Partida Rol por web

La caída ha dejado inconsciente al sargento Sharp durante varios minutos.

El zorro se levanta con dificultad y escupe sangre *SPIIIIT!*. Es posible que se haya roto varias costillas, a juzgar por el dolor punzante en el torso. Con dificultad, trata de ubicarse en la oscuridad encendiendo una bengala.

-¡Mayhem! ¡May... *COUGH COUGH* ¿¡MAYHEM?!-.

 Algo le hace trastabillar. El sargento recupera el equilibrio y evita caerse de bruces con dificultad, recibiendo un aguijonazo de dolor en el costado *NNNNNNNNGGG*. Al mirar al suelo, comprueba que el cuerpo inerte del ICC yace a sus pies. 

-No...-. Lucius deposita su bengala en el suelo y le toma el pulso. Está vivo. De milagro. El zorro suspira, aliviado. Le golpea varias veces la cara para intentar despertarle.

-Vamos, chaval. Levanta. No te me mueras ahora...-. Mientras trata de reanimar a Jimmy, del que todavía no sabe ni su nombre, el sargento escucha una voz suplicante a unos metros de distancia.

No demasiado lejos de la posición del sargento Sharp, el pequeño Chipp despierta en el pecho de un inconsciente Rook, ajeno a que el golpetazo le ha corregido la tortícolis. La ardilla, visiblemente aturdida por la caída, trata de ubicarse entre la oscuridad reinante en el subterráneo. Al comprobar que yace sobre su hermano de armas, casi sufre un microinfarto.

-¡¡¡NOOOO!!! ¡¡¡ROOKIEEEEEEE!!!-, Chipp agarra a Rook de los orificios del hocico. Sus pequeñas manos no son nada comparadas con la enorme mandíbula del rinoceronte. -¡¡¡NO ME HAGAS ESTO, TÍO!!! ¡¡¡NO TE MUERAAAAAASSSS!!!-, el pequeño Chipp, desbordado por la tensión, llora amargamente la pérdida de su amigo.

Ignora que en ese preciso instante el rinoceronte ha abierto los ojos.

Roasty abre los ojos en la oscuridad.

Alguien le ha privado del combate definitivo.

Había visualizado a aquel coloso rojo canalizar la energía.

Entonces comenzaron las palpitaciones.

En el ojo izquierdo, por supuesto.

Siempre en el ojo izquierdo.

Había calculado la brecha en la defensa de su enemigo.

Entrar y salir.

Con un corazón biónico palpitante.

O morir en el intento.

Pero no pudo ser.

Alguien tiró de sus plumas hasta esa fría oscuridad.

Alguien de su equipo.

Alguien con cuernos de rinoceronte.

Las palpitaciones se incrementan.

"Voy a matarlo".

Roasty se alza con unas cuantas plumas menos de las que tenía esta mañana.

"Pero antes de matarle le enseñaré su corazón aún palpitante".

Todo guerrero tiene su firma personal.

Roasty se mueve sigilosamente por el subterráneo, algo confuso por la absoluta oscuridad reinante.

Entonces, detecta su olor favorito.

Sangre.

¿Humana?

El gallo contempla el cuerpo de la Teniente Rose tendido en el suelo. Está inconsciente, atravesada por el fragmento de una barra metálica.

Roasty reflexiona.

Reflexiona mucho.

Decide que la venganza puede esperar.

Rook puede esperar.

Enciende la bengala que lleva en su chaleco táctico y activa su GPS para comprobar dónde están sus compañeros. La Teniente necesita asistencia médica. 

Cuestión de prioridades.

Con las patas sobre los controles de la nave y su guitarra en el regazo, Fitz tocaba un cadencioso blues, totalmente perdido en la música.

Se oyó un carraspeo y Fitz se detuvo en seco.

Detrás de él apareció la figura de la teniente, firme, con las manos detrás de la espalda y cara de pocos amigos.

