Partida Rol por web

La ropa volaba por todas partes, mientras ambas continuábamos besándonos y abrazándonos, moviéndonos como podíamos hacia la cama.

Si en algún momento tuve dudas sobre lo que yo misma deseaba y sentía, y preocupación sobre lo que pensaría Joana, todo se desvaneció con el primer beso, como si un viento huracanado nos hubiese envuelto y se lo hubiera llevado a toda velocidad, dejando en su lugar un vacío que solo nuestros cuerpos estaban en disposición de ocupar.

El corazón de Joana palpitaba excitado y sus brazos se removían bajo la parte superior de mi uniforme, tirando de ella hacia arriba para quitármela. Cuando mis piernas contactaron con la cama, ambas caímos sobre ella, entre risas y miradas de deseo, anhelos de caricias y hambre de sentimientos, y sin perder más tiempo, la eché a un lado, flexioné las piernas y me quité los pantalones y las bragas, quedándome (al fin) completamente desnuda.

Tenía la garganta medio seca de mantenerla abierta tanto tiempo, pero no me importaba. Me giré y coloqué a horcajadas sobre ella y comencé a quitarle sus pantalones, casi con desesperación. Cuando logré “arrebatárselos”, junto con sus bragas, lo lancé todo de cualquier manera y me eché sobre ella, colocando mi pierna entre las suyas, besándola sin detenerme un solo instante, aunque fuera a coger aire, devorándola casi tanto con la mirada como con la boca.

Sentía mis propias entrañas derritiéndose y formando un espeso líquido que se extendía por todos mis miembros, calentando hasta el extremo más alejado de mis dedos, que en aquellos momentos exploraba su rostro para a continuación rodear su seno. Podía escuchar los gemidos de Joana, mezclándose con los míos, mientras mi boca abandonaba sus labios para centrarse en su pezón, envolverlo y transformarlo en el fruto con el que saciar su sed.

-Hasta hoy no me había dado cuenta de lo mucho que te deseo –logré decirle, entre jadeo y jadeo, antes de volver a besarla.

Podía sentir el temblor de sus piernas alrededor de mi muslo, mientras la presión crecía entre las mías, acrecentada por la proximidad de las suyas, haciendo que cientos de espasmos empezaran a recorrerme el cuerpo, mientras sus manos me tocaban y empujaban más hacia el estallido final. Apenas habían pasado unos pocos minutos, pero el ansia que me llenaba por dentro era terrible.

Podía sentir su duro clítoris sobre mi rodilla y los fluidos humedeciendo mi piel, al tiempo que yo iba perdiendo más y más el control sobre mi propio cuerpo.

-Dime que me deseas –le pedí, o más bien, le exigí. Necesitaba oírselo decir, confirmar que no era una creación de mi propia imaginación y hambre desbordante, sino que verdaderamente ella me necesitaba tanto o más que yo a ella.

Era lo que necesitaba  para dejarme arrastrar por ella y no regresar jamás al camino solitario que me había llevado hasta allí.

En este momento suena el comunicado por toda la nave.

Juliet hace como que se está metiendo los dedos para vomitar al escuchar el nombre de "Cruzcampo", pero algo interrumpe su cómico momento, una comunicación.

Aviso a todo el personal de la Aruná, a las 05:00 se procedera a la activacion del motor hiperespacial. Es obligatorio que todo el personal este 15 minutos antes en posicion de salto

Se pone seria, mira a sus compañeros y encoge los hombros. - ¿Listos para otro amargo despertar? - Dice mientras se pone en pie y camina fuera de la sala.

Nave Aruná, 6 de agosto de 2138 Hora terrestre global: 02:37

cuando suena el aviso

Entre besos y caricias, lentamente nos acercamos a la cama mientras nos quitamos la parte superior del uniforme. No sé si yo la empujo a ella o ella me arrastra a mí, pero no importa.

Al topar con la cama tropezamos y caemos, terminando yo sobre ella. Me encanta como hueles digo, para besarla de nuevo y añadir y como sabes. Me recuerda el sabor de una cereza.

Aren me aparta para desvestirse del todo. La miro mordiendo el labio inferior. Es realmente hermosa. Cuando se pone sobre mí buscando quitar la mía, la ayudo en lo posible.

Por fin desnudas Aren cuela una pierna entre las mías, presionando y acariciando mi sexo. Una auténtica oleada de sensaciones me envuelven, pero aobre todas está el tremendo placer.

