos y en ese momento un hombre con barba al que reconozco, el que bailo en la pista, y cuando termina de hablar su pareja de baile, sonrio al que se presenta:

—Buenas noches de nuevo —saludo a mis tres conocidos con una sonrisa radiante. Inmediatamente me dirijo a la cuarta integrante de la pequeña congregación, una joven rubia de mirada felina a la que no había visto antes. Estrecho su mano cortésmente—. A usted no la conozco; soy Sebastian Crawford. Un placer. —Me posiciono en un lugar que me permita encarar a todos los reunidos, dedicándole una mirada de reconocimiento a cada uno de ellos—. Me alegro de ver que los desafortunados acontecimientos de antes no les han quitado las ganas de divertirse. ¿Lo están pasando bien?

Entonces, le contesto estrechándole la mano con estilo como si fuera algo que hubiera hecho con naturalidad antes como en la edad media con una elegancia especial y hago una pequeña reverencia anticuada y contesto con suma educacion - buenas noches... el placer es mio... Sebastian... si, despues de las escenitas que se han montado antes... la han liado parda... eh??? - me rio extrañamente y le miro al hombre con barba - bailan muy bien... yo paso...  - miro a la mujer haciendole un guiño picaro para introducirla en la conversacion y que bailo con Sebastian saludándola también, luego dirijo la mirada al hombre alto - asi que con ganas de jugar... parece muy apasionado... yo jugare tambien pero por hacer algo... - digo aunque con poco entusiasmo, y finalmente a la morena la saludo y termino diciendo - mi nombre es Parker... - sonrio picara. Me giro hacia JoJo, me rio cuando habla JoJo... - eso espero... gracias!

Despues, pregunto mirando al resto, a cada uno - no les conozco, con quien tengo el gusto de hablar...?