Partida Rol por web

La cocina no resulta difícil de encontrar, y allí nos esperan un par de sucios marineros y una mujer que no parecía encajar en aquel lugar. La actitud de los primeros era de amenaza y pronto me interpongo entre ellos y Zuria. Pero la tercera no tarda en hacerlos callar y retroceder. Observo como regresan a sus faenas, y luego clavo la mirada en la mujer, que no tiene reparos en examinarme, como si fuese un trozo de carne.

El gesto no me hubiese molestado de haber estado solo, pero estando con la pequeña la mantengo detrás de mí, protegiéndola.- ¿Qué podría traer a nadie a la cocina? Obviamente venimos a buscar algo para comer.- Respondo sin presentarme, aunque luego suspiro, no es buena idea seguir con esta actitud; al menos por el momento. Pero no bajare la guardia.- Soy Yves, y ella es Zuria.- Permito su juego con el dedo, me preocupan más los estoques que caer en la seducción de una marinera del clan. No que no sea atractiva, y hace un tiempo que… ¿En qué estoy pensando? Concéntrate.- Espero que no halla mas problemas para ello.- Si tratan de acercarse sabrán lo poco que se le oye a uno con un cuchillo en la garganta.

La muchacha dejó escapar una risita traviesa – Pues… no sé, tal vez se perdieron, o querían ir al baño… ¿Robar algo? ¿Buscan al capitán? Mmm… ¡ya se! Comida – Mary alejo el dedo y deambulo por la cocina alegremente mientras; los otros piratas estaban cocinando; tomó una fruta de un cesto y le dio un fuerte mordisco, saboreándolo y haciendo gestos de placer con su rostro.

- Las frutas del valle de luna son las mejores… sin duda… - Volvió a reírse, ya parecía un gesto característico – Pues… podre decir que más o menos sé quién eres, pero también que no es mi obligación proporcionarte alimentos que son destinados a esta bella tripulación.

Entre los marineros hubo risas tras el comentario y empezaron a discutir “- Me dijo bello – Comento uno – No idiota, fue a mi – Dijo el otro” siguiendo su cuchicheo.

- Ya se – Agrego Mary en tono decidido – Déjame pasar un rato romántico con tu esclava y te dejare llenarte el estomago, ¿Qué dices? – Culmino la pregunta sacando la lengua y haciendo un movimiento vertical, como si lamiera algo imaginario.

Osada, arrogante, y demasiado confiada, sin embargo ella me conoce a mí, pero yo a ella no. Su desparpajo podría resultar hasta encantador, pero decide realizar una demanda que no estoy dispuesto a tolerar. Frunzo el ceño y aparto a Zuria de su visión.

-Si me conocéis facilitara las cosas.- Comienzo.- Para empezar no es mi esclava, y si tratas de ponerle una mano encima…- Mis ojos centellean para dejar clara que la advertencia no es ningún farol.- ¿Queréis comprobar que es más importante para vuestro patriarca? ¿Mi encargo o vuestro capricho?- Sin embargo no dejo nada más al azar, y me dispongo por si debo entrar en acción. Los dos mentecatos de la cocina me preocupan poco, pero ella parece saber lo que se hace.

La mujer volvió a reír y mientras volvía a morder la fruta le mantuvo la mirada a Yves. Su lengua recorrió los labios nuevamente, lento y pronunciado, se acomodó el pelo para luego lanzar la manzana en el aire.

Por un momento el asechador pudo notarlo, el tiempo parecía haberse vuelto muy lento a la par que Mary daba un paso hacia delante dejando un tenue reflejo en el aire, luego, sus manos abrazando la cintura de Yves desde atrás recorriéndolo hasta alcanzar sus pectorales. Tras un parpadeo y lograr reaccionar giró para contemplar quien estaba allí y solo se encontraba Zuria, con una manzana sobre su cabeza. El aroma a perfume de mujer quedo impregnado en el aire un instante.

La marinera coloco la mano para atrapar la fruta – El jefe, les da encargos a todo el mundo y sinceramente, poco me importan los de los demás – Arqueó las cejas – Soy muy complaciente a mi misma en cuanto a mis caprichos – Llevo un dedo a sus labios juguetonamente y soltó una fugaz sonrisa  - Por otra parte, si ella aun no es esclava… ¿Por qué aun viste como tal? Y ¿Por qué lleva aún el ritual de esclava? ¿No será que quieres mentirme?... – Se puso un poco más seria – Chicos, sírvanle un plato a la niña, pero solo a ella…

- ¡Si capitán! – respondieron al unísono los marineros.