“¿Otra vez tocando esa desagradable música, piloto?”

Se acercó lentamente, mientras Fitz dejaba la guitarra a un costado y se apresuraba a sentarse correctamente.

“¿Otra vez descuidando sus obligaciones?” continuó Ruby con tono áspero, acercándose un poco más.

Fitz se puso de pie de un salto, se dio la vuelta para encarar a su superior y se paró firme, con la vista al frente.  

“Lo siento, teniente, le aseguro que no volverá a ocurrir.”

Ruby quedó a pocos centímetros de él y le clavó una dura mirada.

“Las disculpas no serán suficientes esta vez, piloto. Esta vez no se librará sin un castigo.”

“Pero…” comenzó a decir Fitz, pero la teniente lo interrumpió, levantando un dedo.

“Sin peros, piloto. ¿Cuál cree Usted que debería ser ese castigo?”

Fitz pareció preocupado y titubeó un instante.

“Bueno, teniente… yo creo que…”

“Yo creo que esta vez tendré que ser particularmente dura con Usted.” Volvió a interrumpirlo la teniente. “Para que reconsidere su actitud.”

Miró hacia arriba con gesto reflexivo y luego volvió a clavar una mirada severa en Fitz.

“Yo creo que debería atarlo de pies y manos y azotar su peludo culo, hasta hacerlo gritar.”

Una leve sonrisa se dibujó en la comisura de los labios de la teniente y Fitz también hizo lo propio, incapaz de mantener la seriedad.

“Estoy de acuerdo, teniente. Siempre que a mí me deje hacer una ronda con Usted, para ver si puedo sacarle un par de gritos también.”

La sonrisa de Ruby se amplió y señaló hacia atrás con un movimiento de su cabeza.

“¿Y bien? No me hará caminar hasta el sitio de su castigo, supongo.”

“No lo pensaría ni por un momento, teniente.”

Fitz alzó a la teniente en sus brazos y la mirada que Ruby le dirigía ahora, estaba cargada de alegría y excitación. Se mordió el labio inferior, con deseo contenido.  

El piloto la estrechó entre sus poderosos brazos, ella le rodeó el cuello con los suyos y se fundieron en un beso.

Cuando separaron sus labios ella lo miró con una sonrisa complacida, pero un instante después su expresión pasó a ser de incomodidad.

“Fitz, me estás apretando demasiado.”

La teniente emitió un gemido de dolor y aferró los brazos peludos del piloto.

“Fitz, me estás lastimando.”

Ruby volvió a mirar el rostro de Fitz y vio que el piloto tenía la boca abierta en un gesto de horror. Su rostro comenzó a ser carcomido por una ola de llamas y sus globos oculares explotaron, finalmente quedó a la vista su cráneo chamuscado, que se deshizo en una nube de polvo.

La teniente lanzó un grito de espanto y comenzó a toser cuando el polvo se metió en su boca.

Cerró los ojos presa del ataque de tos y cuando los abrió se vio en la oscuridad. Un gran peso la retenía de espaldas contra el suelo.

Escupió polvo e intentó gritar.

“¡Agggh!… ¡Ayuda!”

Lanzó un gemido de dolor y se llevó una mano a un costado, con dificultad.

De pronto, el peso que tenía encima se movió y pudo ver luz.

El rostro de Roasty se dibujó frente a ella.

“Teniente, ¿está Usted bien?”

Ruby asintió con poca convicción, se miró el cuerpo y vio una barra de metal que atravesaba su costado de lado a lado.

Apretó los dientes en un gesto de dolor, haciendo todo lo posible por no gritar.

“¡Ggggjggh! Es sólo un rasguño. ¿Tú estás bien, Roasty? ¿Dónde están los demás?”  

Caía en un lugar oscuro y denso, pero fluido. Caía en el corazón de un planeta de tinta.

