Partida Rol por web

Ofrendas Ardientes

Preludio - Fiesta y fuego

Cargando editor
31/01/2011, 19:34
Director

El sol se apareció en el este, derramando sus cálidos rayos sobre el Golfo Varisio, tintando de rojo fuego el mar y llegando hasta las aguas del puerto de la ciudad costera de Sandpoint. Los pescadores comenzaron entonces su jornada, más alegres de lo normal. Las calles empezaron a llenarse y los vecinos se saludaban con especial alegria. Se respiraba un ambiente más hospitalario, festivo y los visitantes eran más numerosos. Mañana sería un día de fiesta.

Ese mismo día, cinco años atrás, el fuego estuvo a punto de destruir la ciudad. Comenzó en la Catedral, siguió hacia los edificios colindantes y de no haber sido controlado, las casas habrían sucumbido a su ira llevándose con él la ciudad entera. En el incencio tan solo se registraron dos victimas: Ezakyen Tobyn, el párroco de la ciudad, y su única hija, Nualia. Sin un pastor que los guiara, el Fuego de Sandpoint sumió a la ciudad en la tristeza.

La fe de Sandpoint se atendió durante cinco años en unos edificios de madera levantados en las inmediaciones, cerca de las ruinas del incencio, mientras la construcción de un nuevo edificio comenzaba. El nuevo pastor, Abstalar Zantus, atendió a los feligreses con la misma dedicación que lo hubiera hecho el padre Tobyn y la fe a Desna se fue arraigando con más fuerza en Sandpoint, que trataba de olvidar la tragedia. Hoy, tras cinco largos años, ha concluido la construicción y al día siguiente se celebraría el Festival de la Cola de la Golondrina, para conmemorar el día en el que el Verano se deja atrás y comienza el Otoño, un día dónde la noche y el día tienen la misma duración. Y era, además, el día perfecto para inaugurar la nueva Catedral y dejar atrás los recuerdos del Fuego de Sandpoint...

Dorlam

El muchacho despertó en su habitación con un libro sobre el regazo. Otra vez se había quedado durmiendo mientras leía y el sol entraba por una ventana de la que había olvidado pasar las cortinas. Se desperezó mientras empezaba a sentir hambre, la hora del desayuno andaba cerca, así que cerró el libro y después de asearse, bajó al comedor de la academia siembre con su fiel bastón en la mano. Esperaba poder decirle a su maestro Ilsoari que quería una carta de presentación para poder estudiar en la Gran Biblioteca de Magnimar. Sentía afecto por la academia y por la ciudad, pero allí no podía crecer y desarrollar su arte como le gustaría, necesitaba expandir sus fronteras y adquirir un conocimiento mayor del que la academia Tudrandarok le ofrecía.

El cuadro del comedor de la academia era el de todos los días, jaelo, niños y jóvenes de aquí para allá ansiosos por probar el desayuno y acallar las protestas de su estómago antes de comenzar la jornada lectiva. Aunque hoy estaban especialmente rebeldes, ya que al día siguiente las clases se suspenderían para que todo el pueblo pudiese asistir a la celebración del Festival. Y, por supuesto, el resto de la semana sería fiesta para todos.

Dorlam encontró a Ilsoari en su mesa habitual, desayunando lo habitual. Cuando lo vio venir, el viejo maestro le hizo un gesto para que ocupase la silla libre.

- Buenos días, Dorlam. ¿Como te va? - el saludo de siempre, las preguntas de siempre. - Me gustaría pedirte un favor - no era lo de siempre, pero no asombró demasiado al joven mago. - Verás, hice una apuesta con Vezznut la semana pasada, una en la que no sería capaz de dibujar con todo lujo de detalles los mapas de Varisia en tiempos de Thassilon. Hace una semana de eso y me gustaría que fueses a recoger esos mapas, y, para que engañarte, para saber si el viejo Vezznut ha perdido o no su apuesta - rió el anciano hechicero. - ¿Lo harás? Iría yo, pero quiero comprobar si ha dibujado o no una parte que se niega a reconocer que existió y perdería la mañana discutiendo con él, porque he quedado con la señora Deverin para organizar algunos detalles de la fiesta de mañana - el hombre remató su petición con una sonrisa amable mientras se llevaba a la boca el pan tostado de la mañana con mermelada de frambuesa.

Kaddoc

El sheriff habia encomendado al shoanti la tarea de vigilar la calle de la entrada norte de Sandpoint. Por allí llegarían los viajeros más importantes y lo necesitaba allí, porque por allí entrarían los posibles alborotadores que podrían estropear la preparación del festival del día siguiente. El monje se dedicó a pasear arriba y abajo desde primera hora de la mañana, o más bien, desde que Hemlock lo mandara con una contundente orden de vigilancia antes ni siquiera de que el sol hubiese asomado sus rayos. Era una celebración importante y nada podía fallar. Era importante para la ciudad, ya que levantaría los ánimos tras la oscura temporada que llevaban.

Cuando terminó su ronda por la calle norte se dio la vuelta para regresar a la puerta y volver a retroceder por la calle y repetir aquel recorrido hasta que Hemlock lo cambiara de puesto. El hombre aguantó estoicamente caminando aquí y allá, mirando y vigilando con una expresión tan insondable que casi todos se alejaban de su paso, porque el resto, gran parte chiquillos, lo animaban llamándolo por su apodo y lo jaleaban para que persiguiera a algún ladronzuelo y así poder contar algo a sus amigos. En una de las veces que se giró un rayo de sol arrancó un destello rojizo de la larga cabellera de una joven que tenía la mirada fija en un pergamino que tenía entre sus manos. El destello cegó al monje y cuando recuperó la vista, la muchacha estaba tan encima que no pudo apartarse y ella chocó contra él. Emitiendo un pequeño quejido recuperó el equlibrio y miró a Kaddoc a los ojos totalmente arrepentida

- P-perdón, perdón, no lo he visto - se disculpó ella con nerviosismo. Lo observó con atención y luego sus alrededores. Kaddoc la observó a ella:  una joven sacerdotisa de Desna, a la que no recordaba haber visto, de ropajes blancos con tonos azules y estrellas bordadas en el cuello y pecho de su túnica, una túnica que por cierto llevaba bien ajustada. - Ehm... disculpeme, ¿me puede decir por dónde se va a la Catedral, por favor? - se acercó a preguntar con amabilidad con una sonrisa y le mostró el pergamino que traía, un mapa de Sandpoint muy bien dibujado y la caricatura de un mago en la esquina inferior.

Ivolt

El shoanti había entrado en Sandpoint por la noche. Sus lobos permanecieron junto a él todo el tiempo, pero ahora tenía dos opciones, dejarlos en la habitación o llevarlos atados hasta su objetivo. Otro shoanti, que decía ser el sheriff local, quería llevar a sus lobos a la perrera, cosa que no iba a permitir, por lo que llegó a un acuerdo con el sheriff, podría ir con sus lobos si los llevaba atados. Era evidente que no podía ir con los animales por la calle, no eran perros, eran lobos y aunque lo cierto era que le daba igual si sus cachorros mordían a algún niño impertinente, podrían detenerlos y quizás sacrificarlos. Así que optó por llevarlos atados.

Aquella mañana paseó con ellos por la ciudad hasta el cementerio. Su misión era sencilla: descubrir el mal que acechaba  Sandpoint. El chamán de su tribu había tenido un extraño sueño, en el que, según su interpretación, Sandpoint estaba siendo acechada por un espíritu maligno. Por descarte, el mal solo podría proceder del cementerio, así que aquella mañana, Ivolt la dedicaría a investigarlo. Quizás podría comenzar preguntándole al enterrador, aunque no sabía dónde estaba y su vista se desvió en varias ocasiones hacia la impresionante Catedral junto a cementerio, un edificio nuevo, por el color de sus piedras, aunque para él, aficionado a la  naturaleza, le traía sin cuidado si el edifico era nuevo o no. Observó, sin embargo, que al cementerio se podía acceder por la iglesia y viceversa, aunque ahora los accesos estaban cerrados, algo extraño. Un tipo con una pala y una pronunciada cojera caminaba de aquí para allá cuidando de los parterres y las flores de los muertos, solo podía ser el vigilante del cementerio.

Shawn

Por el camino había oído que en Sandpoint se celebraría una fiesta en honor a la catedral, así que no estaría de más asistir y realizar alguna ofrenda a su diosa en todos los sentidos. Calistria no era una diosa que se reverenciara en la nueva Iglesia, tampoco era enemiga de Desna, pero entre una y otra había bastante diferencia así que la honraría a su manera mañana mientras los pueblerinos honraban a una diosa demasiado puritana. Paseó por las calles para empaparse del buen ambiente, se podía casi tocar el entusiasmo de la gente, como si nunca hubiesen celebrado una fiesta de consagración. Quizás así fuera, pero la alegria desbordante de algunas personas y en especial los mercaderes que empezaban a abrir sus puestos resultaba algo inquietante.

Al entrar vio a un enorme shoanti hablando con una clérigo de Desna a los que no prestó atención, pero el shoanti a él tampoco y mucho mejor, si aquel hombre era el sheriff del que había oído hablar no tenía ganas de discutir tan temprano. Pasó por delante de varias tabernas, pero le habían recomendado una en especial, el Dragón Oxidado, algo alejada de la puerta Norte, pero aprovechó el paseo para ver la Catedral y el resto de edifcios importantes de camino a la posada. La planta del edificio era de madera, de tres o cuatro pisos, no pudo precisarlo, por que perdió la cuenta cuando al mirar arriba vio la impresionante figura de un dragón forjado en hierro (algo oxidado) surgiendo del tejado, con las fauces y las alas abiertas. Cuando dejó de contemblar aquella maravilla moderna y leer un cartel que rezaba "Se necesita ayuda", entró.  Dentro lo recibió un aroma a especias algo fuerte y la posadera, una muchacha con un peinado algo estrafalario, iba de aquí para allá sirviendo mesas a los locales y visitantes, que seguramente se había duplicado con la excusa de la celebración del festival, dónde todos aprovecharían para beber hasta la incosnciencia.

Laetitia

Volvió a Sandpoint con el corazón encogido. Mañana se cumplirían cinco años de la muerte de su amiga y todavía le dolía el recuerdo. Aunque había viajado por toda Varisia empapándose de su arte, volver a la ciudad en la que había crecido y se había críado y saber que su padre adoptivo y su mejor amiga se habían ido con el Fuego de Sandpoint la ponía triste. La Catedral en la que habían muerto había sido reconstruida y ahora le daba la bienvenida una fachada limpia y de piedras brillantes, la anterior había sido toda de madera. El año pasado el alero este aún estaba en construcción, habían sido rápidos en terminar aquella sección y alargarla más de lo que ella había podido ver en los planos, pero por fin estaba completa y quizás, con la celebración de su inauguración, podía dejar atrás los recuerdos.

Entró por los accesos del norte, la Iglesia aún no estaba abierta así que debía pasar a las dependencias de madera que era dónde el padre Zantus daba misa esa mañana. Llegaba tarde para asistir, por lo que esperó los pocos minutos que faltaban para que Abstalar concluyera la ceremonia de hoy y pudiera acercarse a hablar con él.

- Oh, que Desna te bendiga, muchacha - dijo el anciano párroco saludando a la joven con afecto. - Me alegra ver que llegas a tiempo para el festival de mañana...

El intento de animar la conversación quizás no empezó bien. Sí, mañana se celebraría la consgración de la Iglesia, pero también se recordaría la muerte de la única familia que Laetitia había tenido. Era evidente que la joven había ido a Sandpoint para dejar unas flores en la tumba de Tobyn y Nualia, como hacia todos los años desde que muriesen.

- La verdad, Desna nos favorece con tu visita, ¿querrías ayudarnos con los preparativos?

Rictor

Sus pasos lo llevaron a Sandpoint, dónde había oído que al día siguiente se celebraría la inauguración de una Iglesia en honor a Desna y a los dioses que se consagraban antiguamente cuando se fundó la ciudad. Había salido de su casa en Magnimar y había recorrido la costa hasta llegar a este pueblecito y podría resultar interesante asistir a ese festival de la Cola de la Golondrina, una fiesta de Otoño en honor a Desna. Solo por curiosidad decidió dejarse caer por allí mientras peregrinaba como lo había hecho su señora Iomedae. Lo primero que hizo nada más llegar a la ciudad fue buscar la Catedral.

El edifcio había sido reconstruido, ya que los cimientos eran más oscuros que los nuevos contrafuertes y arcos de la parte superior. Observó la estructura y como algunos acólitos sacaban de un carro flores y adornos que comenzaron a colocar en la puerta y alrededores, mientras un grupo de hombres descargaba tablas de madera y comenzaban a preparar un pequeño escenario tal vez para las oraciones del día siguiente. La plaza era muy amplia, ya que debía dar cabida a toda la ciudad y al otro lado de esta, las mesas comenzaban a colocarse y para la hora de la comida, se llenarían de visitantes. Hacía un día caluroso y estaba despejado, con suerte para mañana el tiempo no estropearía la celebración.

