Partida Rol por web

Ofrendas Ardientes

Preludio - Fiesta y fuego

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07/02/2011, 16:28
Laetitia Desnae

Los goblins lucharon freneticamente contra las esferas de luz, que bien podrían haber confundido con fuegos fatuos si estaban acostumbrados a vivir en los pantanos, y la rabia que sentía se calmó al sentirse momentáneamente fuera de peligro. Más calmada, miró la escena: los shoanties luchaban contra los goblins que tenían cerca, lo mismo que el joven de pelo rojizo y Rictor, que había sacado la espada dispuesto a emular a su diosa mientras el aprendiz de mago lanzaba un cono de partículas de colores sobre dos goblins, dejando a uno inconsciente. Nualia, mientras tanto estaba pidiendo la bendición de Desna para que recayera sobre los defensores de Sandpoint, o eso le pareció por lo que escuchaba tras ella, que se confirmó cuando sintió renovadas sus fuerzas... pero ¿qué podían hacer? estaban solas, enmedio de aquel caos de metal, sangre y fuego, de risas maniacas y gritos de pánico y dolor... ¿un portal? - ¡Allí!- dijo señalando con una mano un lugar seguro mientras con la otra cogía la muñeca de la sacerdotisa y tiraba de ella hacia allá para refugiarse.

Un goblin cayó muerto justo delante de ellas, y el miedo unido al asco, hizo que abrazara a la sacerdotisa con actitud protectora mientras miraba a un lado y a otro en busca de algo que hacer, pues en aquel maremagnum, no había un lugar seguro y quedarse inmovil era peor que estar haciendo algo... y entonces vio al goblin inconsciente - ¡¡Vamos, hay que buscar algo con lo que atarlo antes de que despierte!! - le dijo a la sacerdotisa mientras se levantaba de un salto y se ponía delante de ella y ambas se dirigían al carro, a coger la lona y las cuerdas que la sujetaban y con ellas apresar al goblin caido. Tras unos momentos frenéticos haciendo nudos, la acción pareció calmarse en la plaza, aunque seguía por las calles laterales a juzgar por las columnas de humo, el olor a madera quemada y el sonido de los gritos mezclados con risas dementes. La bardo se giró hacia la sacerdotisa, que tras acabar la tarea se estaba recolocando los rizos pelirrojos de forma que no le molestaran - Buen trabajo, Nual... - la bardo tartamudeó entre confunsa y sorprendida - ... Mi... ¿Minvant?

Los ruidos de cristales haciéndose pedazos por las piedras que los goblins lanzaban contra la catedral, la trajeron de vuelta a la realidad. El ayudante del sheriff se marchó a "cazar" goblins y les pedía que aseguraran la plaza, mientras que el otro shoantí echó a correr tras unos goblins que continuaban con su incursión. - Vayamos con el Padre Zantus... - dijo a Minvant mientras cogía al goblin atado - Debemos poner un poco de orden en este desastre.

Avanzó hasta el podio de madera, haciendo que las luces la siguieran... no durarían mucho más, pero si podía seguir sacándoles partido hasta que se disiparan, lo haría. Tras asegurarse de que no quedaban mas goblins con vida que el que llevaban amarrado y que el sacerdote se encontraba bien, se subió al tablado y desde allí trató de organizar a los que corrían de un lado a otro sin rumbo, para poder apagar los incendios antes de que se repitiera lo ocurrido cinco años antes.

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07/02/2011, 16:29
Dorlam Selt

Apenas había pasado un minuto pero la adrenalina fluía de forma vertiginosa por las venas del mago. "Atrás" fue la única orden que Dorlam había dado a los adolescentes que amedrentados habían comenzado a formar una piña detrás del mago. En un abrir y cerrar de ojos, luz, fuego, gritos... en definitiva, caos intrínseco, había colmado a cuántos se habían congregado en la plaza para proseguir con el festejo.

Si la algarabía formada por lo niños en el álgido momento en el que las mariposas fueron soltadas fue ya algo desmesurado, no había palabras que describieran lo que había sucedido hacía unos instantes. Para Dorlam, era su primera experiencia 'real' fuera de los entrenamientos y guías de Ilsoari y a pesar de que su seguridad intentaba imponerse, sus piernas anhelaban por doblarse de un momento a otro.

La visión de los dos goblins acercándose hasta su posición había liberado aquel torrente de adrenalina que primero había hecho fallar su acometida a uno de ellos y segundo le había infundido de valor para poder realizar los pases necesarios y emitir las órdenes arcanas que liberaron su conjuro. La gran luz multicolor había embotado a uno de los goblins que inmediatamente había caído al suelo, ajeno a lo que pasaría instantes después.

Tras ello, el mago tuvo tiempo, realmente apenas unos instantes, para tomar conciencia de la situación a su alrededor. Los niños abrazados entre si apenas respondían ante los estímulos externos aunque su fuerza de supervivencia los hizo apiñarse unos contra otros en vez de salir despavoridos como ocurría con la mayoría de los presentes en la plaza.

Junto con los soldados, el mago distinguió al ayudante del sheriff y a otros voluntarios adicionales luchando contra los incursores, cosa que animó al mago a seguir adelante con su 'arte'. El reflejo del fuego en la hoja curva del goblin que yacía inconsciente otorgó al mago una brillante idea y acudiendo de nuevo al entramado arcano, consiguió izar el arma y dirigirla hacía la segunda de las criaturas, justo lo suficiente para que distrajera la atención de aquella y a la vez diera la oportunidad a uno de los citados voluntarios para acabar con la vida del monstruo. Había sido una labor en equipo perfecta.

Con la caída del segundo goblin y la incapacitación del primero por parte de Laetitia, el mago volvió a mirar a su alrededor... el caos reinaba en mitad de la noche y aunque la primera oleada de incursores había acabado, sus efectos eran visibles en cualquier punto visible desde su posición. Las imágenes de los fuegos y el desorden provocaron que la mente de Dorlam trajera de nuevo desde un oscuro y lejano pasado recuerdos del fuego de hace ya años pasados. El mago se estremeció momentáneamente pero dobló en su empeño de acabar con el mal que se había adueñado de la situación.

Antaño, su vida fue torcida de forma involuntaria y ajena a sus posibilidades... ahora era dueño de su propio destino y si podía navegar en mitad de aquella tormenta es seguro que lo haría.

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07/02/2011, 16:29
Rictor Lasanti

Si laetitia se puso roja, él tampco estaba muy cómodo con la situación. No había oído el comentario de Ameiko, pero de haberlo oído seguro que no hubiera mejorado en mucho tampoco su estado actual. Le ayudó a tranquilizarse el desarrollar un repentino interes por su vaso, dejando que los tragos de agua fresca aliviaran su malestar y despejaran su garganta del picante y especioso pescado.

-Oh, no, por favor, nada de señor... -dijo, y volvió a callaer, porque le pareció que la posadera volvía a reírse; quizá solo fueran imaginaciones suyas, pero ya bastaban para hacerle sentir incómodo.

La Diosa sea loada, alguien estaba allí para aliviar la tensión del ambiente. El silenio ue roto por la sacerdotisa de Desna, la que se hacía llamar Minvant, pero tampoco duró demasiado. Una mariposa pasó fugazmente por el hombro del ayudante del sheriff, pero no le dio demasiada importancia a aquello, siendo como era un símbolo sagrado en stas festividades y menos extraño aún dada la suelta de mariposas de hace un rato. No obstante, y como si hubiera sido un aviso de alguna clase...

¡Oh! Acabo de recordar que el padre Zantus me necesitaba la Oración. Disculpadme, llego tarde

Unos cuantos acontecimientos más se sucedieron, entre ellos el tropel de unos chiquillos que derramaron el contenido de un tonel encima de uno de los comensales, y hubieran sido dos si el guerrero pagano no hubiera interpuesto su mano y protegido a la sacerdotisa de que le tocara una sola gota. El mago se limitó a susurrar unas simples palabras, palabras que contenían el poder para cambiar el mundo, y el vino desapareció. ¡Asombroso! ¡Y ni siquiera quedaba la más mínima traza del olor! Era como si nunca se hubiera mojado... después de aquello, el mago decidió que su prioridad era correr tras aquel grupo de polvorillas. Una decisión muy sabia, por otra parte. Más tarde, cuando todos marcharon, tuvieron la oprtunidad de conocerse un tanto mejor... bien, eso no es del todo exacto, seguían sin saber demasiado el uno del otro. Al parecer, ambos eran muy amigos del saber y de los libros, tanto que una vz se pusieron a hablar, acabron absortos en su propia charla e incluso la comida acabó olvidada. Casi estuvo a punto de olvidar la misa...

