Partida Rol por web

El hombre os hace pasar y menciona que Isawa Ichidori ya tenia reservada una mesa, y habia informado de que vendria. Y que por el momento el habia llegado primero.

La mesa es una pequeña mesa de madera baja, lacada, con un intrincado dibujo de un dragon que volaba alrededor del contorno intentando morderse la cola.

Un dibujo interesante y llamativo.

No tienes mucho tiempo para prepararte, porque al poco de llegar, notas como el dependiente se acerca a la puerta y esta atendidendo a un par de jovenes del clan del Fenix.
Desde donde estas puedes ver sus caras. Pero ellas parecen no haber puesto sus ojos aun en el interior del lugar.

Oyes como las atiende el dueño del establecimiento.

Buenos dias jovenes Fenix, en que puede ayudarles este pequeño hombre, quizas querais disfrutar de la tranquildad de este humilde establecimiento.

Sin saber bien como te pones nervioso, preguntandote cual de las dos sera la mujer que deba acompañarte en el camino de tu vida.
De repente escuchas la voz de una de las dos, con un tono decidido pero delicado al mismo tiempo. Te recuerda mucho al tono de Kakita Mae, tu amiga de toda la vida.

Eso estaría bien, pero son otros asuntos los que nos traen bajo éste techo.
¿Ha llegado Isawa Ichidori-sama?

La otra simplemente mira atendiendo a la situacion sin decir nada. Mientras, sus ojos delicados y llenos de vida parecian fotografiar cada instante de aquel lugar, buscando quizas respuestas ocualtas en la cara de Shige san.

Son la hija de Isawa Ichidori sama, bien las estaba esperando, pero creo que el señor Isawa no podrá estar presente. Sin embargo, dejo reservada una mesa para ustedes.

Si tienen a bien seguirme.

Las palabras del hombre no parecían casar con la imagen de como seria aquella reunión que tenias en la mente, sin embargo miras a tu protegida y observas que ella está perfectamente segura de lo que os dice aquel dependiente. Está claro que sea como sea, ella parece afrontar su destino con cierta entereza al fin y al cabo. Y eso te tranquiliza.

Os perdéis en las palabras y la situación se desata. Las jóvenes pasan al interior del pequeño y agradable establecimiento. Hasta una pequeña mesa que está ocupada por un joven grulla, que al verlas llegar se pone en pie para recibirlas.

El dueño del establecimiento. Se disculpa al llegar, y os deja solo mientras va a buscar algo para beber para los que él denomina sus ilustres invitados.

La situación durante unos segundos se torna tensa. Los tres, de pie, rodeados de ojos silenciosos de dragones de madera y metal. Alguien tendrá que romper el hielo.

El día es ardiente, y aunque es temprano el calor se cuela entre las ventanas despejadas, dejando que una brisa con el aroma de la cocina del establecimiento os inunde con olores de las plantas más sabrosas y exquisitas.

El tiempo se expande durante lo que parece una eternidad.

Espero bastantes segundos a que el samurai se decida a hacer algo más que permanecer de pie mirándonos como si de un duelo se tratara y aunque la ausencia de una katana junto a su cintura anuncia que dificilmente se trate de un bushi, me veo recordando la fama de la escuela Kakita, impidiéndome reaccionar hasta que un gesto o una corazonada me obliguen a ello.
El tiempo pasa despacio sin que nadie reaccione, algo por lo que conviene tener a alguien para hacer las presentaciones y por lo que esperaba encontrar a Ichidori-sama entre nosotros. Así que acabo por verme obligada a formalizar las presentaciones entre los prometidos.

- Soy Shiba Nashiko, hija de Shiba Deishi, descendiente Shiba Onoru y Shiba Sesai.

Pronuncio orgullosa mi herencia para que el grulla conozca mi herencia y aunque no reconozca el nombre del antiguo campeón, está claro que mi daisho no resulta demasiado corriente, haciendo que su mente rememore épocas pasadas de héroes y leyendas.

- ¿Cual es vuestro nombre Grulla-san?

Parezco marcar las distancias hasta el punto de casi considerarlo un enemigo contra el que desenfundar mi katana, pero hasta que se presente es todo lo que se merece como una posible amenaza contra la inocente Ochiai.

