Partida Rol por web

La aasimar se dirigió hacia la salida procurando poner su cuerpo entre la luz y la bestia, de forma que se aplacara su furia... No era algo que le gustara pues podía ser que la luz fuera lo único que evitaba que se acercara más... sin embargo sus compañeros eran mayoría

Que vas a hacer pues, Lybious?

Lyb, viendo la situación, sabe que lo mejor que podemos hacer es tratar de retirarnos

"Halem ¡No se descuide, mi buen señor! ¡No parece sino un mal encarnado!"
Sabiendo que la luz molesta a la criatura, pero quizá la mantenga a raya, voy retrocediendo, manteniendome lo más cerca posible del resto del grupo: En caso de necesitarme no les voy a abandonar.

Acabo de conocerlos, pero un grupo de gente que ha recuperado su libertad de esos inmorales gnolls merecen mi respeto y mi apoyo.

El aletear de Xulthos parece parpadear por un momento, pero Silene no deja de mantener su luz. La criatura se mantiene inmóvil mientras el paladín sostiene su capa ante él, evitando que la luz le impacte directamente. Unos segundos de silencio se suceden, en los que la expectación alrededor del destino del paladín les tiene titubeando. El aguijón del gigantesco monstruo escórpido parece moverse por momentos.

En ese momento, se escucha la voz de Lybious trayendo de vuelta al paladín. La criatura escórpida parece pacificada ante las palabras de Bakji. A medida que os alejáis de la escena la sepulcral voz de Xulthos resuena a través de los pasadizos de piedra.

"Huid mortales... Regresa... Con la llave... Bakji Migishu..."

Con el corazón en una mano os apresuráis a abandonar la escena, girandoos con frecuencia para comprobar que la monstruosa figura de Xulthos no os ha seguido. La luz de Silene parece mantenerlo a raya en el interior de la cámara del lago, de donde no se atreve a moverse para seguiros. Finalmente la tensión se relaja, y poco a poco podéis sacaros el miedo de encima a esta bestia terrible que yace encerrada bajo el desierto, tal y como Bakji dijo.

Eventualmente, el túnel que reseguís conduce hacia una alta cámara cubierta de fragmentos de masonería y vigas destrozadas, fragmentos de hueso inertes y alguna que otra arma oxidada. Un brazo raquítico sale de debajo de uno de los trozos más grandes, aplastado sin piedad, aguantando un profano símbolo de Lamashtu. Por encima vuestro, varias decenas de pies, se observan los restos de lo que parecería ser algún tipo de construcción de piedra grisácea.

¿Qué criatura era esa? Bajki, ¿qué más sabes de ella? Los conocimientos del brujo lo habían dejado intrigado. Pedía tu vuelta, una llave... creo que si cumplimos la promesa de la arpía -y era algo que NO dudaba porque había dado su palabra- le debemos algo también a esa bestia. Xulthos, ¿qué otro ser te mantiene prisionero allí? Intuía que antes de lo que quisiera iba a descubrirlo.

Lybious, como quiera que sea nos has ayudado a escapar de allí, considera que estamos en deuda contigo. Si volvemos nos será grato que estés con nosotros.

Ahora hemos de salir de aquí. Perdido aún buscaba alguna salida a esa cámara.

Halem, a medida que te fijas en los escombros, tendrías la sensación de que detrás de un cúmulo grande de escombros, el túnel continuaría. Podrían ser retirados con considerable esfuerzo, puesto que se trata de varios grandes trozos de suelo de piedra.

A medida que os alejáis de la cámara la voz de Xulthos se proyecta de nuevo en tu mente... La llave... Los sirvientes de los Maestros del Pacto... Ellos la portan... Está cerca... Eventualmente, su presencia abandona tu mente y notas que estás demasiado lejos para que siga proyectando su voz a esta distancia.

Creo que por ahí se puede seguir. El paladín señaló un montón de escombros. Lybious, ayúdame, necesitamos fuerza bruta. Solo apartando las piedras más grandes podrían ver el camino que había al otro lado y que había detectado el guerrero, no obstante el peso era demasiado para uno solo.

"Me anoto sus palabras, caballero" Sin embargo, algo que en otra persona podría sonar omioso, en Lyb suena algo casi agradable. Como si la "deuda", si asi pudiese llamarse, sería saldada tan sólo compartiendo historias, protagonizando más hazañas, o cualquier otro acto que un amigo haría por otro "Y ahora, vamos a ponernos a prueba. Por Irori y por Kurgess!"

Tras esto me crujo un poco los huesos del cuello y los hombros, y ayudo al guerrero.
En mi caso, me parece más digno ayudarle a el, que viceversa.

El samsaran avanzó junto al resto hasta alcanzar la nueva sala repleta de estorbos, al fondo unas nuevas ruinas cuando él pensaba que no tardarían en hallar el exterior.

- No sé nada sobre Xulthos, me explicó mentalmente lo que necesitaba, hay una llave roja similar a una gema, la tienen los sirvientes de los Maestros del Pacto y si se la traemos podrá ser libre de nuevo.

Explicó la pequeña conversación que tuvo con la criatura, temió que no fuera a tolerar el gesto de Halem pero sí lo hizo, les dejó marchar y ahora tenían un nuevo reto por delante. Bakji no le tenía miedo a los retos, se lanzaría a ellos para hacerlo lo mejor posible.

