Partida Rol por web

Palabras de paz, vientos de guerra

Escena de Juego

Cargando editor
08/06/2023, 00:09
"Ratona" Beatriz García

Una flecha me impactó, pero mi cuero me protegió de ser herida. No disminuí el paso, llegando ante los indios en pocos segundos. Lancé un tajo lateral contra uno de ellos, esperando cortar y desgarrar carne. Después intenté trinchar con la punta afilada. Seguidamente, interpuse la espada para protegerme de sus ataques. Una finta aquí, un paso atrás allá, un movimiento rápido de mi espada bloqueando... como me había enseñado Aldonza. Si salía de esta, estaba claro que tendría que darle las gracias al Santísimo y a las clases nocturnas de mi mentora.

Notas de juego

Beatriz, digamos que mientras corriste llevabas tu arma en la mano, asique no la tienes que sacar (la llevas ya).

Sí, ya lo narré en mi anterior post:

Viendo que mis amigos estaban en lucha contra esos indios, me armé de valor y desenfundé mi arma: una espada regalo de mi mentora, Aldonza de Mendoza.


Ataco y ataco. Después, con el bonus negativo, paro, paro y paro.

Cargando editor
08/06/2023, 08:14
Lucca Alciato

Los ultimos ataques estaban siendo infrutuosos, los indios empezaban a reaccionar y pese a la incorporacion de Ratona al combate cuerpo a cuerpo esto no tenia buena pinta. Incluso empezaban a tener heridos.

Se esforzo aun mas para intentar revertir una situacion que no avanzaba.

Notas de juego

Ataque y defensa y al igual que Diego, si un segundo ataque impacta, pues defensa con el menos 20

Cargando editor
09/06/2023, 12:29
Apotecario Gutiérrez

.

   Esta vez me pongo a resguardo, que empiezo a parecer una alfiletero y le tengo buen cariño a mi piel que tantos buenos servicios me presta, así que recargo poniendo todo mi atención a que no me den.

.

Notas de juego

   Defensa total, pone que no ataca en todo el turno, limitándose a defenderse. Supongo que aunque no se diga, no se pueden hacer otras acciones de combate, pero si se pudiera, la otra acción sería limitarme a apuntar.

   Edición: Que se me olvida, si convierto un fallo en éxito gastando punto de aventura, ahí va (intercambiar decenas unidades)

Cargando editor
09/06/2023, 18:36
Tlatoani

Turno 3:

Diego volvió a agarrar con fuerza su espada para tratar de golpear a uno de los rivales. Pareció que alcanzó a uno de ellos de pleno:

Daño (de Diego a Columna): 2 (+7 por crítico) (+2 por por MD) (sin protección): 11 puntos de daño.

Otro de los nativos cayó, y otro más fue herido por el pirata... Acto seguido Lucca golpeó, como su compañero, con su espada:

Daño (de Lucca a Columna): 7 (+1 por por MD) (sin protección): 8 puntos de daño.

Los Chichimecas gritaban ante el poderoso filo del comerciante genovés. Enseguida Beatriz se animó a hacer lo mismo; sin embargo, ella atacó dos veces. Tal vez su mentora, tiempo atrás, fuera de esas que pensaban que la mejor defensa era un buen ataque... Y así lo pensó la Ratona:

Daño (de Beatriz a Columna): 7 (+1 por por MD) (sin protección): 8 puntos de daño.

La valiente mujer traspasó el pecho del último de los nativos guerreros apostados en aquel cerro. Apotecario agachó la cabeza entonces, tras el lugar donde había estado resguardado. Cuando no escuchó nada más (tan sólo un último grito ahogado enemigo), levantó su cuerpo y miró más allá de su refugio: sus compañeros habían acabado con los indios en su totalidad.

Aquello era "otra" matanza.

- Tiradas (7)

Notas de juego

Estados (tras turno 3):
Diego: ileso
Beatriz: ileso
Lucca: ileso
Apotecario: [Nivel Normal: O O O X X]
Columna de adversarios: 0/60 (derrotados).

