Partida Rol por web

Orbis 5: Ramelok [DM05/21]

01 El desierto negro

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29/04/2021, 20:47
Ramelok

Los jóvenes soldados se afanan por sujetar a vuestras monturas, y ayudan a los sirvientes a descargar los bultos de la carreta. Parecen sorprendidos, y nerviosos. El capitán os mira, posando sus ojos en todos y cada uno de vosotros, intentando adivinar quiénes sois. Mira el estandarte, el hacha de la semiorka, el camino por el que venís, la máscara del magister, la carreta, la tiara de Anwië... demasiada información en muy poco tiempo. Claramente está sobrepasado y no sabe cómo reaccionar ni cómo comportarse ante una presencia de tan alto nivel que se presenta en su guarnición de improviso.

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29/04/2021, 20:53
Director

Notas de juego

Mientras todo esto ocurre vosotros dos seguís manteniendo vuestra conversación privada.

No marquéis a Nevalar en esos posts, pues se ha adelantado y ya no os puede oír.

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29/04/2021, 20:54
Ramelok

Desde aquí abajo ves a Artuur posado junto a otros cuervos de su bandada en las almenas de la atalaya. Puedes concentrarte más en los que aún siguen al norte, pero debes ausentarte un momento, debes ensimismarte y abstraerte de tu entorno, lo que incluye la conversación con la Tenebrïs.

Notas de juego

Cuando me digas, te doy paso a esas percepciones.

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29/04/2021, 22:00
Anwië Diherôth

La respuesta de Lord Sil fue esquiva, dándome a entender que no quería hacerme llegar ni una mísera información de lo ocurrido en su anterior expedición. No insistí, aunque quedé decepcionada...

—Entiendo.

Lo que pensara tras su confesión quedaría como una incógnita, pues apenas reaccioné a ella...

A decir verdad, podía imaginar los horrores de Ramelok... Después de todo, había visto con mis propios ojos a las huestes corruptas, deformes y monstruosas del Príncipe del Kaos arrasando con todo ser vivo en su imparable avance hacia Adarnaj. No eran sino pesadillas provenientes de la mente de un desquiciado. ¿Podía haber algo más tenebroso? Lo dudaba... Sin embargo, no... nada de lo que hubiera podido ver era peor que saberme causante de toda la desgracia de mi pueblo... del legado de mi familia... 

Largos años habían pasado... Había luchado demasiado para recomponerme... Nada podría detenerme ya en mi objetivo, en mi venganza,...

En mi... expiación...

El silencio tras mi contestación volvió a romperse con las palabras de mi acompañante respecto al enano que había traído de Uldatär. A mi entender, no era más que un burdo intento de cambiar de tema...

—No ha de agradecérmelo. Suficiente gratitud es para mí saber que le está siendo de utilidad —contesté, con sinceridad, desistiendo en mi intento de conocer más de Ramelok—. Incluso para ser un enano, pude apreciar en él cualidades que podrían ser aprovechadas en manos diestras —hice una pequeña pausa antes de proseguir—. ¿Puedo preguntarle qué tiene pensado para con él, Lord Sil? Sería un placer para mí escucharle hablar de sus... maravillosos experimentos. Por supuesto, siempre que no os importe compartirlo conmigo.

Solía sentir una extraña excitación al escuchar los rumores que se susurraban en la corte respecto a lo que ocurría en las profundidades del laboratorio de Lord Sil. Estaba segura que escucharlo de su propia boca, especialmente cuando el desgraciado sujeto de prueba se trataba de un enano, sería aún más placentero... Quizás ése había sido el principal motivo por el que se lo había regalado.

Sólo esperaba que esta vez, con su respuesta, saciara mi curiosidad...

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30/04/2021, 08:58
Nevalar Veldrax

Siento pena por los desdichados que aparecen desde el interior de la Atalaya. Son carne de cañón en un lugar perdido y amenazado por el inexorable avance de la oscuridad. El Capitán de la guarnición se hace cargo de las riendas Medianoche, y el resto de la guarnición hace lo mismo con el resto de caballos. Orteval parece superado por nuestra aparición inesperada y por nuestra importancia. Bien.