- Amigos, tenemos más camino por delante del que pensaba. Hay que darse prisa para avisar a la princesa, es posible que esos gnolls estén preparándose para atacarla. Quiero decir, aquello que escuchamos parecía un llamado a una cacería o a una batalla.

Los podía ver quitando escombros con energía, Bakji esperó unos segundos y se acercó con la intención de unirse en la tarea aunque se encontró con una gran piedra a la que miró deseando ser capaz de destruirla mas no le parecía viable.

No había pensado en las consecuencias de esa llamada, tan constante estos últimos días como para incluirla dentro de su normalidad, pero las palabras del samsaran tenían bastante sentido.

Apresurémonos entonces.

Acelerando junto a Lybious para desbloquear el terreno derruido esperaba ver por fin una salida. La arpía les había dicho que sería fácil salir por allí y de momento cualquiera de sus encuentros podría haber sido mortal.

Mondo intento mover una roca para ayudar a sus compañeros, pero esta no se movio ni un milimetro, Buff, Buff.

- Vamonos de aqui para no volver, dijo mientras jadeaba fuerte. Estas piedras pesan mucho para mi, me aparto para no estorbar

Halem empezó a hacer el esfuerzo de abrir un camino hacia la libertad, mientras era ayudado por Lybious. Miradas inquietas se dirigieron por el túnel, pero la luz que desprendía Silene les aseguró que el demonio no les estaba persiguiendo. Parecía que había sido fiel a su palabra.

El pugilista y el paladín gruñían de esfuerzo a medida que levantaban el enorme pedazo de masonería que bloqueaba el camino, lo que otrora hubiera sido el suelo principal de una sala. Perlas de sudor recorrieron la piel de ambos hombres mientras sus músculos se tensaban casi a punto de explotar contra la piel y... Contra todo pronóstico el masivo escombro se empezó a levantar hasta que, con un silencio, lo dejaron caer al otro lado con un pesado impacto en el suelo que levantó una nube de polvo.

A pesar de la tos que les causó, la esperanza llegó a los corazones de nuestros héroes, pues en la lejana distancia se veía la salida del túnel hacia la libertad. 

- Dejadme echar un vistazo, caballeros dijo el picaro mientras avanzaba explorando la sala

No es una sala tanto como un túnel natural, medirá unos treinta o cuarenta metros de largo, y en la distancia se puede ver una apertura que da hacia el cielo abierto. No parece haber nada fuera de lugar.

Avancemos, la salida parece estar alli al fondo, dijo Mondo con un tono de voz casi rayando la euforia

Muy bien, por fin. Salid todos, yo cubro esto. Se quedó parado esperando que todos pasasen y siguiesen a Mondo.

Si algo aparecía, él le cortaría el paso.

Halem fue el último en salir mientras el resto salisteis casi en estampida en busca del aire libre. Por fin habíais escapado, de los gnolls, de las catacumbas. Somal, la luna de Golarion, os recibió presidiendo el cielo estrellado del desierto.

Al salir de la cueva pudisteis comprobar que habíais salido de la ladera sur de unas montañas. Al noreste se podía divisar Kelmarane en la distancia, la quimera ahora regresando de su vuelo al pueblo.

En la distancia Lybious divisó la Garra del Sultán, el retorcido árbol donde Lady Almah había montado su campamento inicial. Probablemente fuese allí donde pudiesen encontrar a la princesa mercante.

"Compañeros" digo jadeando "...y ese árbol, de cinco... quiero decir, de tres ramas, porque ayer quemamos dos de ellas (Ooops) es donde nos espera vuestra benefactora, y mi patrona. La Princesa Mercante Almah."

"Y con suerte, con ellos estará Keylissa, la sacerdotisa de Sarenrae. La de las manos que manan agua" lo cierto es que mi voz empieza a agrietarse, y idem de mi piel: Y no es por otro motivo que la sed. En Katapesh, el agua es vida. Y hace ya demasiado tiempo que no he podido beber de una cantimplora. "Y de veras que me hace falta ahogar mi sed"

"Vamos, no perdamos tiempo"
"Que a buen seguro, nos esperan"

Ya podían ver su destino y no estaba lejos. Incluso la bestia que los había sorprendido en el campamento volaba hacia su cubil allá a lo lejos y de momento no era una amenaza. Pero había demasiada calma aquí fuera.

Muy bien, llevemos cuidado y vayamos hacia allí. A veces la quietud augura peligro.

Se sentía algo incómodo, había perdido su capa y la arena le azotaba la armadura, sin fiarse además de que el metal reflejase cualquier luz y fuera un halo en la distancia que atrajese cosas indeseadas.

Pero alejó rápido cualquier pensamiento negativo al escuchar la queja del gladiador, el agua era un bien muy preciado en el desierto.

No es agua, pero calmará tu sed si quieres un poco, dijo tendiéndole su odre. Hacía tiempo que no bebía líquido puro y siempre lo llevaba lleno de cerveza, eran ya muchos los años que había caido de taberna en taberna lamentándose del paso del tiempo y lo lejos que quedaban sus recuerdos de libertador.

Ciertamente compartir bebida se consideraba un gesto de amistad bajo el sol, y eso era precisamente lo que era.

Miró a su amigo Bakji, si no fuera por él ya pocas crónicas quedarían de sus hazañas pasadas. Nadie que mantuviera en su memoria aquellas proezas, nadie que pudiera contarlas. La melancolía comenzaba a abrirse paso en el corazón del viejo guerrero.

Vamos, como digo tanto silencio no es de fiar. Fue su modo de cortar en seco cualquier amago de caída.