Partida Rol por web

Obsesión

Prólogo II: La llegada de Celeste y Aleph

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03/02/2011, 11:13
Director

4 de abril de 989

Su viaje terminó, pero la aventura no hacía más que comenzar. Al menos así lo sentían ellos. Al otro lado de la verja esperaba la mansión Lázarus, la casa que Celeste nunca había visto pero donde había sido concebida. Su madre le había contado que había trabajado como criada para los Lázarus y que no había tardado demasiado en enamorarse del señor, Lucas Lázarus. Su padre. Después la historia era confusa, pero Celeste casi podía ver a su madre embarazada, atravesando la puerta cerrada ahora para ella, con los ojos llenos de lágrimas y el rostro rojo de vergüenza. Lucas no había querido reconocerla.

Bien, pues había llegado el día en que lo había hecho. Ahora estaba muerto, y probablemente en su enfermedad había sopesado las cosas buenas y malas que había hecho en vida. Celeste había recibido una carta dubitativa, firmada por un tal Jules Lázarus -su medio hermano-, en la que la invitaba a venir para recibir su parte de la herencia. Pero la posibilidad de conocer a sus familiares de sangre y la casa en la que su madre trabajó antaño era mucho más jugosa que el oro.

Y allí estaban, su fiel Aleph y ella, frente a una verja cerrada. Era de noche y al parecer no esperaban visitas, por lo que tuvieron que esperar hasta que uno de los vigilantes se personó para abrirles. Al conocer su identidad, el criado los acompañó hasta la puerta, donde Arthur, el mayordomo, se hizo cargo de sus equipajes. El trato de los criados era más bien frío, como si viesen en la extraña pareja que hacían la chica y el gigante una amenaza plausible.

-¿Desean habitaciones separadas? -preguntó el mayordomo mientras un par de criados esperaban su respuesta para reaccionar.

Las puertas eran de madera maciza, las ventanas tan grandes que permitían que se iluminase hasta el último recoveco. Pero ahora, de noche, las lámparas de lampyrdae, en apliques y lámparas de araña, daban luz abundante y suave, que no arrojaba ninguna sombra demasiado densa. Los suelos de madera se cubrían con alfombras de la mejor seda, y acá y allá había un cuadro, un busto o un telar. Era, realmente, una mansión muy lujosa.

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03/02/2011, 14:02
Celeste Índigo

 Celeste se apretó contra Aleph.

El frío de la noche le helaba los huesos. Una manto cubría sus hombros y su figura mientras andaba, pero no era suficiente para paliar la temperatura. Quizá fuera eso, o quizá el frío lo sentía en lo más hondo de su corazón. Frías agujas se clavaban en él sólo con pensar en lo que sucedió aquí. Dolor, repudia, desconfianza, eran los sentimientos que esa casa albergaba. No es que Celeste no quisiera llegar, es que era su corazón el que se quejaba. Alguien podría llamarlo respeto hacia su madre, expulsada de allí por su relación con el señor. Pero Celeste no guardaba ningún sentimiento de amor sobre esa mujer, y mucho menos respeto. Era algo mucho más personal. Esa casa representaba sus orígenes, su arrebatada infancia y eso le dolía más que cualquier otra sensación.

Celeste esperó a que su compañero la arropara con sus fornidos brazos. Eran los únicos que le proporcionaban verdadera calidez desde hacía mucho tiempo. El único ser humano en el que la muchacha de cabellos azules realmente se atrevía a confiar. El único ser realmente altruista que Celeste había conocido. Su vida en los bajos fondos había hecho que desconfiara de todo ser humano, pero éste era especial. No había sido una, sino dos veces en las que su vida pendía de un hilo, y dicho hilo fue aferrado por Aleph para devolverle el soplo de la ilusión.

Una fría lágrima, del sabor de la sal empezó a resbalar por la faz de Celeste. A esta primera, le siguieron otras, y otras. La chica quería mostrarse fuerte, pero no pudo. Esos sentimientos podían con ella. De repente agitó la cabeza, haciendo que una de esas gotitas de tristeza volaran, centelleando en su camino hasta el suelo. Los ojitos de Celeste se clavaron en el gigante, esos grandes ojos marrones se habían convertido en una nube, y llovía. Con voz queda, y apretando mucho más fuerte sus brazos contra su cuerpo susurró.