Algo brillante pasaba sobre nosotros y a cada ciclo mostraba un fragmento distinto de mi triste existencia:

Los rostros de mis mil abusones.

Mi madre limpiando las heridas.

Mi padre exigiendo fuerza y coraje de donde creía que no podía sacarla.

Más rostros desencajados mostrándome nuevas gradaciones de violencia.

Un descanso: mi primera visita a un circo. Había elefantes, hipopótamos, leones y rinocerontes. Estos úlrimos se convirtieron en mis animales favoritos por una temporada.

Saliva, sangre y algún diente de leche por el suelo.

Visita de verano a la casa de mis tíos Cletus y Ronda, mientras mis padres terminaban de separarse. Allí podía ver a los animales salvajes del bosque, como zorros y ardillas, o animales de la granja, como ocas, gallinas, gallos y burros.

Vuelta a otro colegio, vuelta al abuso. Para bien o para mal mi padre ya no estaba para exigirme nada. Sólo uno de los cerebrillos del aula parece aceptarme como amigo. Me comenta que el saca la fuerza interna para tirar de los ejemplos que ve en los cómics y me va prestando sus favoritos. Sabía que se me daba bien dibujar peor no que podía dibujar lo que quisiese para contar historias que pudiesen inspirar a otros.

Algún hueso roto y mi etapa de animales antropomórficos encabronados, de ahí surgieron muchos de los mutantes del comando Mayhem, pero en versiones aún más desagradables y encabronadas, no luchaban por el bien, sólo por desahogarse. Por desahogarme...

El núcleo de tinta me abraza, se mete por todos mis agujeros y me hago a la idea de que esto es como esa historia japonesa de la yokai de las nieves, que seduce a quien se hiela en la intemperie invernal hasta que este muere de frío, pero no pasa nada, con la tinta puedo dibujar calor... Puedo dibujar cualquier cosa...

-Vamos, chaval. Levanta. No te me mueras ahora...- Escuché decir a alguien.

- Puedo dibujar calor... Puedo dibujar cualquier cosa.- Abrí los ojos y levanté la mano.

Allí estaba el lápiz.

A Rook le hubiera gustado tener sueños proféticos, epifánicos o, como mínimo, psicodélicos. Son el tipo de cosas con las que los autores pueden hacer foreshadowing sin preocuparse mucho de la coherencia.

Pero el Rinoceronte tenía un craneo muy duro, y las luces se le apagaron apenas un par de minutos. El hecho de que una ardilla tironeara de sus fosas nasales probablemente también ayudó a despertarlo.

—AAa-aa-aa-aaaaAAA—advirtió a la ardilla—¡¡¡¡¡¡CHUUUUU!!!!!!—polvo de cemento y pelo de ardilla salieron disparados de la nariz de Mayhem 5, unidos por una hermosa mezcla de mocos, saliva y sangre. El rinoceronte se limpió el excedente de porquería con la manga del uniforme, poco util pensando que también estaba llena de polvo.

—La proxima vez en lugar de llorar podrías intentar acordarte del libro de RCP que te presté— dice el rinoceronte con algo de malhumor. Esto es como volver a despertar, pero aquí abajo es seguro que no va a encontrar café—¿Tu estás bien, Chipp?— preguntó con la tranquilidad que lo caracterizaba fuera de combate. Luego se incorporó y se sacudió un poco la ropa, como para quitarse el polvo.

Aquí abajo estaba oscuro, pero a la derecha ¿O era la izquierda? Dificil saberlo en la oscuridad, había una fuente de luz.

—¿Tienes una linterna? No puedo ver nada, me voy a partir la cabeza de un tropezón— dijo sin reparar en que había sobrevivido casi intacto a una explosión.—¿Avanzamos hacia la luz al final del tunel?— preguntó queriendo aliviar el ambiente. La respuesta no importaba mucho, la ardilla no iba a querer quedarse sola.

