Partida Rol por web

John se incorporó con la ayuda de Ander y con el esbozo de una sonrisa agradeció la comida que le ofrecía Zaina. Cogió un pedazo y le devolvió el bocadillo a la niña.

—Me duele mucho el codo —dijo levantando las manos para mostrar sus nudillos lacerados—. Creo que me lo desencajé levantando la tapa de la alcantarilla.

Más por obligación que por otra cosa dio un par de bocados al bocadillo. Tenía el estómago revuelto después del paseo por las alcantarillas pero también llevaba mucho tiempo sin probar bocado.

—¿Dónde queréis ir? —preguntó—. Kolda y yo venimos del exterior, fuera de la clínica. Creo que sabría volver pero no estoy seguro de que eso sea bueno. Fuera están las hadas y yo tuve suerte de que no me vieran. ¿Este sitio es seguro?

-De momento sí -le respondí con optimismo-. Ya nos hemos cruzado a las hadas varias veces y las hemos vencido. ¡Seguro que si entran se llevarán de nuevo una sorpresa con nosotros! Pero no podemos quedarnos aquí para siempre. Tenemos que salir todos juntos.

Ahora que John estaba con nosotros, necesitábamos ir a un sitio tranquilo y saber el origen de todo esto, como habíamos imaginado. Por eso buscábamos a John.

-Habrá que decidir si seguimos hacia la derecha o la izquierda en la galería. Zaina, ¿tú no tienes ningún pálpito? A mí me parecen ambos lados iguales, pero quizás con tus poderes tú sepas elegir.

–Bueno– Zaina arrugó la morena naricilla antes de hablar. Estaba muy nerviosa ¡Por fin habían encontrado al niño! Solo tendrían que despertarlo...pero en realidad estaba despierto. O no. O dormido, como ellos. Pero claro ¿Cómo podía una persona dormida despertar a otra? ¿Roncando? Su tío Jacob le había despertado más de una y dos veces así, especialmente en primavera. Eso era un durmiente despertando a otro durmiente...pero algo le decía que aquella no era la solución. No en un sueño compartido.–No sabemos donde ir, solo que no podemos volver a la clínica ni a los alrededores, así que da un poco igual si los dos se alejan ¿no?

A pesar de sus palabras, la niña se sacó del cuello el pequeño cristal de cuarzo y lo levantó. Ya iba a concentrarse en su movimiento cuando dos ideas cruzaron por su mente.

–Esperad...Solo tenemos que ir hacia el lado contrario de donde hubiese más hospital. Vamos, hacia el lado donde la puerta esté más cerca, y caminar mucho hasta salir por alguna alcantarilla que esté lejos. ¿Os acordais alguno de donde estaba la puerta, si para allá o para alla?–preguntó señalando en ambas direcciones para lanzar su segunda idea.– ¡Cuando estemos en un sitio más tranquilos echaré las cartas a John y seguro que descubrimos algo!

La gitanilla miró a John. Estaba claro que la niña estaba convencida de que salvarían a todos gracias a él. ¡Era como en los cuentos! ¡Un Elegido! Pero estaba claro que en aquel momento le dolía mucho el brazo. La niña se lo tocó con suavidad, y algo de curiosidad.

–Jo...siento lo de tu brazo...¡Ya sé! ¿Alguno sabe como se ponen los brazos en cabrastillo?–preguntó mientras se quitaba el pañuelo para utilizarlo para tal fin.

John se irguió y estiró el brazo.

—Estaré bien, sólo me duele un poco —dijo el niño mientras apretaba los dientes y luchaba por no derramar una lágrima—. ¿Las cartas dices? Pero eso no tiene ninguna explicación lógica, no nos valdrá para nada.

Un gesto de dignidad se dibujó en la cara del pequeño John.

—Veréis, yo creo que sabría volver a la alcantarilla por la que entré. Está fuera de la clínica pero no demasiado lejos. Quizá si una de las hadas sale primero podría decirnos si es seguro... y luego correr. ¿Pero hacia donde deberíamos correr? ¿Habéis hecho un mapa o algo así? Se me da bien orientarme en ellos.

