Partida Rol por web

Orbis 5: Ramelok [DM05/21]

01 El desierto negro

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26/04/2021, 09:51
Ramelok

El desierto negro

Tras dos días de avance hacia el sur por la antigua Ruta Imperial, habéis pasado vuestra última noche sobre civilizadas camas en la posada del Paso de Ejuäk. Aunque no estaban a la altura de vuestra alta posición, habéis disfrutado de las mejores habitaciones y atenciones en docenas de kilómetros a la redonda. Habéis descansado y comido suficiente, y mientras los sirvientes preparaban vuestro equipaje y ensillaban los caballos, vigilados y apremiados por las guerreras, la exploradora Vilnës se ha presentado después de haber pasado la noche oteando el horizonte. No ha detectado nada sospechoso en las próximas horas de trayecto; así que si todo va según lo planeado llegaréis a la atalaya antes de mediodía.

La próxima aldea siguiendo esta ruta es Rembasäk, perteneciente ya a Agalam, las tierras de vuestra señora la Duquesa Fersaës, a quien el Barón Zeläj debe eterna lealtad. Sin embargo no seguís la ruta hasta allí, pues a medio camino os desviáis al este para adentraros en el desierto y alcanzar, dentro de unas horas, vuestro primer objetivo, la Atalaya de Sojäk.

Habéis dejado atrás los prados y los bosques, y el cielo se va cubriendo paulatinamente de nubes oscuras que difícilmente dejan pasar la luz del sol. A pesar de estas nubes y de las lejanas tormentas, la aridez del entorno es fuerte. Es un desierto a veces rocoso, a veces arenoso, humeante, ardiente, activo. Como si bajo él mil volcanes esperasen su momento para despertar. Las rocas tienen formas extrañas, retorcidas, empujadas desde el subsuelo por una fuerza sobrenatural, lenta y constante. A veces encontráis ruinas de tiempos antiguos parcialmente sepultadas, a veces cuerpos carbonizados, atrapados por los pozos de lava o asfixiados por las emanaciones tóxicas que se filtran por las grietas del negro suelo.

El sendero hasta Sojäk serpentea por estos siniestros parajes sorteando los peligros. Vilnës va en cabeza, tanteando el terreno y decidiendo el paso más seguro. La siguen la semiorca Kronaz junto a Heimdallr. Después vosotros. Luego los temerosos esclavos, guiando la carreta torpemente. Y por último, cerrando el grupo, la bárbara Hoari Etoru.

Notas de juego

Empezamos.

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26/04/2021, 10:39
Director

Notas de juego

Acompañando a tu post haz la tirada de hoy por Nekrotikäs.

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26/04/2021, 10:47
Ramelok

Tu percepción se va distorsionando poco a poco al entrar en el desierto. Notas el calor, la aridez, la ausencia de vida. Pocos son los estímulos que tus sentidos perciben aparte de estos, y entiendes que la devastación se extienden hasta el horizonte.

Notas de juego

Adquieres:

Acompañando a tu post, haz una tirada de MM.

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26/04/2021, 11:23
Nevalar Veldrax
Sólo para el director
- Tiradas (1)
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26/04/2021, 11:50
Director

Notas de juego

La tirada era para hacerla acompañando a tu primer post. Puedes escribir tu post independientemente de la tirada.

Empezamos bien, recibes:

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26/04/2021, 11:10
Lord Sil

Una extraña sensación me embarga cuando percibo la acidez del aire y el paisaje adquiere un velo de ceniza que cubre el horizonte con presagios de tormentas. Las dunas negras me saludan con el suave crujir de la arena bajo mis botas. Este lado del mundo parece un tumor, uno que ha decidido revelarse corrompiendo la misma tierra, ennegreciéndola, sembrándola de afilada roca y abotargándose de un modo infecto, como si estuviese a punto de abrirse en una herida sanguinolenta en la epidermis del terreno. Con la sensible diferencia de que no será sangre lo que brote de las entrañas de esta tierra cuando el suelo se abra bajo nuestros pies...

Sí, una extraña sensación me embarga... ¿Añoranza tal vez? No. Añoranza se experimenta ante el recuerdo de lo que una vez se tuvo. Y Ramelok no me dio nada entonces. En cambio, yo sí fui generoso. Ofrecí mi sangre al desierto. En dramáticas cantidades, debo añadir. Las suficientes como para considerarlo ahora un pariente. Uno distante, frío y traicionero. Y sin embargo... La familia debe permanecer unida.