Rook comenzó a avanzar, tarareando un poco como para mantener la calma. Los lugares cerrados le daban una ligera claustrofobia, remanente de el viaje en barco dentro de una caja bastante pequeña que se vio forzado a hacer desde África hasta el zoologico de NY.

La ardilla observa a su hipermusculado colega levantarse del suelo como si nada. Su actitud cambia del dramatismo absoluto a la euforia total.

-¡¡¡JA!!! ¡ESTÁ VIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIVO! ¡¡LO SABÍIIIIIAAA!!-, gritó de júbilo Chipp.

-Es extraño. La caída me ha curado el cuello, ¿sabes?-, comienza a decir mientras enciende dos pequeñas linternas que lleva ajustadas en su gorro de aviador a la altura de sus sienes. Los haces de luz os muestran lo que, en otros tiempos, debió ser una estación de metro enorme, ahora un subterráneo tenebroso, húmedo y abandonado.

¿Abandonado? Quizás no. Huellas humanoides marcan el frío suelo indicando tránsito reciente.

-Oh, no, Rookie...-. Chipp queda en silencio, lívido. Las luces que emergen de su diminuta cabeza se detienen ante una advertencia simple, contundente y siniestra en la pared, dibujada con sangre seca:

"ESTO ES STRIGLAND. LOS INVASORES SERÁN APALEADOS. LOS SUPERVIVIENTES SERÁN APALEADOS DE NUEVO".

El GPS de Chipp emite un sonido característico. La ardilla consulta con evidente nerviosismo el dispositivo.

-Eh, Rook. Capto dos señales. La Teniente Rose está a escasos metros de nuestra posición. El sargento está un poco más alejado. ¿Hacia dónde nos dirigimos?

¿Tú estás bien, Roasty? ¿Dónde están los demás?”

 El gallo se yergue con orgullo.

-Estoy en perfecto estado, Teniente. Sólo lamento no haber matado más... Más...-.

Palpitaciones.

Palpitaciones en el ojo izquierdo.

Una cabeza de rinoceronte muerto.

Decapitación cajún. Su técnica favorita.

Visiones de masacre.

Roasty parpadea, sacude la cabeza y trata de concentrarse.

Es difícil.

-Ignoro dónde están los demás, pero no debe moverse, Teniente. La herida sería fatal en un humano medio. He activado el localizador. Vendrán a buscarnos.-, la voz carente de empatía de Roasty no es el mejor consuelo, pero habrá de servir.

El gallo observa la frente sudorosa de la Teniente. Entorna los ojos.

-¿Pesadillas?-.

-Ten cuidado con eso. Casi me sacas un ojo al alzarlo súbitamente.-. Lucius deja espacio a Jimmy para que se incorpore, sin prestar demasiada atención al brillante lápiz que se ha materializado como por arte de magia en la mano del hombrecillo antes inconsciente.

El sargento observa a su alrededor mientras sostiene la bengala.

-Mala suerte. Estamos en una zona bastante peligrosa de Nueva York. ¿Puedes caminar?-, el zorro asiste a Jimmy para que se levante. -Tienes mala pinta. Buscaremos a Chipp para que te parchee.

El sargento se pone en marcha comprobando los alrededores con suma cautela.

A pesar de la destrucción que impera en el exterior, el subterráneo está relativamente bien conservado, más allá de la atmósfera inhóspita y gélida. Aún hay vagones de metro esperando en las líneas a unos pasajeros que nunca llegarán. 

-Dime, chaval. ¿Cómo te llamas? ¿Qué hacías cayendo del cielo sin equipo de paracaidismo?-, pregunta Lucius tras avanzar unos metros a través de la oscuridad. -Esta vez, dime la verdad. Porque lo de ser telépata... Sabes que puedo comprobarlo, ¿no?-, la mirada del sargento denota la astucia vulpina que se atribuye a los zorros.

