Partida Rol por web

Continuas en tu refugio observando como tu criado abandona el hogar en pos de cumplir con lo cometido y la santísima te mira con el ceño fruncido. 

- Nunca olvides tus obligaciones

Al llegar a la entrada del Camino Dorado vuelves a encontrarte con la puerta de madera iluminada por farolillos que está cerrada y los dos guardias que están apostados en la parte superior, parapetados por un murete de piedra parcialmente cubierto de musgo. Uno de ellos repara en tu presencia y te hecha el alto. El otro te mira con más curiosidad que otra cosa. 

Al ver que me hace el alto me acerco al guardia despacio. –Buenos días caballeros, venía a ver a mi amigo, el que vive en esta casa. ¿Ha pasado algo?-

Como Hermann no tenía ni idea de lo que le pasaba a aquel tipo, lo cogió y lo montó a horcajadas sobre una de las yeguas de las cuadras. Luego condujo a bestia y soldado hasta la casa del galeno local. Aporreó la puerta y esperó a que el hombrecillo se levantase a abrir.

El hombre ya mayor, ataviado con una ridicula bata y un alegre gorro de dormir abre la puerta. Porta una pequeña lámpara de aceite en una mano* y refunfuña sin parar algo acerca de que si no sabes que hora es y cosas asi. Al ver la figura del teutón se espabila de golpe

- Mi señor ¿a que debo el honor de vuestra visita?

- Un poco tarde para ir de visitas, mi señor. Tened cuidado. No se sabe que puede acontecer la oscuridad de la noche.- Sin más te abren la puerta de madera y te franquean el paso. Consigues entrar en el camino dorado. 

El teutón coge al guardia risueño y lo baja de la yegua

- Uno de mis guardias ha aparecido muerto, y el otro no hace más que reirse y tiene algo raro en la cara. Échale un vistazo rápido, a ver que puede ser.

A pesar de ser un hombre mayor tiene una fuerza descomunal, pues sin ningun tipo de esfuerzo sale a la calle, coge al tipo de un brazo y de un tiron lo desmonta de la yegua, y como el que coge un saco de patatas se lo echa al hombro y lo mete dentro

- Pasad mi señor, no os quedeis fuera, y cerrad la puerta por favor. 

El galeno se queda inspeccionando al tipo y rápidamente empieza a ponerle paños húmedos en la cara. 

- Mi señor, este infeliz estaba en un tris de morir, debisteis verlo a tiempo. Parece que se estuviera ahogando y un impacto le ayudara a volver a respirar, pero lo que si bien es cierto es que tiene el sintoma de la locura. Mirad sus ojos, miran para lados distintos. 

- Que extraño... Bueno, examinalo a ver si es un veneno o algo. Yo vuelvo a la casa señorial

Hermann regresó a su refugio y se puso a inspeccionar las salas donde había encontrado a sus guardias, en busca de alguna pista que el asaltante hubiese podido dejar.

Saludo de nuevo a los guardias y les agradezco con un cordial gesto la preocupacio.

Una vez en el Camino Dorado continuo hasta la casa del alquimista. Esta vez procuro no llamar la atención, así que solo voy tarareando una melodia, nada de instrumentos.

Llegas a la casa del alquimista y ves que está cerrada como la noche anterior. Lo que no ves es a ninguno de tus dos compañeros, ni el teutón ni el médico. 

Bueno, en principio quedamos en que yo vendria solo, asi que no me preocupa. me acerco a la puerta y llamo de forma melodica

Oyes una gran cantidad de ruido dentro de la tienda, un gran alboroto. Finalmente te abre la puerta un hombre de porte regio. Mide casi dos varas de alto y va ataviado con armadura de malla y cuero. Del cinturón le cuelga un hacha pesada y los pantalones observas que van muy desgastados, así como unas sucias botas. El tipo te mira con cara de pocos amigos

- ¿Que se le ofrece?