Un sensación me embarga, así es, mas ignoro cuál es. Soy incapaz de definirla. No es la primera vez que me pasa. Cuestiono que pueda experimentar sensaciones vívidas. Cuestiono, de hecho, que pueda sentir algún tipo de placer o remordimiento nunca más. O quizás un vestigio de sentimiento lejano. Sombras de lo que recuerdo eran estímulos poderosos que agitaban mi ser. Y todos esos sentimientos... Se han ido. Temo que para siempre. Y he aprendido a aceptarlo. Es una de las secuelas. Solo una de ellas. En este desierto no solamente he sangrado... También he experimentado una suerte de transformación. No de una forma completa, pero sí lo suficientemente profunda como para evidenciar sus... manifestaciones.

No es una sensación lo que me embarga. Ahora lo comprendo. Es la fantasmal aura de un rumor, gestándose en el límite de mi umbral perceptivo. Un siseo insidioso. Al Tercer Ojo le sigue la Segunda Voz.

Mi mente ha construido un detallado reflejo en el interior de esta maltrecha carcasa. Uno sólido y eficaz. Sé lo que debo seguir siendo para no desintegrarme. Conservo una idea, una bastante aproximada de quién era. Una idea etérea con la que no siento empatía ninguna, pero es algo, al fin y al cabo. Mas, ante todo, tengo una idea exacta de lo que hago aquí. Con el tiempo, he comprendido que el presente vaga a la deriva entre dos sombras: un pasado estéril cuyo recuerdo se vuelve cada día más borroso, y un futuro incierto, ahora anegado entre nubes de tormenta, a salvo de una certeza que se asienta en mi interior a cada paso que doy, tallada por un cincel invisible sobre mi alma inmortal.

He vuelto.

He vuelto a esta tierra maldita en la que vi morir a tantos y en la que me erigí en único superviviente.

He vuelto con cicatrices que demuestran que mi sed no encuentra satisfacción.

He vuelto, pero ahora no tengo miedo.

He vuelto. Y esta vez, soy digno.

Soy el Rostro de Plata.

Y esta vez, Ramelok sangrará para mí.

Notas de juego

Pequeña y abyecta errata eliminada. No releáis.

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26/04/2021, 12:54
Nevalar Veldrax

Mi caballo, uno de capa blanca y negra que elegí personalmente de los establos del Barón, trota siguiendo al resto de la comitiva con la cabeza gacha mientras el aire, seco y árido de Ramelok arrastra arena negra que se le enreda en la crin y agita también mis cabellos negros. No parece haber ni una maldita brizna de hierba de aquí hasta donde alcanza la vista, solo humo y esas abyectas formaciones rocosas que surgen del interior de la tierra como manos infernales que intentan atrapar la arena entre sus dedos. Unos dedos negros y retorcidos.

El Adanäs. Estas tierras despiertan en mí recuerdos dormidos.

El servicio de la posada de Ejuäk, aunque civilizado, fue bastante desilusionante, muy por debajo de lo que esperaba y de la importancia de nuestra comitiva. No tuve más remedio que dejarles una reclamación para que sepan que deben estar a la altura de nuestro rango la próxima vez que volvamos. No puedo evitar esbozar una pequeña sonrisa en mi élfico rostro al recordar la cara de horror del desdichado. Por desgracia nadie sabrá nunca que pasó.

Siento el dedo índice adormecido, un dolor fantasma, como cuando se te duerme un miembro. Aferro las riendas con más fuerza para intentar notarlo: es una sensación inquietante y molesta, pero extrañamente reconfortante: el poder siempre viene con un precio. Sé que debajo del guante que lo cubre, mi mano ha empezado a ponerse negra por ese mismo dedo. Negra como esos dedos afilados que surgen como espadas de la tierra.

Heimdallr no ha dicho ni una sola palabra durante todo el trayecto. Su aspecto es tosco y brutal y parece no hacer nada sin la aprobación de la tenebrïs.

Avivo un poco el paso del caballo para ponerme a la altura del Lord Investigador, que parece ensimismado en sus propios pensamientos. Recuerdo con precisión las palabras del Barón sobre su misteriosa y figura: estoy seguro de que el Rostro de Plata oculta muchos secretos, secretos poderosos que pueden ayudarme en mis objetivos. Estoy deseoso de aprender tanto de él como pueda.

Estáis muy silencioso esta mañana. ¿No hay ninguna perla de sabiduría para vuestro lonialäl?

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26/04/2021, 21:50
Anwië Diherôth

No necesitaba verlo con mis propios ojos para saber que habíamos llegado al desierto...

El tórrido aire, el terreno accidentado, la soledad que transmitía en su inmenso horizonte vacío,... Otrora repleto de vida, el desierto de Ramelok se presentaba ante nosotros como un lugar corrupto y devastado por la oscuridad, cuyas negras arenas cubierta de cuerpos carbonizados presagiaban el probable destino de aquéllos que osaban poner un pie en ellas.

No pude evitar reprimir una media sonrisa cargada de ironía.