-¡Oh! Disculpe, pero tengo tengo que ir a la iglesia -dijo- He disfrutado mucho con su conversación, señor. Espero volver a tener ese placer.

Y hasta allí se dirigió. Como se habrá dicho mil veces, y aun así seguía encajando en este tipo de situaciones, caminaba hasta el lugar sin ser consciente de que la fatalidad se cernía sobre él y sobre toda la ciudad...

Rictor Lasanti, durante el ataque

No había tenido la oportunidad de crciorarse como los demás de que aquello pasaba, dado que la introspección de la oraión le había hecho aislarse del mundo exterior en cierta medida. No fue sino cuando el padre Zantus se detuvo que comenzó a darse cuenta de qué era ese murmullo que venía del exterior. ¡Un ataque! Ataque que le pilló totalmente de improviso; había bajado la guardia al encontrarse en fistas y había permitido que su egoísta deseo de consolación espiritual se antepusiese a la protección de sus semejantes. Era una flaqueza que no debería repetir, pero, gracias a Iomedae, no era irremediable. Tenía que trabajar para que se convirtiera en una valiosa lección en lugar de una tragedia. Así, desenvainó y se dirigió hacia donde estaban la sacerdotisa y la artista. No era tan capaz como un guerrero que hubiera pasado su vida ejerciendo el oficio, pero había recibido clases de esgrima y había entrenado de modo autodidacta, puesto que era un oficio que complacía a su diosa.

-¡A mí, bestia inmunda!

Tuvo que reconocer que aquello era difícil. Había combatido generalmente contra elementos más... altos, y el hecho de que tuviera que descender tanto sus ataques le hizo perder mucha habilidd. Además, a su estraña manera, aquellos bichejos sabían combatir, aunque fueran sus extraños y compulsivos movimientos los que les ayudaran a evitar los golpes. También contribuyó su estado sorpresivo, por supesto; se concentró para evitar un riesgo que no se podía permitir. Cuando volvió a intentar atacar al goblin, este había vuelto a moverse. Los aceros chocaron, sin ningún resultado y, lo que era más curioso, los goblin chocaron unos con otros. Rictor estaba definitivamente furioso con aquellas sabandijas que se cebaban en la gente inocente y descargó un severo corte, no ya una estocada limpia, contra la cabeza del goblin que caía, haciéndole imposible esquivarla. El corte, a la altura de las cejas, no le hizo saltar la tapa de los sesos por un pelo. Ahora la espada estaba manchada de algo realmente desagradable, pero no prestó atención a aquello, no era el momento. Era el momento de seguir, puesto que había otro goblin vivo. Estaba de camino a este cuando un puñetazo, literalmente, le destrozó la cara, dejando una masa informe que cayó al suelo.

Después de aquello, se parestó con los demás a auxiliar en la ciudad cuanto antes. Si quedaban más de aquellos gobos atormentando a los ciudadanos, había que acabar con ellos ipso-facto. Más tarde habría tiempo para lamentarse por lo ocurrido y trazar planes. Ahora no era momento de pensar sino de actuar, arrimar el hombro y colaborar en la defensa de Sandpoint.

-¡Tenemos que detener esto!

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07/02/2011, 16:29
Rictor Lasanti

Si laetitia se puso roja, él tampco estaba muy cómodo con la situación. No había oído el comentario de Ameiko, pero de haberlo oído seguro que no hubiera mejorado en mucho tampoco su estado actual. Le ayudó a tranquilizarse el desarrollar un repentino interes por su vaso, dejando que los tragos de agua fresca aliviaran su malestar y despejaran su garganta del picante y especioso pescado.

-Oh, no, por favor, nada de señor... -dijo, y volvió a callaer, porque le pareció que la posadera volvía a reírse; quizá solo fueran imaginaciones suyas, pero ya bastaban para hacerle sentir incómodo.

La Diosa sea loada, alguien estaba allí para aliviar la tensión del ambiente. El silenio ue roto por la sacerdotisa de Desna, la que se hacía llamar Minvant, pero tampoco duró demasiado. Una mariposa pasó fugazmente por el hombro del ayudante del sheriff, pero no le dio demasiada importancia a aquello, siendo como era un símbolo sagrado en stas festividades y menos extraño aún dada la suelta de mariposas de hace un rato. No obstante, y como si hubiera sido un aviso de alguna clase...

¡Oh! Acabo de recordar que el padre Zantus me necesitaba la Oración. Disculpadme, llego tarde

Unos cuantos acontecimientos más se sucedieron, entre ellos el tropel de unos chiquillos que derramaron el contenido de un tonel encima de uno de los comensales, y hubieran sido dos si el guerrero pagano no hubiera interpuesto su mano y protegido a la sacerdotisa de que le tocara una sola gota. El mago se limitó a susurrar unas simples palabras, palabras que contenían el poder para cambiar el mundo, y el vino desapareció. ¡Asombroso! ¡Y ni siquiera quedaba la más mínima traza del olor! Era como si nunca se hubiera mojado... después de aquello, el mago decidió que su prioridad era correr tras aquel grupo de polvorillas. Una decisión muy sabia, por otra parte. Más tarde, cuando todos marcharon, tuvieron la oprtunidad de conocerse un tanto mejor... bien, eso no es del todo exacto, seguían sin saber demasiado el uno del otro. Al parecer, ambos eran muy amigos del saber y de los libros, tanto que una vz se pusieron a hablar, acabron absortos en su propia charla e incluso la comida acabó olvidada. Casi estuvo a punto de olvidar la misa...

-¡Oh! Disculpe, pero tengo tengo que ir a la iglesia -dijo- He disfrutado mucho con su conversación, señor. Espero volver a tener ese placer.

Y hasta allí se dirigió. Como se habrá dicho mil veces, y aun así seguía encajando en este tipo de situaciones, caminaba hasta el lugar sin ser consciente de que la fatalidad se cernía sobre él y sobre toda la ciudad...

Rictor Lasanti, durante el ataque

No había tenido la oportunidad de crciorarse como los demás de que aquello pasaba, dado que la introspección de la oraión le había hecho aislarse del mundo exterior en cierta medida. No fue sino cuando el padre Zantus se detuvo que comenzó a darse cuenta de qué era ese murmullo que venía del exterior. ¡Un ataque! Ataque que le pilló totalmente de improviso; había bajado la guardia al encontrarse en fistas y había permitido que su egoísta deseo de consolación espiritual se antepusiese a la protección de sus semejantes. Era una flaqueza que no debería repetir, pero, gracias a Iomedae, no era irremediable. Tenía que trabajar para que se convirtiera en una valiosa lección en lugar de una tragedia. Así, desenvainó y se dirigió hacia donde estaban la sacerdotisa y la artista. No era tan capaz como un guerrero que hubiera pasado su vida ejerciendo el oficio, pero había recibido clases de esgrima y había entrenado de modo autodidacta, puesto que era un oficio que complacía a su diosa.

-¡A mí, bestia inmunda!

Tuvo que reconocer que aquello era difícil. Había combatido generalmente contra elementos más... altos, y el hecho de que tuviera que descender tanto sus ataques le hizo perder mucha habilidd. Además, a su estraña manera, aquellos bichejos sabían combatir, aunque fueran sus extraños y compulsivos movimientos los que les ayudaran a evitar los golpes. También contribuyó su estado sorpresivo, por supesto; se concentró para evitar un riesgo que no se podía permitir. Cuando volvió a intentar atacar al goblin, este había vuelto a moverse. Los aceros chocaron, sin ningún resultado y, lo que era más curioso, los goblin chocaron unos con otros. Rictor estaba definitivamente furioso con aquellas sabandijas que se cebaban en la gente inocente y descargó un severo corte, no ya una estocada limpia, contra la cabeza del goblin que caía, haciéndole imposible esquivarla. El corte, a la altura de las cejas, no le hizo saltar la tapa de los sesos por un pelo. Ahora la espada estaba manchada de algo realmente desagradable, pero no prestó atención a aquello, no era el momento. Era el momento de seguir, puesto que había otro goblin vivo. Estaba de camino a este cuando un puñetazo, literalmente, le destrozó la cara, dejando una masa informe que cayó al suelo.

