Partida Rol por web

El mundo sumido en un frágil equilibro pronto para romperse. Los clanes mágicos, aquellos dedicados a transmitir los conocimientos a lo largo del tiempo, empezaban a elegir un bando.

Ehcupam, escondida en las zonas montañosas pertenecientes a Golham no era ageno a la situación del imperio. Un clan milenario, leal y honrado, fiel a la familia imperial desde tiempos imemorables aún cree que es posible recuperar el esplendor, unión y poder de la dinastía Cary.

Allí habían sido llamados por Hulduar, líder del clan, sumidos en lo alto de la montaña dentro del castillo, algunos de los aprendices de Ehcupam.

- Odio que me hagan esperar... - Dijo desde la reposera, donde se hamacaba lentamente.

- Se preguntarán por que los mande llamar, quisiera contar con otros, pero ahora la mayoría están ocupados en otras misiones - Rió de esa forma particular que lo hacía, incluso llegaba a fastidiar, pero insultarle o llevarle la contra nunca era recomendable. A pesar de esa mala costumbre de fatídica a la gente, Hulduar Erlum era un hombre respetado, poderoso y protector de cada uno de su clan, aquellos muy cercanos sabían bien que el daba todo por cualquier miembro del clan sin importar el estatus dentro del mismo.

- Necesito que lleven algo... - Agregó cambiando el semblante, ahora estaba muy serio.

la expresión de estupefacción de la joven espadachín fue un poema, estaba entrenando con el resto de los chicos cuando entraron en el salón y la llamaron por su nombre completo, lo que era molesto, ahí era solo Phiel, nada de pompas, pero su apellido era conocido por muchos. La chica se acercó al mensajero y recibió el mensaje. Luego de sentir una curiosidad morbosa, preparó sus cosas y fue al encuentro de tan importante hombre. Él había conocido a su padre, General de la dinastía, pero luego de la pérdida de su brillo, se transformó en maestro de armas de la misma academia de magia, eso fue justo antes de que  su hija cometiera un pequeño incidente que la marcó para siempre. El abrazo helado de un elemental pocos lo sobreviven, y los que lo logran, quedan marcados para siempre, sin embargo fue esa maldicion que le entregó a la joven sus poderes mágicos.

A pesar de que su tacto es tan helado, y sus lágrimas son copos de nieve, la chica parecía llevar una vida normal, usando siempre guantes, así no tener que incomodar a otros con su peculiar temperatura. 

Ya ante aquel hombre, mantiene una postura calmada, intenta no enganchar con su desagradable comentario, también podría irse y dejarlo con el encargo, pero sabia que ese hombre no era de los que debías hacer enojar.

- ¿a dónde?- pregunta con una parsimonia casi militar.

Las puertas se abrieron de la sala; desde la distancia se podía distinguir un fuerte aroma, una mezcla entre excremento, barro y agua estancada. Las ropas daban a entender a un sinhogar, pero el porte de aquel hombre que se encontraba en la puerta daba a entender que allí se escondía algo más.

Lentamente, pero seguro el extraño se acercaba al grupo que se encontraba hablando; por unos instantes el individuo aspiro fuertemente el aire pudiendo captar aquellos aromas, sobre todo el extraño perfume ártico que emanaba la dama.

- Un comerciante me leyó la carta que dejo en las puertas de la cuidad ante mi llegada. Por eso estoy aquí - comento Liam a Hulduar. Aun podía recordar la cara de aquel poderoso hombre, con unos años menos, al que le debía una parte de su destino al aceptarlo dentro de la sociedad y que pudiera aprender del poderoso Radagast.

Miro a un costado a la mujer, seguro lo miraba con despreció. Ella también había sido llamada y posiblemente aquello significa hacer equipo o pelear por el favor del líder . - Ella ya lo ah preguntado; falta agregar el cuando y que cosa - agrego a la pregunta de la dama que aun así a pesar de no haber estado en la sala había oído igual.

Hulduar se retorció los bigotes observando aquellos dos individuos parados delante de él, parecía estar dubitativo ya que tanto la dama o el hombre eran totalmente diferentes. Ella proveniente de un linaje importante, educada con los mejores maestros y con una raíz leal al imperio. El otro, analfabeta, maleducada y a su vez leal al clan que le otorgo aquellas habilidades que poseía.