Cargando editor
31/01/2011, 19:42
Laetitia Desnae

Laetitia Desnae

- Con mi aspecto desarraigado, de varisia errante, de pope chelaxia... yo, que sueño tan poco tan pocas veces...

La joven vestida con zapatos blandos, un vestido, cinturón, capa y un gorro, con una bolsa bandolera al hombro, un símbolo sagrado de Desna colgando del cuello y una bufanda de aspecto varisio caminaba sumida en sus pensamientos por las calles que separaban el Dragón oxidado de la catedral. Habría querido ir directamente, pero el gentío que había por las calles hubiera retrasado el avance de su carro más que el detenerse a dejarlo en la posada, saludar rápidamente a su amiga Ameiko y cambiarse de ropa (ya la limpiaría más tarde, compartir camino con aquel grupo de varisios fue bueno para evitar problemas y conocer más de su cultura, pero malo para su velocidad y casi llega tarde)

Cuando alzó la vista, se dio cuenta de que había llegado ya a su destino, la nueva Catedral. Sin duda habían trabajado duro para temrinarla a tiempo, haciendo incluso alguna mejora de la que no tenía constancia. Miró la estructura con detenimiento... la madera había sido reemplazada por piedra y las dimensiones habían aumentado respecto al templo anterior. Todo estaba tan diferente... sacudió la cabeza y dio la vuelta para entrar por el norte, donde se encontró con las puertas de madera cerradas.

- ¡Maldición! - susurró visiblemente molesta al ver que había llegado tarde. - Tal vez si hubiera venido directamente con las ropas de viaje... no, que imagen habría tenido, llena de polvo del camino y las botas sucias... no, es mejor así.

Se quedó junto a la puerta, apoyada en la pared con los ojos cerrados y sujetando con fuerza el símbolo de Desna que colgaba de su cuello, escuchando lo que llegaba del interior y murmurando plegarias a la diosa. Cuando el oficio terminó, se apartó dejando pasar a los feligreses que salían antes de entrar a mostrar sus respetos a la diosa y saludar al padre Zantus

- Padre... - dijo en poco más que un susurro, en parte por respeto al lugar y al cargo de aquel hombre y en parte por el nudo en la garganta que se le formaba por llamar así a alguien que no fuese Ezakyen

- Oh, que Desna te bendiga, muchacha - dijo el anciano párroco saludando a la joven con afecto. - Me alegra ver que llegas a tiempo para el festival de mañana...

La joven bajó su mirada al suelo - Si... el festival... será una gran fiesta en honor da Desna, ya lo veréis - dijo tratando de esbozar una sonriosa con poca convicción

El viejo sacerdote miraba a Laetitia con una gran comprensión y compasión en la mirada - La verdad, Desna nos favorece con tu visita, ¿querrías ayudarnos con los preparativos? - dijo tratando de evitar que la mente de la joven se perdiera en la marejada de recuerdos y emociones que debía estar sufriendo.

- Desde luego, padre, no podría ser de otra forma. Me hubiera gustado poder llegar antes, pero los caminos es mejor recorrerlos en compañía, y la compañía no siempre tiene la misma prisa por llegar al destino. Ahora... he de ir a hacer unas cosas - dijo mientras el sacerdote asentía con la cabeza - pero volveré en cuanto me sea posible para ayudar en lo que pueda.

Tras pedir la bendición del sacerdote, La joven salió por un acceso al cementerio y saludó con la mano a Vosk para que le abriera el acceso para poder llegar hasta las tumbas de Tobyn y Nualia. En su camino por el cementerio, Laetitia vio como un extraño hombre, shoanti por su aspecto, con unos lobos atados que merodeaba por el exterior - ¡Desna bendita! ... habráse visto... ¡donde vamos a llegar!... ¿qué será lo próximo?... ¿dejar que ordeñen cabras en las casas?. Tratando de ignorar al salvaje, se acercó a la última morada del padre Tobyn y su hija Nualia y depositó a sus pies un par de ramos de flores atados con una cinta azul y blanca que llevaba en la bolsa colgada de su hombro, y luego dos flores más, que sacó con cuidado, una encima de cada tumba. - Los varisios dicen que la amapola blanca es la flor de los sueños - dijo colocando una de ellas sobre la del padre Tobyn - Espero que Desna y vos os sintais complacidos de recibirla - dijo en un susurro ahogado antes de dejar la otra sobre la tumba de Nualia - También dicen que la caléndula es la flor de la inquietud para quien la encuentra, pero también la que calma las penas de quien la recibe por parte de quien la ofrece - dijo dejando la segunda flor sobre la tumba de Nualia - Solo pensar que de haberlo hecho mientras aun estabamos juntas...

Incapaz de continuar hablando y conteniendo las lágrimas, cerró su mano en torno al símbolo de Desna y comenzó a musitar varias plagarias. Una vez terminó, más calmada, regresó a la Catedral para ver si podía hacer algo antes de volver a comer al Dragón oxidado. Le gustaría deshacer su equipaje y hablar un poco con Ameiko antes de comer, y tal vez animar un poco el local con una actuación... y de paso animarse ella también.

Cargando editor
31/01/2011, 19:43
Dorlam Selt

Dorlam

Una vez más la rutina se empeñaba en visitar al joven mago; una vez más los quehaceres diarios, las responsabilidades y los deberes.
El comedor se había llenado gracias al júbilo de los huérfanos más jóvenes; la excitación y expectación por las fiestas venideras parecían haber inundado la sala de un radiante color quizá distinto al de todos los dias. En la mesa habitual, el maestro, que se disponía a comenzar su desayuno,  hizo los gestos apropiados a Dorlam para que se acercara hasta él; compartiendo mesa como casi todos los días sucedía. Dorlam era quizá uno de los 'inquilinos' más mayores que todavía vivían bajo la tutela de la academia; el respecto y admiración que el joven mago sentía por Ilsoari seguramente era o había sido uno de los frenos que habían evitado a Dorlam volar libre.

- [color=blue]"Buenos días, maestro"[/color] - respondió Dorlam ante el saludo del mago, sin darse cuenta que el Ilsoari seguía hablando. El maestro tuvo que parar durante unos segundos se discurso hasta que su pupilo se dio cuenta del error. Dorlam escuchó atentamente la propuesta del mago; algo que no se esperaba en ese momento pero que acogía con gusto. Pocas veces Dorlam salía de la academia pero aparte de Gandethus, una de sus visitas más corrientes era al viejo y gruñon Veznutt.

- [color=blue]"Si maestro; comprobaré que una vez más usted lleva la razón frente a ese testarudo gnomo. Además será bueno ver cómo Sandpoint se está preparando para acoger la fiesta de la Cola de la Golondrina. Es un gran acontecimiento lo de la nueva catedral; loada sea Desna por ello."[/color] - el camino hacía la caótica biblioteca cartográfica del gnomo pasaba por la ubicación de la catedral por lo que sin duda el viaje sería bien aprovechado.

Tal y como Ilsoari había hecho, Dorlam se llevó a la boca un buen trozo de queso semiderretido y luego dió un bocado a su hogaza de pan. El día había comenzado y el aroma a fiesta inundaba cada rincón de Sandpoint, incluso en aquellos lugares donde normalmente reina sólo la calma.

Cargando editor
31/01/2011, 19:45
Kaddok

Kaddok

La mañana era relativamente monótona, aunque al menos no era la misma rutina de todos los días. Recorría la Calle de la Iglesia observando a los transeúntes, anotando mentalmente caras que vigilar, buscando entre los presentes a alguno de los miembros de la galería de Hemlock. Dudaba que alguno de los más buscados se presentara durante el día, pero nunca se podía saber con los criminales.

Una hora, dos, tres, poco a poco la multitud aumentaba y cada vez se hacía más difícil vigilarlos, iba siendo hora de que hiciera caso a los más sabios de los habitantes de Sandpoint, los niños. No en cuanto al hecho de perseguir a alguien, pero quizá sí pudiera subirse a algún tejado y observar desde arriba. Estaba pensando en si le convendría un lado u otro de la calle cuando lo cegó un reflejo y la chica tropezó con él.

Kaddok miró a la joven con los ojos ligeramente entrecerrados y una sonrisa que convertía su cicatriz en una fea arruga y hacía difícil mirarlo. Levantó el brazo y señaló a la espalda de la sacerdotisa [color=#008000]- Allí -[/color] fue todo lo que dijo, el edificio se erguía en toda su magnificencia al otro lado de la explanada. Evidentemente la joven había estado demasiado ocupada mirando el mapa como para mirar los edificios

Ella se giró y observó las torres que sobresalían de entre varios edificios de madera y enrojeció un poco. Luego miró al shoanti con una sonrisa nerviosa. [color=#FF0000]- Vaya, si estaba aquí al lado -[/color] intentó disculparse con una media sonrisa. [color=#FF0000]- Es que acabo de llegar y estaba un poco perdida. ¿Eres de aquí? ¿Sabes si llego tarde al festival?[/color]

El ayudante del sheriff odiaba hablar con la gente, sobre todo porque no sabía como hacerlo, por otro lado tenía que seguir custodiando la calle por si veía a alguien sospechoso. [color=#008000]– Es Mañana, soy ayudante del Sheriff. -[/color] fue todo lo que dijo, en un tono seco y casi autoritario que él mismo detestaba, pero que había heredado de su padre.

[color=#FF0000]- Ah, el sheriff -[/color] asintió ella. [color=#FF0000]- ¿Hemlock, no? ¿Dónde puedo encontrarlo? -[/color] ella parecía no darse cuenta del trabajo que estaba realizando el shoanti o de su incomodidad, pero por su expresión, ojos brillantes y nada acusadores, no podía decir que estuviese burlándose de él haciéndolo hablar.

[color=#008000]- En su despacho -[/color] señaló al sur [color=#008000]- hasta llegar al cruce, y de allí a la derecha hasta la siguiente intersección -[/color] eso era algo con lo que no tenía problemas, dar indicaciones y direcciones.

Miró hacia dónde él señalaba y luego miró el mapa, siguiendo con el dedo las indicaciones. Sonrió ampliamente al hombre y asintió. [color=#FF0000]- Genial, que Desna te bendiga, muchas gracias -[/color] se despidió con la mano y continuó su camino pero se detuvo y se giró de nuevo hacia el . [color=#FF0000]- Ah, ¿tu nombre? Es por si me vuelvo a perder... Yo soy Min -[/color] se presentó.

[color=#008000]- Kaddok -[/color] dijo antes de volverse hacia la puerta, estaba seguro que había perdido algo importante en ese tiempo.

[color=#FF0000]- Nos vemos -[/color] gritó la muchacha cuando él se dio la vuelta y se marchó.

El shoanti hizo un gesto de despedida con la mano que parecía una negativa. Siguió su patrulla por el suelo, la sacerdotisa convertida en un rostro más entre los cientos que había visto ese día. No valía la pena trepar al techo, pronto sería mediodía y podría irse a comer al Dragón Oxidado. Le gustaba la comida que hacía la cocinera, y observar a Ameiko lidiar con sus clientes era algo que le ayudaba a la digestión. Si no hubiera estado comprometido… a decir verdad, si no fuera por su maldita timidez y el escaso interés que alguien como él podía llegar a despertar en la chica, ya hubiera comenzado a cortejarla... bueno, si supiera cómo.

En ese sentido era afortunado, sus padres ya le había arreglado el matrimonio para cuando volviera a la aldea, bueno, a decir verdad habían sido sus abuelos. No le importaba no conocerla, seguramente sería mejor que la soledad a la que lo había condenado el maldito perro que le había mordido la cara de pequeño. Tres años de soledad no serían difíciles de sobrellevar, y en ultima instancia la ciudad ofrecía algo que en las tribus no existía. Por unas monedas podía comprar todo el cariño, y el alivio que su cuerpo pedía, por una noche.

En fin, demasiada filosofía para una mañana de trabajo, haría mejor en concentrarse en la gente y dejar de lamentarse por el pasado. Demasiada gente nueva en la ciudad, tendría mucho trabajo despues de la fiesta, cuando el alcohol comenzara a correr libremente entre los invitados.

Cargando editor
31/01/2011, 19:46
Rictor Lasanti

Rictor Lasanti

Si asumimos que "casa" es el lugar que sientes como tu hogar, entonces, definitivamente, su casa estaba en Magminar. De otra forma, haría años que no ponía realmente un pie en su casa, viviendo en las residencias del monasterio desde entonces. Tampoco era un tema que le causara conmoción; si bien a veces sentía el ramalazo de la nostalgia, era una elección que había hecho por sí mismo y no se arrepentía de ello. En la hermandad había aprendido a ser un hombre de Dios, más concretamente de Diosa. Y por ella era por lo que realizaba ahora la sagrada labor del peregrinaje, caminando por el mundo como Ella lo había hecho antes que él. Había sido un imperativo moral, de la misma clase que el que le condujo a renunciar a su futura posición y entrar como un humilde estudiante de teología. Todo lo que pasó después vino dentro de esa nueva vida. No podía tener idea de que le esperaba otro gran cambio, dentro de los planes que la Divina Providencia había trazado...

