Partida Rol por web

Nada más abrir la puerta cortafuegos, Robert se retiró por si las chicas y Ander tenían que hacer frente a alguna amenaza. Pero no vieron nada en el hueco de la puerta... nada salvo una profunda negrura. Inmediatamente, les atacó un olor nauseabundo que hizo que se olvidaran de todo lo demás. Ya habían oído que las alcantarillas apestaban... ¡pero aquello era demasiado!

Aguantando la respiración, Melhi fue a asomarse para comprobar si había alguna amenaza. Aquella hadita estaba haciéndose más valiente por momentos. Miró a un lado y otro de la puerta, pero se quedó muda y paralizada al mirar a la derecha.

- ¡Kolda! -gritó Melhi sin poder reprimirse, aunque enseguida se tapó la boca con las dos manos. Por un momento se había olvidado de que no tenían que llamar la atención.

Se volvió hacia el resto con una sonrisa de oreja a oreja, y les señaló hacia un punto que aún no podían ver.

- ¡Kolda está ahí! -musitó excitada-. ¡Vamos, rápido!

Kolda asomó la cabeza por la esquina de la galería. No le había dado tiempo a ocultarse antes de que un Hada apareciese por la puerta... pero afortunadamente, ¡era Melhi! Habían conseguido encontrarse.

- ¡John, vamos! -exclamó el Hada, presa del júbilo- Ahí está Melhi, lo hemos conseguido.

Y sin dudarlo salió de su escondite, aleteando con energía.

Efectivamente, no tardaron en oír la voz de su otra compañera. Venía volando por la galería de la maloliente alcantarilla, y aunque se esforzó por no gritar, pudieron escucharla claramente.

- ¡Chicos, soy yo! ¿Estáis todos bien...?

Puaj....huele a pedo muerto–murmuró apagando el mechero y tapandose la nariz momentos antes de que Melhi desapareciese y les diese aquella grandísima noticia.

–¡Kolda!–Zaina se acercó a ella, sin importarle ahora aquel desagradable olor. Adoraba a la pequeña hadita y se alegraba mucho de volver a verla. –¿Estás bien? ¿Encontraste a John?

A duras penas conseguía controlar su entusiasmo, pero haciendo un esfuerzo por no hablar demasiado alto comenzó a explicarse, hablando muy rápido, fruto del nerviosismo y la excitación.

–Estabamos buscando los papeles para encontrarlo, y la reina de las hadas nos encontró. La achicharré con fuego pero no pareció hacerla daño... Además, iba con dos hadas, pero entre todos conseguimos matarlas.

Ander se puso al lado del Zaina. Sonriendo exageradamente. El olor a alcantarilla era absolutamente nauseabundo, pero el niño pensaba para sí mismo que peor debian de oler algunos aliens de las peliculas y los protagonistas no estaban todo el rato quejándose de ello. No obstante tuvo que llevarse la mano al estomago un par de veces para tratar de aguantar las ganas de vomitar.

Instantes después apareció John. La delgadez del muchacho se sumaba a la extrema palidez que mostraba su rostro. La calidez de la compañía acabó por derribar el muro que el niño se había hecho así mismo para mantener la compostura y contener el dolor. Se echó la mano al brazo y casi simultáneamente cayó al suelo redondo.

Había esbozado una sonrisa y, aún en el suelo, parecía feliz y orgulloso. Buscó a Kolda con la mirada y se giró en el suelo para ponerse boca arriba.

—Sí, lo hemos conseguido —exclamó con un pequeño hilo de voz.

Robert sintió un escalofrío en cuanto vio la negrura que había detrás de la puerta. Y lo peor era ese insoportable olor... Pero sabía muy bien que no les quedaba otra vía. Agarró fuertemente su espada de plástico y traspasó el umbral con un gesto de asco.

Sonrió de alivio al ver que Kolda estaba otra vez con ellos, pero luego se fijó enseguida en John a la tenue luz de las Hadas.