Apotecario: recuperas los dos puntos de vida y vuelves a estar ileso. Es la primera de las formas de recuperar vida de este juego (tras un combate, sino se pierde un nivel entero, éste se recupera todo tras la lucha).

Continuamos la narración.

Cargando editor
09/06/2023, 19:20
Antonio de Cuellar

La sangre volvía a regar aquel cerro que despuntaba al cielo.

Si antes Juan de Arze había muerto allí arriba, despedazado por los nativos y sus malas praxis para la fe cristiana, era ahora las espadas y virotes vuestros quienes habían llevado a los mismos tales a la muerte. Los cuerpos de los seis hombres chichimecas estaban ahora allí tendidos (unos más cruelmente que otros, si es podía ser posible). Uno no podía estar jamás orgulloso de ello (sólo los hombres y mujeres viles anhelarían ser testigos o protagonistas de aquellos febriles actos), aunque desde un principio Beatriz estaba en peligro.

Fue entonces cuando oísteis a alguien, alguien que subía por la escarpada pendiente. Apotecario fue el primero en verlo. Era el tipo de las sotanas: fray Antonio de Cuellar.

El clérigo apartó unas ramas, se agacho ante lo bajo de una rama, para no golpearse y miró a al licenciado. Luego más allá, allá arriba, al resto de compañeros. Vio de lejos los cuerpos ensangrentados de los nativos, y enseguida echó a correr hasta donde estaba Diego, Beatriz y Lucca. Su rostro era de incredulidad.

Momentos después se detuvo delante de los nativos, cortados por las espadas de los otros, a quienes miró sorprendidos, pestañeando movido por un pesar interior indescriptible. Se agachó, tocó su sangre, y a dos de ellos les cerró los ojos.

¡Qué...! ¡Qué habéis... hecho! -comentó, sin dejar de mirar a los cuerpos-.

Después se puso a orar, de rodillas, con las manos entrecruzadas, en mitad de los cuerpos. Mientras balbuceaba los pertinentes latinajos cristianos, una lágrima caía por su rostro, y daba a parar al suelo maldito de aquel cerro inmundo.

Notas de juego

Continuamos.

Cargando editor
10/06/2023, 14:56
Diego "El bizco"

Aquello termino rápido, en un momento todos los indios yacían muertos en el suelo. Las terribles heridas habían ocasionado que abundante sangre regase las tierras del cerro, había un penetrante olor a sangre y vísceras. Con aquellas temperaturas pronto comenzaría el proceso de descomposición, y el olor sería insufrible.

Limpio su espada, y la guardo, no les habían ocasionado daños, todo había quedado en un susto. No entendía porque les habían atacado nada más verles, tal vez aquel lugar representaba algo para aquellos indios, y ellos no deberían haber estado allí. Pero ya no tenía solución, los cuerpos de los seis indios eran un claro indicio del horror que se había desatado en aquel cerro.

La llegada del fraile y sus palabras, le hicieron ser consciente de lo lejos que estaba de los valores de las gentes normales, de lo violento que podía llegar a resultar. Aunque en esta ocasión, no le parecía que hubiese tenido muchas opciones.

-Lamento mucho lo que ha ocurrido, pero nada más vernos trataron de matarnos. No nos han dejado otra opción.- Le dijo al padre, tratando de que su voz sonase afectada, aunque no lo estaba. Aquello para Diego había sido defenderse de un ataque, nada malo. Nada de lo que tener que avergonzarse. 

Tal vez complicase la misión que les habían encargado, era posible que de enterarse los indios les viesen como a enemigos. Pero no podían dejarse matar sin hacer nada. Tan solo habían hecho lo que tenían que hacer, lo que cualquiera hubiese hecho en su situación. 

Cargando editor
10/06/2023, 15:23
Apotecario Gutiérrez

.

   Me levanto y miro si hay posibilidad de recuperar algún virote, pero mucho me temo perdidos para siempre.

   En cuanto al sacerdote...

   - Debemos enterrarlos, - me limito a decir.

   Luego añado.

   - Atacaron por la espalda cuando nos retirábamos y luego ya no hubo mucha opción de dialogar, fue culpa mía, pues no puede avisarles con la suficiente presteza para retirarnos a tiempo de que no nos vieran. -

.