Después de aquello, se parestó con los demás a auxiliar en la ciudad cuanto antes. Si quedaban más de aquellos gobos atormentando a los ciudadanos, había que acabar con ellos ipso-facto. Más tarde habría tiempo para lamentarse por lo ocurrido y trazar planes. Ahora no era momento de pensar sino de actuar, arrimar el hombro y colaborar en la defensa de Sandpoint.

-¡Tenemos que detener esto!

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07/02/2011, 16:34
Shawn

La conversación con su contacto no había sido nada del otro mundo, ahora le habían hecho esperar otro día más antes de comenzar su misión cosa que al pícaro no le hacía demasiada gracia pues no le gustaba la intriga.

Entre la multitud Shawn buscaba la autoridad por ver si se encontraba cerca y no le dejaba hacerse de un dinerillo extra. Tras mirar por todos lados, el pícaro consiguió vislumbrar al ayudante del sheriff por lo que decidió dejar pasar unos días y que se olvidase de él antes de volver a “cogerle dinero prestado” a alguien.

Shawn se quedó expectante al discurso que estaban echando sobre la catedral y sobre la restauración de la misma tras el incendio por lo que no prestó atención a nada ni nadie.

De repente un sonido atronador apareció en Sand Point, un cántico de guerra goblin había interrumpido la fiesta y varios de aquellos seres verdosos comenzaron a salir de todas partes sembrando el pánico en la aldea.

Shawn sacó su ballesta, sabía que si atacaba primero tendría más posibilidades de derribar a su enemigo sin embargo, éste había conseguido acercarse mucho mientras el pícaro sacaba la ballesta. El ataque del goblin iba en dirección a su costado intentando impactarle pero Shawn había sido más rápido y consiguió con un salto esquivar a su enemigo al tiempo de disparar su virote, el cual salió desviado por la pirueta que tuvo que hacer el joven para esquivar. Shawn maldecía su mala fortuna pero sabía que no podía volver a cargar su ballesta antes de que aquel ser le atacase por lo que decidió por dejarla a sus pies y sacar el estoque el cual aun no dominaba bien y no sabía que resultado le conseguiría dar.

Cuando se disponía a enfrentarse a su enemigo cara a cara se quedó anonadado. El goblin peleaba con una espada voladora y se encontraba de costado. Era el momento de asestarle un golpe definitivo por lo que Shawn lanzó una estocada al goblin con la mala fortuna que fue a trastabillar con una piedra y tan solo logró tocar con el filo la armadura del goblin que no le prestaba gran atención.

El pícaro se hallaba enfadado consigo mismo y con sus fallos ante un enemigo tan claramente inferior por lo que atacó con gran furia a su enemigo sin embargo, éste había conseguido aclarar sus ideas y se plantó frente a frente con Shawn consiguiendo lanzar el primer ataque y consiguiendo que el pícaro se desviase, desviando también el ataque del mismo.

”Maldito goblin, me pillaste por sorpresa y de ahí que no te haya podido impactar aun pero la suerte no siempre va a estar de tu lado.” Shawn se dedicó a calmarse antes de continuar el combate con aquel ser verdoso.

Justo cuando iba a lanzar el golpe Shawn, apareció un monje lanzando uno de sus puños contra el goblin y fallando cosa que Shawn en parte agradecía pero aquel ser le lanzó otro ataque que consiguió blocar el pícaro con su estoque.

El monje aprovechó que el goblin le ignoró para lanzar otro ataque sin embargo ese ataque lo falló ya que su enemigo se giró un poco para conseguir esquivarle, Shawn aprovechó el momento para lanzar un ataque que impactó en la espalda del ser y conseguir hacerle sangrar y gritar, aunque tampoco ganó gran profundidad el golpe.

El goblin se volteó con los ojos inyectados en sangre en dirección a Shawn con la intención de devolver aquel golpe pero de repente, sus ojos perdieron fuego y su vista se fue apagando hasta que el ser verde cayó inerte delante del pícaro. El monje había conseguido impactar al goblin y lo había matado.

-Muchas gracias por tu ayuda. Mi nombre es Shawn, continuemos nuestra caza.- tras esas palabras el pícaro guardó el estoque y recogió su ballesta para cargarla y buscar algún sitio desde donde pudiese atacar sin ser visto ya que esa era su intención.

Notas de juego

Off-rol: Señorita master, voy a tirar por moverme sigilosamente y ocultarme para esconderme en algún lugar desde el que pueda vigilar por si llegan más “invitados” poder recibirlos como los recibe un pícaro, a base de furtivos jejejejeje

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07/02/2011, 16:34
Director

Los goblins chillaban y agitaban las armas generando un terrible caos. Su canción resonaba en todo el pueblo, las voces berreantes de aquellas pequeñas criaturas taladraban la cabeza de todos los que intentaban huir de ellos. Sin embargo, aquellas criaturas no eran para nada inteligentes. Una de ellas se había subido a una de las columnas de la catedral y chillaba con el pecho hinchado hacia Laetitia, que acababa de subir al escenario. La bardo se giró hacia el goblin cuando este saltó desde aquella tremenda altura, pero calculó tan mal el ángulo que pasó por al lado de Laetitia y aterrizó en el suelo justo al otro lado del tablado, rompiéndose el cuello nada más caer. Dos goblins aparecieron frente a Minvant, que había esquivado al goblin suicida, llevaban antorchas y las levantaron para lanzarlas contra la sacerdotisa, pero uno de ellos, que estaba un poco más atrasado que su compañero, golpeó sin querer la cabeza del que tenía delante y su ropa se prendió. El otro chilló despavorido tirando la espada y se lanzó contra su compañero para hacerlo arder, ante la estupefacción de los presentes.

Dorlam ordenó rápidamente a los alumnos que se refugiaran en la casa más cercana, Shawn recarcó la ballesta listo para disprar, buscando un blanco que no se moviera con tanto frenesí como aquellas criaturas. Vio a varios en un carro, observándolo con curiosidad y levantó la ballesta para disparar.

Kaddok, seguido de Ivtolt, se dirigieron hacia el grupo de goblins que estudiaban con interés aquel carro. Uno de ellos quitó la lona y otro dejó caer la antorcha. El ayudante del sheriff frenó su carrera, se dio la vuelta agarrando al otro shoanti del brazo y comenzó a correr en la otra dirección sabiendo lo que iba a ocurrir. Lograron alejarse unos metros antes de que el carro estallara con un gran estruendo, enviando a todo el grupo de goblins por los aires y la onda expansiva tiró a los dos hombres al suelo, Shawn había dejado de apuntar y se parapetó tras otro carro viendo pasar por su lado el cuerpo de un goblin que se estrelló a sus pies, completamente chamuscado. La columna de fuego se elevó en el aire recortándose en el cielo, la casa más cercana había perdido media fachada y corría el peligro de derrumbarse. Kaddok puso las manos en el suelo para levantarse lo más rápido posible mientras que Ivtolt aún sentía como le pitaban los oídos.

Rictor se acercó corriendo a los dos shoanti por si necesitaban algún tipo de ayuda, Laetitia vio como Minvant dejaba su posición y también corría hacia ellos, desde el escenario, además, pudo ver como otro grupo de goblins armados con antorchas corrían hacia el grupo que se había formado y hacia la columna de humo. Rictor, Kaddok e Ivtolt quedaron rodeados por siete goblins y el fuego a sus espaldas, Dorlam salió del portal en el que se había resguardado y Shawn permaneció tras el carro, listo para disparar. Laetitia vio como Minvant no iba a llegar a tiempo, más que eso, vio aparecer una estrafalaría criatura armada con un látigo que lo lanzó contra la sacerdotisa. Su puntería debía ser igual de espantosa que su peinado, porque solamente golpeó el suelo a los pies de la clérigo, que frenó su carrera y se giró para tener de frente a la extraña hembra goblin que empezó a canturrear aquella canción goblin tan horrible. Dos goblins que enfrentaban a los dos shoanti y al clérigo de Iomedae se separó dell grupo y se situó a espaldas de la sacerdotisa, ambos armados con antorchas y empezaron a acercarse a ella dispuestos a prenderle la túnica. Mientras tanto, la hembra goblin del látigo se retiró unos pasos mientras seguía canturreando...