Veo en sus ojos que reconoce la categoría de nuestra comitiva. Esa tiara es de la Tenebrïs de Adarnaj, y ese, es el Lord Magister. Como puede estar adivinando, y si no lo está haciendo, se lo digo yo, nos envía el Barón, y nuestra expedición es de gran valor para los intereses de Anodiräs y el Barón Zeläj, por eso no ha recibido usted ningún aviso de nuestra llegada.

Hago una pausa. Mi maestro y mi Tenebrïs conversan en voz baja intercambiando pareceres, pero los detalles se me escapan. Posiblemente hablen del deplorable estado de la edificación. Les suelo escuchar con atención, tal y como el Barón me dijo que hiciera: confía en que mi aprendizaje de sus frutos pronto, y espera que Lord Sil sea mi maestro. A veces creo que estoy cerca de superarle, no hay mucho que pueda enseñarme el viejo demenciado y sus cuervos, pero el Barón insistió en que es capaz de abrirme la puerta a mi verdadero poder. Y yo confio en Zeläj.

Tranquilo, no estaremos mucho tiempo. Ahora dígame, Capitán, ¿han tenido algún tipo de amenaza mientras han estado aquí? ¿Algun hecho inusual del que debamos estar al corriente? —Le pongo la mano en el hombro buscando su atención. Siento una punzada de dolor en el dedo tumefacto, es un dolor cruel que lanza olas de negrura por mi brazo. Es un pequeño precio a pagar por un gran poder. —Confíe en mi, de Sartes. Soy su mejor esperanza de salir de este agujero mas pronto que tarde.

 

Notas de juego

¿Sabemos qué momento del día es?

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30/04/2021, 11:15
Lord Sil

A mi orden, Nébula, mi silenciosa yegua albina, ralentiza la marcha para prolongar la conversación con la Tenebrïs.

Percibo un tenue halo de decepción a su alrededor. Antaño, esta inconsistente, absurda sensación habría bastado para martillearme el pecho y las sienes sin contemplaciones durante horas. Hoy, en cambio, permanezco impertérrito con la convicción de que mi vínculo con Ramelok debe permanecer oculto.

Sin embargo

Sin embargo, he aguardado largo tiempo la oportunidad de explicar a la Tenebrïs la naturaleza de mis… experimentos. Ha sido un largo y solitario trayecto, sembrado de fracasos, pero también de prometedores resultados. Y al fin, estoy cerca.

-De hecho… Creo que sois vos la adecuada para conocer la naturaleza y alcance de estos… experimentos, mi Tenebrïs-, deslizo, sabedor de que lo que voy a explicarle va a satisfacerla. Considerablemente.

-Sé a ciencia cierta que compartís mi visión de la situación de Anodiräs para con el resto de Orbis, mi señora-, apunto como una suerte de preludio a la explicación de mi plan. –Nuestro reino debe conseguir una ventaja… significativa, en la guerra que está por venir. Y esa ventaja está ahora, al fin, al alcance de nuestras manos… mi Tenebrïs.

>> Como sabréis, los enanos están desarrollando un interesante proyecto para contar con un… soberbio ejército de gólems con el que hacer frente a la amenaza del Kaos*. Ignoro los secretos de la magia alquímica, pero coincidiréis en que acceder a tal conocimiento sería de inmensa… utilidad, para Anodiräs…

Efectúo una pausa para evitar el estallido de una tos nerviosa que se está gestando en mi garganta.

-He consagrado los últimos años a estudiar con ahínco una… poderosa magia rúnica que quiebra la voluntad y doblega el espíritu...  Pronto… Muy pronto, Siljammer será un obediente títere que abrirá sus secretos a vos, mi Tenebrïs-.

¿He de ampliar más detalles sobre mi plan…?

Lúcete ante ella, oriashïïrrrrrrrrr… Aunque, ahora que lo pienso, no es alguien a quien ahora puedas precisamente “deslumbrar” con tus dotes, ¿NO CREES? ¡JIIIIIIIIIIIIJIJIJIJIIIIII! ¡PERO OBSERVA! La tienes entregada a tu explicación… Esas cuencas vacías aún brillan de admiración por ti… Lánzale la preguntaaaa… Loooo… estásssssss… desssseannndo…

-Imaginad acceder a los secretos de la forja de los enanos… Más aún, mi señora… Imaginad infiltrar un agente en la corte de nuestros enemigos… Y más aún, mi Tenebrïs… Imaginad descabezar los Orbis… Al mismo tiempo…-.