- Ahí va... -susurró con preocupación, mientras se acercaba despacio a él-. ¿E... estás bien? Pareces muy hecho polvo...

Los chicos fueron pasando uno a uno al interior de la acantarilla. Se accedía a ella desde la Clínica por una escalera de unos cuantos pasos y barandilla metálica, que iba a parar a una galería por la que discurría una corriente de agua... o al menos algo líquido que sería mejor no olfatear de cerca. Estaba todo muy oscuro, pero las luces que emitían Kolda y Melhi les permitían distinguir un poco el entorno angosto y agobiante.

La galería en la que estaban continuaba a izquierda y derecha a partir de la puerta del sótano de la Clínica, sin que hubiese ningún indicador que les mostrara alguna pista de dónde podrían encontrar una salida. De momento, estaban a salvo. Pero sería mejor que las Hadas no les encontraran allí, porque no habría manera de huir con rapidez. Y perderse en esos túneles putrefactos podía ser tan malo como caer en manos de aquellos seres pálidos...

Kolda se abrazó con júbilo al cuello de Zaina en cuanto la vio bajar a la galería de la alcantarilla, pero la alegría tendría que esperar. Había que ponerse al día.

- ¡Sí! -dijo en respuesta a la pregunta sobre John-. Fue una suerte enorme, iba hacia la zona donde cayó tu piedra, como habíamos quedado. Y casi que nos topamos el uno con la otra en la puerta del Ayuntamiento. No podía creer la suerte que estaba teniendo, así que antes de que pasara algo malo, decidimos correr a encontrarnos con vosotros.

Luego llegó el turno de Zaina para explicarse. No bien escuchó la atropellada narración de la gitanilla, el rostro de Kolda se volvió dubitativo.

- ¿La... Reina de las Hadas...? -no parecía entender a qué se refería la niña-. No... no sé de qué hablas, Zai... ¿Qué Reina?

De pronto el Hada buena parecía preocupada. Aún más preocupada de lo que ya estaba, al menos.

La niña dejó que la pequeña hada se enganchase a su cuello y jugueteó con ella antes d que se separase volando con expresión preocupada. A pesar de que todo apestaba, la niña empezaba a convencerse de que todo saldría bien.

–Sí, era como las hadas malas, pero era roja entera... ¡Y tenía cinco cuernos en la frente así!– dijo llevándose las manos a la cabeza imitando la forma. La niña miro a sus amigos buscando apoyo– ¿Verdad? ¿A qué sus colmillos era mucho más grandes que los del resto? Pero eso ya no importa, porque John está aquí y podremos  vencerlas y se despertará... Porque eres John ¿no? 

La pequeña se acercó a John, que aún estaba tirado en el suelo como si acabasen de darle una paliza... pero tampoco tenía heridas. Sin embargo, a pesar de la falta de ellas se le veía realmente mal. Pálido, ojeroso y con expresión agotada.

–¿Estás bien? ¿Tienes hambre?–preguntó finalmente preocupada...aunque no veía como nadie podía tener hambre con ese olor. ¡Incluso a ella se le había quitado el hambre para siempre!

Todo fue tan rápido.. Preparada estaba para que las hadas entrasen en tropel, y sin embargo ¡la que apareció era Kolda! Qué alegrón. El alivio era más que palpable en todos.

-¡Kolda! -la saludé, contenta. Y lo mejor es que no venía sola. A pesar del repelente olor de la alcantarilla pude hablar también, conteniendo a ratos la respiración.

-Sí, amiga -asentí a las palabras de Zaina-. Era un bicho terrible que nos lo hizo pasar mal, pero pudimos vencerla.. Al menos de momento.. John, sé que no nos conoces -le dije también al niño-, pero somos amigos. Me llamo Jess, y estos son Zaina, Siobhan, Robert, Kate y Ander.  Estábamos buscándote, y nos ayudaremos entre todos contra esas hadas malas.