El tiempo se embota, o mi percepción de él… no sé, algo raro ocurre. Ella se mueve pero yo no puedo, aunque sí que noto su presencia y movimiento. Cuando recupero el control sobre mí, veo que ha aprovechado para mofarse de mi incapacidad de reacción. Pero al menos no ha ocurrido nada serio. Tan solo ha herido ligeramente mi orgullo, realmente nada que no haya ocurrido ya antes cientos de veces.

-¿Esa marca? Tendrás que hablarlo con tu jefe. Y la ropa… bueno, no sois muy sociables con los extranjeros como yo, así que no pude hacer nada.- La mire desafiante.- En cuanto al plato solo para ella…- Me encojo de hombros y relajo el gesto.- Me parece bien.

Sin embargo me concentro y entonces siento esa pequeña nausea tan familiar de la transferencia. El aire se desplaza y me situó a la espalda de Reed, dejando tras de mi nada más que aire. Le acaricio el pelo, y susurro con voz siniestra y grave.- No he mentido, con nada.- Arrastro las palabras cada vez mas al final, dando a entender que mi advertencia sigue vigente y que su truco no me amedrentara.

Me aparto y regreso junto a Zuria sin apartar la vista de ella, y sonriendo de medio lado, casi sin darme cuenta.

Soltó una risita divertida y le lanzó un beso al asechador, parecía realmente disfrutar aquella situación.

- Realmente me…

- BARCO A LA VISTA, ¡ES BORA! – Interrumpió un grito.

- Mierda – Sin decir más nada, su rostro se transformo quedando serio y en unos pasos corrió a la salida, acompañada por los marineros.

Un estruendo sonó en el aire.

Arqueo una ceja ante el gesto de la capitana, aunque también amplio mi sonrisa ¿Por qué? Es demasiado arrogante, creída y me irrita… entonces ¿Por qué? ¿Por qué sonrió? ¿Por qué su risa suena tan bien? ¿De verdad hace tanto? Niego con la cabeza y aparto la mirada, confuso.

El estruendo me saca del estupor en que mi mente me tenía atrapado. ¡Problemas! Y parece que serios. La capitana se marcha y yo miro a Zuria, preguntándome que debería hacer. No puedo dejarla en cualquier lugar, este sitio no es seguro para ella… de nuevo tendré que improvisar. Aprieto los dientes.

Tomo un par de frutas del cesto y se las doy a la pequeña.- Sígueme y cuando te diga escóndete hasta que vuelva a buscarte.- Por poco que me guste esta gente, sé que los hay peores, y de seguro nada bueno nos espera si alguien captura el barco.

Asegurándome de que Zuria me sigue, voy tras la capitana, aunque supongo que me será imposible seguirle la pista, intentare dirigirme al lugar al que vayan todos o a cubierta. Aunque tengo que esconder a Zuria antes de llegar.

Los pocos marineros que había allí abajo junto a la capitana se dirigían a cubierta, siguiendo el mismo camino. Allí afuera lograron divisar la situación. Había otro barco detrás.

Uno a uno, ambos intercambiaban cañonazos, aquella mujer que hasta hace un momento parecía jugar divertida, daba órdenes contantemente y todos hacían caso sin discutir ni un segundo, hacía pensar que ahora era una persona totalmente diferente; hacia muy bien su trabajo.

Los cañones rugían a la par de la mandato, un impacto del barco enemigo hizo mover las maderas del “Andy” y le hizo tastabillar a Yves un segundo. ¿Por qué sucedía aquello? ¿Qué era lo que querían? Podía haber más preguntas, pero no había tiempo para contestarlas.

Antes de salir a la cubierta busco un lugar con maromas, barriles y cajas, resguardado pero no demasiado alejado de nosotros.- Quédate aquí. Si hay demasiados problemas muévete, pero si no espérame. No dejes que nadie te encuentre.- Me tienta decirle que busque a la capitana si algo me ocurre… pero no puedo pedirle eso… deberé confiar es su sentido común si algo me ocurre.

Al salir la escena que me espera es bien distinta a la anterior. Reed se comporta con una capitana, todo el mundo responde raudo a sus edictos y permanece atenta a cuanto la rodea. El rugido de los cañones y el mar parecían  acompasar sus pasos mientras ella danzaba y dirigía al resto de actores en una extraña obra.