Intento acariciarla, pero soy bastante novata. Pero ella, en cambio, me lleva a cotas de placer pocas o ninguna vez exploradas por mí. Mis manos viajan a sus nalgas y aprieto, buscando que se roce con mi pierna, que nuestro roce sea cada vez mayor.

Cuando lleva su boca a mi pecho, un gemido sale junto a un estremecimiento. La acaricio suavemente y sonrío con sus palabras.

No, no solo te deseo. Es más que eso, no sé muy bien expresarlo pero sé que no existe otro sitio del universo donde quisiera estar que no sea a tu lado.

La abrazo y me dejo llevar por ese placer que embota ños sentidos y que anuncia la inminencia de un orgasmo.

Y aquello fue todo lo que necesitaba para seguir hasta el final. Me acerqué a su boca y la envolví entre mis labios, mientras mi lengua se abría paso con rapidez para atormentar la suya y apretaba mi cuerpo todavía más, reprimiendo los gemidos mientras mis manos se enredaban en su cabello y jugueteaban con él, empujando su cabeza contra la mía, inclinándola para adaptarse a mi boca y tirando después de ella para liberarla.

-Yo no me imagino otro lugar en donde pueda estar mejor que aquí, contigo, y quiero que tú sientas lo mismo. Quiero… que sepas que eres especial y que esto no es solo una cuestión física. Es mucho más que todo eso.

Entonces, empecé a descender a lo entre sus senos y por su vientre, hasta situarme entre sus muslos.

Necesitaba saborearla, sentir que la devoraba y que era mía, y conseguir que ella sintiese lo mismo. En mitad de aquel desbarajuste de viaje, lleno de contratiempos, había encontrado mi propio mundo, el que seguramente había estado buscando durante toda mi vida. No hacía falta ser una exploradora y viajar por el universo intergaláctico para encontrar mi lugar, sino únicamente, cruzarme en mi camino con una persona como… no, con Joana, porque ella era especial, al menos para mí.

Podía sentirlo en mi corazón, en todas las fibras de mi ser, y por vez primera en mi vida estaba segura de que hacía lo correcto. No solo quería estar con ella, sino que lo necesitaba.

Cuando mis labios rozaron su clítoris hinchado, el cuerpo de Joana dio un respingo. Sus dedos acariciaron mis cabellos y yo la mire a los ojos, mientras tensaba mis manos bajo sus muslos y me preparaba para la embestida final. Un segundo más tarde, hundía mi rostro entre ellos y dejaba que mi boca chupara y mi lengua lamiera el palpitante órgano, sabiendo que Joana se encontraba a un paso de estallar. Yo misma me estremecía al sentir cada vez más cerca la llegada del climax, pero aún así, no me contuve ni tampoco dejé de actuar. Entonces, cuando me pareció que ya se encontraba en el límite, me detuve, separándome ligeramente, y la penetré con los dedos. Sentí como sus manos me empujaban contra ella mientras yo no podía hacer otra cosa que acariciarla y tocarla hasta que terminase, mientras los jadeos se volvían más evidentes y ambas gemíamos más y más cada vez, y más ruidosamente.

En ese momento, sonó la comunicación por los altavoces, pero no había nada que pudiera detenernos. Yo misma me encontraba en el precipicio del orgasmo, simplemente por la excitación de estar conduciendo a Joana, así que separé ligeramente una pierna, bajé una mano y empecé a frotarme el clítoris, presionando y moviendo los dedos circularmente, mientras continuaba penetrándola a ella.

-Vamos, cariño, quiero que termines –le dije, sin detenerme -. Necesito que termines.

Tiemblo de placer, como una hojita, con la cabeza embotada. Gimo, rio, me estremezco... las sensaciones hasta ahora tan desconpcidas me inundan la mente y el cuerpo. La observo descender, mientras muerdo mi labio. No puedo creer lo que siento, lo que la deseo. ¡Pero si casi ni la conozco¡ Escucho sus palabras y me doy cuenta de que ella está igual. Nunca me había sentido tan... hum... vompleta y segura. Segura... hummmmmmm... segura de que siento algo muy fuerte que no es solo físico... Siento que... te... amooooo.... Tiemblo al sentir su boca en mi clítoris notando las oleadas de placer sacudiéndome, llevándome al borde del orgasmo. Una idea intenta abrirse paso en mi mente, pero no la dejo. No ahora. Estoy por estallar cuando cambia boca por mano. Me levanto en la cama y la miro fijamente. Cariño... Me.... corroooooo.... digo, estallando intentando que mi voz no se escuche. Una vez ella también lo haga, la atraigo hacia mí. De pronto la miro, muy seria. Mierda. ¿Sabes? Acabo de recordar que las relaciones entre personas del mismo grupo operativo están prohibida excepto excepciones que deben ser informadas previamente. Pero yo quiero seguir contigo. ¿Qué podemos hacer?