Aquella misión nada tenía que ver respecto de la que había regresado semanas antes. Üldatar se había presentado como un lugar seguro, y sin embargo había resultado ser terreno de confabulaciones y traiciones. Sin embargo, Ramelok, en toda su esencia... se presentaba como una amenaza de la que era improbable escapar...

Y, sin embargo, prefería la oscuridad de Ramelok a la falsa seguridad de Üldatar...

Casi al mismo tiempo que pensaba en aquello, alcé la palma de mi mano, y noté como el viento depositaba delicadamente en ella granitos de arena negra... Con la misma suavidad que el viento había demostrado tener, mi rostro descendió como si quisiera vislumbrar cada uno de ellos... sin embargo, no tenía ojos para ver.

No los necesitaba...

—Bidh nä cuïrp agäd bläth, gün ghluasäd änn cistë lüaithrë~

Mi voz entonó una suave melodía que había escuchado durante mi infancia, al tiempo que dejaba caer la arena de vuelta al suelo del desierto... Era una melodía sencilla, lúgubre y patética; mas una elegía para aquéllos que yacían en tan funesto lugar...

Sin embargo, tras aquel pequeño verso, cesé... El tono dulce de la voz de Nevalar había llegado a mi oído, en su conversación con Lord Sil. Aquel joven era impaciente e inquieto... aunque deseoso de aprender. No sabía qué pretendía el Barón trayéndolo a un lugar como éste... Sus razones tendría... Sin embargo, sentía curiosidad por comprobar su valor.

Notas de juego

Traducción: Tu cuerpo permanecerá cálido, inmovilizado en un ataud de cenizas...
 

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27/04/2021, 00:12
Ramelok

Al centrar tu atención sobre Nevalar, intensificando tus otros sentidos, notas que el joven hechicero alberga corrupción. El gesto de su mano está estrechamente relacionado con ello.

- Tiradas (2)

Notas de juego

He hecho yo la tirada.

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27/04/2021, 09:17
Lord Sil

Tardo en escuchar a mi aprendiz dirigirse a mí, sumido como estoy en mis pensamientos. Cuando lo hago, giro lentamente la cabeza y le dedico una mirada distante. La única que me queda.

Nevalar Veldrax es mi lodianäl. Mi aprendiz. Mi pupilo. No es el primero que he tenido, pero es justo decir que es único en su especie. Y a diferencia de los muchos discípulos que he tenido en vida, -casi todos ellos aristócratas sedientos de conocimiento pero carentes de resolución-, Nevalar es, con mucho, el más fascinante. Sus facciones y complexión hacen de él paradigma de nuestra raza, con todas sus virtudes y defectos. Atesora talento y derrocha vanidad. Su mirada es altiva y sus ojos albergan ambición. El mismo fuego que arde en su interior podría ser el motivo de su meteórico ascenso… o de su súbita obliteración.

Nuestra relación es… atípica.

Es muy frecuente entre los de nuestra raza que el maestro torture, menosprecie y humille en público y de mil formas diferentes al discípulo. Es un ejercicio de dominio-sumisión física y mental. Las hembras de mi raza encuentran esta práctica sumamente… estimulante. Sean maestras o, especialmente, discípulas. Los varones, sin embargo, lo emplean como una válvula de escape para su enfermiza creatividad y los discípulos acostumbran a desarrollar un odio interior que hace de ellos singulares déspotas en la vida adulta. Toda una cultura de erotismo en torno al poder.

Con todo, yo prefiero otra… aproximación.

Como maestro, mi función –y mi deleite personal- consiste en templar el fuego que late en el interior de Nevalar, afilar su ingenio y, quizás la tarea más ardua, desvelar su propósito. Porque aunque él me rehúya en este sentido, sé que tiene uno.

Todo el mundo, sin excepción, tiene un propósito. Mas hallarlo, a veces, no es una tarea sencilla. Especialmente para uno mismo. Por ejemplo: un cuchillo es concebido para cortar. Tal es su única función. Sencilla. Esencial. Mis congéneres, en cambio, nacemos con una única convicción clara: liderar la cadena trófica. Nacemos para reinar, para conquistar, para ser temidos… y venerados. Nacemos para poseer lo que nos corresponde por derecho propio. No necesitamos que la vida nos provea. Nosotros la tomamos a la fuerza. Y lo disfrutamos así. Nuestra sangre pulsa en nuestras sienes con un único dictado: somos superiores, estamos destinados a serlo, y por tanto, debemos alzarnos por encima del resto, seres inferiores, aplastándoles en nuestro ascenso, si es necesario.

Sin embargo, y por definición, un reino solo admite un único Rey.