Notas de juego

:arrow: Iniciativas
:arrow: Y a Combates
:arrow: Si alguien quiere escribir algo antes de entrar en combate es libre de hacerlo (¿he dicho ya que hay Px de sobra para todos? :P )
:arrow: En galería podeis ver la imagen de la cantora de guerra goblin, o aquí si tenéis el dedo vago: viewtopic.php?f=777&t=10048&p=225012#p225012

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07/02/2011, 16:35
Dorlam Selt

Sin apenas tiempo para detenerse y pensar en lo que había sucedido, una explosión cercana hizo que el mago se pusiera a cubierto, por supuesto una vez que los chicos estaban a buen resguardo. El carro, de donde originariamente salieran los goblins había semi explotado causando una dosis adicional de pavor y frenesí en los presentes. Un nuevo grupo de goblins se acercaba hacía los presentes, unos rodeando a los shoantis y otros dirigiéndose hacía la joven clérigo de Magnimar. Sin embargo había algo adicional en la escena, algo que era totalmente nuevo e inesperado... una goblin aún más fea que sus homónimos entonaba un cántico animando a sus congéneres, la cosa pintaba cada vez un poco peor.

Sin embargo, a tenor por lo visto hasta ahora, los monjes eran diestros en la lucha y por tanto las dificultades más notables sin duda estarían en el acoso sufrido por la joven. El mago apenas se inmutó, sabedor de que su arte era superior a las débiles mentes de aquellas criaturas. Las palabras mágicas volvieron a acumularse a su alrededor y con cuidado el joven extrajo unos cuantos pétalos de rosa de la bolsa que colgaba de su cinturón. De forma simultánea a su extensión en el aire, las palabras tomaron mayor potencia y con los ojos fijos en la pareja de goblins que amenazaban a Minvant, el conjuro fue liberado.

Al instante uno de los goblins cayó inerte al suelo mientras que el otro apenas logró avanzar unos metros más hasta coincidir en la misma suerte que su antecesor ya fuera fruto del conjuro o del impacto que el mismo desgraciado se propinó con su propia arma. En apenas unos segundos los dos goblins dormían plácidamente en el suelo. El mago sabía que su efecto no era excesivamente duradero pero sin duda, daría el tiempo necesario para reducir al otro grupo de instigadores. Sin embargo, una exclamación de terror salió de la boca del mago al ver cómo un virote alcanzaba de manera grave a la sacerdotisa. Sin duda no todos los enemigos habían sido divisados.

El mago recorrió con la mirada la trayectoria inversa del virote hasta ver su origen... Shawn!! Sin embargo el mago dejó de preocuparse al descubrir en la cara del pícaro un terrible sentimiento de culpa e inocencia. Ese chico debería mejorar su puntería... o su sensatez!! pensó Dorlam para pasar al instante a preocuparse por el resto del combate.

La segunda parte de la acción, no iba del todo bien para el joven humano. Dos goblins parecían haberse ensañado con el y estaba claro que su arte de combate no era comparable a la de los imparables shoantis que demostraban en cada movimiento que su arte era mortal de necesidad. El mago repasó mentalmente los conjuros que todavía recordaba y se dio cuenta que apenas tenía nada útil con lo que ayudar. Su recurso más inmediato sería un conjuro de poco potencial destructivo pero que serviría como acción de distracción para uno de los enemigos de Rictor. El mago concentró una vez más su energía en su bastón y la punta de acero volvió a tomar un color extraño; esta vez un color azulado pálido. Extrayendo la poca humedad que había en el aire circundante del bastón, el mago consiguió crear una corriente gélida que fue helándose poco a poco hasta formar escarcha. Cuando la temperatura hubo bajado lo suficiente el mago apuntó a uno de los goblins y encaminó la corriente en dicha dirección.

Hasta ahora su entrenamiento apenas se había basado en nada más que blancos fijos y el tamaño de los goblins y su 'manía' de no permanecer quietos hizo que el rayo saliera tremendamente desviado. Dorlam maldijo su puntería y prestó atención en las acciones que le rodeaban para ver cómo seguir ayudando.

Shawn había abandonado el arte del disparo a distancia, visto también que sus resultados habían sido totalmente contrarios a sus intenciones y se acercaba a uno de los goblins estoque en mano. La maniobra de distracción con el arma del goblin en la refriega anterior había dado buen resultado por lo que Dorlam se decidió en hacer de nuevo lo mismo. Ahora no contaba con la ayuda arcana de su arte por lo que se arriesgó a entrar en contacto físico con sus enemigos. La estrategia volvió a dar resultado y esta vez, Shawn acertó de pleno atravesando sin dilación al goblin que cayó muerto al instante. El resto de sus compañeros había dado cuenta de sus respectivos problemas y todo parecía volver a tener un instante de pausa.

El mago se acercó hasta la joven Minvant inquiriendo por su estado y viendo su milagrosa recuperación gracias a las artes curativas de Rictor. El mago pensó de nuevo en los niños y comprobó que donde estaban escondidos parecía un buen lugar para mantenerlos. La seguridad de Sandpoint era primordial y estaba claro que sería necesario que cada persona capaz ayudara en su defensa. Dorlam miró al ayudante del sheriff: - "¿Qué está pasando?" - era una sola pregunta, pero bastaba para poner al descubierto la gran incertidumbre que los rodeaba en ese momento.

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07/02/2011, 16:36
Laetitia Desnae

¡¡Era una situación demencial!! El caos campaba a sus anchas por el pueblo, y ni los goblins se libraban de su influencia, ya que parecían extrañamente enloquecidos envueltos en la orgía de sangre y fuego que estaban celebrando... uno saltaba desde una columna para estamparse contra el suelo, otro que trataba de quemar a Minvant quemó a su compañero, que se lanzó contra él de forma que ambos quedaron envueltos por las llamas, otros dejaban caer una antorcha en un carro que saltaba por los aires llevándoselos por delante... ¡¡Estaban todos locos!!... y la macabra cancioncilla que se escuchaba de fondo, entre los gritos y los llantos podía ser la clave.

Afortunadamente, los alumnos de la academia se habían refugiado en un portal antes de la explosión y los dos shoantíes salvaron el pellejo por los pelos saltando fuera de su alcance... aunque podían estar heridos, así que Rictor y Minvant fueron en su ayuda. Mientras Laetitia bajaba del escenario para acudir junto a ellos, ya que más goblins habían llegado convocados por el ruido y la columna de humo y comenzaban a rodearle... fue entonces cuando apareció una estrafalaria goblin armada con un látigo que descargó hacia la sacerdotisa con muy poco acierto y parecía ser el origen de aquella enloquecedora cancioncilla.

Presta para contrarestar aquella canción que alentaba a los goblins y causaba temor entre los habitantes de Sanpoint, se acercó... pero el virote que el ayudante del sheriff insertó en la garganta que aquel repugnante ser hizo que no fuese necesario, así que arrancó el látigo de las garras de la goblin y se giró hacia el combate. Los shoantíes repartían leña a dos manos con mejor o peor fortuna, pero se mantenían a salvo... cosa que no lograba Rictor, que estaba bastante herido con unos feos tajos de los goblins que le acosaban, ni Minvant sangraba abundantemente por una herida de virote. Dorlam, por su parte, había conjurado un sueño mágico sobre los goblins que acosaban a la sacerdotisa (que no eran los más diestros en la lucha, visto que uno se prendió fuego a sí mismo, pero no por ello dejaban de ser peligrosos) y cayeron al suelo... pero el que estaba ardiendo se levantó casi de inmediato, dado que estar en llamas no ayuda a conciliar el sueño. Laetitia aprovechó que el goblin estaba más pendiente de correr en círculos agitando los brazos que en Minvant y en ella, aprovechó para descargar el látigo, cruzándole la cara con él y dejándole unas marcas que no le harían el más popular en los bailes de su tribu. El goblin cayó al suelo inconsciente y una pequeña lluvia cortesía de la sacerdotisa apagó sus llamas.

Mientras los demás terminaban con los goblins que seguían acosando a Rictor, la bardo ató al goblin dormido por el vconjuro, no fuera a ser que despertara con ansias homicidas renovadas y Rictor sanó la herida de Minvant. La plaza parecía segura, pero el caos y la destrucción parecían no haber acabado a juzgar por los sonidos de combate que se escuchaban por la zona de la puerta norte.

- ¿Qué está pasando? - preguntó el mago al ayudante del sheriff

- ¡¡Hay combate en la zona de la Puerta Norte! - exclamó la bardo - Este ha sido un ataque desde DENTRO - continuó remarcando esta palabra - del pueblo... seguramente un grupo para crear caos como distracción, mientras otros les facilitan el paso al resto que esperan en el exterior... entre los infiltrados hay goblins de varias tribus, así que... ¡si consiguen abrir las puertas, a saber cuantos más podrían entrar y lo que podrían hacer! - dijo abriendo los brazos señalando lo que el grupo infiltrado había conseguido para remarcar sus palabras.

