Partida Rol por web

Bart Clinton permanecía tirado en el suelo de su inmunda celda, vestido con un sucio y desgastado mono de prisión naranja. Trató de permanecer inmóvil, ya que cualquier movimiento despertaba latigazos de dolor por todo su cuerpo. La sesión de tortura a la que había sido sometido todavía estaba muy reciente.

Enfocó su visión y vio el plato de plástico en el suelo, lleno de la bazofia que aquí llamaban comida y que era su único alimento dos veces al día. No importaba, debía alimentarse para recuperar fuerzas.
Se movió para acercarse, ahogando un quejido, y comenzó a comer, usando la mano como cubierto.

De pronto sucedió algo imprevisto. Las luces se apagaron. Todas.

Durante todo el tiempo que había permanecido aquí (un año y medio, aproximadamente), nunca había sucedido algo semejante. Las luces de los pasillos nunca se apagaban, nunca.

Pero ahora se habían apagado. Al momento, se conectaron la iluminación de emergencia, luces amarillas, pero que apenas mantenían a raya a la oscuridad.
Bart Clinton escuchó gritos, los gritos de los que estaban encerrados con él en este lugar, en las celdas próximas. Los reclusos aprovechaban para montar todo el escándalo que pudiesen.

¿Qué estaba ocurriendo?

Las luces se apagaron completamente.

La celda en la que el doctor Bennet estaba visitando a Roger Stevenson quedó completamente sumida en tinieblas.

¿Qué pasa Doc? Preguntó con debilidad Roger, tirado en su catre.

Bennet no lo sabía, se acercó a la puerta de la celda y miró afuera a través de la mirilla. En los pasillos también se habían apagado las luces. ¿Podría haber sido un corte de corriente eléctrica debido a la tormenta que se desataba en el exterior?

Golpeando la puerta y gritando, el doctor trató de llamar la atención del guardia de seguridad que le había escoltado hasta aquí, y que debía de encontrarse justo al otro lado de la puerta de metal. No recibió respuesta, pero oyó unos gritos, sin entender lo que se estaba diciendo.

Miró en la oscuridad de fuera. Sólo oscuridad. No, espera. Había unos destellos rojizos. De pronto un grito ahogado y un ruido. El guardia cayendo pesadamente al suelo, abatido.

Los destellos rojos se acercaron por el pasillo. Eran punteros laser.

Es de noche, y Thorlief Gelmon estaba sentado en su catre, reflexionando. Se pasó la mano por la cabeza rasurada. Intentaba mantener su mente ocupada con pensamientos para soportar el aislamiento al que era sometido desde hace tanto tiempo.

De pronto, la suave luz de la celda se apagó completamente. Thorlief se puso de pie de golpe. Esto nunca había ocurrido. Ni siquiera se filtraba luz del pasillo por debajo de la puerta de la celda. Otros ruidos también parecían haber cesado y se distinguía claramente que en el exterior del centro estaba cayendo un potente aguacero.

Entonces se escucharonn unos pasos en el exterior, que se detuvieron junto al otro lado de la puerta de su celda. Alguien estaba manipulando la cerradura, Thorlief podía escucharlo perfectamente.

¡Y la puerta se abrió de par en par! A pesar de la oscuridad, pudo ver aparecer a un hombre ataviado con un traje de combate blindado por completo, incluyendo casco y visor nocturno, que le apuntaba con un fusil automático equipado con supresor sónico.

Thorlief vio un puntero rojo. Laser. En su pecho.

El hombre le preguntó en inglés.

¡Nombre! ¡¿Cuál es tu nombre?!

Bruce Bennet imaginaba lo mal que lo estaría pasando Stevenson, aunque la realidad seguro que era mucho peor. Tampoco es que él lo estuviera pasando mejor pero... al menos no lo habían torturado de esa forma tan brutal.

De pronto las luces de todo el complejo se apagaron.

¿Qué narices pasa?¿Un corte de corriente en estas instalaciones? Imposible, tiene que haber generadores de emergencia y grupos electrógenos repartidos por todas las salas, este complejo no puede quedarse sin luz, a menos que...

El guardia que lo había acompañado cayó al suelo.

Ahora está claro, ¡Una incursión desde el exterior! Es nuestra oportunidad...

Rápido Roger, levántate, tenemos que salir de aquí... Están saboteando el complejo, es ahora o nunca...

Pero todo fue una esperanza fugaz. De pronto se escucharon pasos y las mirillas láser de los asaltantes les revelaron que no podían escapar de allí... al menos como habían pensado...

¡No disparen!¡Estamos desarmados!-gritó Bennet poniéndose de rodillas con las manos detrás de la cabeza...

Si detectaban cualquier amenaza no dudarían en dispararles...

