Partida Rol por web

 Aleph rodeó el cuello de aquella bestia con los brazos, y luego apretó. Un crujido. Esta vez, al menos había sido más rápido. Lo que no implicaba que fuera más fácil. Mientras sentía como el alma de aquel ser se deshacía en pedazos bajo sus propias manos, se permitió unos segundos de silencio, en los cuales permaneció en medio de la sala, observando las partículas que se deshacían en el aire

Acto seguido se giró hacia los criados, algo preocupado

¿Estáis todos bien?

No perdió de vista el cuerpo de Celeste, que aún estaba allí, inconsciente contra la pared

Jules se quedó mirando cómo el perro se deshacía ante sus ojos.

-¿Pero qué...? -Los gritos que porvenían del pasillo lo alertaron, así que salió por la puerta y se encontró el dantesco espectáculo que había provocado el perro-. Oh, Dios mío... ¿Qué es lo que...?

Se acercó a los criados que estaban allí, al borde de un ataque de pánico, y trató de calmarlos mientras les preguntaba por Elisabeth. Casi al mismo tiempo entraron los guardias del jardín con aspecto mareado y manchas de tierra en los pantalones. Era de imaginar que también habían sido drogados.

 Comprobó que todo estaba en orden, y que los criados no parecían heridos de gravedad. Y acto seguido se acercó al cuerpo de Celeste, que seguía tendido junto a la pared. Con delicadeza y cariño, recogió al a chica del suelo, y la alzó entre sus brazos con toda la suavidad de la que fue capaz (que no era mucha, dado su tamaño y musculatura). Después se acercó al dueño de la casa, con su amiga a cuestas, y clavó la vista en él con el ceño fruncido

 Jules. Elisabeth

Aleph no era de muchas palabras. Y sabía que el hermanastro de Celeste le había entendido. Sin esperar respuesta cerró los ojos, concentrándose, como si estuviera pensando en algo...

 La conciencia de Aleph llegó, preocupada, a la de Celeste

Por favor, pequeña, respóndeme. Necesito saber que sigues ahí, y que estás bien

La maga notó perfectamente como la visión de Aleph se oscurecía, y, a cambio, su percepción sobrenatural se agudizaba. El guerrero estaba intentando buscar su espíritu

Aleph observó el alma de Celeste en las cercanías, además de dos espíritus más, pertenecientes a los criados a los que el perro había asesinado antes de que lo matara.

 El gigantón suspiró, aliviado. A veces podía llegar a ser algo sobreprotector con su amiga. Pero la idea de verla allí tirada como un muñeco sin vida, sin saber realmente donde se encontraba su alma, le reconcomía por dentro como si tuviera un erizo en su estómago

Entonces se fijó en los otros dos espíritus. Dos almas inocentes. Al menos, quería hacerse pensar a sí mismo, no habían sido asesinadas por motivos personales o injustos. Aleph luchaba por convencerse de que aquella bestia había actuado motivada por el hambre y el instinto, más que por otra motivación más egoísta. No en vano, era otro espíritu más, otro hijo de la madre que ahora volvía a su seno. El verdadero culpable de todo se encontraba lejos de allí, probablemente, y no era otro que el que había dejado libre a la criatura. Pero, por mucha pena que le diera, la muerte era algo tan natural como la vida. Un alma se aleja, otra llega. Es el ciclo, y, con el tiempo, había llegado a aceptarlo. Murmuró una plegaria silenciosa por los dos caídos, y luego decidió ponerse en marcha

Aleph abrió los ojos, y se giró hacia Junette

Por favor, ¿Puedes cuidar de Celeste? He de buscar a la niña

Obviamente, se refería a Elisabeth. En sus ojos estaba dibujada la determinación, y lo único que parecía echarle atrás era dejar a Celeste al cuidado de otros, ya que daba la sensación de que al grandullón le costaba separarse de ella más de lo que nunca habría admitido

