Partida Rol por web

Acompañó a Lady Varya en silencio suponiendo que de querer romperlo lo haría ella misma. Ser Roshar no tenía confianza con la actual mujer de Lord Evan y prefería mantenerse a la expectativa, al menos en principio. Aprovechó de todas maneras el breve paseo hasta el jardín para controlar, con su mirada aparentemente distraída, todo lo que pasaba al alcance de su vista.

Se pasó un poco de largo hasta que se dio cuenta de que Amelie les esperaba. Regresó sobre sus pasos para que esta les guiara a un acogedor rincón del jardín, debía saber bien que lugares gustaban más a su señora. El caballero, no tan caballero, estaba a punto de sentarse cuando Lady Varya se acercaba a su silla. Se aceleró, irguiéndose de nuevo, para llegar hasta ella y ayudarla a sentarse. Le dedico una sonrisa casi a modo de disculpa y, una vez se hubo sentado, ocupó la otra silla con tranquilidad. 

Varya vió como ser Roshar estuvo a punto de sentarse pero se acercó a ella presuroso para ayudarla con la silla y le dedicó una sonrisa de disculpa. Oh! Gracias Ser, dijo haciendo ver que no se había dado cuenta, el hombre ocupó su asiento y el criado sirvió el fresco líquido en las copas, deja la botella Samuel, ya puedes retirarte el sirviente dejó la botella y con una reverencia a ambos se retiró.

Lady Varya esperó a estar a solas, cogió la copa con la diestra y con una sonrisa la levantó hacia su acompañante. Por el fresco vino del Rejo, y porque podamos disfrutarlo por muchos años, dijo sin perder detalle de él, se la llevó a los labios y dejó que el vino dorado inundara su boca.

Ser Roshar levantó la copa para brindar y añadió unas palabras en tono jocoso.

- ...y porque consiga mitigar este asfixiante y condenado calor.-

Dio un buen trago de vino manteniendo la intensa mirada de Lady Varya y solo la apartó para apoyar la copa en la mesa con delicadeza. En ese instante sus ojos no regresaron a los de la dama, sino que se perdieron en los alrededores, recorriendo todo el entorno. 

- Un rincón muy agradable ¿se encuentra entre sus favoritos? -

Podría decirse que sí, echó una mirada a su alrededor, tengo la convicción que hay un lugar adecuado para cada ocasión, por lo que tengo muchos rincones favoritos, se quedó un momento en silencio como pensando lo que diría a continuación y luego añadió, para estar fresco en un día caluroso y charlar, éste es el mejor. Las ramas caídas de los árboles dan la sensación de privacidad, pero te dejan ver si se acerca alguien antes de que te oigan.

En el tiempo que Varya llevaba en la familia, apenas había coincidido con el caballero siempre yendo de un lado para otro aunque sin hacer nada aparentemente, por supuesto había oído toda clase de rumores sobre los hechos que pasaron hace casi quince años, pero no eran nada más que habladurías. Una vez le preguntó a Evan qué había de cierto en ellos y él le contestó "Tanto como los que hubo cuando nos casamos", una sonrisa apareció en sus labios al recordarlo, ¿qué debió pasar en realidad?.

Dígame Ser Roshar, ¿cómo es Desembarco del Rey? preguntó Lady Varya aún con la sonrisa, dió otro sorbo al contenido de la copa y continuó. Cuando vine sólo pude admirar el castillo rojo y sus murallas mientras ascendíamos por el Aguasnegras, y en estos años, a pesar de la cercanía, Lord Evan ha estado tan ocupado haciéndose cargo de todo que no hemos tenido tiempo de ir.

Nicholas se mantenía de pie frente al escritorio, apenas se había movido un ápice desde que entrara en el cuarto. El viejo maestre movió la cabeza pesadamente mientras asentía, la cadena de distintos metales tintineó ligeramente al hacerlo.

-Efectivamente, no aparecer dejaría entredicho el nombre de vuestra casa y haría un feo a la familia real. Ellos esperan que todos su súbditos acudan prestos a su llamada. - El maestre hablaba con razón, los torneos eran ante todo una manera de ganarse el favor del Rey y de las importantes casas y personalidades que allí acudirían, al margen ya de lo que pudiera ocurrir sobre la arena donde justarían los caballeros. Para una casa noble menor como los Crogall, codearse con la gente más poderosa e influyente de Poniente no era una oportunidad que se brindara todos los días. Aparte de curtir a su hijo, cosa que sin duda le hacía falta, había una infinidad de razones por las que era importante ir.