Nave Aruná, 6 de agosto de 2138 Hora terrestre global: 02:37

Como era habítual, Hanna cubría un turno de noche en la enfermería. Algo rutinario donde se verificaban muestras, se hacían ensayos o de forma casual se trataba algún paciente con alguna dolencia menor.

Ella era tan solo un enlace de apoyo, por lo que no necesitaba estar muchas horas y tan solo ayudaba de ser necesario. Compaginaba su aportación con el entrenamiento de rigor que la obligaba a mantenerse en forma y hacer lo mismo con su equipo militar.

A esas altas horas Hanna disfrutaba de un descanso, su momento de recargar pilas y alejar el sueño. El mejor sitio era la cantina con un café largo bien cargado entre sus manos.

Acudía a menudo y se sentaba sola a observar el ir y venir de los demás. Escuchaba accidentalmente sus conversaciones sin participar o se evadía de todo mirando a través de los ventanales al basto espacio estrellado.

En alguna ocasión y con cierta melancolía había imaginado tras el cristal el mundo dejado atrás.

- ¿Que habrá sido de mis padres?. Ojala que su vida fuera larga y tan feliz como cuando estaba entre ellos..-

Hanna era alguien que no pasaba desapercibida. Era alta y esbelta, sus ojos grandes y verdosos, con una melena larga y rubia. Su figura atlética se encontraba embutida en un uniforme de licra ceñido a su cuerpo que mostraba su buen hacer en lo de mantenerse en forma.

Aviso a todo el personal de la Aruná, a las 05:00 se procedera a la activacion del motor hiperespacial. Es obligatorio que todo el personal este 15 minutos antes en posicion de salto

 La voz la sacó de sus cavilaciones y la obligó a revisar la hora. Aún disponía de algo de tiempo así que decidió apurar esos minutos antes de abandonar el lugar.

Su grito fue melodía para mis oídos y su gemido fue el acompañamiento que necesitaba para acercarme definitivamente al filo del orgasmo, con las piernas temblando y el estómago encogido. Cuando la oleada de excitación me alcanzó, simplemente me dejé llevar por el torrente de sensaciones y mis brazos la rodearon con fuerza hasta que desapareció el temblor de todo mi cuerpo.

Entonces, con un último gemido, y todavía respirando con dificultad, subí para alcanzar su rostro y la besé con ternura, dejándome caer a su lado y hundiendo mi rostro junto al suyo.

-Yo… también te quiero, Joana Bakins –le dije, sonriendo por llamarla usando tanto su nombre como su apellido -, aunque parezca una locura. Pero es la locura más bonita que me ha sucedido nunca.

Y entonces, de repente, la voz de Joana, fastidiada, rompió aquel momento. 

¿Sabes? Acabo de recordar que las relaciones entre personas del mismo sexo están prohibida excepto excepciones que deben ser informadas previamente. Pero yo quiero seguir contigo. ¿Qué podemos hacer?

Por un lado, quizás debía haberme molestado, por quebrar aquel instante que parecía mágico, en el que nadie más estaba con nosotros, y parecía que el mundo no podía hacernos daño, pero fue cosa únicamente de un segundo, porque inmediatamente me di cuenta de lo que estaba diciendo Joana. Alargué una mano para acariciar su rostro y de mirarme a los ojos, habría visto el brillo que había en ellos, acompañando a mi sonrisa.

-Te dije antes que eras un sol, pero no es verdad. Eres mucho más que eso. Eres la estrella que me guiará hacia el mañana y no contemplo un mañana sin ti.

Volví a besarla, esta vez en la mejilla, y entonces le respondí. 

-Supongo que tenemos dos opciones. O bien comunicárselo al capitán y aceptar lo que nos diga, o continuar ocultándoselo a todo el mundo y comportándonos como si fuésemos únicamente amigas. Pero yo personalmente optaría por el plan C. No quiero ocultarlo, porque ya lo he vivido y sé que al final, acabaría destruyéndonos, así que digásmoslo, pero si no obtenemos permiso... no pienso dejarte ir. Lo único de lo que ahora mismo estoy segura es de que no puedo dejar de estar contigo y no lo haré, a no ser que me corten los brazos y las piernas, y me arranquen los ojos. Y no pienso dejar que lo hagan. 