Cargando editor
12/06/2023, 00:44
"Ratona" Beatriz García

Me miré las manos, asombrada de o que había hecho. El indio yacía a mis pies con un feo tajo en el abdomen, del que aún salía bastante sangre que formaba un pequeño charco bajo su cuerpo. Poco a poco, el preciado líquido se iba filtrando en el suelo, dejando una mancha rojiza en la hierba y en la tierra. La adrenalina aún me recorría el cuerpo, dotándome de una fuerza y valentía que nunca hubiera creído tener. Miré a los demás, perpleja, como diciéndoles con la mirada: ¡Mirad lo que he hecho! ¡He matado a un hombre!

-"Lo siento, padre, fue por mi culpa, que me retrasé y estos indígenas empezaron a dispararme a las primeras de cambio." Le dije a Antonio.

Cargando editor
12/06/2023, 08:33
Tlatoani

Notas de juego

Mañana añadiré el post correspondiente, pero... ¿Que vais a hacer ahora? Necesito saberlo para encaminar la historia. Comentadme aunque sea en una breve línea.

Cargando editor
12/06/2023, 08:47
Diego "El bizco"

Notas de juego

Por Diego se haría lo siguiente, enterrar los cuerpos, limpiarnos y continuar la misión. Creo que nos tocaba visitar un pueblo cercano. Pero Diego no es el más listo del lugar, y hará lo que le digan.

Cargando editor
12/06/2023, 22:48
Lucca Alciato

Terminado el combate y templado los nervios miro a los indigenes con una perspectiva mas mundana.

Lo cierto es que les habían atacado antes y sin mediar provocación previa. No era muy diferente de si les hubiera atacado un bravo en las calles de Genova. Nada para perder el tiempo en largas consideraciones, ellos estaban vivos y los indios no. Habia justicia y todo había acabado bien.

-La verdad que no me siento particularmente mal por haberles matado, ello lo intentaron primero y fallaron. La mano de Dios estaba con nosotros y asi debía ser, puesto que nosotros somos buenos cristianos y ellos seguramente no. Si queréis enterrarlos os ayudo, pero me parece una pérdida de tiempo. A saber cuales son sus costumbres. Me preocupa mas la causa de esta agresividad y lo que esto implica. El buen fraile nos podría aclarar si esto ocurría antes o es nuevo.

Registro a los guerreros en busca de algo que pudiera aclarar sus dudas, si había algún símbolo cristiano o algún despojo de la hacienda. Después ayudo a enterrarlos.

-Don Antonio, podría identificar de donde son estos indios. Lo mismo si tienen algo que ver con el poblado no se van a poner contentos con su falta y sería mejor una aproximación un poco mas indirecta.

Notas de juego

Ir hacia el poblado a ver que averiguamos, si no tienen nada encima que nos indique lo contrario.

Cargando editor
13/06/2023, 11:09
Antonio de Cuellar

El clérigo no dijo nada ante vuestras razones. Cierto era que habíais luchado en defensa propia, en defensa de Beatriz, como compañera de viaje. Sin embargo, aquel frailer era de bondadoso corazón y no os echó nada en cara. Al tocar los rostros con su mano, comprendísteis que fray Antonio debía haberlos conocido antes. Ya sabíais que había estado catequizando a algunas gentes y nativos por la zona, y que había visitado los poblados chichimecas con anterioridad.

Fue entonces cuando, al terminar de rezar, se levantó, se secó las lágrimas y se giró hacia vosotros.

No son costumbre suya, señor -le dijo a Lucca-, pero tampoco nuestra la de dejar un muerto a la vista de los pájaros. Ojalá su alma sea acogida por los brazos del Altísimo, pero para eso hemos de enterrarlos -el clérigo apoyaba la idea de Apotecario y Diego-.