Un hombre normal hubiera buscado solaz en la posada, buscando reposo y alimento para su cuerpo; su primera dirección fue la Catedral, pues era alimento para el alma y glorificaba a las buenas deidades. Era un bello edificio, y si bien las huellas de reconstrucción eran evidentes, no por eso dejaba de ser hermosa. Vio cómo los acólitos empezaban a sacar los ornamentos; pensó ayudar en un primer momento, pero recordó que la gente solía tener a punto de honra ocuparse ellos mismos de aquellas cosas, así que siguió caminando. Ya estaban montando el tablón. Sonrió; las fiestas populares siempre alegraban su ánimo, con la gente sencilla y honrada disfrutando de los dones que habían obtenido con su trabajo, honrando a los dioses que  velaban por ellos. ¿Quién no se sentiría atraído por ello?

"Aunque camine por un valle de muerte, nada temo, porque Tú estás conmigo y Tu hoja me... ¿¿Pero qué...??"

Tan inmediato como fue recordar el versículo de los Hechos cuando pasó junto al cementerio, fue la sorpresa al encontrarse con lo que allí había. Un hombre rodeado de lobos, que parecían ser sus mascotas. ¿Qué clase de hombre iba con tales bestias? Ah, por supuesto... un shoanti. No le molestaban en particular, aunque el hecho de que fueran descreídos que no aceptaban la maravillosa obra de los dioses hacía que uno no pudiera mirarlos sino con cierta suspicacia. En fin, paganos. ¿Qué se le iba a hacer, salvo tratar de hacerles comprender? Con todo, era curioso. No era el primer shoanti que veía esta mañana, ¿no?  Había habido otro antes... pero ahora mismo no lo ubicaba. En fin, pensó, debríamos acercarnos a la Catedral, aunque solo sea para conocer al párroco de la aldea.

[color=#00BFFF]-Salud, Padre[/color] -dijo, sonriente, utilizando el título clásico para "sacerdote" y obviendo, por el momento, el de "hermano", que podría aceptarse al ser ambos clérigos de deidades amistadas- [color=#00BFFF]¿Habría tiempo para una misa antes de comer? No conozco los horarios de la parroquia...[/color]

No era ningún pecado asistir a una misa en honor de Desna; no era tan grande como una misa en honor a Iomedae, que complacía a la deidad en mayor medida, pero tampoco era perjudicial. Otra cosa sería si decidiera realizar una blasfema parodia eclesiástica de la secta de Asmodeo. ¡La cólera divina recaiga sobre los adoradores de los diablos!

Cargando editor
31/01/2011, 19:46
Director

Ivtolt

El Shoantí llegó a la ciudad causando bastante impresión en las gentes del lugar a causa de su compañeros lobunos.  Al poco rato fue interceptado por el Sheriff del poblado.
[color=#4040FF]-Sharatok… tshamek.-[/color] saludó el monje dejando en claro que, al menos para su clan, aquel hombre había dejado de ser un Shoanti.
Luego del monólogo de quién velaba por la ciudad de Sandpoint, Ivtolt, se vió obligado a llevar a sus amigos atados con correas.  Aquello había sido una grave ofensa para el monje, sobre todo porque quién se la había impuesto sabía lo que significaban aquellos animales.
Sabiendo que sus hermanos entenderían y que el pedido de sus chamán era más importante que lo que pudiera pensar aquel "traidor" a las tradiciones Shoanti, decidió colaborar con el sheriff.  Una vez hubo llegado al cementerio se hechó sobre la tierra en compañía de sus amigos y les liberó de aquellas ataduras sabiendo que no se alejarían.
Varias personas pasaron y lo miraron con asco o desdén pero poco le importó.  Eran personas poco sabias que no comprendían su estado de comunión con la naturaleza y que temían a esta última pues no llegaban a comprenderla por completo.
Al rato un hombre que parecía ser el cuidador de aquellas tierras se acercaba lentamente.  Brusco y sin tacto Ivtolt le habló.
[color=#4040FF]-Eh, tu hombre.  Cuentame sobre estas tierras de muertos-[/color]
Estaba todavía recostado sobre la tierra pero decidió sentarse con las piernas cruzadas delante de él mientras que con su mano izquierda acariciaba a uno de sus lobos.

Cargando editor
31/01/2011, 19:46
Director

Shawn

"Se necesita ayuda".

Aquel cartel llenó a Shawn de ideas, si trabajaba como ayudante de la posadera recibiría un dinero extra y además la posibilidad de quitarle algo de dinero a los parroquianos borrachos que pasasen por allí. Sería una gran ayuda para pasar el día de descanso antes de reunirse con su contacto para comenzar a trabajar.

Aquel aroma que envolvía el interior del edificio le quitaban a partes las ganas de trabajar allí y comenzar a beber hasta perder el sentido, sin embargo su profesión era lo principal por lo que se decidió por acelerar el paso, recoger el cartel y presentarse a la posadera para ofrecerse a trabajar allí. El hombre preparó su mejor sonrisa y sus mejores palabras y se acercó a la posadera que se movía de un lado para otro con gran presteza y una agilidad felina digna de los mejores hombres de su profesión.

[í]- Señora posadera, necesito este trab…[/i]- la señora se paseó por delante suya sin hacerle el menor caso. Necesitaría una táctica un poco más agresiva y parar a la posadera para poder hablar con ella por lo que se apresuró a abordarla una vez ésta había vaciado su bandeja, justo antes de que la volviese a recargar. Shawn se presentó delante de ella y con un gesto de la mano indicando el cartel que tenía en la otra intentó conversar con ella.- DISCULPE SEÑORA, NECESITO ESTE TRABAJOOOOOOOOOO- las voces intentaban llamar la atención de la posadera antes de continuar su charla.

-------------------------------------------------------------------------------------

Off-rol: Ofrezca lo que ofrezca la posadera si desea que entre a trabajar lo acepto y mientras trabajo intento sisarle algo a quien vea bastante borracho jejejejeje

Cargando editor
31/01/2011, 19:48
Director

Laetitia

Mientras la joven dejaba que su corazón entrase en armonía con unos rezos a Desna, se aisló del exterior. Por eso, cuando abrió los ojos y vio a uno de los lobos de aquel shoanti sentado, erguido y "mirándola" con atención, casi se muere del susto. El animal estaba totalmente quieto, fijos sus ojos ámbar en los ojos de Laetitia. Manso como cualquier perro de cualquier vecino, el lobo perdió el interés en la joven y se levantó, olisqueando el suelo y luego dándole la espalda para perderse entre las lápidas. Tras el susto, la muchacha quiso dejarle bien claro a aquel salvaje que sus lobos no podían andar sueltos en un lugar sagrado, pero se fijó en que el enorme shoanti se había sentado en el suelo, sus lobos estaban también sentados a su lado y Vost, el cuidador del cementerio, hablaba con él. Todo estaba bajo control.

Después de quedarse allí un rato comprobando que ninguno de esos animales salvajes destrozara las tumbas de sus seres más queridos, regresó a las dependencias de madera buscando al padre Zantus. Este le comunicó que hasta después de comer no necesitaría más ayuda, sus acólitos se estaban encargando de los adornos.

- Jovencita... me resulta embarazoso pedirte esto, pero... Desna nos ha bendecido con tu visita. Mañana me han encargado que junto a la alcaldesa Deverin dé un discurso sobre la ciudad y la nueva construcción. Más bien, yo seré el que de por cerrado los discursos de la señora alcaldesa, el señor sheriff y el señor Drokkus. Pero por alguna razón la inspiración me ha abandonado. Después de comer, ¿serías tan amable de ayudarme con ese discurso?

Dorlam

El joven caminó hasta el despacho de Vezznut, sintiéndose empachado del bueno humor de los ciudadanos. Los mercaderes lanzaban sus ventas y acosaban a cualquiera que pasara cerca de sus puestos, la gente gritaba de alegría, los jóvenes se habían vuelvo más melosos y se hacían carantoñas, los niños comían más dulces de lo que normalmente degustaban en días normales. Si esto pasaba hoy, mañana habría aumentado el doble o el triple.

Pasó por la Catedral, ya que "El camino del Norte" quedaba justo detrás. Los adornos estaban siendo colocados y ya casi estaba todo preparado. El tablado estaba siendo asegurado sobre sus soportes mientras los acólitos lo llenaban de adornos. Se entretuvo un poco observando la plaza y como la acicalaban para el día siguiente, antes de continuar hacia su objetivo.

Al entrar, el desorden lo invadió. Él, un mago acostumbrado a la rectitud y a que todo estuviese en orden, le resultó cuanto menos que confuso y agobiante. Pero así era Vezznutt, un gnomo que conservaba un orden dentro de aquel desorden. Las paredes estaban cubiertas hasta arriba de estanterías, llenas de pergaminos encajados y libros apretados. Los que no cabían eran embutidos en los huecos que quedaban y en la esquina derecha al lado del mostrador se levantaban varias columnas de libros y gruesos volúmenes de historia.

- Ah, Dorlam, muchacho, ¿has venido a por el mapa, verdad? Ya sabía yo que Isoari no iba a venir, si ya lo sabía yo. ¡Ja! - una mano se agitaba por encima del mostrador y hasta que el gnomo no dio la vuelta por detrás de la columna de libros, el mago no pudo verlo. Tenía unas gafas de cristales grandes y redondos sobre la enorme nariz, lo que le daba cierto aire cómico, ya que los cristales aumentaban sus ojos y los hacía parecer más grandes. - Aquí lo tienes - dijo tendiéndole un pergamino atado con una cinta. - Que lo vea, que lo vea, y cuando lo haga, que venga a verme.

Kaddok

Nada ocurría. Al menos, nada fuera de lo común. La gente entraba, la gente salía, los soldados lo saludaban y algunas personas se apartaban de su paso. Los crios, los mismos de la mañana a juzgar por su insistencia, continuaban animándolo para que se subiera por los tejados y atrapara a los criminales. La infinita paciencia del shoanti empezaba a quebrarse, aquellos niños habían empezado a sacarlo de sus casillas con sus gritos, ruegos e insistencias.

- ¿Mucho trabajo?

El sheriff hizo acto de presencia por un lado de la calle, su efecto fue inmediato, los niños hicieron mutis por el foro y se esfumaron, como si nunca hubiesen estado allí. Belor Hemlock era un shoanti de piel oscura y aspecto intimidante. Con alguien como él encargado de la seguridad, la ciudad podía estar tranquila. La envergadura de su espalda, sumida a una expresión cincelada en piedra le daban el aspecto de alguien poco dado al diálogo y más a la acción, aunque esto solo era una fachada y una leyenda que muchos se habían forjado. Hemlock sabía exactamente cuales eran las prioridades en cada momento y nunca perdía los papeles. Kaddok admiraba a aquel hombre, aunque su hermano Garridan siguiera insultándolo con acusaciones tales como que ya no era shoanti, si no un traidor a las tradiciones.

El sheriff palmeó la espalda de Kaddocc con fuerza, a una persona normal le habría dislocado un hombro.

-Ameiko necesita ayuda, yo me encargo de esto. Te mandaré buscar si te necesite en otra parte. Buen trabajo muchacho.

Rictor

El padre Zantus observó al seguidor de Iomedae con atención y le mostró la pequeña capilla de madera en la que acababa de terminar la ceremonia.

- En la parroquia hay tres horarios de misa: temprano nada más levantarse el sol, a mediodía tras la bendición de los alimentos, y al atardecer para despedir el día. Puede pasarse después del almuerzo y asistir a la misa si es su deseo.

Cuando Rictor decidió que sería buena idea pasarse después de comer y estaba a punto de irse, vio entrar a una joven con ropajes varisios cuya altura bien podía haber competido con aquel enorme shoanti del cementerio. Saludó a Rictor y se dirigió al padre Zantus. Cuando el muchacho volvió a la realidad, puso rumbo a la posada recomendada: el dragón óxidado.

