Partida Rol por web

Ofrendas Ardientes

Preludio - Fiesta y fuego

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31/01/2011, 19:54
Director

Shawn

Shawn había conseguido llegar hasta donde se encontraban los lobos pero para su sorpresa éstos habían desaparecido y el dueño con ellos. Después de tener que echarle valor al asunto para ir a darles de comer resultaba que no estaban. Shawn se enfureció mucho por lo sucedido y marchó hacia donde se hallaba la posadera para decirselo, pero al parecer ella no se sorpendió y le mandó otra “misión” más digna de mozos de cuadras que de ayudantes de sala que era para lo que él había pedido el puesto, sin embargo marchó sin rechistar mientras una barda dejaba embobados a los clientes con sus actuaciones y sus juegos de luces.

Shawn creyó oportuno aquel momento para intentar chocar con algún cliente algo borracho e intentar quitarle algo de dinero por lo que se movió mirando a todos lados buscando la presa ideal, alguien lo suficientemente borracho y que estuviese de pie como para poder quitarle algo de su dinero sin tan siquiera levantar sospechas.

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off-rol: bueno avhin, te dejo a ti el que me elijas víctima, pero ya te dije que buscaba uno de los más borrachos que hubiese y que se encontrase de pie.

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31/01/2011, 19:54
Kaddok

Kaddok

El ayudante del sheriff se encontraba en una situación incómoda, nunca se había sentido a gusto en compañía de otros, y mucho menos cerca de una mujer. Había crecido convencido de que su aspecto le era repulsivo a los demas, y odiaba profundamente su voz, la configuración de los músculos de su cara hacía que le resultara casi imposible dar una expresión amistosa a su voz.

Kaddok levantó la vista de su plato, realmente se le hacía cuesta arriba [color=#008000]- Si, del norte. -[/color] sonaba seco [color=#008000]- Mi madre es de otro clan, hago su rito de pasaje. -[/color] cada palabra parecía mordida y el esfuerzo por pronunciarlas era evidente, así como la vergüenza que sentía.

[color=#FF0000]- Oh, perdona -[/color] dijo entonces la chica. [color=#FF0000]- ¿He preguntado algo que no debía? -[/color] dijo entendiendo su esfuerzo como otra cosa.

El shoanti tomó aire con un gesto que parecía de impaciencia [color=#008000]- No, odio mi voz -[/color] bajó la vista y miró el plato [color=#008000]- Detesto escucharme.[/color]

[color=#FF0000]- Ah... lo siento -[/color] dijo al cabo, mientras paseaba un trozo de pescado por el plato, pensando qué decir a continuación. [color=#FF0000]- A mi no me parece que tengas mala voz -[/color] contestó convencida. [color=#FF0000]- Yo la tengo demasiado aguda[/color]

La miró entre extrañado y curioso otras ya se hubieran reido, o marchado de allí con una excusa, y ella no parecía estar burlándose de él [color=#008000]- No importa lo que diga, parece que ladro -[/color] realmente su voz parecía carecer de entonación, y la forma en que el aire salía de entre sus labios parecía crar un gruñido de fondo

Ella sonrió, comprensiva. [color=#FF0000]- Una cosa es lo que pueda parecer y otra distinta es lo que es en realidad. Hay gente que ni siquiera puede hablar -[/color] se encogió de hombros y se llevó un poco de pescado a la boca, masticando despacio. [color=#FF0000]- A mi no me molesta tu voz, pero es malo si te molesta a ti. Pero eso siempre se puede arreglar[/color]

Enarcó una ceja [color=#008000]- ¿Arreglar? -[/color] Le intrigó saber que solución le daría, los chamanes de su tribu habían intentado toda su brujería y a duras penas habían conseguido salvarle la vida.

Tosió un poco atragántandose con el pescado y bebió agua. [color=#FF0000]- No me malinterpretes, era una forma de decir que hay solución -[/color] carraspeó para recuperar el hilo de su voz. [color=#FF0000]- Quería decir que puedes hablar bien y que te guste tu voz, pero es malo si no quieres. ¿No querrías estar bien contigo mismo?[/color]

[color=#008000]- Quisiera no escucharme gruñir cada vez que digo algo -[/color] fué el gruñido que dió cómo respuesta

[color=#FF0000]- Entonces, puedes empezar pensando que no tienes mala voz. ¿Recuerdas a la chica que ha recitado ese poema tan bonito? Puede que tu no quieras recitar nada, pero puedes aprender a modular tu voz para que suene de otra manera. ¿No lo has pensado nunca? -[/color] volvió a encogerse de hombros y cortó otro pedazo de salmón. [color=#FF0000]- No hablar no me parece una buena solución... claro que no estoy intentando convencerte... solo es un consejo de alguien que se preocupa -[/color] suspiró y miró su plato, paseando el pescado por la salsa pero sin llevarselo a la boca

La miró por un momento antes de reir, una risa seca e irónica [color=#008000]- No es falta de práctica -[/color] dijo sin demasiado animo [color=#008000]- no puedo mover bien los musculos de la cara, y los cortes en el labio hacen imposible que hable sin un siseo. -[/color] se tomo un tiempo durante el cual tomo aire  [color=#008000]- realmente me es un esfuerzo hablar.[/color]

[color=#FF0000]- Sí... -[/color] suspiró de nuevo dejando escapar el aire mientras desmigaba la carne del salmón con el tenedor. [color=#FF0000]- Supongo que es algo que ya habrás pensado, claro... ¿Te puedo ayudar de alguna otra forma? -[/color] preguntó mirándolo con cierto anhelo en sus ojos, impaciente por obtener una respuesta afirmativa.

La miró por un rato antes de encongerse de hombros [color=#008000]- Gracias por no salir corriendo.[/color]

Le sonrió con algo de ternura. [color=#FF0000]- De nada -[/color] se centró en su plato una vez más antes de dejarlo definitivamente. [color=#FF0000]- Si tienes más hambre... creo que las especias no son lo mío -[/color] apuró el vaso de agua y se sirvió otro. Mientras le daba vueltas entre las manos, volvió a dirigirse al shoanti. [color=#FF0000]- ¿Cuantos años te quedan para completar el rito?[/color]

[color=#008000]- Tres -[/color] lo cierto era que estaba incómodo, sabía que en cualquier momento haría algo que haría que la sacerdotisa se fuera [color=#008000]- y luego volveré para casarme.[/color]

La chica pensó un momento la respuesta. [color=#FF0000]- No sé si estoy haciendo bien en preguntarte... no quiero parecerte impertintente, y no se me da muy bien hablar con los demás, acabo de salir de mi templo y solo he tenido trato con mis compañeras...  - [/color]dijo ruborizándose un poco. [color=#FF0000]- Y creo que a ti te pasa lo mismo y te estoy incordiando, lo siento.[/color]

El shoanti se encogió de hombros, demasiado educado para darle la razón. No era que ella lo estuviera incordiando, sino que él se sentía incómodo hablando, sobre todo de manera personal. [color=#008000]- No hay problema -[/color] escuchaba las conversaciones de los demas, las voces cambiando de tono y acompañando lo que sentían, y se detestó por no poder hacer eso nisiquiera con su cara.

[color=#FF0000]- ¿Te importa si te hago compañía un rato? No tengo ganas de volver a la Iglesia todavía...[/color]

[color=#008000]- Como quieras -[/color] fue la respuesta del shoanti [color=#008000]- pero debo controlar que nada suceda[/color]

[color=#FF0000]- Claro -[/color] asintió y permaneció callada mirando su vaso de agua.

El silencio se volvió al mismo tiempo un bálsamo y una especie de tregua incómoda, tregua interrumpida por el recitado de la bardo y una reflexión no poco corriente en él. Quizá sería bueno ver que opinaba la sacerdotisa de lo escuchado, y fue ese el momento que eligió el nuevo camarero para intentar robar a un parroquiano.

En ese momento se desató el caos, Kaddok se levantaba para correr al ladrón y enfrente suyo, otro ladrón intentó robarle a la sacerdotisa. No lo pensó, a ese lo conocía, un ladronzuelo local que el Sheriff tenía en la mira. Sus dos manos salierosn disparadas hacia el tipo, mientras se movía, una impactó en una pieza de armadura y la otra rozó su rostro, pero no tenía tiempo para dedicarse a él.

[color=#008000]- Ameiko, la escoria local es tuya, voy tras tu nuevo camarero. -[/color] fue cuanto atinó a decir. Mientras cse movía calculaba la ruta del camarero, y al tiempo que saltaba sobre una mesa y apoyaba sus manos entre medio de las jarras sin tocar ninguna, escuchó un cántico y una orden. No podía distraerse y parado de manos sobre la mesa acomodó su cuerpo y se dejó ir con el impulso, aterrizando justo delante de Shawn. [color=#008000]- No intentes escapar y pasaras menos tiempo en la celda -[/color] fue el gruñido que salió de su garganta, y por una vez su cara acompañaba lo que sentía. De fondo se escuchó el sonido de algo metalico golpeando algo duro.

El camarero se confió, viendo que le llevaba al menos media cabeza, y creyó que podría escabullirse. En cuanto Kaddok intentó atraparlo se escabulló hacia la puerta y cuando ya creía que tenía ganada la libertad sintió un par de manos que lo tomaban de un brazo y lo empujaban poco amablemente contra el marco de la puerta. [color=#008000]- Intenta algo como eso nuevamente y pasaras una semana detras de las rejas. Vamos a ver al Sheriff. [/color]

Shawn pudo ver cómo dos de los clientes traían a otro hombre, por las señales de su rostro, y el hilillo de sangre que caía de su cuero cabelludo era evidente que había presentado resistencia, y las caras de los paarroquianos le pedían que se resistiera. [color=#0000FF]- Te acompañaremos Kaddok, y luego volverás con nosotros a tomar una copa. ¡El Gato ataca nuevamente![/color]

Shawn pudo escuchar como coreaban el nombre de Gato desde la taberna mientras se alejaban, y unos metros más adelante se les sumó un coro de niños que le festejaban y le pedían mas acrobacias. Shawn podía notar el la mezcla de orgullo y vergüenza que le producían los halagos al shoanti, que sin embargo llegó hasta la comisaría sin emitir palabra.

El Sheriff lo llevó hacia las celdas junto con el otro, y notó que mientras que a él lo hacían pasar por su pie y con un trato que podía calificarse de cortés, al otro lo metió a empellones y con la promesa de que esta vez pasaría una larga temporada a la sombra. [color=#0040BF]- Vachedi los cuidará, más tarde vendré a tomarles declaracion, entre tanto descansen y reflexionen sobre el futuro. -[/color] Fueron las palabras del Sheriff antes de retirarse con su ayudante y los dos ciudadanos que lo habían acompañado. Las palmadas casi dolorosas que le dió Belor a Kaddok fue el ultimo sonido que se escuchó de la escalera.

Frente a él se encontraba el Shoanti más cubierto de cicatrices que alguna vez hubiera visto, el cual le dedicó una sonrisa antes de hacer girar la llave para cerrar la celda. - Bienvenidos al hotel de Vachedi - miró al lugareño y meneó la cabeza - Otra vez por aquí Heber, es la tercera, ya sabes lo que te espera. - Volvió a mirar a Shawn - En cuanto a ti, espero que una estadía aquí te sirva para replantearte tu estilo de vida. - y con una carcajada se retiró por el pasillo.

Entre tanto Kaddok refirió lo ocurrido al Sheriff, Minvant y Ameiko también habían llegado y una vez que hubieron acabado con todo, el alguacil se vió obligado a volver con Ameiko y los parroquianos al Dragón Oxidado. A instancias de la dueña del local, Hemlock le había dado la tarde libre para que pudieran brindar en su honor en la taberna. Brindis que se prolongaría hasta casi la hora de la cena aunque él se ausentara en algún momento, pero que de todos modos debería abrir con la copa inicial.

Él por su parte se conocía, tomaría un par de copas, intentaría decirle algo a Ameiko, algo que seguramente no saldría de sus labios o sería habilmente malinterpretado por la mujer. Despues de eso, dependería de su estado, quiza saldría a despejarse en una caminata hasta las Gatitas de Pixie, o si ya estaba muy cerca de caer, iría a terminar de emborracharse a con alguna de las chicas de Kaye. No era una perspectiva muy halagüeña, pero al menos era realista. No le gustaba abusar de la bondad de Madamme Tesarani, que pudiera ir sin pagar no significaba que le gustase hacerlo, y por lo tanto intentaba ir lo menos posible.

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31/01/2011, 19:55
Director

La noche llegó pronto a Sandpoint, demasiado pronto para unos, a su hora para los demás. Los niños fueron los primeros en desaparecer, al día siguiente el festival comenzaría con los primeros rayos de sol y los padres ordenaron su pronta retirada. Los más pequeños, ansiosos, tardaron en dormirse, con los nervios de la fiesta del día de mañana. Habrían golosinas, habrían festejos, habría comida gratis en todas partes y trucos de magia y en Sandpoint esas cosas solo se veían una vez al año. Pero este año era especial, había una sorpresa para el pueblo, según los rumores que se fueron extendiendo. El párroco de la Iglesia había preparado algo especial para la consagración.

Al día siguiente...

Laetitia

Laetitia tardó en dormirse, la joven estuvo durante al menos dos horas completamente desvelada pensando en las cosas que había oído por la tarde. Rumores que podían ser ciertos, rumores que podían ser falsos, rumores sobre los que preocuparse - la misteriosa reaparición de un fantasma del Carnicero en su isla - o rumores graciosos - como ese que había comenzado a extenderse en el pueblo de que el shoanti ayudante del sheriff hacía buena pareja con la nueva sacerdotisa de Desna llegada a la ciudad - Con todo, con la fiesta de mañana, con los cinco años que mañana se cumpliría desde que su padre y su amiga muriesen, la joven cerró los ojos por agotamiento mental.

Cuando despertó, los recuerdos de una pesadilla asaltaban su mente. No podía asegurar con certeza qué había soñado, pero había sido algo termendamente desagradable. El sol ya entraba por la ventana y fueron golpes en la puerta lo que la despertaron. Ameiko ni siquiera esperó y entró.

- Vamos, vamos, vamos - pidió entrando como una exhalación. - Qué vas a llegar tarde otra vez, niña. Va, venga, ponte lo que sea y lárgate - le guiñó un ojo y le dejó en la mesa de noche un desayuno.