- Ustedes saben, y tal vez no les importe, que estamos a favor del imperio. Por lo tanto estamos en una constante guerra fría con otros clanes, espías, asesinatos silenciosos y traiciones son cada vez más frecuentes… ustedes aun son pichones – Se volvió a reír – Por lo que no levantaran muchas sospechas si les encomiendo que transporten un objeto hasta la Ciudad Imperial Cary… pero no quiero que lo hagan en línea recta, eso levantaría sospechas y probablemente les asesinen solo para averiguar la razón del viaje…

El viejo se levantó de la reposera y con las manos detrás de la cintura dio unos pasos tranquilos hacia afuera, observando el paisaje. A lo lejos en el camino podía verse una carreta y un hombre cabalgando al lado.

- Irán a Ciudad Abisal y de allí tomaran un barco volador hasta la Cary… - De su bolsillo les extendió un cofre – No lo abran, no lo pierdan y no le digan a nadie que lo llevan, si no cumplen esta misión yo mismo me encargaré de ustedes – Ese último comentario no lo dijo de la misma manera que sus fastidiosas bromas.

La carreta arribó al fin, el chofer bajo rápido y le susurro algo a Hulduar.

Erlum señalo al hombre negro que cabalgaba – El es Hook les acompañará, al igual que su esclava Zoor, y Han, el chofer, les llevara hasta la ciudad Atila, allí les dará algo de dinero pero no seguirá con ustedes. ¿Alguna duda?

Vio el pequeño cofre que deberían transportar, debía ser alguna gema, o pócima, o algo así, la joven desearía saber que transportaban y a quien no le gustaría que llegaran con esa encomienda, Phiel miró de reojo a su compañero, olía terrible, y tendría que viajar con él. Era una mierda de trabajo, literalmente, pero los habían escogido a ellos, "no debe ser algo tan importante para que se lo encomienden a dos principiantes", imaginó.

Ya ante el carruaje y sin Posibilidades de desistir de la empresa, la joven tomó el cobre y lo metió en una pequeña bolsa de cuero, que puso en su cinto.

- ¿a quién le  debemos entregar y cómo  lo localizamos? No podemos llegar ir preguntando por esa persona... y sobre todo... ¿A quien no le gustaría que llegáramos con esto? Quiero saber a quien me puedo enfrentar - preguntó serena y con ese aire helado.

- Yo responderé esa pregunta joven  señora - Dijo en tono muy cortes el hombre de sombrero - Pueden llamarme Han, y seré quien los lleve hasta Atila para que inicien esta importante misión

Aquel hombre elegante y de aspecto amable parecía saber más de lo que aparentaba, incluso puede que su estatus dentro del clan fuera elevado.

- Por ahora, es momento de partir, ya que el barco sale en unas horas y no queremos perderlo ¿Verdad? - En unos pocos pasos, cortos y graciosos, volvió a encontrarse sobre la carreta.

- ¿Partimos?

Liam se quedo mirando la caja mientras escuchaba las palabras de Hulduar. Sin dudas había pensado en primera instancia tomar aquel pequeño cofre y salir de allí volando lo más rápido posible para hacer entrega; pero parecía que debía permanecer junto a la extraña dama de refinada doctrina.

La mujer hablaba y rápidamente Hook parecía intervenir para iniciar el viaje, por unos segundo miro con desprecio como eran tratados aquellos animales de viaje y mientras hablaban sobre la misión decidió acercarse a los caballos para acariciarlos.

- Perdoname muchacho - exclamo Liam al caballo que jalaría de la carreta; para luego volver con el grupo dando unos pocos pasos. -Pues entonces pongamos marcha a esta empresa -

- Me adelantaré – Dijo de forma seca el otro hombre a caballo, giró el animal y dio un latigazo al suelo – Vamos Dana .

Aquella mujer de ropajes amarillos, y muy hermosa para ser esclava ni se inmutó, tenía la mirada totalmente perdida en la nada.

- ¡Vamos Dana! – Gritó y volvió a agitar el látigo con fuerza, el cual fue a parar a la espalda de la esclava, esta, casi sin inmutarse con aquel rostro melancólico empezó a caminar junto a su agresor.

Puestos en marcha, el carruaje era bastante cómodo. Lian y Phiel sentados uno al lado del otro se movían al compas del vehículo, por la ventanilla podía verse el hermoso paisaje montañoso de Golham. Cada tanto el chasquido del látigo o los gritos de Han dando órdenes al caballo, rompían el ambiente para llamar la atención de ambos pasajeros.