Dos jovenes Fenix se acercan, es de suponer que una de ellas sea mi prometida. Las observo una de ellas es bastante hermosa, me recuerda a alguien de mi infancia, la otra imponente es lo menos que puedo opinar de ella, aunque realmente no es lo importante, no estamos prometidos antes de tan siquiera vernos por nuestro aspecto. Cuando llegan a junta mia espero a que se presenten a la espera de saber cual de ellas es Isawa Ochiai y cual tan solo su acompañante, el instante de silencio no me molesta. Finalmente la Shiba se presenta.

Un placer conocerla Shiba Nashiko-san, mi nombre como ya debe suponer es Doji Yoshi y esta hermosa joven si no me equivoco debe ser  mi prometida Isawa Ochiai-sama. Digo algo extrañado ya que fueron los Fenix los que me habian citado aquí.  Hago una ligera reverencia y espero a que tomen asiento antes de sentarme yo de nuevo. Es un honor y un placer conocer por fin a mi prometida.

Permanezco inmutable hasta que termina de hablar y sólo entonces decido aceptar sus palabras.

- Es un honor conocerlo Doji-san

Definitivamente el camino del guerrero no es el del grulla, sus palabras acaban por confirmármelo a la vez que me hacen preguntarme si Ochiai estará bien casándose con alguien como él.
Tras un ligera inclinación me echo a un lado para permitir a la Isawa cruzar sus primeras palabras con su futuro marido con el único consuelo de que dispondra de mi abanico como muralla a ante sus posibles ataques.

Encantada, soy Isawa Ochiai, la hija de Isawa Ichidori sama. Mi padre ha decidido que sería mejor que nos conociéramos de una manera menos formal. Para que el trato que forjo él hace ya mucho tiempo no fuera una cadena.

Su voz era dulce, y se notaba que entre sus palabras había cierta preocupación. La que no habías mostrado ninguno de los dos.
La joven hace un gesto hacia la mesa, pidiendo asiento.

Todos aceptáis con un movimiento leve de cabeza y tomáis asiento.

Siento que mi padre a veces sea así de..., inusual, pero no me parece mala idea. Sé que no hace mucho que ovéis llegado a la Ciudad Imperial, que os parece la ciudad.

La chica decide cambiar de tema, quizás para que la tensión se disperse, o puede que porque le resulte demasiado duro seguir hablando sobre ello.

Sonrio mientras tomo asiento.

Sin duda la idea de Isawa Ichidori sama es muy buena, entre las formalidadades de la corte no podríamos llegar a conocernos realmente y aunque este acuerdo se haya echo hace mucho sin tener en cuenta nuestras preferencias no hay motivo por el que no se pueda convertir en una bendición para ambos. Digo con una sonrisa. Es una ciudad demasiado grande para poder evaluarla en tan poco tiempo, sin duda esconde un sinfin de maravillas que aun no he llegado a dislumbrar. Supongo que vosotras la conoceréis mejor que yo... ¿por donde me recomendarías empezar a conocer tan grandiosa ciudad?

- Disculpad.

Entro en la conversación pidiendo perdón desde el principio, dado que si permanezco callada y espectante, como debería ser, puede que Ochiai no consiga estar completamente cómoda al sentirse continuamente vigilada.

- Doji-san podría empezar por visitar los templos de éste distrito. En especial los de Amateratsu y Dama Doji. Aunque quizás deberá cuidarse de no molestar a las patrullas Leon, parece que hay algunos bastante irascibles.

Durante un rato la conversacion se afianza, hablando de cosas que requieren la etiqueta, y otras que rayan la banalidad, pero sirve para crear un ambiente distendido en el que todos os sentis mas comodos.

El lugar ayuda mucho a crear aquella admosfera. Pues la simplicidad de sus formas, los aromas y sabores de sus infusiones, hacen que la conversacion fluya tranquila.

La joven Isawa y el Doji parecen llevarse bien, y de vez en cuando la yojimbo Shiba interviene recordandoles que esta alli. Asi pasa un rato.

Sin embargo, cuando se acaban todas las tazas, aparece de nuevo una incomodidad como la que reposaba en casa asiento al principio. La duda, del que pasara a continuacion era lo que se anclaba en los tres corazones, cada cual viendo desde su particular prisma.

La joven Ochiai parece encantada con el interesantismo Doji, y complacida de que sea su futuro marido. Si bien, no podeis discernir si es que realmente le gusta, o simplemente esta encantada con que no sea un tipo gruñon o feo.

Cuando el dueño del establecimiento se acerca para retirar las tazas de te, se instala un incomodo e inevitable silencio. Asi que ella misma decide romperlo, de la unica manera que sabe hacerlo. Siendo ella misma.