 El Hombre le apuntaba nervioso al pecho. Por algun motivo, en aquel momento de tensión, a Gelmon se le antojaba ironica aquella pregunta.

-Gelmon, Thorlief Gelmon-le contesto con seriedad- ¿Quien demonios eres tu?

Algo raro estaba ocuirriendo. Quizas sería otra treta de La Agencia para minar su moral. Quizas era su oportunidad. Lo que ocurria en aquel momento daba la impresión que salía de la forma de proceder de la agencia. Quizas les habían venido a rescatar o quizas no, pero igualmente podría aprovecharse de ello.

El hombre del traje de combate giró la cabeza hacia la derecha y gritó: ¡Tengo a uno!

Después le hizo gestos con el arma para que saliese de la celda, cosa que Thorlief hizo con gusto. Se encontró en un amplio pasillo, parecido a los que podría encontrarse en un hospital. La iluminación seguía desconectada, pero las luces de emergencia se habían conectado y permitían ver lo suficiente como para moverse sin problemas.

Thorlief miró a la derecha. Por el pasillo venía otro hombre armado vestido como el que le había liberado.
Y junto a él estaba el doctor Bennet, en cuyo hombro se apoyaba Roger Stevenson. Thorlief sintión una intensa emoción. ¿Cuanto hacía que no veía a sus compañeros, a pesar de saber que estaban encerrados en el mismo centro de retención?

Ahora no cabía duda. Habían venido a por ellos. Esto era una operación de rescate en toda regla.

Pero el hombre del arma le despertó, preguntándole en voz alta.

¡Bart Clinton! ¡¿Sabe dónde se encuentra Bart Clinton?!

Que? Bart Clinton?-musito sobresaltado ante la pregunta- No tengo ni idea, hace...bueno no se donde esta. No se ni siquiera se donde demonios estoy yo!

Sus compañeros estaban alli, eso era buena señal. Tenia ganas de preguntar que tal se encontraban, hablar con ellos. Desde lo del centro comercial, todos esos dias parecian haber sido uno solo. Como una larga y extraña pesadilla. Pero ahora los había rescatado y aun asi algo no parecia ir del todo bien. Por que le preguntaban por Bart? seguramente estaría en alguna otra celda.  

Estaba bastante herido, las sesiones de tortura se me hacian interminables... pero yo seguia sin decir una palabra. Mi orgullo de soldado estaba intacto, pero mi cuerpo habia sufrido las heridas que este no. Como pude me acerque al plato de basura que nos daban por comida y comence a alimentarme poco a poco. De repente algo totalmente inesperado sucedio... todas las luces se apagaron, el pasillo fuera de mi celda quedo a oscuras porque ya no entraba luz por debajo de la puerta. Ruidos de lucha y exclamacones generales se oian a lo largo del complejo... seria posible que alquien estuviese atacando el lugar??

Tenia que aprovechar esta oportunidad, pero mi cuerpo no estaba en su mejor momento para intentar una huida... no importaba tenia que lograrlo, tenia que salir de alli...

Con un esfuerzo sobrehumano me puse de pie, aguantando las punzadas de dolor que recorrian todo mi cuerpo. Una vez sobre ambas piernas me dirigi a la puerta... si habian cortado la electricidad, tal vez el mecanismo que cerraba la celda se hubiese desactivado. Con otro grane sfuerzo empuje mi cuerpo contra la puerta intentando abrirla.

Vamos maldita sea... abrete...

Fuera, en el exterior, se oyó el retumbar de un trueno por encima del repiqueteo de la lluvia torrencial sobre el edificio.

Tras el estruendo, la débil voz de Roger se escuchó con nitidez.
Lo vi una vez... está en una celda... en el subterráneo del centro...

Uno de los dos hombres consultó una especie de agenda electrónica que llevaba encima, donde se mostraban los planos del edificio.
Debe tratarse de el complejo carcelario del nivel menos uno. ¡Se nos acaba el tiempo, vamos!

El grupo de cinco personas se puso en marcha, con uno de los hombres armados en cabeza y el otro cubriendo la retaguardia, apuntando a todos los rinconces con sus fusiles automáticos. Gracias a sus visores nocturnos, parecían ver sin problemas en la oscuridad que llenaba el lugar.
Bennet y Gelmon ayudaron a Stevenson a seguir el ritmo cuando accedieron a unas amplias escaleras metálicas que les llevaronn hasta el nivel -1 del complejo. Allí tuvieron que detenerse ante la puerta de entrada, bloqueada por medio de una cerradura magnética.

En un primer momento, el hombre que iba en cabeza trató de abrirla por medio de una tarjeta de acceso que llevaba consigo, pero cuando no fue capaz de hacerlo, se decidió a colocar un pequeño explosivo plástico en la cerradura.
Todos se retiraron unos metros por seguridad e hizo estallar la carga por medio de un control remoto.