Me imaginé que, si para nosotros toda la situación era extraordinaria, para John aún lo sería más, y automáticamente simpaticé con él.

Ander dió un paso adelante tendiendole la mano. El casco le caia a un lado de la cabeza dando claramente a entender que, a pesar de su gran cabeza en comparación con su pequeño cuerpo, el casco aun le estaba más grande de lo que debia.

- Arriba - dijo sonriendo con esa sonrisa infantil que solo podía tener el más inocente y pequeño del grupo - Tenemos que movernos. Habia ruidos muy raros ahi. ¿No habria una manera de bloquear esta entrada desde dentro?

Ayudó como pudo a John a ponerse en pie y añadió por lo bajo.

- No te preocupes, ya he calcinado a esa reina una vez y lo volveré a hacer si aparece- dijo a John mostrandole la pistola de juguete que tenia en el cinto. Acto seguido miró la oscuridad que tenian delante.

- ¿Creeis que habrá... habrá... hormigas por aqui?

Aun enganchada a Robert, espera con temor lo que hay detrás de la puerta. Esa puerta actúa como una barrera de protección contra lo que esté al otro lado. Cierra los ojos cuando la puerta se abre, esperando el ataque... pero lo único que los ataca es un olor horrible y maloliente. Le entran arcadas, pero se contiene.

-Puaj...

Se cubre la nariz y la boca con el brazo mientras los demás se preparan. Pero no pasa nada. No hay un enjambre de hadas rojas atacando. Aunque Melhi se adentra en la oscuridad para inspeccionar y... ¡encuentra a Kolda y a John! Parece que han tenido suerte. Se alegra de que todo esté saliendo más o menos bien... a pesar del olor.

-¿Estás bien? - le pregunta a John, preocupada.

No parece que el chico esté en su mejor momento. Aunque no tiene nada que pueda darle...

Mientras Robert, Ander y Kate se apresuraban a interesarse por el maltrecho John, Zaina y Jess habían puesto al corriente a Kolda de los últimos sucesos. Pero el Hada buena parecía terriblemente preocupada, a pesar del alivio que le producía saber que los pequeños habían sobrevivido a tan peligroso encuentro.

- Roja y con cuernos... -repetía como para sí misma, atónita-. Jamás había oído hablar de algo parecido, no sabía que hubiese Hadas diferentes a nosotras. Bueno... quiero decir que siempre había pensado que la única diferencia estaba en si éramos buenas o malas... Pero no tenía la menor idea de que existiese una "Reina Hada"...

Aquello la agobiaba de forma evidente. Aleteó nerviosa y se mordió una diminuta uña.

- ¿De qué más será capaz la Oscuridad...?

Pero sacudió la cabeza. Pensar en aquello no les ayudaba y tenían otros problemas.

- Ya nos preocuparemos de eso si volvemos a encontrarla -dijo-. Ahora hay que moverse. Y Ander tiene razón, no deberíamos dejar ese acceso abierto tan a la ligera -señaló la puerta por la que los niños habían bajado-. Después de todo, no podemos salir por la Clínica. Está rodeada por montones de Hadas y me temo que estaban intentando entrar. Habría que buscar otra salida...

Pero sería difícil bloquear la puerta del sótano de la Clínica. No había nada a la vista que pudieran utilizar como tope, y tampoco tenían una llave.

Y después tendrían que decidir en qué dirección buscar una salida, porque tampoco había ninguna a la vista en la alcantarilla. Sólo la galería en la que estaban, que continuaba tanto a su derecha como a su izquierda hasta doblar sendas esquinas.

Zaina seguía mirando a John, esperando que este respondiese. Debía de estar muy cansado, demasiado cansado para responder, pero la rizosa muchachilla estaba convencida de que aquel niño tenía que tener mucha hambre. No había más que verle pálido, delgado y ojeroso. De modo que sacó un bocadillo que llevaba en el zurrón y se lo ofreció.