Dejo que cale mi maquiavélico plan en su mente. Que germine. Que se ramifique. Aunque ahora entiendo que ya no es solo mío. Ha dejado de serlo.

Es nuestro.

-Encuentra el eslabón débil… Y tiéntalo con sueños de poder…-. Toso. Tal excitación no puede contenerse. Ni siquiera en una carcasa vacía.

La Tenebrïs es una asesina de élite, pero su rostro público frente al resto de Orbis la viste con un aura de regia diplomática al servicio del Barón. En otras palabras, es mi fuente de conocimiento ideal para examinar la telaraña de poder en los Orbis sin exponerme. Es la puerta que debo abrir para saber quién es susceptible de caer bajo los influjos del siniestro pacto que Anodiräs está, ahora, en condiciones de ofrecer.

Siempre lo he sabido. Mi vida ha pivotado en torno a esta máxima: La información es poder. Y si la información compra el poder, los secretos son capaces de comprar reinos.

Y no hay nadie que ame los secretos más que yo.

-No necesitamos un ejército para conquistar, mi señora… Es una lección que aprendí del ajedrez-.

Reina el silencio una vez más entre los dos. Me aproximo a ella. Un escalofrío debería recorrer mi espalda. Tan cerca… Tan cerca… Y sin embargo, permanezco impasible. Inalterable.

Hielo negro.

-Incluso el peón más humilde… puede llegar a ser Rey-.

Es entonces cuando lanzo mi erotema.

-Decidme, mi Tenebrïs… ¿Creéis que es el momento adecuado para recordar al resto de Orbis que nosotros… tomamos lo que nos pertenece?-.

No hay opción.

Solo cabe una respuesta.

¡UJUJUJUUUUU! ¿Y si te decepciona, vulghapüür**? ¿¡TE IMAGINAS QUE TU PLAN LA ASUSTA HASTA EL PAROXISMO!? ¡ESO! ¡ESO SÍ QUE SERÍA FASCINANTE! Bien hecho, Maestro de Marionetassssss… Ahora sabe ante QUIÉN está hablando…

Notas de juego

* Sé por lo acontecido en Uldatär -que lo he leído, vaya- que los enanos son unos currantes y están gestando una brigada de gólems. He supuesto que Lord Sil, amante confeso de los secretos y politiqueos en la Corte, sabría al menos del rumor y querría confirmarlo con su nuevo amigo, Siljammer. Ahí mi contribución a largo plazo a la política de Anodiräs ^^

A ver qué opina la Tenebrïs.

** Literalmente, "majadero".

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30/04/2021, 21:31
Orteval de Sartes

- La reconozco... mi lord. -afirma el capitán de la atalaya, sujetando aún las riendas de Medianoche.- Su visita es... inesperada. No tenemos... capacidad. De alojar a alguien... de vestro nivel, mi lord. -el veterano soldado parece angustiarse con vuestra mera presencia- ¿A... amenaza, mi lord? -la voz le tiembla- N... no. No mi lord. Nada fuera de lo... normal, mi lord. ¿C... cómo ha dicho que es su nombre? Discúlpeme. -el capitán cierra los ojos y aprieta los labios, agachando la cabeza en signo de vergüenza, los nervios le están jugando una mala pasada, no es capaz de recordar siquiera si le has dicho tu nombre.

Tenebrïs y Magister se han rezagado voluntariamente. Mientras hablas con Orteval ellos se han enfrascado en una íntima conversación.

Notas de juego

La densa capa de nubes no deja pasar la luz del sol. Deber ser algún momento entre mediodía y media tarde.

No les marques en tus próximos posts, al menos hasta que se acerquen a ti.

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30/04/2021, 21:39
Director

Notas de juego

Estáis separados por unos instantes.

Anwië y Sil no marquéis a Nevalar. Nevalar haz lo mismo con ellos. Al menos hasta que os volváis a reunir.

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01/05/2021, 10:16
Lord Sil

Notas de juego

Veo que mi querida Anwië aún no ha podido replicar.

Si ves que llega el mediodía y no ha llegado a postear, dudo que pueda yo replicarle hoy.