Sin esperar a que el humo se disipara, pasaron al interior.

¡Vamos, vamos, vamos!

Clinton continuó forjeceando inutilmente contra la puerta de su celda cuando escuchó el ruido de una detonación que silenció por un segundo el bullicio del complejo de celdas.

Por precaución se apartó de la puerta y dio tres pasos atrás, hasta la pared. Se oían pasos. Alguien se acercaba. Los pasos se detuvieron frente a su puerta. Aunque no era capaz de oirlo por los gritos de los demás reclusos, pudo ver la sombra por debajo de la puerta.
Un rostro que no era un rostro, sino una máscara con un visor nocturno acoplado se asomó por la rendija de la puerta.

¡¿Bart Clinton?!

El exmilitar pensó que no tenía nada que perder, por lo que respondió afirmativamente.

¡Alejese de la puerta!

Cinton se mantuvo pegado contra la pared mientras un estruendo de fuego automático destrozaba la cerradura y abría la puerta de la celda de par en par. Un hombre con blindaje de combate apareció ante él, haciéndole gestos con la mano para que saliera. Cuando lo hizo, no pudo menos que sorprenderse al ver allí también a sus antiguos compañeros de Acción Global.

Pero no había tiempo para explicaciones. O saludos.

¡Tenemos que movernos! Gritó uno de los hombres. ¡Hay que llegar hasta el patio exterior del centro! ¡Nos espera el transporte!

Los compañeros, nuevamente reunidos después de tanto tiempo, lo siguieron tan rápido como pudieron, escaleras arriba, dejando abajo los gritos de los reclusos todavía encerrados en la prisión...

La planta baja del complejo. Pasillos amplios, pero todavía mal iluminados por causa del corte eléctrico. El grupo avanzó moviéndose hacia la salida principal.

Una esquina. Justo al pasarla resonaron disparos alrededor. Atronadores.

¡Atrás! ¡Atrás! Gritó uno de los hombres mientras todos se protegían detrás de la esquina. Los disparos cesaron. ¿Y el otro hombre?
Estaba en el suelo, tirado. Su compañero lo agarró de una pierna y lo atrajo a la seguridad de la esquina. Allí le quitó la máscara. Era un hombre de mediana edad, de rasgos duros, pelo cortado estilo militar. Tenía un agujero de bala en el cuello que no dejaba de escupir sangre. El hombre se ahogaba en ella mientras trataba de decir algo.

¡No! Grito el otro mientras trataba de aplicar presión en la herida. No sirvió de nada. Murió.

Se oyó una voz cerca. Más allá. Al otro lado de la esquina. Todos la reconocieron.

¡Depongan las armas! Era la voz del Coordinador. El hombre a cuyo cargo estaban en este centro. El hombre que había dirigido sus vidas desde hacía un año y medio.
¡No lo repetiré! ¡Depongan las armas, rindanse, y saldrán vivos de ésta!

Junto a ellos, el hombre que había sobrevivido empezó a repartir armas. Las pistolas automáticas de él y de su compañero muerto, para el doctor Bennet y Thorlief Gelmon. Y el fusil automático para Bart Clinton.

Escuchadme. Dijo el hombre mientras se quitaba la careta y el visor nocturno. Era joven, pelirrojo y de ojos azules, rapado al uno. Parecía un crío.
La salida está entre esos hombres y nosotros. Fuera, nos están esperando para escapar de aquí. Pero hay que salir. Y no hay más refuerzos. Y no nos esperarán mucho más.

Thorlief se hizo con la agenda electrónica del muerto. En la pantalla estaba el plano de la planta baja, con un diminuto punto parpadeante mostrando su posición. Era cierto, la salida estaba un poco más adelante. No parecía haber más salidas, y todas las ventanas de esta planta y la superior estaban enrejadas.
Sin embargo, Gelmon pudo comprobar que se podía llegar a la salida de esta planta por otro pasillo diferente. Eso sí, para hacerlo había que dar un tremendo rodeo por esta planta del edificio.

Tras la esquina, el Coordinador siguió hablando. ¡Bennet! ¡No lo eche todo por la borda! ¡Puede trabajar con nosotros en La Agencia! ¡Tiene un gran futuro, pero para ello debe rendirse a nosotros!

El pelirrojo no hizo caso y siguió dando instrucciones. Voy a tratar de llegar hasta allí. Señaló una columna al otro lado del pasillo, más allá de la esquina que les protegía. Desde esa posición los tendré a tiro. Hace una pausa. Pero necesito que me cubran cuando salga de esta cobertura ¿entienden? Necesito que disparen con todo lo que tengan en cuanto yo empiece a correr. ¿OK?