Mientras yo me siento de lo más fuera de lugar. Aquel no es mi sitio. No puedo prever nada. Los movimientos me son erráticos y no encuentro modo de ayudar o intervenir. Gruño y estoy a punto de retroceder cuando un impacto cercano me derriba, caigo al suelo, y todo queda en un sordo silencio. El mundo da vueltas, cada vez más lentas mientras se apaga ¿Qué ha ocurrido? Noto algo cálido en la sien…

Aquel estruendo fue lo último que escuchó el asechador en ese momento, todo se había vuelto negro.

El sonido lejano de las espadas chocando empezó a hacer eco en Yves, por un momento sus ojos se abrieron en un mar de confusión. Aun estaba allí en el barco, la espalda apoyada contra el borde de la cubierta donde pudo observar bien, fuego, gritos sangre y cuerpos en el suelo.

En ese instante, su mirada se posó sobre alguien en particular, parecía que todo se volvía lento de nuevo. Una mujer dejaba un reflejo en cada paso que daba, sus víctimas no se daban cuenta de que ya era tarde, hasta que caían todas a la vez en su siguiente parpadeo. Era curioso, dentro de tanto caos, allí se encontraba ella, sonriendo. Yves volvió a cerrar los ojos

- Despierta marinero de agua dulce – Dijo una voz.

-Despierta chico.- La cara del Maestro Skygge se encuentra mirándome, a poco centímetros de la mía.- Diablos pensé que tendrías un poco más de aguante con el alcohol después de todas las porquerías que has comido en la espesura.- Me dolía la cabeza. Y me costaba pensar… todo se veía confuso y difuminado.

El viejo me mira levantando una ceja y esbozando una sonrisa sardónica que parece devorar el labio inferior.- Entonces hablaras con esa muchacha.- ¿Qué… que muchacha? ¿De qué habla? Sus ojos se desvían un momento en una dirección, y veo una joven morena que me sonríe al otro lado de… no se… parece una plaza o algo así… ¿Todo está mal enfocado?

Regrese la mirada a Jeger. Esta vez se rio y me dio un manotazo con la mano que me levanto de lugar y me mando trastabillando en la dirección de la moza.- Vamos chico, si tienes suerte esta morderá.- Soltó una carcajada sonora, jactándose de su propio chiste mientras daba cuenta de lo que fuera que estuviese bebiendo.

Mientras camino el cabello de la chica se torna moreno y su rostro se vuelve el de una mujer joven y hermosa que… que ríe mientras a su alrededor todo parece caos y muerte.

Parpadeo un par de veces, confuso ¿Qué ha pasado? Alguien me llama. Me duele la cabeza como si un jabalí de dientes de acero me hubiese arrollado… otra vez. Abro los ojos y trato de enfocar y ubicarme.

Poco a poco el muchacho fue recuperandose, escuchando que lo llamaban, luego sintiendo un poco de mareo y un olor nauseabundo, para al fin abrir los ojos. No era el maestro o la mujer, era uno de los cocineros; que había hablado según él hacia nada en la cocina; que le despertaba con ayuda de un pez podrido.

Le dolía el cuerpo, pero se encontraba completo lo que es algo muy positivo. Luego de pestañear y entrar completamente en control de si mismo, pudo ver todo.

El barco tenía al menos una vela de menos, algunos hombres iban tirando cuerpos por la borda a medida que los recogían de cubierta, otros clavaban tablas a martillazos. Al parecer la pelea había terminado.

Mary estaba sobre un barril sentada y comiendo una fruta, sin dar órdenes sólo allí disfrutando.

Meneo la cabeza y aparto el pescado que aquel marinero enarbola delante de mí para despertarme. Mala idea en ambos casos, pues la reacción para las dos acciones es un quejido por parte de mi cuerpo recordándome que acaba de ser zarandeado y golpeado por varios kilos de metal y madera. Aprieto los dientes en una mueca para evitar decir nada más. Bastante mala suerte he tenido… o buena, depende de cómo se mire.

La refriega ha terminado, favorablemente al parecer. Dirijo una mirada a Reed, aun confuso por todo lo anterior. “Vamos chico, si tienes esta morderá.” ¡Estúpido viejo! Es increíble que siga chinchando incluso después de muerto.