Puedes tomar iniciativa y enviarme a Artuur. Así aceleramos y mañana tomo yo el testigo ;)

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01/05/2021, 10:38
Nevalar Veldrax
Sólo para el director

La visita es inesperada pero la carestía de la Atalaya es insultante para una comitiva como la nuestra, ahora las civilizadas camas de la posada de Ejuäk no me parecen tan insuficientes. Me irrita, pero por lo que tengo entendido de la misión, solo estamos de paso. Es frustante no ser reconocido aún por los soldados como lo sí lo son la Tenebrïs y Lord Sil, pero no llevo mucho bajo las órdenes del Archibrujo, no es demasiado extraño que todavía no hayan oído hablar de mí. Lo harán. Ya lo creo.

Lord Nevalar —recalco el título, no está demás dejar constancia de mi importancia. Apreto el puño ante una nueva punzada de dolor en el marchito dedo índice, oculto bajo el guante. —Lord Nevalar, recuérdelo, Capitán. O la próxima vez que lo visiten será para dejar flores en su tumba. Y deje de tartamudear, me irrita profundamente. Ahora, guíeme, ¿por dónde están las escaleras para subir a la Atalaya? Me gustaría ver los alrededores desde ahí arriba.

No le digo lo que pienso en realidad: que sus soldados son humanos, y no me fío mucho de su vista. Que no hayan tenido noticia de ningun evento poco usual, ni si quiera el de una bandada de cuervos, me preocupa. El Magister ha dicho que una presencia en el norte había atraído la atención de sus cuervos, ¿es posible que nos hayan seguido?

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01/05/2021, 10:47
Artuur

En mitad de la conversación con tu Tenebrïs observas a Artuur allá arriba. Le conoces bien, te parece inquieto. Pero tu fiel córvido no acude a ti, sino que mira hacia el norte, casi inmóvil. En ese instante y de improviso, dolorosas punzadas asaltan tu mente. Tus sentidos se distorsionan, y pierdes la noción de tu entorno. La avanzadilla de cuervos ha caído, notas cada muerte como una intensa punzada en una parte diferente de tu cuerpo. Hueles el plumaje de un águila, sientes sus picotazos y arañazos sobre tu deforme rostro, oyes una voz dándole órdenes. Y luego nada.

Cuando recuperas la compostura y tu mente vuelve a ser consciente de Sojäk, Artuur está posado sobre tu brazo. El resto de la bandada ha desaparecido, no están, han huido. Él es el único que ha permanecido fiel. La Tenebrïs te mira.

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01/05/2021, 10:48
Ramelok

Mientras hablas con Lord Sil notas que su mirada se desvanece por unos segundos. Notas que su mente se ausenta, y que su cuerpo se tambalea peligrosamente sobre su montura. Le oyes susurras unas palabras, pero no consigues entenderlas. La bandada de cuervos regresa, y tras dar varias vueltas a vuestro alrededor, se dispersan y desaparecen en el horizonte. Arturr, su fiel y leal cuervo, es e único que vuelve a él, posándose sobre su brazo. Entonces el magister vuelve en sí, como si acabara de despertar de una dolorosa pesadilla.

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01/05/2021, 11:16
Anwië Diherôth

Las palabras de Lord Sil fluyen lentamentamente, pero ordenadas con una coherencia y naturalidad impecables haciendo que su plan de subyugar y robar los secretos del enano parecieran simple. Sus últimas frases, aunque cargadas de excitación, apenas eran un susurro casi imperceptible incluso aunque se hubiera acercado a tan sólo algunos centímetros de mí... Sin embargo, el peso de ellas en oídos inadecuados podría ser suficiente como para hacer hundir la mismísima tierra sobre la que andaba y precipitarle hacia el vacío...

Sin embago, Lord Sil había elegido inteligentemente a quien comentar su plan...

En cualquier caso, antes de que pudiera contestarle, noté que... su mente se ausentaba ligeramente... incluso se tambaleaba del caballo. ¿Nuevamente un ataque de salud? No, parecía hablar... en susurros con alguien... No era la primera vez que le oía en ese estado de trance... Y, aunque sentía curiosidad, jamás le había preguntado sobre ello.