-Tú nunca me abandonaras. Tu realmente me aprecias. Abrázame, llegar hasta aquí ha sido muy duro y temo que no tenga valor de avanzar.

Tras un breve momento de silencio, que por la chica podría haber sido una era, continuó su camino. La mansión no estaba muy lejos, y tenía que cambiar la cara para la ocasión. No estaría bien que la primera impresión que se llevaran de celeste fuera que era una llorona. Su orgullo no se lo permitiría. En ese momento notó la musculada mano de su compañero, acariciándola suavemente las mejillas. Recogiendo las lágrimas que caían de sus ojos. Una mirada furtiva fue suficiente para demostrar la confianza que había entre ellos.

Cuando llegaron a las puertas, unas verjas de hierro fínamente trabajado, acorde con el dinero de la familia tuvieron que detenerse. Nadie había allí para abrir a la pareja. Por otra parte no era extraño, Celeste no había avisado que vendría. 

-¿Qué crees que nos espera dentro, Aleph? ¿Crees que será un recibimiento frío? No espero que me aprecien. ¿Sabes lo que es sentirse rechazado?

Un vigilante nocturno se percató de nuestra existencia. Y escruto nuestros cuerpos como si fuéramos unos mendigos pidiendo comida en la puerta de un noble.

-Celeste. Celeste Índigo. No espero que me conozca, pero estoy invitada. Soy hija, ahora legítima de Lucas. ¿Podría abrirnos?

 El vigilante, esperando cualquier situación así, pues desde la muerte del señor tendría que ser común abrió la puerta y los acompañó a la entrada. Antes de adentrarse en la mansión, Celeste se dirigió a Inumaru, Nekko, y a Tory. No esperaba que la dejaran entrar con ellos, y no se atrevía a preguntar. Susurrando, les dijo:

-No vais a entrar, mis niños. Esperar aquí y avisad si sucede algo, ¿De acuerdo? miró a Tory, Sobrevuela la mansión. No te separes de mí. 

Esos "animales" eran la única compañía en la que confiaba Celeste, en parte porque eran humanos, y en parte porque los había "educado" ella. La filosofía de Aleph estaba empezando a calar en la muchacha. Los animales no mienten, no se traicionan y su lealtad es mucho más valiosa que la de un humano. No iba a entrar con ellos en la mansión pues no esperaba un buen recibimiento, los únicos que llevaría dentro eran a Akuma, y a Orochi. Podían pasar por adornos en su azul cabello.

El vigilante les llevó hasta la presencia de un hombre, que a todas luces era el mayordomo. Arthur, que así se llamaba recogió sus equipajes, y realizó una pregunta.

Celeste miró a su compañero. No sería la única vez que dormían juntos. Sus largos viajes por la nada habían hecho que compartieran toda clase de vivencias. Pero ahora, en una lujosa casa no sabía que querría hacer el fortachón. Se apresuró a decir su respuesta, pero pretendía dejar cierta libertad a Aleph. No quería que pareciera que lo llevaba amaestrado.

-Me gustaría una habitación doble, caballero. Si mi compañero no se opone, por supuesto.

La mirada de Celeste volvió a clavarse en Aleph, sus ojos hablaban lo que su voz callaba. Y esos ojos estaban implorando que no la dejara sola, que estuviera lo más cerca de ella posible. En esa casa no era especialmente bienvenida, y no quería sentirse sola de nuevo.

Notas de juego

 Me he estado poniendo la música para escribir en todo momento. De hecho he parado unas cuantas veces para reanudarla... motiva un huevo ;)

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03/02/2011, 22:35
Aleph

 El cielo no descargaba sus lágrimas sobre la fría y dura piedra. La luz no abandonaba las calles, siluetando las siniestras figuras que se perfilaban en esta como si de antiguos fantasmas se tratase. Nada parecía fuera de lugar. Pero, aún así, la oscuridad era palpable

Tristeza. Eso era lo que pensó Aleph cuando la mansión apareció dibujada contra la solitaria y negra noche, delante de ellos. Unas verjas metálicas cortaban el suelo, alzándose insolentes, desnudas, hasta donde les permitía su fina estructura. Las vertebras de la tierra, impávidas, inamovibles, destinadas a separar el mundo, y a las personas que vivían en él. Aleph entendía la razón de los muros, la razón de las vallas y las verjas. Entendía porque eran necesarias, y porque los humanos siempre alzaban protecciones a su alrededor, alrededor de sus posesiones, de su cuerpo, de su alma. Sin aprobarlo o condenarlo, lo comprendía. Pero eso no lo hacía menos triste