-Las arcas no están muy boyantes mi señor, pero podremos permitírnoslo. -Puede que a su vuelta volvieran con algo más de oro de algún premio del torneo, o lo que era más probable, con alguna buena alianza o algún trato provechoso. -Tal vez podamos cerrar algún acuerdo comercial para vender nuestras pieles de Lagarto-león, tengo entendido que para las damas de Desembarco del Rey son prendas muy cotizadas. -Dijo el maestre como si le hubiera leído la mente a su señor.

El maestre no era de dar su opinión personal en un asunto sin que se la pidieran, él estaba allí para servir y así actuaba, pero aquella vez, y como novedad, carraspeó la garganta y se dirigió a su señor. -A mi me gustaría acudir. Los maestres de las otras casas, y muchos de Antigua, acudirán allí y se celebrará un enclave de maestres. Es una gran oportunidad, mi señor.

Ser Adrik se sorprendió ante el ataque de Galdrin, para nada esperaba que fuera a saltar sobre él para lanzarse a golpearle en la cabeza. Sin embargo el caballero, quien era bastante ágil pese a portar una pesada armadura, logró desplazarse hacía un lado justo a tiempo y la espada de madera de Galdrín golpeó en su hombrera sin mayores consecuencias para Adrik.

Galdrín vio una muy buena defensa. Había que luchar contra lo inesperado, no todos los hombres luchaban con las manos de la razón.

Ahora, estaba cuerpo a cuerpo, donde muchos ataques no tenían sentido, puesto que no había espacio para realizarlos.

Pero siempre había una manera de sacar espacio. Según toco el suelo, el maestro de armas rodo por el suelo y giro sobre si mismo detrás de Adrik, dedujo que este se movería para seguir su propio movimiento, y evitar un posible ataque por la espalda. Cuando el ataque le vendría de su lado ciego.

Solo le quedaba una cosa que hacer, lanzar una estocada en paralelo al suelo, contra las rodillas de su enemigo.

Sin fuera una pelea real, y aquel ataque impactara, seguramente le terminaría por cercenar las piernas a su contrincante. Menos mal que era un combate de prácticas.

Y que como no podía ser de otra manera, estaban practicando como cubrir las partes bajas del cuerpo. A ver si Adrik era capaz de cubrirse de eso. Pues poco más le quedaba por enseñarle el maestro de armas.

Ser Roshar mantuvo la sonrisa y agarró su copa para dar un sorbo antes de responder. Sabía perfectamente que aquel asunto que protagonizo en Desembarco del Rey aun generaba curiosidad, incertidumbre y desconfianza. Y no solo entre los más cercanos a los Crogall. Pero Lady Varya era una dama y no podía preguntar directamente sobre ello, pero si de manera sutil. 

- Grande. Grande y maloliente. - amplió su sonrisa. - No puedo tener un buen recuerdo de ella pero seguro que a vos os encantará. Además, mi lady, visitará los mejores rincones para disfrutar de las vistas que ofrece, de su arquitectura. Y sin duda disfrutará de un mejor trato y recibimiento del que yo pude recibir.  -

Una ligera mueca cruzó el rostro del caballero al recordar su estancia en las mazmorras de la Fortaleza Roja, aunque tuvo la suficiente prudencia de ocultarla tras su copa. Llevo su mirada a los ojos de Lady Crogall antes de continuar.

- Disculpe que no pueda describirle y relatarle las maravillas escondidas en Desembarco, sus recovecos más encantadores, los lugares que debe visitar y contemplar, así como el resto de sus virtudes. Pero en aquella época de mi vida todo era demasiado oscuro, demasiado confuso, demasiado desolador. La ira, la pena y el dolor me cegaban. Era incapaz de percibir la belleza. -

Hizo una última y breve pausa. 

- Quizás una nueva visita cambie mis primeras impresiones. 

Dio otro trago y posó la copa, distrayéndose de nuevo. 

Sí, todas las grandes urbes huelen mal, por mucho que sus habitantes intenten disimularlo. Comentó cuando el caballero sonrió ampliamente.

Lady Varya escuchó atenta las palabras de Ser Roshar, cambiando las expresiones de su cara conforme el relato avanzaba y no pudo evitar sentir el dolor en las palabras del hombre que se sentaba frente a ella.

No es tan importante como te reciban, sino con quien hagas el recorrido, aunque siempre ayuda tener amigos que te reciban bien, lo más importante es quién vaya a despedirte. Su mano izquierda capturó el mechón de pelo suelto sobre su frente y lo recogió junto al resto, en un movimiento automático. El pasado se ha de dejar atrás, aprender de él y continuar, puesto que en cualquier momento puede salir el sol de nuevo. Tomó otro sorbo de su copa y añadió. Podría acompañarnos a Lord Evan y a mí cuando le convenza que se tome un respiro y hacer por fin el viaje a la capital.