Después de todo... hay cosas que deben permanecer en la privacidad... y tratar de profundizar en ella sólo creará rechazo. Quizás ésa era una de las leyes no escritas entre Lord Sil y yo que hacía que nuestra relación profesional fuera... tan prolífica: él no hacía preguntas sobre mis secretos, yo tampoco sobre los suyos.

Cuando volvió en sí... le di algo de tiempo para que se sobrepusiera, y le ofrecí mi cantimplora para que bebiera... Aceptase o no, cuando creí que estaba recuperado, le contesté...

—Estoy de acuerdo con usted, Lord Sil —dije, suave pero con cierta solemnidad en el tono de mi voz—. Las enseñanzas del ajedrez son sabias: el Rey es prescindible, cualquier peón puede reemplazarlo si se efectúan los movimientos adecuados. Pero... se le olvida un dato: sólo puede existir una Reina, y sin ella... la partida terminará en derrota.

Remarqué explícitamente aquella palabra, endureciendo el tono de mi voz.

Luego hice una pequeña pausa, antes de proseguir...

—Déjeme serle sincera: siempre he sentido admiración por usted. Su facilidad para sacar provecho de cualquier circunstancia, por nimia que parezca, demuestran sobradamente su inteligencia y sabiduría. Lo que propone, sin embargo, es... cuanto menos arriesgado.

No era una sonrisa cálida, ni siquiera amistosa..., pero mis labios se curvaron en una extraña y tenebrosa mueca...

—Y, pese a todo, vuelve a mostrarme una vez más su sapiencia y visión de futuro, Lord Sil: no hay mejor momento que éste, cuando el continente parece a punto de resquebrajarse en mil pedazos, para que juguemos nuestro movimiento y tomemos los que nos pertenece.

Especialmente si era capaz de adquirir el conocimiento para crear constructos...

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01/05/2021, 11:43
Lord Sil

De nuevo, las palabras de la Tenebrïs me satisfacen. Completamente.

En un mundo donde la resistencia al Kaos está fragmentada, el Príncipe demuestra que la tiranía es la mejor respuesta en la guerra. Una sola e incuestionada voz frente al coro anárquico que componen los Orbis. Es solo cuestión de tiempo. Avanzamos de modo inexorable hacia el precipicio. Son tiempos desesperados y necesitamos Reyes... y Reinas, dispuestos a tomar medidas desesperadas.

Nunca hemos tenido el respeto ni la admiración de nuestros vecinos. Menos aún su apoyo. Por tanto, razono, no perdemos nada. Ganaremos la guerra. Y en el trayecto, reclamaremos lo que es nuestro... Y más allá.

Mi sangre es gélida, pero se remueve. Algo en mi interior se subleva. No recuerdo esta sensación, pero si tuviese de concluir qué puede ser, tengo clara mi respuesta: Son los pecados de nuestros padres. Recuerdo. Somos la cúspide de la cadena trófica. Prevaleceremos.

Tha Anodiräs ann.

Tha Anodiräs ann.

Antes de replicar a mi Tenebrïs y mostrar mi admiración por su, por otro lado, nada sorprendente resolución, sufro una visión. Esta vez, es más clara que la anterior.

Mis cuervos.

Desmembrados.

Siento a su rapaz asesino destriparles con frialdad. Sigue órdenes. Ignoro de quién todavía, pero eso no hará que me apiade de él.

Todos han muerto... Menos mi alfa. A él no le cogerán jamás con vida.

La migraña se instala en mi cabeza, atravesándola con cien agujas al rojo vivo. 

-Nnnnnnnnnnnnnnnnggggggg...-. Me quiebro de dolor, uno que comparto con la caída de cada uno de mis córvidos. Quisiera llorarles a todos, pero no quedan lágrimas en mi interior. Solo sal. Y hielo negro.

Me recupero al tiempo que acompaso mi respiración entre una quejumbrosa tos.

-Mis cuervos... Tenemos compañía... mi Tenebrïs...-, alcanzo a susurrar, roto por dentro. 

Escucho a mi alfa llamarme. Su graznido surca el fétido aire de Ramelok. En un silencioso descenso, cae en picado sobre mí. Extiendo mi brazo y Artuur aterriza con su elegancia habitual sobre mi guante. No clama venganza. Sabe que se la concederé gustosamente.