La joven llegó a la Iglesia con prisa, pero Zantus la tranquilizó, el oficio no sería hasta el mediodía. En el despacho del clérigo había otra joven, una chica pelirroja, sacerdotisa de Desna y Laetitia la reconoció como la "nueva amiga" del ayudante del sheriff. De semblante inocente, a Laetitia le pareció que los rumores graciosos que corrían sobre ella y el ayudante podrían hacer daño a los dos.

- Laetitia, ella es Minvant, ha venido desde Magnimar para ayudar en la consagración. He decidido que las dos podéis ayudarme en la ofrenda a Sandpoint, después de los discursos. Podéis disfrutar de la celebración hasta entonces, que Desna os bendiga

Rictor

La tarde de Rictor fue relativamente tranquila, pudo pasear por la ciudad y observarlo todo con curiosidad, haciendo unas pequeñas compras y retirándose pronto. Cuando regresó al Dragón Óxidado volvió a contemplar a la chica de la máscara y a quedarse prendado de ella y de su, tal vez, posible nombre, porque no fue capaz de diferenciar si Laetitia era el nombre de la muchacha que bailaba o el de la chica alta del cementerio y por eso en sueños se le mezcló todo.

Despertó con los rayos de sol y con un recuerdo desagradable en ese sueño. Una pesadilla o una simple mala noche, pero una oración a Iomedae trajo calma a su espíritu. En el desayuno no vio a la chica, pero sí que vio que la taberna estaba vacia. Uno de los camareros le indicó que todo lo que hoy se comería, sería fuera, en las calles. Encontró un programa del día clavado en la pared de la puerta de salida. Discursos de apertura en la plaza de la Iglesia, comida gratis en cualquier punto de la ciudad y tarde de espectáculos.

Dorlam

El aviso de Ilsoari sirvió para que Nisk recuperase sus piernas, mientras Dorlam seguía encontrándolo de lo más divertido. El alumno regresó a la Academia junto al viejo profesor y este lo invitó a tener una charla durante la cena y le sirvió un poco de ese vino que tenía reservado para ocasiones especiales. El maestro divagó acerca de Thassilon y leyó detenidamente el mapa del gnomo hasta que vio que no tenía ningún fallo y tal vez podría haber perdido la apuesta. Dorlam se retiró a dormir dejando a su maestro enfrascado en descifrar los trazos secretos del cartógrafo.

A la mañana siguiente Dorlam se encargó de llevar a los más niños a la fiesta. Su maestro se haría cargo de las más adultos. El mago se vio desbordado, ya que los niños iban de aquí para allá saltando, brincando, gritando y tratando de gastarse todas las monedas de cobre en golosinas y comidas. Pero la comida era gratis, así que todos disfrutaron de sus manzanas bañadas en caramelo o chocolate.

Ivolt

Ivolt pasó la tarde en el cementerio. Antes de que el sheriff hiciese aparición y se llevara a sus lobos, Desna trajo su bendición al cuidador del cementerio, que le ofreció algo de comer a los lobos, ya que si salían a cazar y volvían con alguna presa causarían un gran revuelo en la ciudad y tal y como estaban las cosas, no era para nada algo aconsejable. Mientras el viejo arreglaba terrenos y cuidaba de las flores, sacaba lustre a algunas lápidas y regaba los árboles con el agua del río, Ivolt vigiló pacientemente, pero nada ocurrió. Al caer la noche, el cuidador le dio unas palmaditas en la espalda y le pidió que se fuera a dormir, aunque si quería vigilar podía dormir en su caseta que él se iría tranquilamente a dormir en una cama blanda del Dragón Óxidado. Pero su chamán debía estar equivocado, nada ocurrió esa noche.

A la mañana siguiente el cuidador cerró el cementerio. Ese día nadie iba a entrar, ya que todo el pueblo estaría en la fiesta de la consagración. Ivolt se negó a irse de allí, tras mucho insistir el viejo le dejó las llaves de la valla y se marchó. Por suerte, sus lobos pudieron corretear alegres por el camposanto sin molestar a nadie.

Shawn

Shawn maldijo su suerte por acabar en prisión. El tipo que lo acompañaba en la celda estaba, sin embargo, tranquilo, recostado en el jergón y masticando una hoja de tabaco. Cuando Vachedi, el carcelero, se retiró, el hombrecillo se acercó a Shawn.

- Los Scarzni llevamos tiempo esperandote, Speedfingers. No te preocupes por esto, mañana estaremos fuera. Mi jefe quiere tener una charla contigo...

Fue efectivo, Shawn fue puesto en libertad, porque "alguien" había pagado su fianza. El Scarzni le dijo que debía reunirse en el Morral del Gordo con Jubrayl Vhiski y hacia allí dirigió sus pasos. Pasos que el sheriff se encargó de seguir. Una vez en la taberna, le indicaron que Vhiski lo recibiría en la plaza de la Iglesia, le interesaba vivamente escuchar los discursos y era mejor que estuviese en un lugar público.

Kaddok

Finalmente, Kaddok sólo tomó una copa. La sacerdotisa de nombre Minvant se retiró sin haber probado nada de alcohol a una hora temprana, mañana ayudaría en los oficios. El resto de parroquianos continuaron con la fiesta. El ayudante del sheriff se disculpó a los presentes y se levantó, dispuesto a decirle algo a Ameiko. Pero nuevamente no encontró valor y se despidió hasta la mañana siguiente. Mientras caminaba se desvió un momento hacia Las gatitas de Pixie y volvió un poco más tarde a casa de lo que esperaba, no más reconfortado, pero un poco más alegre. La noche, sin embargo, se le presentó abrumadoramente larga y el efímero momento de felicidad volvió a pasar.

El sheriff lo reclamó pronto. Kaddok no pudo jurar si fue a Hemlock al que vio entrar cuando él salía de la casa de Madame Kaye, solamente supo que fue la propia Madame la que lo recibió y no como si fuese un cliente. Pero el sheriff, si vio a Kaddok, no hizo mención alguna y lo mandó directamente a vigilar los alrededores de la plaza de la Iglesia.

En la Plaza de la Iglesia

La fiesta comenzó tan pronto salió al sol. Los puestos mercantes se habían agolpado en las calles pero su mayor concentración se presentaba en la plaza de la Iglesia, frente al escenario en el que se darían los discursos. Vendían instrumentos, comidas exóticas, artesanía local, souvenirs, telas de colores, vestidos, pañuelos, bolsas, frutas, golosinas, baratijas, collares, pulseras, pendientes, diademas, zapatos, sandalias, jabones, especias, carnes, bebidas, pescados, herramientas, un timido puesto de flores ,juegos, armas, armaduras, adornos, muebles, cuadros, pinturas, dibujos, libros, pergaminos, pociones...

Había puestos dedicados a la degustación de nuevos platos y dos enormes tenderetes llenos de comida. El aire pronto se llenó del aroma de la carne asada y el pescado frito, de las especias que utilizaban para cocinar y del olor del pan recién sacado del horno junto al olor de la leña quemada. El jaelo fue en aumento conforme la gente iba saliendo de sus casas y se dirigía a la plaza, los mercantes gritaban los precios y ofertas especiales por ser fiestas. Habían llegado mercaderes de Magnimar, de la misteriosa Riddleport, de la lejana Korvosa, de más allá de la Meseta de Storval, mercancías y herramientas enanas y artesanía élfica echa con madera de pino. Todos se habían congregado aquella mañana para dar la bienvenida al otoño.

Frente a todas las tabernas, las calles se habían llenado de mesas. La comida del día se ofrecería gratis, igual que la bebida. Podría causar pérdidas a las posadas, pero aquella iniciativa era puro markéting, sólo así podrían atraer nuevos clientes y seguramente ganar mucho más a la larga. Los desayunos se sirvieron en la calle, pan con mermelada de chocolate en el Ciervo Blanco o pasteles de queso con frambuesa y miel en El lugar de Risa. Leche con cacao y azúcar para los visitantes del teatro en la taberna de Cracktooth o zumos de frutas de Magnimar en el Pez Bruja. Sabores de Sandpoint ofrecía bollería de merengue, chocolate y miel mientras que el Dragón Óxidado se decantó por servir hogazas de pan cubiertas de tomate y finas tiras de jamón rehogadas con aceite de oliva. La cervecería Los dos Caballeros se encargó de las cervezas para todos los que quisieran comenzar la fiesta bien temprano. Esparcidos por todos los puntos de Sandpoint, los puestos de golosinas ofrecían una gran diversidad de jugosos dulces, cómo bollos rellenos de chocolate, dulces nubes de caramelo, cañas de azúcar, hojaldres de chocolate o nata, pastelillos de miel, bombones de licor y los más solicitados, las manzanas cubiertas de miel, caramelo o chocolate.

Con todo, desde cada rincón de Sandpoint se pudo escuchar el repicar de las campanas, el tañido procedente de la nueva torre, un sonido a muchos les pilló de sopresa pero que luego comprendieron de qué se trataba. Las campanas sonaron durante un buen rato, despertando a los más perezosos  y atrayendo a los aldeanos hacia un punto común: el gran escenario frente a la Iglesia. Los primeros en llegar lograron sentarse en los bancos, el resto solo pudo esperar pacientemente de pié hasta que las campanas dejaron de sonar. La guardia de Sandpoint se había incluso vestido para la ocasión y mantenían formación alrededor de la plaza y del escenario, mostrando el buen trabajo del sheriff Hemlock para proteger la ciudad.

Pronto la gente chistó y pidió silencio, poco a poco el murmullo se fue apagando y todo el pueblo se acalló cuando sobre el escenario hizo acto de presencia la alcaldesa Kendra Deverin. Era una mujer madura, el cabello corto le daba un aire algo más juvenil y un aspecto desenfadado, pero aún así tenía un porte respetuoso. Era una mujer querida, una líder, todos estaban tranquilos con ella en el cargo, un cargo que ganó por mayoría absoluta en unas elecciones celebradas hace cinco años, cuando su padre delegó en ella sus funciones antes de morir. Por eso cuando la alcaldesa levantó ligeramente las manos para pedir silencio, hasta el viento dejó de soplar. La alcaldesa sonrió abiertamente a los presentes.

- Buenos días, Sandpoint - saludó con efusividad. La gente, como si lo hubiese estado esperando, estalló en un grito de furia para dar los buenos días y tardó un par de minutos en conseguir que la gente volviese a quedar en silencio. - Buenos días a todos los presentes y buenos días a los nuevos visitantes, es un placer ver que incluso nuestro amigo Larz Rovanky ha tomado tan solo una copa esta mañana para llegar sobrio a los oficios de la tarde - la gente empezó a reir, mientras que el aludido Larz alzaba una copa de vino en honor a la alcaldesa y le lanzaba un beso. De todos era sabido que la afición de Larz por la bebida era un arte del que presumía. - Es un honor y un gran placer para mí dirigirme a todos los asistentes a la fiesta de inauguración de la nueva Catedral. Espero que todos podáis difrutar de este gran evento, preparado con todo el amor y el cariño de nuestros vecinos, una fiesta por y para todos, una fiesta en la que quedará inaugurada la nueva Catedral, una construcción que ha durado cinco años y que pretende aunar las diferentes religiones de toda Varisia - la alcaldesa abrió los brazos, no de manera efusiva, para abarcar a toda la plaza. - Es para mi un honor inaugurar el Festival de la Cola de la Golondrina - siguió durante unos minutos más bromeando acerca del duro trabajo realizado para que todo estuviese a punto en el día señalado. La gente estaba animada con la actitud amistosa de la alcaldesa, contagiandose de su bien humor.  - Y ahora, cedo la palabra a nuestro honorable sheriff, Belor Hemlock... - realizó una reverencia y la gente aplaudió con efusividad y Deverin se retiró a un lado del escenario.

Cuando Hemlock llegó al centro del escenario el entusiasmo decayó un poco. Era un shoanti de aspecto duro, no sonreía, no por que no supiera, pero se había habituado a esa expresión impertérrita. Su piel oscura unida a su envergadura enfundada en una armadura de cuero ofrecian la estampa de un poderoso guerrero. Era un hombre querido, pero también temido y admirado. Algunos niños miraba al líder de la guardia con tanto respeto que se diría que de mayores deseaban llegar a ser como él. Observó a la gente desde arriba, en silencio, con los pies separados, la espalda recta y los brazos en la espalda. Despertó algo de temor en los aldeanos, algunos, los que estaban bajo la mira del sheriff, sintieron un escalofrío.

- Es un honor para mi poder servir a esta ciudad y mantener su seguridad. Por eso, espero que hoy, a pesar de ser un día especial, me pongáis las cosas fáciles. No toleraré revuelos, no toleraré peleas, hoy es un día de comunión en el que todos debéis cuidar de todos, ni insultos, ni desplantes, no es día para resolver disputas, es día para disfrutar. Es día para la juerga, es día para una gran celebración, pero también es un día de luto. Me gustaría recordar que en esta misma fecha, esta fecha que hoy celebramos con entusiasmo, marcó un antes y un después en la seguridad de esta ciudad. Todos sabemos que hace cinco años el edificio que hoy consagramos fue destruido y muchas personas murieron, personas honradas y personas buenas. También, hace cinco años, murió un hombre, mi maestro, que murió protegiendo esta ciudad, y salvó a muchas personas inocentes. Por eso, me gustaría que guardásemos un momento de silencio, en memoría de esas personas - el discurso no fue efusivo, pero hizo saltar las lágrimas a muchos y la plaza se llenó de silencio. - Muchas gracias a todos por venir, cedo la palabra a Cyrdak Drokkus...

El sheriff se retiró del centro y el pueblo respiró con calma otra vez, había sido un discurso muy tenso.