Mientras esperaba alguna respuesta del caballero, Varya cogió la botella de vino y rellenó la copa de su acompañante antes de hacer lo propio con la suya.

Sonrió.

- Tal como dice, el pasado pasado esta. Mantengo un buen recuerdo de ella y aun lamento la perdida, pero ya lo he superado. Ya han conseguido enseñarme el sol de nuevo. - hizo una breve pausa, dirigiéndole una breve mirada. - El recuerdo de mi paso por la capital no lo puedo cambiar, aunque puedo conseguir recuerdos mejores. Y si he de ir, iré. - intentó dejar claro que no era decisión suya, sino de Lord Evan, y que él acataría las ordenes. Como espada juramentada era su deber. La libertad de darle a escoger estaba en mano de su señor. 

Agradeció la nueva copa de vino y la elevo hacia Lady Varya antes de beber. 

- Porque el sol siga brillando para ambos. -

Apoyó la copa y centró su mirada en la dama. 

- Si se me permite preguntar, ¿como es la vida en Pentos? ¿nació allí, mi señora?- 

Ser Adrik fue más rápido que Galdrín y se movió como un rayo con determinación y velocidad, y mucha fuerza. Galdrín había hecho un buen movimiento para desplazarse a la espalda del caballero pero había una parte del combate que escapaba a los entrenamientos y que era algo innato del luchador, la intuición.

Ser Adrik no atacó al lugar donde Galdrín estaba, sino que atacó al lugar donde Galdrín iba a estar. Y eso le permitió conectar un feroz ataque descendente con su espada de madera. Un duro golpe al hombro izquierdo del maestro de armas que le pilló totalmente por sorpresa. El golpe fue tan fuerte que Galdrín notó que había abierto brecha en la armadura y la sangre caliente le recorría el brazo.

Lord Evan no pudo esconder su reacción de sorpresa ante la petición del maestre. Se acarició la pequeña barba y se rascó levemente la nuca emitiendo un leve bufido.

- Si os he de ser sincero, tenia pensado que os quedarais a cargo de la administración de Heavy bridge. - Hizo una breve pausa.- Pero es cierto que es una gran oportunidad y desde que sois maestre para los Crogall no recuerdo vez alguna una petición por vuestra parte - En tiempos de mi padre hubiera sido un riesgo demasiado elevado -. Tambien he de reconocer que estaís haciendo un trabajo estupendo con Whalen, con suerte será el Crogall más sabio hasta la fecha. - Eso espero. Le cogió el hombro en tono de camaraderia, dando a entender el agradecimiento que sentia por el como jefe de los Cograll y le miró fijamente. - Creo que esta vez no os puedo negar esta petición. - Esbozó una leve sonrisa y volvió a apoyarse sobre la mesa del escritorio. - Supongo que la señora Huggens(1) hará bien las tareas de administración y el joven Spam(2) se apañará con los cuervos.

Se incorporó de nuevo y se dirigió hacia la mesa del escritorio.

- Decid a Whalen que pase y... - Su tono de voz se tornó algo más discreto, el maestre ya conocia la naturaleza de las palabras que vendrian a continuación - Haced saber a Roshar que busque cualquier escusa para venir a verme.

Empezo a buscar entre los papeles las ultima cuentas del estado de las posesiones de la casa Crogall, como si buscará alguno en especial.

 - Si no hay nada más empezad los preparativos para partir en una semana.

El rostro del Maestre Nicholas mostraba un profundo agradecimiento a la concesión que Lord Evan había hecho con él. Hizo una profunda reverencia y le dio las gracias con gran afecto.

-Muchas gracias mi señor. Es una oportunidad única en la vida, no sé cuando volverá a celebrarse un cónclave de este tipo y es muy probable que para entonces yo ya no esté entre los vivos. Os agradezco de veras este favor. -También asintió a las recomendaciones que hacía sobre quienes podían encargarse de la fortaleza en ausencia de la familia. -Spam es un buen chico, aprende rápido.

Después el maestre Nicholas se dirigió hacía la puerta para buscar a Whalen y avisar a Ser Roshar tal como le había pedido Lord Evan que hiciera. Antes de cerrar la puerta, cuando Lord Crogall indicó que se debían comenzar los preparativos para partir en siete días, el maestre asintió y dijo unas últimas palabras antes de dejar solo al Lord en su despacho. -Así se hará, mi señor.