-Aän Gahül... Vissnhäir mussthaäk... Mioshii vaäsuk-, pronuncio clavando mis ojos inyectados en sangre en mi fiel cuervo.

Y él lo sabe.

El crimen del cuervo solo se lava... con sangre.

Notas de juego

*N. del T. - Mi sombra... Te regocijarás con sus ojos... Lo juro.

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01/05/2021, 19:37
Orteval de Sartes

- Lord... Nevalar. Sí, mi lord. Perdón. Lord Nevalar.

Para ser el capitán de una avanzada en un territorio como este no parece tener mucha entereza.

- Sígame. Lord Nevalar.

Orteval te guía hacia el interior de la atañaya. No hay puerta, sino que todo un muro que se ha venido abajo es por donde se accede. No hay barreras, no hay defensas. Una larga escalera de madera, a la que faltan algunos peldaños, podrida, asciende hacia el primer piso. Aquí es donde duermen los soldados, una amplia estancia, sin vidrios ni hojas de madera en las ventanas, huele mal, no hay camas, sino lechos de paja, deprimente. Otra escalera sube a otro nivel, igual pero vacío, y así hasta varios niveles más, a cada cual más devastado que el anterior, con más escombros y menos solidez. La Atalaya de Sojäk es una auténtica ruina, a punto de desmoronarse cobre sí misma, defendida por un puñado de ineptos críos liderados por un viejo cobarde.

En la coronación, una vigía hace guardia, otra soldado, igualmente humana y débil, la única que has visto además de los que han atendido a los caballos. ¿Acaso estos cinco mequetrefes son toda la guarnición?

Notas de juego

Si miras desde aquí arriba acompaña tu post con una tirada de Percepción.

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01/05/2021, 19:46
Ramelok

Veis cómo Nevalar se adentra en la atalaya junto al capitán Orteval. Ambos desaparecen por una escalera que asciende al primer piso, iluminada por una gran fogata que hay en la base. Los soldados y los sirvientes siguen descargando la carreta y atendiendo a los caballos. Las guerreras estiran sus piernas y miran a su alrededor, probablemente decepcionadas con el decrépito lugar y los débiles soldados que os han recibido. Heimdallr también ha desmontado, pero permanece inmóvil frente a la atalaya, a la espera de alguna orden de su ama Anwië.

Notas de juego

Seguid sin marcar a Nevalar, que ahora está más lejos de vosotros, fuera de vuestra vista.

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01/05/2021, 22:41
Anwië Diherôth

La noticia de Lord Sil provocó que mi ceño se frunciera. Heimdallr se acercó al instante, posicionándose a mi lado...

No hacía falta hablarle a mi fiel guardaespaldas. Nadie como él entendía mi lenguaje corporal. Y, en estos momentos, era capaz de comprender... si es que un ser como él podía tener dicha habilidad, que la noticia de un intruso despertaba en mí un deseo casi sádico.

—¿Es el mismo ser que Artuur vio en la ida? —pregunté, pese a todo, con voz calmada—. ¿O se trata de una nueva amenaza? ¿A qué distancia está de nosotros?

Sabía que Lord Sil podía ver y sentir lo que sus cuervos veían y sentían, por lo que quería saber los datos exactos que éstos habían podido descubrir. Cuanto más supiéramos de a qué nos enfrentábamos, mejor podríamos combatirlo. Además... dado que algo o alguien no quería que merodeáramos en Ramelok... era mi deber descubrir la razón.

Después de todo, ésa era nuestra misión...

—Hoari, avisa a los soldados —exclamé, llamando la atención de la bárbara—. Quiero que vuelvan a sus guardias y estén alertas a cualquier movimiento en el desierto.

Sólo cinco soldados protegían la ruinosa atalaya. Además, nuestra llegada había alterado el transcurso habitual de sus rutinas. Sin embargo, ¿hasta qué punto era inteligente dejar tan desprotegido un lugar tan hostil como éste? Con tan sólo cinco soldados apenas podría defenderse la frontera ante la más mínima incursión enemiga...

No podía entenderlo...

Exhalé aire por la nariz, y negué con la cabeza molesta... Luego llevé mi mano al mango de Trituradora de Almas y volví a centrar mi atención en el afligido Arkanum Magister.