Con una nueva sonrisa, un nuevo beso, esta vez en los labios, y me quedé mirándola directamente a los ojos.

-¿Te parece bien, cariño? ¿Te parece bien... arriesgarte conmigo, e ir a por todas?

Anthond caviló un rato antes de reaccionar a la invitación de Jackson de contarles el por qué de su presencia en la misión. Al final se decidió a hablar. “Mi situación no es tan diferente que la tuya. Con una excepción. Pareces aún añorar a tu mujer. Yo, al contrario, la odio. Fue una de tantas esas historias de amor: comenzó increíble, y acabó fatal. Olvidamos cómo poder amarnos. Y las discusiones sin el amor… En breve, hubo divorcio y hubo los padres de mi ex-mujer indecentemente adinerados que le pagaron a ella abogados mucho mejores que los míos. El resultado: tengo dos hijos de los cuales no tengo la guardia, pero por las que tengo que pagar, y también tengo que pagar por el súcubo ese de mi mujer. Las facturas se acumulan… y luego vino la oferta de esta misión con el aumento considerable de pago, al menos en mi caso. Desde luego, aquí estoy.”

Rió sin alegría. “Ojalá que hubiera algo más valiente que contar. Bueno, pero lo cierto es que también me atrajo la aventura. Aunque sin el dinero concomitante no hubiera sido atracción ninguna.”

La comunicación previniendo del salto tiró a Anthond bruscamente de sus pensamientos.

Me quedo a su lado, escuchándola y sintiéndome, por primera vez, plena. Nunca tras hacer el amor me había sentido así, completa, plena, como si nada pudiera afectarme. Ni siquiera esa absurda norma.

No hay modo en que puedan impedirnos estar juntas. ¿Qué van a hacer, encerrarnos? En cuanto saliera te buscaría. Y estamos en una nave.

Pueden impedir vernos, darnos tanto trabajo que no podamos vernos, pero incluso así buscaría un rato, por mínimo que fuera, para verte.

Así pues, me quiero arriesgar contigo. Como ya hice al confesarte que siento algo por ti, lancémonos a la piscina y comprobemos si hay agua o rocas.

De pronto, la comunicación de antes se abre paso en mi mente. Tus compañeras pueden volver en cualquier momento, ¿no?

Yo misma había hecho las sugerencias y Joana no tardó en recogerlas y hacerlas suyas. Ella estaba de acuerdo en seguir adelante y eso... era suficiente para mí... y para cualquier cosa que pudiera sucedernos. 

Pero analizando la situación, preví el peligroso desenlace. Era imposible que nos permitieran continuar juntas. Si lo decíamos, lo único que conseguiríamos era que nos tuvieran bajo vigilancia exhaustiva y al final, sufriríamos las consecuencias por partida doble. Era un problema, y grande. Un rollo de una noche podía ser tolerado e incluso se daría por hecho. Lo que había entre nosotras.... no, imposible.

Me descubrí a los pocos segundos negando con la cabeza.

-No quiero dejarte, pero tengo muy claro que no nos dejarán seguir con esto. No, no. Rectifico. Debemos ser discretas. No tendremos ninguna oportunidad si nos descubrimos. Quizás no nos castiguen, pero entonces, seguro que nos resultará imposible vernos porque tendremos una docena de ojos detrás de nosotras.

Miré a Joana, preocupada de repente como no lo había estado nunca antes, porque por primera vez, tenía algo que perder. 

-Joana, te quiero... y no voy a dejarte ni a permitir que nos separen, pero tampoco a que nos quiten lo que tenemos. Podemos arriesgarnos con Juliet, porque estamos en el mismo dormitorio, y quizás a la otra chica que está con nosotras. pero no contárselo a nadie más. Fuera de aquí... creo que tendremos que continuar siendo solo... amigas. Y mientras nadie diga lo contrario, no tendremos problemas. Pero te aseguro que nada me impedirá que vuelva contigo a cada momento que disponga de libertad.

Sin dudarlo, rodeé su cuello con mis brazos, la miré fijamente y a continuación, la besé. Fue un beso largo y apasionado, repleto de esas emociones que tan difícil resultan de expresar pero que provienen directamente del corazón, y que esperaba ella sintiese de la misma manera.

-Solo necesito-continué diciendo, cuando me separé -, que me asegures que tú harás lo mismo. Me conformo conque cuando terminen nuestros turnos, tengamos nuestro propio mundo en el que refugiarnos, lejos de todo y de todos.