El alma de la chica se sorprendió realmente cuando se encontró de cara contra aquel extraño animal. Si no estuviera casi segura de que su forma actual le permitía moverse sin ser vista puede que hubiera soltado un grito, o que se hubiera paralizado. Pero hubo suerte. Símplemente se detuvo un momento para comprobar si las acciones del animal denotaban de alguna manera que podía verla. En apariencia, o al menos eso creyó Celeste, el perro era incapaz de detectarla, así que siguió avanzando, decidida para poder encontrar a Eli. Pero allí se quedó, no podía avanzar. Una fuerza sobrenatural detenía su bella figura ante una barrera que para ella era virtualmente infranqueable.

Sin tener que pensarlo, miró hacia atrás. Su cuerpo ya no estaba en los hombros de Aleph, y permanecía apoyado contra la pared. Si su cuerpo no se movía del sitio, no podía seguir avanzando.

Al menos el combate contra el animal fue sencillo, pues su compañero sabía reducir a sus enemigos. Siempre había sido muy diestro en ese arte y volvió a demostrarlo. Por eso se sentía tan segura a su lado. No solo era un compañero excepcional, sino que como protector no tenía parangón.

Por un momento el enlace entre los dos compañeros volvió a brillar, tramitiendo los pensamientos de Celeste:

-Aleph, por favor no me dejes en la pared. Soy incapaz de alejarme de mi cuerpo más de cinco metros, tendré que esperarte aquí si no me llevas. Puedo hacer algo para no serte un incordio. Cuando estés a punto de entrar en combate, simplemente suéltame. No seas delicado, me encargaré de que mi cuerpo no sufra daños.

Mirando su cuerpo desde la distancia, se concentró de nuevo en el mismo conjuro que tenía activo en la piel de su compañero. Iba a endurecer su propia piel, para que un posible impacto repentino contra el suelo fuera tan peligroso como la picadura de un mosquito. 

 Aleph negó con la cabeza

Me da igual la magia que hagas, no voy a tirarte como si fueras un fardo. Además, si nos encontramos con cualquier enemigo poderoso y me eliminan, estarías indefensa, y no voy a permitir que eso ocurra. Voy a intentar encontrar a Elisabeth por mi cuenta. Junette cuidará de ti

A pesar de sus palabras, por el tono en que lo decía no parecía muy convencido. Y Celeste le conocía lo suficientemente bien como para saber que al grandullón le costaba horrores separarse de aquella manera. Probablemente, con un par de razonamientos simples cedería. No en vano, la chica era mucho más inteligente que Aleph, y sabía que este, en el fondo de su alma y por mucho que se intentara convencer a si mismo de que lo mejor era dejarla con Junette, quería seguir con ella

Por otro lado, se dio cuenta de que para Aleph probablemente sería un incordio. No en vano, el grandullón valoraba la vida de su compañera muy por encima de la suya propia, y haría cualquier cosa para protegerla. Eso le distraería de cualquier otro combate o persecución

-¿Me estáis diciendo que nadie ha visto ni oido nada? -se escuchó decir a Jules con tono airado-. ¿Cómo puede ser eso? ¡Os pago para que vigiléis la casa y... se llevan a Elisabeth ante mis narices?

Volvió al comedor, espada mano. Ya se había despejado del todo y tenía una expresión preocupada y enfadada a partes iguales. Buscó con la mirada a Celeste y la vio aún inconsciente.

-¿Qué le ocurre? -preguntó a Aleph-. Yo... Necesitamos buscar a Elisabeth. Algún... algún rastro tiene que haber dejado, ¿no es así?

-¿Me escuchas? Si me escuchas, despierta. ¿Tienes algún modo de encontrar a Elisabeth? ¿Algo... mágico? Por favor, estoy desesperado. Tenemos que encontrarla antes de que sea demasiado tarde...