Hace largo tiempo que mis congéneres viven enterrando en sus fríos corazones su frustración ante la pérdida de Adarnaj, nuestro aciago reino. Hace largo tiempo que reprimen un impulso tan primario y visceral como el odio en pos de la supervivencia. Ahora somos una parodia de lo que una vez fuimos. Vivimos de prestado en uno de los Orbis que esconden al mundo nuestra cobarde existencia. Somos habitantes de un rescoldo en un mundo en llamas. Un Príncipe, muy superior en poder, nos enseñó una valiosa lección que nos costará olvidar toda una vida... Incluso el animal más temible encuentra en la naturaleza a su propio depredador.

Y nosotros, los elfos, vivimos largos siglos.

Mi discípulo ilumina en mí el último halo de… camaradería, que me queda. Es, en todo caso, un pequeño, infinitesimal, jirón de piedad y empatía. Las runas de plata que marcan su rostro envían un mensaje al mundo: “Pertenezco al Archibrujo”. Es, para su pesar, una espada de doble filo sobre su cuello. Significa que nadie, absolutamente nadie, puede tocarle una fibra de su negro y lacio cabello. Y significa también que mi discípulo es, en realidad, una propiedad. Y su propietario no destaca por conocer la misericordia.

En su momento, advertí al Barón sobre la prudencia de marcar como ganado a uno de mis congéneres. No lo hice sin motivo. Nevalar no es un elfo oscuro normal. Está ungido por un don. Uno cuyos misterios aún están por revelarse. Otros, en mi lugar, habrían guardado sepulcral silencio temiendo la ira del Barón. Pero yo no. Quizás porque el Barón conoce mi posición desde largo tiempo ha. Aun así, el Barón es un hombre que ha aprendido con sangre que debe marcar su territorio. Le entiendo. Prefiere grabar con el argénteo metal su apuesta. Quiere sellar en plata a su nuevo adalid.

Así sea.

-Reflexionaba…-, replico al fin, controlando mi cavernosa voz y fijando mi vista en el cielo mortecino. Tolero la insolencia de mi lonialär con el mismo estoicismo que la aridez del terreno.

 –Sé que has leído con aparente atención el libro de heráldica que te encomendé leer-. Toso levemente, un indicativo de que que no ha leído el libro. Mi tos es una de las más suaves caricias que me dejó como recordatorio mi anterior estancia en Ramelok, ahora erigida en un símbolo característico de mi ser.

Conozco bien a mi discípulo. A veces prefiere enfrentarse a mí desde la ignorancia, anhelando comprobar su talento innato frente a mis conocimientos. No le culpo. Va en su naturaleza depredadora e imperfecta. Pero en el día de hoy, deseo enseñarle una valiosa lección que le hará entender por qué no gozamos del favor entre las otras razas en los Orbis. Y por qué debe sentirse orgulloso de ello.

Es hora de comprobar tu capacidad analítica, lonialäl. ¿Qué te sugiere… el emblema de Anodiräs?-.

Al tiempo en que lanzo el interrogante, el eco de una sutil melodía, acaso el canto de una sirena, llega a mis oídos desde la vanguardia. Tardo un breve instante en comprender que la voz que resonaba en el aire es la de mi Tenebrïs.

Por segunda vez en el día, me embarga una sensación que ya no sé describir.

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27/04/2021, 11:01
Nevalar Veldrax

El viejo Investigador sale de sus reflexiones y su voz oscura y lúgubre resuena en el desierto. Es un aliado formidable, y admiro la oscura presencia que ha sabido forjarse, pero no concuerdo en todo con su forma de hacer las cosas. Sé que le molestan mis descaros, pero no me importa demasiado. Noto su anhelo por las viejas costumbres, y el sabor agridulce del dolor. Está anclado en el pasado. Su pasado. Cree demasiado en las viejas costumbres de nuestro pueblo, las mismas que lo llevaron al desastre. El futuro, si es algo, es nuevo.

Cree que no he leído su libro. Y se equivoca. Lo he devorado de forma despiadada pese a lo increíblemente tediosos y soporíferos que me resultan este tipo de estudios. Lo he devorado intentando encontrar una señal, un símbolo, una mención. No encuentro demasiado de lo que estoy buscando en este tipo de libros. Aun así, no pierdo la esperanza: estoy seguro de que, tarde o temprano, encontraré una pieza más de información.

─La heráldica es una ciencia apasionante, mi Lord, pero increíblemente aburrida. Dudo de su utilidad para recuperar Adarnaj.

Su tos suele ponerme los pelos de punta. He visto a mineros enanos con los pulmones más sanos que los suyos, y la silicosis no es cosa de broma. El misterio del pasado de Lord Investigador y su precario estado actual es una de esas interrogantes que flotan a menudo en nuestras conversaciones y que me reconcome. ¿Qué puede dejar a un elfo con ese tipo de secuelas?