- Llevemos a los inconscientes con el padre Zantus para que esten vigilados, así podremos interrogarlos cuando despierten, y vayamos hacia allá... ¡hay que evitar que abran las puertas y entren más!

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07/02/2011, 16:36
Kaddok

El ayudante del sheriff descubrió a último momento la naturaleza de la carga del carro, y a duras penas pudo apartar al hombre de los lobos a tiempo de evitar que ambos volaran por los aires. El caos se intensificó, el cántico se hizo más intenso y la cantora principal apareció en escena.

Fuego, si había aprendido algo entre su gente era a conocerlo y respetarlo, el calor a su espalda le indicaba lo cerca que se encontraba, y delante de él cuatro pequeños bandidos agitaban sus armas. El otro shoanti y el clérigo estaban con él, y sabiendo que era crucial callar a la cantora, aunque no fuera más que para dejar de escucharla. Retrocedió lo justo para que su ropa no pegara fuego mientras quitaba el seguro a la ballesta, un ingenio que le permitía llevarla cargada sin riesgo de perder el virote o que se dispare. Apuntó por sobre las cabezas de sus asaltantes y apretó el gatillo, úna vez la saeta estuvo en vuelo soltó la ballesta, que volvió a colgar de su cinturón, y se concentró en los atacantes más cercanos. Los goblins podían no parecer muy efectivos, pero lo cierto era que podían llegar a matarlos si se descuidaban. Vió a uno destrozado, y dos se le venían encima, por lo que sin demasiado tiempo a reaccionar saltó y lanzó un golpe de puño a uno mientras su rodilla buscaba la cabeza del segundo.

Su puño golpeò la tierra, la bestezuela no estaba donde él había calculado debido a que se había golpeado de plano con su propio filo. Sintió cómo los huesos crujían bajo su rodilla y la criatura cayò al piso con el cuello quebrado. A un tiempo vio cómo la cabeza de otro gobo pasaba rodando y golpeaba los pies del aturdido. El puñó del otro suanti rozó a la criatura y ésta, aterrada, lanzó un tajo al brazo en un desesperado intento por huir. Cuando les dió la espalda ambos shoantis lanzaron sus golpes, pero fué la patada de Kaddok la que lo golpeó entre los hombros con tal violencia que el bicho salió despedido para quedar nuevamente a los pies de los demás, más concretamente frente a la sacerdotisa y la bardo.

Todo había terminado allí, pero el caos se extendía como el fuego, y fueron las palabras de Laetitia las que le dieron nuevo propósito. Si los malditos verdosos lograban entrar sería muy dificil salvar algo de Sandpoint. Cargó un nuevo virote en la ballesta y después de asegurarlo inició la carrera hacia el foco del caos - Nos vemos en la puerta norte. - fué su respuesta, no había tiempo que perder, y dudaba que pudieran sacarle algo a las bestias verdes.

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07/02/2011, 16:37
Rictor Lasanti

¡Maldicion, maldición, maldición! Era en momentos como este en los que se ponía a prueba el temple de un verdadero creyente, exponiendo su alma al juicio severo de los dioses. Había que tener mucha voluntad para no pecar siquiera de falta de respeto... a él, por ejemplo, le había costado demasiado no blasfemar, siquiera de pensamiento. Aquellas criaturas eran como sabandijas estúpidas y miserables, que se crecían en el dolor ajeno y que únicamente parecían ser capaces de combatir junto con varios de sus compañeros, momento en el que su fervor se volvía exacerbado. Todos ellos estaban empezando a retroceder ante la amenaza que suponían aquellas cosas, porque una cuchillada bien dada, por muy inútil que fuera el esgrimidor, podía matar a una persona, si no inmediatamente después de un rato. ¿Retrocedieron, entonces? No, ninguno de ellos. Permanecieron allí, cada uno por su lado pero a la vez juntos, luchando. Luchaban mientras los acontecimientos, al fondo, se sucedían a una velocidad vertiginosa, mientras que lo que veían ante ellos eran las homicidas parodias de persona que reían con fruición ante la posibilidad de atravesar sus órganos internos.

"Diosa, dame fuerzas", pensó el iomedita mientras corría hasta otro grupo de gobos. "Necesito tu ejemplo, necesito sentir tu fuerza"

Los goblin comenzaron a rodearles, imposible salir de allí sin acabar con ellos, que les rodeaban por todos lados. No podía hacer nada para ayudar al resto contra la horrible criatura que estaba junto a los trasgoides, que parecía alguna especie de líder de la manada a juzgar por su (horriblemente) distintiva apariencia y al hecho de que poseía un arma particular. El hecho de que su canturreo parecía infundir más fanatismo si cabe a sus acólitos podía implicar que fuera una figura religiosa de algún tipo, una cantora sagrada o similar. Hubiera pensado más en ello, de no ser porque ya tenía bastante con aquellos pequeños e inmediatos problemas. Sus estocadas podían desviar las dagas de los goblin, pero la superioridad numñérica de estos se volvió evidente, y consiguieron hender en su carne. Huelga decir que notó de sobras el impacto, y más cuando su compañero, prácticamente en el mismo momento, acompañó la apertura por otra cuchillada. Rictor retrocedió, cion una mano sujetándose el sangrante estómago y sujetando la espada con la otra.

-Nnnnghhh... -masculló, tratando de imponerse al dolor que laceraba su cuerpo y buscando una salida de allí- Sois unas bestias despreciables...

El goblin rió y se dispuso a rematar la faena, dirigiéndose hacia él. Rictor, tranquilo para su estado actual, asió la espada con cuidado y la descargó justo a la llegada del gobo, que cayó prácticamente sin saber qué había pasado. Había sido algo impresionante; podía pensarse que era una lástima que nadie estuviera atendiendo a aquello, pero era escrutado por el ojo de Iomedae, y con aquello le bastaba. Todo lo demás era vanagloria. Con el resto de combatientes ocupándose de los enemigos, contempló por un momento su estado relativamente grave y dirigió subrepticiamente su mirada hacia sus aliados. La sacerdotisa de Desna estaba herida, pero pronto encontró una ayuda externa en la forma del clérigo de Iomedae, que había aparecido ante ella. Este extendió su mano y por un momento pareció decidido a posarla sobre el pecho de Minvant para sanarla (como era lo habitual), pero tras una leve muestra de desconcierto por parte de Rictor cogió la cabeza de esta entre sus manos y dejó que el poder concedido por la sagrada persona restañara sus heridas más graves.

-¡Si consiguen abrir las puertas, a saber cuantos más podrían entrar y lo que podrían hacer!

Cuando escuchó aquello, su cara pasó a esbozar un semblante serio, incluso más que el de antes. Parecía haber estado a punto de dirigir sus artes curativas hacia sí mismo, pero meneó la cabeza y corrió hasta ellos. La gente allí necesitaría más ayuda de la que él necesitaba ahora mismo. Podía aguantar un poco más... o al menos eso creía. El dolor que convertía a su tórax en, aparentemente, acero fundido que le quemaba las entrañas, era un buen recordatorio de que tampoco estaba tan bien. tendría que darle remedio a eso si quería ser de ayuda. Sí, pero lo haría más tarde. Cuando estuviera seguro de lo que pasaba allí. Mientras que de él dependiera, reservaría el regalo de Iomedae para curar a los demás, y no para sus egoístas intenciones. Después de todo, si no dispusiera de esa intercesión celestial, moriría de todas formas.

-¡Tenemos que detenerlos, vamos allá! -dijo mientras emprendía el camino.