—Lord Sil, pronto podrá disponer de un nuevo... sujeto de pruebas.

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02/05/2021, 10:57
Nevalar Veldrax
Sólo para el director

Sigo al asustadizo capitán al interior de la edificación. Me resulta increíble que alguien como él este al mano de un puesto de defensa de nada. No hace más que temblar y disculparse por todo. ¿Quién le ha puesto al mando?

—No hay puerta —observo completamente asqueado.Están mejor aquí que a la intemperie en mitad del desierto, pero la diferencia no es mucha. Noto el calor de la hoguera en la cara y pero también me llega a las fosas nasales el asqueroso olor de los humanos. Pero claro, tampoco deben de tener mucha agua. El nivel de precariedad de la avanzada es insultante, y a medida que subo por la escalera y veo el estado del resto de los pisos, más me asquea. —El Barón debería mandar recursos para adecentar esto.

Al llegar arriba miro veo a una soldado más. No es una mejora sustancial. Estos cinco no podrían defender la atalaya de ningún enemigo serio que quisiera tomarla. Doy una vuelta, paneando el estado de los alrededores desde la ventaja que me da la altura de la edificación. Puedo ver a la comitiva terminando de descargar allí abajo, a las exploradoras y quizás a Lord Sil y la Tenebrïs manteniendo una de sus conversaciones. Me acerco a una de las almenas que dan al norte, y observo el horizonte tratando de centrar mis afilados sentidos allí.

 

- Tiradas (1)
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02/05/2021, 11:18
Orteval de Sartes

Orteval parece incómodo ante tus palabras. Está claro que aquí no se destinan muchos recursos, por no decir ningunos. Es un lugar alejado de todo, en el extremo más suroriental de la baronía, al otro lado de la Cordillera de las Cien Almenaras, que es realmente separa el desierto de las tierras del Barón. Es un lugar en el que nunca ha ocurrido nada, no se tienen noticias de avistamientos, ni enfrentamientos, ni intentos de incursiones, y lo que ves desde aquí apoya en parte estas informaciones.

- Sojäk es un lugar... olvidado, Lord Nevalar. Jamás ha sido una prioridad, para la baronía... ni para nadie.

Sobre las almenas, las pocas que quedan en pie, encuentras plumas de cuervos, dejadas recientemente por la bandada de Lord Sil, y plumas de alguna rapaz, probablemente un águila, y excrementos de aves acumulados durante años. Sin embargo no ves ninguna, los córvidos del magister han desaparecido, y al mirar hacia Lord Sil, que aún habla con la Tenebrïs, ves que Artuur está posado en su antebrazo.

El paisaje es desolador desde aquí arriba, la tierra negra se extiende hasta el horizonte en todas direcciones, sobretodo hacia el este, hacia el Monte Ortisak que no alcanzas a ver, pero que conoces según los antiguos mapas. El desierto es un largo valle de dunas y colinas oscuras, encajonado al sur por las Montañas de Agalam y al norte por la Cordillera de las Almenaras. Salpicado de viejas fortalezas y ciudades en ruinas, y ríos y pozos de lava que surgen de las entrañas de la roca. Todo lo que alcanzas a ver es desolación, bajo un cielo cubierto por una densa y oscura niebla que parece tragarse hasta la luz del sol.

La vigía se cuadra al verte, pero no deja de otear el horizonte, hacia el norte. En esa dirección, a varios kilómetros, hay algo inusual, algo que llama tu atención, vuestra atención. Es una fina columna de humo que asciende al cielo, producto quizá de una hoguera, o de un fuego provocado por uno de esos pozos de lava. La vigía te mira, temerosa, sabedora de que tú también lo has visto. Entonces lo señala, empujada por su deber, pero paralizada y muda por tu imponente presencia. Una figura surge entre las dunas, procedente de esa misma dirección, un jinete, uno que conoces. Es la exploradora Vilnës, que debe regresar con algo más de información.

- Tiradas (1)
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02/05/2021, 18:49
Lord Sil

Me recompongo con dificultad, ironizando en el pensamiento de que un rosetón hecho añicos tiempo ha ya no goza de la posibilidad –no ya el privilegio- de recomponerse.