Justo cuando aquel momento de intimidad llegaba a su mejor punto, una voz les interrumpió. Era uno de los escoltas de Whalen, encargado de su seguridad. Lo cierto era que Whalen y su mujer no podían ir a ningún lado, ni alejarse mucho, sin que esos guardias anduviesen cerca, o al menos supieran donde estaban.

-Whalen, mi señor. - Dijo la voz desde la distancia, no quería acercarse mucho temeroso de lo que pudiera encontrarse en un momento de intimidad como aquel. -Vuestro padre os hace llamar. Quiere veros de inmediato en su despacho.

Galdrín había sido sorprendido, sorprendido por el instinto del joven Crogall, sorprendido por su rapidez, y sorprendido por la contundencia del ataque.

Sabía que aun podía luchar, y que siendo aun más atrevido podía contrarrestar haciéndole caer, y por consiguiente, perder el combate.

Pero ese no era el fin de aquel cruce de armas. Todo lo contrario, era practicar, y ver en qué estado de forma estaba el muchacho.

Por eso se dejo caer hacia atrás y dijo.

Tuyo es el combate, el honor, y la gloria. Sin duda no tengo nada más que enseñarte.

Había un momento para el orgullo, y aquel no era ni de lejos uno de esos momentos.

El maestro de armas espero en el suelo a ver qué decisión tomaba el hombre que tenia frente a sí, que había quedado victorioso.

En una batalla real, a vida o muerte, quizás, y solo quizás, las cosas hubieran acabado de otra manera, pero sin duda, aquella era la forma justo de acabar.

Había enseñado las ultimas lecciones, las más reales, las más cruentas a aquel joven, y ahora, este se imponía ante él. No era algo malo, todo lo contrario, era algo de lo que se sentía especialmente satisfecho, pues mucho de lo que sabía sobre el combate se lo había enseñado el mismo, y luego estaba su talento natural.

Allí en el suelo estaba con una sonrisa, y con plena paz en su alma, pues algo aquel día, era realmente bueno.

 Aún temeroso de la posible negativa de su esposa, Whalen escucha las tremendamente inoportunas palabras del guardia. Es entonces cuando se percata del ligero temblor de sus manos. Pone los ojos en blanco y suspira.

No me habría despreciado... No, claro que no. Su deber es darme un hijo... ¿Vedad?

Suspira, se vuelve hacia el guardia que ha hablado y se pasa una mano por el pelo.

Está bien... Espero que sea realmente urgente...

Le dice al guardia. Jamás se habría atrevido a decirle esas palabras a su padre, pero el guardia era otro tema. Además, el tono humilde del hombre le daba seguridad.

Vamos, mi señora. Hemos de volver. El deber me llama.

Dice, con un punto de orgullo, a la vez que le ofrece la mano y le aguanta las bridas del caballo mientras monta.

Scralett levantó una ceja cuando escuchó como su maridito se lanzaba. Por fin demostraba algo de fuego en la sangre! Lamentablemente, un estúpido guardia lo interrumpió. Al parecer, Lord Crogall reclamaba la presencia de su hijo. Scralett sintió ganas de azotar a ese guardia pero se calló la boca y asintió ante el comentario de Whalen.

-Está bien. Ya retomaremos la...conversación.

Cabalgaron tranquilamente de regreso a la fortaleza deshaciendo el camino que habían andado minutos atrás. Los guardias caminaban por detrás de ellos a una distancia prudente. Había resultado muy inoportuna aquella interrupción pero el guardia no tenía otro remedio. Entre Whalen y su padre, era peor hacer enfadar a Lord Evan.

El joven matrimonio llegó a las cuadras, donde dejaron sus caballos a uno de los mozos. Willard no estaba por allí, seguramente hubiera hecho caso a las indicaciones de Whalen y ahora estaría con Galdrín aprendiendo algo útil. O al menos eso esperaba su señor.

Ser Adrik se acercó con la espada en la mano a Galdrín y todavía con el gesto serio y concentrado de quien entabla un combate. Por un segundo, el joven escudero Willard pensó que Ser Adrik se había vuelto loco e iba a dar el golpe de gracia a su amigo. Pero nada más lejos de la realidad. Willard pudo respirar tranquilo cuando Ser Adrik lanzó la espada a un lado y le tendió la mano a Galdrín para que se incorporara.

-Buen combate, amigo. Ese salto casi me desencaja el hombro. -Confesó entre risas.

Creo que buscare a mi suegra.