Partida Rol por web

Abajo es esperan vuestras comitivas, llenas de curiosidad y expectación. No han oído nada, sólo algún grito y alguna palabra llevada por el viento, pero nada más. Los acompañantes del druida también están aquí.

Me acerco a Vaulo y me hago aparte con él para que nadie nos oiga

- ¿ Tienes alguna noticia de que algún emisario de Anodiräs haya solicitado audiencia en Abatis? Esa maldita elfa ha intentado poner a Abatis en evidencia delante del Cónclave diciendo que se le negaron oídos a una propuesta de diálogo. Yo he negado tener conocimiento de ello, por supuesto, pero necesitaría saber si es verdad.

Alantar coge al Capitán Vaulo por el brazo y se lo lleva a un lado para hablar acaloradamente con él.

- ¿Qué ha ocurrido ahí? No sé de que me hablas, Alantar. ¡Cálmate! Ya sabes que las relaciones con Anodiräs siempre han sido... complicadas. ¡Tu hermana siempre se ha negado a tratar con aquellos que rechazan la Luz de Pelor! Y el Barón nunca deja clara su postura... ¡sólo hay que ver a esa Tenebrïs!

Descendí con los representantes de ambos reinos. De hecho, estaba dispuesta a entablar un diálogo sosegado con ellos cuando descubrí, con asombro, la reacción del Altísimo Consejero Alantar.

—Me temo que nuestras palabras han enervado los nervios de nuestro compañero —dije, sorprendida—. En fin... por lo menos nosotros entendemos cuál es el verdadero enemigo.

Sonreí amistosamente y le miré al rostro.

—Me congratula haberle conocido, Vitûr Ruper Aedo; pues pese a cualquier posible diferencia política, veo en usted una persona muy capaz. El reino de Anelûk ha obrado acertadamente en mandarle a usted como representante de su Palabra.

Hice una pequeña pausa antes de proseguir...

—Por favor, cuando el Cónclave termine, y a su regreso a Anelûk, hágale llegar mi saludo, y el saludo de todos mis familiares, al excelentísimo Maestro Rûniko Thaûberin Firjammer. Muéstrele mi más ferviente deseo de conocerle pronto.

Hago una pequeña parada rápida, para sacar el constructo araña y controlarlo, para decirle que vaya e intente escuchar. 

Mientras bajo por las escaleras, me aparto un momento, como mirando durante unos instantes hacia arriba con una sonrisa melancólica, visto el momento de enfado de Opilaf, que había sido bastante justo por otro lado. Luego de ese instante, todavía con esa sonrisa como de quien tiene recuerdos del pasado, bajé y dije: 

- El sabio y anciano Opilaf, todo un genio... con genio. Confío en él. - Expresé, sencillamente, mientras alcanzaba al resto. 

Luego observé como Alantar Reginloc se separaba hacia su capitán, y lo miré con curiosidad, no exenta la misma de algo diferente en la mirada. De pronto parecía muy enfadado, y sencillamente, mejor dejarlo ir. No tenía intención de hablar así con él. Sin embargo, la Tenebris me saludó con amabilidad, a lo que respondí:

- Tenebris Anwië Diherôth, es un placer escucharla, y poder presentarnos ahora. La verdad, el Kaos es nuestro enemigo, pero comprenderá que todos tenemos un deber para con nuestro pueblo, y el no poder examinar el artefacto no me deja tranquilo, los enanos pueden entender muchas cosas, y me gustaría que sus ojos pudieran verlo. Eso permitiría que, fuera para quien fuera el control del artefacto, lo conociera mejor. - Hice una parada para asentir y sonreir. Le agradecía esa cercanía. - Saludaré, claro, al Gran Maestro, de su parte. Yo no he tenido ocasión de conocer en persona al Barón, pero puede presentarle mis respetos. - Luego me giré, y vi al Thömtûin Aûrjammer, esperándome, y con ceremonia, interrumpí a la tenebris, diciéndole:. -Me disculpará un momento, para que presente mis respetos al Maestro enano que me acompaña.  