Voy a responder a su pregunta sobre el emblema de Anodiräs cuando un canto melodioso y triste nos alcanza desde atrás. Distingo la voz de la Tenebrïs acariciando el desierto, y mi alma se reconforta extrañamente con sus notas, como si algo en su canción me devolviese a la niñez. El escudo y la bandera de nuestro pueblo no tiene mayor significado para mí, pero una canción hace que vuelva a despertarse en mi ese deseo de volver con mi familia, y mi pueblo. Entiendo entonces que un reino lo hacen más cosas que un terreno o un escudo.

Vuelvo a la pregunta del Lord Investigador sobre el emblema de Anodiräs.

─El significado de estos símbolos cambia dependiendo de quién los vea, mi Lord. Son caprichosos y cambian de forma para adaptarse a las ideas de quien lo está viendo, tan rápidamente como cambia de forma el agua para adaptarse a un recipiente. El fondo rojo puede ser una alegoría de la sangre derramada de la guerra, o puede ser el hierro, o puede ser la noble sangre, como la que corre por nuestras venas. O puede ser el fuego, como el de ese Sol dorado, que puede simbolizar la riqueza o la divinidad, o el calor asfixiante del desierto. ─finalizo mi perorata señalando con la mano la arena que nos rodea. Vuelvo a sentir una punzada de dolor en el dedo índice, marchito y corrompido. Es un dolor que puedo soportar. De momento.

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27/04/2021, 16:28
Lord Sil

Dejo escapar una breve y gutural risa que parece emerger de las profundidades del mundo. Sería capaz de helarme la sangre a mí mismo… si no fuese hielo lo que mana por mis venas.  Hielo negro.

Nevalar tiene la rara, rarísima habilidad de hacerme reír en ocasiones con sus ocurrencias. Y lo sabe.

-¿Recuperar Adarnaj, dices…?-. Nuestra conversación transcurre en paralelo, a lomos de nuestras monturas. Su corcel, un portento de manto bicolor, contrasta con mi albino de ojos de un azul claro, por momentos blanquecino. –Sueles acusarme de vivir en el pasado… Veo que tú también le estás encontrando cierto… Atractivo…-. Mi tos ahora es más ronca e insistente tras un brusco arranque. El precio de la risa.

Su respuesta me satisface. Parcialmente.

Al principio divaga, pero luego centra su pensamiento evocando sangre y fuego, dos elementos que, sin duda, están relacionados con nuestra estirpe. Está empezando a razonar con sutileza. Y eso es la diferencia entre la vida y la muerte en una Corte como la de Anodiräs, donde una palabra pronunciada a destiempo puede firmar tu sentencia de muerte, y donde un silencio ominoso precede a una daga en el corazón.

-Es… un interesante razonamiento-, confirmo. Me cuido de no asentir a sus juicios. Jamás apruebo su conducta de un modo tajante. Y nunca manifiesto orgullo. Me resulta sencillo dado mi actual nivel de… empatía. Es mi forma de recordarle que no ha alcanzado su potencial. No aún. Y eso le invita a prestarme atención, atender mis palabras. El día que apruebe sus actos, mi trabajo habrá terminado, pues a diferencia del Barón y otros en la corte, Nevalar Veldrax se revela ante mí como un lienzo en blanco, acaso una escultura de amorfo rostro, aún por perfilar. Pero cuando tenga la forma adecuada… Brillará. Y parte de ese cegador fulgor… Será obra mía.

-Cierra los ojos, Nevalar-. Mis palabras no admiten rechazo. No es una orden. Tampoco es un consejo. Es la voz de un maestro. –La sabiduría es como una extraña variedad de planta, lonialär. La única forma de que crezca… es compartirla. Cierra los ojos y evoca el emblema de nuestro reino. Evócalo… Pues ese... es tu presente. Nuestropresente. ¿Sangre, dices? ¿Fuego, tal vez? Válidas respuestas… Pero si estás evocando el sol que se yergue sobre el campo de sangre… Si lo estás vislumbrando como yo, acaso agazapado entre las sombras de tu mente… Sabrás la verdad-.

Nevalar puede sentir mi presencia. Más cercana. Ahora mis ojos están clavados en los suyos. Quiero que lo vea. Necesito que lo vea.

Mi voz se torna susurro.

-Las luces más brillantes… Son las que proyectan las sombras más oscuras…-.

Soy afortunado. La tos ha respetado la conclusión. Ahora volverá a cobrarse su peaje. Como siempre.

Nevalar es demasiado joven todavía para entender por completo el significado de lo que le estoy enseñando, pero deseo que reflexione sobre ello. Antes de tener tiempo para incidir sobre el hecho de que recordar Adarnaj debe servirle como lección imborrable de nuestros pecados, me percato de un ligero y ahora persistente fruncir de su ceño.