Ivolt

- ¿Qué te cuente sobre estas tierras de muertos? - el hombre miró confuso al shoanti mientras apoyaba su cojera en la pala clavada en tierra. - ¿De qué vas? Para empezar, mantén a tus cachorros lejos de mi o te echo de un palazo. Habrase visto, tsk... a ver, ¿qué quieres que te cuente? ¿Eres una especie de chamán de esos que vienen a perturbar a los muertos? Tsk... - masculló unos cuantos improperios de los más variados. - Este es un lugar dónde descansan los muertos, ¿qué hacías con la oreja pegada al suelo? Da gracias que hoy esté de buen humor, de otro modo te hubiera echado a patadas y habría llamado al sheriff, pero este ya me había avisado de que vendrías así que no puedo hacer otra cosa que responder a tus preguntas - siguió el hombre con su monólogo. - Pues bien, si quieres saberlo, aquella zona de allí es de la familia Valdemar, la de aquí de la familia Kainjitsu, la de allá de la familia Deverin (sí, la familia de la alcaldesa) y aquella más alejada de la familia Scarnetti. Está más alejada por que los Scarnetti traicionaron a las otras tres familias en su intento de fundar la ciudad, bah... tsk... aquellas tumbas de allí son las de... - Ivolt notó que el cuidador se ponía melancólico y vio sacar un pañuelo y secarse los ojos, dándole un aspecto más cómico que triste. - Del anterior párroco, Tobyn, y su pequeña hija Nualia. Una mujer maldita, sí, todos decía que era una bendita de Desna, pero que era tan hermosa que no podía ser de este mundo. "Deformidad inversa" murmuraban... nunca la vi, pero la gente desconfiaba mucho de esa mujer... se volvió loca y todo, según le he oído a las beatas que vienen a dejar flores en su tumba. Pse... envidiosos

Shawn

Ameiko se paró delante del varisio con el ceño fruncido y dejó el pedido sobre una mesa. Una mirada de la tabernera bastó para que los comensales esperasen el resultado, ya que esa no era la comida que habían pedido.

- ¡Te he oído la primera vez! - gritó poniendo los brazos en jarras. - Espera a que atienda a los que quedan y entonces podré ponerte a prueba, pero ya que tienes tantas ganas de trabajar, vete detrás de la barra y ponte un delantal, comprobaremos ipso facto de que pasta estás hecho y si vales para este trabajo. ¡Andando! Antes de irte - le dio los platos que había dejado. - Lleva esto a los clientes que lo han pedido - sin más, Ameiko desapareció tras las puertas de la cocina. Shawn sostuvo los platos con cara de circunstancias mientras buscaba una forma de saber de quién era el pedido. Miró los platos, era salmón especiado, que desprendía un aroma picante que le abrió el apetito. ¿Quién podía desayunar salmón tan temprano?

En el Dragón Óxidado

Había llegado la hora de comer.

Laetitia había hablado con Ameiko brevemente, la mujer tenía mucho trabajo aquel día, sin embargo, según le informó su amiga, tenía un nuevo camarero, así que podía permitirse perder unos minutos. Se sentó en la mesa de Laetitia con una sonrisa cuando le sirvió la comida que había pedido.

- ¿Qué tal? Cuentame, ¿cómo te ha ido todo? ¿Alguna historia fascinante que contarme? - Ameiko preguntó entusiasmada, le encantaban las historias de aventuras. Ella había sido en un tiempo una aventurera y Laetitia sabía que su familia, los nobles Kaijitsu, habían rechazado a Ameiko cuando regresó de sus viajes. - Por cierto, ya me dirás qué te parece este salmón. Le he añadido nuevas especias, mañana tendré que preparar salmones para un regimiento, ¿sabes que van a poner mesas en la calle? Sí, en terrazas, para que la gente coma al aire libre. Ay, que ganas tengo de que llegue mañana...

Kaddok observaba a Ameiko desde su silla. Ella no necesitaba ayuda ninguna, el sheriff lo había mandado al dragón óxidado para que vigilara el local y posibles delincuentes. Había visto pasar el nuevo camarero que lo hacía lo mejor que podía, pero no estaba a la altura de la ex - Kaijitsu. Ella hablaba, sonreía y parecía mucho más especial ahora que estaba contenta. El peinado de ese día era el menos exótico que le había visto, llevaba una cola alta y cada mechón de su pelo tenía una cuenta con una pluma y un pañuelo varisio le sujetaba el flequillo para que no molestar en su frente. Su interlocutora era una mujer con ropajes varisios más alta incluso que él. Bebió un poco para ahogar su melancolía mientras degustaba el nuevo plato de Ameiko, uno que había puesto a prueba y que mañana sería un gran éxito: salmón sazonado al curry con gotas de invierno. Ameiko se levantó entonces para recibir una nueva visita, Kaddok la miró disimuladamente mientras atendia a la clienta. De repente sintió que Desna se reía de él, la muchacha pelirroja de la mañana, la que se había perdido teniendo delante la Catedral, acababa de entrar. Hubiera pasado como una persona más, de no ser por que no quedaban mesas libres y Ameiko, saludando animadamente a la chica, la hizo pasar para sentarse en la mesa contigua a la del ayudante del sheriff.

- Oh, hola - saludó ella con una sonrisa. - Encantada de volver a verlo, Kaddok

Ameiko rió por lo bajo y miró al ayudante con una sonrisa pícara.

- Entonces si os conocéis, ¿no te importará acompañarlo, verdad guapa? Es que estamos hasta arriba y necesitaría ahorrar una mesa si vas tu sola.

Le guiñó un ojo al shoanti, un gesto cómplice que venía a decir "suerte con la chica"

- B-bueno... si a él no le importa...

Rictor observó con cierta curiosidad el ofrecimiento de la posadera para que aquella sierva de Desna se sentara en la mesa del shoanti. A la muchacha no parecía importarle, pero se fijó bien en las reacciones de aquel hombre marcado con una cicatriz en su cara. La sierva de Desna era una criatura delicada si la comparaba con aquel salvaje. Mayor fue su impresión cuando vio entrar al shoanti del cementerio y la dueña corria a la puerta para impedir que entrase con sus lobos. Con buenas palabras y modales exquisitos le pidió a Ivolt que dejase a sus animales fuera, que ella se encargaría de que comieran, pero que no podía permitir que entrasen por el bien de sus clientes.

Dorlam también se había dejado caer por el dragón óxidado. Su maestro le había pedido que degustase los menús de Ameiko, ya que si eran tan exquisitos como habían dicho que eran, habría que llevar a los muchachos a comer allí mañana. Además de degustar, debía pedirle a Ameiko una reserva, una mesa para que todos los niños comiesen junto al maestro. Un pedido precipitado, seguramente todas las mesas y reservas estarían ocupadas, pero si esa mesa mañana los niños tendrían que ir cada  uno por su lado sin un tutor que los vigilase. Mientras se llevaba a la boca un picante trozo de salmón al curry pensaba la manera de abordar a la dueña.

Y Shawn... Shawon pensó que su nueva jefa tenía sentido del humor. Se había pasado la mañana sirviendo cervezas, salmones y pescados y estaba mareado. La última novedad, ¡irónica novedad! fue la órden de Ameiko de llevar unos trozos de carne a los lobos de un cliente.

- Si lo haces, el puesto es tuyo - había dicho la mujer con un guiño irresistible.

--------------------
Bueno, turno 2, la hora de comer... Sois libres de interactuar entre vosotros, cambiaros de mesa, hablar con Ameiko y si tenéis alguna duda, no os cortéis y preguntadme. Dejaré un poco más de tiempo para este turno y que os divirtais. Si no avanzamos mucho, pasaremos al siguiente.

Nos vemos :flor:

Cargando editor
31/01/2011, 19:48
Laetitia Desnae

Laetitia Desnae

- Claro que si, padre Zantus - había sido lo único que pudo responder al sacerdote cuando le pidió ayuda. Desna parecía mostrarse esquiva con sus fieles, pues la inspiración también parecía haber abandonado a la joven que regresaba a paso rápido al Dragón oxidado tratando de encontrar las palabras adecuadas para el cierre de los discursos sin mucho tino. Superar el del sheriff no iba a ser dificil, pero la alcaldesa y Drokkus, ese actor que tan mal se llevaba con Ameiko eran otra cosa.

Casi sin darse cuenta llegó a la posada y entró a saludar a su amiga, que estaba bastante atareada. Afortunadamente, el nuevo camarero que había contratado, un varisio bastante alto le proporcionaría unos momentos para poder hablar... pero todavía estaba ocupada enseñándole el oficio, así que subió a su habitación y tras quitarse la capa se tumbó en la cama mirando al techo.

Poco a poco, sus ojos se fueron cerrando por el cansancio. El madrugón que se había dado para poder llegar a tiempo le pasaba factura y se quedó dormida. Cuando Ameiko tuvo un poco de tiempo libre y fue a buscarla, la encontró murmurando en sueños.

- Es extraño... hacía mucho tiempo que no soñaba... por lo menos que yo recuerde - respondió cuando su amiga la despertó y se lo contó - Llevaba tiempo queriendo componer algo para hoy y las palabras me evitaban... hasta ahora

Bajaron y charlaron mientras probaba el salmón especiado.

- ¿Qué tal? Cuentame, ¿cómo te ha ido todo? ¿Alguna historia fascinante que contarme? - preguntó la ex-aventurera

- Oh, muy bien, pero me temo que nada comparado con tus exoticas aventuras. Primero fui a meter la nariz a la biblioteca de Magnimar y luego me uní a un grupo varisio del que aprendí unas cuantas historias y un par de danzas que seguro que te gustan - empezó a decir mientras se deleitaba con el aroma especiado del salmón

- Por cierto, ya me dirás qué te parece este salmón. Le he añadido nuevas especias, mañana tendré que preparar salmones para un regimiento, ¿sabes que van a poner mesas en la calle? Sí, en terrazas, para que la gente coma al aire libre. Ay, que ganas tengo de que llegue mañana...

 - ¡Oye, huele realmente bien! - dijo antes de probarlo confirmando la primera impresión con un asentimiento - ¡¡¡Mmmmmm!!!... excelente. ¿Comer fuera? ¡Buena idea!, así seguro que todos podrán empaparse más del ambiente festivo...

Continuaron hablando un poco más, pero las obligaciones de Ameiko hicieron que tuvieran que dejar la conversación para otro rato, una sacerdotisa de Desna acababa de llegar y Ameiko la llevaba a la mesa del nuevo ayudante del sheriff, un shoanti con un gran tatuaje que daba mas miedo que otra cosa, y luego tuvo que  correr a la puerta para impedir que el shoantí que había visto en el cementerio metiera a sus lobos en el local.

-...yo que querría más de una vida, para poder acabar con todas mis envidias... no, demasiado largo, tengo que acortarlo, de esta noche no pasa...  - empezó a murmurar mientras pinchaba un trozo de salmón y lo pasaba distraida por el plato recogiendo la poca salsa que quedaba antes de comerlo.

Al terminar de comer, fue a pagar la cuenta - Oh, no te preocupes, ya saldaremos cuentas antes de marcharte - le dijo la dueña del local.

- Bueno, al menos, permiteme que como atención por la que me has prestado tu, a cambio recite lo que acababa de componer cuando has llegado a mi habitación. No es tan alegre como me gustaría, pero a buen seguro que hace que mañana no quepa ni un alfiler en el local.

Mientras se preparaba en su habitación, vistiéndose con una mezcla de ropajes chelaxios y varisios apropiados para la actuación, colocándose una máscara en la cara y un pañuelo en el pelo, Ameiko hizo que las conversaciones se acallaran. Volvió a la sala preparada para recitar haciendo unos extraños movimientos con las manos y murmurando unas palabras discretamente, ya que la máscara le proporcionaba suficiente cobertura como para que nadie se enterara de lo que decía... y comenzó a recitar mientras las luces a su alrededor iban cambiando de color y tonalidad a medida que las palabras surgían de sus labios con una emoción que contagiaba a aquellos que las escuchaban

Con mi aspecto desarraigado,
de varisia errante,
de pope chelaxia
y mi pelo a los cuatro vientos
con los ojos perdidos
que me dan un aire soñador
yo que sueño tan poco, tan pocas veces
con mis manos de merodeadora
de música y de vagabunda
que tantos jardines tocaron
con mi boca que bebió
que besó y mordió
sin saciar jamás su hambre

Con mi aspecto desarraigado,
de varisia errante,
de pope chelaxia
de ladrona y de vagabunda
con mi piel que se frotó
al sol de cada verano
y todo lo que llevaba eran las enaguas
con mi corazón que supo hacer
sufrir mientras sufrió
sin para esto hacer historias
con mi alma que no tiene más
la menor posibilidad de salvación
para evitar el purgatorio

Con mi aspecto desarraigado,
de varisia errante,
de pope chelaxia
y mi pelo a los cuatro vientos
vendrá mi alma, dulce cautiva
para sÂœur, mi fuente viva
yo vendré para beber tus veinte años
y seré príncesa de sangre soñadora
o bien adolescente
como te gustaba escoger
y haremos cada día
toda una eternidad de amor
que viviremos para morir de eso
y haremos cada día
toda una eternidad de amor
que viviremos para morir de eso.

Al terminar, los que estaban mirando hacia ella creyeron ver por el rabillo del ojo un reflejo con forma alada, como de mariposa, pero al girarse no llegaron a ver nada.