Me incorporo, o trato de hacerlo. Tengo que encontrar a Zuria. Tengo que comprobar que este bien. Tengo que… En general todo se movía aún más que antes, no es una sensación nueva; pero tengo que sobreponerme rápido. Ni siquiera le prestó atención al tipo de las cocinas.

- Deberías moverte con cuidado supongo que para ser tan blando has corrido con mucha suerte - Dijo antes de dar una mordida a la fruta, escupiendola al instante - Puaj, sabe a sangreeee, que ascoooo - Soltó un berrinche y arrojó la fruta al agua.

De un salto la capitana quedó al lado de Yves, sobre el borde de la cubierta mirándole de cuclillas, sonriendo.

- Esperaba más de ti, tras esa exitante escenita en la cocina... pero bah - Hizo in puchero - Zuria ahora tiene más mis respetos que tu - Culminó con una guiñada.

Las ropas de la capitana estaban algo rasgadas y se le veía mucha piel, incluso tenía algunos cortes.

-Estoy perfectamente.- Replico de manera algo infantil.- He estado peor.- Por mucho que trate de evitarlo, y lo cierto es que tampoco es que ponga mucho esfuerzo por hacerlo, mis ojos no dejan de examinar las zonas expuestas de forma fugaz.-No estoy aquí para darte gusto.- ...Por mucho que pudiera. Me levanto, ignorando el mareo, y el rubor que este último pensamiento ocasiona, y su gesto que ayuda a que esto último genere escenas e imágenes en mi cabeza.

-¿Dónde está?- Le pregunto finalmente. Su reacción con la fruta me resulta extraña… ¿Son las mimas que llevaba ella? Niego con la cabeza. No creo, aunque… Bah, hacer conjeturas no me llevara a ningún sitio. Comienzo a caminar para ir a buscarla a donde la deje escondida.

- Aquí estoy - Dijo Zuria saliendo de entre los marineros, estaba sana y salva, sólo que algo diferente. Las ropas que llevaba no eran las mismas, ahora parecía una niña libre del clan e incluso portaba un estoque en la cintura.

Sus ojos se posaron de mala manera en Yves, casi a la altura del menosprecio.

- No hace falta que se preocupe por mi, hace años que se cuidarme sola - Concluyó en un tono seco.

- La chica es muy inteligente y bastante audaz - Volvió a saltar para ponerse al lado de Zuria con una mano sobre su cabeza, ambas se sonrieron - La ropa tal vez le quede grande, pero un poco... cuando tenía su edad ya era mas voluptuosa - Su lengua recorrió el labio inferior.

Dio unos pasos adelante, apoyando los codos en un barril y metió la cabeza entre las manos, observando.

- ¿Qué tal si almorzamos los tres? -

Respire aliviado al ver a Zuria a salvo. Por supuesto su actitud agria hacia mi persona se mantiene, pero me sorprende un poco cerciorarme de que solo es hacia mí. Sera porque soy un hombre, porque piensa que soy su nuevo dueño… o por otra cosa que no llego a comprender.

- Ahí te confundes, aunque sepas cuidarte sola, será mi papel hacerlo hasta que yo juzgue conveniente dejar de hacerlo.- Inspiro por la nariz y exhalo por la boca, me rasco la nuca, intentando que aquello dejara de resultarme tan incómodo.- Gracias por la ropa.

Mis ojos observaron a las dos con aire suspicaz, pero me encogí de hombros. Se veía que a Zuria aquella mujer le caía en gracia, y a mi… me produce sentimientos encontrados. No me quiero fiar de ella, pero aun así…- De acuerdo.- Acepto, y en mi tono no muestro interés ni disposición. Lo cierto es que suena bien, pero no voy a mostrarme como tal, no debo.

Los tres volvieron a ingresar al barco, Zuria y Mary hablaban entre ellas dejando un poco de lado a Yves. El corredor de la goleta llevo a la puerta principal, la sala del capitán.

De entre los pechos sacó la marinera una llave y abrió la puerta. Allí había unos escalones, al bajarlos podía verse una especie de recamara, bodega y sala de navegación, todo al mismo tiempo y bastante desordenado.

- Pasen pasen... sientanse como en mi barco - Soltó una risita, luego tomó una botella, probablemente de alcohol y se sentó en una silla, apoyando los pies en la mesa y bebiendo.

- Tomen asiento, la comida llega en breve.