- Bueno, puede que  no sea telépata, pero sé que te gusta dejarle Crunchi Munchis al bueno de Rook a la mínima que encuentres alguno entre las ruinas, aparte de saber el nombre de tu primera zorrita, que era XXXX y el tipo de porno que te gustaría ver en caso de que este se siguiese produciendo y distribuyendo por internet.- Le comenté a Lucius mientras me ponía dificultosamente en pie, guardando el lápiz en mi bolsillo, en espera de que pudiese encontrar algún folio en el que poder usarlo. La sangre volvía a circular por mi cabeza y no iba a seguir delirando sobre las capacidades de un simple lápiz, con que no se rompiese entre tanta hostia y tanta persecución me daba por satisfecho. 

Observé las ruinas subterráneas que nos rodeaban iluminadas por la bengala de mi compañero. - Dudo mucho que me vayas a creer, peor he caído desde otro lugar, otra Nueva York que no ha sucumbido al poder de los tecno mariachis ninjas, porque estos no existen allí... O no existían, hasta que uno se plantó en mi estudio. Yo le llamé K4ntinflash, pero no creo que siga respondiendo por ese nombre, no parecía muy orgulloso.- Por algún motivo me costaba buscar las palabras para decirle quién era, a qué me dedicaba y cual era mi relación real con todos ellos.- Me llamo Jimmy, Jimmy Turner y en mi mundo soy una especie de artista.- Esta última afirmación se vio coronada por una sonora flatulencia, los nervios se estaban cobrando el estrés encadenando ventosidades qe podían continuar por más de cinc minutos, era algo que no podía controlar, esperaba que Lucius no me lo tuviese muy en cuenta. Traté de seguir hablando para distraerlo.- En... Eh... Mi mundo... Diseño tecnología molona y equipo paramilitar para gente como vosotros.- Mentí tratando de plantear mis próximos pasos.- Creo que la intención de K4ntinflash era que diseñase en exclusiva para él, y no se tomó muy bien mi negativa. No sé qué diablos me hizo, pero cuando me di cuenta, estaba cayendo sobre vuestra ciudad.

Esperaba que las legendarias dotes curativas de Chipp pudiesen funcionar conmigo, porque ciertamente me sentía como la mierda...

—La teniente está más cerca y tiene más rango, agruparnos con ella es prioridad— respondió Rook.— No tengo idea de qué sea Strigland, pero no parece un lugar agradable— comentó reparando en la escritura.—Vamos, antes de que algo decida sacarme de mi ignorancia.

Rook no se puso a esperar, sabía que la ardilla odía alcanzarlo y subirse en su mochila sin necesidad de que él frenara. Al menos no era tan malo como él esperaba. Ahora que la oscuridad había retrocedido un poco se sentía menos ahogado al ver que estaban en una estación grande, y no en un pasillito apretado como tuvo la impresión al principio. Medio enterrada entre los escombros de la estación, Rook vio una máquina expendedora de dulces. No tardaría más que un par de segundos en revisarla. Seguro que había alguna Krunchy Munchy olvidada, le vendría muy bien ahora, y Rose no iba a palmarla porque ellos tardaran un poco más en llegar.

Bueno, puede que  no sea telépata, pero sé que te gusta dejarle Crunchi Munchis al bueno de Rook a la mínima que encuentres alguno entre las ruinas, aparte de saber el nombre de tu primera zorrita, que era XXXX y el tipo de porno que te gustaría ver en caso de que este se siguiese produciendo y distribuyendo por internet.

 -¡¿Suzie salió contigo también?! Maldita sea su vulpina estampa... Me dejó por un gato. LITERALMENTE. Decía que era un adicto al trabajo y que no dejaba de hablar de la misión.-, Lucius parece vibrar de patas a cabeza de pura cólera. Luego sacude la cabeza entre gruñidos. La tal Suzie no debió dejarle muy buen recuerdo.