- Gracias, Hemlock - asintió el bardo líder del Teatro de Sandpoint. Se acercó al centro carraspeando. - Hoy me ha tocado la parte dificil, devolver la tranquilidad a los aldeanos después del susto que nos ha dado nuestro querido sheriff con sus recomendaciones para el día de hoy - bromeó, siendo su risa compartida por el resto del pueblo. - Bienvenidos - gritó como solo un jefe de teatro puede hacer. Era un hombre de mediana edad, vestía un traje de colores granates y rojos, guantes blancos, sombrero de copa negro y un bastón de madera oscura. - Bienvenidos niños y niñas, hombres  y mujeres, ancianos y ancianas, jovenes y doncellas, chias y chicos, amantes y amantas... no, eso no venía a cuento. Es un placer compartir discursos con nuestra severa alcaldesa y nuestro atractivo y joven sheriff. ¿O era al revés? - la gente rió sin parar, Drokkus recibió una risa de la alcaldesa y una mirada de advertencia de Hemlock. - Bah, no negaréis que Hemlock no es un buen partido, ¿verdad? Claro que nuestra atractiva y admirada alcaldesa no deja de robar corazones - le dedicó un guiño pícaro y un beso, la alcaldesa le devolvió la sonrisa complacida. - Bueno, damas y caballeros, espero que este día quede grabado en sus memorias. Sí, como aquel día en el que... - comenzó a contar anecdotas de gente conocida, cosas que el pueblo entero sabía y que traía risas para todos. - Lo que me recuerda que mañana... oh cielos, casi se me olvida - dramatizó, sacando de su sombrero un puñado de folletos que comenzó a lanzar al público. - Sí, amigos, llega al teatro de Sandpoint la gran obra "La maldición de la Arpía" En el mismo día de su estreno en Magnimar, espero que todos os presentéis en el teatro ya que podréis conocer en persona a la gran diva, la maravillosa, la hermosa, la diosa (por supuesto no la comparo con usted, alcaldesa, usted es mucho más hermosa) la gran actriz Allishanda, en el papel de Avisera, la reina arpía (y esto no es una alusión a usted, alcaldesa, ni a usted, sheriff) No os la podéis perder - gritó mientras los folletos volaban de aquí para allá y la gente los atrapaba para poder leerlos. - Bien, ahora que estáis contentos, y he logrado hacer mi trabajo, cedo la palabra a nuestro buen feligrés, el padre Abstalar Zantus. Padre, que Desna os bendiga.

El sacerdote se adelantó al centro del escenario y el pueblo entero se sumió en un respetuoso silencio. Era un hombre mayor, de cabello y barba blanca, ataviado una túnica azul y blanco, con las estrellas de Desna bordadas en la sotana.

El padre se aclaró la garganta y comenzó a recitar con voz profunda.

- Estoy orgulloso de reunirme con ustedes hoy, en la que es la mayor celebración en la historia de nuestro pueblo.

Hace cuarenta años, cuatro familias, cuya estirpe nos acompaña hoy, tuvieron un sueño; fundar un pueblo en el que pudieran convivir en paz con sus vecinos y prosperar. Grandes dificultades se tuvieron que salvar para conseguir ese objetivo, pero gracias a Desna, se logró que los varisios aceptaran que los colonos se intalaran aqui y crearan el asentamiento. Desde entonces, Desna ha estado siempre presente en Sandpoint, llegó como un precioso amanecer tras una larga noche sin sueños y se ha mantenido aqui, entre nosotros durante cuarenta años.

Por eso hoy nos reunimos aquí, para celebrar que nunca nos ha dejado y siempre ha estado a nuestro lado cuando la necesitábamos, y que nosotros, como buenos hijos, respondemos en la misma medida cuando Ella perdió su templo y dos amados seguidores en el incendio que se proclamó hace cinco años. ¡No lloreis!, no es momento de lágrimas ni de lamento, es momento de regocijo pues el templo ha sido reconstruido, más grande y sólido de lo que nunca fue, y sus fieles se encuentran en Su Gracia, y serán recordados por siempre. El incendio no fue un final, sino un principio, y es este nuevo comienzo lo que estamos celebrando.

Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño, y es un sueño profundamente arraigado. Sueño que un día este pueblo se levantará y vivirá el verdadero significado de su credo. Sueño que un día, en las colinas calizas los hijos de colonos, varisios y shoanties se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad.

¡Hoy tengo un sueño!

Sueño que algún día los valles serán cumbres, y las colinas y montañas serán llanos, los sitios más escarpados serán nivelados y los torcidos serán enderezados, y la gloria de Desna será revelada, y se unirá todo el género humano. Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la cual vivo. Con esta fe podremos esculpir de la montaña de la desesperanza una piedra de esperanza. Con esta fe podremos trasformar el sonido discordante de nuestro pueblo, en una hermosa sinfonía de fraternidad. Con esta fe podremos trabajar juntos, rezar juntos, luchar juntos, defender la libertad juntos... Ese será el día cuando todos los hijos de Desna podrán cantar el himno con un nuevo significado, "Mi país es tuyo. Dulce tierra de libertad, a tí te canto. Tierra de libertad donde mis antecesores murieron, tierra orgullo de los peregrinos, de cada costado de la montaña, que repique la libertad"... Y si Sandpoint ha de ser grande, esto tendrá que hacerse realidad...

La gente se quedó un momento en silencio. La alcaldesa y Drokkus se miraron con sorpresa, Hemlock también, raro era sorprenderlo. Kendra rompió el silencio con un aplauso y la gente estalló en vítores y aplausos mientras el sacerdote tragaba saliva tras la primera reacción. Los aplausos levantaron incluso a gente de su asiento que gritaron entusiasmados al magnífico discruso y la alcaldesa volvió a salir.

- Muchas gracias a todos, amigos, qué comience la fiesta

Una pequeña banda de música comenzó entonces a tocar y todos se retiraron del escenario. La gente comenzó a marcharse y los puestos de ventas a llenarse de nuevo.

Kaddok había vigilado en todo momento el perímetro, nadie se había salido de su lugar y no había habido ningún altercado. Estaba tranquilo, aunque las masas de gente lo intimidaban un poco. Tras los discursos, Minvant apareció junto a una mujer alta, Laetitia, disfrutando las dos de sus respectivas manzanas con caramelo y hablando de varias cosas, mientras se dirigían al lugar al que Zantus les había pedido ir. La sacerdotisa le sonrió a Kaddok, Laetitia sonrió para sus adentros y la joven le dio los buenos días al ayudante, mientras este maldecía internamente a Desna por burlarse de él. Las dos muchachas desaparecieron por una calle lateral.

Shawn había permanecido esperando al tal Vhiski y escuchando por encima los discursos, evitando, eso sí, la presencia de los guardias y del maldito ayudante saltarin que lo había detenido. Todo por un fallo, un fallo al llevar la mano a la bolsa de un borracho. Todo hubiera salido bien si ese ayudante no hubiese estado mirándole. Se entretuvo comiendo una manzana (sin caramelo) y viendo jovencitas pasar.

- Ah, tu debes ser el tipo que se dejó pillar por el Gato, ¿no? - le dijo un hombre alto y desgarbado, con pinta de matón de burdel. - Vhiski, señorito, ¿qué le trae a Sandpoint?

Ivolt no escuchó los discursos, se limitó a vigilar. Pero algo en su interior le dijo que algo no andaba bien. Estaba Misha, junto a Sasha, Tasha seguía olisquieando algo en un rincón de una lápida, pero Dasha, la más joven, no estaba por ninguna parte.

Rictor se paseó entre los puestos de venta con la tentanción de comprar algo, pero no se decidía. Algo llamó su atención, pero no fue nada expuesto, fue a la muchacha alta del cementerio (¿Laetitia?) junto a una sacerdotisa de Desna caminando tranquilamente mientras charlaban y comían manzana con caramelo. Luego, desaparecieron tras el escenario de la Iglesia.

Laetitia se reunió con el padre Zantus y junto a Minvant y otros acólitos, llevaron un carro fuera de la Iglesia hasta la calle adyacente. Estaba tapado con una lona con estrellas dibujadas y algo se oía en el interior del carro. Cuando la bardo fue a mirar, Minvant la detuvo.

- No abras la lona aún, Desna podría retirarte la suerte - advirtió. - Cuando el padre Zantus diga, debemos descubrir la tela, verás que sorpresa

El padre Zantus llamó la atención de todos los que estaban cerca de la Iglesia. Los niños de Dorlam fueron los primeros en llegar a los pies del padre y el resto de aldeanos que por allí andaban se acercaron a mirar. Sobre el asiento del carro, el padre Zantus se puso en pie y volvió a aclararse la garganta. Laetitia y Minvant estaban detrás, con las manos en las cuerdas que abrirían la tela dejando al descubierto lo que hubiese debajo.

- Queridos feligreses, me gustaría contaros una historia. Una historia sobre Desna, la diosa de los sueños y las estrellas. Hace mucho tiempo, un avatar de la diosa cayó mortalmente herido en una de las muchas guerras contra el mal. Cayó a la tierra, a estas tierras, a punto de morir. Pero un joven, un niño ciego, lo encontró y lo cuidó hasta que el avatar se recuperó. Agradecida, la bondadosa Desna le otorgó la vida eterna al niño, y lo convirtió en una mariposa inmortal... - Minvant le hizo la seña a Laetitia y entre las dos tiraron de las cuerdas. La lona se descubrió del carro y comenzaron a surgir millones y millones de mariposas que se elevaron en el cielo reflejando destellos multicolores en sus alas, arrojando por todas partes colores y formando nubes en pequeños grupos conforme iban saliendo. - Esta es La Cola de la Golondrina y hoy Desna nos bendice con sus hijos. Cuidad bien de los Niños de Desna.

Por todo el pueblo las mariposas fueron extendiendose. Los niños se levantaron del suelo comenzaron a correr para atraparlas, saltando y alzando las manos mientras ellas volaban y daban vueltas alrededor de la gente.

---------------
Bueno, a partir de aquí tenéis vía libre hasta la hora de comer. Los menús se van a servir en la plaza de la Iglesia y consisten en: Salmón sazonado con curry y gotas de invierno (de Ameiko en el Dragón Óxidado), Crema de pescado de langosta (en el Pez Bruja) y carne de venado con granos de pimienta (en el Ciervo Blanco) Después de comer, debéis reuniros todos de nuevo en la plaza para la Oración del Primer Sueño, que será cuando la Iglesia sea consagrada al fin. Divertíos :flor:

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31/01/2011, 19:55
Laetitia Desnae

Laetitia Desnae

Se despertó sobresaltada, no sabría decir si por los golpes de Ameiko en la puerta o por lo que estaba soñando (no podía recordar lo que era, pero justo en aquel momento “algo” iba a ocurrir) y saltando como un resorte se sentó en la cama con los ojos bien abiertos, tapándose con la sábana más instintivamente que como acto consciente.

- Vamos, vamos, vamos... Qué vas a llegar tarde otra vez, niña. Va, venga, ponte lo que sea y lárgate - Ameiko dejó en la mesilla de noche un desayuno y volvió a irse tan rápido como llegó, antes de que Laetitia pudiera articular palabra. Tras unos instantes de silencio, su corazón se tranquilizó y comenzó a levantarse. Tras lavarse y realizar una oración a Desna dando gracias por una noche de buenos sueños y pidiendo un día repleto de suerte, volvió a la cama a tomar el desayuno, unas hogazas de pan tostado todavía caliente con tomate y trozos de jamón con aceite. Cuando terminó, dejó el desayuno en la mesilla y con el último trozo en la boca se tumbó en la cama desperezándose – ¡Mmmmmmm! – comenzó a murmurar – No hay como dormir en un lugar civilizado después de unos meses de viaje... casi podría acostumbrarme a esto... – abrió los ojos y de un salto, se puso en pie - ... casi.

Miró en la bolsa de sus cosas y tras desenvolver la falda y la camisa que había comprado el día anterior comenzó a vestirse y arreglarse el pelo, aunque con la crespina puesta, tampoco se iba a notar mucho. Cuando terminó cogió su bolsa, su bufanda y salió esquivando a la gente que remoloneaba por la calle picoteando aquí y allá. El olor de los desayunos inundaba las calles, carne asada, pescado frito, especias, pan recién cocido, leña quemada... – Casi podría acostumbrarme a esto. De camino a la Catedral, se detuvo un momento en los distintos puestos donde servían los desayunos y picó un poco de dulce aquí y allí Realmente podría acostumbrarme a esto sin demasiado esfuerzo...

Continuó el camino deteniéndose a mirar algún puesto de los que plagaban la plaza de la catedral. El vocerío de los mercaderes y la muchedumbre podría marear a algun pueblerino, pero no a ella, era un mujer de mundo y había estado por las calles de Magnimar lo suficiente como para no arredrarse. Anotando mentalmente un puesto donde cogió un par de bollos rellenos de chocolate con una pinta estupenda ya que había también unos hojaldres de chocolate y nata que no tenían nada que envidiarle a los bollos, caminó con paso raudo hacia la iglesia, temiendo llegar tarde con tantas distracciones.

-Relájate, no llegas tarde – la tranquilizó el Padre Zantus cuando la vio llegar – Pasa a mi despacho, hay alguien que quiero presentarte.

En el despacho, la joven sacerdotisa de la posada, la que las malas lenguas decían que era demasiado amiga del ayudante del sheriff, esperaba sentada. Vista de cerca era bastante guapa e inocente, y parecía incómoda por su lenguaje corporal, como fuera de lugar. Laetitia casi se vio a si misma cuando salió por primera vez del templo y sonrió cuando el sacerdote hizo las presentaciones

- Laetitia, ella es Minvant, ha venido desde Magnimar para ayudar en la consagración. He decidido que las dos podéis ayudarme en la ofrenda a Sandpoint, después de los discursos. Podéis disfrutar de la celebración hasta entonces, que Desna os bendiga.

El sacerdote abandonó el despacho dejando a las dos jóvenes a solas. Laetitia sonrió a Minvant y la miró inclinando la cabeza, de forma que un mechón de pelo que quedaba fuera de la sujeción de la crespina cayó sobre su cara haciendo que la sacerdotisa sonriera. – Encantada de conocerte, Minvant... venga, vamos a dar una vuelta... he visto un puesto que tenemos que visitar, ¿te gusta el chocolate? – preguntó sacando el par de bollitos rellenos de chocolate que había cogido.

Dieron una vuelta por la plaza, mirando todos los puestos, parándose en alguno para probarse algún accesorio o probar un dulce mientras Laetitia trataba de entablar conversación preguntando a la sacerdotisa por su procedencia, los lugares que había visitado (intercalando anecdotas de los viajes que ella había realizado), y de forma sutil vistos los rumores que corrían si tenía pareja (o proyecto de tenerla). Afortunadamente, Desna actuó cuando la sacerdotisa empezó a sentirse incómoda, haciendo que un tropel de niños descontrolados seguidos de cerca (o mejor dicho, perseguidos) por un hombre de pelo canoso con un bastón de madera blanca  con una estrella de cinco puntas de acero en su extremo superior, pasara por la calle haciendo que tuvieran que echarse a un lado y casi caer encima de un puesto de golosinas. Sonaron las campanas y fueron a la plaza a escuchar los discursos de la alcaldesa Kendra, el sheriff Hemlock, el bromista Cyrdak y el padre Zantus. La primera reacción frente al discurso que había preparado para el sacerdote se disipó enseguida tras el aplauso y los vitores que siguieron a los primeros momentos de silencio. La alcaldesa dio por finalizados los discursos y dio paso a la música que devolvería el ambiente festivo a la plaza.