La reacción de la Tenebrïs es similar a la de un depredador que cree invadido su territorio. Un territorio yermo y marchito, pero suyo al fin y al cabo. Desprovista de ojos, me resulta más difícil intuirla, leer sus pensamientos, pero tengo claro que lejos de sentir temor, parece extrañamente… excitada.

Podría ser un error.

Podría.

-Un águila…-. Recobro el aliento poco a poco. Siento la fantasmagórica bruma de lo que una vez fue un poderoso sentimiento anidar en mi pecho, palpitando, anhelando abrirse paso entre el entramado de hielo.

-Nuestro enemigo ha dado muerte a mis cuervos por temor a ser observado mientras se nos aproxima…-, conjeturo haciendo uso de la lógica interpretando mis crípticas visiones. -Ignoro quién… o qué es. También la distancia a la que se encuentra, solo que proviene del norte. Artuur no le ha visto con claridad. De haberlo hecho, a buen seguro ahora estaría muerto, mi Tenebrïs…-.

Alzo el brazo en el que sostengo a mi cuervo. Artuur se posa con sus poderosas y nudosas patas sobre mi hombro derecho. Sé que habría entregado su vida por mí sin dudarlo si con ello me hubiese otorgado una tenue, apenas perceptible ventaja. Sé que sabría sin mácula de duda que sería vengado. Que, en su muerte, su asesino hacía pender sobre sí mismo una terrible condena de muerte.

Y, a diferencia de un águila, yo soy lento dando muerte a mis enemigos.

Extremada… mente… lento…

Escucho en silencio las palabras de la Tenebrïs. Quiere enardecer mi alma. Quiere que sepa que la victoria, no importa cómo, será nuestra cuando la luna se alce en la oscuridad de la noche. Que somos nosotros los más terribles depredadores que vagan por Ramelok.

Solo comete un error.

No será un sujeto de pruebas lo que consiga. Oh, no. Eso implica experimentación, probabilidades, aguardar el abrazo de la inspiración. Incertidumbres, al fin y al cabo.

No… No será un sujeto de pruebas, porque sé exactamente qué voy a hacerle. Sé qué voy a extraerle mientras su corazón aún palpita. Sé qué voy a rellenar con la ácida arena y la negra ceniza en la que este desierto es fértil. Sé, en definitiva, cómo pasará sus últimos cuatro días en este mundo. Y sé que, cuando se acerque la hora de su crepúsculo, llorará conmigo la muerte de mis corvatos.

De todos… Y cada uno… De ellos.

Solo Artuur comparte mis macabros pensamientos en este instante. Su sombría silueta está complacida. Puedo sentirlo.

-Debiéramos examinar la Atalaya, mi Tenebrïs… Ignorar la fuerza de nuestro probable enemigo es malo… Pero ignorar las nuestras propias es, incluso, temerario-, advierto con la prudencia del que intuye que el panorama que vamos a encontrar en la Atalaya de Söjak será, en el mejor de los casos, desolador.

Me asalta la incómoda sensación de que la vida de la Tenebrïs podría estar en peligro. Nuestro enemigo, es evidente, ha tomado precauciones. Quizás, pienso, nos aguardaba de alguna forma que no atisbo a imaginar, salvo por guía de la magia. Quizás, incluso, la conozca. Su naturaleza fiera y plena de bravura. Este no es precisamente el bastión más seguro en la frontera. De hecho, puede que sea justo lo contrario. El escenario perfecto para una emboscada, lejos de ojos curiosos y fácil de disfrazar con el velo de una masacre perpetrada por las criaturas del desierto.

Miro de soslayo al guardián de la Tenebrïs.

He escuchado leyendas sobre el colosal y mudo Heimdallr, pero si algo me ha enseñado la experiencia es que si alguien en este mundo quiere matarte, siempre tendrá opción de conseguirlo. Aunque tú le mates primero.

Matar es como respirar. Ocurre a cada segundo, en cualquier parte.

Hasta en ninguna parte.

-Mi señora, deseo haceros una pregunta… personal-, lanzo mientras oriento los pasos de Nébula hacia el interior de la Atalaya. Es obligada una pausa dramática para que comprenda que no lanzo la pregunta a la ligera. De hecho, he dado un gran rodeo para lanzarla. ¿Por qué sabéis que nuestro adversario está en las filas de los vivos…?-.