Así pues, le saludé: 

- Jalû, Aûrjammer. Þú ert mjög vitur, Aûrjammer. Orðin sem þú sagðir áðûr en þú fórst ûpp hafa verið spámannleg. Álfarnir hafa þegar skoðað gripinn og á sama tíma láta þeir okkur ekki skoða hann. Við erûm í augljósum ókosti við þá, sem þekkja gripinn af eigin raûn, og höfûm lagt til að enginn annar skoði hann nema drûidinn Opilaf, sem ég treysti, en mér hefûr ekki tekist að fá dverg eða sjálfan mig til að sjá gripinn. Á hinn bóginn hefur sendiherra Abatis ekki sagt mikið, en hún, Tenebris, hefûr verið stolt og mjög örugg með afstöðu sína og næstûm því sagt að við viljûm ekki berjast gegn Kaos. Þeir leika sér með merkt spil, slæmû. -Mi voz no se alteraba en ningún momento, aunque por momentos dudaba en algunas palabras, el lenguaje de los enanos era complejo, y algunas entonaciones tenían que ser muy cuidadas. 

Luego, me volví de nuevo hacia la Tenebris: 
- ¿Continuamos? Lamento haber tenido que hablar en khazak, los enanos lo agradecen siempre. Le he resumido rápidamente la actitud del enviado de Abatis. 

De conocerle y cobrarme mi venganza por no acudir al auxilio del reino de mi familia.

Cuando toda esta patraña termine, cuando adquiera el artefacto y recupere el reino que me pertenece... entonces, oh, Ilustre Maestro Comepiedras, entonces nos conoceremos y te haré pagar por las injurias, por la negligencia del deber, y por la sangre de mi linaje que pudo haber evitado ser derramada sin tan sólo hubiera acudido en nuestra ayuda...

Pronto nos conoceremos en persona...

Asentí mi cabeza con solemnidad cuando mencionó al Barón.

—Le haré llegar su saludo —contesté.

Tras ello, resté importancia a su disculpa por hablar en el idioma de los enanos con una sonrisa.

—No debe disculparse por ello —añadí, una vez retomó la conversación—. Y entiendo su intranquilidad respecto a no poder examinar el artefacto. Le puedo asegurar que, en otras circunstancias, no sería tan recelosa respecto a la seguridad de dicha reliquia. Pero... debemos extremar en precauciones; pues, como bien sabrá, no son tiempos fáciles y la seguridad del continente entero pende de un hilo... Si el artefacto cae en las manos equivocadas, el riesgo a pagar podría ser desproporcionado e irremediable...

Hice una pausa, sin duda era un tema que me tenía preocupada, pero traté de sonreír...

—Por favor, hablemos de otros temas menos funestos —añadí—. Cuénteme, ¿cómo llegó a ser Vitûr del Reino de Anelûk? Estoy segura de que debió ser una proeza, y todo un logro del que debe sentirse especialmente orgulloso. Por favor, compártalo conmigo.

Sonreí, agradecido de que se mostrara tan comprensiva con el pequeño momento de dejar de lado la conversación por hablar con el Aûrjammer. Visto lo que comentaba, zanjé el tema del artefacto, de momento, con un par de comentarios: 

- Esa importancia que tiene es justo la que me llama para pedir verlo. Estoy seguro de unos ojos diferentes podrían ver cosas diferentes, y espero que demostremos que no somos las manos equivocadas. - expresé, mostrando mis propias manos libres. - De todos modos, dejemos eso, Opilaf dirá, y no vale de nada estar complicándose la cabeza con pensamientos que no podemos solucionar. - Sonreí ante la pregunta de mi vida personal. Era una historia que me gustaba contar, la verdad, y me sentí halagado al oirla. 

- En realidad, es una serie de casualidades, aunque no dejo de tener cierto mérito. Recién salido de mi lugar natal, acompañé a un querido amigo, y luego separamos nuestros caminos. Yo deseaba ser bardo, como mis padres. Y en esa ocupación, fui a Abatis y a Arbelûk. Me interesó tanto el Khazak, la lengua enana, que aprendí ciertas epopeyas, y los rudimentos de la lengua. Por mi carácter, los enanos se fijaron en mi para hablar con gentes de Abatis primero como simple enlace, y luego, pues ya ve, como verdadero Vitûr. Sabrá que es un gran honor, es ser parte de la sociedad enana, sin serlo. - Sonreí, tocando de nuevo mi insignia de Vitûr, hermosa joya. - Me gustaría saber cómo es la vida de Anodiräs, su vida, sus fiestas, sus funciones allí. Alguna vez desearía cantar o recitar con mi bastón en ese reino. 