Aquella tierra removida y carente de excesivo matorral no fue difícil de mover. Hicísteis una fosa amplia, en la falda del cerro (justo en donde los cuerpos de los nativos yacían, y una hora después ya habíais enterrado los cuerpos, utilizando unos maderos como improvisadas palas). Previamente Lucca había registrado y observado los cuerpos: nada que reseñar aparte de sus horadaciones en su carne, algunas pinturas sobre su piel y sus arcos y cuchillos rudimentarios (pero afilados).

El fraile entonces volvió a hablar.

Lucca tiene razón. Hemos de viajar a los poblados con más cuidado que nunca -comentó el fray-. Estas gentes no conocen la venganza o la ira como nos, los cristianos. Si sus guerreros mueren, lo asimilan como una posibilidad. Otra cosa es secuestrar a uno de los suyos, matar a sus niños o esclavizar a sus gentes. Debemos averiguar si el comendero de Arze hacía eso y llegar al fondo del asunto, como nos mandó el Virrey Mendoza. Eso sí, creo que deberíamos hacerlo, como dice él -se refería a Lucca- con más cierto cuidado.

* * *

No tardásteis pues en seguir camino, una vez descendísteis el cerro. El clérigo os contó que el poblado de Huazamota era el más cercano a ambos. Él había estado en los dos, pero ya hacía un tiempo de ello. Tras seguir la marcha por la vereda rodeada de vegetación, en menos de media hora divisásteis los tejados de las cabañas muy cerca. Eran hogares de tejado de paja, de planta circular. A la orilla de un arroyo, ya divisábais a gentes ir y venir, vecinos del aquella comunidad. Observábais todo aquello desde la distancia, como Lucca apostilló antes.

Fue entonces cuando fray Antonio se detuvo y os habló con franqueza.

Señores, ya sabemos que este lugar es peligros. No hace falta que os cuente nada -dijo, su semblante era serio-. Pero será mejor que no accedamos a este poblado... armados. Si las gentes nos ven con armas se alertarán, y ni tan siquiera mi presencia, a quien reconocerán, les hará ser razonables. El tlatoani de esta comunidad puede ser un hombre muy amable, o un hombre muy terco. Mi opinión es que enterremos por aquí las armas, y hablemos con ellos y, al regresar, recuperarlas.

Esperó entonces, a ver qué proponíais y opinábais.

Notas de juego

Es por la tarde.

Cargando editor
13/06/2023, 18:26
Diego "El bizco"

Tras las diversas opiniones, todos hicieron lo que de buenos cristianos era obligación, aunque el no tenía muy claro si era o no un buen cristiano. Enterraron los cuerpos, lo que les llevó un buen rato. Tras lo que se acercaron al primero de los poblados, que en realidad estaba bastante cerca.

A el, el hecho de que aquellos indios les atacasen nada más verlos, no le pareció un buen presagio. Pero era necesario cisitar los pueblos y hablar con aquellas gentes, puesto que eso requería la misión que les habían encomendado. Lo de ir con cuidado, desde luego que lo tendrían que hacer, o no llegarían muy lejos.

Diego era corto de entendederas, lo de discurrir y pensar no era lo suyo, el valía para la acción y para rápidas y letales decisiones. Pero no era de los de planes elaborados, eso era cosa de otros. Aun así, la propuesta del padre le pillo por sorpresa.

Entendía que su espada era demasiado grande, y una posible amenaza para cualquiera que se cruzase en su camino. Pero enterrarla, y entrar en el pueblo sin ella, eso era como ir totalmente desnudo, indefenso. 

-Padre, usted es más listo que yo, y seguro que lo que dice tiene su sentido. Pero yo no se, si nos atacan estaremos vencidos. Nos ponemos en las manos de esas gentes, y no están claras cuales son sus intenciones.- Se le veía pensar, su frente y su gesto de esfuerzo, eran claros indicativos de la lucha que había en su interior. Hasta que pasados unos instantes esta ceso, y de nuevo su mirada mostraba tranquilidad, pasados los esfuerzos de poner en orden sus primitivos pensamientos.

-Haré lo que dice, esperemos que no estemos cometiendo un terrible error.- Y comenzó a remover la tierra para que pudiesen esconder sus armas. Tan solo conservaría su pequeña cerbatana en el bolso.