Dudo mucho que me vayas a creer, peor he caído desde otro lugar, otra Nueva York que no ha sucumbido al poder de los tecno mariachis ninjas, porque estos no existen allí... O no existían, hasta que uno se plantó en mi estudio. Yo le llamé K4ntinflash, pero no creo que siga respondiendo por ese nombre, no parecía muy orgulloso.

-¿Otra Nueva York...?-. El sargento detiene el paso y te observa con una mezcla de perplejidad e intriga. -¿Vienes de otra dimensión en la que hemos ganado la guerra?-, los ojos verdes de Lucius cobran un fulgor especial.

-K4ntinflash...-, Lucius trata de recordar con visible esfuerzo el nombre. Parece afirmar con la cabeza, pero luego niega. -No conozco a ningún oficial con ese nombre... Aunque... No sé. Estoy extrañamente confuso. Como si alguien hubiera borrado de mi cabeza algo...-.

-Y así ha sido, mi querido Mayhem 1. ¡EL MALDITO JIMMY! ¡NADIE EN EL JODI$% CÓMIC RECORDARÁ MI HUMILLACIÓN! ¡TODOS TEMERÁN A J4CK13! ¡BUAAAAAAHAHAHAHAHAHAHAHAAAAAAA! (Generando efecto atmosférico inquietante* TEKELI LI TEKELI LI*)-.

En la soledad del estudio, el villano se afana dibujando su próxima y desagradable sorpresa para los héroes.

-Maldito Gravis y sus dimensiones colosales... Se me está durmiendo la muñeca. ¡Y SOY UN SINTÉTICO!-. 

Me llamo Jimmy, Jimmy Turner y en mi mundo soy una especie de artista.  En... Eh... Mi mundo... Diseño tecnología molona y equipo paramilitar para gente como vosotros.

-Jimmy Turner. Me alegro de conocerte pues, Jimmy. Lucius Sharp. Sargento del Escuadrón Mayhem. Por lo que dices, lo tuyo es la ingeniería. Eso puede sernos útil.-, te da una palmada en el hombro.

-Bien, Jimmy, necesito que te concentres y aprendas a disparar lo más rápido posible. Es evidente que tu formación militar en la otra dimensión es... deficiente. Sin ánimo de ofender. Tu atuendo tampoco ayuda. No tienes protección de ninguna clase. Y esa cinta que llevas anudada en la frente... ¿Por qué llevas un círculo rojo marcando uno de tus puntos vitales? El enemigo puede verse tentado de dispararte o apuñalarte ahí. Dios, hasta yo tengo ganas de dispararte. Es un punto rojo tan... tan... Atractivo...-. En efecto, los ojos de Lucius parecen relamerse imaginando tu cabeza explotar por un proyectil impactando tu cinta banzai.

El sargento extrae su revólver, le ajusta un silenciador y te lo coloca en las manos.

-Por cierto... Lección básica para tiradores neoyorkinos, Jimmy. Apunta a tu objetivo. Contén la respiración. Dispara dos veces. ¿Lo tienes? Apunta. Contén la respiración, estabiliza el arma. Dispara. Dos veces. No apuntes a la cabeza. Eso es para los profesionales. Apunta al cuerpo.-, Lucius guía tu brazo hasta una lata de conservas que hay a escasos 10 metros entre la oscuridad, difícil de ver si no fuese por la bengala que sostiene el sargento.

El objetivo es pequeño, pero gracias a la asistencia del zorro, el brazo de Jimmy se mantiene firme.

-Apunta. Contén la respiración. Y...-.

Rook y Chipp consiguen una barrita Krunchy Munchy algo pulverizada que sabe a gloria y siguiendo el localizador alcanzan la posición de la Teniente.

Chipp alumbra una escena sobrecogedora: una barra de metal, posiblemente oxidada, atraviesa el costado por el lado izquierdo de la Teniente, que permanece seminconsciente bajo la atenta mirada de...

-Tú...-.

La voz de Roasty suena como el afilado susurro de un cuchillo al extraerse de su vaina.

