Partida Rol por web

Akania puede percibir como Na´boruck concentra su poder y lo dirige a través de su vinculo divino con el Gran árbol hacia aquellos que allí viven.

Mientras tanto, los Auruck miraban en silencio a Akania. No había risas ni gemidos, no había palmadas ni discusiones sobre el lenguaje. Los niños, asustados por el cambio súbito de ambiente rompieron a llorar. Los rostros de los adultos estaban lívidos mientras intentaban digerir lo que su diosa había dicho, y entonces se desató el caos. 

Impulsados por sus propios deseos y la consciencia de que su tiempo para experimentar el placer era limitado, lo que había comenzado como una colonia idílica, se convirtió en un campo de guerra. A cada uno pasó a importarle exclusivamente su placer sin importarle si eso causaba sufrimiento a quien fuera más débil que ellos. Los gritos de miedo e ira se extendían entre la población mientras se intentaban forzar a complacerse. 

Usando sus poderes sobre la sangre, Akania causa una debilidad temporal a todos los Auruk, casi al grado de total inmovilidad.

— Esperen un momento, no puedo permitir que se lastimen entre ustedes, deben estar juntos, la fortaleza que tienen hoy puede no ser suficiente mañana, estando juntos y apoyándose pueden lograr cosas fuera de su alcance, pero para eso deben comprenderse y ayudarse los unos a los otros, o cuando menos lo esperen, aparecerá alguien o algo más fuerte que ustedes y los someterá por la fuerza, mientras si se mantienen juntos y en unidad, saldrán sus hermanos y hermanas en su defensa durante sus momentos de necesidad.

Esperando que con sus palabras, tomaran una actitud más positiva, les devuelve su fuerza, pero temiendo por los niños más pequeños, aumenta un poco más la fuerza de las mujeres esperando que así logren proteger a los infantes.

Me llegué a asustar bastante por la reacción de los Auruck. Estaba apunto de hacer algo, pero eran los seguidores de Akania, ella podría manejarlos, y parecía que iba a ser así. Mientras ella hablaba aún esperaba por Hekima, esperando a que volviera para ver como me podría enseñar a hacer plantas como acordamos, así que entonces decidí seguir ayudando a mis Rootlings desde el Bosque Florido.

Mientras los Auruck empezaban a calmarse volví a cerrar los ojos, entrando en ese estado de conexión con los Rootlings, ahora, dándoles el regalo del habla mediante un sueño. Lo que verían sería que aparecen en una especie de lugar parecido al Árbol Eterno, un lugar más fantásticos, con pequeñas luces danzantes brillando hermosas entre las ramas, encima de los Rootlings en cada sueño individual, con el sonido suave de las brisas meciendo las hojas y ramas causando un sonido parecido al de varias flautas, una melodía suave y dulce al igual que relajante. Ellos me verían a mi de espaldas admirando el lugar, y al darme la vuelta los vería a los ojos y una luz saldría de mi, entrando en su mente, y de esa forma entregarles la capacidad para hablar.

El paso del tiempo-2

Las palabras de Akania caen prácticamente en saco roto. Cada uno sigue movido por sus propias pasiones, defendiéndose entre sí o a sus pequeños , o cometiendo violaciones en grupo. Otros más interesados en el aspecto intelectual del mundo se centran en su música, ignorando el caos que se desata a su alrededor. Ciertamente el discurso de la diosa, había conseguido que se formasen grupos, pero en todo caso se verían como enemigos los unos a los otros. La violencia, escalando trajo algunas muertes dentro de la comunidad, otros sencillamente se durmieron para no despertar. 

Akania observó con tristeza como los Auruck formaban pequeños grupos para forzarse entre ellos a satisfacer sus deseos oscuros o defenderse, su petición fue completamente ignorada, aun así sintió como la energía llegaba a su cuerpo, más de la que podía almacenar, redirigiendo el poder excedente a fortalecer su cuerpo y su aura, dirigiéndose a ellos con molestia les impuso una ley.

— Quería que fueran un pueblo unido, quería darles un lugar donde pudiesen beneficiarse por ser sacrificados, pero han elegido ignorarme, así que no les daré nada a cambio del sacrificio que deberán realizar, cada luna roja, un Auruk de cada grupo deberá ser sacrificado en mi nombre, espero que cuando regrese se estén portando mejor para que demuestren que son dignos de mi gracia, ¿vienes conmigo Na'buruk?

Luego de eso la estructura a medio construir empezó a brillar y crecer, luego la diosa se desvaneció.

Observo con algo de pena todo lo que pasó con los Auruck, me hubiera gustado intervenir, pero ya Akania tuvo que ver como resolverlo. Luego de reprender a los suyos me limité a asentir con la cabeza, y entonces desvanecí a los ojos de los Auruck

Akania volvió a la tierra de los Auruck. No encontró grandes cambios. El templo para sacrificios se había construido, levantado mágicamente, no tenía grandes exhibiciones de poder o riqueza. sus seguidores seguían con sus costumbres y sus tendencias salvajes. 

La orden de la diosa, había caído en saco roto. Sin una luna que sirviera de referencia poco podían hacer los Auruck para entender sus órdenes. 