Laetitia consiguió que Minvant superara su timidez y, como si fuesen un par de jovencitas que han dejado de ser niñas hace poco, las dos seguidoras de Desna atravesaron la plaza para dirigirse al lugar donde habían quedado con el padre Zantus cogidas del brazo dando unos pequeños pasos de baile... que casi las hace chocar contra otro puesto de golosinas. Esta vez compraron un par de manzanas de caramelo, que fueron comiendo mientras charlaban y daban algún saltito ocasional al ritmo de la música de la banda. De repente, la bardo se dio cuenta de que la sacerdotisa miraba detrás de ella y sonreía, así que se giró... para ver al ayudante del sheriff. Con un gesto un poco exagerado al ritmo de la música, hizo un ademán de quitarse el sombrero (que no llevaba) para acompañar al – Buenos días – que le dedicó la sacerdotisa, antes de perderse ambas por una calle lateral como un par de colegialas que acabaran de cruzarse con el actor de moda en Magnimar.

Se reunieron con el padre Zantus y otros acólitos y llevaron a una calle adyacente un carro con algo en su interior que se movía. Al ir a comprobar lo que había guardado, la sacerdotisa se lo impidió amablemente... y entonces la bardo comprendió de lo que se trataba, las mariposas del rito de la cola de la golondrina... Cuando llegron a su destino, el sacerdote convocó a la gente y comenzó a contar una de las historias de la diosa Desna que era el origen de esta tradición. Un numeroso grupo de chiquillos (los mismos que casi las arrollaron poco antes de los discursos a juzgar por el hombre de pelo cano que los intentaba controlar) se colaron en primera fila, sentándose junto al carro, bien atentos a cada palabra que decía el sacerdote.

-... y lo convirtió en una mariposa inmortal... – Zantus dio la señal y las dos jóvenes tiraron de las cuerdas para dejar escapar a los cientos (quizás miles) de mariposas que salieron volando en todas las direcciones. Laetitia se quedó mirando el espectaculo sonriente... le encantaba esta parte de la celebración, ver todas esas mariposas salir volando, libres y sin ningún problema... tan delicadas y tan hermosas, pero a la vez tan fuertes y tenaces... y sobre todo estaba tambien la reacción de los niños, que, boquiabiertos, se levantaban y saltaban tratando de tocar alguna de las mariposas. Las mariposas empezaron a desperdigarse y la sonrisa de la bardo se quedó en una media sonrisa acompañada de una mirada más nostálgica de lo que se esperaba en una celebración así... pero la sonrisa se completó al girarse hacia Minvant y ver que una de las mariposas se había posado en su pelo y había enredado sus patas de forma que no podía echarse a volar.

Despacio, se acercó a la sacerdotisa, que no se había enterado, haciéndole gestos para que no se moviera y se colocó a su espalda para liberar a la mariposa con el máximo cuidado. Tan cerca como estaba de Minvant, pudo reconocer que usaba el mismo perfume que Nualia solía emplear. Con este recuerdo, la nostalgia y la tristeza hicieron acto de aparición nuevamente. Tras unos segundos sin hacer nada más que soñar despierta con un tiempo pasado y lo que pudo haber sido de tomar otras decisiones y no fue, liberó a la mariposa, que se posó en su dedo. Poniendo suavemente una mano en el hombro de la sacerdotisa para que no hiciera un movimiento brusco, se puso frente a ella mostrándole la mariposa. – Es un símbolo de buena suerte que una de estas mariposas se pose en alguien – le dijo la bardo intentando poner una sonrisa – eso quiere decir que Desna te favorece

Nada más decir eso, la mariposa salió volando... y tras levantar el vuelo un instante, se posó de nuevo, esta vez en el símbolo de plata que colgaba del cuello de la bardo. – En ese caso, Desna nos favorece a las dos – respondió la sacerdotisa, haciendo que la sonrisa de la bardo dejara de ser forzada. La mariposa echó a volar, perdiéndose en el cielo. – Vamos, esto es una fiesta, ¿no? – respondió  Laetitia cogiendo del brazo a la sacerdotisa y regresando a la plaza con ella a dar unos pasos al ritmo de la música... aunque la bardo no pudo evitar echar una mirada fugaz a la zona del cementerio.

Cuando llegó la hora de comer, fueron a buscar un sitio donde poder sentarse. Aprovechando su altura, la bardo encontró un lugar donde poder sentarse las dos, pero... si, era él, no podía ser otro - ¡Vamos allí, tenemos sitio para las dos! – dijo señalando hacia donde Ameiko tenía la provisión de comida del Dragón oxidado. Cuando llegaron a la mesa más cercana a donde Ameiko preparaba los platos se encontraron "casualmente" con el ayudante del sheriff, que estaba sentado en la esquina más cercana a ella. Pensando en si había sido  buena idea ir a sentarse allí después de ver un par de miradas discretas que el shoantí le dirigía a Ameiko, Laetitia saludó a su amiga - ¡Hola Ameiko!... pensábamos ir a probar la crema de pescado del Pez Bruja, pero al final hemos pensado que tu pescado especiado está mucho mejor. – se giró hacia Kaddok - No le importará al ayudante del sheriff que nos sentemos con él, ¿verdad? – preguntó amablemente, aunque se sentó sin darle tiempo a contestar dejando un sitio libre junto a él para la sacerdotisa. Cuando ella se sentó y sonrió al shoantí, una pequeña punzada en el corazón, hizo que Laetitia se replanteara si había sido buena idea no haber ido al otro espacio libre que había visto en un primer momento. Una fugaz mirada al cementerio acabó con las pocas ganas de conversación que le quedaban, así que se dedicó a masticar bien y saborear a conciencia el salmón que Ameiko le había servido para mantener la boca llena durante el máximo tiempo posible. La llegada del omnipresente tropel de chiquillos, con su griterío y sus ruidos hacía más dificil mantener una conversación... – Parece que Desna viene a echarme una mano, despues de todo- pensó para sus adentros.

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31/01/2011, 19:55
Dorlam Selt

[color=darkblue]Dorlam[/color]

Esta es la última vez que hago esto... copiar diez libros enteros no es castigo... esto si que es un castigo!!. Los pensamientos de Dorlam corrían agitados por su mente mientras el mago apenas podía mantener el aliento ante la jovialidad, fuerza y espíritu del grupo de huérfanos. Cualquier día podría haber sido diferente, pero hoy Sandpoint y sobretodo la parte que rodeaba a la catedral era un total hervidero de gente y puestos comerciales. Los niños apenas se quedaban quietos durante unos segundos y a Dorlam se le hacía casi imposible mantener a todo el grupo unido, evitando posibles pérdidas o distracciones. El puesto de chocolates se alzaba más adelante y el mago sabía que pasaría cuándo los niños lo vieran... más carreras.

Y por supuesto algún altercado habría de ocurrir. De forma inconsciente y sin saber apenas cómo había pasado Dorlam chocó contra el cuerpo de una joven que se encontraba en la calle. El mago instintivamente dio la mano a la joven para ayudarla a recuperar el equilibrio. Al mirarla directamente, el mago se sobrecogió ante la altura de la dama y a su mente vinieron recuerdos de la noche anterior y del espectáculo del Dragón Oxidado. - [color=blue]"Lo siento... pero estos chiquillos... es imposible controlarlos. ¿Está bien?"[/color] - tras comprobar que la joven se encontraba bien, Dorlam se disculpó una vez más y siguió en persecución de los niños. El mago esperaba que el cansancio pronto hiciera mella en ellos aunque se temía que antes haría efecto en él mismo.

Durante los discursos el tropel se calmó un poco aunque siempre los juegos y las bromas estaban presente ya no entre los niños sino con extraños y visitantes que acudían a Sandpoint ante el magnífico evento que ocurría en la ciudad. Tras los primeros discursos el padre Zantus se acercó a Dorlam transmitiéndole el maravilloso efecto posterior y cómo los niños lo agradecerían si estuvieran en primera fila. Así pues, y antes que el resto, el grupo de niños se colocó en primera fila para la gran sorpresa final.

El mago, que como no había llegado unos metros por detrás de los pequeños hizo el pertinente recuento y luego miró hacía el padre Zantus. En ese momento, el mago se percató del carro tapado con una lona y de cómo las dos jóvenes con las que se había topado en el mercado lo custodiaban. El mago miró hacía aquella a la que había molestado minutos antes y la saludó con una inclinación de cabeza y con una sonrisa. Luego, una vez más atendió a la seguridad de los niños y al discurso del padre.

La amalgama de mariposas que inundó las inmediaciones de la catedral fue realmente el espectáculo más bonito que Dorlam había visto a lo largo de su vida y por lo que veía y sentía los niños también. Aquello era júbilo y felicidad se mirara por donde se mirara. Era una bonita fiesta.

Más tarde, cuando el estómago ya pedía el relevo correspondiente a las piernas, Dorlam seguido de los niños entró en el Dragón Oxidado reuniéndose con Ilsoari, el cual presidiría la comida con los niños. - "¿Qué tal Dorlam?, ¿Te has divertido? Espero que los niños no hayan sido ningún problema" - el maestro con cara pícara sin duda había leído el corazón del mago y sabía que su resistencia física estaba al límite de la extenuación. - "Si quieres puedes descansar por hoy de los niños... ya me encargo yo" - Dorlam respiró aliviado y sonrió tímidamente a su maestro al que sólo le pudo complacer con un simple [color=blue]"Gracias"[/color].

En ese momento, Dorlam buscó una mesa donde hubiera algún sitio libre, una mesa que denotara algo nuevo y exótico... quería conocer gente, sobretodo gente del exterior, de Magnimar incluso... era la ocasión perfecta. Al final encontró lo que estaba buscando... una mesa cercana a la de los niños en la cual todavía había algún sitio libre estaba ocupada por las jóvenes que antes había visto, sería la ocasión propicia para disculparse de forma más formal. Junto a ellas, se encontraba el ayudante del Sheriff, un tipo llamado Kaddok que llevaba poco tiempo trabajando junto a Hemlock; al parecer hacía un buen trabajo. Su origen shoanti y sus extrañas marcas sorprendían a mucha gente en Sandpoint. Apenas había cruzado con él unas pocas palabras las veces que habían coincidido en algún lugar y quizá hoy fuera un buen momento para hacerlo.

Al llegar junto a la mesa, el mago se encaminó hacía un sitio vacío y tomó asiento. Luego dirigió sus palabras hacía las damas: - [color=blue]"Hola de nuevo, mi nombre es Dorlam. Siento de ocurrido en los puestos antes... pero es que los niños son impredecibles y más cuándo tienes que estar pendiente de tantos a la vez... pero en el fondo son muy buenos y tienen mucha suerte de tener a alguien como Ilsoari que les cuida y les enseña. Si no me equivoco, sois nuevas en la ciudad... ¿Qué os ha parecido Sandpoint?, ¿Qué tal la fiesta?"[/color] - luego el mago se dirigió hacía el ayudante del sheriff - [color=blue]"Kaddok verdad? Nos hemos visto alguna que otra vez pero apenas hemos hablado... qué tal las cosas hoy? supongo que con tanta gente, habrás estado muy ocupado no?"[/color]

El excesivo ejercicio físico obligado en las tareas de vigilancia de los niños habían abierto enormemente el apetito de Dorlam... seguro que los exquisitos platos de Ameiko podrían arreglar dicha situación.

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31/01/2011, 19:56
Laetitia Desnae

Laetitia

Sumida en sus pensamientos, Laetitia no se dio cuenta de que con los niños llegaba su tutor, el hombre de pelo cano, y se sentaba junto a ella.

- "Hola de nuevo, mi nombre es Dorlam. Siento de ocurrido en los puestos antes... pero es que los niños son impredecibles y más cuándo tienes que estar pendiente de tantos a la vez... pero en el fondo son muy buenos y tienen mucha suerte de tener a alguien como Ilsoari que les cuida y les enseña. Si no me equivoco, sois nuevas en la ciudad... ¿Qué os ha parecido Sandpoint?, ¿Qué tal la fiesta?" -
 
Tardó un poco más de la cuenta en reaccionar por la sorpresa y la parrafada de aquel hombre, pero trató de poner la mejor cara que pudo para responderle mientras tragaba lo más rápido posible el trozo de pescado que estaba saboreando. – Mmmmm, no pasa nada... ¡niños! – dijo encogiéndose de hombros. Así que cuidando de los niños de Ilsoari... ¿Dorlam?... no puede ser... - dijo pensativa mientras pasaba un trozo de pan por el plato – Dorlam no debe tener más de... veintialgo, el incendio... – la expresión en el rostro del mago al escuchar la mención al incendio que le arrebató todo cuanto tenía era una muestra inequívoca de que se trataba de Dorlam – Lo... lo siento – dijo bastante turbada – No te había reconocido. Yo viví en el templo hasta poco antes del incendio que lo destruyó, y siendo pequeña escuché algo sobre el suceso... no te culpo por no reconocerme, prácticamente no salía y en estos últimos años he cambiado un poco.

El silencio se empezó a hacer un poco incómodo, así que reanudó la conversación cambiando de tema radicalmente – La fiesta muy bien, hemos estado dando una vuelta y ayudando al padre Zantus como has podido ver... ella es Minvant, es de Magnimar y ha venido aquí para ayudar a la iglesia con las celebraciónes.