Mi señor Doji, hace un día estupendo, y aunque no sea la mejor conocedora de cada rincon de esta suntuosa ciudad, me alegraria poder ayudaros como guia. Hace tiempo que intento pasar por el templo de Amateratsu para pedirle por mi padre. Si os gusta, podrias aconpañarnos alli.

Lo dice con una voz tierna y melosa. Realmente es inocente en cada palabra que dice. Busca primero la confirmacion en la mirada de su yojimbo, preguntandose a si misma si lo que ha expresado estara fuera de los deberes que deban reclamarles ese dia y luego espera con sincera emocion contenida la respuesta de su joven prometido.

Resulta evidente que no me agrada mucho la idea de Ochiai, porque con esas palabrás me estaba encargando el tener que cuidar de dos personas al mismo tiempo sin que ella lo supiera. Dado que mi deber era velar por ella y los Isawa, ahora debía mantenerme alerta para cuidar también de su prometido por el bien de ellos.
Aún así, no puedo evitar asentir otorgando mi conformidad a sus palabras mientras me pregunto si los Grulla no tienen yojimbos suficientes para su gente.

La velada es agradable y es un alivio que la Isawa parezca una chica "normal", sonrio ante su ofrecimiento y asiento.

He de reconocer que la velada ha sido mucho más encantadora de lo que me esperaba puedes decirle a tu padre, que por lo menos para mi, su idea a funcionado a la perfección... espero que opinéis igual. Sonrio amablemente Sera un honor acompañarlas, su padre es un gran hombre pediré yo tambien por él... espero que no haya un motivo apremiante por el que debamos pedir por él. Comento algo preocupado ya que la posición de su padre era una de los principales motivos para la boda.

Salisteis de la posada, donde el dueño se despidió de vosotros con sonrisas y alagaos, pidiendo que no olvidaseis el trato y que volvieras pronto con más amigos. Una idea que no descartareis, pues el trato había sido ejemplar.

La mañana se dibuja radiante, con la dama sol dando todo su brillo a sus hijos e hijas. Durante el camino la joven Isawa narra algunas cosas que conoce sobre los Kami y las Fortunas. Como Shugenja parece tener un conocimiento bastante amplio sobre el tema.

Pronto llegáis a el gran templo de la Dama sol. Sin dudas el mayor templo de Otosan Uchi, este edificio rivaliza en grandeza con cualquier otro de la ciudad. Aunque su construcción era muy simple, los monjes se encargan cada semana de asegurarse de que la madera este limpia y brillante con luz propia. Una aura dorada cubre suavemente el templo desde el amanecer al anochecer, e incluso de noche, sus muros parecen sobresalir de las sombras que los rodean.

Alrededor del templo en sí, hay unos maravillosos jardines en los que pasear con tranquilidad y disfrutar en la calma que inspira este lugar. Mientras que subiendo las escaleras, se puede llegar a la zona central del templo, y pedir y orar a la diosa por las cosas justas.

La joven Ochiai no lo duda un instante y se lanza escaleras arriaba emocionada por esta en aquel templo. Sus ojos inquietos buscan en cada rincón la hermosura de aquel templo que brilla con luz propia.

Sus pasos acelerados de emoción no suponen mayor problema, puesto que en aquel lugar hay muy pocas personas, y casi todas son monjes del templo. El distrito de Ochiyo es como poco, uno de los lugares más tranquilos y seguros de imperio.

Al llegar arriba del todo, observáis como una mujer mayor esta orando en uno de los múltiples pilares del templo, mientras un incienso quema una oración o petición lentamente. La mujer parece no darse cuenta de que estáis allí.

La calma y quietud de aquel lugar os reconforta placenteramente. Y aunque no sabéis bien por dónde empezar no tardáis nada en ver cómo funcionan las cosas allí.

La dama Isawa camina hasta un poste central, y prende con un vela un incienso con un olor amargo, pero atrayente, y se pone a rezar rápidamente. Parece un ángel bendito colocada allí de aquella manera.

Tras agredecer profundamente la hospitalidad del posadero y garantizarle que volveríamos a la misma, salimos con dirección al templo. Segun nos acercamos me doy cuenta de la grandeza del templo mientras Isawa Ochiai va comentando detalles sobre el mismo. Segun llegamos a la escalera Ochiai no puede evitar echar a correr  escaleras para arriba, no puedo evitar sonreir mientras observo como asciende por las escaleras tan vivaz, durante un segundo estoy tentado a seguirla pero desde muy pequeño me enseñaron a mantener la compostura ante todo y eso es lo que hago, oculto mi sonrisa tras mi abanico y empiezo a ascender con paso moderado.