La diosa realmente esperaba que un poco de presión y algo en que ocuparse cause que se unan y empaticen entre ellos, sus sentimientos y sus necesidades. Pero primero lo primero, quería acabar con lo que había iniciado, les había anunciado una luna y una luna era lo que les iba a dar, una simbólica, pues quería hacer muchas cosas más y no podía gastar toda su energía en algo tan grande, usando sus poderes divinos, sobre la estatua, empezó a materializar una gema mágica flotante de color blanco y en forma de luna, con la cualidad añadida de brillar en color rojo en este momento y cada 10 años hasta que se realice el sacrificio solicitado.

Akania pudo notar que había invertido magia de sobra para hacer que su milagro funcionase. La gema se alzó hacia los cielos, y allí brillaba a los ojos de todos los Auruck. 

Aunque para Akania el tiempo era algo subjetivo, había conseguido una pieza útil para los suyos, una luna que marcaba el paso de los días apareciendo y desapareciendo. El paso de las semanas y los meses con su ciclo de fases. Una luna que se teñiría de rojo cada vez que fuera necesario un sacrificio.

Los auruck, todos ellos se acercaron al altar y a su diosa.

- Akania, Diosa de la luna. - Comenzaron a llamarla.

Al ver que, la tribu la aclamaba, pero habían olvidado su sacrificio, decidió que debía tomar la situación en sus propias manos, usando lo que le quedaba de su poder, metió la necesidad de sacrificar a un Auruk de cada uno de sus grupos al ver aquella luna brillar en tono rojo. Era algo que no le gustaba, pero que sabía necesitaba y tampoco quería dar marcha atrás a sus palabras.

Los auruck realizan la ceremonia, empujándose entre sí, ninguno de ellos quiere morir. Sin embargo, al final a base de la fuerza del grupo son cribados aquellos menos populares o más débiles. Arrastrados en contra de su voluntad se les coloca sobre el altar y es asesinado a golpes por los que le rodean. 

El resto del grupo da palmadas al ritmo de los golpes, acallando así los gritos de sufrimiento del sacrificio. Puedes notar su energía fluyendo hacia ti. Sin embargo está teñida de dolor, odio y sufrimiento. Notas otras forma de energía que se incorpora a tu ser, una que repta y es pegajosa y desagradable. Es la Oscuridad.

La diosa estaba muy confundida por esa extraña y desagradable energía que recibió, pero tenía mucho trabajo por delante, en especial ahora que debía encontrar mejores maneras de recibir su ansiado sacrificio.

Se retiró meditando sobre la forma en que murieron aquellos Auruk elegidos para ofrenda, sus pequeños seguían siendo demasiado salvajes, aun así, se dio cuenta de que no tenían ninguna otra forma de realizar aquel ritual y ese ritmo le había dado un toque único a la ceremonia improvisada.

Nada ha cambiado desde tu ausencia.

Akania se desplazó hasta quedar frente a su estatua en el altar, observando su propia imagen dirigió su atención hacia la mano de esta, entonces la parte en cuestión del lujoso objeto empezó a girar y extenderse, entre sus dedos medio e indice de la mano derecha apareció un brillo que se dividió, dejando tras de sí un cristal de color dorado con adornos en púrpura, la diosa estaba creando una copa mágica, con una indicación en referencia a la toxicidad de su contenido, un clásico cráneo rojo.

La copa aparece sobre el altar, aunque nadie le hace mucho caso. Los Auruck se mantienen alejados del altar hasta que la orden impuesta por el poder divino entre en vigor de nuevo. Así que los actos de la diosa pasan desapercibidos.

Mientras los Auruk estaban ocupados en lo suyo, pues no podían ver a la deidad, Akania recordó como aquella rama se había roto y desvanecido, discretamente repitió la acción rompiendo una pequeña rama y observando su comportamiento, luego con curiosidad intento realizar el mismo experimento en la misma tierra, tomando un pequeño puñado de esta la levanto para dejar que cayera lentamente mientras observaba su comportamiento.

La rama se deshace en una voluta de Niebla, los Auruck no parecen ni percatarse de lo ocurrido. El árbol existía como un mero elemento decorativo, parte de un escenario en el que los Auruck desarrollaban esa obra de teatro que llamaban vida.

La tierra, en cambio, parecía firme. Al menos, en el entorno inmediato a los Auruck, el templo y en general el área en el que desarrollaban su vida. A más se alejaba de ellos, mas inconsistente se volvía el mismo suelo y sus pies se hundían hasta los tobillos antes de el suelo se acordara de que era una sustancia firme

Akania observo como el suelo parecía tornarse real al rededor de las creaciones y de los mismos Auruk, era una cosa de la que debía ocuparse, pero que podía postergar, la voz de la diosa se escuchó por toda el área, clara y cariñosa, pero estaba acompañada de una sensación que hacia sentir que tenía que ser acatada.

- Mis queridos niños, realmente les agradezco su noble devoción, mi deseo nunca ha sido su sufrimiento, así que a partir de ahora los sacrificios beberán de la copa "de la divinidad" para entrar a un sueño eterno y conseguir mi eterno agradecimiento.

Una fresca y refrescante brisa soplo al terminar de sonar las palabras de Akania, quien espero a ver la reacción de su gente, esperando que el dolor que habían sentido por su exigencia disminuyese con los nuevos cambios realizados.