–Cogelo. Es de los que hace mamá, que están muy buenos ..cuando los hace el tio Jacob es mejor saltarse la cena.– el desparpajo y naturalidad con el que la niña  rizosa hablaba casaba a la perfección con su aspecto algo campestre y descuidado. Mientras esperaba a que el niño cogiese la comida, miró al hada y, sin más miramientos, puso el bocadillo en la mano de John, se quitó el chubasquero negro y grande que la cubría de la cabeza a los pies. –Oh...podemos taparla con mi chubasquero ¿no? Como cuando se rompe una ventana, que se pone un plástico para que no entren moscas ni frío. Total. Aquí me voy a empapar igual... ¿Pero con qué podemos engancharlo?

Siobhan se quitó rápidamente la mochila de los hombros y la acomodó entre sus pies. Acto seguido se quitó el abrigo, quedándose sólo con el chándal ─era verano, sí, pero después de lo pasado el verano anterior, en que casi mueren de frío, al salir de casa tomó algunas precauciones─.

─¿Tienes frío? ─preguntó mientras le ofrecía el montgomery a Jhon. Era el abrigo que usaba para el colegio, así que no habría problemas con el color ya que éste era azul marino y lo llevaban niños y niñas por igual. Jhon no parecía mucho más grande que ella y con lo flaquito que se veía estaba segura que le iba a quedar bien.

Esbozó una sonrisa tratando de animarlo, pero también para animarse ella. Estaba asustada, mucho, pero mejor era no demostrarlo. Miró entonces lo que hacía Zaina, la idea del chubasquero parecía buena y seguro podían hacer algo para que la tela no pudiera ser rota, pero todavía estaba la puerta y entonces se acordó.

─Tengo... sí... tengo... esperen ─abrió su mochila y buscó en su interior. Tenía las cajitas de jugo, leche y barras de cereal que su mamá le daba para la colación en el colegio, había metido unas cuantas adentro, pero también se había guardado un destornillador que había sacado de la caja de herramientas que su papá guardaba bajo el fregadero. El destornillador era la única "arma" que había llevado con ella, además de las cerillas y el mechero que tenía en los bolsillos. Lástima que no se acordó de guardar unas baterías para cuando las de la linterna se consumieran...

─Con ésto puedo trancar la puerta ─les dijo mostrándoles el destornillador─. Lo meto por debajo de la puerta y se las tranco ─claro, para que su idea funcionara la puerta debía abrirse hacia dentro, de otro modo no iba a servir de nada─ y si no... si no ─frunció el ceño y se mordió el labio, intentaba pensar en algo─... ¡Ander tu pistola! Puedes hacer que lance un rayo y soldar la puerta para que no se pueda abrir o hacer que el chubasquero de Zaina se pegue al metal y nosotros... nosotros hacer que la tela no se queme.

-¡Uauh, Siobhan! -la miré, sorprendida y admirada de todo lo que llevaba. Eso sí era alguien precavido.

Yo había salido de casa con o puesto, poco menos. Revisé los bolsillos, donde siempre llevaba cosas de reparar la bicicleta. Y sí, tenía una navaja y alguna tontería más, pero de poco nos iba a servir ahora contra las hadas.

-Yo tengo una navaja. Pero no sé si será útil. Al menos cuento con ella para rajar a algún hada.. Y si nos ponemos, tal vez podamos transformarla en una espada de llamas.. ¿Os imagináis barrer hadas así? Pero ahora.. tapemos el agujero.

Sujeté la tela del chuvasquero con cuidado, para que se pegase al metal y estar así más aislados. Estar todos juntos colaborando así me recordaba a las clases de manualidades del colegio.. ¿Dónde estarían nuestros compañeros ahora mismo? Esa punzada de nostalgia me hizo regresar a la urgente realidad, y centrarme en lo que estábamos consiguiendo.