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31/01/2011, 19:56
Director

[color=darkblue]Dorlam[/color]

El pescado especiado estaba resultando realmente delicioso. La fiesta había rociado a todos los presentes con un buen humor deseable en muchas otras ocasiones y las posibilidades de conocer gente nueva, de obtener nuevas experiencias sin duda animaban al joven mago a presentar un aspecto radiante.
Sin embargo al conversación con la mujer llamada Laetitia se dispersó hasta un tema que otras veces podía sumir al mago en vagos y dolorosos recuerdos, sin embargo ese día no iba a dejar que sus fugaces visiones y sueños le amargaran el día. El mago contestó a la joven liberándola de los pesares que pudiera pensar levantado. - [color=blue]"No te preocupes... eso fue hace mucho tiempo y la vida me ha enseñado que es mejor mirar hacía adelante que seguir anclado en el pasado"[/color] - la inconsciente frase del mago le recordó a si mismo su gran meta de salir de Sandpoint y llegar hasta Magnimar y convertirse en un gran y portentoso mago; Dorlam sonrió. - [color=blue]"Y yo más que nadie debería aplicarme el cuento... Así que decís que habéis sido criada en Sandpoint; supongo que abandonasteis la ciudad hace mucho tiempo. Sin embargo tus rasgos me son familiares, como si te hubiera visto alguna vez... pero posiblemente sean tonterías mias... pasa tanta gente por Sandpoint que puedes llegar a perder la noción del tiempo."[/color]

La comida y la conversación siguió durante unos instantes aunque la mujer seguía quizá turbada por el comentario sobre el incendio, por lo que la conversación se tornó hacía sus quehaceres en Sandpoint y sobre su acompañante... originaria de Magnimar!!! El mago se dirigió hacía la joven llamada Minvant - [color=blue]"Magnimar... una gran ciudad que me gustaría visitar pronto. He oído que sus bibliotecas y recursos son formidables. Sin duda allí podría perfeccionar mis artes. Se me está ocurriendo... si, quizá podría hacerlo... Supongo que tras el festival volverás a Magnimar; si no te importa te acompañaré. Creo que es hora de dar un salto y por qué no un cambio en mi vida"[/color]

El joven mago cogió una copa llena de vino y se levantó para hacer un brindis, al que toda la mesa siguió emocionada: - [color=blue]"Por El Festival de la Cola de la Golondrina!!!"[/color]

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31/01/2011, 19:56
Minvant

Minvant

La sacerdotisa saludó primeramente al ayudante del sheriff y con cautela se sentó, sin pronunciar palabra, sabiendo del día anterior que a Kaddok le costaba animarse a hablar. Cuando el mago que estaba al cargo de los niños se sentó, la muchacha saludó amablemente y volvió a comer lo mismo que el día anterior. Iba a dejar Sandpoint odiando el pescado si cada día comía lo mismo y seguramente su estómago acabaría mal si seguía comiendo cosas tan especiadas.

- [color=#0000FF]"Magnimar... una gran ciudad que me gustaría visitar pronto. He oído que sus bibliotecas y recursos son formidables. Sin duda allí podría perfeccionar mis artes. Se me está ocurriendo... si, quizá podría hacerlo... Supongo que tras el festival volverás a Magnimar; si no te importa te acompañaré. Creo que es hora de dar un salto y por qué no un cambio en mi vida. "Por El Festival de la Cola de la Golondrina!!!"[/color]

Minvant brindó con agua la frase del mago y después de beber, se dirigió a él.

- Seguramente que vuelva a Magimar cuando acabe la semana, me vendría bien algo de compañía por estos caminos tan peligrosos. ¿Os dedicáis a los estudios arcanos, no es así? En ese caso seguro que mi maestro querrá conoceros, es un gran mago allí, en Magnimar, se llama Selki, no sé si habéis oído hablar de él. Me dijo que si necesitaba consejo arcano podía ir a visitar a su amigo Ilsoari a la Academia Turandarok. Laetitia, ¿tu qué haras despues del festival? ¿Y tu, Kaddok?- preguntó esperando que hablase al menos un poco.

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31/01/2011, 19:57
Dorlam Selt

[color=darkblue]Dorlam[/color]

La propuesta de la joven iluminó el rostro de Dorlam que por fin veía una posible escapatoria a su monótona vida en Sandpoint. La mención que Minvant hizo de Selki hizo que el mago sonriera ya que Ilsoari había contado maravillas de su viejo amigo. - [color=blue]"Ilsoari es mi maestro y aunque no conozco personalmente a Selki, mi maestro me ha contado muchas cosas sobre su viejo amigo. Estoy seguro que Ilsoari estará encantado de poder conocerte... está allí, encargandose ahora de que los niños se diviertan en este día tan especial para ellos."[/color]

La aceptación por parte de Minvant sobre el viaje a Magnimar hizo que la mente de Dorlam comenzara a divagar sobre su futuro inmediato... su meta estaba realmente cerca. Ahora sólo había un problema... ¿cómo decírselo a su maestro? Dorlam estaba seguro de que Ilsoari sabía de las intenciones del joven desde hace tiempo y que su respuesta sería afirmativa, incluso redactaría una carta de recomendación sobre él para presentarla en Magnimar... pero presentar las palabras adecuadas siempre era algo complicado, sobretodo si se trataba de una despedida.

Dorlam llevó otro trozo de pescado a su boca mientras pensativo daba vueltas a su cabeza para encontrar la solución adecuada a tal ecuación moral.

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31/01/2011, 19:57
Kaddok

Kaddok

El Shoanti había pasado la mañana vigilando la plaza desde uno de los tejados, un lugar tranquilo y adecuado, los niños no llegaban y tenía una visión complea de la muchedumbre. Afortunadamente nadie había intentado nada raro, y él tenía por seguro que el discurso del Sheriff había tenido mucho que ver con eso, ya a mitad del discurso del párroco se hizo evidente que nadie haría nada malo, y decidió bajar. Pronto sería hora del almuerzo y él quería aprovechar ese momento libre para mirar a Ameiko aunque mas no fuera desde una mesa cercana, y para eso debía llegar temprano.

Ya se disponía a marchar cuando apareció la sacerdotisa con la bardo y amiga de Ameiko, lo saludaron, saludó, y le resultó extraña la sonrisa y el gesto exagerado de la mujer de las canciones. Se encogió de hombros y agradeció internamente que no se hubieran detenido a hablar. Todavía sentía el rostro como estirado y la lengua pesada despues de tanto hablar el día anterior, o quizá había sido la sesión con Ruthie, sonrió para sus adentros al recordarlo. La voz del sacerdote lo trajo nuevamente a la plaza, unas breves palabras acerca de la Diosa, y luego mariposas volando por todos lados, al menos los niños tendrían algo divertido que hacer que no fuera molestarlo. Tan pronto la gente comenzó a desconcentrarse el se fué al Dragón Oxidado y buscó un lugar en una mesa cerca el lugar donde Ameiko servía.

Buscó su plato, se sentó de forma que pudiera verla e internamente armaba conversaciones que nunca sucederían si no tomaba coraje. Estaba en eso cuando una voz conocida lo hizo tomar consciencia del grave error estratégico que había cometido, la mesa estaba vacía, y Desna se solazaría haciendo sufrir a su payaso poniendolo en una situación imposible. Sonrió, o al menos eso intentó, ante la pregunta de Laetitia. [color=#008000]- La mesa está libre, por mi no hay problema. -[/color] Dijo antes de ponerse en la boca un poco de pescado, y agradeciendo internamente el griterío de los niños.

Claro que el gritería fue tan solo el preludio, detras de ellos llegó Dorlam, el discípulo de Ilsoari, un tipo demasiado colorido para su gusto. Y por supuesto se fué a sentar con ellos, seguramente atraido por las chicas que, a que negarlo, despues de haber estado sobre el escenario eran las más miradas por los hombres. Pero por supuesto, la cortesía uindicaba que parte de su parrafada se dirigiera a él, y mentalmente respondió a sus preguntas con sarcasmo [color=#008000]"Claro, porque los niños de Ilsoari no hablan del Gato y sus capturas, y si, nos hemos visto, y no hablamos porque odio hacerlo"[/color]. Desde luego que por fuera se limitó a encogerse de hombros y terminó de tragar. [color=#008000]- Menos que otros dias, hoy la gente se divierte. -[/color] Fue la seca respuesta, y agradeció que Laetitia se enfrascara en una conversación con él, e incluyeran a Minvant en la misma.

Ya cantaba victoria, pensando que podría pasar desapercibido mientras los tres hablaban, brindó mecánicamente y de hecho habia mirado un par de veces a Ameiko, cuando su nombre en los labios de Minvant lo obligaron a recapitular mentalmente de lo que se había hablado. La respuesta de Dorlam le permitió acomodarse en la charla, y su respuesta fue sincera y se odió por lo seca que sonó.[color=#008000] - Me quedaré trabajando, seguramente habrá más bandidos aquí despues del festival, como ese Shawn que ya está con los Scarzni. -[/color] Meneó la cabeza y volvió a gruñir el resto de su respuesta [color=#008000]- Cuando esto termine habrá que limpiar el nido de ratas.-[/color] pensó en disculparse por traer un tema tan alejado del festival, pero lo cierto era que no quería hablar más.

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07/02/2011, 16:13
Rictor Lasanti

Laetitia... ¿quién era? ¿Dos mujeres? ¿Una? y, lo más perturbador de todo, ¿por qué le resultaba un tema tan intrigante? Incluso si se tratara de simple curiosidad sería algo para preocuparse, puesto que estaba acostumbrado a una vida monótona y preestablecida, tal y como era de esperar en las dependencias de un monasterio. Allí había sido feliz, y parecía que el peligro que le esperaba fuera de los acogedores muros de la abadía no estaban en las garras de ignotas criaturas, sino en los sórdidos peligros para el alma que conllevaba la vida real. No los despreciaba, pero, como hombre que había vivido la mayor parte de su vida movido por el sentimiento religioso, le resultaban extraños y perturbadores. Trató de imagi narse si alguna vez la Diosa se había sentido de forma similar en su vida, pero dejó el tema por lo difícil que resultaba tratar de conocer los inescrutables designios que albergaba la cabeza de una deidad.

-¡Aagh! -despertó, gimiendo sobresaltado- ...

Estaba despierto. ¿Qué había soñado? No lo sabía, únicamente recordaba que, en algún momento, había aparecido esa mujer... o había pensado en ella antes de dormirse. Fuera lo que fuera, cualquiera de las dos opciones le llenaba de desasosiego. No podía enfrentarse a un día tan importante (el primero del resto de su nueva vida) sin encontrarse en paz consigo mismo y con su Fe. Por ello, imploró el consuelo divino de Iomedae, juntando las manos en actitud orante y rezando con la cabeza gacha, en señal de sumisión, tratando de despejar todos los pensamientos confusos que pudieran rondarle la cabeza:

"Mater et Dea, qui est in caelis,
Salve Regina, mater misericordiae..."

Al terminar, como cada día, las nubes se despejaron del horizonte. La luz pareció llenar por un momento la habitación, aunque tal vez fuera únicamente ese estado de Gracia salvificante que le inundaba en aquellos momentos. Realizó sus abluciones, se vistió, depositó reverentemente un beso en su hoja y ciñó su armadura hasta el último detalle,

"Pues el que bien quiere a su prójimo está preparado para tomar las armas"

preparado para salir una vez más a la calle. Estuvo tentado, como tantas otras veces, de derramar ese fervor que ahora sentía en nombre de bendiciones hacia la gente, pero sabía que no era algo prudente; el poder que sentía no era suyo, sino una cesión por parte de la divinidad, y por tanto no debía ser usado caprichosamente. En un momento de necesidad sabría que debía utilizarlo, pero aquel momento no era exactamente ahora y...

-¿Ha sucedido algo?

-No es usted de aquí, ¿verdad? -dijo el camarero, encogiéndose de hombros- Todo lo que se coma hoy será fuera, al aire libre.

-Ah... gracias -dijo, antes de salir.

Todo era un mundo exaltado: los olores, la multidud de formas y colores, la gente... desde luego, aquello no se parecía en nada a su vida anterior. Empezaba a entender por qué los paladines divinos y los enviados divinos eran personas tan diferentes, aun cuando compartieran tanto su profuna fe como el haber sido tocados por el dedo de la misma divinidad. Seguro que un hombre de armas se hubiera sentido más que cómodo en un lugar como aquel, mientras que a él mismo le pillaba más de sopetón, acostumbrado a una vida tranquila, más meditativa, y que había transcurrido en su mayoría en celdas, evidentemente sin entender estas como lugares deonde encerrar a los criminales. Mentiría si dijera que no era algo a lo que uno podría acostumbrarse, pero también lo haría si afirmara que no preferiría recibir todos estos cambios algo más gradualmente. Con todo, nadie podría afirmar que se encontraba fuera de lugar o especialmente confuso. Simplemente, se encontraba en paz consigo mismo, y eso servía para estar tranquilo de cara a los demás. parecía curioso, como otra gente, pero no mucho más. No era un joven de grandes manifestaciones.

Comer, comió bien. Le resultaba un tanto extraño que en cada lugar en el que se había parado para visitar le hubieran ofrecido algo. Pensó que la vida en aquel lugar tenía que ser muy próspera como para permitirse aquello, y también pensó que si en algún momento hubiera decidido que su camino sería el del ascetismo, aquella hubiera sido una mala mañana para empezar. No es que le hubieran ofrecido algo, es que prácticamente le habían obligado. Quiero decir, la respuesta normal ante un "no, gracias" suele ser no hacer algo, no el ponerte una ración de tarta de queso delante. Aunque, mira, iba a hacerle los honores ya que le habían puesto aquello delante. Siempre habían sido un capricho de juventud...

Un tipo muy amable (aunque quizá su efusiva amabilidad, con abrazo incluído, incluyera posiblemente bebidas espirituosas en su origen) casi le arrastró hasta un lugar donde servían cerveza. La verdad fuera dicha, resultaba refrescante tras el bollito que acababa de ingerir y que había resultado tener la masa aún ardiendo, y la bebió con bastante rapidez y con decidida fruición. Pero, no bebió ni una más. Lo único que le faltaba, sucumbir a la embriaguez a aquellas horas de la mañana; ni a aquellas ni a ninguna, pero sobre todo a aquellas. Se marchó de allí con el paso tan firme como cuando entró, gracias sean dadas a la Diosa por concederle fortaleza de carácter, y se dirigió a la taberna, para comprobar si se había dejado allí la resma de pergamino. En efecto, así era, pero una vez más se le presentó la oportunidad de tomar algo, y esta vez aceptó el ofrecimiento por su propia voluntad. Después de todo, una hogaza de pan caliente con tomate era una comida normal, a la que él estaba acostumbrado en el monasterio. Lo que no esperaba era añadirle carne, que solo comían un par de días por semana, tres a lo sumo, y en las ocasiones especiales. La mezcla era deliciosa, para quñé negarlo... tendría que volverlo a probar. Tomó un par de tajadas más, pero la última no la acompañó de jamón; consideró que ya estaba bastante bueno sin él.