-¿Qué te aflige, lonialär?-, pregunto tras inspirar con calma y extraer el mapa que tras arduas horas de memorización he logrado hacer de Ramelok. Ignoro si obtendré respuesta sincera, mas Nevalar debería intuir –y con acierto- que que algo le incomoda.

-No tienes por qué contestar ahora. Sabes que tarde o temprano… lo descubriré-, le advierto sin mirarle a los ojos. –Aunque preferiría que no tenga nada que ver con aventuras de alcoba con la fornida mestiza que avanza en vanguardia… Ojalá tu curiosidad por la heráldica fuese comparable con tu voracidad por la experimentación libidinosa que sientes hacia otras razas-.

Lo reconozco. Yo también sé provocarle.

 –Sígueme, si te place. Deseo hablar con la Tenebrïs-.

* * * * *

El día que la Tenebrïs Anwië Diheroth quedó ciega en Uldatär, el mundo al completo quedó privado de una de las miradas más enigmáticas y sugerentes jamás vistas en el rostro de una elfa, ya fuese de piel pálida… o de piel oscura.

En tiempos, el espectro de su recuerdo pobló con virulencia mis sueños durante largas y vívidas noches. Hablo, en todo caso, de hace mucho, mucho tiempo. Cerrar mis ojos suponía de modo indefectible encontrarme con los suyos. Dos llamaradas verdes titilando en las tinieblas, ajenos al parpadear de unos ojos terrenales. Jamás lo supo. En realidad, no estuve remotamente cerca de lo que podríamos denominar “su círculo de afinidades”. A buen seguro, ni siquiera sabía de mi, por otro lado, solitaria existencia. Para ella era, en el mejor de los casos, una imagen borrosa en la lejanía de una noche brumosa. Su futuro era, claro estaba, mucho más… prometedor.

Y así me lo hizo saber su difunto hermano.

Dediqué largos años de mi vida a aprender a olvidarla. Creo que es la única lección que nunca terminé de dominar, pero extraje una valiosa lección de aquella experiencia: algunas cicatrices subsisten para siempre, aunque no se aprecien en la piel.

Es hogaño, y no antes, cuando entiendo la ironía del destino.

Mi experiencia en Ramelok me ha acercado a su lado de una forma que jamás soñé posible; pero, a cambio, ha aniquilado todo rastro de lo que una vez sentí por ella. Lo cual no deja de resultarme patético y macabramente divertido al mismo tiempo. Soy una sombra sin nombre, respetado –y quizás temido- por una de las mujeres más poderosas de todos los Orbis conocidos. A buen seguro, una de las dos únicas mujeres que ha logrado privarme no solo del sueño, sino también de mi eterna obsesión.

Mejor assssssí, me recuerda el ente primigenio que repta cual leviatán en algún recóndito lugar de mi sistema límbico.

Eressssss tú el que tiene ahora un futuro mucho másssssss… prometedorrrr... Milord.

Odio que se dirija a mí en ese tono reverberante y jocoso… Pero tiene razón.

-Mi Tenebrïs-, saludo solemne, aguardando que mi discípulo siga mis pasos. No me detengo a preguntar cómo se halla. Existe el riesgo de hacerla sentir vulnerable, algo que incluso en mi actual estado de apatía para con el resto de seres vivos no estoy dispuesto a permitir. Tampoco menciono su melodiosa voz. Quizás, pienso, porque ya no sé apreciar otra  melodía distinta a la cacofonía de gritos en la que se sumen mis sujetos de pruebas en las entrañas de mi laboratorio.

-Pronto alcanzaremos la Atalaya de Söjak. Encuentro… prudente contar con otro par de ojos acechantes en vanguardia-. No explico que la exploradora parece competente, pero no es mi exploradora. La Tenebrïs me conoce lo suficiente como para saber qué estoy pensando.

Mi explorador es negro como la tierra que hollamos y, a diferencia de cualquier montaraz, surca el cielo con la elegancia y celeridad de la brisa nocturna.

Hay un último motivo, en apariencia banal, por el que solo confío en él…

Nunca miente.

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27/04/2021, 17:38
Ramelok

Lord Sil tiene una gran afinidad para con los córvidos, incluso tiene un espécimen al que profesa una gran devoción y cariño. Un ejemplar majestuoso, más audaz e ingenioso si cabe que el resto de sus congéneres. Karan Sil es capaz de invocarlo allá donde esté, y de comunicarse con él mediante sutilezas arcanas. Al parecer cree oportuno reforzar la vanguardia y las habilidades de Vilnës con su oscuro ave passeriforme, a quien llama Artuur, en una suerte de apodo solemne que recuerda su crascitar.