-Me quitaste la gloria de morir en combate. Contra un enemigo superior. Voy a acabar contigo. Pero antes de que mueras, verás tu corazón dejar de palpitar ante tus ojos...-.

El gallo camina despacio hacia Rook con clara intención homicida.

El contraste de la situación era marcado. Por un lado, el glorioso sonido de *Crunch* cuando la boca del rinoceronte se cerraba con un placentero *munch*, por el otro; el único animal más mentalmente inestable que Chipp quería darle una probada a la barrita que Rook ya se había tragado, y no iba a haber piel, hueso o tripas que se interpusieran entre su pico y aquel manjar.

Tenía que pensar rápdio ¿Qué sabía sobre los gallos? Animales agresivos que no sabían volar y gritaban desaforados en la mañana temprano. Los humanos dicen que sabían bien fritos y con papas...

— A-al contrario, Mayhem 2— Rook se apura a responder mientras ensaya una respuesta— No te he quitado la gloria de morir en combate...— Una pausa ¿Dramática? necesitaba pensar— Te he... te he dado la oportunidad de...—¿De qué? ¡¿De qué?! ¿Peluche está cargada?— de enfrentar pico a... —¿Cara?—interfaz de reconocimiento facial al tecnomariachi ninja más grande jamás registrado.—Dijo al fín con mayor seguridad, sonriendo con falsa confianza. Entre su segunda y tercera muelas había un pedacito de Krunchy Munchy atascado.— Hubiera sido rastrero que murieras desintegrado por un rayo de la muerte que no tuvieras oportunidad de ver venir. Si el gigante hubiera estado desde el principio... bueno ¡Pero salió de la nada! Eso no es un combate justo.—Me estoy pasando de bocón, necesito un mejor argumento...— ¡Shaka Zulu!* Shaka Zulu no venció por ser un buen combatiente, venció por romper las reglas del combate. Igual que el robot gigante— Rook niega con la cabeza.— Hubiera sido una pena, no una gloria, morir a manos de un tramposo. Ahora puedes vengarte, enfrentarlo en combate justo y bañarte en el aceite que lubrica sus articulaciones, y darte un festín en los microchips que hacen funcionar su cerebro.

¿Había funcionado? Por lo menos el gallo no le había intentado arrancar la garganta mientras lanzaba toda esa palabrería...

Tras oir el comentario de Lucius sobre mi banda, me doy cuenta de que tiene toda la razón, aún sin verla hasta a mi me tentaría pegarme un tiro en ella, menos mal que no había un espejo cerca. tomo la tela, desanudándola de mi frente, y la deslizo en el bolsillo mientras vuelvo a revisar el arma que me ha plantado en las manos.

Vale, sin un tecnomariachi amenazando mi integridad física debería de ser capaz de apuntar y realizar un trabajo mejor que en mi anterior intentona. Trato de recordar la escena de Karate Kid en la que le señor Miyagi le dedica unas sabias palabras a Daniel LaRusso San alentándole a disparar un arma contra los abusones del Cobra Kai, acabando así de una vez por todas con las humillaciones sufridas. Pena que de golpe recuerde que dicha escena no existe, así que lo último que visualizo mentalmente antes de quitar el seguro, apuntar y disparar es el plano en que unos rápidos palillos detienen una mosca al vuelo... Pena que lo siguiente que visualizo es que esa mosca ha salido de un culo peludo y apestoso y mi disparo se va por el barranquillo...

- TANIAUM!- Casi casi me doy en el pie, no soy capaz de empezar a comprender qué tipo de ángulo ha tomado mi mano involuntariamente para obrar tal prodigio de mal fario pero ahí está mi dedo volviendo a presionar el gatillo una vez más...