Cargando editor
15/06/2023, 08:45
Lucca Alciato

Lo que proponía el padre no le gustaba un pelo a Lucca, entrar sin armas en la guarida del lobo.

Y el disgusto se le notaba en la cara.

-No solo enterramos a quienes sin razón alguna nos atacan, dándoles el trato que daríamos a buenos cristianos y no a los criminales que son, si no que, además, nos vamos a poner en sus manos por completo?. No creis, padre, que estais llevando vuestro ministerio a cierto extremo. ¿Algunos no nos sentimos dignos que convertirnos en mártires?-Dijo con aire socarron.

Dio otro vistazo al poblado buscando  ver si había otra opción menos suicida.

Y no la vio.

Resoplando siguió el parlamento.

-Pero lo cierto es que tenéis razón, en lo practico, solo puede despertar recelos el vernos armados y que no saquemos, en el mejor de los casos, nada en claro. Además, dados los que somos igual nos dará estar armados que no, terminaremos en la cena igual si se revuelven, con el único disgusto añadido de no llevarnos a alguien por delante. Con pesar, y  ¡que diantres!, miedo debo recomendar yo también tal camino. Lo enfocaría como una negociación arriesgada. Deberíamos tener muy claro que es lo que vamos a preguntar y decir. Y prometer, aunque no se encuentre en nuestra mano. No se, perdón si colaboran si estuvieran implicados, perdón o alivio de las corveas, si no, absolución por parte de las autoridades religiosas, etc.

Cargando editor
15/06/2023, 18:11
Apotecario Gutiérrez

.

   - Si enterramos las armas aquí, nos arriesgamos a perderlas, que la selva no es posada de puerta bien guardada. - Razono para mí.

   - Poco puedo aportar hablando, así que sigo de la opinión de quedarme con los animales y vigilando las armas enterradas, que más que enterradas aconsejaría ocultas entre el follaje pero bien a mano por si hay que echar mano de ellas. Por lo demás, poco puedo ayudar, salvo en enfermedades, pero exige confianza en mis manos, y no les veo confiados. -

   Dicho y hecho, mientras decidimos que hacer procedo a sacar del camino los animales y pertrechos más "militares" y echar un vistazo para quedarnos ocultos (los animales, las armas si al final se quedan, y yo), más antes de que partan, doy un consejo.

   - ¡Lávense y revisen sus ropas! no sea que tengan algún rastro de sangre del combate anterior, pues mal comienzo sería hablar de paz algunas gotas de sangre en las ropas. -

.

- Tiradas (1)

Notas de juego

   Creo que para ocultarnos un poco era agilidad ¿no? Dejo tirada realizada.

Cargando editor
16/06/2023, 01:21
"Ratona" Beatriz García

Callada e iracunda, ayudé a los demás a enterrar a los indígenas. La tripa la tenía revuelta ahora, al ver los cuerpos inertes llenos de sangre. Al final tuve que dejar de ayudar y me separé unos metros de donde los estábamos enterrando. Respiraba con dificultad y tuve que sentarme. Al cabo de un buen rato, sin presencia de fiambres, me empecé a sentir mejor.

Avanzamos hacia los poblados, en concreto al más cercano. No había que ser sigilosos, pero sí de extremar las precauciones. Si ya nos habían atacado unos pocos guerreros, allí, serían decenas si se enteraban de la contienda ocurrida en el cerro. Cuando llegamos a escasos metros, el fraile comentó de enterrar las armas.

-"Estoy de acuerdo en que hay que ir desarmados. No hay que asustarles o provocarles." Dije meditabunda.

Notas de juego

Yo dejaré mis armas allí donde digan.

Cargando editor
16/06/2023, 09:38
Tlatoani

Quedaría pues, Apotecario, al cargo de la mula con provisiones. La propuesta de fray Antonio era arriesgada, pero tenía su razón de ser. No contaba Lucca con mucha confianza por aquella estrategia, lo cual era lógico tras lo vivido, aunque el fray parecía seguro en ello.