Regresó a su habitación y se quitó la máscara, que ocultaba los regueros de lágrimas que surcaban su rostro y se cambió de ropa poniéndose de nuevo la que llevaba por la mañana para dirigirse de nuevo a la catedral. Antes de salir de la habitación, se aferró al símbolo de Desna tratando de serenarse cerreando lo ojos... y, como si una mano invisible hubiese pasado por su rostro, las lagrimas se secaron y su rastro desapareció, el pelo se peinó, y el gorro se colocó en su cabeza anudándose las cintas que lo sujetaban con una doble lazada.

A paso rápido, maldiciéndose por llegar tarde dos veces el mismo día, se dirigió a la catedral en busca del padre Zantus. Una mezcla entrre alegría y nostalgia la invadió cuando atravesó las puertas, pero como por arte de magia, las palabras que necesitaba buscaban salir, y no podía perder tiempo.

- Padre, a ver que le parece esto...

[fold]Estoy orgulloso de reunirme con ustedes hoy, en la que es la mayor celebración en la historia de nuestro pueblo.

Hace cuarenta años, cuatro familias, cuya estirpe nos acompaña hoy, tuvieron un sueño; fundar un pueblo en el que pudieran convivir en paz con sus vecinos y prosperar. Grandes dificultades se tuvieron que salvar para conseguir ese objetivo, pero gracias a Desna, se logró que los varisios aceptaran que los colonos se intalaran aqui y crearan el asentamiento. Desde entonces, Desna ha estado siempre presente en Sandpoint, llegó como un precioso amanecer tras una larga noche sin sueños y se ha mantenido aqui, entre nosotros durante cuarenta años.

Por eso hoy nos reunimos aquí, para celebrar que nunca nos ha dejado y siempre ha estado a nuestro lado cuando la necesitábamos, y que nosotros, como buenos hijos, respondemos en la misma medida cuando Ella perdió su templo y dos amados seguidores en el incendio que se proclamó hace cinco años. ¡No lloreis!, no es momento de lágrimas ni de lamento, es momento de regocijo pues el templo ha sido reconstruido, más grande y sólido de lo que nunca fue, y sus fieles se encuentran en Su Gracia, y serán recordados por siempre. El incendio no fue un final, sino un principio, y es este nuevo comienzo lo que estamos celebrando.

Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño, y es un sueño profundamente arraigado. Sueño que un día este pueblo se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo. Sueño que un día, en las colinas calizas los hijos de colonos, varisios y shoanties se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad.

¡Hoy tengo un sueño!

Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Desna será revelada, y se unirá todo el género humano. Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la cual vivo. Con esta fe podremos esculpir de la montaña de la desesperanza una piedra de esperanza. Con esta fe podremos trasformar el sonido discordante de nuestro pueblo, en una hermosa sinfonía de fraternidad. Con esta fe podremos trabajar juntos, rezar juntos, luchar juntos, defender la libertad juntos... Ese será el día cuando todos los hijos de Desna podrán cantar el himno con un nuevo significado, "Mi país es tuyo. Dulce tierra de libertad, a tí te canto. Tierra de libertad donde mis antecesores murieron, tierra orgullo de los peregrinos, de cada costado de la montaña, que repique la libertad"... Y si Sandpoint ha de ser grande, esto tendrá que hacerse realidad.[/fold]

La joven, tras acabar de recirtarlo bajó los brazos y se quedó mirando al sacerdote esperando escuchar su opinión...

------------------------------------------------------------------------

MJ: En el Dragón oxidado lanza un Prestidigitación (Nivel 0) para acompañar la actuación (y después arreglarse en la habitación ;)). Con la máscara trata de ocultar el componente verbal y hace los movimientos necesarios como previo a la actuación. El discurso lo pongo en un desplegable para no dar la brasa si lo va a decir el sacerdote en la celebración ::) (ya es bastante ladrillo leerlo una vez, como para leerlo dos :laugh:)

Cargando editor
31/01/2011, 19:50
Dorlam Selt

[color=darkblue]Dorlam[/color]

El mago recogió los planos tal y cómo había acordado con su maestro. Enrolló los pergaminos y los introdujo en el estuche preparado para ellos a la par que se los colgaba a la espalda para mayor seguridad en su transporte. Antes de despedirse del gnomo y dada su proximidad al meollo de la fiesta, el joven mago no resistió la tentación de preguntarle sobre los últimos acontecimientos: - [color=blue]"Pues parece que va a ser una buena fiesta... la gente está muy alterada y el festejo parece haber empezado ya hoy... no quiero imaginar cómo estará Sandpoint mañana. Seguro que desde aquí has visto un montón de viajeros nuevos e historias curiosas para contar..."[/color]

Una vez que la plática con el gnomo hubo desembocado en temas más triviales, como comúnmente acababan todas, Dorlam se despidió asegurando a Vezznut que entregaría el mensaje a su maestro.

De camino de vuelta y dado que aún era pronto, el joven mago decidió pasarse por El Dragón Oxidado y tomar un 'jugo de cebada', nombre con el que bromeaba normalmente con Ilsoari. No es que hubiera perdido nada en aquel establecimiento pero la excitación presente en la ciudad y la gran cantidad de extranjeros que acontecían en estas señaladas fechas siempre hacían que Dorlam recordara más intensamente su anhelo de salir de esta ciudad. El joven mago, anhelaba conocer un poderoso mago venido de Magnimar que le dijera un simple 'Sígueme' o algo similar... eran lo que podía decirse 'pájaros en la cabeza'... pero pájaros que un día sin duda llegarían a volar. Al entrar en la taberna, Dorlam recordó de repente el 'otro' encargo de su maestro y la comida prometida a todos los niños... el mago gesticuló ante su ocasional falta de memoria y/o atención.

A su entrada en la posada, Dorlam saludó al ayudante del sheriff, siempre encargado de velar por la seguridad de los lugareños y más en estas fechas donde la población podía crecer en sobremanera. Luego se dirigió hacía la barra. Mientras saboreaba uno de los muchos manjares que Ameiko servía en la posada, Dorlam examinó la sala en busca de algo nuevo, extraño y quizá exótico. Y esto llegó con los extraños y fascinantes bailes, danzas y relatos de una nueva artista llegada a la ciudad... sin duda la venidera fiesta sería reclamo para muchos artistas pero esta sin duda tenía una actitud y unas maneras sobresalientes.

Tras la actuación, Dorlam se encaminó hacía Ameiko, dispuesto a comentarla el encargo de su maestro: - [color=blue]"Hola Ameiko... ya veo que estáis hasta arriba de trabajo... sin duda estos días van a ser frenéticos para ti. Veo que el sheriff ha mandado a su ayudante... eso te facilitará las cosas. Por cierto... esa artista nueva... es fabulosa... deberías contratarla. Ah!... y felicidades por este nuevo salmón, está delicioso... y precisamente por ello vengo a hablar contigo. Ya sabes que con motivo de la fiesta, los niños del orfanato están todos muy ilusionados y quieren ser partícipes de todo el meollo. Ilsoari ha pensado en poderles traer a comer a todos mañana y que se empapen de las tradiciones locales y por supuesto de la magnífica gastronomía de tu establecimiento. Para ello necesitaría una mesa grande... ¿verdad que me la podrás reservar? Aunque sea sólo por los niños..."[/color]

Cargando editor
31/01/2011, 19:51
Director

Ivtolt

Las palabras del hombre carecían de sentido alguno para el Shoanti, sin embargo había decidido escuchar el relato hasta el final.
Fue recién entre las últimas palabras del relato donde Ivtolt sintió curiosidad.  No porque aquello cobrara sentido  coherencia para el monje, sino porque siempre le atraían las palabras como maldición, maldita, etc.
Mostrando un repentino interés por el relato del enterrador Ivtol volvió a dejar escapar su ronca voz para decir.
[color=#4040FF]-¿Maldita? ¿Por qué maldita? Habla.  Cuenta sobre niña maldita-[/color]
Si aquella criatura hubiese sido un lobo, o al menos un animal salvaje, Ivtolt icluía a los Shoantí dentro de aquel grupo, seguramente le habría resultado mucho más fácil hacerse entender.

Cargando editor
31/01/2011, 19:51
Rictor Lasanti

Rictor Lasanti

Por aquel lugar, la gente era diferente. Le asombraba, aunque no lo demostrara. Había aprendido desde pequeño a mantener esa imagen pulcra y neutral, casi distante podrían considerar algunos, aunque no lo pretendiera. Era un reflejo. Reflejo que no mostraba su sentir, realmente; aquella ciudad era un mosaico de personalidades, cada una de ellas con algo único y esencial. Acostumbrado a la cómoda rutina de un monasterio, no era extraño que le chocase, si uno lo pensaba bien... pero estaba bastante convencido de que, aun teniendo en cuenta todo eso, muchas de las personas a las que había visto por la ciudad se alejaban del cánon de la normalidad. Un descreído shoanti arrastrando sus bestias por medio de tierra sagrada y una mujer apuesta e increíblemente alta, para sus patrones normales. En su vida había visto una mujer tan alta... y a pocas tan favorecidas por el toque de la Diosa. Le alegraba que pudiera contemplarla sin alboroto ni ardor en su mirada; había temido que una oleada le invadiese, pero al parecer fue capaz de refrenar aquel exceso. Aquello le hizo sentirse incluso más contento.

- En la parroquia hay tres horarios de misa: temprano nada más levantarse el sol, a mediodía tras la bendición de los alimentos, y al atardecer para despedir el día. Puede pasarse después del almuerzo y asistir a la misa si es su deseo.

[color=#00BFFF]-Seguramente lo haga[/color] -dijo, asintiendo- [color=#00BFBF]Gracias, padre; seguiré su consejo. Buenos días tenga usted, señorita..[/color]. -saludó, mientras se alejaba del lugar, tras encontrarse con ella; justo tras aquello, ambos hablarían de algo que ni podía oír ni era de su incumbencia realmente.

El Dragón Oxidado, ¿hmmmm? Curioso, el nombre. A juego con la clientela que se arremolinaba en su interior. Sin ir más lejos, la camarera (y quizás dueña de la posada) llevaba un llamativo peinado, con varios abalorios compuestos de plumas y cuentas, algo que parecía ser del gusto de la extrovertida cultura varisia. Olía a pescado, pero no era exactamente como le pescado salado ue solía comer varias noches por semana. Olía más fresco, jugoso, y claramente especiado. No se le hizo la boca agua inmediatamente, pero tenía que admitir que su aguante no iba a ir mucho mmás allá, así que se sentó en la mesa. Sería una especialidad regional, por la fiesta, ¿no? Es decir, sería sorprendente que comieran comida tan especiada todos los días. Aunque, claro, era tanto lo que desconocía de las culturas del lugar... la que más conocía, la más civilizada, le hacía sentirse vagamente incómodo. No era lo que uno esperaba de un bastión de orden, ni lo que debería esperar.

Mientras miraba con curiosidad (demasiada curiosidad ya aquel día) la escena con el shouanti, entró otro shoanti a la taberna... el de los lobos. Y parecía no ver ningún problema en traerlos a un lugar donde podían comportarse de manera tan salvaje como era de esperar en animales salvajes, vaya. Y no era aún la única sorpresa de la tarde. Estaba probando la ración de salmón que había pedido para comer (descubriendo de paso que no resultaban desagrabales a su paladar las fuertes comidas varisias) cuando casi tuvo que interrumpirse, tras el espectáculo que había supuesto aquello. Siempre había sido un poco más sensible de la cuenta, pero aquella mujer, a la que había tomado por una sacerdotisa de Desna, había recitado una poesía que nunca había leído (¿la habría creado ella?), acompañada de una extraña pero apropiada iluminación en el escenario en que se había convertido la posada.

"Uauh..."

Le hubiera encantado hablar con ella tras aquello, sobre su actuación, sobre cualquier cosa en general. Pero, se había largado rápidamente, tras su actuación. Una lástima. Volvió a dedicarse a su plato una vez había desaparecido la magia (literalmente) de la posada. Miró a la mujer, de la que desconocía su nombre, su afiliacion a los Kaijutsu y posiblemente mil cosas más; de encontrarla desocupada, formularía la siguiente pregunta:

[color=#00BFFF]-Perdone... ¿sabe quién era la mujer que ha compuetso el recital?[/color]

Mujer muy alta, ahora que caía; de hecho, tan alta como... vaaaya. En fin, terminaría de comer, sin prisas, y se dirigiría hacia la capilla. No le sentaría mal templar los ánimos con una buena sesión de rezos tras las emociones que había tenido en apenas una mañana.

Cargando editor
31/01/2011, 19:51
Director

Shawn

Con la mirada oteó todas y cada una de las mesas que se encontraban en aquel local abarrotado en busca de clientes que no tuviesen platos sobre las mesas. No tendría más que preguntarles si habían pedido eso para servirlo bien. No parecía tan complicado, lo único que necesitaba era no chocar con nadie pues eso sería aterrador para el día ya que aquel pedido quedaría inservible.

