Partida Rol por web

Es una pena que sabiendo craquear tan bien los ordenadores no haya pensado en que un simple sistema de grabación analogica en VHS podría tomarte la medida William.
La bella cabeza de la dorctora señaló un punto en el techo que para el orondo profesor noera más que un punto en el espacio. Me pregunto que diría Dabraus a todo esto de tu proyectito secreto. Pero parece interesante, creo que a partir de ahora vamos a trabajr juntos en el William. Aquello no era una propuesta ni una alianza, White había llegado como conquistadora y estaba dispuesta a llevarse el premio gordo. Quizá esta cosita tuya no pueda funcionar pero apuesto a que podría servir para lo que tengo en mente -Añadió clavando sus fríos ojos azules en William

-No sé con qué cree que puede estorsionarme de todo esto, pero mi investigación va directamente ligada a este proyecto, Miss White. Es posible que Dabraus me felicitara, y no que me echara a los perros. Aun así, poco importa para lo que usted querría usarlo: simplemente es tarde para ello; no estamos a tiempo de nada... Y mucho menos de compartir una alegre velada juntos. Si no le importa, preferiría ver el fin del mundo mejor solo que mal acompañado.- dijo mientras su pensamiento seguía unos derroteros muy distintos -Sara, ¿dónde estás? Te echo de menos...

Le estoy dando una oportunidad de oro Sratussen o como quiera que te llames, no te la volveré a ... Los ojos fríos como el hielo estaban clavados sobre la doctora en el momento en que las luces parpadearon y se apagaron unos segundos, las luces rojas de los generadoes se encendiaron de golpe y la atención de la Dra. White se dispersó al segundo de William.

Empezaron a sonar alarmas por todas partes. White se llevo histerica la muñeca a la vista donde reposaba un bello reloj de caja de acero con ribetes de oro. El colector... Demasiado pronto... Tras aquello White dejó a William saliendo a toda prisa de la habitación mientras el ocurrente proferso preparaba otra chanza dejandole con la palabra en la boca.

Por mucho que le disgustara, en su experimento William había llegado a un punto muerto del que no iba a salir en nada que pudiera definirse como “breve”. Si volvía a sentarse a su mesa de trabajo, volvería a caer en la asfixiante enredadera de las ideas científicas encajonadas. No; necesitaba algo con lo que distraerse, que relajara su mente y flexionara un poco sus cansados músculos neuronales. White podía ser una maldita furcia insoportable y esquizoide, pero el sonido que perseguía era lo más remarcable que hubiera pasado en las últimas jornadas, más allá de los cálculos , informes y documentos clasificados de su ordenador.

Así pues, muy a su pesar, Straussen cogió su bata de trabajo del perchero, llena con los habituales apechusques de un científico obsesivo, y se vistió trabajosamente, mientras pugnaba por seguir a la mucho más ágil mujer a su destino, tras bloquear su terminal, no sin antes dejar abierta una ventana cifrada al proyecto en la red, “por si acaso”.

Mientras Sara maldecía en voz no demasiado baja al alcornoque de uniforme que le impedía el paso, captó el ruido inconfundible de unos tacones al resonar contra el suelo metalico de las instalaciones militares, no le hizo falta girar la cabeza para suponer que vería a la Dra. White, así fue pero lo que sorprendió a la arqueologa era que White corría como si hubiese visto al diablo.

La petulante doctora ni siquiera se percató de la presencia de Sara, pasó por su lado ignorandola completamente, corriendo a tal velocidad que se arriesgaba a partirse una pierna corriendo con aquellos tacones de diez centímetros.

Detrás suyo siguiendola renqueante iba un orondo Williams que parecía a punto de sufrir un ataque cardíaco.

Mientras Sara yacía apoyada con la evidente desesperación dibujada en su rostro, en el marco de la puerta por la evidente falta de consideración del guardia, oyó un rítmico martillar que se acercaba por la izquierda del pasillo a toda prisa, el mismo parecía venir acompañado por el tintinar de las luces blancas de los fluorescentes.

Casi al instante vió a una desconocida Dra. White que corría como desafiando a todas las leyes de la física con esos taconazos de aguja, como si alma que lleva el diablo. La expresión de Sara fue todo un poema, si estuviésemos viendo unos dibujos animados la mandibula d ela misma habría llegado hasta el suelo, no solo por la Dra. White, si no por lo que venía detrás de ella, algo que jamás creyó que pudiese ver, un Williams a punto de sufir un infarto la seguía de cerca.

Pe..pero se puede saber que sucede? La pregunta fue formulada al aire y en voz alta, pero fue mas un pensamiento hecho palabra que una pregunta consciente. Llena de curiosidad por saber lo que había provocado semejante desbandada William……William Llamo a su compañero en voz alta para que este la escuchara si antes no era victima de un infarto

William se detuvo casi exhaust, tratando de recuperar el resuello, que volvía a sus pulmones demasiado lentamente. Si existían los superhéroes, desde luego que debían de existir seres como él para compensar:

-Es la Dra. Tanto aislamiento la ha vuelto loca. Ha sonado un ruidillo sospechoso mientras me increpaba en mi cuarto... Quiero decir... no es lo que piensas... vamos, que yo no... no esperaba... Bueno, da igual, el caso es que dijo "EL COLECTOR" y echó a correr como una posesa. Harto de enterarme de las cosas a medias, decidí comprobar porm í mismo de qué hablaba. ¿Me acompañas?- preguntó esperanzado.