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07/02/2011, 16:37
Ivolt

Nuevos enemigos los acechaban, les habían cerrado el paso y pretendían empujarlos hacia las llamas. El monje vio como el ayudante del sherif llevaba su mano a la ballesta y comprendiendo lo que iba a hacer decidió cubrirlo y darle algo de espacio. Su pierna se precipitó con fuerza hacia la cabeza de uno de aquellos goblins que los cercaban eliminándolo en el acto y evitando así que se acercara a Kadokk.
El virote de su compañero fue certero y acabó con la vida del que parecía liderar el grupo, ahora sólo debían preocuparse de los pequeños.
Entretenido en el combate que libraba, Ivtolt no percibió la mala fortuna que rodeaba al grupo cuando una ballesta disparada por uno de sus compañeros tuvo por objetivo a la joven sacerdotisa.
El combate se desarrolló más rápido que el anterior, en parte por la estupidez de los goblins que no hacían más que matarse a si mismos o los suyos con sus torpes acciones, en parte por la habilidad de los combatientes quienes ya entrados en el fervor del combate habían sido mucho más certeros.
Por desgracia para el shoantí aquella certeza también fue acogida por algunos de los goblins, en particular aquel contra el que Ivtolt combatía. No sólo evitó con ágiles movimientos los embates del monje sino que logró herirlo con una de aquellas cuchillas que blandía.
Una vez muertos los enemigos la alarma llegó ahora de la puerta norte. Ivtolt pensó de inmediato en el cementerio y las palabras de su chamán. Sin dudarle acudió con paso veloz al sitio desde el cual provenían las urgentes voces. Mientras corría, llevó dos de sus dedos a la boca y chifló con todas sus fuerzas para llamar a sus lobos.

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07/02/2011, 16:38
Shawn

El haberse escondido era una buena opción en aquella situación, el pícaro se encontraba detrás del carro mientras el resto de combatientes se hallaban cercados por goblins dispuestos a rebanarles el pescuezo.

Shawn se asomó y vislumbró como una sacerdotisa se hallaba cercada por varios enemigos por lo que se apresuró a sacar su ballesta y disparar. Sabía que tenía posibilidades de darle a la sacerdotisa pero con la puntería que había demostrado en sus prácticas con ballesta no podía fallar, sin embargo el virote salió desviado, tal vez por el aire o tal vez porque simplemente los blancos móviles no eran dianas y con mucha mala suerte y lamentaciones del pícaro, el mismo se introdujo en la sacerdotisa haciendole bastante daño.

Shawn se quedó perplejo ante tal ineptitud por su parte sin embargo no cejó en el intento de acabar con aquellos seres por lo que vio a dos que atacaban a alguien tumbado y dejando caer su ballesta sacó el estoque mientras gritaba.

-¡¡¡¡¡¡¡MALDITOS GOBLINS, VENIOS A PELEAR CON ALGUIEN QUE PUEDE CON VOSOTROS, NO SOIS MAS QUE ESCORIA VENIDA A MENOS!!!!!!!- Shawn pensaba que con eso llamaría la atención de alguno de esos seres y así fue, uno de esos verdes se levantó esquivando un rayo y se lanzó presto hacia el cuerpo de Shawn que consiguió esquivar el filo del goblin en el último momento.

”Este es mi momento, ahora puedo resarcirme de haber fallado con la ballesta y liberar a este apestoso de su indeseable vida y que vuelva con su dios”

Tras ese pensamiento Shawn alzó el estoque y sin dudar ni un segundo lo lanzó contra la cabeza del goblin que solamente pudo ver sorprendido como le atravesaba el ojo dejandolo inerte de una vez por todas.

-Ya no volverás a cantar insecto. Y tus compañeros se unirán a ti- el pícaro separó el estoque de la cabeza del goblin haciendo que cayese mientras miraba al resto de guerreros cerciorandose de que todos se encontraban bien.

Tras ese oteo, Shawn recogió su ballesta y se acercó rápido al resto del grupo para ver como se encontraban los heridos y saber hacia donde iban a dirigir su próximo ataque.

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07/02/2011, 16:38
Director

En la Puerta Norte

Tres de los compañeros de Ivtolt acudieron a su llamada cuando este dejó de silbar. Faltaban dos de sus cachorros, uno más había desaparecido. Siguiendo al ayudante del sheriff, igual que lo hizo Dorlam, Shawn y Rictor, a medida que llegaban a la puerta la situación parecía volverse insostenible. El único acceso a la ciudad estaba completamente abierto, las puertas dejaba paso a cualquiera que pudiese entrar en la ciudad. El eco de unos ladridos se extendía por toda la calle, y se hacía más intenso a medida que se acercaban.

Laetitia y Minvant arrastraron los cuerpos de los inconscientes hasta el escenario de madera, a los cuales ataron en la parte de abajo para evitar que alguien los pisoteara en su carrera o los matase antes de poder interrogarlos. El padre Zantus quedó a cargo de las criaturas mientras seguía repartiendo su poder curativo a aquellos que lo necesitaban, igual que sus acólitos. Una vez hecho todo esto, Laetitia, seguida de Minvant, se dirigieron a la puerta norte, mientras la sacerdotisa preparaba un conjuro.

Un joven, un muchacho vestido con ropa elegante, retrocedía despacio mientras un perro ladraba hacia un grupo de seis goblins, haciéndoles frente.

- Vamos, muchacho, tu puedes - instaba el noble. Luego gimió cuando de entre el grupo de goblins aparecía otro perro, o más bien una rata del tamaño de un perro, o un perro con cara de rata, no había definición posible para aquella criatura. Sobre el perro con cara de rata iba montado un goblin. El noble dio media vuelta y corrió a esconderse detrás de un carro mientras el jinete se lanzaba sobre el perro, y después de dispararle una saeta con la ballesta, su montura atacó derribando al animal. El resto de goblins jaleaban y chillaban entusiasmados por la escena. La puerta seguía abierta, sin embargo, no entraban más goblins. - ¡Vosotros! - suplicó el noble hacia el recién formado grupo. - ¡Por favor, parecéis fuertes! - chilló señalando hacia la pequeña patrulla de goblins.

Notas de juego

:arrow: Imagen del comando goblin viewtopic.php?f=777&t=10048&p=226992#p226992
:arrow: Instrucciones del combate viewtopic.php?f=777&t=10006&p=226993#p226993

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07/02/2011, 16:39
Director

Tras llevar a los goblins inconscientes y atarlos bajo el escenario para evitar que los pisotearan o alguien acabara con ellos aprovechando su indefensión, los dejaron a cargo del padre Zantus, que seguía curando con sus ayudanrtes a los heridos. - Padre, me temo que hacemos más falta en la puerta Norte... volveremos en cuanto podamos - fue la única explicación que la bardo pudo dar antes de salir corriendo hacia la puerta por la cuesta de la calle de la iglesia mientras escuchaba a Minvant rezar pidiendo a Desna que la ayudara.

Al llegar a la esquina del Ciervo Blanco se encontró con las puertas abiertas de par en par y varios goblins animando al que parecía el lider del ataque, montado en una extraña mezcla entre un perro y una rata (la bardo se negaba a pensar como se podría haber conseguido semejante cruce) que derribaba a un perro herido por un proyectil del jinete. Un joven vestido elegantemente escapaba de la escena y se ocultaba detrás de un carro. Por los gestos, parecía que animaba al ayudante del sheriff y los que le habían seguido a atacar a los goblins... - Un gresto innecesario - pensó Laetitia - Si han ido corriendo hacia ahí no ha sido para echarse atrás precisament...

Los shoanties no dudaron en entablar combate, el ayudante del sheriff descerrajando un virotazo al jinete y el de los lobos lanzándose contra el más cercano, lo mismo que el clérigo, el mago y el ayudante de camarero. Seguramente podrían hacerse cargo de la media docena de goblins, ya lo habían hecho antes, pero su jefe y su bestial montura eran otra historia... además, había algo que no cuadraba, algo que la bardo no terminaba muy bien de saber que era... - ¡Claro! - exclamó al ver que las puertas estaban abiertas pero ningún goblin entraba por ellas. Por extraño que pudiera parecer, los goblins no querían entrar... ¡querían salir!.

El caos, los gritos, el humo y el fuego campaban a sus anchas en aquel lugar como hacía cinco años, y el miedo hacía que aquellos que podían hacerle frente a los goblins que quedaban no lo hicieran... había que cambiar el miedo por pasión en sus corazones, así que alzando la voz por encima del ruido de las llamas y los gritos, comenzó a llamar a los dispersos vecinos que corrían a resguardarse o se atrincheraban en sus casas - ¡Ciudadanos de Sandpoint, yo os convoco! ¡Es hora de combatir al enemigo, no de huir ni correr!. ¡Hace cinco años, aprendimos a llorar por nuestro pueblo cuando el fuego destruyó el templo y esta parte de la ciudad!... ¡no dejaremos que ahora se repita!... ¡y menos aun cuando es la mano de estas criaturas quien lo provoca!... - continuó señalando a los goblins - ¡Estais asustados, lo se!, ¡y no es para menos!, ¡vuestra vida va en ello!.¡Pero alguien debe defender Sandpoint!... - mientras continuaba se fue acercando al carro junto al combate en el que se resguardaba el joven bien vestido. - ¡Cuando se aprende a llorar por algo, tambien se aprende...! - de un puntapie quitó el calce de las ruedas del carro, le hizo señas al noble para que le ayudara y comenzó a empujarlo con todas sus fuerzas - ... ¡A defenderloooo!