Son tiempos de paz, pero parecen que hay vientos de guerra -remarcó fray Antonio-. Ha habido revueltas en poblados distintos a éstos, más al norte, y lo que podremos prometer es que el virrey o los gobernadores no se levanten en armas contra ellos, amén de esclavizarlos a todos. O lo que queráis decirle, claro.

Entregásteis pues espadas y ballesta a Apotecario, voluntario para quedarse así. No le gustó tal opción a fray Antonio, pues qué pensaría alguien que lo encontrase tan lleno de armas consigo. Sin embargo, éste no dijo nada, sino que se limitó a decir al licenciado que guardase cuidado. Después éste se ocultó tras unas rocas rodeadas de vegetación, próximas al poblado (y lo cierto es que era un buen lugar para pasar desapercibido).

Tal que así, os encaminásteis al poblado.

Notas de juego

Sí, Apotecario. Además, la destreza más parecida es Sigilo, con lo que tienes un 25+20, lo superas de sobra.

Separamos destinatarios.

Cargando editor
16/06/2023, 09:39
Tlatoani

Una vez os encaminásteis hacia las viviendas de aquella comunidad chichimeca, encontrásteis al fray algo nervioso. Era normal, al fin y al cabo la palabra de Dios y la Biblia por delante no era siempre arma suficiente para guarecer la carne. Los primeros pobladores que os vieron, cerca del arroyo, echaron a correr hacia el interior de la pequeñísima población. Niños se sorprendían al veros, ya horadados sus cuerpos desde pequeños. Algunos dejaron las cestas con las que tomaban algunas piedras de la orilla y echaban a correr.

No tardásteis en llegar casi al centro de las viviendas, donde había una explanada y una vivienda de paja y barro algo más amplia que el resto. En dicha explanada las gentes estaban curtiendo una especie de piel ahumada, y otros preparaban unos extraños emplastos golpeando algún material dentro de unos almireles. Varias hogueras que tostaban carne animal estaban diseminadas por el poblado. La vida era sencilla en aquel lugar.

No tardaron más que pocos segundos en saliros al paso bastantes varones chichimecas, con las macanas en sus manos (una especie de garronte con afiladas puntas en toda su recta estructura). Entre ellos destacaba una figura que había salido de la cabaña principal.

Aquel tipo tenía el cuerpo pintado con grasa mezclada con algún tipo de colorante natural; llevaba una especie de tocado con motivos dorados y su cabellera era larga.

Es... el tlatoani... -el jefe, se refería fray Antonio, hablándoos en bajito-.

Entonces el tipo se quedó frente a vosotros. Miró de abajo a arriba a fray Antonio, a quien parecía reconocer, y luego, junto a los otros nativos, os miraron al resto. el fraile tragó saliva, y enseguida el tlatoani se giró un poco, extendió su mano toscamente como invitación a la gran cabaña. Seguidos por todos aquellos satélites que tenían interés por vosotros, os introducísteis en las cabañas, y el resto se dispersó. Sólo dos soldados os acompañaron dentro.

Cargando editor
16/06/2023, 09:42
Tlatoani de Huazamota

El interior de la cabaña era diáfano, y sólo en su centro había una especie de olla de barro grande, pero poco más. Era lo suficientemente grande como para albergar a unas diez o doce personas. Quizá era un lugar ritual, o una sala de debate local. Después os sentásteis en círculo, imitando lo que hacía el nativo, sus dos soldados y el propio fraile franciscano

Ikta wac, tlato wa nacca -el jefe comenzó a hablar en su lengua-. Caputz wa tawaquii.

Cargando editor
16/06/2023, 09:47
Antonio de Cuellar

Fray Antonio le miraba, y era sorprendente que pudiera entenderle (o al menos eso parecía). Después os miró, y comenzó a traduciros.

Sí, es el jefe. La última vez que vine yo este hombre era el chamán, lo que ellos llaman el "adivinado", como un religioso para ellos. Parece que se ha convertido en el líder desde entonces -aclaró-. Dice que a que... le digamos a qué hemos venido y también que digáis vuestros nombres.

Quedó a la espera el fraile para contestarle.

Notas de juego

No marquéis a Apotecario.