- Cariño, te lo pido por favor, llévame. Y no te preocupes por dejar con delicadeza el cuerpo, acabo de inmunizarlo contra impactos menores. Pero si no es trasportado no me podré mover de esta forma, y es claramente ventajosa pues soy indetectable y si encontramos a los secuestradores tendremos un claro factor sorpresa.

Celeste fue escueta, pero su tono de voz era severo. Pero, y algo que más tarde le sorprendería incluso a ella, su intención era buena... demasiado buena para ser Celeste. ¿Será que las palabras de su compañero por fin estaban haciendo mella en su corazón? ¿O quizá se sentía identificada con la niña y trataba de salvarse a sí misma?

 -No estoy seguro de lo que podré darte como información, pero voy a tratar de hacer algo. No puedo encontrar a Elisabeth, pero creo que podré decirte donde hay concentradas más personas. Si encuentro algún cúmulo te lo haré saber. Ahora mismo voy delante de vosotros encarnada en mi propia esencia, invisible a vuestros ojos. No espero que lo entiendas, pero espero ser el factor sorpresa que decante una posible balanza.

Tras decir esto, el alma de Celeste empezó a brillar con más fuerza, y de sus brazos surgió una nebulosa brillante que se dispersó por la casa y sus alrededores con presteza. Estaba buscando a seres vivos, esperaba que plantas y animales no interfirieran con el conjuro, y que sus adversarios no fueran tan poderosos como para poder esconderse del conjuro. Aunque suponiendo que lo que se acababan de encontrar fuera una de sus "mascotas" aquello no era del todo seguro.

 Pero... Aleph se quedó callado durante unos segundos. Luego pareció darse por vencido De acuerdo

Entonces Jules se plantó frente a Aleph, y este se centró en el hermanastro de Celeste. Pero cuando terminó volvió a retomar la conexión

Pequeña, explícale tu condición mediante la conexión que os une. Decirlo en alto delante de los criados sería una imprudencia. Pero evita gastar todas tus reservas de energía: Intuyo que esto no ha acabado aún

 Aleph parece dudar, como si varias personas le estuvieran hablando a la vez, o las palabras de Jules fueran complejas e icomprensibles. Tras unos segundos, suspira y se aparta de Junette

Retiro lo dicho. La llevaré conmigo

Acto seguido se giró hacia Jules

No sé lo que la ocurre, pero intuyo que es temporal. Tampoco sé que han hecho para dormirnos: Estoy tan confuso como tú. Pero debes guardar la calma. Poniéndonos nerviosos no arreglaremos nada

Aleph no era una persona de mando, ni un líder nato. Pero si sabía mantener la calma en esa clase de situaciones, y decidió que aquella vez era necesario que asumiera algo de liderazgo, para variar, Ignorando las heridas de Jules, que no parecían muy graves, fijó sus ojos en los del hermanastro de Celeste, y su mirada se volvió algo más grave y seria

Escucha: Diles a tus hombres que peinen las calles cercanas, y a los criados que no estén demasiado afectados, que busquen por la casa. Que uno o dos se queden con los histéricos. Alerta a la guardia, y a los vecinos: Alguien puede haber visto algo. Yo buscaré por los alrededores, aunque no prometo nada. Celeste se viene conmigo, hasta que recupere la consciencia. Que Damien y Junette busquen posibles pruebas dentro de la casa ¿Todos de acuerdo?

-No -respondió Jules-. No vamos a separarnos ni a salir hasta que no sepamos dónde está. Podría haber más criaturas como esa, y uno de nosotros a solas podría ser vulnerable.

Se giró hacia los guardias con actitud severa.

-Salid ahí fuera y buscad a Elisabeth, o algún rastro que nos lleve a ella. No habléis con los vecinos. Aquí no ha pasado nada, ¿de acuerdo? Sólo se ha colado un perro salvaje. Lo principal es encontrar a Elisabeth.

Los guardias asintieron y se marcharon.

-Busquemos nosotros en la casa, aunque no creo que esté aquí. Ha pasado mucho tiempo desde que nos quedamos dormidos, y no fuimos los únicos. Los criados también. Alguien ha hecho que todo el mundo se desmayara durante media hora o más.