Poco a poco se movió con un estilo propio que a pesar de no ser muy estético le daba seguridad a la bandeja, lo que necesitaba pues nunca había trabajado sirviendo en una barra. Uno tras otro los clientes iban llamándole para que les cogiera el pedido mientras miraba de soslayo a su jefa y como se paraba a hablar con algunos de los clientes a los que al parecer conocía.

En parte a Shawn le daba igual si conocía a gente o no, él se tenía que centrar en hacer su trabajo y buscar posibles víctimas de un encontronazo fortuito con la bandeja vacía.

Poco a poco el día iba avanzando y el pícaro, ahora convertido en camarero; comenzaba a oler a todas las comidas que había servido y un poco a cerveza de algunos clientes que se hallaban un tanto borrachos y que habían derramado su líquido en la ropa de Shawn sin que a éste le importase mucho pues no tuvo tiempo de parar y para colmo, justo cuando ya los clientes se hallaban bien servidos llegó Ameiko y le dio un recado especial a su nuevo camarero: Servir un poco de carne fresca a unos lobos.

¿Pero que se había creído esta mujer? Él no tenía ganas de morir aunque también sabía que si empleaba toda su destreza no tendría problemas en esquivar a aquellos canes y poder realizar su trabajo. Sin embargo lo que estuvo a punto de sacar de quicio al pícaro fue la última frase de la posadera

- Si lo haces, el puesto es tuyo –”¿Qué le pasa a esta mujer, acaso todo lo que he trabajado no ha servido para nada?” Shawn cogió la carne a regañadientes y se dispuso a llevarla a los lobos pues cuanto antes terminase el trabajo antes podría hacer lo que pretendía.

---------------------------------------------------------------------------

Off-rol: dime si tengo que hacer alguna tirada pa darles de comer a los lobos porque como tenga que hacer acrobacias pa que no me muerdan al final voy a tirar a la posadera a los mismos jajajajaja

Cargando editor
31/01/2011, 19:51
Director

Ivtolt

La voluntad de algún dios caprichoso hacedor de tormentas y plagas se había apoderado de la mente del Shoantí llevándolo al interior de una taberna que nunca tuvo interés en visitar.  Por suerte recobró su lucidez a tiempo y, mientras la dueña del local le decía que ella se ocuparía de los lobos, Ivtolt simplemente se giró sobre si mismo, acarició la cabeza de uno de sus lobos y se marchó de regreso al cementerio mientras dedicaba un[color=#4040FF] –No será necesario-[/color] a la mujer.

Cargando editor
31/01/2011, 19:52
Kaddok

Kaddok

La mañana había sido fructífera, tenía varios rostros grabados en su cabeza, rostros que sería bueno contrastar con la galería de individuos buscados por el Sheriff, o que en todo caso sería bueno no perder de vista. Ida y vuelta por la calle, parada en ciertos lugares oscuros que le permitieran observar sin denotar su presencia, y los niños... Su propia infancia estaba plagada de los fantasmas de gritos de niños, aunque substancialmente distintos a los que ahora escuchaba. Sin embargo la adoración puede ser tan molesta como los insultos, y si bien su paciencia era una roca, los niños estaban resultando ser un hilo de agua.

Lo salvó el sheriff, y no sólo lo quitó de las calles sino que lo envió a un lugar que le agradaba, podría comer, observar a Ameiko y vigilar que nada sucediera dentro del establecimiento. [color=#008000]- Gracias Sheriff -[/color] todavía no se atrevía a llamarlo por su nombre de pila, a pesar de que Hemlock lo había autorizado. Luego de inclinar la cabeza a modo de saludo, partió a trote ligero en dirección al Dragón Oxidado.

Una vez allí lo asaltó el aroma de algo nuevo, pescado... bueno, no que el pescado fuera nuevo, no después de vivir dos meses en una ciudad portuaria, pero a pesar de que la novedad de los distintos sabores aún persistía, el aroma de este pescado le trajo memorias de su casa. Su madre cocinaba especiado también, un contraste con la cocina del resto de las mujeres de la tribu. Claro que pronto todas aprendieron a cocinar de esa forma, para deleite y preocpación de sus maridos, ya que las especias debían ser compradas a las caravanas. Sonrió para sus adentros, un plato imposible de conseguir en sus tierras con un definitivo sabor a la cocina de su madre. Ameiko cada vez parecía una elección indicada, claro que él no elegiría, y en parte eso era un alivio.

Volvió a observar la taberna, el nuevo empleado parecía competente dentro de su torpeza, era evidente que nunca había hecho el trabajo pero lo compensaba con ganas y una destreza natural. Como era de esperar la clientela era más que abundante, peregrinos, curiosos, oportunistas, habría de todo entre la gente y él era el encargado de distinguir unos de otros. La mujer que estaba con Ameiko era inquietante, y cuando la dueña se paró para dirigirse a la puerta se quedó observándola un momento para ver si tenía algo de shoanti en sus razgos evidentemente varisios. Una voz conocida lo sacó de sus elucubraciones, la sacerdotisa de Desna se había sentado en la mesa de al lado, y Ameiko, seguramente inspirada por alguna deidad vengativa, pensó que sería buena idea que compartieran mesa. Parecía que la mujer no entendía cuanto lo hacía sufrir el que intentara hacerlo ligar con cuanta chica aparecía. No sólo estaba el hecho de observar sus ojos cargados de un horror que los gestos y palabras de algunas intentaban disimular, o la curiosidad morbosa de otras por saber si había dolor, o su propia vergüenza al no poder expresar sus emociones con un gesto, y que sus palabras parecieran siempre un gruñido o un siseo, sin importar lo que dijera. Asintió, que otra cosa podía hacer, al menos esta chica no había salido huyendo y parecía lo suficientemente despistada como para darle importancia a su rostro, o al menos notar que algo no estaba bien con él.

Se dedicó a su comida con una concentración poco comun, seguía observando al resto de los presentes pero era consciente de la presencia de la chica. Afortunadamente para él, la compañera de Ameiko volvió con una máscara y ropajes de escena, y parandose en medio de la sala les regaló un trozo de su alma. Kaddok no sabía exactamente de que hablaba, no había sufrido por amor, no se puede sufrir por la ausencia total, por el desconocimiento de algo, tan sólo anhelarlo y observar cómo otros lo viven. No importaba si era buena actriz, o si realmente sentía lo que contaba, no importaban las palabras sino el dolor que emanaba de ese cuerpo junto con cada gesto. Si la historia era propia, o simplemente contaba la de alguien más poco importaba, en esos escasos minutos que había robado de su tiempo les había regalado una sensación, en su caso nueva, ahorá sabía, o creía saber, lo que significaba la pérdida de un ser amado. Y luego se retiró, fingiendo una calma que no sentía y dejando a todos cambiados, desasosegados pero felices.

Volvió a su plato, frio pero aún delicioso, si antes no deseaba hablar ahora lo que deseaba era estar tranquilo. Hasta la presencia fugaz del hombre de los lobos, un shoanti cómo él sobre el cual le había hablado el Sheriff, pasó a segundo plano.

Cargando editor
31/01/2011, 19:52
Director

Laetitia

El padre Zantus escuchó con atención a la joven y sonrió satisfecho cuando ella acabó, aplaudiendo suavemente como lo haría cualquier otro espectador.

- Precioso, jovencita, precioso, Desna bendita, gracias por traerla de vuelta - cometó elvando una plegaria al cielo. - Espero que pueda estar a la altura de los discursos de la alcaldesa o la del señor Drokkus, tengo entendido que Hemlock es hombre de pocas palabras y tu discurso, querida, causará sensación. Muchísimas gracias - entusiasmado, el viejo clérigo le pidió a Laetitia que transcribiera aquel discurso para así, poder estudiarlo toda la noche y aprenderlo para el día siguiente. - Mis acólitos han terminado pronto con los adornos de la fiesta y el carro está listo para mañana, pensaba que el discurso nos llevaría toda la tarde, pero esta no ha hecho más que empezar, así que date una vuelta por la ciudad y nos vemos mañana temprano para la celebración - despidió a Laetitia con una bendición y la dejó marchar.

Por delante se presentaba una hora de sol y tres más hasta la hora de la cena, la joven podría descansar e ir a comprar trapitos, pensaba en pasar por algún sitio para arreglarse el pelo, pero su amiga Ameiko sería la mejor encargada para esa tarea si tenía tiempo. El itinerario sería el de siempre: una visita a la tienda de la semielfa Rynshinn, Ropa Elegante de Vernah; después, podría ir a la Boutique, recordaba que allí tenían instrumentos de importación varisios y también ropa. Si se organizaba bien tendría tiempo para todo eso antes de volver al Dragón Oxidado a cenar, actuar de nuevo si Ameiko se lo pedía y dormir para madrugar bien el día de mañana.

Dorlam

Ameiko pidió una pausa al mago mientras terminaba de atender unos pedidos. Luego, se colocó detrás de la barra, sacó un par de pergaminos y una pluma.

- Creo que el viejo Aesrick me debe un favor, así que no creo que tenga en problema de prestarme un par de mesas más para mañana. ¿Cuantos van a ser? - la dueña anotó el número de niños que asistirían, anotando también un amplio margen de error por si eran más o alguno se colaba en la mesa que no debía. - Ajam... bien, bien. ¿Alguno de los niños el alérgico al pescado? No sería bueno que les diese un patatús... ¿Alérgico a las especias? ¿Crees que les gustará aderezarlo con verduras o con patatas asadas... - Ameiko interrogó durante al menos media hora a Dorlam con algunas preguntas que no se había planteado. - Bueno, si no lo sabes no pasa nada, puedo prepararles algo neutral, la carne les gusta a todos, aunque, ¿Hay algun nino que sea vegetariano. Oh, no es para saberlo ahora, mañana les pasaré la carta para que elijan, pero debo comprar las mercancias antes y saber si me van a vaciar la despensa y acabar con mis provisiones - la mujer rió de manera musical y terminó de anotarlo todo. - Bien, mañana tendréis una mesa reservada en la terraza Este, cerca de dónde el padre Zantus hará la ceremonia de la Cola de la Golondrina, a los niños les encanta - con un guiño coqueto la muchacha se despidió de Dorlam.

El mago salió del Dragón Óxidado, cuando lo pensó se dio cuenta de que tenía la tarde libre hasta la cena y no sabía muy bien como emplear esas horas. Podía ir a visitar algunos sitios, quizás a Quink no le molestase una visita para hablar sobre la Biblioteca de Magnimar o para escuchar sus divagaciones acerca del viejo Imperio de Thassilon. O pasar por la tienda de Nisk, el semielfo, para comprobar si la poción de invisibilidad que acababa de preparar funcionaba o entraría dentro de ese 5% de fracasos estrepitosos.

Ivolt

Para el gusto del cuidador, el shoanti hacía demasiadas preguntas. Cambió el peso de su pierna mala a su pierna buena, sin dejar de sostenerse en la pala.

- A ver... cómo te lo explico. Esa mujer estaba maldita, imaginate... una muñequita de porcelana (algo me dice que no sabes lo que es...) imagina una muñeca perfecta, como un ángel caído del cielo, una diosa viviendo entre mortales. La niña estaba maldita por esa belleza tan artíficial... Los crios la maldecían por ser tan guapa, desconfiaban de ella, tsk... hasta la insultaban, habrase visto pandilla de envidiosos... Decían que era un demonio de rostro angelical y la tenían amargada. Su padre la trataba bien, pero era un poco corto de entendederas, la chica lo pasaba mal de verdad... Un día vino un señorito varisio y la colmó de atenciones y como era de esperar ella se tiró a sus brazos. Ni sé ni me importa lo que hicieron, pero al señorito lo vi con otra chica, también de la iglesia, y no le partí la pala en la cabeza por que no era asunto mío... un día, el muy bellaco preñó a la niña bonita del padre Tobyn y se largó. La chiquilla lo ocultó hasta que el bombo fue imposible de disimular y a la hora de parir... - el hombre bajó la voz - si te soy sincero, hay cosas que mejor no deberías saber, amigo, yo no sé lo que pasó, pero el niño no está por ninguna parte y las matronas murieron en el incencio junto con la chica y el padre...

Ivolt no sacó nada más del enterrador. A la hora de comer caminó por la ciudad y llegó a la Dragón Óxidado, cuando la chica quiso dejar fuera a sus lobos dio media vuelta y volvió al cementerio. El hombre lo vio venir y suspiró.

- ¿Y ahora qué quieres...? - preguntó con infinita paciencia.

Rictor

Ameiko se detuvo un segundo para atender la pregunta de Rictor y sonrió de manera pícara, como si le gustase que niños bonitos preguntaran por sus amigas y ella fuese una excelente celestina.

- Pues te puedo decir que se llama Laetitia y se considera casi una sacerdotisa de Desna. Supongo que andará en la Iglesia con el padre Zantus... - sonrió de forma misteriosa y desapareció entre la gente sirviendo más platos.