- Tiradas (1)
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27/04/2021, 18:56
Nevalar Veldrax

El Lord Investigador ríe y es como si unas uñas arañaran una pizarra junto a mis oídos de elfo. Hasta mi caballo, Medianoche, piafa, nervioso. Su presencia tiene algo de ultraterreno que no deja de inquietarme y maravillarme.

Le escucho siempre, a menudo con más atención de la que parece, pues en sus palabras siempre hay alguna perla de sabiduría enterrada entre un montón de misterios y aburridas lecciones. Y aunque no se lo demuestro, no está equivocado: mi tiempo con ellos, con el Lord Investigador y la Tenebrïs ha servido entre otras cosas para que se despierte en mi cierto interés por el pasado de Adarnaj, una fuerte curiosidad por el pasado de nuestro pueblo, del que quiero saber más.

Al igual que el Rostro de Plata no es un manantial de conocimientos, sino que hay que separar sus locuras de su sabiduría, tampoco es una fuente de reconocimiento. No suele premiar mi natural soberbia, teme quedarse sin trabajo. Normalmente desobedezco abiertamente sus órdenes, pero esta vez entrecierro los ojos, lo justo para que piense que los he cerrado tal y como me ha pedido, y escucho con atención su nuevo ejercicio de patriotismo. Me pregunto si estaba así de perturbado y obsesionado por la simbología heráldica o fue algo que ocurrió tras su misteriosa incursión en el desierto de Ramelok.

Noto su respiración, demasiado cerca, y su ansia de que le comprenda. ¿Qué intenta decirme? Anodiräs es una luz brillante, y nosotros sus sombras más oscuras. Esta vez es difícil de entender sus acertijos. Miro al suelo, pero apenas veo las sombras de nuestros caballos, pero las imagino alargándose en una puesta de sol, como dedos negros y pienso en la negra mancha que se propaga ahora por mi mano. El dolor es constante, y puedo soportarlo. Por ahora, he decidido que lo soportaré. Pero no puedo evitar fruncir el ceño.

El Lord Investigador nota mi reacción, y sus ojos se clavan en los míos tratando de averiguar el motivo. No pierde la ocasión para enviarme una pulla sobre mis escarceos sexuales, y una sonrisa de malévola se dibuja en mi rostro: te la devolveré pronto viejo.

Tiro suavemente de las riendas de Medianoche y sigo al caballo albino de mi maestro, y repito el saludo:

─Mi tenebrïs. ─Hago una leve inclinación sobre el caballo, sabiendo que, a pesar de su falta de visión, es capaz de percibir hasta estos pequeños gestos. Al levantar la mirada hacia su bello rostro reparo es que la luz incide de manera especialmente hermosa en su piel esta mañana, pero obvio cualquier comentario.

No puedo evitar percatarme de la forma en la que el Lord Investigador se dirige a ella y la mira. Conozco el amor, se alguna cosa de él, y por desgracia también conozco las cicatrices que deja, y puedo reconocerlas en él. Pero desconozco su historia. Sé que se conocen desde hace tiempo, pero jamás he averiguado desde hace cuánto exactamente.

Concuerdo con el Lord Investigador, mi Tenebrïs, sería recomendable reforzar la seguridad… Espero que el viento no haya arrastrado hasta sus oídos nuestra cháchara sobre heráldica.*

Notas de juego

*En realidad se que si nos ha oído, igual que nosotros podíamos oírla cantar.

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27/04/2021, 21:45
Anwië Diherôth

Nevalar estaba corrompido. Lo sabía desde el primer momento en el que nuestras vidas se habían cruzado... Podía apreciar cómo su corrupción avanzaba paulatinamente, como el magma de un volcán que, en su lento pero inexorable trayecto, amenaza con reducir a cenizas cualquier indicio de vida. Pero no era Nevalar el único que rezumaba corrupción...

Ante la ausencia de visión, el resto de mis sentidos habían luchado por desarrollarse hasta límites insospechados para suplir tan reciente carencia. El oído, el olfato, el gusto... incluso el tacto. Y, curiosamente, todos ellos parecían reaccionar y mandarme estímulos ante la mínima señal de corrupción... Podría decirse que se trataba de un aviso: algo no iba bien, y mi cuerpo se preparaba para erradicar la amenaza.

Sin embargo, ¿la corrupción era negativa? Mis sentidos parecían querer convencerme de que era así... pero, con el suficiente control, ¿no podía ser fuente de poder?, ¿no podría acaso ayudar a combatir el Kaos?

Fuera cual fuese la respuesta a semejante pregunta, centrarme en la interesante conversación que Lord Sil y Nevalar mantenían me había ayudado a mitigar el olor prutrefacto y el sabor amargo que la corrupción me generaba, hasta el punto que agradecí que Lord Sil dirigiera sus palabras hacia mí...

