Partida Rol por web

Robert fue a decir algo, pero se quedó con la boca abierta. A él no se le había ocurrido la posibilidad de intentar despistar a las Hadas. Si salía bien, ganarían algo de tiempo y en aquella situación aquello podía ser vital. Sonrió por primera vez en un rato largo.

- ¡Muy bien pensado, Ander!

Pero luego pensó en el resto de lo que el chiquillo había dicho y volvió a parecer preocupado.

- ¿Qué puede haber sido? -se preguntó-. ¿Es que hay alguien más aquí abajo aparte de nosotros?

Tragó saliva, sintiéndose cada vez más agobiado por la situación.

Hay que salir de aquí ya...

Cuando se detienen y se da cuenta que Ander no está, se asusta. A lo lejos se pueden escuchar los pasos del más pequeño. Se asoma al túnel que acaban de dejar e intenta mirar. Se escuchan muy lejos... ¿se habrá encontrado con algo malo? ¡Le han dejado solo en ese lugar y no se han dado cuenta! Son muy malos amigos.

-Estará bien, ¿verdad? Quizá deberíamos...

Cuando está a punto de proponer ir a buscarlo, Ander aparece en el túnel y se acerca a ellos corriendo. Le alivia saber que el pequeño está bien y que no le ha pasado nada... salvo con eso que ha escuchado.

-¿Seguro que es seguro? ¿Y si son las hadas malas? Tenemos que salir al exterior...

Mira a los demás.

-¿Qué hacemos?

—Si puedes imaginarlo, entonces puedes hacer que sea verdad —se decía mientras corría por los oscuros y malolientes túneles.

Estaba tan preocupada en no perder de vista a Melhi y Kolda, que ni siquiera reparó en si los demás llevaban el mismo ritmo y cuando el grupo se detuvo, dándose cuenta luego que Ander se había quedado atrás... decir que se sintió una egoísta y desconsiderada es poco.

—Disculpa, Ander —dijo al pequeño con sinceridad, pero su disculpa fue interrumpida por las palabras del niño. Frunció el ceño y observó en la dirección que él señalaba. Iba a hablar, regañarlo tal vez, pero la intervención de Jess y la réplica de él la hicieron entender que había estado a punto de cometer un error.

—¡Súper, buena idea, Ander! —exclamó aliviada, aunque esa sensación se esfumó rápidamente al mirar otra vez en la dirección que lo habían llamado.

—No creo que sea buena idea ir a mirar, deberíamos seguir —tragó saliva—... si lo que lo llamó nos quisiera ayudar no se escondería en la oscuridad ni mucho menos andaría susurrando —en un gesto casi inconsciente, se metió la mano al bolsillo y revisó que todavía tuviera consigo las cerillas y el mechero. Las pilas de la linterna todavía funcionaban, pero se estaban agotando, lo sabía porque la luz había comenzado a debilitarse.

—Ellas quieren separarnos —se refería a las hadas, eso estaba claro—, Ander tuvo una muy buena idea para despistarlas, pero no son tontas y se van a dar cuenta —respiró profundo, se estaba armando de valor—... corro rápido y harto, así que cuando ellas se den cuenta voy a hacer que me sigan y ustedes tienen que seguir, salir de aquí y hacer que John las desaparezca para siempre.
 

La gitanilla estuvo unos segundos callada mientras escuchaba a los demás. Las chicas tenían parte de razón, pero...

–Si no hubiese abierto la puerta para ver quien me llamaba no habría visto a Kolda... A veces es bueno mirar...con cuidado. Además, si un hada hubiese podido entrar, lo hubiesen hecho todas. Y hay miles... No necesitarían tendernos una trampa. Solo agarrarnos y "ñac"– concluyó haciendo un gesto de morder con las manos y cerrando los dientes como un cepo.–Si solo dijo "psss" quizás sea algo...que no quiere llamar la atención porque tiene miedo.

Desde que Ander había dicho que alguien o algo le había llamado con un susurro, Robert había echado miradas furtivas a la galería por la que habían venido corriendo, pero no había visto nada. También había aguzado el oído para intentar captar algo más que el eco de un goteo lejano y el murmullo de las aguas fecales. Nada.

- De momento parece que todo está tranquilo -dijo-. No veo luces de Hadas, y tampoco se oye nada...

Kolda parecía cada vez más intranquila. Revoloteaba de un lado a otro, escrutando las galerías y mordiéndose el labio inferior.

- Esto no me gusta -murmuraba-. No puedo haberme perdido sin más. Es una alcantarilla, tampoco es que haya muchos caminos que tomar...