- Tranquilo Vaulo, no estoy enfadado- digo bajando el tono y sonriendo , ya que me temo que mi aliado haya malinterpretado mis palabras. Procuro el el resto de enviados vean mi rostro sereno y sonriente, como si todo estuviera saliendo bien... porque tengo algo que puede jugar muy a mi favor en mis pretensiones- Esa elfa estirada puede habernos puesto la cabeza de mi hermana en bandeja sin saberlo. La obstinación de la Marquesa ha estado a punto de provocar una crisis diplomática que podría haber borrado de un plumazo nuestras posibilidades de lograr el artefacto para Abatis... de no estar yo aquí- digo agrandando mi sonrisa. - Aunque aún hay que conseguir los votos para que le artefacto sea legítimamente nuestro. Y digo legítimamente... - me acerco para hablar a Vaulo al oído- porque tengo la sensación de que Anodiräs no tiene ninguna intención de entregarlo. Estoy convencido de que el destino final del artefacto lo decidirán las armas.

Dicho esto vuelvo con el resto del grupo

- Les ruego me disculpen- digo en tono humilde- Había prometido a mi capitán que le pondría al tanto en cuanto bajara del Túmulo. Y soy un hombre de palabra- digo con tono solemne- ¿Algún tema que quieran tratar?

Miro de reojo al Túmulo, viendo que las Elegidas se han quedado arriba con Opilaf

La cara del Maestro Thömtûin Aûrjammer tras las palabras del Vitûr no deja lugar a dudas. Su enfado y su cólera sólo son contenidas gracias a su edad, su sabiduría, y por ser consciente del sagrado lugar que pisa. Sin embargo la injuriosa mirada que dedica a la Tenebrïs podría hacer estallar en mil pedazos hasta a la piedra más dura:

- ¡Jelûtir vibjóslejir spíraraðir thillgrej jilseitendûr!

- ¡Malditos y asquerosos orejas picudas comehierbas!

Desde aquí podéis ver el Altar y las tres figuras que allí han quedado. Las Elegidas de Beory y el Druida Maestro de Ceremonias siguen hablando. La Sacerdotisa ha sacado algo de entre los pliegues de su falda, algo pequeño que cabe en la palma de su mano y que irradia una agradable luz verdosa.

Escuché atentamente las palabras del Vitûr. Sin lugar a dudas, era una historia brillante que sólo podía denotar las habilidades y el carisma que aquel humano poseía. De otra manera, los enanos no le hubieran elegido para representar a su pueblo.

Sin embargo, cuando iba a contestarle, su acompañante exclamó algunas palabras en idioma enano y clavó en mi su mirada... una mirada dura como el diamante y cargada de odio. La sonrisa amable que hasta entonces había permanecido en mi rostro mientras escuchaba al Vitûr desapareció por completo.

Heimdallr, consciente de la tensión que se había generado en tan sólo unos segundos, dio un paso al frente, dispuesta a defenderme. Sin embargo, frené su avance con un gesto de mano.

—Cuïd städ aïr , Heimdallr.

Mi voz sonaba calmada, pero claramente denotaba que se trataba de una orden que no admitía desobediencia. Heimdallr, como no podía ser de otra forma cesó su avance, sin embargo se colocó a mi lado...

Finalmente, volví a mirar al Vitûr, ignorando la afilada mirada del enano.

—Ha sido una historia apasionante —le dije, volviendo a sonreír—. Debe saber que siempre será bienvenido en Anodiräs, pues es un pueblo que recibe con los brazos abiertos a aquellos que desean visitarlo de forma pacífica.

No estaba segura de qué había podido ocasionar aquella reacción en el enano, pero... empezaba a pensar de que el Vitûr no había sido del todo honesto respecto a la razón por la que había hablado en el idioma enano...

—Detente, Heimdallr.