Es un placer verla tan alegre, he de reconocer que conocerla hoy ha calmado muchos de mis temores con nuestro enlace... Comento con su yojimbo mientras empiezo a subir las escaleras.

Una vez arriba me inunda una sensación de calma, observo los movimientos de la Isawa y la bella estampa que se queda mientras esta rezando. Me acerco y prendo una vela cercana a la suya para rezar a su lado. Rezo por que este matrimonio pueda darme todo lo que espero de él...

Sigo con la vista a Ochiai, permitiéndole cerca distancia por la seguridad del lugar y no agobiarla mientras eleva sus peticiones a Amateratsu. Mis pasos silenciosos me acercan lentamente en su destino, permitiéndole su momento de privacidad y otorgándome el tiempo para responder al grulla.

- Es alegre.

Puntualizo sus palabras secamente, aparentemente aún a la defensiva, como si pudiera ser capaz de sacrificar a Ochiai tal y como es ahora por algún beneficio.
Mis ojos le miran directamente después de ello, dado que sigo sin conocer nada del Doji salvo la reputación de su familia y clan. Algo insignificante, dado que cada persona es como un grano de arroz en toda una plantación y que me obliga a seguir manteniendo una forzada formalidad con él.

Tras las oraciones, la joven Isawa se dirige a uno de los monjes para hablar sobre cosas personales. Si bien no se aleja mas de cuatro o cinco metros, el monje la atiende en soledad.

Como es facil de entender la parte espiritual de una shugenja esta muy marcada en sus costubres, y aunque haceis ambos lo posible por parecer mas devotos, os sentis en cierta manera fuera de lugar.

Con aquel momento de reflexion que nuevamente aparece, y mas alejados del lugar donde propiamente los hijos de la diosa vienen a rezar, os encontrais nuevamente a solas. Con un silencio aspero entre vosotros, pero que empieza a ser mas comun y ameno que hace unas horas.

La joven shugenja se acerca nuevamente hasta su prometido y su guardiana.
Parece satisfecha de sus gestiones religiosas, sin un apice de estar descontenta por nada. Irradia vitalidad y eso os alegra por dentro.

Que os parece si damos un paseo pequeño por aquel jardin de alli.

A pesar de que los jardines suelen ser zonas mas concurridas, aquella mañana parece que el fervor religioso solo os sigue a vosotros, pues practicamente no hay nadie.
Bajais el entramado de escalones hasta una zona con vancos y setos recortados con formas naturales bellas y delicadas.

El ambiente es estupendo, sin embargo, aquella reunion se estaba alargando mucho. O al menos mucho mas de lo que habiais planeado en principio. Aunque la Isawa parece no darse cuenta de esos detalles y disfrutar de un dia simplemente agradable.

La espiritualidad del templo es sobrecogedora y me empiezo a sentir poco a poco fuera de lugar, no suelo pasar tanto tiempo en los templos. Creo que a la yojimbo le pasa en cierta medida lo mismo aunque debería estar más acostumbrada a ir con su señora. Aunque el silencio entre ambos sigue siendo tenso empiezo a respetarla en lo diligente que es en su trabajo.

Oichi vuelve una vez da por concluida sus gestiones religiosas. Sonrio y asiento a su propuesta.

Por mi estupendo, un paseo por unos hermosos jardines con una dama aun más hermosa. Respondo con una sonrisa, la reunión empieza a alargarse más de lo esperado pero realmente que nada saliera mal en el matrimonio concertado era mi prioridad al venir a la capital imperial. Creo que antes no me llegasteis a contestar si ibamos a rezar por vuestro padre tan solo por ser el gran hombre que es o si había algún otro motivo por el que acordarnos de él. Es un tema que me interesa ya que el principal motivo del acuerdo era precisamente la importante posición que tenía su padre y aun más importante la que se preveía que podía ocupar en un futuro.

Al final tanta precaución iba a resultar útil. Yoshi daba la impresión de estar mucho más interesado en su futuro suegro que en la joven novia, es más, seguramente el descubrir algo sobre él sería el auténtico motivo que guíaba sus acciones y palabras en estos momentos.

- Lo lamento Ochiai-sama, el paseo deberá esperar. Recordad que concertamos una cita para mejorar vuestro dominio del abanico.

Intervengo preveniéndola de no revelar nada más, porque a pesar de ser su prometido, continúa siendo un completo extraño y hablar de más sería, como poco, imprudente.