La campana de la iglesia comenzó a repicar. Se dirigió hasta allí a buen paso, no sin antes detenerse a contemplar un curioso espectáculo, durante el que se encontró, sin comerlo ni beberlo, con una taza caliente en la mano. No necesitaba más que el olor que le llegaba para saber lo que era: cacao caliente. Por un momento le evocó un recuerdo de niñez, pensando que únicamente faltaba la bata y las pantuflas para completar la estampa de una de esas noches lluviosas que tan tediosas le habían resultado de pequeño. Así, sorbiendo poco a poco el reconfortante líquido, se dirigió hasta allí.

-Buenos días, Sandpoint...

El discuros fue rápido para lo que él esperaba, en realidad. La alcaldesa, Kendra Deverin, parecía lo que realmente era, alguien que se sabía desenvolver bien en la política. En cuanto al sheriff, parecía un guerrero capacitado, simple y llanamente, y eso ya estaba bien teniendo en cuenta la labor que llevaba a cabo. En cuanto a Cyrdak Drokkus... bueeeeno... era un bardo. ¿Realmente hace falta mucho más para explicar qué clase de persona era?

-...cedo la palabra a nuestro buen feligrés, el padre Abstalar Zantus. Padre, que Desna os bendiga.

De acuerdo. Sí, no podía negarlo. Esperaba muchas cosas. Pero, aquello no se encontraba entre sus previsiones. Aplaudió tan fuerte que sus manos se resentirían de aquello más tarde. Era un discurso realmente inspirador, y no era el único que lo había pensado, a juzgar por como el resto de la gente parecía haber sido igualmente incapaz de reaccionar al pirncipio. El padre Zantus era un magnífico orador y un sobresaliente escritor, o bien lo era quienquiera que pudiera haber escrito aquel discurso.

-Muchas gracias a todos, amigos, qué comience la fiesta

¿Quería decir aquello que la fiesta aún no había empezado? Realmente, no estaba seguro de si sería capaz de resistir tanta agitación por un día. Sabía escribir, sabía hablar sobre las Obras y los Milagros, sabía esgrimir una espada y usarla con relativa soltura, pero no sabía, ni podía (y tampoco querría,quizás) enfrentarse a aquel embriagador torrente de vida que era una ciudad en fiestas. No compró nada finalmente, aunque volvió a ver a ¿Laetitia? junto con otra sacerdotisa, que podría tratarse de los rumores que había escuchado antes, y que le habían hecho fruncir enl ceño. No es muy decente por parte de una persona hacer correr rumores sobre un Hombre de Dios, máxime si, en este caso, era una Mujer de Dios. No las seguía necesariamente a ellas, pero coincidieron por el mismo camino. Junto a una serie de niños, y a una persona que no mucho después conocería con el nombre de Dorlam, contempló aquel precioso espectáculo.

-Esta es La Cola de la Golondrina y hoy Desna nos bendice con sus hijos. Cuidad bien de los Niños de Desna.

Una de las mariposas se dirigió hacia él, revoloteando graciosamente. Se apoyó en su hombro, hubiera podido jurar, y llegó a enredarse entre sus rizados cabellos. Sonrió afablemente y la desenganchó con cuidado, sin causarle ningún daño, con lo que ésta volvió a volar. La sacerdotisa de Desna lo había visto, y parecía contenta. Si aquello tenía un significado propio en el culto a Desna más allá de la propia figura de la mariposa, Rictor lo desconocía. A ella también le pasaría lo mismo, apenas segundos después. Las mariposas parecían sentir una atracción especial por el pelo rizado, ¿no es así?

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Algo más tarde, comía tranquilamente en la posada. Estaba ajeno a la conversación, sumido en sus propios pensamientos y en comerse el pescado que tenía delante sin atrapar de por medio una espina o en tragarse uno de esos granitos de especia picante que probablemente no le harían ningún bien, cuando escuchó la palabra "Magminar" y no pudo evitar mirar hacia donde se iniciaba la conversación. ¿Quién venía también de allí? Su sorpresa, aunque no lo manifestara, fue grande, porque, casualidad o no, conocía, al menos de vista, a cada uno de los integrantes de la conversación. Se acercó a la mesa y dijo:

-Disculpen, ¿puedo unirme a la conversación? -una vez recibió confirmación, se sentó y dijo- No he podido evitar oír que proviene usted de Magminar... igual que yo. Del templo de Iomedae concretamente. Me llamo Rictor, Rictor Alphonse*. Encantado de conocerles.

Una vez avanzada un tanto la conversación, cuando ya estuviera integrado en ella, y bebiendo varias veces (aunque en su vaso lo único que se contenía era agua) dijo, dirigiéndose a Laetitia:

-¿Puedo plantearle una pregunta? -con respuesta afirmativa, continúa- ¿Es usted la misma persona que actuó ayer en la posada? Lo he estado pensando, pero no estaba completamente seguro...
 

Notas de juego

*Su apellido, Lasanti, es una apellido de familia noble del extranjero (la familia Lasanti, obviamente). No se presentará así a menos que sea obligatorio, porque realmente no es un noble en funciones, sino un clérigo

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07/02/2011, 16:14
Laetitia Desnae

La bardo abrió los ojos al escuchar las palabras del joven mago - ¿Selki un viejo amigo de Ilsoari?... no se por qué lo que tenía oido sobre él me hacía creer que era más joven... aunque claro, es posible que me equivoque o la información no fuera muy completa, a fin de cuentas segun la edad del informador, una persona que le parezca joven puede parecerme a mi mayor - dijo encogiéndose de hombros. - ¿mis planes para despues del festival? - continuó haciendo alusión a la pregunta de Minvant, visto que el ayudante del sheriff no iba a continuar hablando - Supongo que levantar el vuelo, como hicieron las mariposas de esta mañana y dirigirme hacia donde mis pasos me lleven. Si pensais montar una expedición a Magnimar es posible que me apunte, su biblioteca es explendida, y aunque la he visitado varias veces, nunca me canso de...

-Disculpen, ¿puedo unirme a la conversación? - interrumpió un apuesto joven de modales exquisitos ataviado con una armadura de mallas y ropajes que le definían como siervo de Iomedae. Su sobriedad en el vestir y el sencillo símbolo sagrado de madera colgado al cuello, hizo enrojecer por un momento a la bardo que lucía sus nuevas ropas y una gran (casi extravagante) mariposa de plata pulida, simbolo de Desna. - Desde luego - respondió con una sonrisa, aunque tratando de evitar su mirada, quizás mostrando un poco más de incomodidad de lo que sería adecuado con esa respuesta. Afortunadamente el recien llegado tenía interés en Magnimar, y Minvant era el centro de atención por ser la que de allí provenía. Laetitia no pudo sino suspirar un tanto aliviada, y aprovechando que la sacerdotisa era el centro de todas las miradas (o casi todas, a juzgar por la furtiva mirada que el ayudante del sheriff había lanzado a Ameiko), miró al sacerdote de Iomedae mientras hablaba y tomaba de vez en cuando un sorbo de agua. Con el codo apoyado en la mesa sostenía su copa y pasaba distraida un dedo por el borde... hasta que éste se giró hacia ella -¿Puedo plantearle una pregunta?

Sorprendida de que los ojos que estaba mirando se hubieran vuelto hacia los suyos y por la pregunta, a punto estuvo de dejar caer la copa, pero consiguió dejarla en la mesa sin que se derramara nada (afortunadamente quedaba poco vino en su interior) - Desde luego, señor Alphonse - respondió.

- ¿Es usted la misma persona que actuó ayer en la posada? - preguntó el sacerdote - Lo he estado pensando, pero no estaba completamente seguro...

Por si el haberse puesto completamente roja no hubiera sido suficiente respuesta, Ameiko (que estaba retirando los platos vacios y no por estar ocupada dejaba de estar atenta a lo que ocurría en la mesa) rió y metió baza - Vaya, Lae, parece que tienes un admirador... - aprovechando que iba a recoger el plato de la bardo, aprovechó para inclinarse y susurrarle al oido -... un admirador bastante guapo, ¿no crees?. De no ser practicamente imposible, un observador atento casi podría advertir que la joven se había puesto aun más roja (afortunadamente la crespina otorgaba una cobertura parcial)

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07/02/2011, 16:15
Ivolt

Dasha había desaparecido y aunque aquella actitud no era tan extaña en la joven loba, aumentó en el Shoantí aquella sensación de preocupación.
Tasha parecía entretenida con algo y olfateaba en rededor de una tumba. En otras circunstancias el joven monje habría restado importancia a aquella actitud de su loba, suponiendo que era atraía por el olor que despedía el cuerpo bajo la tierra o quizás por la marca territorial de algún otro animal. Sin embargo, a causa de las advertencias de su Chamán, la desaparición de su loba y aquella sensación de peligro que lo recorría integró, Ivtolt decidió acercase donde Tasha y comprobar el mismo que interesaba tanto a su loba.
Al llegar comprobó que la tumba era de Nualia Tobyn, la hija de aquel párroco, la mujer enamorada del hombre que, para Ivtolt, algo tenía que ver con el incendio de la iglesia y la muerte del pastor, la hija y el niño que llevaba dentro.
Aquello preocupó más al monje porque, pese a que Tasha perdió el interés rápidamente, Ivtolt comprendió la señal que su tótem le había enviado. Algo pasaría pronto y aquella tumba jugaría un papel importante.
El Shoantí retrocedió junto a sus lobos y, pese a que ardía en deseos de ir en busca de su compañera, comprendió que no podría hacerlo, al menos no por ahora.
Paciente, se sentó en el suelo y decidió meditar y busca de la guía que, mediante sueños y visiones, le transmitían tanto su Chamán como su tótem.

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07/02/2011, 16:16
Director

La comida continuó tras el comentario de Ameiko a Laetitia, casi todos volvieron a quedarse en silencio. Kaddok era poco dado a la conversación por lo que agradeció que se desentendieran de él, la bardo se sonrojó hasta las orejas, Rictor asimiló la respuesta sobre la verdadera identidad de la chica de la posada (la misma chica que estaba sentada en la mesa) y tuvo que ser Minvant quién rompiera el incómo silencio.

- Cuando he dicho viejo, no quería decir que fuese mayor... Más bien, que se conocen desde hace tiempo. Mi maestro sigue siendo joven... Seguro que si le escribo una carta diciéndole que voy a ir acompañada a Magnimar nos preparará una recepción especial, incluso creo que puedo conseguir que nos abra alguna sección especial de la Biblioteca reservada solo para unos pocos - luego bebió un trago de su vaso de agua y siguió comiendo, observando de vez en cuando a Kaddok, mientras este observaba de manera fugaz a Ameiko, que seguía sirviendo mesas con rapidez profesional. Una mariposa llegó y se posó sobre el hombro del ayudante durante un instante, Minvant alargó la mano para atraparla y fue a decir algo, pero Kaddok no se había percatado de la mariposa y esta voló alto alrededor de Ameiko antes de seguir su vuelo. - Oh - dijo de repente la sacerdotisa. - Acabo de recordar que el padre Zantus me necesitaba la Oración. Disculpadme, llego tarde - se levantó y se marchó sin dar tiempo a nadie, su voz había sonado algo forzada y Laetitia se preguntó si realmente era verdad que el padre Zantus la requería y en tal caso, porque no se lo había pedido a ella también si desde la mañana habían ido juntas a todas partes.

En ese momento los niños de Dorlam pasaron en tropel persiguiendo una mariposa, derramando el vino de un tonel encima de uno de los comensales y a punto de bañar también a Minvant, de no ser por que Ilsoari estaba allí, con un movimiento de la mano impidió que el líquido llegase a tocar a la sacerdotisa, no así al otro pobre hombre, pero el mago lo arregló secando sus ropajes con otro pequeño conjuro y corriendo detrás de los niños para controlar sus altercados. La mariposa que los niños habían perseguido se posó sobre la cabeza de Dorlam y se puso nervioso, imaginando como los niños se tirarían sobre él y desaparecería debajo de todos ellos, mientras la mariposa se marchaba ilesa. Por suerte el insecto alzó el vuelo enseguida.

- Por cierto, ¿sabías que Lonjiku se ha puesto enfermo? - escuchó la bardo en un susurro en una mesa cercana. Al mirar vio como dos nobles echaron furtuvas miradas a Ameiko, como si esperasen ver su reacción. Laetitia había oído algo por la mañana, el padre de Ameiko, el noble Kaijitsu no había asistido a la fiesta, pero el resto de las familias fundadoras sí que estaban allí.

- Sí, dijo que no asistiría al festival por encontrarse convalenciente... habrase visto, perderse el festival, tsk... - Ameiko hizo caso omiso de los comentarios cuando pasó al lado de la mesa, Laetitia se disculpó con los comensales alegando que tenía que ir con Minvant y aprovechó que se iba para pasar cerca de Ameiko y apartándose un poco de oídos indiscretos intercambiaron unas cuantas palabras. Finalmente, Ameiko se despidió de su amiga y volvió a su trabajo; Kaddok, que seguía mirándola sin que se le notase, se dio cuenta de que los ojos de la chica estaban empañados.

Ivtolt se sentó a meditar frente a la tumba de Nualia Tobyn, recordando las desagradables palabras del cuidador del cementerio y los desagradables sucesos de la muchacha maldita. Algo lo escamaba, se sentía intranquilo, pensando en las palabras de su chamán y en lo que había oído referente a la fallecida. ¿Sería ese el origen del peligro? A medida que pasaba el tiempo y se concentraba, se daba cuenta de que la tumba no era peligrosa, Tasha perdió el interés en olisquear la tumba y fue a dar otra vuelta por el cementerio. Estaba preocupado por Dasha y aunque necesitaba saber que estaba bien, no podía dejar de lado su misión principal. Pasada la hora de comer, cuatro horas desde que empezara a meditar, empezó a sentir el peligro. Algo malo iba a pasar y ahora sí que era evidente. Sin embargo, la maldad no provenía de la tumba de Nualia. Se levantó, tratando de encontrar el origen, sus lobos enseguida se le unieron y Ivtolt pudo notar el nerviosismo de sus mascotas. El peligro no provenía del cementerio. Provenía de la ciudad. Misha gruñó hacia la catedral, Ivtolt la calmó y después de atar a sus lobos, salió a buscar al sheriff o a su ayudante para exponerle sus preocupaciones.