Tras la comida volvió a la capilla, a tiempo justo para que el padre Zantus comenzara la misa. Mientras Rictor escuchaba, se le fue el santo al cielo en un par de ocasiones, sobre todo cuando el padre describía a Desna como la diosa de los soñadores. Durante un par de veces se encontró pensando en la chica alta de la Iglesia y comparándola con la chica que había abierto su corazón a los presentes en el Dragón Óxidado y empezó a pensar que tal vez se trataba de la misma chica. Laetitia, se llamaba... Rictor no sabía si la dueña le había dado el nombre de la artista varisia de la taberna o el nombre de la chica alta de la Iglesia. ¿Sería la misma persona?

Shawn

Cuando Shawn llegó con la carne, no había lobos, el dueño se había marchado igual que como había venido. Maldijo a regañadientes a la dueña y volvió con la carne cruda a la cocina, explicándole a Ameiko que no había lobos a los que alimentar.

- Bueno, pero a los perros del establo sí que hay que darles de comer. Anda, anda... dales esa comida y de paso ponles un poco de comida a los caballos atados aquí al lado, en el establo de Daviren ya casi no cabe ni un potrillo. Luego vuelve y limpia las mesas, en cuanto termine de pasar la hora punta hay que recogerlo todo y dejarlo limpio como una patena. ¿Venga, a qué esperas? No te pago por estar parado

Kaddok

La joven sacerdotisa de Desna comía de su plato y bebía sorbos cortos de su vaso de agua. El shoanti se había concentrado en su comida y no se daba cuenta de que la muchacha intentaba hacer que el rato que debían pasar juntos fuese del agrado de los dos. Dado que Kaddok se negaba a abrir la boca, la chica carraspeó un poco para intentar atraer su atención y tratar de entablar algún tipo de conversación. Después de pensar un par de preguntas, la sacerdotisa reunió valor para hablar por fin, como si le costase romper el duro hielo que se había creado en la mesa.

- Mi abuela era shoanti también, de la tribu del sol... ¿Tu también eres de allí, no? Es por tu tatuaje... - explicó, como si solo se hubiera fijado en eso y no en las cicatrices de su rostro. - ¿Qué te trajo a Sandpoint?

Kaddok tenía toda la tarde por delante hasta la cena. Hemlock no le había dado ningún trabajo más salvo el de cuidar de la taberna y que ya lo mandaría llamar si lo necesitaba en otro sitio. Mientras tanto, tenía que aguantar con la chica hasta que esta decidiera irse y esperaba que no tardase mucho en hacerlo.

---------
Bueno, pues este turno es para que hagáis lo que os dé la real gana hasta que se haga de noche y todos vayáis a echaros un sueñecito hasta mañana. Para comprar cosas podéis ver las tiendas en el apartado de Localizaciones en Sandpoint y si queréis algo me lo preguntáis. Si alguno se encuentra con un pj y quiere iniciar una conversación será bienvenido. Vuestros turnos deben terminar cuando os vayáis todos a dormir. Echadle imaginación, inventaros algo y os daré más Px ;)

Cargando editor
31/01/2011, 19:53
Laetitia Desnae

Laetitia Desnae

La joven esbozó una media sonrisa al escuchar los cumplidos del sacerdote y miró al suelo mientras el rubor empezaba a aparecer en sus mejillas - Bien, padre Zantus, me pondré a ello enseguida - respondió antes de marcharse a buscar papel, pluma, tinta y un lugar donde ponerse a escribir.

Encontró un escritorio con material junto a una ventana, así que se sentó y comenzó a escribir el discurso con la letras más elegante que pudo. Una vez terminado, lo repasó y lo enrolló satisfecha metiéndolo en la funda de documentos que llevaba en la bolsa. Antes de llevárselo se quedó mirando por la ventana dejando su mente volar... en el cielo las nubes tomaban formas caprichosas que cambiaban según el viento las desplazaba y una gaviota trazaba complicados giros en el aire, cada vez más bajos. - Cuanto me gustaría poder volar así, bien alto, por encima de todos los problemas, libre de poder ir donde me plazca... Su mirada siguió al pájaro, que fue descendiendo volando cada vez más abajo, hasta posarse en una de las maderas de la cerca que delimitaba la zona del cementerio... y vio al shoantí de los lobos hablando con Vosk. Laetitia miró extrañada al salvaje, si ya era extraño ver a uno en tierras civilizadas, mucho más era verle en un lugar como el cementerio... que estuviera hablando con Vosk amigablemente era buena señal, no tenía intención de perturbar el descanso de los que ahí yacían, así que no tenía nada de lo que preocuparse. Se giró de nuevo, volviendo a la realidad, y se encontró con la pluma en la mano y la hoja de papel en blanco que había dejado sobre el escritorio llena de garabatos. El sonido de las campanas llamaban al oficio de la tarde - Desna bendita... - se dijo a sí misma mientras recogía a toda prisa el papel para examinarlo por la noche y se dirigía a la capilla.

Se quedó en un rincón mientras duró la ceremonia, agarrando con fuerza el símbolo de plata que colgaba de su cuello, y cuando esta terminó, se acercó al sacerdote para entregarle el discurso. Después se dirigió hacia la calle alta, en la que ya se notaba el ambiente festivo, caminando deprisa cuando pasó junto a la joyería y uno de los matones de Kesk la miró demasiado tiempo como para sentirse cómoda, y luego bajó por la calle del festival. Al pasar junto al Teatro, saludó inclinando la cabeza a Cyrdak, que se encontraba en la puerta hablando con Aesrick. El bardo no escatimó en palabras para comparar la belleza de la joven con varias maravillas (tanto reales como fantásticas) e hizo la mención de guardar su recompensa, un beso de Laetitia tirado al aire, junto a su corazón con una gran teatralidad... haciendo que el Maestro de Obra se cruzara de brazos y soltara un bufido ante tanta dramatización.

Laetitia aceleró el paso como una niña tras la "representación" hacia la vereda de la espina de atrás, esquivando a la gente que acudía al almacén a hacer sus compras. Solo con pensar que cinco años atrás no se hubiera atrevido casi a salir de la iglesia a hablar con un habitante de Sanpoint y verse ahora... fue aminorando el paso y la sonrisa se esfumó poco a poco Vivíamos una fantasía en una torre de marfil y ahora vivo en el mundo real ¿Acaso no podría haberlo hecho ella también?...

Antes de poder perderse en sus pensamientos llegó a la tienda de ropa elegante de Vernah. Allí saludó a Rynshinn, la semielfa que la regentaba y comenzó a mirar la ropa que había de su talla mientras terminaba de atender a una clienta.

- Se nota que mañana es fiesta y todas quieren lucir un vestido nuevo, ¿verdad? Yo no es que busque algo muy elaborado, solo algo para diario que me quede bien... En Magnimar se llevan los colores tostados y las faldas con mucho vuelo, ¿qué tienes por aqui? - le preguntó a la semielfa cuando despidió a su clienta y comenzaron a charlar mientras miraban que podía quedarle más o menos bien. Tras intercambiar unos cuantos cotilleos locales y las últimas tendencias de moda que la bardo había visto por Magnimar, Laetitia compró una falda que en origen era larga, pero a ella le llegaba  un poco más abajo de la rodilla, perfecta para conbinar con unas botas altas como las que solía llevar, una blusa a juego que las mangas le quedaban a 3/4, una bolsa de cuero grueso cerrada con una gran hebilla para llevar colgada del hombro y un sencillo gorro de tela con una cinta para atar bajo la barbilla a juego con la ropa que acababa de comprar

- Más que ropa elegante para una fiesta, parece que te compres ropa para trabajar - le dijo la semielfa con un guiño a la bardo - Así no encontrarás un joven que te corteje, solo un jefe que quiera ponerte a trabajar

- Bah, todos andan detrás de ti, si alguno se fija en mi será porque tu no le haces caso - le respondió la bardo con una sonrisa - Ahora vamos a echar un vistazo a esos bombachos, seguro que tienes una camisa y una chaqueta que van bien con ellos...

La tarde de compras y charla la había animado bastante. Ahora un buen baño con agua caliente antes de la cena y la tarde sería perfecta. Llegó al Dragón oxidado por la calle de la red cargada de paquetes con la ropa recien comprada y saludó a Ameiko, que se alegró de su buen humor y la animó a que le mostrara alguno de esos bailes que había aprendido de los varisios durante este último año.

Tras pasar más de media hora en el baño (y porque ya no quedaba más agua caliente), se preparó para la actuación, esta vez con unas ropas y pulseras varisias, unos pañuelos de gasa, otro más grande atado a la cabeza recogiéndole el pelo y la máscara que ya había usado en la anterior actuación. Comenzó a murmurar unas palabras mientras realizaba unos intrincados gestos y cuando Ameiko la presentó cuatro esferas de luz se movían girando a su alrededor, acompañando sus movimientos mientras bailaba al estilo varisio.

Al finalizar la actuación, se marchó a cambiarse de ropa y regresó a cenar para acabar yéndose pronto a la cama (aunque antes de quedarse dormida pasaría un par de horas tendida en la cama mirando el cielo estrellado a través de la ventana)

-----------------------------------------------

Se deja 2po para comprar una muda de artesano y otra de viaje y consigue la tirada de enterarse de cotilleos locales.

La actuación es de 19 (si llega a ser un recital llega al 20) aunque espero que los efectos especiales puedan subir un poco el resultado, que estan bastante curradillos ;)

Cargando editor
31/01/2011, 19:53
Rictor Lasanti

Rictor Lasanti

La sonrisa y el tono de voz en que le contestaron eran inconfundibles. Pe... pero... ¿qué se habría creído aquella mujer? ¡Diosa, él era un hombre de fe, no un mozo del pueblo en busca de compañía famenina! Dudó sobre si ponerse colorado como un tomate o mantener un gesto digno y ecuánime. Resolvió el dilema atragantándose con un trozo de pescado, lo que le dejó un ratillo ocupado, por aquello de las lágrimas y tal.

- Pues te puedo decir que se llama Laetitia y se considera casi una sacerdotisa de Desna. Supongo que andará en la Iglesia con el padre Zantus...

"Casi" una sacerdotisa. Qué casualidad que se dirigiera precisamente hacia allí para estar presente en la misa. Claro que, alguna gente (aquella mujer, por ejemplo), podrían considerar que su visita hacia el lugar donde estaba la mujer no era precisamente una coincidencia... el sentimiento, poco caritativo, de estrangular a la mujer se desvaneció prácticamente al llegar, loada sea. Juraría que aquella camarera le había echado un vistazo subrepticio antes de marcharse por donde había llegado. Para ser sinceros, no se había imaginado que los "problemas" que pudiera tener tras la decisión de iniciar su peregrinaje fueran de esa índole; pero vaya, cosas veredes. Hora de irnos yendo.

-Comencemos, hermanos...

Pecó un par de veces por falta de atención; un pecado no muy grave, simples venialidades. Posiblemente ni siquiera eso para la que parecía ser la principal iglesia de la zona... qué casual que hablase de la "Diosa de los Soñadores" justo en los momentos en que se hallaba pensando en otras cosas. Cualquier otro habría podido pensar en una casualidad, pero él había estudiado en su vida lo suficiente como para saber que la obra de los dioses era patente en la tierra, las más de las veces de la forma menos perceptible. Laetitia... parecía una deformación de Leticia. ¿Algún nombre típico varisio que proviniera del mismo, simple casualidad quizás? Empezaba a creer que podía tratarse de la misma persona, pero no las tenía todas consigo. Era alta, sí, pero quizás fueran de cuerpo diferente. No estaba muy seguro de aquello, debido a que, si era la misma persona, vestía de forma diferente; y, definitivamente, escudriñar un cuerpo femenino no era lo primero que se le había cruzado por la cabeza tras haberse embarcado en un viaje de carácter religioso. La mera idea resultaba perturbadora. Cuando salió, el shoanti parecía seguir en el cementerio, manteniendo una conversación racional, dentro de lo que podía esperarse. Bien... siempre podía haber uno de ellos que hubiera aceptado la gracia de los Dioses en su corazón. Sin duda se había dado cuenta de lo equivocado de su pagano estilo de vida, lo que explicaba que estuviera en una tierra de reposo consagrada a las deidades. No tendría sentido de otra forma, ¿no es así?

"Hummm..."

Era hora de solazarse un rato, dedicando algo de tiempo a la contempolación y la meditación sobre las obras de la Diosa a la que se había consagrado, y no sólo de resto. La tarde era demasiado buena como para desaprovecharla, con un sol muy agradable pero no lo demasiado para agobiar o deslumbrar. No hacía una pizca de viento más del necesario. Le pareció que sería un desaire no aprovechar un momento tan agradable. Así, sentado en el banco a la sombra de un almendro, apoyó una pierna en horizontal sobre la otra y extrajo de entre su mochila un ejemplar de alguna clase de libro, religioso a juzgar por la reverencia con que lo trataba.