Estaba quebrado... las fuerzas casi me habian abandonado y la maldita puerta no se habria, cuando de repente un ruido de explosion resono al otro lado del corredor. Me aleje de la puerta lentamente, hasta que alguien se acerco al pie de mi habitacion... preguntaron por mi nombre y asenti, despues de todo que tenia para perder... Nuevamente una explosion y mi puerta se abria de par en par para encontrarme con un soldado armado hasta los dientes y con protecciones de uso militar. No podia creerlo... habian venido por nosotros... mis compañeros, Bennet, Gelmon, Stevenson... estaban alli. Tal vez aquel reencuentro o la tenue luz de esperanza que tenia de salir de alli renovo mis fuerzas y me permitio seguir adelante.

Seguimos camino hasta la esquina de un pasillo donde nos emboscaron los guardias de complejo. Uno de nuestros salvadores habia sido alcanzado por las balas de los guardias y un tiro certero en el cuello del soldado no dejo lugar a dudas... estaba muerto y nuestros enemigos tenian buena punteria. El soldado que quedaba nos dio las armas de su compañero caido, a mi me dio el fusil y al resto las pistolas automaticas. Cuando escuche la voz del maldito coordinador mis ojos se abrieron como platos... mi cuerpo comenzo a generar altas dosis de adrenalina que me darian el complemento de energias para devolverle de una vez por todas todo el sufrimiento y la humillacion que me habian hecho pasar. Las palabras de muchacho que habia venido por nosotros son claras... si queriamos salir de alli teniamos que pasar sobre ellos. No podia sentir mayor gusto al saber que iba a tener la oportunidad de llenar el cuerpo de aquel maldito carcelero con tantos agujeros que lo harian el mejor colador en la faz de la tierra. Mi respuesta fue un claro y sobrio quite del seguro de mi arma, una mirada concentrada en mi trabajo, lo que hacia mejor, para lo que me habian entrenado...MATAR CON UN FUSIL.

-Cuando tu quieras niño bonito...

No pude contener mis palabras... el ansia de descargar mi arma contra los tipos que me habian tenido preso en aquel lugar superaba cualquier tipo de razonamiento logico o estrategico posible. Solo pensaba en una cosa, y eso era... VENGANZA!!!!

Gelmon se aseguro que la pistola estaba cargada, puso el seguro y la guardo en el pantalon. Estaban a unos metros de la salida y el impetu por escapar haría que fallasen en el ultimo momento.

Esperad, hay otro camino. Podemos dar un rodeo y llegar a la salida por aqui-dijo señalando el plano- Seguramente no esté tan vigilado. Este lugar es un cuello de botella  y nos van a machacar. Es una jodida emboscada, debemos ser mas listos que ellos.

Gelmon, no sabía si estaba delirando. Los discursos siempre se le habían dado bien, pero ahora se oia a si mismo y parecia que nada d lo que decia tenía sentido. Solo sabía que queria largarse de alli y sobrevivir a todo aquello. Joder hace un año habían salvado a cientos de personas, Gelmon necesitaba ya unas vacaciones.

La opción de Gelmon parecía viable, aunque todo dependía del tiempo...

Si crees que puedes llegar adelante, aquí necesitaremos todo cuanto tenemos para contenerles. Yo sólo supondría un lastre, no tengo precisamente una buena forma física y Stevenson no puede correr en su estado. Si llegas a tiempo y les coges por la espalda tendremos una gran ventaja. Es tu decisión.

Una vez dicho esto le hizo un gesto de aprobación al pelirojo... Se quedaría aquí para contener a los soldados... al menos esperaba que Clinton y ese hombre fueran suficientes para abatirlos...

Thorlief asientió a las palabras de Bennet, cogió el aparato electrónico con el mapa y salió corriendo en dirección opuesta. Ni siquiera hubo tiempo para una despedida, ni para desearse suerte.

El pelirrojo ya se había acuclillado junto a Clinton y el doctor, mostrándoles un cilindro negro.
Os lo repetiré de nuevo. Esto es una granada aturdidora. Los dejará ciegos y sordos por unos segundos. En el preciso momento en que estalle, yo saldré corriendo hasta esa columna. Necesito que me proporcionéis fuego de cobertura desde la esquina, ¿entendido? Pues vamos.

Clinton se posicionó agachado junto a la esquina, con Bennet detrás suyo, de pie, sujetando el arma con ambas manos. A su lado, el pelirrojo lanzó la granada por la esquina, lo cual levantó gritos de alarma del grupo enemigo.

Un segundo después la granada estalló, en un fogonazo de luz y sonido. El pelirrojo salió corriendo. El exmarine y el doctor se asomaron tras la esquina y comenzaron a disparar.