Pero a pesar de eso, no parecía poder orientarse. Luego escuchó el razonamiento de Zaina. Sonaba bien, pero por algún motivo no se decidía a seguir el consejo de la gitanilla.

- No me fío nada -dijo-. Primero lo de esa Reina Hada de la que nunca habíamos oído hablar, luego algo que no sabemos qué es le hace señas a Ander y ahora parece como si estas alcantarillas hubiesen cambiado por completo. No entiendo qué está pasando y no me gusta nada el cariz que están tomando las cosas...

Por primera vez, el Hada no sabía qué hacer a continuación. Por la expresión de su rostro, parecía que estuviera a punto de sucumbir al terror, como les había pasado al resto de los pequeños al darse cuenta de que estaban solos en aquella pesadilla.

- Bueno... -intervino Melhi-. También podemos simplemente buscar otra salida, ¿no?

No parecía muy convencida, y el nerviosismo de Kolda amenazaba con contagiarla a ella también, pero a pesar de ello se esforzaba por mostrarse optimista.

- Pues yo creo que deberiamos ir. ¿Y si en vez de llamarme era un ruido hecho ratita que está herida por las hadas? o un pobre perrito, tendríamos que ayudarla. No todo tiene por qué ser malo, y si nosotros no ayudamos a los demás, ¿quién lo va a hacer?
 

Ander sonreía, como siempre. Pero era un poco "inocente".

-Si realmente ha hecho PSSSST también podría haber hablado, ¿no? Podemos preguntar quién es, sin acercarnos demasiado. Pero juntos, eso sí. Podemos ponernos en guardia como en las pelis de policías y prepararnos por si nos atacan, pero preguntar "¿Quién está ahí?" sí podemos hacerlo.. 

Las últimas palabras de Ander me hicieron sonreir involuntariamente. A pesar de todo, aún quedaba gente buena en el mundo.

-Ander, no creo que un animal hubiese hecho ese sonido.. Si es alguien a quien podamos ayudar, sin problema le ayudaremos. Pero no podemos perder más tiempo.

–Algunos animales si pueden haber hecho eso. Como las serpientes. –matizó– O los cuervos. Los cuervos pueden hacer sonidos de personas, son muy listos.

Que fuese un cuervo le daba buenas vibraciones a la niña. A Mirza le encantaban los cuervos y siempre decía que, aunque no solían ayudar a cambio de nada, siempre seguían a los humanos. Y en ocasiones, les ayudaban.

Claro, que sería rarísimo que hubiese un cuervo ahí... Pero creo que puede ser algo bueno. Incluso si al principio parece malo, creo que es importante que lo miremos. Lo siento aquí.– dijo tocándose el centro del pecho.

Se siente tan perdida como los demás y las hadas buenas tampoco parecen estar seguras de nada. Algo está jugando con ellos y tiene la sensación que entrar en las alcantarillas era lo que los malos querían. Pero era la única opción. Y la confusión y el desánimo seguramente no sea lo mejor para enfrentarse a todo eso. Y sí, tiene miedo, pero tiene que enfrentarse a sus miedos para salir de ahí.

-Si nos quedamos aquí parados, nos encontrarán. Seguro que están jugando con las alcantarillas. Tendríamos que investigar el ruido y estar preparados para correr. Además, ya las hemos vencido una vez, ¿no?

Aun le duele el brazo y el recuerdo es bastante aterrador, pero tiene que sobreponerse.

Kolda seguía sin estar nada convencida, pero como el resto del grupo parecía por la labor de investigar qué podía haber llamado a Ander, terminó asintiendo.

- Está bien -dijo-, vayamos a ver qué es. Pero con cuidado...

Ander se colocó al frente del grupo y los demás le siguieron mientras desandaba sus pasos por la galería. Al llegar al lugar donde había escuchado el ¡pst, pst!, se detuvo e indicó al resto que habían llegado. No se oía nada especial aparte de varios goteos lejanos y el rumor del agua, pero sí vieron algo que les sorprendió.

A la tenue luz que emitían Kolda y Melhi, distinguieron una puerta en el muro opuesto de la alcantarilla. Estaba cerrada, ubicada en un hueco en la pared y era de metal, algo cubierta por un poco de herrumbre en la parte inferior. Ander seguramente no se había fijado en ella al pasar, debido a la escasa luz. ¿Pero cómo era que los demás tampoco la habían visto antes?

Cuando estaban examinándola, volvió a ocurrir. De algún lugar pareció venir un sonido curioso que todos pudieron escuchar.

¡Pst, pst! ¡Psssst!

Robert escuchó el ruido y dio un pequeño respingo.