—Lord Sil, que sea Artuur quien realice esa tarea.

Mi rostro se giró hacia él. A pesar de la venda que cubría mis ojos, sabía que sentiría mi mirada posándose fijamente en la de él. Mi voz, como no podía ser de otra forma, sonaba autoritaria.

No dudaba en que la exploradora que nos acompañaba era competente, pero... estaba de acuerdo en que, en semejante terreno hostil; cuanto más ojos avizores nos acompañaran, más probabilidad tendríamos de evitar riesgos innecesarios. Quizás por ello acepté la propuesta que me realizaron... pero no se trataba del único motivo: No eran pocas la veces que había sentido curiosidad por aquella oscura ave paseriforme que servía tan fielmente a Lord Sil. Y es que no pasaba desapercibida a mi atenta mirada su devoción por los cuervos, especialmente por Artuur... Sabía que era el predilecto de Lord Sil... quería comprobar las razones.

En cuanto a las palabras de Nevalar, negué con la cabeza restando importancia en el caso de que se sintiera afligido por ello.

—El viento arrastra a mis oídos más que palabras, Nevalar —contesté, enigmáticamente—. En cualquier caso, y respecto a la valiosa lección que Lord Sil trata de inculcarte, debo advertirte de que la herádilca es más relevante de lo que puedes llegar a imaginar.

El valor del escudo sobre una bandera, ya sea de un reino o de un linaje, no reside en... el objeto físico como tal. Es más que eso. Es señal de identidad, de unión entre quienes la comparten, de tradición propia,... Es la historia de un pueblo, de un reino, y de quienes lo han conformado traducido en los símbolos que la componen, capaz de infundir fervor y devoción hasta en los más desalmados. Por ella se ha de luchar, defender e incluso morir...

Pues desprovistos de ella... no somos nada, Nevalar... Sólo proscritos sin un lugar al que poder llamar hogar.

Mi tono de voz denotó cierta melancolía en cuanto pronuncié aquella última palabra. Sin embargo, fue tan breve que sólo un oído atento habría sido capaz de percibirlo.

—Espero que entiendas que el significado, y poder, de una bandera es tan relevante como la totalidad del Reino al que pertenece.

Notas de juego

EDIT: corregido una errata. 

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27/04/2021, 23:48
Koräd Lathanïel

Cállate maldito bastardo. No dejes en evidencia a tu Tenebrïs delante del ignorante Nevalar, y mucho menos de las salvajes y de esos asquerosos sirvientes. ¿Crees que así ayudas? ¿Crees que así te ayudas, viejo necio? Ella lo sabe todo. Conoce a Artuur, conoce tus secretos. No eres nada a su lado, sólo putrefacta escoria. Y ella lo sabe. Invoca al cuervo y haz algo útil al menos. Concéntrate. No estamos solos.

- Tiradas (1)
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27/04/2021, 23:54
Ramelok

Notas una leve mejoría en tu percepción, apenas sutil.

- Tiradas (1)
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27/04/2021, 23:57
Ramelok

Ante las palabras del Magister y la Tenebrïs, la semiorka Kronaz no puede evitar volverse sobre su montura para mirarte. Lo hace fijamente, clavando sus oscuros ojos en ti. Su rudo rostro refleja algún tipo de diversión, aunque no dice nada y vuelve a girarse.

- Tiradas (1)
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28/04/2021, 08:54
Lord Sil

-Nnnnnng...-.

Ladeo la cabeza muy despacio. Esa maldita migraña taladra mi cerebro de modo súbito e inesperado. Necesito un segundo para aislar la voz al otro lado del umbral. Por esta vez, no voy a replicarle. Todavía no. Tal y como advierte, no estamos solos. Esa insidiosa víbora tiene la condenada costumbre de recordarme su presencia -y sus juicios de valor- de modo constante. Por lo general, puede manifestarse como un valioso aliado. Por lo general... Mas su constante parloteo puede resultar... agotador.

Algún día... Algún día... lo arrancaré de raíz. Para siempre.

Las palabras que pronuncia la Tenebrïs me satisfacen. Completamente.

No pronuncio mayor palabra. No es necesario.

Ahora... Silencio.

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28/04/2021, 09:05
Lord Sil
- Tiradas (1)

Notas de juego

Aguardo confirmación de que la tirada está bien hecha.

6 MM +1 por gema verde, a dificultad 12, llamando a mi fiel córvido ;)

Lo pongo en privado porque:

a) Es mi primera tirada, vayamos a liarla.

b) Invocar a Artuur merece una especial atención narrativa. Cuando me des luz verde -y nunca mejor dicho- prosigo ;D