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07/02/2011, 16:39
Dorlam Selt

La situación, cada vez más caótica, no parecía tener salida clara. Seguía habiendo conatos de lucha y los goblins parecían no terminarse. Sin duda la opción más clara era la puerta norte de la ciudad y raudo, el improvisado grupo tomó dicha dirección. Allí, una vez más la situación era la esperada y una vez más, el improvisado grupo que pondría su nombre con letras de oro en la ciudad, parecía tener trabajo.

El noble, demasiado asustado para hacer algo por si mismo, instaba a un valiente canino a hacer su trabajo, mientras que una gran patrulla goblin amenazaba su integridad. Si hace unos momentos era la Cantora de Guerra, ahora un distinguido elemento dentro de la jerarquía goblin había hecho su entrada en escena. Montado sobre un amago de perro comandaba las huestes incursoras con mano firme aunque posiblemente no todo lo ordenada que un ejército humano hubiera querido...

La puerta norte estaba descuidada, totalmente abierta, y sin duda sería un de los objetivos a completar. Sin embargo lo primero era el grupo de goblins. Dorlam, sabía que su energía mágica estaba casi totalmente agotada y apenas un par de trucos quedaban escondidos bajo su manga. El mago aferró fuertemente su bastón, mientras la estrella de acero volvía una vez más a iluminar tenuemente su alrededor...

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07/02/2011, 16:40
Dorlam Selt

Con la caída del último goblin y la ausencia momentánea de más enemigos a los que batir, una calma repentina inundó el ambiente, una calma reconfortante y embriagadora en mitad de un silencio total, que aunque duró apenas unas segundos fue saboreado como si hubiera transcurrido al menos un par de horas. Luego los gritos de júbilo comenzaron a sonar, sobretodo de un desconcertado Dorlam que había visto las fauces de ese extraño perro quizá demasiado cerca de su cara. Dos gritos y algún improperio adicional soltado al aire consiguieron calmar la adrenalina que corría por las venas del mago y poco a poco todo volvió a la normalidad. Al parecer la incursión goblin había terminado; los que no habían muerto, abandonaban la ciudad con un mísero botín generalmente en forma de comida. Al parecer quitando los destrozos materiales poco daño adicional habían causado aquellas horrendas criaturas.

El mago dió las gracias efusivamente a Kaddok por su ayuda contra el animal no sin antes preocuparse por la salud de las damas, especialmente por la de Minvant que al parecer había sido la más perjudicada durante la refriega tanto inicialmente como en sus últimos compases. Pasados unos minutos y viendo que el ambiente volvía a la normalidad, bueno a una extraña y calmada normalidad, el mago se encaminó hacía el lugar donde había refugiado a los niños, preocupado por la suerte que podrían haber corrido.

Una vez comprobada la seguridad de los mismos, Dorlam buscó de nuevo a los miembros de aquel grupo improvisado de héroes, pues sin duda había que plantear y formularse preguntas acerca del origen y causas del ataque. Una vez más, por suerte, sus conjuros no habían causado la muerte de sus víctimas sino su incapacitación, dejando a los goblins aptos para un duro interrogatorio. Lástima que su comandante si que hubiera muerto en el combate... sin duda el habría tenido las respuestas a dichas preguntas.

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07/02/2011, 16:41
Laetitia Desnae

Parecía que todo iba viento en popa cuando Minvant y ella habían llegado (y es que tres goblins por los suelos y el jefe con una grave herida era un buen saldo a favor del grupo de defensores de Sandpoint), incluso después, cuando había tratado de infundir valor a los defensores y aldeanos para luchar contra los goblins (el shoantí de los lobos y Rictor se habían deshecho de otros dos goblins), pero todo se torció cuando el ayudante del sheriff consiguió colarse asombrosamente entre la linea de goblins y atacar a su jefe, ya que uno de los goblins le hirió de muerte dejándolo tendido en el suelo y MInvant corrió a ayudarle... corriendo su misma suerte a manos del comandante goblin, aunque no antes de conseguir sanar al shoantí.

Dando un grito al ver como aquel goblin hería de muerte a MInvant, Laetitia salió de detrás del carro que trataba de empujar con Dorlam y con una sacudida consiguió enrollar el látigo en el arma todavía empapada con la sangre de la sacerdotisa. Con un tirón consiguió arrancarla de las manos del jefe goblin dejándolo desarmado e indefenso frente a la patada de Kaddok que acabó con él sin darle tiempo a la bardo de advertirle que vivo sería una valiosa fuente de información. Dorlam, que tambien había dejado de empujar el carro cuando vio caer a la sacerdotisa, reunió las últimas pizcas de poder arcano que le quedaban para lanzar unas llamas sobre el perro-rata y su caido jinete, atrayendo su atención de forma que Kaddok pudo acabar con él de un golpe por la espalda. Mientras tanto, Rictor se lanzó a reanimar a Minvant (y por los resulrtados, parece que con buen resultado) y el goblin que quedaba, viendose solo, salió corriendo... hasta que el camarero del dragon oxidado le dio caza, acabando con él.

Sin la adrenalina corriendo por sus venas y el corazón recuperando su ritmo normal (sobre todo tras ver que todos estaban más o menos bien), la bardo notó el gran silencio que se había creado. - La calma tras la tempestad - se dijo. Los pocos goblins que quedaban huían por las puertas abiertas cargados de comida, dando más consistencia a la teoría del saqueo... pero que hubieran atacado desde dentro y abrieran las puertas no para entrar sino para salir, hacían sospechar de que había algo más detrás de ese ataque... ¿pero qué?

Pensando en esa preguntra, su mirada voló al jefe goblin, tendido en el suelo chamuscado por las llamas de Dorlam. Se acercó a él, y tras comprobar que estaba agonizante trató de estabilizarlo - Maldita sea, no te mueras todavía... necesitamos saber por qué atacasteis y sobre todo, quien os ayudó...

El crujido de las costillas del goblin bajo las manos de la bardo, que trataba de reanimarlo, y el borbotón de sangre que salió de su boca no auguraban nada bueno...

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07/02/2011, 16:41
Kaddok

El ayudante del sheriff se apresuró a correr hacia la puerta, consciente de que otros lo acompañaban, y cuando llegó la imágen del extraño can ultimando al perro del noble, que había demostrado ser mas noble que su dueño al dar la vida. No necesió la arenga del cobarde para levantar su ballesta, de hecho no había temrminado de hablar el petimetre cuando la saeta ya surcaba el aire para terminar hundiendose profundamente en la carne del capitán de los goblins.

Vió cómo se formaban los deformados guardias delante de su capitán, y por el rabillo del ojo cómo el alumno de Ilsoari los apuntaba con su vara, rociandolos con una luz multicolor que tiró a tres al suelo. Luego llegaron los golpes del sacerdote de la espada y del shoanti de la calavera, ambos segando la vida de dos más, abriendo una brecha que aprovecho con premura.

Escuchó el cántico inspirador de Laetitia en el momento en que daba una voltereta para evitar el ataque del guardia que seguía en pie, y se detuvo en el momentoo justo para evitar una dentellada y lanzar una patada al capitán, que lo esquivó sin problemas. Sin embargo había quedado mal posicionado y sintió como la cuchilla del otro enemigo lo atravesaba de lado a lado, sin poder sostenerse cayó al suelo. Mientras se le cerraban los ojos sintió una mano sobre el pecho, vió una cabellera rojiza y el dolor se detuvo, y fue consciente de que la mano en su pecho se aflojaba mientras la sacerdotisa caía con una mancha roja en el costado.

Cuando recuperó las fuerzas se incorporó como un resorte, cubriendo con sus piernas el cuerpo de la mujer caida. Con una ferocidad inusitada lanzó un golpe a la montura y la otra al jinete mientras su rodilla desviaba el filo que una vez lo había atravesado. Vió la llamarada surgir de los dedos del mago y envolver con el espacio justo al jinete en su montura, la cual, habiendo perdido a su amo, se giró para atacar al mago, dandole la espalda. No perdió la oportunidad y descargó el talón sobre la cadera del perro, quebrándola y haciendolo rodar con jinete muerto y todo.