Celeste comprobó que su visión se tornaba azulada, que las cosas inertes como las paredes se tornaban casi translúcidas, y que los puntos de vida relucían en verde claro, más cuanto más vida contuvieran. Vio los puntos que correspondían a ellos mismos, a los guardias, y a los criados del pasillo. Había unos cuantos más en la zona de las cocinas y el servicio, y un par parecían haberse escondido bajo el escritorio del despacho de Jules. No había nadie arriba.

De acuerdo

Aceptó la decisión de Jules sin rechistar. A decir verdad, prefería que alguien asumiera el mando por él: No se sentía cómodo en esa situación, y que el dueño de la casa decidiera el plan de acción le parecía de lo más adecuado. Además, no tenía nada que decir contra sus razonamientos. De nuevo, Aleph quedaba en evidencia por su mente sencilla y poco previsora

Jules mencionó el hecho de que se hubieran quedado dormidos, y Aleph se encogió de hombros suavemente, para no zarandear a Celeste

Brujería, probablemente. O algún tipo de veneno en el aire. Los soldados no comieron nada, supongo, así que creo que podemos descartar que la causa estuviera allí. Quién ha hecho esto sabía lo que hacía

 Aleph decidió concentrarse en su amiga, que, una vez desertado el plan para ir a buscar a Elisabeth fuera de la casa, se convertía en su principal prioridad. Aún no tenía muy claro porque estaba en ese estado, pero estaba dispuesto a sacarla de él como fuera

Se concentró, y la apretó contra su pecho suavemente, dejando que su energía sanadora fluyera hacia la joven

Junette, que hasta ese momento se habia limitado a mirar con aprensión a su alrededor, fue poco a poco espabilándose y recuperando la consciencia. Lo primero de lo que fue consciente fue de la sensación incómoda de sus propias ropas. La tela mojada se le pegaba a los muslos y a las caderas, ajustándose a las formas de su cuerpo en vez de ocultarlas, como habitualmente hacia. Junette no estaba nada contenta con eso, y aunque insipiró hondo y se calló, porque sabía perfectamente que no era momento para eso, el ardor en sus mejillas le hacia agudamente consciente de que su cerebro era reacio a olvidar este hecho.

Quizás por esa vergüenza, cuando Aleph se acercó a ella con Celeste en brazos no tuvo una respuesta muy airosa, limitándose a asentir torpemente. Más allá de la incomodidad, se encontraba lenta y amodorrada. Su cabeza funcionaba a mucha mas velocidad que su cuerpo, y ahora mismo sus pensamientos eran un vagón cargado de acero cuesta abajo mientras intentaba  controlar todo lo que estaba pasando. Las palabras de Jules encendieron algo dentro de su mente, y por fin pudo empezar a pensar con estructura. Cuando hablo lo hizo suavemente, pero no en el tono tímido que era habitual en ella, sino en uno que se parecía más al habla firme y decidida de su primo.

Aleph, por favor, dejad que yo me encargue de Celeste. Se que es mucho lo que os pido para ser una desconocida. No se me escapa que no quereis tenerla lejos y que no se la confiaríais a cualquiera, pero si aún hay enemigos cerca necesitaremos de vuestra fuerza, y no podéis pelear bien con ella en brazos. Busquemos por la casa, pero hagámoslo juntos... y preferiría, Jules, que los criados se ocupasen de otras cosas mientras. No quiero pensar mal, pero si alguien es capaz de colarse aqui y maquinar... atrocidades como esta sin que nadie se entere, quizás es porque no es un visitante mal recibido. Podrían destruir las pruebas, si no lo han hecho ya... si no por malicia, simplemente por ignorancia. Nadie del servicio sabe lo que buscamos realmente.

No debemos mostrar signos externos de ello, pero no nos fiemos de nadie hasta saber que estamos todos a salvo. ¿Os parece?