La ventanilla que conectaba con el conductor se abrió.

- Al llegar a Ciudad Cary los esperará una comitiva imperial, allí lo único que deben hacer es seguir las instrucciones – Comentó Porfel mientras manejaba – Si abren el compartimento en el suelo encontraran una bolsa de oro, para ambos, eso costeara el viaje… no lo malgasten porque no tendrán más. ¿Quiénes pueden estar interesados en el cofre? Cualquier agrupación separatista… así que básicamente, no confíen en nadie. Si eso cae en manos equivocadas se desatará una guerra civil, habrá muerte, caos, se dividirá todo el imperio – Aquel hombre hablaba con seriedad y cortesía, parecía preocupado por la situación.

- Luego de terminan la misión se le otorgará un rango en el ejército a usted Sylphiel Nels Ladha, en caso de fallar... la desgracia caerá sobre su familia... Usted Liam Bonfire… puede pedir lo que quiera… tal vez esa porción de tierra donde fue criado o incluso alguna otra.

La chica levanta una ceja, aquellas palabras, y lo que le dice al otro sujeto, la hacen apretar los puños.

- ¿algún rango? Puede ser solo de Cabo y seria algún rango... Y ¿solo a mi me da una sanción en caso de fallar y al otro chico no?... vaya trato,¿ depende de otra persona el honor de mi familia? Sin ofender, pero en ese caso lo haré sola, si me ponen así contra la pared, prefiero que solo esté en mi éxito cumplir esta misión, - reclama con ironía en el último suspiro. El aire entorno a ella comenzó a ponerse helado, algo que pasaba cuando la rabia comenzaba a inundar su pensamientos.

Liam observaba a la joven de forma analítica y con duda, nunca antes había estado tan cerca de una persona así por lo que el sentido de la curiosidad picaba en su mente por querer aprender y conocer. Exhalo fuerte para percibir el aroma de la joven nuevamente, pero se atención fue cortado cuando el conductor, aquel que no le era de su agrado frente a su labor de golpear a los caballos para su movilidad, empezó a comentar sobre la misión.

Lo del imperio y sobre aquellos interesados por el cofre le eran de poca importancia a Liam, aquello lo hacía por su devoción y promesa a Hulduar. Luego tomo una pieza de oro y la observo, aquel material se lo había visto a varias personas en la ciudad pero nunca le prestaba atención, pero por primera vez lo tenia cerca. Lo olió y luego lo mordió. - Es duro y feo - pensó. - Y para que se supone que sirve esto? - su pregunta reflejaba una clara duda. Pero luego escuchaba la idea de ser suya la tierra, aquel lugar en la que su "madre" vivía. - ¿Con decir "mía" significa que podre organizar sobre el lugar quienes pueden estar y quienes no? En esa tierra viven más seres, pero no deseo que el hombre meta su mano como lo hizo en la cuidad.......Para ustedes es transformar y evolucionar, para mi es destruir y retroceder - pregunto finalizando con su voz sería, indignada manteniendo un poco de enojo.

La muchacha parecía  tomar queja frente a las cosas positivas o negativas que podía llevar el perecer aquella misión, "titulo" "Cabo" "rango" palabras que eran nueva en el vocabulario de Liam. Iba a contestarle, pero de su boca salió un eructo dejando a identificar olor a carne cruda y algunas bayas. - Mi primer comida del día - respondió  para luego continuar - ¿Cree que el honor es algo que se compra o se gana? Pues lamento decirle que no; el honor es algo que se lleva en la sangre y la define a usted por su ser. Desobedecer ordenes de aphas, como Hulduar, es deshonor. Viva con honor joven, no para el honor; porque todos percibimos diferente, pero no así el espíritu - Hizo una pausa mientras rascaba su pelo y un par de pulgas cayeron sobre el tapizado del carruaje - Por más que quiera ir sola, yo la seguiré. Porque esa también es mi misión - termino mientras tomaba una pulgas y se la llevo a la boca para luego comerla.