–Si que es lógico: nos funcionó antes y eso quiere decir que puede volver a hacerlo– respondió  levantando la barbilla y sonriendo de forma optimista–. Ayer, por ejemplo, se las eché a Jess y Siobhan y nos dijeron que nos encontrariamos con el resto, aunque yo no les conocía. Además, los espíritus como el espectro o la Oscuridad no pueden influir en los signos sagrados, así que no nos engañarán. La yaya Mirza siempre dice que los hados son difíciles de ver y entender, pero que si te esfuerzas lo conseguiras. Y teniendo a hadas de nuestro lado, seguro que los hados son buenos y no nos lo ponen dificil. 

La niña miró a Melhi y Kolda. ¡Era fantástico tenerlas a su lado! No solo eran fuertes, valientes y tenían poderes, sino que además podrían ayudarles a entender a los espiritus buenos si estos resultaban ser incomprensibles.

Con el pañuelo de Zaina rodeé el brazo herido de John con mucho cuidado.

-Si te hago daño avísame, como yo me hago muchas veces heridas sé algo sobre vendajes y curas. Mi abuela me puso así una vez un pañuelo como éste antes de llevarme al médico, cuando me caí trepando un árbol.

Mientras lo decía, estiré las puntas del pañuelo hacia la nuca de John tratando de no hacerle daño alguno, y las anudé haciendo un cabestrillo primitivo pero eficiente.

-¿Mejor? -le pregunté.

-Pues no perdamos más tiempo. Volvamos por donde John sabe, y después nos apañaremos. Tenemos aquel mapa con el que Zai señaló el hospital con el cristal, es cuestión de consultarlo.. Pero primero, ¡salgamos!

Y ahí están. En las alcantarillas. Y mientras tanto, las hadas en el exterior intentando entrar en la clínica. Y lo peor es que aun no se ha acostumbrado a ese olor tan asqueroso que hay en el lugar. Entiende que ese niño nuevo tenga daño en el hombro y esté cansado, pero darle comida en ese lugar... no, no le parece lo mejor. Al menos, deberían esperar a que el lugar no oliese a caca... A caca muy maloliente. 

-Podemos... ¿podemos discutir esto... en otro lugar? Huele mal y las hadas están entrando.

Espera a que los demás decidan lo que van a hacer a continuación. Aunque a ella le gustaría salir de ese maloliente lugar antes de echar esas cartas o de ver comida.

-¿Hacia dónde vamos, John?

Kolda había escuchado con atención las ideas de todos, y finalmente asintió cuando Zaina propuso la suya. Tenía sentido tratar de alejarse lo más posible del hospital antes de salir.

- Bueno -dijo pensativa, señalando una dirección de la galería-, podríamos dirigirnos a la entrada por la que John y yo llegamos, pero... hay un problema. Está demasiado alta, John tuvo que saltar para llegar a la galería por la que vinimos. Al ser hacia abajo no tuvo problemas... pero alcanzar la entrada en la dirección opuesta sería otra historia. No creo que vosotros seáis capaces de llegar a no ser que encontremos algo en lo que os podáis subir.

Pero aquella opción parecía improbable. No se veía nada en la alcantarilla que pudieran usar para eso.

- Da igual, ya veremos lo que hacemos. No nos quedemos aquí por más tiempo, seguro que se nos ocurre algo por el camino...

Y echó a volar en la dirección que había señalado, alejándose de la puerta del sótano.

Los chicos corrieron detrás de Kolda y Melhi, que se había apresurado a seguir a su compañera con un rápido aleteo. A John todavía le dolía bastante el brazo, pero el cabestrillo ayudaba un poco. Por lo menos ya no dependía sólo de su codo para soportar el peso.

El grupo corrió todo lo que pudo, dejando atrás galerías y bifurcaciones a cuál más oscura y apestosa. Kolda parecía saber muy bien a dónde iba, como si recordase perfectamente el camino que habían seguido para llegar hasta la puerta del sótano de la Clínica. Pero en cierto momento se detuvo, pues se encontraron con otra puerta muy similar, aunque sin escalera delante. Al verla, el Hada frunció el ceño, confundida. No recordaba haber visto esa puerta antes. ¿Se estaría equivocando de camino?

Mientras estaban allí parados, se dieron cuenta de que Ander no estaba con ellos. Pero sus pasos se oían a lo lejos, retumbando y chapoteando en la galería por la que habían venido. Parecía haberse retrasado por algo.

Robert trastabilló y a punto estuvo de caerse cuando Kolda frenó de improviso. El suelo duro y húmedo no aconsejaba esas maniobras súbitas.

- ¡Ey! ¿Qué pasa? -preguntó sobresaltado al ver que el Hada dudaba-. ¿No es por aquí o qué?