Allí estaban, tras tantos años, volviendo al lugar donde empezó la historia de Celeste. Era casi como diseccionar la propia existencia de su compañera, como indagar en un pasado ya perdido, borroso y olvidado ¿Que derecho tenía él para estar ahí? Y, sin embargo, ella misma le había pedido su compañía. Ella le había abierto las puertas de su alma. Ahora, debería enfrentarse con sus fantasmas. Debería combatir aquello que tantos años había ignorado, esos retazos del pasado que volvían a cernirse sobre su vida, como aves de mal agüero

Entonces, la joven se giró hacia Aleph, y se separó unos centímetros de su brazo. Acto seguido, le abrazó con más fuerzas. Sus ojos, convertidos en una fina línea de lágrimas, trasparentes y cristalinas, tan puras como ella misma. Sus palabras atravesaron el pecho de Aleph, instalándose en un lugar muy profundo, un lugar que muy pocos llegaban siquiera a atisbar. Y el hombre se inclinó un poco. Con un dedo, recogió una lágrima de Celeste, que amenazaba con caer por su mejilla, y la observó, curioso

A pesar de toda esa tristeza, a pesar de toda esa contradicción, de todo ese sinsentido, era Celeste la que había nacido. Un noble rompía el corazón a una mujer, y del vientre de esta nacía el resultado. Durante muchos años, la niña se veía obligada a vivir en un mundo hostil, un mundo que la rechazaba y la odiaba a partes iguales. Y ahí estaba el resultado. Algo tan bello, algo tan puro que casi parecía una burla al destino. Aleph sonrió

Estoy contigo. Lo sabes

Enjugó sus lágrimas, y luego la abrazó, intentando trasmitirle su calor, su esencia más pura y primitiva. Aquella era una cruzada que Celeste debía de realizar por sí misma, pero no necesariamente sola. Él sería su soporte, su punto de apoyo

Se pararon delante de la mansión, después de atravesar las verjas, que se cerraron tras de ellos con un crujido melancólico y chirriante. Celeste expresó sus dudas. Aleph se limitó a mirar a un punto en el infinito, pensativo

Rechazada o no, yo no te abandonaré. Y si no te aceptan Sonríe Estarán perdiendo mucho más de lo que que creen Giró su rostro hacia Celeste Vamos. Es hora de enfrentarse al pasado

Entonces la puerta se abrió. El mayordomo le condujo hasta el interior de la mansión, y luego les preguntó por la habitación. Celeste respondió, dejando un poco de espacio para Aleph. Aunque ya sabía cuál sería la respuesta de su corpulento compañero, siempre dejaba un lugar para la duda. Aleph sonrió. Como si fuera a dejarla sola en un momento como ese

Una habitación doble será perfecta

Notas de juego

 Yo igual XD Win musical

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03/02/2011, 23:12
Director

-Una habitación doble, entonces -contestó el mayordomo mirando a los criados, que se pusieron en marcha de inmediato-. Si me acompañan...

Los condujo fríamente a través de la escalera, al primer piso. Allí, en aquel laberinto de puertas idénticas, les indicó que la segunda por la derecha sería la que ellos usarían. Los criados entraron y procedieron a dejar el equipaje en el suelo, mientras que el mayordomo se aclaraba la garganta para llamar su atención.

-El señor Lázarus los espera en su despacho. Ha dado orden de que sean conducidos a él tan pronto se hayan acomodado. Si son tan amables de acompañarme, señores...

Por el momento el trato había sido impersonal, gélido... Pero la habitación, en apariencia, era muy confortable. Contaba con su propia chimenea, algo útil en invierno, una gran ventana con cortinas de seda y dos camas de gran tamaño (quizás un poco justas para Aleph), amén de un tocador, una cómoda y un armario, y su propio cuarto de baño. Aún debían enfrentarse cara a cara con el señor de la casa y medio hermano de Celeste, aquel que le había enviado la carta informándole sobre la muerte de su padre.