- TANIAUM!- Maldita sea, el puto culo maloliente de Miyagi sensei había vuelto a distraerme, al menos esta segunda vez había conseguido disparar a la mitad de la distancia entre la que me habría volado los dedos del otro pie o había medio alcanzado el maldito blanco. Estaba apunto de echarle la culpa a la falta de iluminación, pero quién era yo para tratar de engañar a un zorro... Que había plagiado de un videojuego para un cómic... Y ERA CAPAZ DE DISPARAR COMO LOS ÁNGELES...

Mascullé algo por lo bajo en inglés, lo más próximo que encontré en ese, mi idioma natural, al ME CAGO EN MI PUTA VIDA que una vez le había oido a un turista español, vestido de punta en blanco, tras pisar la mayor cagada de perro ever en mitad de una acera.

La teniente hizo un gesto de dolor que intentó disimular con poco éxito y se esforzó en esbozar una sonrisa cansada.

“Mi cabeza no trabaja sueños.” Respondió a la pregunta de Roasty.

Cogió la porción de barra de metal que salía de su costado e intentó izarse para desclavar su cuerpo, pero el dolor de una intensidad brutal la hizo desistir y la volvió a sumir temporalmente en la inconciencia. *

Cuando la recuperó le pareció escuchar la voz de Rook, hablando de ¿Shaka Zulú? e intentando hacer que Roasty no le arrancara la cabeza por haberle robado de su oportunidad de ir al Valhalla de los pollos.

“Roasty.” Intentó hacer que su voz sonara intimidante y autoritaria, pero sólo consiguió hacerse oír con esfuerzo. “No tienes permiso para morirte hasta que yo lo diga. ¿He sido clara?”

Miró a Rook con una débil sonrisa.

“En cuanto a ti si tengo que seguir escuchando tu perorata, prefiero que me dejes aquí sola con mi amigo, Barra Oxidada.”

Suspiró pesadamente y reclinó la cabeza hacia atrás.

“El ICC. Tenemos que encontrarlo. Él es la prioridad.”

Lucius entorna los ojos, mirando a Jimmy con gesto indescifrable tras los dos disparos.

-Chaval, seré franco: si sobrevives a esta odisea, empezaré a creer en Dios. Puede que incluso termine creyendo en DOS dioses. No había visto un tirador tan malo desde Chipp McClusky. Igual tenemos que darte un arma automática...-, esta última frase la pronuncia mientras se rasca el mentón con gesto pensativo. -Mejor no. Ya has mancillado MI revólver. Seguro que le has echado el gafe, Jimmy.

El sargento resopla con resignación.

-Vale. Probemos una técnica nueva la próxima vez, Jimmy.-. Lucius toma con cierta cautela el revólver de la mano de Jimmy, enarcando la ceja cuando lo coge. Sin duda, el zorro ha calibrado la posibilidad de que el bueno de Jimmy le dispare por accidente. Casi suspira aliviado al retirar el arma sin incidencias.

-Atento, chaval. No vas a ser un francotirador en tu PU$% vida, pero para cargarte a un sintético no lo necesitas. Si vienen a por ti, apuntas al bulto-, el zorro efectúa una voltereta con elegancia y se planta justo a unos pasos de la lata de conservas, aún intacta tras los dos pseudodisparos de Jimmy. *FZZZZZZZZT FZZZZZZZT*. La lata de conservas queda volatilizada.

-Dos disparos. Pocas cosas resisten dos disparos de esta cosa.-, el zorro se pone en pie como gracia y evidente elasticidad. Apoya el arma en el pecho de Jimmy y le mira fijamente a los ojos. -Harías bien en rezar por si fallas... La próxima vez puede que no sean latas de atún, Jimbo.

El zorro le da unas palmaditas en la espalda a su improvisado pupilo y sonríe.

-Fin del tutorial. Busquemos al resto del escuadrón. No me gusta este lugar... Siento como si nos estuvieran observando.-.

El sargento lidera la marcha con el ahora armado Jimmy Turner, ignorando que ojos rojos les acechan en la oscuridad.