Luego se volvió, preocupado.

- Un momento... ¿y Ander? ¿Por qué se ha quedado atrás?

Corrió hasta la esquina de la galería y se asomó. El chiquillo venía siguiéndoles, pero estaba todavía muy rezagado.

Ander se había quedado atrás porque le había llevado casi un minuto marcar el camino opuesto de forma convincente con huellas falsas. Tal vez no sirviese de nada, pero valía la pena probar si eso podía despistar un poco a las Hadas malas y darles así un tiempo precioso a los pequeños.

Mientras corría todo lo que daban sus cortas piernas, pudo oír cómo delante el grupo se paraba por algo. Incluso escuchó la voz de Robert preguntando por él. Pero al mismo tiempo, oyó algo más.

¡Pst, pst!

Parecía venir de su izquierda, al otro lado del infecto riachuelillo de desechos. Era como si alguien o algo que no podía ver tratase de llamar su atención. ¿O sería sólo su imaginación?

-No, no, no.. ¡no nos vamos a separar! -no estaba dispuesta a que las hadas nos separasen. Ander era pequeño y no corría como nosotros, es cierto. Fuí tonta al no pensarlo.

Dí la vuelta hasta llegar junto a él, y le dí mi mano.

-Ander, ¿quieres que te lleve yo? No podemos retrasarnos. -jadeante, miraba detrás por si algún bicho nos seguía, y tiraba un poco de Ander al correr. Cargaría con él si es necesario, no es la primera vez que llevo en brazos a alguien.

Lo único que quería era que saliésemos todos de allí a salvo.

La expresión de Kolda no auguraba nada bueno. No hacía falta que Zaina sacase una carta o sus cristales para percatarse de aquello. El rictus tenso del pequeño ser asustaba a la niña el doble que la visión de las miles de lucecitas rojas que habían visto horas -o quizás años- atrás. En aquel momento se dio cuenta de la desaparición de Ander, aunque oía su chapoteo. ¿Se habría quedado atrás por ser más lento o habría encontrado algo?  ¿O quizás...? La tez de la muchacha alcanzó casi el tono del de sus amigos debido a la última idea que se pasó por su cabeza. No, sólo se había retrasado, nada más. 

–Será mejor que vayamos todos por él.– susurró lanzando otra mirada a Kolda. Estaba segura de que había pasado algo, pero no sabía qué. Tampoco entendía porque había tantas puertas en un sitio donde olía tan mal. Lo normal hubiesen sido ventanas. -Espero que solo se haya parado a hacer pis...

Con un gesto protector, Zaina se puso delante de John agarrando con firmeza el spray. Si alguien se atrevía a tocarlo, le achicharraría como a las hadas malvadas. Ni siquiera se le pasó por la cabeza el que a John pudiese sentarle mal que se pusiese protectora con él. Aquel niño estaba herido y además, era el que tenía la capacidad de salvarlos a todos. Sin él no podrían vencer al espectro. No solo era el que hacía que el grupo tuviese un número mágico de miembros. Era el elegido y ellos sus guardianes.

Ander estaba parado en medio del camino. Jess venía hacia él, Zaina detrás. Ander miraba hacia un lado.

- Me han llamado de alli - dijo señalando la oscuridad - Pero no por mi nombre. ¿Quién será?

—¿Y cómo te han llamado? – preguntó Zaina aún en posición de alerta. ¿Habría entrado algún hada y estaría intentando tenderlos una trampa?

Huy, eso me sonó muy mal.. Los bichos podían hacer eso y mucho más.

-Nunca, nunca les hagas caso a las voces, Ander.. Avísanos, jamás te separes. Vamos siempre juntos, ¿recuerdas? -me dirigí a todos- Si oís o veis cosas raras, avisad, pero nunca os paréis solos. Seguro que quieren separarnos.

Menudas eran las hadas, se las sabían todas. Si intentaban separarnos, seríamos más débiles. Se nota que nos tienen miedo ahora que estamos juntos.. ¿Cómo decía el abuelo? Como una piña, eso es. Juntos como una piña.

- Ah! - dijo ander poniendo los brazos en jarras - No me he separado por eso. Me he entretenido confundiendo nuestro rastro para que no puedan seguirnos facilmente. Vosotros no me habeis esperado y por eso he tardado en cogeros, pero ha sido por una buena causa. Lo de el "psst" ha sido después. Iba a ir a mirar, pero mejor si estamos todos.