Notas de juego

Posts de transición... No hace falta que os rompais la cabeza con la contestación, que lo bueno viene ahora xD

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03/02/2011, 23:28
Celeste Índigo

 Celeste se adelantó. Era propio de ella ir delante en casi todas las situaciones. Su compañero, a pesar de ser un buen amigo era bastante lento en la toma de decisiones. Realmente eso no molestaba a la chica, pues le daba más libertad a la hora de seguir sus objetivos. 

Se sentó en la cama. Parecía realmente cómoda. El problema no sería ese si quería dormir. Para conciliar el sueño tendría que apaciguar los fantasmas que rondaban por su cabeza.

-¿Qué crees que nos aguarda en la reunión Aleph? ¿Se mostrará amistoso conmigo?

La respuesta en su cabeza era no, pero ella solía desconfiar de las personas. Si Aleph se lo confirmaba, entonces tendría certeza.

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03/02/2011, 23:49
Aleph

 Aleph observó la habitación en silencio. Demasiados lujos para su gusto, aunque no iba a rechazar tanta hospitalidad, desde luego. Se acomodó en la cama libre, y dejó su enorme arma encima de esta. Luego colocó sus pertenencias en el armario contiguo, y se giró hacia Celeste cuando esta se dirigió a él

Claro ¿Por qué no iba a hacerlo?

Se cruzó de brazos, mientras se colocaba junto al criado, que parecía dispuesto a llevarles junto al hermanastro de Celeste

Eres su hermana. Se alegrará de verte

Muchas veces, Aleph confiaba demasiado en las personas. Veía todo desde el lado positivo siempre que era posible, y, a pesar de que era más que consciente de que la reacción de Jules podría no ser positiva, siempre confiaría en la opción más favorable

Notas de juego

 Hombre, era por dejar bonito el primer post. Ya nos relajamos XD

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04/02/2011, 00:05
Director

Descendieron las escaleras de nuevo, hasta la planta baja. No muy lejos de la puerta de entrada el mayordomo se detuvo. Llamó dos veces a una de las puertas, desde la que se oyó la voz de "adelante". Entonces el criado abrió la puerta.

-Señor, aquí están la señorita Índigo y su acompañante... -El mayordomo miró de arriba a abajo al gigante, como percatándose de lo enorme y estrafalario que parecía.

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04/02/2011, 00:17
Aleph

 Aleph devolvió la mirada al mayordomo, percatándose de lo estirado y excéntrico que parecía

Notas de juego

Perdón de antemano. Tenía que hacerlo XD

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04/02/2011, 00:15
Jules Lázarus

-Ah, sí. Hazlos pasar.

En el interior del despacho, al otro lado del escritorio y ahora levantándose, vieron a Jules Lázarus. Era alto, aunque no de modo desmesurado como Aleph, y aunque parecía recio y fuerte, no llegaba al extremo del gigante. Vestía un traje claro impecable, con un brazalete negro expresando su luto. A pesar de ser de noche, parecía recién levantado, como si los estragos del día no hubiesen pasado por él.

Salió a su encuentro y dio un apretón de manos a ambos, esperando a que el mayordomo se retirara para iniciar una conversación.

-Buenas noches. Espero que las habitaciones sean de vuestro gusto. ¿Deseáis algo de beber? -Señaló con un gesto la mesa auxiliar de la derecha, donde reposaba una licorera llena de líquido dorado y varios vasos del mejor cristal-. El viaje desde Arkángel debe de haber sido largo. Procuraré ser breve para que podais cenar y retiraros lo antes posible.

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04/02/2011, 00:41
Aleph

 Ese era el hermano de Celeste. Tan diferentes que nunca habría podido siquiera aventurar a que compartieran el mismo progenitor. Aleph se limitó a negar con la cabeza cuando le ofrecieron algo de beber

Sólo agua, gracias

Acto seguido esperó a que Celeste se sentara o dijera algo. No era a él a quién le correspondía hablar en esta ocasión

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04/02/2011, 00:39
Celeste Índigo

 Celeste observó con detenimiento cada movimiento de su... hermano. En verdad era un hombre apuesto, pero no podía importarle menos. Todos los movimientos de Jules eran tan teatrales, tan ensayados que hacían que la chica casi supiera lo que iba a pasar a continuación.

Al menos esta educación obligada hace que tenga que portarse bien conmigo. O al menos, eso parece.