[color=#00FFFF]-Capítulo Cuarto de los Actos de Iomedae, verísculo tercero: [size=50]No cederá tu corazón a la duda; ciñe tu armadura y porta el filo, pues la victoria será...[/size][/color] -comenzó, leyendo en voz baja para acabar en silencio.

Estuvo así aproximadamente durante una hora. Sintió en su corazón la llama purificadora de la Luz Gloriosa, uno de aquellos maravillosos momentos que se acercaban a la verdadera Comunión divina. Era difícil sentirse así salvo en ciertos momentos del día... tocado por la Diosa de alguna forma. Sintió bajo su piel el poder que su fe le confería y se dijo que, si realmente le hacía falta, podría obrar una vez más milagros. No había resquicio para la duda; era una certeza a la que se llegaba a traves de la primera virtud teologal. Cualquiér clérigo, adorase a quien adorase, podría definir ese momento con palabras similares. Ninguno estaría dispuesto a vender ese momento único como una simple obtención de poderes. Por eso los magos eran gente tan cuestionable... al obtener su poder de un conocimiento arcano, poseían un poder obtenido por ellos y para ellos, y en manos de alguien poco escrupuloso era un arma terrible.

-Buenas tardes, hermano...

[color=#00FFFF]-Buenas tardes[/color] -sonrió, mientras se dirigía a ningún sitio en concreto; parecía de muy buen humor.

Podría haberse perdido varios días por la ciudad, recorriendo cada una de sus tiendas: olores extraños, gente distinta, cada una ofreciendo un pequeño rincón del mundo para que él, y otros como él, lo disfrutaran. No todo era así, por supuesto. El Motín de Galdo, o algo similar, le olió a lugar de pésima reputación (y clientela disoluta y de moral relajada) sin siquiera tener que poner un pie dentro de lugar. Solía ser más raciolnal, pero eso no evitó que huyera de aquel lugar como de la peste. Estuvo a punto de dejarse un buen dinero en una tienda bastante escondida, que parecía anunciarse con alguna versión de una cochinilla. El olor de la mayoría de las especias y hierbas aromáticas casi le había tirado para atrás en un primer momento, pero un rato después fue capaz de diferenciarlos uno tras otro. Tuvo que resistir el impulso de gastar el dinero desde el primer día, pero decidió que si pasaba por aquella tienda más tarde comparía algunas de esas extrañas hierbas que el dependiente había mencionado, dependiente que, dicho fuera de paso, parecía bastante contento de ver a alguien tan joven en su tienda. Había dicho que desprendían un olor muy relajante cuando se quemaban, que ayudaba a concentrarse. la verdad es que la idea de usar incienso fuera de una iglesia para meditar era actractiva, ¿para qué engañarnos? 

Tuvo que alejar también la mano de la bolsa para evitar comprar una elegantísima pluma de ganso, que parecía magnífica para escribir. El agradable olor de la tinta fresca también estuvo a punto de hacer sonar los oros sobre la mesa, obligándose a recordar que su cálamo y su tinta estaban aún utilizables, y que aquello no era sino un derroche y un lujo superfluo. A los veinte minutos volió y compró una libra de aquellas hojas, que el dependiente, muy amablemente, enrolló en cilindros antes de explicarle cómo debía usarlas. Efectivamente, era usado como elemento para incensarios. También compró un par de botes de especias, muy similares al clavo; la frugalidad en la comida era importante, y estaba acostumbrado a lo monótono, pero si iba a ir de viaje tanto tiempo era mejor comprar algo que mantuviera la comida fresca.

La tarde empezaba a decaer. Pasó por dos lugares que eran similares en sus características. El primero, conm la imagen de un goblin a punto de ser horriblemente aplastado, no fue santo de su devoción; se hubiera acercado para comprobar si había algún caballo disponible, pero la visión de orejas cercenadas de gobo como saludo fue demasiado para él aquella tarde. El otro local, en cambio, el que mostraba como imagen la improbable figura de un goblin instruyéndose, resultó ser lo más interesante de la tarde. Inevitable pasarse una hora, si no más, buscando libro tras libro, tras deducir de una pasada un resumen de su contenido. Libros, que son alimento para el alma. ¿A quién no le gustan los libros? Él mismo habría querido tenerlos, o leerlos todos. Le encantaba leer. La cleintela parecía estar acostumbrada a leer ahí en la librería, pero a él le dio cosa. No era un habitual, así que no estaba muy seguro de que fuera correcto ni adecuado. Suspirando, dejó un interesantísimo libro en el estante: su precio estaba muy, muy por encima de su bolsillo.

-Buenas noches, hermano...

[color=#00FFFF]-Buenas noches[/color] -contestó él, animado, pero bastante más cansado que al principio.

Las maravillas no se acababan ahí, aunque les faltara poco. La chica de la máscara (no, ¡Laetitia!) actuaba otra vez en la posada. ¿Sus actuaciones eran siempre tan buenas? Debía ser alguna especie de famosa actriz reputada; las historias decían que los varisios llevaban el ritmo en el cuerpo, pero aquello era bastante más de lo que esperaba. Eso sin contar el hecho de los extraños despliegues mágicos que parecían acompañarla. En una palabra, increíble. Un espectáculo sobrecogedor, maravilloso.

Tampoco él tardaría mucho en acostarse. Leyó el Libro a la luz de las estrellas, forzando sus ojos, hasta que el sueño lo venció.

---------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Pues compro lo mentado (imagino que equivaldrá a unos 10 pp, pero que Ahv reste lo que considere apropiado).

Posiblemente comparta las especias con los demás... alguien que ha vivido en un monasterio está acostumbrado a comidas tan monótonas y sosas, pero seguro que para el resto tener que comer higos secos y pan ácimo es algo difícil de tragar ^^

Cargando editor
31/01/2011, 19:53
Dorlam Selt

[color=darkblue]Dorlam[/color]

Dorlam salió del Dragón Oxidado con muy buen humor. El encargo que Ilsoari le había encomendado estaba completamente resuelto y tanto los mapas que el viejo Vezznut había confeccionado como la reserva pactada con Ameiko para la comida de los niños... todo, estaba completado. El joven mago miró hacía el cielo en busca de la posición del astro rey... todavía era pronto; habría unas cuantas horas de luz antes de tener que regresar para la cena y el ambiente festivo de Sandpoint no invitaba para nada a encerrarse en la biblioteca a estudiar... hoy no.

A pesar de tener una edad ya considerable, Nisk Tander, debido a su sangre élfica, parecía mucho más joven de lo que aparentaba. El semielfo regentaba el establecimiento Soluciones Embotelladas, especializado en pociones y demás ungüentos alquímicos. Este tema que también apasionaba a Dorlam, había hecho que el joven hubiera tomado gran amistad con Nisk. Muchas tardes, después de cerrar la tienda, Nisk y Dorlam cruzaban el río por la puerta más cercana a la catedral y buscaban un buen claro en el bosque donde realizar sus acrobáticos juegos del 'halcón y la paloma'. Nisk y Dorlam se habían encargado de preparar dicho juego de habilidad e inteligencia donde ambos conjuraban mágicamente la ilusión de un halcón y una paloma. El juego consistía en que el halcón debía capturar a la paloma antes de que el conjuro finalizara. Cada participante se concentraba en los movimientos que hacía su imagen ilusoria y luchaba contra su oponente intentando adivinar cual sería su próximo movimiento...

Dorlam empujó la puerta del establecimiento de Nisk aunque el Semielfo no se encontraba en el mostrador ni ordenando los estantes... era curioso que la puerta estuviera abierta y que el semielfo no se encontrara allí. Dorlam miró hacía la puerta que conducía a la trastienda del establecimiento y donde Nisk tenía su laboratorio alquímico donde fabricar sus productos y desarrollar algunos nuevos. Según tenía entendido el mago, el semielfo estaba enfrascado últimamente en el desarrollo de una potente poción de invisibilidad. Seguramente, el despistado semielfo estaría trabajando abajo y se habría olvidado de cerrar la puerta. Dorlam se encaminó a la trastienda e intentó abrir la puerta... cerrada. Al parecer Nisk tampoco se encontraba allí.

El mago pensó a donde podría haber ido su amigo y se encaminó para ver a Chask, el dueño del Goblin Curioso. Al igual que su maestro, el semielfo tomaba muchos apuntes y notas en la gran cantidad de libros que Chask contenía en su tienda. Sus salones de lectura eran magníficos y muchas veladas, bastantes de los habitantes de Sandpoint que no estaban emborrachándose en alguna de las tabernas de la ciudad las pasaban entre las paredes del Goblin Curioso.

Chask ordenaba una de las estanterías mientras silbaba una pegadiza canción varisia, por lo que apenas se inmutó al ver entrar a Dorlam por la puerta. - [color=blue]"Hola Chask... ¿no habrás visto a Nisk por aquí? No le he encontrado en el taller y su tienda está vacía.."[/color] - el atareado librero apenas despegó la nariz de sus libros para contestar al joven mago: - "Lo siento Dorlam; no he visto a Nisk desde ayer cuando vino a desordenarme toda una estantería de libros sobre fenómenos lumínicos... no me digas que estaba buscando... pero me llevó más de 3 horas volver a colocar todo como estaba." - Chask era un buen tipo aunque algo gruñón y maniático con su tienda - "Por cierto... estoy colocando nuevas adquisiciones traídas directamente de la biblioteca de Magnimar... si quieres un día de estos podrías venir a echarlas un ojo... ¿qué te parece?". El joven mago iluminó su rostro ante la propuesta del librero y anotó mentalmente la cita... parecía que el día mejoraba por momentos. - [color=blue]"Sin duda... sin embargo ahora te dejo... pareces ocupado. Me pasaré a ver a Vorvashali... quizá sepa algo. Hasta luego"[/color]

Dorlam salió del Goblin Curioso para encaminarse hacía la Serpiente Emplumada; uno de los mejores sitios para encontrar rarezas tanto mágicas como históricas. El mago solía visitar a menudo la tienda sobretodo en busca de los relatos de Vorvashali, el cual tenía una gran aptitud para inventarse claramente historias sobre cada objeto que vendía en su tienda. A Dorlam le encantaban las disparatadas historias de Vorvashali aunque encontraba tal don necesario a la hora de mantener el negocio a flote... un objeto con una gran historia detrás... siempre era un gran objeto.

Al llegar a la Serpiente Emplumada, el joven escuchó la voz de Nisk, cosa que le alegró, pero sin embargo su voz estaba cargada de ansiedad y preocupación. Dorlam enseguida comprendió porqué. La cortina que separaba la trastienda de la zona de acceso al público ondeaba tras haber dejado pasar recientemente a alguna persona. Dorlam la movió para ver algo insólito. Nisk gesticulaba airadamente con Vorvashali sobre su estado. Al parecer la poción de invisibilidad había funcionado... pero sólo parcialmente; la parte inferior del cuerpo de Nisk era invisible mientras que el resto de su cuerpo permanecía claramente visible por lo que sólo se podía ver la mitad del cuerpo del semielfo... Estaba claro que Nisk pedía urgentemente ayuda. Dorlam sin embargo apenas pudo contener la risa cosa que sirvió para que tanto Nisk como Vorvashali descubrieran su presencia. "¿Te crees que es gracioso?" - rabió Nisk con voz aguda ante la risa de Dorlam - [color=blue]"Otro de tus Éxitos Extraños no? Avisaré a Ilsoari... seguro que el puede hacer algo para devolverte... las piernas. Espera aquí"[/color]

Dorlam salió de la tienda todavía entre risas. volvería a la academia a entregar los mapas a su maestro, a confirmar la reserva de la mesa para el día siguiente y a avisarlo de los problemas de Nisk... La tarde casi había finalizado y para ser un día que había comenzado de forma totalmente corriente se había convertido en algo de lo más inusual.

Cargando editor
31/01/2011, 19:54
Director

Ivtolt

Por lo que el cuidador del cementerio había contado, Ivtolt dedujo que había lobo encerrado en el asunto del incendio de iglesia.  Quizás el joven había mandado quemarla, quizás lo había hecho la propia madre al ser traicionada.  Ivtolt se inclinaba más por lo primero que por lo segundo y, aunque le indignaba en cierta medida sabía que no era su deber entrometerse en asuntos varisios.
Cuando regresó al cementerio volvió a encontrarse con el cuidador quien le preguntó que quería.
[color=#4040FF]-Vigilar.  No ocasionaremos problemas.  ¿Sabe el nombre del señorito varisio? El que preñó a la hija del párroco-[/color] respondió con sequedad.
Su Chamán le había encargado una misión, vigilar ese cementerio porque suponía algo podía pasar, por ende no se movería de allí de no ser necesario.
[color=#4040FF]-Misha, ve con Sasha y caza algún animal para compartir con tus hermanos-[/color] Dijo dirigiéndose al mayor de los lobos.