El últiimo sobreviviente aprovechó para huir, pero se encontró con que sus piernas no podían superar el acero del ladrón que él había apresado. Y con la caida de este los envolvió el silencio, sin llantos, sin vitores, hasta que un grito quebró el hechizo y la rueda volvió a girar. El otro sacerdote ayudó a levantarse a la sacerdotisa, curada por el mismo tipo de magia que ella había utilizado para sanarlo. Él le sonrió, como pudo, y le dedicó una inclinación de cabeza - Gracias por salvarme la vida, pero la próxima ves piensa antes de hacerlo, estarías muerta si él - dijo señalando a Rictor - no te salva de la misma forma que tu lo hiciste conmigo. - le señaló el costado de su túnica, donde un tajo de bordes serrados y empapado en sangre mostraba la piel sana despues de la intervención del sacerdote.

La sacerdotisa parecía confusa, se mantenía en pie con la ayuda de Rictor, aún estaba aturdida. Se llevó la mano a la herida y apretó, componiendo una mueca de dolor. - No me di cuenta... - respondió con un rubor en las mejillas, tomándose las palabras del ayudante del sheriff como una reprimenda por sus acciones. - Tenía el conjuro preparado por si algo así llegaba a ocurrir y no pensé que podrían herirme... - se frotó los ojos, cansada, temblando ligeramente.

- Gracias nuevamente, ahora descansa, debo ir a ver si el Sheriff me necesita en otro lado. - miró al sacerdote - Tu cuidala. - Su voz, como siempre, había parecido un gruñido, y sin perder tiempo, mientras recargaba su ballesta y despreciando su propio dolor, partió para buscar al Sheriff.

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07/02/2011, 16:42
Rictor Lasanti

Las puertas estaban abiertas de par en par, lo que provocaba que calquiera de aquellos homínidos malintencionados pudiera campar a sus anchas por allí, como sin duda ocurría. Tenían que poner freno a aquello, para eso estaban. Resultaba curioso: una artista, un mágico, un siervo de los dioses y dos de esos paganos y descreídos shoantíes unidos codo con codo formando un equipo. Parecían una auténtica cuadrilla de aventureros, como las que trovaban los bardos y aparecían en los libros, y sobre las que las madres cuchichean a sus maridos cuando creen que los pequeñuelos no escuchan. ¿Era aquello lo que eran? parecía tan... natural, tan predestinado. Tal vez fuera la voluntad de Iomedae. O tal vez no lo fuera, en cuyo caso el futuro se lo demostraría de una forma u otra. Ahora, no había sino creer y actuar.

-¡Vosotros! ¡Por favor, parecéis fuertes!

Rictyor hizo girar la espada en su mano, situándose delante del noble (pues eso parecía) de forma que los goblins perdieran el interés en él y se concentraran en el iomedita, y encarándose hacia aquella nueva amenaza que se les venía encima, en forma de perros adiestrados. Bueno, un equivalente para estas cosas. Diosa, que bichos más feos. Pero seguro que su mordedura es igual que perjudicial que la de un perro de presa, si no más. Convenía aguzar el ojo y no perder detalle de la situación, pues ya habían mostrado ser unos ávidos oportunistas.

-No se preocupe, señor. Estas cosas no pasarán si de nosotros depende...

Aquel hombre se lanzó al combate, enardecido por el discurso de Laetitia, que había enardecido los corazones de los ya presentes. Salió muy malparado, hasta el puntro de que en muy poco tiempo expiraría si no ponía de su parte en ayudarle. Se dirigía hasta allí, y a punto estuvo de perecer bajo la aviesa embestida de un goblin. Un par de añagazas después, hundió el sable en el pecho del gobo, muy a su salvo, que no había sufrido ningún daño. Hubiera continuado con otro de sus deleznables hermanos, pero su labor era necesaria en otro aspecto... pudo ver cómo Minvant, la hija de Desna, era herida de gravedad, y auxiliada por el ayudante del sheriff. Rictor, al percatarse de la gravedad de la situación, corrió hasta allí. Se arrodilló frente a ella y, uniendo sus manos una sobre otra, comenzó a a oprimir sobre su estómago, tratando de insuflarle el ánima vital.

-¡No! ¡No desfallezcáis! Sagrada Iomedae, ¡suplico tu intervención! -dijo, tratando de contenerse, en un estado de excitación.

La tenue pero intensa luz azulada dio respuesta de la conformidad de ésta, y Rictor besó la Cruz de la Empuñadura, el símbolo de su religión, antes de ayudar a Minvant a levantarse. Ahora estaba mucho mejor que él, pero el período de aclimatación podía ser difícil de sobrellevar, y estar un tanto desorientada. Además, el ayudante del sheriff así lo había ordenado, y por aquellos lugares y en aquel momento era lo más parecido a una figura de autoridad que tenían, así que más le valía acatar lo que decía. Para Minvant, no obstante, no fue muy difícil darse cuenta de que el clérigo de Iomedae, por muchio que tratara de ayudarla, estaba mucho peor que ella... por un momento se paró, apretó los dientes y se apoyó sobre su espada. Se puso la mano sobre el pecho y cerró los ojos, concentrándose... pero entonces paró. Bajó la cabeza, como si estuviera abochornado por algo, y comenzó a andar hasta donde se encontraban los demás, tratando de disimular y componiendo en su rostro una expresión satisfecha. No era el mejor mentiroso del mundo, eso sí. Tarde o temprano alguien se daría cuenta de que había sido herido, y severamente. Por su parte, él no pretendía ni chistar. Apretaba los dientes, callaba, sufría y punto. Ya se curaría cuando se cerciorara de que nadie necesitaba el servicio con mayor urgencia. ¡El noble! ¡Claro! ¿Estaría herido?

-¿Se encuentra bien, señor?

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07/02/2011, 16:42
Shawn

Los goblins iban cayendo por montones, aquellos hombres con los que se encontraba Shawn eran realmente fuertes y hacer un grupo con ellos les llevaría a defender la ciudad ante esa escoria que se hallaba allí dentro.

Shawn siguió al resto del grupo hacia la Puerta Norte pues al parecer allí se encontraba el foco más conflictivo de la intromisión de los goblins en Sandpoint, cuando llegaron allí unos cuantos seres verdes se encontraban animando a lo que parecía su capitán, otro de esos goblins que se encontraba encima de lo que se podría denominar perro de monta goblin y que estaban atacando a un perro indefenso que se hallaba delante suya.

Ahora era el momento de conseguir hacer algo con la ballesta, su enemigo no se enteraría del ataque hasta que le hubiese impactado por lo que el pícaro cargó su ballesta y disparó su virote buscando el cuerpo del goblin sin embargo la suerte no estaba de su lado y el proyectil pasó rozando al capitán de aquel grupo.

Shawn se lamentaba por su mala puntería pero si algo le caracterizaba era su capacidad de adaptarse al combate por lo que sacó su estoque para combatir cuerpo a cuerpo con aquellos seres verdosos y mezquinos que no tenían piedad por la vida ajena.

El estoque era el arma predilecta del pícaro pues era ligero y a la vez letal, el primer ataque al goblin fue fallido pues éste parecía también bastante curtido en el arte de la guerra o por lo menos en la defensa de los ataques aunque Shawn siguió insistiendo. Aquel combate no lo debía perder pues de su victoria también contaba el que el pueblo y su misión siguiesen intactos.

El segundo ataque fue un poco más preciso y el estoque pasó rozando el brazo del goblin sin embargo aquel ataque volvió a fallar, cosa que comenzaba a cansar al hombre que levantó otra vez el arma, sin embargo ese estoque no lo pudo dar pues el goblin había muerto y uno de sus compañeros desincrustaba su sable de la espalda del mismo.

Shawn había perdido la oportunidad de matar a aquel ser, en este combate no había eliminado a ningún goblin y eso lo dejaba bastante irritado, el combate estaba finalizando y los enemigos derrotados pero uno de ellos se intentaba escapar pasando cerca del pícaro por lo que Shawn soltó su estoque atravesando a la bestia desde la espalda hasta el pecho y sintiendo como se convulsionaba antes de perder la vida ante tal impacto.

Tras eso el pícaro se sintió satisfecho pero lejos de buscar algún otro enemigo se agachó delante de su última victima para registrarla en busca de algún objeto valioso y hacer lo mismo con el resto de enemigos que se encontrase y que no tuviesen vigilancia o no estuviesen siendo ya registrados por otros aldeanos.