- El rango ya ha sido decidido, incluso tendrás una cierta cantidad de soldados a tu cargo, de ahí escalaras por tus logros en batalla, solo espero que si logra ganárselo no cuestione las ordenes directas como ahora… y quédese tranquila que hay muchas cosas que puede perder la gente, como la cabeza – Comento Han mientras manejaba el carruaje – Directamente el hombre a su lado podría completar la misión, pero también hay un plus… si podemos descubrir a alguien que trate de robarles el cofre, podríamos descubrir el paradero de los separatistas, así que en ese caso sería bueno obtener información.

El carruaje se movió un poco producto del sinuoso camino haciendo que el dúo se pegue hombro con hombro –En cuanto a su propiedad, significa que usted puede decidir que humano podrá ingresar a ese territorio, por otro lado el oro sirve para poder moverse dentro de la sociedad civilizada, mi consejo es que deje a Lady Sylphiel administrarlo… En fin, los dejo que se conozcan un poco más, ya que… tendrán siete días de convivencia juntos. – Cerró la ventanilla de madera.

El aire se hizo mucho más helado en torno a la mujer, que la hierba en sus pies se escarchó, apretó los dientes y clavó esos ojos violeta en el druida, debió haber mantenido la boca cerrada, no haberse metido en un asunto que sólo le incumbía a ella, pero a pesar de las ganas de replicarle, decidió que ignorarlo era mejor. Lo miró,  y rodó los ojos en sus cuencas, para colocar su atención en aquel hombre que los llevaría a aquella incursión. Phiel bajó los brazos, y brilló la empuñadura de su estoque.

Era hora de partir, incluso en compañía de ese hombre desagradable. La mujer inclinó su cabeza ante quién le daba la orden, y se giró sobre sus talones, para abordar el carruaje en silencio, incluso sin reparar mucho en el hecho que administraría el dinero, aunque debería, era evidente que aquel hombre no tenía conocimientos sobre finanzas. 

"siete días... " repasó la cantidad de tiempo en que conviviría con aquel extraño, sí, podría quedarse tanto tiempo en silencio. Ya arriba, se sentó en medio, llevaba lo que debían custodiar, afirmó con su mano su estoque, y cerró los ojos, ahora sentía curiosidad por saber qué era lo que custodiaban, y qué importancia tendría para el reino. Cuando estuvieron dentro, ella vuelve a reparar en ellos.

- por cierto, aquí soy Phiel, no soy lady Sylphiel, ella es mi madre, que aún vive gracias a los dioses - inclina ligeramente su cabeza, y saca un librito que llevaba en su capa, y comienza a leerlo.  

Liam se quedo observando a la dama tras el comentario de  Porfel, ellos debían trabajar juntos y aparentemente conocerse. Aun así el druida podía sentir la distancia que la mujer blanca mantenía. Aquel momento era su oportunidad para conocer a personas de la cuidad, como eran, que pensaban y que hacían.

Con atención observaba a Phiel como miraba aquel libro entre sus manos, seguramente era interesante y esto atraía aun más a Liam por ver, conocer y aprender; para no molestarla y hacer las cosas de apoco como cuando se presentaba en un territorio nuevo de una manada, decidió sentarse a un lado de la mujer. Con un poco de esfuerzo hecho una mirada de reojo al libro. - No veo nada interesante - pensó dejando  Liam que no logra comprender que tanto observaba aquella mujer de aquel fondo blanco con dibujos pequeños todos iguales, mientras miraba con cara de gran duda

Duró un rato intentando leer, pero entre que tenía el hedor de ese hombre y sus ojos sobre el hombro, llegó a un punto que no pudo aguantar mas. Soltando un enorme suspiro, bajó el libro, y luego se lo extendió, con una cara de pocos amigos.

- si quería leerlo, debió, perdirmelo- se lo acerca mas - tome - insiste, llevando su mirada a la ventana, ¿sería mucho pedirle que se diera un baño?.

No deseaba interrumpir a la dama que parecía sentirse acorralada o simplemente había notado la cara de duda y sorpresa que hacía Liam frente aquel libro que la mujer tenía. Quizás aquel gesto de prestar o entregar la su propiedad significaba un buen comienzo para afianzar una amistad, un lazo.

Tomó el libro, y miro un poco su contenido. No sabía lo que hacía solo imitaba los gestos que había puesto la mujer, como enfocar los ojos, observar en forma progresiva los garabatos. Luego giro el libro como para intentar ver las mismas cosas desde otro angulo. Aquel acto delato enseguida que Liam era un analfabeto.