-Creo que probaré lo que me des. Algo refrescante si puede ser, vengo muy cansada del viaje. Llegar aquí me ha despertado viejos recuerdos.

Celeste cayó en la cuenta de que no se había arreglado en la habitación antes de venir. Tenía que tener los ojos aún rojos por haber llorado, y estaría mostrando una cara pésima ante su interlocutor. Tratando de sonreír continuó.

-Pretendíamos llegar antes, pero tuvimos algún percance de camino, siento haberle molestado a las horas que son.

Al fin y al cabo, las conversaciones eran su terreno, y la mentira su vil compañera. Esperaba no tener que sacarla a relucir con presteza... pero no dudaría en usarla si era obligada. Esa casa le evocaba tanto su pasado, que la vida en las calles empezó a volver a sus recuerdos. Pero los apartó inmediatamente.

Concéntrate Celeste.

Notas de juego

 me has pisado XD

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04/02/2011, 00:54
Jules Lázarus

Jules sirvió un vaso de agua para Aleph y tanto para él como para Celeste un dedo de brandy.

-No es molestia. Suelo trabajar hasta tarde. Por desgracia la cena ya ha tenido lugar, con lo que si deseais cenar tendrán que hacerlo en solitario. Los criados responderán cualquier petición que tengais. El cordero en salsa de esta noche estaba muy bueno. Os lo recomiendo.

Tomó un trago y dejó el vaso sobre el escritorio.

-Imagino que es extraño estar aquí después de tanto tiempo. Oh, en realidad... ¿Alguna vez habíais visto la mansión? Tengo entendido que vuestra madre nunca regresó a Kahr. Pero... por favor, no me malinterpretes. No es mi intención reabrir viejas heridas. Al fin y al cabo, mi padre os reconoció antes de morir, y como hija legítima tenéis tanto derecho a estar aquí como... yo. Como indiqué en mi carta, la semana que viene se procederá a leer el testamento y a repartir los bienes de mi padre, con lo que recibiréis vuestra parte tal y como se encuentra estipulada.

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04/02/2011, 01:32
Aleph

 Observó en silencio, esperando la reacción de Celeste. A pesar de que Jules resultaba basante diplomático y educado, el hecho de mencionar a la madre de su amiga podría no acabar de sentarle bien a esta. A pesar de que sus palabras habían sido, sin lugar a dudas, educadas e incluso amistosas

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04/02/2011, 02:19
Celeste Índigo

 Las palabras de Jules habían sido como una certera daga que se clavó directa en el corazón de Celeste. Aún estaba vivo el recuerdo de las lágrimas que se desprendieron de sus ojos al acercarse a la casa. Y su interlocutor había dado en el clavo, en el punto débil de la dama, con una certeza propia de los mejores tiradores. Celeste cogió suavemente el vaso de brandi, y se dio un pequeño sorbo. Más que por la intención de beber, la chica quería ocultar el tembleque de sus labios.

La que debería controlar estas situaciones soy yo. ¿Por qué dejo que me domine tanto ese sentimiento? Mi madre me abandonó, no hay más que pensar, mira adelante. Joder.

El licor estaba realmente delicioso, y palió la sed de la dama. Despejando sus ideas, y haciendo un nuevo acopio de voluntad para que su voz no sonara cortada, empezó a hablar.

-No, nunca había estado aquí.- Celeste tomo aire, hablar le era mucho más difícil que de costumbre.- todo esto es sumamente nuevo para mí. Le agradezco sus palabras, no se preocupe creo que podré soportar las heridas. Que Lucas me haya aceptado al fin es una puerta abierta hacia las buenas relaciones. ¿no cree?-Dejando el vaso en la mesa, continuó- Si el testamento se lee dentro de una semana ¿He de suponer que vamos a permanecer aquí hasta entonces? No es que tenga ningún problema, sólo es por organizarme.

Celeste esperó pacientemente las respuestas de su...

hermano. 

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04/02/2011, 11:13
Jules Lázarus

-Si no tiene inconveniente... La casa es muy grande y tenemos habitaciones de sobra. No es ninguna molestia. Pero si prefiere... ¿Puedo tutearte? Es absurdo que andemos con fórmulas de cortesía cuando tenemos el mismo padre. Si prefieres, puedes irte a un hotel en el centro, aunque no será tan cómodo como esta casa, me temo.