Shawn concluyó pronto los negocios con los Scarzni, quedándo en que volverían a verse al día siguiente para ultimar cualquier cabo suelto que quedase. El seguidor de Callistria acalló las protestas de su estómago picando de varios sitios, robando un par de piezas de fruta y algo de bollería y pagando el resto de la comida, aunque lo justo, había tenido muy mala suerte con el hurto y no podía arriesgarse a volver a robar, al menos no tan pronto y de todos modos, tenía que llevar cuidado con el ayudante del sheriff, que parecía estar en todas partes. Vio pasar delante de él, como una exhalación, a la joven sacerdotisa de cabello rojo que comía con el ayudante y a la que el Scarzni había intentado robar. Parecía disgustada, caminaba con paso firme hacia la plaza de la Catedral, así que comenzó a seguirla, primero dejando que Callistira lo iluminase acerca de la belleza de sus formas y luego pensando de qué manera le quitaría la bolsa, cosa que luego empezó a pensarse seriamente ya que era una servidora de Desna y no una cualquiera. Para cuando la chica llegó a la plaza, alguien la llamó por su nombre y ella se giró, Shawn cambió de rumbo y siguió caminando como si nada, viendo de reojo como una chica alta se reunía con ella y juntas, llegaban al lugar dónde el padre Zantus daba las últimas instrucciones a sus acólitos.

Rictor y Dorlam se quedaron solos en la mesa cuando Kaddok se marchó. El joven mago se interesó por la vida en Magnimar, desde joven había deseado ir a la ciudad y visitar su Biblioteca, Rictor se encargó de contarle cosas acerca de esta y pronto la conversación entre los dos fue alargándose tanto que sus salmones quedaron fríos en los platos. Rictor recordó que en pocos minutos comenzaría la Oración del Primer Sueño, momento en que la catedral quedase inaugurada, y no quería perderselo. Como si Iomedae lo hubese querido, Ilsoari, maestro de Dorlam, le pidió a su discipulo que acompañara a los adultos de la Academia a la plaza, ya que él se encargaría ahora de los niños. Así pues, Rictor se despidió del mago y marchó a la plaza, mientras que Dorlam reunía al grupo de adolescentes y los guiaba (y vigilaba) hacia la Catedral.

Ya atardecía, la Catedral lucía una vista impresionante con la puesta de sol. Kaddok regresó a su puesto tras la comida. Uno de los hombres de Hemlock le informó de que el sheriff lo quería en los tejados, como siempre, y que vigilara cualquier cosa que le pareciese extraña. Caminaba hacia la Iglesia, pensando en los ojos húmedos de Ameiko, cuando vio aparecer por una calle al shoanti de los lobos, tres de los lobos. El ayudante del sheriff frunció el ceño, el shoanti llevaba cuatro animales, no tres. ¿Dónde estaba el cuarto entonces? Tenia que detenerlo, si se metía en la plaza con los lobos cundiría el pánico, por lo que Kaddok se adelantó hasta él y le cortó el paso. Pero al parecer, el shoanti estaba buscando al ayudante, por que antes de dejarse detener o dar la vuelta, habló.

- La ciudad está en peligro. Lo he sentido, el peligro está por todas partes - dijo con tanta convicción que Kaddok lo creyó. En ese momento el ayudando escuchó una detonación en el palco y sus alarmas de dispararon, pero cuando miró al escenario, solo vio al sacerdote llamar la atención de los presentes con una piedra mágica en sus manos y se tranquilizó. Un poco. Al mirar hacia un carro pegado a la casa de enfrente, vio algo extraño. Ivtolt sintió que Kaddok lo había ignorado, pero al ver como el ayudante miraba fijamente el carro, lo miró él también, intentando descubrir lo extraño.

Laetitia estaba al lado de Minvant, tratando de averiguar su repentina escapada de la mesa, cuando escuchó el sonido y se sobresaltó, igual que la sacerdotisa. Vio cerca al ayudante del sheriff y se preguntó si había sido esa la razón de que Minvant se levantara y saliera corriendo y se dio cuenta de que estaba mirando detenidamente un carro. Minvant siguió su mirada, vio al ayudante y tardó unos pocos segundos en mirar hacia el carro.

Dorlam estaba llegando hacia la plaza, había escuchando la llamada del sacerdote, al fin y al cabo la piedra mágica se la había proporcionado Ilsoari y sabía que ya llegaba tarde. Frente a él vio al ayudante del sheriff y a un shoanti con tres lobos sujetos con correas. Tres lobos que comenzaron a gruñir malhumorados y a tirar de las cuerdas de su amo. Los ojos del mago se abrieron de par en par cuando de debajo del carro que miraban, una macha roja comenzaba a extenderse...

Un perro dormitaba debajo del carro. O lo habría hecho de no tener la garganta cortada de la que brotaba sangre. Kaddok habría dejado pasar el suceso, avisando de que retirasen tan desagradable visión de la calle para no asustar a los niños, de no ser por la extraña figura que, agachada, estaba lamiendo la sangre del suelo. La pequeña criatura alzó la vista hacia el ayudante del sheriff y sonrió, con los dientes llenos de sangre. Minvant se sobrecogió y por instinto se acercó a Laetitia, la bardo trató de adivinar qué era lo que había debajo del carro, los lobos de Ivtolt comenzaron a ladrar hacia el carro y Dorlam hizo retroceder a los estudiantes.

Rictor fue el único que había centrado su atención en el sacerdote Zantus cuando este alzó los brazos para comenzar con la oración. A los gruñidos de los lobos se les sumó un grito, seguido de otro grito, y otro más, y sin embargo los gritos no venían de la plaza, sino de calles adyacentes. Zantus calló, confuso, sus acólitos se miraron unos a otros, la guardia se puso tensa. Y una cancioncilla siniestra, de ritmo pegadizo, comenzó a escucharse por todas partes...

De repente el carro que todos estaba mirando se despató dejando salir a un puñado de goblins armados que comenzaron a correr entre la gente por la plaza. En pocos segundos en pánico creció, la gente empezó a gritar y a correr, los goblins a perseguirlos, chillando, amenazando, riendo y saltando de alegría. Por las calles laterales la canción empezó a volverse más audible, tanto que la letra se comprendió a la perfección:
 

Goblins mastican y goblins muerden,
Goblins cortan y goblins luchan.
Apuñalan al perro y cortan al caballo,
¡Goblins comer y tomar por la fuerza!
Goblins corren y goblins saltan.
Goblins rajan y goblins sacuden.
Queman la piel y aplastan la cabeza,
¡Goblins aquí y tu estar muerto!
Cazar al bebe, agarrar al cachorro,
Golpear la cabeza para callarlo,
huesos romper, carne cocer,
¡¡Nosotros goblins!! ¡¡¡Tu comida!!!

Imagen

 

Los goblins comenzaron a tomar la plaza, las antorchas de sus manos volaron por todas partes hacia las casas y algunos tejados comenzaron a prender. El goblin que lamía la sangre del suelo agarró su espada, una espada que tenía la misma longitud que él y era el doble de ancha y con la sonrisa triunfante llena de sangre se ecaró a los que lo estaban mirando. Shawn había observado todo eso, incluso vio como uno de los goblins subía a una mesa y se llenaba los bolsillos de comida, para luego bajar y correr hacia la sacerdotisa de Desna que estaba junto a la chica alta. Rictor retrocedió hasta dónde estaban las chicas y dos goblins más se acercaron, cerrándoles el paso. Ivtolt fue incapaz de sujetar a sus lobos, estos escaparon de sus correas y se lanzaron contra un goblin que llevaba una antorcha en la mano, otro goblin se acercó a él, haciéndolo retroceder. El sexto se subió al carro y comenzó a berrear, armado con otro espadón de gran envergadura.

Notas de juego

¡Sorpresa! :w00t: Los malvados cultistas han llegado a Sandpoint :laugh:
Bueno, entramos en turno de Combate. Daré una semana de tiempo para postear y que todos estemos atentos a que tenemos pelea. Después del siguiente turno, entre un post y otro daré un margen de 2 días. Creo que eso lo he explicado en el apartado de Reglas de la Casa... Pero por si acaso.
Necesito (y quiero :laugh: )
:arrow: Tiradas de Iniciativa
:arrow: Posible acción de combate
:arrow: Shawn y Rictor son los últimos en actuar, la tirada de Avistar era para evitar el factor sorpresa y ganarse un par de golpes y son los únicos que no lo ha superado (CD 12)

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07/02/2011, 16:20
Laetitia Desnae

Como una señal, otra mariposa hizo acto de presencia y se posó primero sore el shoantí y más tarde voló alrededor de Ameiko... una señal que no pareció gustarle a MInvant (o tal vez fuera la mala interpretación de su gesto que pudiera hacer el ayudante del sheriff la que le había provocado la incomodidad), a juzgar por la forma en que se marchó. Un tropel de niños, alborotando y dando gritos, se puso a perseguir la mariposa. Una sonrisa comenzó a crecer en el rostro de la bardo, que les miraba con ternura, pero también con algo de nostalgia y añoranza. La mariposa se posó en el pelo canoso de Dorlam - Demasiadas casualidades... - comenzó a pensar - ... ¿qué tratas de decirnos?

Un comentario en la mesa de atrás la sacó de sus ensoñaciones. Por lo visto lo que había escuchado se confirmaba, uno de los fundadores de Sandpoint no había ido a la celebración. Miró a Ameiko con disimulo, pero o bien no habia escuchado el comentario o lo había ignorado. La sacerdotisa de Desna giró la esquina y desapareció, así que Laetitia se disculpó y fue tras ella... deteniéndose un momento para hacerle una pregunta a Ameiko, de la que se arrepintió nada más hacerla. Como no quería hablar de ello, se marchó tras Minvant, aunque enseguida usó el camino alternativo a la calle del festival (calle de la red, la vereda de la espina dorsal y salir a la calle alta por la calle del cangrejo) con el fin de evitar las calles más concurridas. Gracias a ello consiguió alcanzarla justo cuando llegaba a la plaza. - ¡¡Minvant!! - la llamó levantando la mano para que la viera.

Una vez que la sacerdotisa se detuvo, pudo darle alcance más fácilmente. - ¿Qué te ocurre? - le preguntó mirándola desde arriba dada su altura, haciendo que la sacerdotisa mirara hacia el suelo. - Y no me digas que nada - continuó pasando la mano suavemente por la mejilla de la sacerdotisa para acabar en la barbilla y hacer que la levantara para que la mirada en vez de mirar al suelo. - ¡¡BOOOOOOM!!

El estruendo hizo que la bardo diera un respingo y agarrara a la sacerdotisa por los hombros en un movimiento reflejo, acercándose a ella de forma instintiva. Una vez pasado el susto inicial, vio que el origen de la detonación era el padre Zantus y se tranquilizó, aunque su corazón seguía empeñado en seguir latiendo con fuerza al doble de la velocidad normal. - No ha sido nada, solo una señal para acallar a la multitud y poder comenzar el oficio... - dijo mirando a la sacerdotisa y comprobando que estaba también más tranquila - ... no pasa na...da... - Al girarse vio al ayudante del sheriff hablando con el shoantí del cementerio, el de los lobos. - Me pregunto si... ¿eh? ¿Qué está mirando tan fijamente? - La bardo siguió la mirada del shoantí hasta un carro que había ahi al lado. Tan detenidamente estaba mirando que no se fijó que Minvant, extrañada por su silencio la miraba y seguía su mirada hacia allí. Parecía todo normal, un carro tapado con un charco debajo que... ¡¡iba agrandándose!! No era un charco, era la sangre de un perro que había sido degollado, y una extraña figura se puso a lamer la sangre del suelo, para acabar alzándose con una sonrisa macabra y encararse al ayudante del sheriff.

Minvant se asustó y se acercó a la bardo, que la abrazó pasando el brazo por sus hombros atrayendola hacia sí de forma que apoyara el rostro en su hombro y no viera la sangre, mientras ella miraba incrédula la escena incapaz de articular palabra. La sangre, aquella figura achaparrada, las que salieron del carro, los gritos que se empezaban a escuchar... y para que decir otra cosa, aquel olor que tanto le recordaba a Nualia hicieron que Laetitia mirara la escena como quien ve una representación del teatro, mientras la gente corría de un lado a otro perseguidos por los goblins que parecían haber comenzado su propia fiesta lanzando antorchas a los tejados y sembrando el caos y el terror allí por donde pasaban. Las dos jovenes se quedaron quietas mientras todo se descontrolaba a su alrededor... ¡¡Aquello no tenía ningún sentido!! Cerró los ojos con fuerza... era como un sueño... un mal sueño... ¿qué podía significar? Una fiesta que se había convertido en una algarada de montones de goblins salidos de la nada... y allí, en el centro del huracán, firmemente de pie mientras todo el mundo perdía la cabeza y corría de un lado a otro, ella estaba protegiendo a Nualia que se estremecía entre sus brazos... pero no, no era un sueño, los gritos y la macabra cancioncilla de los goblins sonaban claramente. Abrió los ojos, y pronto deseó no haberlo hecho ya que el caos era aun más grande que cuando los había cerrado. Un goblin había subido a una mesa y tras llenarse los bolsillos con comida se acercócorriendo hacia ellas. Rictor se había acercado hasta ellas para ayudarlas pero dos goblins más decidieron que las dos jóvenes que permanecían inmóviles eran un blanco fácil. Grave error

- Shhhh.... tranquila... - comenzó a decirle a la sacerdotisa pasando una mano por su pelo sin dejar de mirar a los goblins que se acercaban - no pasa nada... no dejaré que te pase nada. No esta vez, yo estoy aquí... - continuó diciéndole mientras se separaba un poco de ella y comenzaba a mover las manos en intrincados gestos - Rictor, encárgate del que viene de allí - le dijo al clérigo señalando con un movimiento de la cabeza al que venía de las mesas, con un tono de voz que distaba mucho de ser el tranquilizador que había usado con Minvant. Su voz se había vuelto más fría... de una forma un poco inquietante si se tenía en cuenta quien hablaba - protege a Nualia, yo me encargo de esos dos...

La bardo comenzó a recitar la fórmula arcana que, en conjunción con los movimientos de sus manos hizo aparecer cuatro esferas brillantes, dos en la palma de cada mano, que habían terminado los gestos mirando hacia arriba. Las esferas giraron haciendo círculos en las palmas a gran velocidad y con un golpe de muñeca las lanzó disparadas hacia los dos goblins que se acercaban hacia ellas, directas hacia sus caras...

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07/02/2011, 16:21
Kaddok

El joven ayudante del sheriff cargó contra la criatura que había lamido la sangre del perro, la bestia que osaba hacer burla de la fiesta que los reunía, aquella que parecía preceder a tantos de los suyos que ya comenzabana a perseguir a los presentes. Su horrible cancion, sus bailes, todo le recordaba a sus hermanos de clan, a sus burla y a su violencia sin sentido, y contra ellos fueron sus primeros golpes. Desna era la de la fiesta, y Desna decidía la suerte, y su pasado se le echó encima cuando sus golpes pasaron a millas del goblin, que se quedó mirandolo con un gesto de burla, el mismo que ponía su primo antes de golpearlo con saña por intentar vencerlo. Y de su primo esperó el golpe que sabía que vendría.