- Listo, gracias por prestarme un poco de su propiedad - comento Liam mientras hacía entrega del libro a su dueña. Para luego buscar entre sus cosas, que de por si no tenía nada; entonces tomo un poco de su pelo de la cabeza y jalo arrancando uno 3 pelos. - Tenga, de mi parte. - mientras miraba a la joven con ansias de que acepto aquello, como si no hacerlo sería una mala idea; en aquellos extraños gestos de entrega y gratitud el druida sentía que se afianzaba una relación de aceptación y compañerismo.

Aun  molesta, esperaba que con el libro se quedara tranquilo, pero más allá del que pudiera pensar, el hombre no sabia leer, la manera en que movía el libro, sin siquiera reparar en su título, se lo dijo. Phiel bajo la guarda, no parecía ser un hombre malicioso, la malicia no esta presente en las almas tan simples, aunque también eran influenciables, la inocencia era ignorancia, y la ignorancia, peligrosa.

La maga levanto las cejas al ver que le entregaba tres cabellos, y dudosa fue a tomarlos, solo podía asumir que era un regalo, o algo así, la chica ladeo su cabeza y por fin le sonrió, sonreía de una manera dulce, pero luego bajo la mirada, se había comportado muy mal con él, así que tomo los cabellos y los guardo en el guarda pelo que saco de entre sus ropas, pendía de su cuello.

- ¿no sabes leer? ¿Quisieras aprender? Podría enseñarte, si quieres claro -  sonó un poco mas agradable, de hecho, mucho más amable- pero antes, ¿podrías darte un baño?- se encoge de hombros y se muerde el labio inferior.

El sol aún no llegaba a la cúspide y quedaba un rato de viaje, el aroma dentro de la carreta se había vuelto nauseabundo; empeorando, cada algún tiempo alguna curva o desnivel hacia que los pasajeros se junten o choquen.

Sin previo aviso la carreta freno casi de golpe al grito - ¡¡BUENO!! - Un latigazo hizo estruendo en el aire y la ventanilla que comunicaba con el conductor se abrió.

- Bajen, hoy no tengo deseos de ensuciarme las manos

Liam sonrió cuando la Phiel había aceptado su regalo, de a poco se afianzaría un vinculo entre ellos. Tras el comentario de la joven sobre olor, no se había percatado que su aroma estaba tan marcado; si quería pasar inadvertido aquello sería un factor que delataría su ubicación o su paso.

- Eeeh si, no había percatado de mi aroma; es que pase el invierno con la madre y por más que ella este durmiendo en todo ese periodo se da cuenta de los cambios y no quería que se moleste - intento de dar una explicación a la dama con la que compartiría futuras aventuras.

Estaba pensando frente a la propuesta de Phiel por enseñarle a leer y escribir; pero aun así no entendía con que motivo aquello le sería útil, ya que para poder comunicarse ya sabía hablar. Ademas consideraba que la mejor manera de establecer una comunicación era personalmente donde no solamente podría interpretar sus palabras, sino también sus gestos. Estabas por rechazar la oferta cuando el carruaje se detiene sorpresivamente y la voz del conductor pide ayuda.

- Bien parece que tendremos que ayudar - comento mientras abría la puerta para salir de aquel transporte e invitaba a su compañera a ver el problema.

"Pero de pasos molestas a todo el mundo" pensó, pero no lo dijo en voz alta, era muy descortés para salir por su boca, seguía pensando que este sujeto era un ser demasiado sencillo, quizás no el sarcasmo comprendería y ella no era de las que disfrutasen con humillar a otros.

- bueno, comprendo, pero si puedes, me gustaría que te dieras un baño, por lo menos durante esta semana que conviviremos, además, estaremos en la ciudad y llamaras mucho la atención - levanta sus cejas, intentando ser lo mas cauta posible para que él no se ofendiera, aunque como se había comportado hasta ese momento, algo le decía que tampoco se ofendería. Iba a agregar algo sobre la lectura, cuando la carroza se detuvo de golpe, ella se puso tensa y llevó su mano a la empuñuñadura de su arma, pero escucharon la voz del guía y la chica resopló.

Asomo si cabeza, el mal olor, ahora, no era de dentro, de hecho, camuflaba el mal olor de Liam. Cateo la situación, comprendiendo que los harían pasar por meros cadetes. Aunque era cierto, no habían dejado de ser apenas niños.