Dio otro sorbo y sonrió.

-Si queréis, puedo enseñaros la casa mañana por la mañana... Bueno, no. Tengo asuntos que hacer. Pero Arthur, el mayordomo, podrá hacerlo. Además, tengo otros huéspedes en la mansión a los que tal vez queráis conocer. Y... a propósito, Celeste, ¿quién es tu acompañante? ¿Tu marido?

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04/02/2011, 14:49
Celeste Índigo

 -Perfecto. Prefiero el tuteo, y, la verdad es que tienes razón, somos hermanos.

Celeste no se levantó para dar un abrazo a Jules porque no sería decoroso, o porque no era el momento. O quizá porque no tenía ningún sentimiento de amor, cariño o nada parecido con ese hombre. Sentía que Aleph era mucho más hermano que él. Había compartido más momentos con ella, y la había acompañado cuando lo necesitaba. Realmente no podía echar nada en cara a Jules. Él no tenía la culpa. Aunque era indudable que al ser hijo de su padre, el resentimiento caería sobre él. Al fin y al cabo, Celeste era humana.

-Una visita guiada por la mansión sería una actividad interesante. Al fin y al cabo supongo que estas paredes guardarán un montón de historias, me atrevería a decir que leyendas. Y la pregunta era simplemente por cerciorarme. No me gusta llevarme sustos con el tiempo. Prefiero preguntar los datos que no tengo claro, para así poder deducir con la solidez, o el rigor necesario las cosas que pueden suceder después.- Celeste se dio cuenta, que su explicación sonaba fría, y demasiado técnica y trató de arreglarlo.- Digamos, que no sabía si nos habían ofrecido la habitación para esta noche, o para toda la semana. Y antes de importunarles quedándonos, prefería preguntar.

-Respecto a mi acompañante, su nombre es Aleph, y es...

Mi apoyo, mi esperanza, el ser al que más aprecio, el único en el que confío, mi cariño, mi vida, mi corazón, la única alma en el mundo a la que confiaría mi vida, mi alma gemela...

mi amor...

un buen amigo. Procuramos no separarnos nunca. Espero que él goce de los mismos privilegios que yo. Si no es así, no dudaré en trasladarme al hotel que has mencionado.

Celeste sonó tajante en ese aspecto.

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05/02/2011, 06:29
Aleph

Obviamente, no contradijo a Celeste. Una vez la joven se empeñaba en algo, había poco que pudiera hacerla cambiar de opinión. Un buen ejemplo eras las monedas de oro negro: Tras tantos años, tras tantos fracasos, aún seguía luchando por ello. Y Aleph estaría allí con ella. Así que se limitó a sonreír de forma algo irónica, y a hacer un mero apunte, una fórmula de cortesía que se veía obligado a cumplir, no por gusto, si no por precaución. Al fin y al cabo, aún no sabía a ciencia cierta quién era Jules... Ni si podía confiar en él

Un placer

Luego, volvió a apartarse de la conversación. Mientras su presencia no fuera requerida, o sintiera que debiese intervenir, se mantendría en un segundo plano. Al fin y al cabo, este era el hogar de Celeste

Él era, como bien había dicho la joven, su amigo. Con todo lo que esa palabra implicaba

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06/02/2011, 13:50
Jules Lázarus

Jules apenas pestañeó. Se quedó mirando a Aleph con reserva, sin que se pudiese leer su expresión. Finalmente asintió.

-Igualmente. Y por supuesto que tendrá el mismo trato que tú. Los Lázarus somos muy hospitalarios.

Si lo aprobaba o lo rechazaba, fuera lo que fuese que estaba pensando, ellos no pudieron saberlo.

-Si tienes alguna otra pregunta...

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07/02/2011, 01:34
Celeste Índigo

 Celeste empezó a juguetear con las la copa que tenía en las manos. Era una pequeña manía que tenía cuando estaba nerviosa. Ni que decir tiene que la conversación con su hermano no estaba siendo cariñosa. Ambos estaban midiendo a su contrincante, comprobando qué es lo que podían sacar en claro, motivos ocultos e intenciones oscuras. Claramente, por su parte aún quedaba juego, la conversación todavía no había acabado. No sabía como murió su padre. Y tampoco sabía bajo qué presión había reconocido a sus hijos bastardos, al fin y al cabo un silencio de toda una vida es difícil que se rompa. Jules les había llamado para jugar, y el juego acababa de comenzar. Además, si ahora les echaba, su papel de hombre educado empezaría a caerse por tierra. Pero, con todas estas preguntas en su cabeza, Celeste no quería ser la única en participar.