Sara  observo a  William. Me alegro de verte. Esto es una locura no hay manera de enterarse de las cosas, cada vez se parece mas a una casa de locos .

Cita:

Si, vamos.

William y Sara emprendieron la carrera detrás de White con Sara a la cabeza mientras que resollando poco a poco William se iba descolgando de las dos feminas. White parecía conocer el complejo mucho mejor que ambos, empezó a bajar por escaleras de hierro avanzando a soldados que corrían en una y otra dirección con un desconcierto palpable en su mirada. Eso y las luces rojas de emergencia de los generadores que apenas permitían ver un pie delante de otro pudiron hacer que la pareja pasara por delante de estos.

Sara miró a su espalda a William resollar mientras White cada vez estaba más lejos en aquel aparente laberinto de hierro y penumbra. Tend´ría pronto que decidir si quedarse junto a William o dar caza a White.

¡Mierda!-Pensó, sabía que la podía atrapar, pero el precio a pagar quizás fuera caro, si dejaba atrás a William en esta casa de locos, quizás le sucediera algo, asi que maldiciendo tuvo que reconocer que tendría que dejar alejarse a White.

-No podemos seguirle el ritmo, hemos de pensar en otra cosa, quizás si tuvieramos un mapa podríamos intuir hacia donde va.

Casi sin resuello, el obeso personajillo trató de hablar al borde del flato:

-Con acceso a un terminal puedo acceder a mi equipo. Descargué bastante información del servidor allí. Puede que esté el mapa.- dijo el alemán en un repentino acceso de simple sinceridad, posiblemente provocado por el cansancio desmedido –Dame un teclado y un respiro.- terminó, sin poder acabar, al borde del flao, una broma incipiente que había muerto prematuramente en sus pulmones al borde del flato.

La verdad era que llegar hasta una terminal era un poco más dificil de lo que querían admitir tanto William como Sara, habían correteado como ratoncillos en uno de esos laberintos a los que eran tan aficionados los biologos para desorientarse completamente entre tanta escalera, puertas identicas y lucer rojas parpadeantes.

Tardarían un buen rato en encontrar la salida hsta uno de sus laboratorios, porque además, ahora que lo pensaban hacía un buen rato que no se habían cruzado con ningún hombretón de uniforme.

- Se que lo que te voy a proponer no es la mejor solución, pero, avancemos hacia la dirección hacia donde iba la Dra. White, mientras iremos mirando a ver si vemos un terminal, si vemos uno, lo podremos usar para avriguar donde demonios estamos. Una vez leí que si no quieres prderte en un laberinto debes girar siempre a la derecha, al final acabas dando con la salida. Lo que sucede es que esto tiene pinta de ser bastante grande

William, algo más recuperado, avanzó detrás de Sarah, respirando pesadamente:

-En realidad eso no tiene por qué ser cierto: el algoritmo de giro constante solo funciona si el baberinto está trazado a base de líneas conectadas todas ellas con el borde del mismo. Si en algún punto existiese alguna seccción que pudiéramos rodear en su totalidad, nos pasaremos el resto de nuestra existencia girando en torno a ella.- explicó el avezado ingeniero -Por suerte hay una solución mucho mejor que esa. Tengo un rotulador indeleble.- dijo el alemán, esbozando una sonrisa bobalicona, mientras extraía un instrumento alargado de su bolsillo interior y le retiraba el capuchón negro -Es habitual en cualquiera que trabaje con tarjetas electrónicas. Dos flechas muestran el camino por el que vinimos y una el camino por el que hemos decidido avanzar.- dijo haciendo un par de flechas muy cucas detrás de él en el suelo, y una en el camino que se extendía a la derecha de ambos.

 - Esta claro que sabes mucho mas de esto que yo, asi que me pongo en tus manos. -Dijo sonriendo.

 - Tu, guias

De todos modos parecía que la brillante idea de William, aunque infalible les iba a resultar demasiado lenta, al menos a juzgar por las prisas con que la Dra. White les había perdido corriendo como si se tratara de una competición atletica.

Allí estaban ellos, en medio de un encricijada de pasillos de hierro y armados con dos rotuladores de distintos colores. Emepzaron a avanzar a una velocidad exasperante para sara pero mucho más relajada para el orondo profesor que le permitía ir recobrendo el aliento. Definitivamente habían perdido a White pero empezaron a escuchar un ruído que provenía de sus espaldas y que iba acercandose inexorablemente, era un ruido en dos fases, uno hacía resonar el hierro como lo hacían sus pasos y el otro era un golpe seco de metal contra metal. El ruido estaba cercano al cabo de unos segundos y su fuente estaba a punto de aparecer alumbrada por las luces rojizas de emergencia.

Desde la oscuridad se fue acercando un antigo conocido, un hombre de pelo blanco, edad indefinida y oscuro traje con un bombin que se apoyaba descuidadamente en un paraguas a modo de bastón a medida que avanzaba con paso rápido por aquellas plataformas de metal. Pasó por el lado de william con una leve reverencia al sobrepasarle y siguió andando sin preocupación aparente y sin que le molestaran las luces rojas hasta que sobrepasó a Sara y continuó avanzando como si los dos científicos no existieran para él.

-¡Eeeehh! ¡Disculpe... caballero! ¿Sabe... donde se coge el autobus al... colector?- bromeó William, de pura frustración, mientras trataba de dar unos cuantos pasos más tras el tipo del sombrero redondeado que se perdía en lontananza.