- Ahí va, Ander tenía razón -dijo-. ¿Pero qué es? Parece que viene de detrás de esa puerta...

Tomó un poco de carrerilla y saltó el riachuelo hediondo para acercarse a la puerta. Resbaló y a punto estuvo de caer de culo, pero logró evitarlo. Se acercó a la puerta para verla con más detalle.

- A lo mejor es una tubería rota - dijo Ander - he visto muchas pelis donde pasa eso, y el ruido es del vapor escapando o algo asi.

El pequeño se acercaba despacio, no se atrevía a tocar la puerta porque... si realmente era el vapor escapando, a lo mejor esa puerta estaba muy caliente o algo. - Tened cuidado.

Se asusta un poco al escuchar el sonido. ¿Qué será? ¿O quién será? ¿Y si, definitivamente, han caído en una trampa de las hadas malas? Pero no parece que salga ningún brillo rojo de debajo de la puerta y parece que lleva mucho tiempo sin ser abierta. Quizá sea una buena salida.

Haciendo de tripas, corazón, coge un poco de carrerilla para saltar el canalillo que los separa de la puerta. Se coge a Robert para no caer con el suelo resbaladizo.

Melhi, con cuidado como si a la puerta pudiese salirle una boca gigante en cualquier momento para tragársela, se acercó al hueco y puso una pequeña mano blanca sobre la plancha de metal.

- Está tibia -dijo-. Por lo menos mucho más que los muros...

–¡Genial Melhi! –animó la niña a la pequeña hada al ver lo valiente que había sido. Era muy posible que Ander tuviese razón y fuese un escape de algún tipo de gas o vapor. En ese caso no podían usar más el mechero o ardería todo como el insecticida... a no ser que hiciesen llegar a todas las hadas allí y... Por un momento, la niña vio como todos estaban en una colina cercana, agarrados de las manos mientras a lo lejos el hospital, rebosante de hadas malas explotaba y ardía hasta desaparecer. Una pequeña sonrisilla, entre picaruela y soñadora apareció en su rostro infantil. Pero para que eso ocurriese tenían que saber si era gas o algún otro ser.

–Solo hay una forma de saberlo, Ander...–dijo agachándose y susurrando– ¿Hola?¿Hay alguien?

El fuego (e incluso fuegos artificiales) volvieron a la cabeza de la gitanilla. ¡¡Ese si que sería un final grandioso para acabar con todas las hadas!!

Siobhan no estaba muy convencida de que acercarse fuera una buena idea, pero lejos de insistir en su negativa lo que hizo fue seguir a los demás. La niña tenía claro que la unica forma de ganar a las hadas era mantenerse juntos, el trabajo en equipo. Su corta experiencia así se lo había enseñado, cuando iba a entrenar siempre corría más y mejor cuando lo hacía con sus compañeros de entrenamiento que cuando lo hacía sola y a su corta edad era caaz dee tender que eso aplicaba para la vida en general.

Se acercó con cautela y cuando las niñas dijeron lo del gas, instintivamente empezó a olisquear el aire intentando captar un olor similar al de las bombonas o cañerías. Por supuesto la pequeña no sabía que existían más gases aparte de esos y que no todos olían como el de las cañerías. ¿Y si era vapor? Tragó saliva, el vapor quema y cuando es mucho puede hacer mucho daño, lo había visto en películas así que debía ser verdad.

Miró a Melhi cuando dijo que la puerta estaba tibia, pensando que eso debía ser bueno porque si fuese vapor queriendo salir de una olla o de la cabeza de Majin Boo, seguro estaría caliente.¿Y si estaba tibia porque le llegaba la luz del sol? A lo mejor ese "psst" era el de los frenos de aire de algún bus o camión... ¿Adultos? Negó con la cabeza, debía ser otra cosa. ¿Un perro oliendo por debajo de la puerta? Eso no le sonaba tan loco.

Cuando Siobhan olfateó el aire cerca de la puerta, su nariz no captó nada especial. Por lo menos, nada que pudiera superar el tufo de la alcantarilla en la que se encontraban, aunque afortunadamente a eso casi se habían acostumbrado. Si había algún gas tras esa puerta, era inodoro.

Zaina se agachó para que sus palabras se oyesen mejor por debajo de la puerta metálica, pero aunque esperaron unos instantes después de que hablara, no escucharon nada aparte de unos cuantos ¡pst! más a intervalos irregulares.

Mientras examinaban la puerta, oyeron algo a lo lejos por la galería que habían recorrido para llegar hasta allí. Era como si algo o alguien hubiera abierto una puerta de golpe, y el eco hubiese resonado hasta donde ellos estaban.