Levantó la copa de bradi y la apuró. Realmente, esta vez no tenía sed, pero necesitaba tiempo. Un silencio en ese momento habría quedado incómodo. Mientras el líquido salía de la copa, y despertaba preciosas sensaciones en su boca, Celeste cerró los ojos. Quien lo viera diría que para saborear mejor la bebida, y obtener un placer mucho más intenso. Los grandes catadores lo hacen, y aquel licor lo merecía. Pero la verdad estaba mucho más oculta.

Celeste cerró los ojos, y se concentró en Aleph. El hombre había estado callado casi toda la conversación, y sólo había dicho dos pares de palabras, más por no parecer mudo que por verdadera intención. Obviamente, ésta no era su batalla, pero Celeste quería darle tiempo para participar. Pero la que tenía que hablar era ella. Por eso uso aquel canal de comunicación. Aquel poder fruto del sentimiento tan fuerte de amistad que profesaban. Un vínculo que les permitía hablar el uno con el otro sin siquiera estar cerca. Una información que surgía de la propia alma.

De lo más profundo de Aleph empezó a surgir una voz, primero tenue, pero después clara como un limpio estanque. La voz surgía de su propia esencia, y la comprendería por raro que fuera el idioma.

-Aleph, cariño, ¿Tienes algo que preguntarle a Jules? Tengo varias preguntas preparadas, pero si tienes cualquier tipo de inquietud, siempre puedo comunicársela. Así, viendo que sale de mi boca, puede que le presten más atención. Temo que en esta casa, no te tengan mucho aprecio.

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07/02/2011, 20:35
Aleph

 Aleph disfrutó en silencio del contacto de la mente de su amiga con la suya. Siempre que sus esencias eran conectadas por el filo hilo anímico que les unía, este podía sentir a Celeste como si estuviera casi dentro de él, y, de un modo opuesto, sentía que su propia alma se introducía un poco en el propio cuerpo de la joven. Al principio esta extraña fusión le había resultado extraña e innatural, pero una vez se acostumbró, no podía evitar sentirse bien cada vez que ocurría. De alguna manera que ni el mismo entendía, la presencia de la joven le resultaba reconfortante y revitalizante, y muchas veces se sentía incluso algo deprimido cuando el canal que les comunicaba se debilitaba. Por suerte, parecía que casi nunca desaparecía. El hombretón estaba tan acostumbrado a la situación, que incluso sentiría que le faltaba uno de sus sentidos en caso de perderlo. Sería incómodo, cuanto menos

El aprecio que me tengan no me quita el sueño, mientras que te aprecien a ti

Sonrió. Sus palabras, efectivamente, eran ciertas. En esa comunicación que los dos compartían, no podía mentir de ninguna manera, ni aunque hubiera querido. Por suerte, Aleph nunca mentiría a Celeste. En todo caso, guardaría silencio. Por lo que la joven podría afirmar sin lugar a dudas que, si Aleph decía que le era indiferente lo que esa gente pensaba de él, significaba que, en realidad, le era indiferente

Y no, no tengo ninguna inquietud respecto a Jules. Bueno, en realidad, aún me estoy preguntando cuando vais a dejaros de tanto parloteo, y vais a daros un abrazo como los hermanos que sois. Si te apetece proponérselo...

Hizo como si se mesara la barba, para ocultar la pequeña risotada que amenazaba con salir de su boca. Al final, logró contenerse, y borró su sonrisa de la cara antes de que Jules empezara a pensar que le hacía gracia la situación

No tengo nada que añadir, pequeña Constató, solo para dejarlo claro Tienes vía libre. Si tengo algo que decir, te lo comunicaré. Prometido

Notas de juego

 lol

¿Sabéis esa de cuando crees que has escrito un post de varios párrafos al mediodía, y cuando te conectas por la noche, ves que un agujero de gusano se lo ha tragado y tienes que volver a escribirlo? ¿No?

Bueno, termino y me voy a matar ardillas, o algo así para desfogarme O_o