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07/02/2011, 16:21
Dorlam Selt

- "¡Atrás!" - fue la única palabra que Dorlam dirigió hacía los adolescentes que actualmente custodiaba. La repentina plaga de goblins y sus manifiestas hostiles intenciones era algo totalmente inusitado en Sandpoint, sobretodo en el día de hoy. Había que actúar rápido y detener a los instigadores. El mago miró a su alrededor y vió como la gente corría y gritaba alarmada, el caos se iba apoderando poco a poco de la ciudad y eso era inadmisible.

Mientras que con su brazo izquierdo el mago presentaba una 'barrera' para que los chicos no fueran en dirección a los goblins, Dorlam levantó e inclinó su bastón hacía los goblins mientras entonaba una extraña letanía de palabras incomprensibles. En apenas un instante, la estella de acero del bastón tomó un color propio de la incandescencia y unas brillantes partículas de colores diversos se fueron arremolinando en torno a la estrella.

El mago calculó de forma precisa el momento adecuado y cuando encontró la ventana de tiempo óptima liberó la potencia de la energía que se había acumulado en su bastón. Miles de partículas de diversos colores surgieron del arma del mago y adoptando una forma cónica cubrieron a los dos goblins que más cerca tenía.

Notas de juego

Nota: Conjuro Rociada de Color; si hubiera necesitado para evitar un ataque de oportunidad una tirada de Concentración me lo dices. Ahora a ver que tal pasan la CD16 de mi Rociada de Color... jeje.

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07/02/2011, 16:24
Director

Ivtolt fue el primero de todos en reaccionar, se lanzó hacia el carro, con la intención de buscar algo en su interior. El goblin que había sobre el carro se abalanzó sobre él, pero su arma pasó lejos del cuerpo del monje. Cuando Ivtolt se aseguró de que no había nada en su interior, se sucedieron dos rápidos ataques, dos golpes que el goblin esquivó sin problemas, pero que no ayudó a su puntería, encadenando un segundo fallo que le costó la vida. De un golpe Ivtolt lo encajó contra la pared de la casa.

Laetitia separó a Minvant de la refriega, invocando cuatro esferas en sus manos que se dirigieron veloces hacia los dos goblins que les hacían frente. En cuando las criaturas vieron las luces volar hacia ellos, levantaron sus armas y comenzaron una frenética lucha contra las esferas. La bardo escuchó en mitad de la refriega una oración a Desna, una oración de la sacerdotisa para otorgar la bendición de la diosa a los que defendían Sandpoint de los repentinos enemigos. Rictor desevainó su acero y atacó, pero aún estaba sobrecogido por la inesperada visita, y, añadido a los confusos e imprevisibles movimientos del goblin que atacaba a una de las esferas, erró en su golpe. Antes de que las cosas empeorasen, Laetitia agarró a Minvant del brazo y la arrastró hasta el portal de la casa. Desde allí pudieron ver cómo Dorlam, el mago, invocaba una serie de luces de colores que dejaron aturdidos a los goblins que tenían delante. Uno de ellos se quedó mirando los colores demasiado tiempo y cayó maread a los pies del lanzador de conjuros, el otro se sacudió la cabeza y comenzó una serie de golpes fallidos encadenados con otros golpes igual de fallidos contra el hombre de pelo rojo que Minvant reconoció como el que el ayudante del sheriff había detenido por intentar robar en la posada.

Era el ayudante del sheriff el que peor había comenzado la pelea, demasiado sorprendido todavía, aturdido por los gritos, las risas y las burlas de los goblins, que se enardecían cada vez más cuanto mayor era el pánico en la plaza. Atacó al goblin, falló sus dos golpes y este aprovechó para abrirle un corte en el brazo. Furioso, Kaddok golpeó la cabeza de la criatura con el puño derecho cerrado, escuchando el crujido de los huesos al romperse, pero no se detuvo y el segundo golpe de izquierda dejó al goblin con la cabeza destrozada tirado en el suelo frente a Minvant y Laetitia, la sacerdotisa tuvo que reprimir las arcadas y como medio de distracción, buscó junto a la bardo algo con lo que inmovilizar al goblin inconsciente.

Las palabras arcanas volvieron a escucharse, la espada del goblin caído se alzó y atacó con furia al goblin que hacía frente a Shawn, este, a pesar de la distracción, no consiguió dañar al goblin, que se movía de manera confusa intentando deshacerse de la espada mágica que lo atacaba. Al otro lado, las luces seguían dándo vueltas alrededor de los goblins, Rictor no encontró la forma de golpear algo que no fuese el aire y como si Desna hubiese repartido suerte, los goblins corrieron hacia el mismo punto y se golpearon mutuamente. El clérigo aprovechó que estaba en el suelo lo suficientemente quieto como para poder atravesarlo con su espada, Kaddok alcanzó al otro y lo golpeó, a penas caricias en comparación con lo de antes, este giró sobre si mismo para atacar al monje, su fallo lo dejón en la posición perfecta para que el ayudante del sheriff lo matara de una patada en el torso. Mientras tanto, la sacerdotisa corrió detrás de Laetitia hasta alcanzar a su objetivo y con rápidos y precisos nudos, envolvieron al goblin en la lona del carro y luego lo ataron con una cuerda.

El último de los goblins sobrevivió a la estocada de Shawn, no así a los golpes del Ivtolt, Uno de los puñetazos del monje le rompió el cuello y con el último crujido, la pelea cesó. Sin embargo, alrededor los gritos continuaban, los goblins corrían de aquí para allá empapándose de terror, excitándose con el griterio de la gente. Las carpas, los puestos mercantes, las banderas, los adornos, todo estaba ardiendo, las ventanas de la catedral se rompían a pedradas, las casas quemadas, la canción, las burlas y los gritos de los goblins se hacían cada vez más estridentes. Zantus estaba bajo el tablado de madera imponiendo su magia curativa a uno de los soldados, varios cuerpos goblins yacian alrededor del escenario, el humo y el fuego se divisaba por encima de algunas casas. Mirasen dónde mirasen todo era caos.

Notas de juego

Tenéis opción de describir vuestro punto de vista del combate (lo que se traduce en Px extra ;) ) Ahora hay una semana de "relax" para decidir qué hacer o si os metéis en una nueva refriega o que intentáis. Apenas pasaran 5 minutos antes de que vuelvan los problemas...

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07/02/2011, 16:25
Kaddok

La fiesta era un éxito, y de no ser por la situación incómoda en la que se encontraba Kaddok la hubiera disfrutado. Afortunadamente para él la conversación fue recayendo en los otros y él pudo dedicarse a la comida y a observar a Ameiko. Casi sonrió cuando la dueña del Dragón Oxidado se acercó a hacer el comentario a Laetitia, demostrando un tacto similar al que él tenía. Finalmente fue la sacerdotisa la que rompió el silencio, pero él se perdió en la figura de Ameiko cuando la chica decía algo de una biblioteca. Luego la chica se levantó y dijo que debía ir a ver a Zantus, la saudó y vió con desesperación cómo los niños volcaban un barril que estuvo a punto de bañarla de vino. Afortunadamente Ilsoari estaba atento y no hubo que lamentar daños mayores que la pérdida del vino.

Lo niños siguieron con el rastro de destrucción en su carrera tras la mariposa, y la alarma se encendió en sus ojos cuando la misma se posó por un instante sobre el discipulo de Ilsoari. Afortunadamente la pequeña estia alada tomo vuelo y los niños fueron detrás de ella, y él pudo volver la vista hacia la posadera. La bardo se disculpó y fué tras Minvant, saludó a Ameiko y él pudo ver unos momentos más tarde cómo sus ojos se empañaban. Estuvo tentado de ir a decirle algo, de preguntarle que pasaba, pero su timidez fué mas grande y se quedó mirando el plato, sin querer invadir la privacidad de la mujer ni siquiera
con su mirada.

Al rato decidió irse, y se disculpó con un gruñido, o al menos así sonó en su mente lo que salió de su garganta. Salía del círculo de mesas para volver a su puesto cuando Peter, otro de los ayudantes, le dijo que Hemlock lo quería en los tejados. Iba hacia la plaza cuando vió al shoanti con los lobos en las calles, meneó la cabeza y aceleró el paso para detenerlo antes de que entrase a la plaza, pero no fué necesario, lo buscaba para darle un mensaje. El tono, la manera de decir las cosas, lo franco de su declaración y el que perteneciese a una de las tribus hizo que le creyera.

La detonación en el palco lo alteró, pero resultó ser el sacerdote con su bendita piedra de llamado. Volvió a centrarse en la búsqueda y finalmente, bajo un carro, vió un charco de sangre y un perro muerto. Y peor aún, uno de los goblins del basural estaba lamiendola, la pregunta que se formó en su cabeza, ¿que demonios hacía un goblin en la ciudad y en pleno día? tuvo inmediata respuesta con la llegada de la cancioncita y los gritos de la gente.

El joven ayudante del sheriff cargó contra la criatura que había lamido la sangre del perro, la bestia que osaba hacer burla de la fiesta que los reunía, aquella que parecía preceder a tantos de los suyos que ya comenzabana a perseguir a los presentes. Su horrible cancion, sus bailes, todo le recordaba a sus hermanos de clan, a sus burla y a su violencia sin sentido, y contra ellos fueron sus primeros golpes. Desna era la de la fiesta, y Desna decidía la suerte, y su pasado se le echó encima cuando sus golpes pasaron a millas del goblin, que se quedó mirandolo con un gesto de burla, el mismo que ponía su primo antes de golpearlo con saña por intentar vencerlo. Y de su primo esperó el golpe que sabía que vendría.

El golpe llegó y con él el dolor, un corte en el brazo, sangre, y la furia ciega del leopardo de fuego estallando en sus venas. Dejó volar un gancho hacia el goblin, sintió el crujido de los huesos bajo sus nudillos y continuó el movimiento ascendente, haciendo que la criatura se separase del suelo. Sigió el movimiento, pivotando sobre el pie derecho y enganchando al goblin en el aire con su puño izquierdo al final del giro. El golpe hizo crujir mas huesos y no necesito mirar para saber que lo que aterrizaría varios metros detrás sería un cadáver.

Completó el giro encarado a dos goblins que tropezaban, vio al clerigo que estaba en la mesa enfocar sus ataques en uno de ellos, y decidió que jugaría con el que lo acompañaba. En dos zancadas estuvo al lado del goblin caido, le sacudió dos sopapos con la mano abierta, y finalmente, cuando desde el suelo el bicho verde intentó atacarlo, aplastó su pecho con un pisotón.

Miró a su alrededor, buscando otros goblins, pero no había ninguno cerca. Sin embargo el caos continuaba en la ciudad, los malditos invasores seguían destruyendo la paz , y él no iba a permitirlo. - Aseguren la plaza, yo iré a cazar pequeños bastardos. - Dijo antes de salir corriendo hacia el foco de caos más cercano.

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07/02/2011, 16:26
Ivolt

Por desgracia sus sensaciones se habían confirmado. No de la manera que esperaba pero no por eso menos peligrosa. Se encontraba caminando por las calles de Sandpoint en busca de alguna señal de peligro cuando su vista se cruzó con el ex shoanti que ahora trabajaba para los hombres de la ciudad. La comunicación entre esos dos hombres fue algo que pudo haber causado gracia a más de una persona, era como si dos piedras intentaran intercambiar una idea, sus palabras carecían totalmente de dulzura o armonía y aunque toscos y desabridos los dos monjes lograron entenderse.
Atento dirigió hacia algo que le pareció preocupante, un perro se hallaba muerto debajo de un carro aparcado en las cercanías. Temió primero que fuese uno de sus amigos, se apiadó luego al confirmar que no era.
Cuando Ivtolt comenzó a acercarse para investigar un poco que sucedía, del interior del carro salieron unas pequeñas pero mortales criaturas. Sorprendidos, muchos de los ciudadanos emprendieron a huida, otros cayeron bajo el filo de las armas atacantes y un tercer grupo les plantó cara y los enfrentó. Viendo que nadie se preocupaba por lo que todavía podía esconderse en el interior del vehículo y temiendo que aquellas criaturas no fuesen más que una distracción, Ivtolt, corrió hacia carromato para asegurarse que no habría más sorpresas. Uno de los goblins intentó un ataque pero la pericia del monje le permitió esquivarlo, una vez comprobó que nada había en el vehículo se abalanzó sobre su enemigo con dos rápidos movimientos de puño impactando una vez en el lateral del arma y fallando por poco otro de los golpes. Conciente del peligro que lo amenazaba el ser verduzco lanzó un golpe con su espada, Ivtolt arqueó su espalda y con un rápido movimiento de cintura esquivó la mortal hoja. La respuesta del monje no se hizo esperar un golpe de puño golpeó arrastrando con el la guardia de su adversario mientras que el cuerpo del monje se adelantaba haciendo que su codo descendiera sobre la cabeza de su adversario. El golpe fue certero y devastador, aquel goblin ya no aterrorizaría a nadie más.
La idea de capturar una de aquellas criaturas vivas para luego interrogarla atravesó su mente pues sentía que no eran ellas las responsables del ataque, sino que habían sido dirigidas por una mano, hasta el momento, invisible. Se alegró al ver que otros dos jóvenes habían pensado igual y ya se las arreglaban para maniatar a uno de sus enemigos.
Inmediatamente y disfrutando de la posibilidad de matar se abalanzó sobre el último de aquellos seres que aún conservaba la vida en sus cercanías. La criatura se encontraba enfrentada con otro defensor que había conseguido herirlo mientras el monje se acercaba. Con intención de distraer Ivtolt lanzó dos golpes que si bien no golpearon con fuerza ni eficacia lograron que la criatura también fallara su ataque. Acto siguiente y aprovechando la diferencia de altura, la pierna del monje se elevó para propinar una patada descendente que acabaría con la vida de la innoble criatura.
Ese había sido el último, sin embargo más enemigos corrían por las calles de la ciudad, viendo que no había nadie herido de gravedad en las cercanías decidió abalanzarse nuevamente al combate y se lanzó en la persecución de los goblins que todavía correteaban por las calles de la ciudad